Edición original: The Black Diamond Detective Agency; First Second (junio de 2007).
Edición España: abril de 2011; Astiberri Ediciones (Colección Sillón Orejero).
Guión: Charles Gaby Mitchell.
Dibujo, entintado y color: Eddie Campbell.
Formato: tomo de 144 págs. encuadernado en rústica con solapas.
Precio: 18,00 €.
Comentábamos recientemente el caso de Shigeru Mizuki como ejemplo paradigmático de “olvidos” difícilmente comprensibles, cometidos por editoriales españolas; casos en los que autores de renombre ven cómo su producción es obviada, reducida a la mínima expresión o limitada a obras menores, pese al indudable valor de su aportación al medio. Y aunque tal vez no sea el caso más sangrante, se podría argumentar que, en cierto modo, Eddie Campbell (Glasgow, Escocia; 1955) también forma parte de este selecto grupo de historietistas. No tanto por su ausencia en el mercado editorial –ha estado presente de forma regular y continuada durante los últimos años–, sino más bien por la omisión de algunos de los títulos por los que probablemente será recordado.
Lo cierto es que, hasta hace bien poco, tan solo pudimos leer ediciones traducidas de sus colaboraciones con Alan Moore –From Hell, El amnios natal, Serpientes y escaleras–, diferentes participaciones en antologías colectivas –AutoBiographix, El Escapista, American Splendor– o incursiones en el mainstream –La Patrulla-X, Capitán América, Hellblazer– en absoluto representativas de sus inquietudes autorales. De sus proyectos más personales, aquellos en los que ha invertido la mayor parte de su tiempo e interés durante la última década, apenas tuvimos la ocasión de hojear las dos primeras entregas de Baco (1 y 2), en una truncada edición ofertada por La Factoría de ideas. Pero afortunadamente, al igual que sucedió en el caso de Mizuki, Astiberri Ediciones parece haberse empeñado en reivindicar los proyectos más ambiciosos e inclasificables de Campbell: la mastodóntica Alec (vol. 1 y 2), y esa suerte de coda que llevaba por título El destino del artista; dos obras de corte autobiográfico a través de las cuales reflexionar acerca de su yo personal y autoral, acerca de la vida, el arte, la identidad, la madurez, la evolución y demás cuestiones que se le pasaran por su (privilegiada) cabeza. Así que, saldadas las cuentas pendientes más urgentes, le llegó el turno a algunos de sus proyectos recientes, como La agencia de detectives Black Diamond (2007) que, aprovechando la presencia del historietista escocés en el pasado Salón Internacional del Cómic de Barcelona, se convirtió en una de las novedades destacadas de la editorial bilbaína.
Remontándonos a los orígenes del proyecto, cabe destacar que surgió a modo de encargo: confiando en el potencial de un guión cinematográfico firmado por Charles Gaby Mitchell –Diamante de sangre, Get Low–, el productor Bill Horberg decidió adaptarlo en forma de novela gráfica como parte del proceso de desarrollo. La idea no era otra que facilitar la posterior circulación del mismo entre los estudios hollywoodienses, siempre con vistas a convencerlos de la idoneidad de la historia para ser adaptada a la gran pantalla. Así que Horberg contactó con First Second, y éstos con Eddie Campbell, quien reconoció su alivio ante el hecho de que el productor le concediera la suficiente libertad en la traducción de la historia al lenguaje del cómic: “Lo bueno es que aceptó que un medio diferente requería una aproximación diferente, de forma que se me permitió un alto grado de libertad en la adaptación. Así que me encontré con un proyecto de película al que tuve que inyectar lógica narrativa (…)”.
Pero, ¿cuál es el argumento de La agencia de detectives Black Diamond? La acción nos retrotrae a los últimos días del S.XIX, concretamente al 4 de septiembre de 1899, “el día que todo salió mal”, el momento en el que comenzó la particular odisea de John Hardin… Afincado en un pequeño pueblo ferroviario de Lebanon (Missouri), Hardin y su esposa Julie pretenden dejar atrás los momentos más amargos de sus vidas, íntimamente relacionados con un trágico acontecimiento y un pasado en el que tuvieron algún que otro encontronazo con la justicia. Sin embargo, su voluntad de hacer borrón y cuenta nueva se ve truncada de raíz: coincidiendo con una manifestación vecinal provocada por la subida de las tarifas de transporte para el maíz, cuando el Ferrocarril del Medio Oeste pasa por la estación local se produce una brutal explosión, saldada con numerosos muertos y heridos, el robo del contenido de una caja de caudales y la instauración del caos en el hasta entonces tranquilo pueblo. Sin apenas solución de continuidad, Hardin no solo se ve obligado a enfrentarse a la desaparición de su mujer, sino también a la acusación de haber orquestado el atentado, formulada por la agencia de detectives privados que da título a esta obra. Así comienza la trama, que no tardará en trasladarse a la ciudad de Chicago, ni en incorporar al Servicio Secreto del Gobierno de los Estados Unidos como uno de los actores de peso en esta particular función.
Un significativo cambio de tercio temático, el de Campbell, que abandona momentáneamente propuestas pseudoautobiográficas para incurrir en una curiosa mezcla de géneros que, dando gran importancia a la idea de cambio –de siglo, de statu quo político–, se situa a medio camino entre un western tardío y un thriller de gangsters, en lugar de los derroteros que suele transitar un relato del Oeste al uso. O como apunta el escocés: “un thriller de tiroteos a la vieja usanza” para el que además de documentarse a conciencia –“ahora sé más de Chicago que cualquiera que viva allí”–, tuvo que repasar lecturas de historias de detectives: desde Raymond Chandler hasta Dashiell Hammett o Mickey Spillane, pasando incluso por Ian Fleming. Si a eso se le suma el evidente guiño histórico o paralelismo establecido entre Black Diamond, su contrapartida real –la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton– y el Servicio Secreto del Gobierno de los Estados Unidos, parece inevitable que más pronto que tarde terminen apareciendo los conflictos de jurisdicciones y tramas conspiratorias tan propias de este tipo de intrigas.
Como resultado, nos encontramos con una historia interesante en su planteamiento, pero irregular en su desarrollo, que más allá de presentar unas cuantas vueltas de tuerca argumentales –ninguna sorpresa mayúscula–, se ve un tanto lastrada por la ingente cantidad de personajes. En este sentido, llaman la atención los argumentos que esgrime Campbell para defenderse de este tipo de críticas: “(…) algunos reseñistas pensaron que era demasiado difícil de seguir para resultar una lectura disfrutable. Que es ciertamente lo que pretendía, o al menos la primera parte de esa ecuación. Cualquier misterio criminal que sea fácilmente comprendido no merece la pena ser leído. Una buena historia de misterio requiere algo de trabajo detectivesco por parte del lector, yendo hacia atrás y hacia delante para darle sentido, incluso después de haber terminado el libro (…)”. Poco que objetar a lo que comenta el autor… salvo que en este caso la confusión no deriva de la complejidad de la trama que ha urdido, sino más bien de otro tipo de cuestiones: el aspecto puramente narrativo –la acción no siempre resulta todo lo fluída que debería–, el diseño de personajes –poco variado, para la amplitud del “reparto”–, el extraño y cambiante criterio a la hora de decidir si los bocadillos deben ir delimitados o no –determinadas viñetas en las que convergen multitud de personajes soltando interminables parrafadas resutan demasiado recargadas–, y el estilo del propio artista, que con su influencia impresionista no contribuye a dotar al conjunto de mayor claridad.
Sin embargo, y aunque en cierto modo puede resultar un comentario contradictorio, si por algo puede trascender esta obra es precisamente por determinadas aportaciones gráficas de Campbell: para comenzar, crea un buen puñado de imágenes de gran belleza e impacto –la explosión del tren, panorámicas de Chicago, etc.– a través de una técnica que aparentemente mezcla gouache y acuarela con el color y la textura del papel sobre el que dibuja (imprescindibles esta serie de posts del blog del autor, en los que detalla sus “experimentos”, y estos otros, que bajo la etiqueta “black diamond” se centran en diferentes aspectos relacionados con la obra). También emplea con gran inteligencia el color, destacando de forma muy evidente tanto la utilización discrecional de las onomatopeyas como del rojo más intenso, que subrayan escenas especialmente significativas desde un punto de vista emocional o puramente rítmico. También sorprende la composición de página, por la variedad en la distribución y tamaño de las viñetas y la inclusión de iconos informativos; y el planteamiento de una secuencia de acción a modo de clímax argumental, en el que se despliegan diferentes líneas de acción simultánea que terminan entrelazándose. Idea que, de nuevo, resulta más meritoria en su planteamiento que en su confuso desarrollo.
Por desgracia, dichos méritos se ven eclipsados por la incapacidad de Campbell para encontrar el equilibrio entre el aspecto argumental, narrativo y artístico de La agencia de detectives Black Diamond, resultando un conjunto demasiado deslabazado e irregular para el atractivo que de forma individualizada atesoran las piezas que lo integran. Pese a todo, esta circunstancia no impide que, obviando determinados pasajes especialmente confusos, resulte curioso contemplar al historietista escocés embarcándose en una obra de este tipo; y tremendamente interesante y disfrutable asistir al despliegue de recursos técnicos de un autor que, independientemente del grado de acierto e inspiración evidenciado en cada proyecto, bien merece una lectura atenta.
- Blog oficial de Eddie Campell.
- Entrada de la wikipedia anglosajona dedicada a Eddie Campbell.
- Entrevistas a Eddie Campbell centradas en La agencia de detectives Black Diamond, publicadas en Comic Book Resources, Publishers Weekly, Comics Alliance, The Rumpus, Forbidden Planet Blog, The A.V. Club, Suicide Girls, Rave Magazine y la web de RTVE.
Bastante de acuerdo. A ver si Astiberri se anima a publicar Baco completo, me encantó lo que publicó La factoría de ideas.
Por cierto, otro autor malditísimo es Rick Veitch. Calla que al menos se han publicado (sin color) The One, Brat Pack y esa P.O.M. que es Maximortal. No entiendo como con el nivelón de estas obras continuan inéditas su Swamp Thing, Can´t get no, Army@love o sus primeras obras para Epic (Abraxas and the earthman, Heartbust y sus historias cortas). Oí un rumor de que al finalizar la actual reedición en tomazos del Swamp Thing de Alan Moore, Planeta (por fin) editaría el material con guión de Rick Veitch ¿es cierto?
Pues razón no te falta, Mariano: a Veitch lo tienen demasiado olvidado. Por lo que comentan en la sección de consultas de la web de Planeta (si introduces el apellido del autor), efectivamernte parece que hay bastantes posibilidades de poder leer su etapa: «TENEMOS EN MENTE LA DE RICK VEITCH PARA MÁS ADELANTE. VEREMOS QUÉ TAL FUNCIONAN ESTAS RECOPILACIONES Y ESTUDIAREMOS EDITAR MÁS ETAPAS ASÍ.»
Un saludo!
A mí también me gustarí mucho ver el Bacchus por aquí….Top Shelf lleva anunciando el omnibus mil años, igual que el libro de magia de Alan Moore… Ya han perdido la edición de Marshall Law, como sigan así no sé que van a sacar…
Es curioso, la reseña presenta una valoración muy parecida a mi opinión:
http://mundosenparalelo.blogspot.com/2011/05/comic-la-agencia-de-detectives-black.html
Y coincido también en el deseo de ver BACO editada al completo por Astiberri o quien se anime a ello.
Por otro lado, ¿no os ha parecido la edición algo deficiente? Cosa rara por venir de una de las mejores editoriales de cómics de nuestro país…
Saludos en parelelo.
Me sumo a esa petición de publicar Baco, a ver si termina apareciendo por aquí.
En cuanto a la edición, Iñaki, uhm… sí, me chocó esos pequeños cortes de texto en las páginas iniciales, pero por lo demás me parece correcta. La verdad es que no tengo ni idea de cómo es la original, para comparar.
Un saludo!
Baco se publicará aquí, no preocuparse.