Zona Negativa entrevista a Jason

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Jason (Foto: Flickr de Fantagraphics)

Queda un poco lejos el año 2002, cuando tuvimos la oportunidad de leer el primer tebeo publicado en España firmado por un historietista escandinavo muy peculiar. Nacido como John Arne Sæterøy, (Molde, Noruega; 1965), pero conocido en el mundo del tebeo como Jason, se presentó en sociedad de la mano de la editorial bilbaína Astiberri, que tuvo a bien publicar ¡Chhht! Dicho tebeo nos proporcionó la oportunidad de sumergirnos en el particular universo de este autor, a través de la recopilación de una serie de relatos mudos de corte existencial, protagonizados por animales antropomórficos que muy rara vez alteraban las facciones de su rostro impertérrito. Una composición de página fija, un sentido del humor y una sensibilidad muy peculiares, una capacidad narrativa fuera de toda duda y una sorprendente facilidad para transmitir sentimientos pese –o gracias– al hieratismo de los personajes, se convirtieron en marcadas señas de identidad apreciables en la obra de este autor.

Lejos de acomodarse, Jason ha aprovechado las últimas dos décadas para adentrarse en los más variados géneros (a menudo combinados), propiciando la narración de historias de marcado tinte surrealista en las que lo cómico, lo absurdo y lo melancólico van de la mano. Todo cabe y nada sobra en sus tebeos: mosqueteros, androides, alienígenas, zombis, escritores convertidos en historietistas que a su vez se plantean ejercer como atracadores, o viajes en el tiempo… Un ficcionario aparentemente inagotable, condensado en una bibliografía acreditativa de que este inclasificable autor se ha convertido en una de las voces más interesantes de la historieta contemporánea.

Muy pronto, los seguidores de Jason tendrán a su alcance un par de interesantes novedades: Athos en América (a la venta a principios de enero; en este enlace podéis apreciar el diseño de la edición española) y la reedición en un volumen conjunto Chhht! y Espera… (todavía sin fecha definitiva). Pero para hacer más llevadera la espera, os ofrecemos la siguiente entrevista, a través de la cual repasamos tanto su trayectoria profesional como sus planes de futuro. No sin antes agradecer al autor su amabilidad y paciencia, a Astiberri Ediciones la ayuda prestada –imprescindible para que esta entrevista se pudiera realizar– y a Alberto Morán el apoyo en tereas de traducción, entremos en materia… [English version].

Entrevista a Jason

David Fernández (D.F.).- En diferentes entrevistas has subrayado cómo tu fascinación por Las aventuras de Tintín te impulsó a dibujar, admirando la línea clara y, muy especialmente, la narrativa de su autor. ¿En qué momento comenzaste a ser plenamente consciente del talento para la narración de Hergé, más allá de la belleza de sus dibujos? En estos primeros años de contacto con el medio, ¿intentabas imitar su estilo o simplemente te estimuló a desarrollar uno propio?

Jason.- Al principio simplemente me gustaron la historia y los personajes; y la simplicidad de los dibujos pudo haber sido un factor que me impulsó a dibujar en ese estilo. Probablemente me tomó algunos años darme cuenta de que esa simplicidad no es fácil, sino que a menudo hay mucho trabajo detrás. Así que en un primer momento simplemente intenté imitar el estilo, lo mejor que podia a la edad de 13 años. No hay nada malo en imititar, es una fase que atraviesan la mayor parte de los historietistas. Encontrar tu propio estilo llega después.

D.F.- ¿Qué otros historietistas crees que han contribuido de forma más significativa a la definición de tu propia visión del medio y cuáles fueron los aspectos de su trabajo que llamaron más tu atención?

Jason.- El trabajo de Fabio (Viscogliosi) y Jim Woodring me influyó cuando comencé a hacer mi primer comic mudo. Por aquel entonces tenía treinta y pocos años y ya había publicado un álbum, dibujado en estilo realista. No estaba totalmente satisfecho con el resultado y había invertido demasiado tiempo en ello: un año y medio para un album de 48 páginas. Asia que comencé a probar otro tipo de estilos, más sencillos, y éste fue el periodo en el que descubrí las historias del Gato Vagabundo de Fabio y las de Frank, obra de Jim Woodring. Me atrajeron muchísimo, tanto por los protagonistas principales como por el hecho de que las historias fueran narradas sin texto. Como lector, te trasladaba a un ambiente extraño, y sin texto que pudiera explicarte dónde estabas. Las historias tenían una cualidad onírica, dejando mucho espacio para la interpretación del lector. No se te ofrecían todas las respuestas. Hugo Pratt también era un maestro de las secuencias mudas.

Lecturas decisivas: Frank, Tintín (copyright© Hergé/Moulinsart) y la obra de Fabio Viscogliosi

D.F.- Precisamente, uno de tus puntos fuertes es el dominio de una narrativa realmente consistente, que te permite jugar con elipsis acentuadas sin que por ello se resienta la comprensión de la historia. ¿Cuánto de consciente y de inconsciente hay en el perfeccionamiento de esta faceta? ¿Te ha dado muchos quebraderos de cabeza este aspecto de tu trabajo?

Jason.- Imagino que es al mismo tiempo un proceso consciente e inconsciente. Quería trabajar sin palabras y en ese proceso descubrí que me resultaba mucho más fácil trabajar de ese modo. Nunca me he visto a mí mismo como guionista. Aquello que logras usando el silencio es algo de lo que me percaté más tarde, a menudo cuando era interrogado al respecto por periodistas. El silencio añade misterio, creo. Y tengo la sensación de que incita más al lector a participar en la historia.

D.F.- A la hora de desarrollar tu propio estilo, la influencia la línea clara se plasmó en tu capacidad de síntesis y, como apuntamos antes, en el aspecto narrativo. Pero no tanto en la atención a los fondos, aspecto en el que el creador de Tintín era todo un maestro. ¿Crees que ésto se puede achacar –en tus propias palabras– a una «debilidad como artista«, o es una opción gráfica consciente y premeditada, atendiendo al tipo de historias que pretendías crear?

Jason.- Sí, creo que en parte procede de tus carencias como artista. Prefiero dibujar a los personajes. No soy muy aficionado a dibujar fondos, así que los mantengo tan sencillos como sea posible. Solo para establecer dónde están los personajes, es suficiente. Y prefiero los álbums primerizos de Tintin, que tenían esa simplicidad: un par de líneas para mostrar los edificios en el fondo, un par de ladrillos en las paredes… Los fondos perfectos que llegaron más tarde me resultan menos atractivos. No es algo que intente copiar.

D.F.- Tu primer trabajo podría datarse en 1981 cuando, mientras asistías al instituto, debutaste en la revista humorística KonK. ¿Es posible apreciar en estos encargos primerizos algún rasgo de tu actual estilo, o transitabas por derroteros completamente diferentes? ¿Qué tipo de historias creabas por aquel entonces?

Jason.- No, las historias e historietas primerizas no eran buenas, podías ver qué cómics había leído esa semana. En ocasiones era Hergé, a veces Morris, y otras Don Martin. Y casi siempre la cagaba, por supuesto. Pero sí, muchas de esas historias tenían el tipo de absurdo que podías encontrar en Don Martin.

Dibujos de juventud, rescatados en The old cat and the dog, uno de los blogs de Jason
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

D.F.- Parte de tu formación artística la adquiriste en la Academia Nacional de Artes de Noruega, donde estudiaste diseño gráfico e ilustración. ¿En esta institución la historieta gozaba de una consideración académica positiva, o te encontraste con un menosprecio o indiferencia hacia el medio? ¿Qué enseñanzas adquiridas durante este periodo te resultaron de mayor utilidad?

Jason.- En realidad no era una Academia de Artes. No era una escuela para artistas, como pintores y todo eso… No estoy seguro de cual podría ser la mejor traducción de su nombre. Escuela Nacional de Arte y Diseño, tal vez. Así que era una escuela para ilustradores y diseñadores gráficos. Ser un historietista en Noruega por aquel entonces, elegir esa opción para ganarse la vida, era difícil. La escuela quería que encontráramos trabajos cuando termináramos, no que nos quedáramos en la cola del paro. Pero al mismo tiempo, no eran hostiles con los cómics. El cuarto año hubo un curso de tres semanas sobre cómics, al que me apunté. No aprendí nada nuevo, en realidad, ya que ya había hecho cómics. Pero por aquel entonces no tenía intención de ser historietista. Quería convertirme en ilustrador, obtener mis ingresos de ello y seguir haciendo cómics como un hobby.

D.F.- Has comentado en ocasiones que en tus inicios el panorama de cómic noruego era un tanto desértico. ¿En qué momento tomaste conciencia de que lo que para ti era un hobby podía llegar a convertirse en tu profesión?

Jason.- Oh, llevó su tiempo… Diez años, tal vez. Cuando intenté ganarme la vida como ilustrador, sin demasiada suerte, hubo un periodo de dos años en el que estuve en el paro. Esos dos años no hice nada más que cómics, y mis cómics mejoraron un montón durante ese tiempo, aunque no ganara demasiado dinero con ellos. No haces cómics por dinero, sino por amor al medio, por la necesidad de contar historias en imágenes. No es necesariamente algo malo. Sientes una conexión con otros historietistas luchadores, es algo que tienes en común. Hay cierta humildad en ello. Así que hay muy pocos historietistas gilipollas. No me he encontrado con ninguno.

Los animales antropomórficos, siempre protagonistas de las obras de Jason
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

D.F.- Tras ganar el Premio Norwegian Comics Association por Pervo y una vez lanzada Pocket Full of Rain, comenzaste a publicar tu propio cómic con cierta periodicidad: Mjau-mjau. ¿Cómo surgió esta posibilidad? ¿Fue un proyecto totalmente autoeditado?

Jason.- Conocí a otros historietistas en Oslo, donde había una pequeña escena local. Y de ahí surgió Jippi Publishing, una editorial underground o alternativa. Había becas que podías solicitar. Podías conseguir que publicaran tu cómic, con una tirada que normalmente rondaba las 1.000 ó 1.500 copias. Y sí, era autoeditado. Tenías libertad total, nadie te decía qué hacer.

D.F.- Si no me equivoco, fue en Mjau-mjau donde comenzaste a dar salida a las primeras historias en las que empleabas animales antropomórficos. Un rasgo hoy convertido en una de tus señas de identidad más destacadas, que se ha revelado perfecto para el punto de fabulación de unas historias que no suelen moverse por derroteros realistas. ¿En qué momento consideraste que no había vuelta atrás y que tus historias y tu sensibilidad encajaban mejor dentro de un universo antropomórfico? ¿Existe la posibilidad de que te embarques en algún proyecto en el que renuncies a esta característica?

Jason.- Sucedió de forma casi inmediata. Parecía lo adecuado desde un primer momento. Eran el tipo de historias que quería contar y los personajes animales parecían adecuados para esas historias. Nunca he mirado atrás desde entonces, nunca he pensado en volver a dibujar en un estilo realista. No veo ningunas límitaciones a los personajes animales, que haya historias que no puedas contar. Más bien al contrario: mira a Maus. ¿Podría haber funcionado bien en un estilo realista? Tal vez. Pero no habría sido lo mismo.

Bocetos de personajes, vistos en el blog de Jason

D.F.- Otro aspecto muy reconocible en tus obras es el hieratismo de los personajes. Una rigidez en sus expresiones que, paradójicamente, resulta muy evocadora. Como si esos rasgos casi inalterables se convirtieran en lienzos en blanco sobre los que el lector puede proyectar su propia interpretación de cada ficción, potenciando a menudo el absurdo, la ironía, el sentido del humor, la paradoja y la melancolía de tus historias. ¿Crees que, de algún modo, obligas a tus lectores a realizar un ejercicio de participación e inmersión más profundo de lo habitual? ¿Puede ser éste uno de los aspectos del medio que más te atrae, en comparación con otras artes?

Jason.- ¡Sí! Todo eso. Es por eso por lo que dibujo caras inexpresivas. No estoy seguro de que lo supiera por aquel entonces. Nuevamente, es respondiendo a preguntas de periodistas cuando he descubierto lo que logras haciendo eso. El lector debe volcar sus propios pensamientos y sentimientos en los personajes. No creo que sea algo exclusivo de los cómics, es algo que he tomado principalmente de películas. Buster Keaton, (Robert) Bresson, Aki Kaurismäki.

D.F.- Pese a esa sensibilidad tan característica, lo cierto es que has visto reconocido tu trabajo con premios tan prestigiosos como lo Ignatz, Harvey o Eisner, y tu obra se publica en numerosos países. ¿Esperabas esta aceptación?

Jason.- He estado nominado a un Ignatz, pero no lo gané. No, no, no esperaba nada de eso. Todavía no me parece real. Está bien cuando sucede, lo aprecio. Con un poco de suerte, llegas a nuevos lectores. Pero al mismo tiempo, no cambia nada. No hace más fácil preparar el siguiente libro. Siempre empiezas con la página en blanco.

El valor del absurdo, la economía de palabras y el dominio del silencio. Vía: Newsarama
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

D.F.- Por otra parte, durante los últimos años has residido en Dinamarca, Bélgica, Estados Unidos y Francia. ¿Ha influido de algún modo en tu obra la tradición, cultural en general y comiquera en particular, de cada uno de estos países?

Jason.- No, creo que mi estilo ya estaba definido antes de mudarme al extranjero. Pero vivir en Francia, donde los cómics son vistos como una forma de arte, es muy diferente a vivir en Noruega. Aunque, curiosamente, los historietistas franceses todavía se quejan de que los cómics no se tomen en serio. Así que ni siquiera Francia es el Nirvana de los cómics.

D.F.- En alguna entrevista te has referido a que por el hecho de tener un pensamiento eminentemente visual –“pienso más en imágenes que en palabras”–, encuentras muy difícil la escritura de los diálogos. Sin embargo, al igual que sucede con la gestualidad de tus personajes, la poca frecuencia de esos diálogos enfatizan su presencia, cuando ésta se da. Y con el paso del tiempo has adquirido una sutileza y una precisión inusitada. ¿Estás ahora más satisfecho con tu tarea de dialoguista?

Jason.- Imagino que sí. Escribir diálogos fue un desafío. Esa es la razón por la que dejé de hacer cómics totalmente mudos. Pero todavía creo en el silencio, pienso que algunas escenas funcionan mejor sin ningún texto. Pero dibujar puede implicar mucho trabajo, no es la parte divertida de los cómics. Eso sucede cuando escribes parte de un diálogo y entonces te imaginas de dónde viene. Cuando los personajes se escriben a sí mismos. No sucede siempre, pero sí en ocasiones.

Les enfants d'Icare nº 7: ex libris realizado por Jason

D.F.- Resulta evidente que tu cinefilia también ha jugado un papel imprescindible en la conformación de tu voz autoral, de forma que has tomado prestadas determinadas características apreciables en la filmografía de cineastas de una personalidad tan acusada como Jim Jarmusch, Aki Kaurismäki, Hal Hartley o –quizás los casos más evidentes– Buster Keaton y Alfred Hitchcock. ¿Podrías especificar el modo en que cada uno de ellos ha podido ejercer su influencia sobre tu concepto autoral de la ficción, trasladado al lenguaje del cómic?

Jason.- Creo que aprendí minimalismo de Jarmusch y Kaurismäki. A no complicarse, no necesitas cambiar el ángulo para cada viñeta. Que el modo en que se mueve el personaje significa algo: si mira hacia abajo, significa algo. De Hal Hartley creo que aprendí que el diálogo no tiene que ser necesariamente realista. En ocasiones puede ser teatral, en otras puede ser absurdo. Éstas son cosas que debería haber aprendido del teatro, imagino, pero nunca voy al teatro, así que tuve que aprenderlas de Hartley.

D.F.- Esa cinefilia también se aprecia en la constante reivindicación de géneros presente en tus obras, mezclando aventuras, ciencia-ficción, zombis, género negro, comedia, western… ¿Qué papel crees que juegan el desconcierto que provoca esa mezcla –llevada al extremo en Yo maté a Adolf Hitler, El último mosquetero o Low Moon– y la sensación de familiaridad de los lectores con ciertos códigos propios de dichos géneros en lograr su complicidad, aceptando la suspensión de la credibilidad?

Jason.- No lo sé. Son cosas en las que nunca pienso. Si hago una historia de algún género cinematográfico, es porque me gustan esas películas. Como los viejos seriales de ciencia-ficción, o como Flash Gordon, que fue una inspiración para El último mosquetero. Pero nunca es una parodia, no me burlo de nadie. Y no lo hago para parecer inteligente. Eso en pocas ocasiones resulta interesante. En la mayor parte de los casos, simplemente se trata de una forma de comenzar la historia. Como en Los hombres lobo de Montpellier, que en realidad no trata acerca de hombres lobo.

D.F.- Pese a esa predilección por el género, lo cierto es que algunas de tus primeras obras como Espera… presentaban un tono más dramático o intimista que posteriormente no ha desaparecido, sino que se ha integrado en un contexto de pastiche o collage genérico. ¿Cómo valoras este proceso?

Jason.- Imagino que las historias posteriores son más juguetonas de lo que era Espera… Son más divertidas. Creo que fue una decisión consciente, quería menos oscuridad. Pero Pero creo que todavía se puede encontrar ahí cierta melancolía . Es algo que simplemente sucede. Es quien soy, imagino.

Ejemplos de mezcla de géneros y alternancia en la composición de página
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

D.F.- Otro aspecto que llama la atención de tu trabajo es el compositivo, en el sentido de que sueles recurrir a una planificación de página fija para cada obra: 2×2 viñetas en Low Moon, 2×4 en Yo maté a Adolf Hitler y Los Hombres lobo de Montpellier, ó 2×3 en el recopilatorio En pocas palabras. Y pese a ello, ni se traslada sensación de repetición al lector, ni se resiente la narración… ¿Por qué razón te decantas por esta opción y en base a qué criterios decides una y otra composición?

Jason.- Me gusta la cuadrícula. No cambiar las viñetas… ¿porqué deberías hacerlo? Es la historia lo que es importante. Las composiciones de página elaboradas a menudo estorban. No estoy seguro de si hay algún gran proceso mental detrás de ello, es algo orgánico: si he hecho una composición de 3×3 en un álbum, podría intentarlo con una de 2×4 en otro.

D.F.- Desde que en 2002 comenzaste a centrarte en realizar tus propias novelas gráficas has ido adoptando de forma progresiva una serie de cambios, adaptándote de forma ocasional al formato de 48 páginas y publicando tus obras en color. Me interesa especialmente este aspecto, desde un punto de vista creativo: ¿Cómo ha evolucionado el proceso colaborativo con Hubert Boulard y cómo planteaste este cambio, teniendo en cuenta la atención que le concedes a la narración y la influencia que el elemento cromático juega sobre ella? ¿Sueles realizar muchas indicaciones y correcciones?

Jason.- Quería ganarme la vida haciendo cómics, y resulta más sencillo cuando trabajas en color. Al menos los álbumes francobelgas de 48 páginas siempre son en color. Fue mi editor en Carabas el que encontró a Hubert, y he estado muy contento con su trabajo. Hubo algunas indicaciones al principio, como que quería colores planos sin degradados y cosas así, pero desde entonces he aprendido a mantenerme fuera de su camino. Reviso las páginas antes de que se impriman, pero es principalmente para ver si hay algún error directo.

D.F.- Habituado a trabajar con material propio original, has roto dicha tendencia en alguna que otra ocasión: primero, con la adaptación al cómic de la novela El Carro de Hierro, de Stein Riverton (seudónimo de Sven Elvestad). Y posteriormente, con Isle of 100.000 Graves, realizada junto a Fabien Vehlmann. En un caso trasladaste al lenguaje de la historieta material ajeno, y en el otro colaboraste con otro guionista. ¿Cómo viviste estas experiencias, en las que no todo el control creativo dependía de tu voluntad? ¿Repetirías la experiencia de trabajar formando parte de un equipo creativo?

Jason.- Claro, me gustaría hacerlo de nuevo. Me divertí dibujando piratas en Isle of 100.000 Graves. Pero al mismo tiempo me di cuenta de que limitarme a dibujar lo hace un poco menos interesante. Es crear a los personajes y los diálogos lo que me resulta interesante. Veremos… Mientras tenga ideas para historias propias, preferiría escribir los guiones yo mismo, pero me imagino que algún día me quedaré sin ideas, y entonces no me importará trabajar de nuevo con otro guionista.

Jugando con material ajeno: El carro de hierro y Isle of 100.000 Graves
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

D.F.- Próximamente, Astiberri publicará la edición española de tu nueva obra: Athos in America. Un trabajo integrado por historias cortas, en el que además retomas a personajes que anteriormente aparecieron en El último mosquetero y Low Moon. ¿Qué nos puedes comentar acerca de este proyecto? ¿En qué nuevos tebeos estás trabajando actualmente?

Jason.- Es una colección de historias cortas, en el mismo formato reducido que Low Moon. Ahos, de El último mosquetero, solo aparece en una historia. Tiene lugar en la Nueva York de 1920 y Athos relata sus aventuras en América. Hay otra historia, The smiling horse, en la que nos encontramos de nuevo a dos personajes principales de & y Low Moon. Experimenté con diferentes estilos de dibujo para cada una: dibujar con un rotulador con cartucho de tinta, de forma que no tienes que mojarlo en tinta, volví a usar pinceles, e hice otra historia en la que también usé lápices de color para el sombreado. Hay una historia sin ningún diálogo, todo el texto está en bocadillos. Así que es una colección un tanto experimental.

D.F.- ¿Podrías detallarnos tu mecánica habitual de trabajo –cuando trabajas en solitario– en lo que se refiere a la escritura del guión, abocetado, dibujo, entintado, tipo de papel y demás materiales?

Jason.- No escribo un guión completo. Hago las historias de forma mayoritariamente improvisada. A veces escribo el texto primero. Otras veces hago primero los dibujos y pongo el texto más tarde. En ocasiones hago pequeños bocetos, esbozos, otras simplemente dibujo directamente en el original… Normalmente trabajo en nueve o diez páginas de forma simultánea, yendo de una a otra, dibujando un poco aquí, entintando otro poco allá. No utilizo ningún tipo de papel en particular. Lo importante es que no se abra la línea. La plumilla que uso es una William Mitchell Pedigree Round Hand, tamaño seis, que en realidad se emplea para rotulación o caligrafía, pero también lo uso para dibujar. Consigues una gran variedad en el grosor de la línea.

Proceso creativo: página de guión y bocetos correspondientes a Athos in America
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

D.F.- Tomando como referencia la fecha de publicación de KonK (1981), este año has cumplido 30 años de carrera. Y casi coincidiendo con esa onomástica has abierto un par de blogs en los que desvelas muestras de trabajos antiguos y avances de las obras en las que trabajas actualmente, pero también reseñas literarias y cinematográficas. En base a este proceso de reflexión –más o menos consciente– acerca de tu carrera, proyectos antiguos y actuales, y filias temáticas, ¿a qué conclusiones llegas? ¿Cuáles crees que son tus mayores logros, tus puntos álgidos como autor y las asignaturas que te marcas como pendientes?

Jason.- No lo sé. Imagino que el mayor logro es que he logrado ganarme la vida haciendo cómics, algo que nunca esperé. Compré un apartamento el año pasado, con dinero hecho de mi trabajo en los cómics. En cuanto a desafíos futuros, quiero hacer historias más largas, de unas 150 ó 200 páginas. Hasta ahora he hecho principalmente historias más cortas y álbumes de formato francés de 48 páginas. Pero en realidad, simplemente continuar haciendo cómics como medio de vida. No puedo imaginar otro trabajo que me pudiera gustar.

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Civ
Civ
Lector
9 noviembre, 2011 10:47

Gran entrevista, David. Muchas gracias.

Tachuela
Lector
9 noviembre, 2011 12:42

Una entrevista muy disrutable, ¡gracias! Poco a poco voy terminando mi «colección» de Jason, posiblemente el único autor del que soy un seguidor devoto. Ayer terminé El carro de hierro. Me pareció interesante que fuese una adaptación… y al mismo tiempo, parece una historia propia de Jason. Sería interesante leer la novela para saber si la historia original era así, o si Jason transforma todo lo que toca.

Astiberri va a volver a publicar sus tres primeros cómic editados en español en un único tomo. A esperar.

PAblo
9 noviembre, 2011 15:22

La entrevista de The Casual Optimist la traduje yo la semana pasada. La podéis leer aquí:

http://ellectorimpaciente.blogspot.com/2011/10/entrevista-jason-en-casual-optimist.html

Muy interesante. Enhorabuena.

Impacientes Saludos.

Óscar Palmer
9 noviembre, 2011 17:20

Enhorabuena por la entrevista, Pablo, paro lo parco en palabras que suele ser Jason habéis conseguido sacarle cantidad de jugo. Saludos.

Óscar Palmer
9 noviembre, 2011 17:22

¡Quería decir David, leches, se me ha mezclado el lector impaciente por medio! ¡Saludos a ambos!

Omar Little
Omar Little
9 noviembre, 2011 18:39

Gracias por la entrevista, David. ¿Van a reeditar los tres primeros tebeos en un único tomo? Maldición. Sólo me falta el de «¡Chhht!».

Omar Little
Omar Little
9 noviembre, 2011 20:23

Gracias por la info, David.

Ignacio
Ignacio
15 noviembre, 2011 10:29

Y la Isle of the 10,000 graves no se va a publicar?  Creia que era anterior a Athos in America