A raiz de los tres posts que le dedicamos a Andreas Martens, Josep Rom nos hizo llegar este texto suyo que ha tenido a bien que sea reproducido aquí. Gràcies, Josep!
Artículo publicado originalmente en Krazy Comics, núm Extra, octubre, noviembre, diciembre 1993, pág. 21-23.
Andreas, una alemán en el mundo de la BD francesa. Nacido en Dusseldorf en 1951, Andreas Martens se ha convertido en uno de los protagonistas de la historieta fantástica franco-belga, pues domina las posibilidades del medio para crear procedimientos narrativos que son a la vez objeto y sujeto de su obra.
El problema de la narratividad
Andreas es un historietista, un historietista atípico que bebe con más fuerza del comic-book USA que de las historietas europeas. Vamos a reflexionar sobre la importancia de la narratividad en sus álbumes.
¿Dónde empieza el problema de la narratividad en la historieta? ¿Existe una historieta cuyo objeto es ella misma? ¿Cuyo sujeto es el mero placer de deslizarse por las páginas, de viñeta en viñeta, para disfrutar de la increíble habilidad de algunos creadores a la hora de sacar partido de historietas sin historia?
Hacerse estas preguntas me parece fascinate y a la vez me da un poco de miedo. No creo que sea fácil. La tradicional polémica entre «figuración narrativa» –el guión desarrolla una narración mediante el uso del dibujo y los textos– o «narración figurativa» –los instrumentos propios del comic (viñetas, elipsis, composición de la págins, etc.) configuran la narración– nos muestra las aristas del problema. Personalmente, prefiero pensar que la historieta es un medio carcaterizado por la «narración figurativa».
El comic es un lenguaje «bastardo», que se alimenta de múltiples disciplinas y lo que tienen en común todas las historietas son las reglas del medio: estructuras narrativas basadas en viñetas que emplean la imagen como soporte con forma de dibujo, fotografía, collage o lo que sea.
¿Y qué pinta Andreas en todo esto? Lo dicho. Es un buen ejemplo de autor que hace de la narratividad figurativa un estandarte.
La representatividad
Uno de los problemas de las imágenes es el sentido de la representación.
Existen obras abiertas y obras cerradas. En muchos casos el dibujante se limita a plasmar en viñetas aquello que le plantea el guión, pero si la obra es abierta la imagen en si misma puede ser la representación de varios códigos.
El dibujo de un sombrero representa –por analogía– un sombrero, pero según la intención del autor puede representar muchas otras cosas y, en el caso de Andreas, cuya intención es introducir al lector en mundos fantásticos, el dibujo puede ser cualquier cosa. Tanto en Rork como en Coutoo o Cromwell Stone se modifica la representació de la realidad para reconfigurarla en múltiples fragmentos.
El Cementerio de las Catedrales
Tomando como ejemplo las obras de Andreas publicadas en España y empezando por El Cementerio de las Catedrales, el tercer álbum de la serie Rork, podemos revisar estas premisas y entender porqué Andreas ha llegado a declarar: «Me dije que podía ir mucho más lejos y no hacer ninguna concesión a los lectores. En Cyrrus di todos los elementos necesarios para la comprensión del relato, pero no añadí el modo de empleo… mi objetivo no es que los lectores se extasien ante una bella imagen. Pero no quiero negarles la posibilidad de una lectura pausada. Prefiero que lea todas las informaciones que contiene una imagen«.
La lectura de El Cementerio de las Catedrales nos permite constatar que Andreas, pese al placer que siente por el dibujo, no teme sobrecargar sus planchas de viñetas. En la plancha 32 llega a introducir 16.
¿A qué se debe esa tendencia a la fragmentación?
A explotar el principio de tiempo que impone la estructura de las viñetas. Cuando mayor es el número de viñetas y menor su tamaño, más lento es el ritmo de lectura.
En cambio en la plancha 33 se limita a 5 viñetas verticales.
En ellas aprovecha el espacio de la viñeta para describir el descenso de Rork por una escalinata. En la primera viñeta, Rork se encuentra en la zona superior de la viñeta, en la cuarta lo vemos en la zona inferior.
Dos principios, dos herramientas de la narración: tiempo y espacio son manipulados según las pautas figurativas de la historieta.
Otro ejemplo. Las planchas 39 a 43 nos presentan un flash-back en el que un personaje explica una historia que se remonta al siglo XVI y el propio autor adopta un grafismo propio de las ilustraciones de los libros manuscritos de la Edad Media. El dibujo en función de la idea, de la evocación del pasado.
Cromwell Stone
Esta obra es la que más debe a las influencias yanquis de Andreas. Diagramación y puntos de vista a lo Bernie Wrightson y homenaje al mundo de Lovecraft, el miedo como argumento. Pero las dimensiones fantásticas y, sobre todo, la fascinación de Andreas por los laberintos –una imagen icònica que es en si misma una narración– estan presentes.
También hay un laberinto en el Cementerio de las Catedrales (y en Cyrrus y en Mil y en toda la obra del alemán). En Cromwell Stone el laberinto es una casa y un signo gráfico que pretende ser una llave interdimensional.
Coutoo
El último en discordia. Un thriller fantástico, urbano, con un grafismo extremadamente simple y lineal. Parece que Andreas encuentra la línea más adecuada a los ambientes urbanos. Abandona los tramados manuales y se concentra en el uso de las fotocopias, elemento revolucionador de la historieta de los últimos diez años que se merecería, no un artículo, sino una enciclopedia.
Las fotocopias ralentizan el ritmo de tal manera que la diagramación básica del álbum es 5×4. En la plancha 16 hay 20 viñetas y 19 son fotocopias de un muro de ladrillo.
En Coutoo no hay concesiones al lector. La estructura narrativa se basa en la diagramación. 583 viñetas en 46 páginas, y una historia resuelta con montaje paralelo en la que la investigación del teniente Kraft evoluciona al tiempo que el lector reconstruye la historia del asesino mediante el informe del padre del protagonista, también policía e implicado en el caso.
Este álbum, con su estilo sobrio y simple, casi impropio de alguien tan espectacular como Andreas, parece una declaración de principios a favor de ese papel de la historieta como medio. Y es que la historieta va por aquí, o no va a ningún lado.
Algunos puntos interesantes:
«¿Existe una historieta cuyo objeto es ella misma?»
Claro. La mayoría de historietas son autoreferenciales. Son obras de arte autónomas que no buscan representar nada exterior a ellas. Como la famosa proclama «l’art pour l’art». Su significado y su valoración debe buscarse dentro de la historieta misma. No hay representación ni búsqueda de adecuación a relatos exteriores. Son su propio objeto.
«El dibujo de un sombrero representa –por analogía– un sombrero».
No es tan evidente. El dibujo de un sombrero puede representar un sombrero o puede simplemente «señalarlo». No es lo mismo. Los dibujos de Joe Sacco por ejemplo «señalan» más que «representan».
Un artículo muy interesante, estoy muy pez en teoría del cómic y no conocía la diferenciación entre “figuración narrativa” y “narración figurativa”, es algo que ya había percibido de forma intuitiva. De todas maneras, pienso que la interrelación es evidente, una no existe sin la otra, salvo ejemplos muy puntutales y extremos. En principio me atrar más la narración eminentemente figurativa, donde prima la forma, ya que en el fondo las historias que se cuentan son siempre las mismas a estas alturas (no hablo sólo del cómic, ni me refiero a la «peripecia»).
Me interesa mucho también el uso del grafismo, y no solo la secuenciación, la palnificación o el uso de la elipsis, como elemento figurativo. Apuntas dos ejemplos muy evidentes, uno donde Andreas utiliza un estilo «retro» para representar el pasado, y Cromwell Stone al completo, donde el grafismo pretende evocar una época (y donde el tercer álbum, con un carácter distinto a los dos anteriores, presenta un grafismo distinto, y donde además se entremezclan dos tipos distintos de acabado del dibujo para representar dos mundos distintos). Me parece que en general este recurso se usa muy poco, a lo sumo para representar flashbacks y cosas similares, y en muchas ocasiones es sustituido o potenciado por el color.
Respecto al tema de «señalar» o «representar» el sombrero, incurrimos de nuevo en el controvertido tema de la iconicidad, de la particularización o la generalización del objeto y el significado que esto tiene en la narración. Hal Foster Vs Calpurnio. Dos formas distintas de narrar perfectamente válidas, cada una con su objetivo narrativo claramente definido. Es decir, Foster no me sirve para plantear cuestiones «filosóficas» de índole global, y Calpurnio no me sirve para narrar una batalla entre caballeros medievales que me transporte a aquella época.
Siento no ser tan «analítico» ni extenso como los post que hay publicados, pero es que ahora mismo no tengo tiempo ni de leer el texto ni los comentarios. Tengo que hacer una presentación mañana y estoy espitado.
Aún así tenía que decirlo:
Arq es una de las mejores narraciones que he seguido, número a número me sorprende.
Capricornio es una pasada.
Cronwell Stone da miedo, y es un sugerente y apasionante homenaje a Lovecraft.
Querido Toni, ante todo gracias por publicar un artículo de hace tanto tiempo. Me pareció un texto que podía complementar los posts de Andreas.
Respecto a los comentarios de Ballera y Tio Berni, sólo puedo agradecer su interés y decir que Ballera tiene razón, el debte entorno a la naturaleza de la representación es muy complejo –pues todo los iconos son representaciones– siempre aconsejo leer «Arte e ilusión» de Gombrich y su reflexión sobre la importancia de la iusión en arte (ilusión que el arte contemporáneo abandona). Es un texto tan bueno que me permito citar el parágrafo final: «El verdadero milagro del arte no es que permita al artista crear la ilusión de la realidad. Es el hecho de que, bajo las manos de un gran maestro, la imagen se hace traslúcida. Al enseñarnos a mirar al mundo con ojos frescos, nos da la ilusión de que miramos a los invisibles reinos de la mente».
En relación a lo que comenta Tio Berni del «estilo gráfico», tengo que reconocer que es un tema que me gusta mucho –quizás por mi relación con la dirección de arte en publicidad–. El concepto estilo és muy abierto, existen estilos personales y estilos artísticos (expresionismo, minimalismo…), pero el estilo gràfica es un fenómeno de raiz retórica. En el fondo es un problema de codificació, por tanto de comunicación. La adopción narrativa de un estilo gráfico busca reforzar el mensaje a través de la información que emana de ese código.
Es el caso del uso de caligrafias de esilos diferentes en Pogo de Walt Kelly para definir los personajes.
es realmente disfrutable este viaje por medio del grafismo de este autor, la manera en qeu maneja los tiempos y lso espacios de una manera tan sublime solo puede ser obra de un maestro, es una lastima que no lo conociera hasta este momento.