Arrugas, el cómic y la película: Vejez, memoria, Alzheimer

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(Pequeño inciso preliminar: originalmente esto tenía que ser una reseña de la película. Pero al darme cuenta de que ya había comprado el libro pero no lo había leído, el proyecto cambió. Por eso, el cómic tiene mucho más peso en el texto que la versión animada. Este artículo está pensado para que leáis la reseña de la obra de Paco Roca en papel para después trasladar la mayoría de las impresiones a la película, por lo que, si accedéis directamente a la reseña de esta última, os perderéis gran parte de la información. Dicho de otra forma, son dos reseñas ligadas intimamente, y la segunda no se entiende sin la primera. Ah, y no falta decir que existen más y mejores reseñas de este cómic en webs y blogs de reconocidas plumas. Tomad este artículo como una visión de Arrugas poco ortodoxa).

ARRUGAS, de Paco Roca: Memorias Ilustradas

Edición original: Rides FR
Fecha de edición: Noviembre 2007
Guión y dibujo: Paco Roca
Color: Paco Roca
Formato: Libro cartoné, 104 págs.
ASTIBERRI (8,5)

Cada cierto tiempo aparece un cómic que sobrepasa los límites de su público habitual, como una estrella que brilla fuera de su propio getto (o vecindario) para cautivar lectores de otro tipo de cómic. Ya sea en los superhéroes (Watchmen), en el manga (Akira, Adolf, Black Jack) o en el europeo (BlackSad, Maus), son esos títulos que debes intentar no dejar escapar aunque la temática del resto de los títulos parecidos no te convenza. Son esas “compras obligadas” para mantener al menos cierta atención a las parcelas de cómic que no dominas.

Arrugas es una de esas compras obligadas. Es la primer gran obra de Paco Roca reconocida por el público en general, aunque antes ya había trabajado en revistas como El Víbora o había publicado para Francia o Holanda. Precisamente Arrugas fue publicada inicialmente en Francia bajo el nombre de Rides en 2007, pero rápidamente se propagó por España, Alemania, Finlandia, Holanda hasta llegar a Japón, viendo varias ediciones y sumando al menos 30.000 ejemplares solo en suelo nacional a 2011, a los que se debían de sumar 10.000 más distribuidos por todo el continente.

Seguro que ya sabéis que explica Arrugas, pero igualmente aquí tenéis una sinopsis: La familia de Emilio, un retirado director de una oficina bancaria, está harta. Se ven imposibilitados para cuidar más tiempo al abuelo, que empieza a padecer Alzheimer, y confunde su casa con la sucursal donde trabajó y a sus familiares con clientes con los que tratar. Deciden llevarlo a una residencia geriátrica, donde le cuidarán como cuidan al resto de ancianos del lugar. Allí conoce a varios residentes, entre ellos Miguel, un despreocupado hombre que nunca ha tenido hijos ni le preocupa que venga nadie a visitarlo para no caer en la decepción del resto de ancianos de la residencia, y Antonia, obsesionada con recopilar comida no usada y que mantiene que se pueden hacer muchas cosas dentro de la institución. A través de la rutina de la residencia, vamos conociendo más personajes como Modesto, en un estado bastante avanzado de Alzheimer. La residencia tiene un segundo piso que es donde van a parar los que ya no se valen por sí solos, y es dibujado como un sitio espantoso, al que se accede por una escalera aparentemente normal pero que tiene algo de lúgubre. Emilio se va adaptando a la rutina de la residencia a medida de que su enfermedad avanza, y se hace el firme propósito de no acabar como un deshecho humano en la parte superior de la misma, con la ayuda de Miguel. El tiempo pasa inexorable y algunos compañeros van desapareciendo al ser trasladados al piso de arriba. La desesperación que sienten Emilio, Miguel y Antonia al verse irremediablemente abocados al traslado les hace hacer una locura, posiblemente la última de sus vidas.

A continuación podréis encontrar una descripción de los personajes principales, y a través de ellos, algunas de las cualidades de la obra:
Emilio es un viejo cascarrabias. Llega a la residencia porque sus familiares no pueden ocuparse más de él, ya que el ambiente en casa ha ido a peor. Emilio fue director de una sucursal bancaria, y atendía personalmente a los mejores clientes de la oficina. Quiero creer que la elección de la profesión del protagonista no fue cuestión baladí para el autor: el hecho de que fuera director de una sucursal acentúa más la sensación de “caída en desuso” que tienen los abuelos que ingresan en una residencia. Hasta hace unos años, antes de que entráramos en la actual crisis económica (justo cuando se publicó Arrugas, en 2007), había la creencia de que trabajar en una sucursal de un gran banco era una de las mejores cosas que te podían ocurrir, a ojos de las madres tan preocupadas por el futuro de sus hijos. Era como un “funcionariado” y ya no digamos si era en La Caixa y además siendo director de oficina. Al menos cierto tipo de personas lo pensaban. Este tipo de trabajo, junto con otros, como el de juez o el de abogado, podrían haber servido de la misma forma para describir este “descenso en barrena” que experimenta alguien que se ve útil a la sociedad y en una situación privilegiada. Cuando la enfermedad se hace inevitable, intenta enmascararla con artimañas y usar su gusto por la lectura para retrasar el máximo posible la hora fatídica de subir las escaleras. Como mínimo, Emilio, con su forma de ser, “cura” a Miguel en sus acciones de “pequeño diablo”, compadeciéndose de Sol o notando en falta por primera vez a su compañero de habitación.

Miguel es retratado como un extorsionador. Es lo suficientemente listo como para sacarle dinero a varios ancianos haciéndose pasar por revisor de tren o el que cobra las llamadas que quiere hacer la señora Sol, en un bucle infinito dentro de su cabeza que se repite una y otra vez sin llegar a llamar nunca. Posiblemente Miguel sea el más listo de la clase o, haciendo un símil con una prisión, el que te consigue cualquier cosa…. con dinero. El concepto prisión está bastante más recalcado en la película, debido a unos grandes portales de metal que rodean la residencia, cuál alambrado evita la fuga de los reclusos. Miguel está al tanto de quién mueve dinero, está por encima del resto al encontrarse bastante mejor y sobretodo, hace tiempo que está en la residencia. Personalmente tengo la teoría de que Miguel también tenga una demencia: creerse el rey de la residencia. O sea, que se le permita engañar a las ancianas como terapia igual que otras van buscando teléfonos o creen que hay alienígenas espiándola. El hecho de aparentar ser el único anciano sin ningún problema relevante motiva al lector pensar que precisamente eso sea su propia característica: sentirse mejor que los demás cuando está igual de mal. Su “cura” consistirá en ayudar a Emilio sin recibir nada a cambio, al menos material, ya que por fin ha encontrado a alguien de quien preocuparse.


Antonia es la representante femenina del grupo. Aunque está bastante impedida para caminar y necesita un caminador donde apoyarse, siempre quiere bailar y cree que la vejez no es sinónimo de ensimismarse y dejarse ir, sino de disfrutar de tu tiempo y darle alegría al cuerpo. Su particularidad es que va recogiendo pequeñas muestras de comida y se las guarda en su bolso. ¿Para qué querrá tanta comida?, se pregunta el lector. En el día de visita de los parientes encontramos la respuesta: para darle todas esas muestras de aceite, sal, etc a su sobrino, que no lo necesita para nada porque está excelentemente cuidado. Esa manía de recopilar comida podría deberse a la mala época pasada en las dos guerras (Guerra Civil y II Guerra Mundial) y la enorme falta de alimentos de la posguerra, que de seguro Antonia vivió de pequeña. Sabiendo la regresión que hacen muchos abuelos a sus días de infancia, Antonia, sin estar fatalmente afectada por ninguna enfermedad, padece esta ansia de recopilar comida que no hace muchos años aún se podía ver en algunos pueblos de España. La forma en la que el autor presenta esta característica es también un perfecto ejemplo de guión bien montado, dejando dudas sobre ciertos comportamientos y no liquidando la descripción de personajes en un par de planchas.

Miguel y Antonia personifican los dos extremos opuestos cuando se habla de la vejez: mientras que ella propone continuar activos para beneficiar al cuerpo y a la mente, él considera que no hay nada que hacer dentro de la residencia. Mientras ella considera estos años de retiro como un descanso a toda una vida de trabajo y penurias, él lo ve como un alargamiento de lo inevitable, muchas veces malviviendo y abandonado. Estas discusiones se desarrollan en la mesa, durante las comidas, y son las dos visiones de cómo un anciano puede encarar los últimos años de su vida. Y no hace falta decir que Miguel no espera a nadie, que es el camino fácil parta no decepcionarse si luego los familiares no vienen a verte como le pasa a Antonia.

Dolores y Modesto: Son una pareja de ancianos que han estado juntos toda su vida, desde que se hicieron novios en un pequeño y rocoso pueblo. Él padece de Alzheimer en estado avanzado, no dice nada y es mantenido por su mujer, pacientemente, cada día, dándole de comer con el amor del primer día. Modesto solo reacciona a una palabra al oído de su señora, a la que sonríe tímidamente, siendo la única reacción que le vemos. La dura situación sirve al autor para que Emilio se vea reflejado en Modesto, y que decida luchar para no llegar a ser como él. Por cierto, el flashback en el que se explica el porque le susurra cierta palabra al oído es de lo más bonito del libro. Sirve además como ejemplo de lo contrario de lo que predica Miguel, el sentirse sin ataduras ni preocuparse por sentirse abandonado por la familia. Es el amor de toda una vida que ni tan solo la enfermedad puede detener.


Uno de los momentos más bonitos del libro. Así se cautiva una mujer! Y de por vida!

Aunque aparecen otros personajes, no son tan relevantes. Pero sí sirven al autor para transmitir una idea: cada uno de ellos está aferrado a una experiencia o vivencia de su pasado, algo propio de los enfermos de Alzheimer. Por ejemplo, Pellicer no para de mostrar su medalla de bronce conseguida en 1953, y todo una ristra de recortes de prensa que comentaban la noticia. O Félix, el cuál se retrotrae a su estancia en algún campamento español en Marruecos. Pueden olvidar qué comieron ayer por la noche, pero no olvidan esa experiencia de juventud, adaptando la gris/otoñal realidad de la residencia a sus recuerdos, convirtiendo al monitor en un superior militar o una ventana al jardín en las escarpadas montañas por donde circulaba el Orient Exprés camino de Estambul. Todas estas escenas están insertadas en medio de la narración como islotes de recuerdos, pero sin molestar en absoluto. Eso sí, un aficionado al manga como un servidor notará en falta ese ennegrecimiento del espacio entre viñetas tan habitual en Japón y resto de Asia y que visualmente ayuda a diferenciar presente y pasado. Igualmente, estas anécdotas están tratadas con tanto cariño que parecen ser las tuyas propias. Cada lector distraerá la lectura rememorando esas escenas casi olvidadas en el lejano pasado, esas vacaciones en la costa con la familia o aquél perrito que conociste muy de pequeño, en un recuerdo lleno de una áurea mágica.

Aquí tenemos a Antonia, Miguel, Emilio, Pellicer, y más atrasados, la pareja Dolores y Modesto

Las noticias malas llegan de repente. En una historia donde se trata la enfermedad del Alzheimer, debía aparecer la figura del médico para protagonizar la “escena seria y científica” para concienciar a los lectores de la gravedad de la situación. La reacción de Emilio ante la noticia, tan humana y que de bien seguro Roca aprendió en sus estancias en varias residencias para aprender sobre las materias que incluye este libro, es la de minimizar el problema, decir que eso no puede ser que le pase a él. La sinceridad del doctor (todo un acierto en estos casos, me atrevo a decir) es total y Emilio no puede sino desviar la mirada hacia el suelo, buscando consuelo, imaginando cuanto tiempo le queda para conservar su “yo” actual. Con la ayuda de Miguel intentará rebelarse contra la adversidad, para alargar ese largo adiós en el que ya está metido Modesto. El lector sabe que, desgraciadamente, es inútil.

Dentro del ambiente eminentemente dramático y de tono pesimista, hay ciertos golpes de humor que aligeran un poco la situación. Por ejemplo, la escena del gimnasio, que no es más que pasarse una pelota estando sentados una al lado del otro. Entre el abuelo que se hace el sordo para que tiene los dedos muy largos cuando la monitora de buen ver se le acerca y el desbarajuste que se provoca entre el ciego, la dormida y el pelota de Pellicer te arrancan una sonrisa, no exenta de cierto patetismo al ver tanto despropósito. Otra escena similar es la partida de bingo, también plural y con los mismos protagonistas, se convierte en otro disparate. En general el cómic tiene un sabor agridulce, con continuas pequeñas referencias humorísticas pero sin eclipsar lo que realmente quiere transmitir: el problema de la vejez en nuestra sociedad, el abandono al que se ven sometidos los ancianos y una enfermedad que aún no tiene cura. Este ambiente de tintes tragicómicos se ve adornado con algunos de los recuerdos de Emilio y de otros de sus compañeros, con lo que el relato se convierte en melancólico y nostálgico, a la vez que no puedes dejar de hacer una sonrisa con algunos acontecimientos o frases, aunque sea desangelada.


«¡¿Pero qué cabr* es este tío?!», debe pensar Emilio

Arrugas se podría considerar una descripción de cómo funciona una residencia geriátrica a través de las 75 primeras páginas del cómic. El conocer nuevos compañeros, la rutina de las comidas, la distribución de las pastillas, los monitores, las sesiones de gimnasia (es un decir), y sobretodo dormir. La residencia es un gran sofá donde la mayoría de los ancianos dormita gran parte del día. Repartidos entre una serie de salas muy parecidas entre sí, los ancianos pasan las horas viendo un canal de documentales de animales en la TV o dormitando. Y pasan las horas. Lejos de criticar este tipo de negocios/instituciones, la sensación que te queda es de abandono de las personas mayores por parte de los hijos, demasiado ocupados con su vida laboral, sus parejas e hijos. De hecho no se critica, ni se buscan otras opciones, ya que desde el inicio de la historia la única opción es la residencia. Por eso, lo veo como si el propio autor reconociese “es inevitable enviarlos ahí”, y no abre debate sobre otras caminos.

Dentro del aspecto formal, hay que recalcar que, aunque Arrugas mantiene una lectura fluida de principio a fin, se detecta cierta distribución por páginas, una división interna de escenas que ocupan páginas enteras para dejar paso a la siguiente escena al pasar la página. Esto es claramente visible, una vez asentado el relato y presentado Emilio a sus congéneres, en la escena de la “carta reivindicativa” de Antonia o en la visita de los familiares a sus abuelos. Me gustaría recalcar la superlativa forma en la que Roca imprime el paso del tiempo de un día cualquiera: una doble página, con cámara fija hacia una renglera de sofás, donde van pasando las horas, se llenan y se vacían los sofás según la hora, siempre ocupados por los mismos abuelos, en casi la misma posición, cada uno en su propio sofá, dejando pasar las horas. Atentos al empleo de la luz, como van pasando las horas y se reemplaza un haz de luz matutina por la luz artificial, y como va oscureciendo. Ese sentimiento de vacío y de estar perdiendo horas de vida tontamente queda contrastado con la irónica pregunta de Miguel en la última viñeta, ya en la habitación: “¿Qué tal el día?”. La cara de Emilio es un poema. No hacen falta palabras para responder. Una gran doble página digna de ser incluida en los estudios para convertirse en artista del cómic.

En cuanto al dibujo, no puedo compararlo con el resto de la obra del autor porque es lo único que he leído de él. Desgraciadamente tampoco puedo observar influencias de otros autores, ya que no tengo suficiente experiencia en el cómic europeo o español, o al menos no le veo correspondencia con los autores que conozco. Pese a esto, se puede decir que es un dibujo claro, realista, de entintado medio (ni muy fino ni muy grueso), que combina viñetas estándar con otras mas “alargadas” (estilo 16:9) para cuando quiere mostrar más escenario o algún grupo de ancianos. No tiene un patrón fijo en las planchas y combina muchos tipos de viñeta, con una lectura fluida, amena y con momentos de altura. Me gustaría destacar, como habitual lector de manga, la parquedad de recursos usados para expresar emociones. Por un lado, los ojos suelen ser muy pequeños, incluso no más que pequeños puntos o manchitas, tan distinto al tópico de los ojos grandes de los autores de manga. Muchas veces las expresiones debemos buscarlas en pequeños detalles, como una comisura de los labios o una pequeña diferencia con un dibujo anterior, aparentemente idéntico. Esto crea un ambiente especial y demanda más atención al lector más acostumbrado a la exageración de emociones propia de algunos autores manga. El tono general del álbum es de color ocre, otoñal, de esa época del año nostálgica previa al duro invierno, marronáceo, de ocaso de la vida, ya desde la portada. Por cierto, creo que la versión española es algo más reducida que la original francesa.

Valoración: La memoria, ese componente tan frágil del cuerpo humano. Tan igual en todos los seres humanos y tan distinto y exclusivo para cada uno de ellos. Tan volátil y a la vez tan importante. Y es que después de leer Arrugas, he tenido la experiencia de situarme en medio de una concurrida calle de cualquier ciudad y ver las personas pasar. Miles de personas. Y todas ellas las veo ahora como un disquette de 5 ¼ expuesto a innombrables peligros para su integridad: polvo, caídas, arañazos, etc La fina capa donde se depositan los datos sería nuestro cerebro, y el plástico protector nuestro cuerpo. Cualquier alteración del medio podría arrebatarnos toda esa información tan valiosa. Así pues, es un milagro conservar todos esos datos y un deber que tenemos. Además, Arrugas me ha enseñado que somos lo que recordamos. La memoria de miles de experiencias moldea nuestra forma de ser. Remontándonos hasta los primeros recuerdos (posiblemente muy photoshopeados por el propio cerebro) e ir avanzando, es como un río que va surcando años, sitios, gente y vivencias. Los recuerdos de un verano en una masía donde habitaba un perro maravilloso, o nebulosos recuerdos de visita a una lejana tía en una residencia de ancianos por Mataró….

Y es que conservar todo ese bagaje significa conservar todo un tesoro. Un dispositivo analógico del cuál no se pueden hacer copias, que llevamos cada día con nosotros y que nos puede alegrar el día accediendo a un fichero placentero o nublarnos el humor recordando una mala experiencia.

Pese a que el cómic se basa en los pilares mencionados anteriormente, personalmente me quedo con el mensaje de cuán importante es la memoria. La gravedad del Alzheimer también queda patente, siendo parte importante del argumento e íntimamente relacionado con el tema de la memoria.

La sencillez con lo que está explicado todo, la fluidez que emana de sus páginas bien distribuidas y planificadas, el humanismo que desprenden los ancianos, sus visiones, pensamientos, fobias y pequeñas ilusiones y decepciones. Todo es maravilloso en Arrugas, que incluso tiene hasta humor, aunque muchas veces sea un humor casi negro o que provoca sonrisas petrificadas por el futuro que sabes depara a estas personas.

La obra de Paco Roca es sensible pero no sensiblera, dura (pero sin llegar a golpe al estómago como me hubiese gustado) pero con contrastes humorísticos, escrita con el corazón pero con el cerebro mandando la función. Aportando la experiencia de haber visitado exhaustivamente centros de asistencia para ancianos, residencias, geriátricos, etc, y de su propio entorno. Donde vemos en papel gente que existe, que es real, algunos de los cuales entre ellos monitores, auxiliares y repartidores de medicinas están basados en personas reales que trabajan en estos centros. Abordando un problema social de nuestra sociedad, una lacra que no tiene cura, que no solo atañe a los ancianos (como demuestra la joven okupa que encuentran en el segundo piso), sufrida más por los que rodean al enfermo que por el enfermo en sí, agotadora psicológicamente. Y más allá de la enfermedad, lo sitúa en el plano actual de que contra más mayor eres, más carga te conviertes para los que te rodean. ¿Qué hacer con nuestros ancianos en esta sociedad que cada día va más deprisa? Hombres y mujeres que posiblemente vivieron dos guerras y que han sufrido el hambre de la posguerra, amén de la situación de los vencidos en la Guerra Civil. Mayores que han pasado de ir en coche de caballos a probar el AVE y vehículos de gran cilindrada. Que se sienten desplazados en la época del Iphone y los gádgets electrónicos.

Cada persona puede captar y disfrutar Arrugas de una forma distinta. En mi caso, me he decantado por la lección que da sobre la importancia de la memoria, de recordar, tanto tus experiencias vitales más importantes como cosas nimias de cada día como el vestirse correctamente o el nombre de utensilios rutinarios como los cubiertos. De valorar el pasado y de aprender de todas esas experiencias que has ido acumulando, tanto buenas como malas. Moldearte a ti mismo a través de esas enseñanzas, aprendiendo del pasado pero sin ser nostálgico, sabiendo que eso no volverá, fuese bueno o malo, y que el presente está aquí para disfrutarlo y el futuro para planificarlo. Y de cómo de frágil somos los seres humanos, que nos creemos indestructibles y el centro del mundo, pero que no dejamos de ser seres extremadamente vulnerables y rompibles como el cristal.

Leer Arrugas ha sido toda una experiencia. Desgraciadamente esta lectura se ve truncada por la escena nocturna de Emilio, Miguel y Antonia, que en una primera lectura me sobró y que en mi opinión rompe la estructura interna de la narración. Como si después de la “aventura nocturna” la descripción de la residencia se hubiese agotado y solo quedase el inevitable final. Pero continúa siendo un magnífico cómic, con una apariencia fantástica para regalar, concienciar, y un magnífico ejemplo para acercar el género de la historieta (Historia en mayúsculas aquí) al gran público. Como decía al principio, hay ciertos productos que están llamados a romper fronteras y barreras y, con justicia, ser de utilidad en centros de estudios, institutos, apoyo psicológico, etc. Arrugas es uno de ellos. Cuidemos de nuestros abuelos. Cuidemos de nosotros. Cuidemos nuestro patrimonio, la memoria.


La felicidad de tener alguien a tu lado. Esos cambios minimalistas en la expresión de la cara…

ARRUGAS, de Ignacio Ferreras: El Largo Adiós

Director: I. Ferreras
Guión: Roca, Ferreras,…
Guión y dibujo: Paco Roca
Reparto: T. González, a. Guevara, M. Rivera (voces)
PERRO VERDE/CROMOSOMA (7,5)

La animación nacional nunca a sido una gran empresa. Sobrevive como puede a las grandes producciones americanas en cine por un lado, y a la competencia de las series USA y el anime en TV, por otra. Después de la época dorada de las coproducciones europeas de RTVE con Japón (la saga de Érase una vez…, por ejemplo), el género quedó dormido hasta la irrupción de Filmax Animation, que dio un impulso al mercado nacional de la animación. Títulos como El Cid, El Ratón Pérez (por partida doble), Goomer o Nocturna han cosechado incluso premios en los Goya. El mercado ha querido internacionalizarse con Planet 51 o Chico y Rita. Uno de los centros neurálgicos de la animación española ha sido Galicia, de donde han salido maravillas como El Bosque Animado o De Profundis.

Ahora llega la versión animada de Arrugas, como ya sabéis, el cómic de Paco Roca sobre la vejez, la amistad, el Alzheimer y el sentirse abandonado. Ignacio Ferreras se encarga de dirigir la adaptación a animación 2D. Curiosamente, hace 10 años Ferreras dirigió un premiado corto, How to Cope with Death (visto en Sitges), en el que ya merodeaba los argumentos de la vejez, la soledad, el no querer morir, aderezado con un humor negro que impregnaba esos 3 minutos de animación. La producción corre a cargo de Perro Verde, que ya sorprendió con El Lince Perdido, y de Cromosoma, conocidos por animar los cuentos de Las 3 Mellizas de Roser Capdevila, y de otro proyecto relacionado con el Alzheimer, Bicicleta, Cuchara, Manzana, la lucha del expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall contra la enfermedad, un descarnado documental lleno de optimismo y lágrimas. Del guión se han ocupado las dos cabezas visibles, Roca y Ferreras, junto con Angel de la Cruz y Rosanna Cecchini. Cuenta con el buen doblaje de los actores Tacho González (Piratas, La caja Kovak), Alvaro Guevara (cara habitual de las TV movies gallegas) y Mabel Rivera (Lobos de Arga, Mar Adentro), entre otros.


La película adapta bastante fielmente el argumento del cómic, aunque haya alguna variación. Destacar la semblanza de los personajes con los del libro, lleva vívidamente los personajes a la pantalla de forma fidedigna. Posiblemente el cambio más destacado son los ojos, más “realistas” que en la versión en papel, posiblemente por imperativo del medio. Aparecen más exteriores de la residencia, vallada y con una puerta que recuerda una prisión. El interior también varía, añadiendo una piscina, usada como elemento dramático de encuentro y desencuentro de los protagonistas en cierto momento de la película. En general la adaptación hace coincidir aspectos que en el cómic se describen en escenas separadas pero que podrían converger en una misma. Por ejemplo, el espíritu “recaudatorio” de Miguel es explicado muy pronto en la película, mientras que en el libro sirve como constante o escena recurrente definitorio de un personaje. A la vez que se justifica, la versión animada incluye las divergencias entre Miguel y Antonia sobre el papel de los ancianos en la residencia y la calidad de vida que les queda. Es como un pequeño puzzle donde, si tienes fresco el libro, vas descubriendo donde han juntado escenas y donde las han separado.

El look de la película es fantástico. Ya hemos comentado el fidedigno diseño de personajes (con una excepción), y la cinta posee un buen nivel de producción. La animación, como era de esperar, no es para tirar cohetes, pero tampoco es tan mala. De hecho, luce bastante bien. Como se suele decir en estos casos, no es lo más importante. Pero los personajes y los fondos están bastante bien integrados entre sí. Es una animación simple pero suficiente, sin alardes pero sin ser deficiente en ningún caso.

Al trasladar el cómic en imágenes de esa forma bastante veraz, los mismos adjetivos usados para describir el cómic se pueden reutilizar aquí. Arrugas, la película, es sensible, adulta y serena, exponiendo los problemas claramente, adaptando fielmente el espíritu del cómic, con un amor infinito a nuestros abuelos que algún día seremos nosotros mismos, ensalzando los valores del compañerismo, el amor de toda una vida y la calidez de una familia. Demostrando una vez más que la animación es y puede ser para todos los públicos, entendiéndose que puede adaptarse a cualquier situación y circunstancia.


Miguel y Antonia discutiendo sobre el papel de los ancianos en la sociedad.

Pese a esto, hay un par de detalles que no me permiten elogiar la película tanto como otras reseñas han hecho. Primero, el hecho de que Miguel sea argentino. Desconozco las razones por las cuáles se ha cambiado este personaje (incluso físicamente, véase la barba que luce), pero puede deberse a una posible venta de la cinta en Sudamérica. También es cierto que la forma de ser de Miguel en el cómic (despreocupado, pillín, vividor) podría verse equiparado con el tópico del argentino resuelto y alegre, pero es posiblemente el cambio más importante en cuanto a personajes se refiere que encontramos entre las dos versiones. Realmente son dos “Miguel” parecidos pero distantes a la vez, mientras que el resto de personajes son bastante fieles a sus homónimos en papel.
Segundo, hay una escena clave en el cómic bastante tergiversada en la versión animada. Se trata de la conformación por parte del médico de que Emilio tiene Alzheimer, después de que el asistente de medicinas equivocase la entrega de las pastillas. Mientras que en el cómic se convierte en uno de los momentos álgidos de la historia y a la vez más punzantes, la versión animada opta por no cargar las tintas hasta el punto de que el médico rebaja mucho la carga dramática del diálogo. Pese a que la contraposición de un alegre villancico con el regusto amargo que deja la visita al médico en Emilio puede funcionar, el hecho de no confirmar la enfermedad de viva voz rebaja bastantes puntos la intensidad con la que se vive el cómic. Es decir, se desaprovecha la ocasión para enviar un duro golpe al estómago del espectador sobre el tema, quedando bastante más diluido. Humildemente pienso que era una escena demasiado importante como para modificarla tanto. Pero claro está, el director lo hizo por alguna razón (de hecho mueve esa carga dramática a la escena siguiente, original del guión de cine), pero personalmente este hecho hace que la película esté un peldaño por debajo del cómic.

Valoración:
Arrugas funciona a la perfección si no has leído el cómic. Sin esa referencia, la historia de los ancianos de la residencia es emotiva, bella como el ocaso de un atardecer y todos los adjetivos que hemos ido dejando a lo largo del texto. La película conmueve el espectador ocasional que no lee cómics y es una apuesta fuerte por la animación en un momento de crisis del sector (Dygra Films desaparecida, Filmax en concurso de acreedores, varias películas con estreno anulado por temas económicos, etc), y esperemos su carrera comercial sea muy exitosa. Prefiero la versión cómic por ciertos detalles gráficos nimios, o como desarrolla la enfermedad de forma más regular y repartida que en la película. Pero esto no quita que la versión cinematográfica sea una grata experiencia, una adaptación con todo lo que conlleva (algunas escenas calcadas, otras resumidas, algunas añadidas con mejor o menos acierto, etc), un proyecto arriesgado saldado con una muy buena factura en lo visual, sonoro (doblaje muy bueno, ciertas piezas musicales podrían mejorar), y en el mensaje a transmitir. El primer visionado lo dediqué a analizar la propuesta con la original en papel. El siguiente visionado, ya libre de ataduras, seguro que me atrapará mucho más. Y es que en el fondo, todos querremos tener alguien a nuestro lado en ese momento en que la familia nos semi-abandona. Y eso querrá decir que hay alguien que nos cuida y nos quiere, que al fin y al cabo es lo que importa. ¿Verdad, Rockefeller?


Yo con la Srta. Sol voy a Estambul o donde me quiera llevar!

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Jordi Querol
Nací en Barcelona durante el régimen anterior, por pocos meses. Los primeros cómics que cayeron en mis manos fueron Mortadelos, Tintins (lloré mucho por tener Las Joyas de la Castafiore en castellano y no catalán), Asterix desde la biblioteca del pueblo, revistas de Bruguera...hasta que llegó el manga, con su "sexo y violencia" primero y su diversidad de historias después. Bye bye superhéroes. Cómic europeo, español e independiente USA, cuando se ha podido. En 2006 Toni Boix me llamó a filas en ZN,y por aquí sigo. Siempre digo que no sé escribir pero es #postureo. En realidad soy un crack ^^
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Punicher
Lector
3 febrero, 2012 11:02

El cómic con el que descubrí a Paco Roca, desde entonces presto atención a todo lo que saca este hombre (o ha sacado) y el cómic que más me ha «tocado» la patata de todos los que he leído jamás, simplemente imprescindible, deberían mandar leerlo en los colegios…

jorgenexo
jorgenexo
3 febrero, 2012 11:46

El comic, puta obra maestra; la peli, personalmente me la suda, pero ojalá sea un éxito. Ayer vi a Roca en página2; un tío majo y cabal, pero creo que establece diferencias entre los mercados (en cuanto a consumidores) de diferentes países que no se ajusta a la realidad.

Ataúd Johhnson
Ataúd Johhnson
Lector
3 febrero, 2012 12:36

Ante todo,felicidades por el artículo.Creo que incides en tu análisis en lo que verdaderamente me llega de las historias,y claro,en obras como ésta se hace más necesaria la diferenciación entre técnica propiamente dicha y lo que cuenta la historia en sí,por tanto tu reflexión sobre vida y memoria es lo que nos queda de esta maravillosa historia.En cualquier caso,al ser un tema que se puede tocar de tantas maneras quizás eché en falta algo más.Me refiero que al huir del recurso de la lágrima fácil y la crítica a la vida moderna,el abandono de ancianos y la artificialidad y superficialidad que suele dirigir la sociedad últimamente,se opta aquí por un realismo que tal vez sea su mayor acierto y su mayor barrera.
No tenía esperanzas de que la película se atreviera a darle otro enfoque ni mucho menos pero tu análisis me lo confirma.
Aún así,lectura y reflexión obligadas de la obra que sin duda más he recomendado y regalado en los últimos tiempos,en mi cruzada de iniciar en el cómic a todos los que me rodean.
Una historia de las que te acompañan para siempre.

Darquez
Darquez
Lector
3 febrero, 2012 12:47

Completamente de acuerdo con el artículo, el momento que comentas de Dolores y Modesto me quedó grabado a fuego en la retina. Una completa genialidad escondida dentro de esta gran obra.

PD:Yo también vi la entrevista en pagina 2, y lo de los depósitos de Joan Miró, como decía Paco Roca, espacio sugerente como poco.

Hachas
Hachas
Lector
3 febrero, 2012 13:04

Una vez fui a trabajar a una residencia, estaban todos como drogados y dormidos con una pequeña tele puesta, le pregunté a una anciana que me miraba:
– Qué tal señora?
– Aquí, esperando la muerte…

I´m with a Skrull!
Lector
3 febrero, 2012 13:09

Lo poco que he podido ver de la animación, me parece que es muy muy flojita, y es una pena, porque una animación cuidada puede ser tan importante para transmitir como el dibujo o la historia, y lo que he visto aquí lo podría poner al nivel de 2as o 3as partes de una peli disney, o directamente de la versión serie de una peli disney.

Jordi Querol Rielo
3 febrero, 2012 14:58

Vamos a por las respuestas:

@punicher: yo no diría tanto. La primeraparte me impresionó bstante, hasta el punto de que al día siguiente veía la gente como -torpemente- digo en el texto: cada uno con sus historias, tan frágiles todas, tan parecidas y únicas cada una de ellas. Cómics que me hayan impresionado más, ahora que recuerde, la película anime de Hiroshima/Hadashi no Gen (y el manga debe ser igual o peor porque está escrito por el mismo superviviente), un tomo concreto de Say Hello to Black Jack (donde aparecían dos recién nacidos luchando por sobrevivir), Adolf, y no recuerdo muy bien pero Maus también tenía sus momentos.

@jorgenexo: precisamente quería ver entrevistas, leer declaraciones para completrar más el texto, pero me ha sido imposible

@ataud (que positivo!): sí, hay muchas maneras de explicarlo. Pero yo creo que escogió esta expresamente, sin plantearse otras, no puedo decir mucho más xDDD

Gracias a todos por los comentarios.

Karuo
Karuo
Lector
3 febrero, 2012 15:40

Quizás el final de la película si lo borda aun más que en el comic..Eso si en ambos hubiera quitado el epílogo.

Jordi Querol Rielo
3 febrero, 2012 16:02

@Mabaros: te refieres a la escena en el primer piso y lo solo que se siente Miguel abajo? Sí, está mejor resuelta en la peli. Si te refieres a la del perro, yo necesité un par de pasadas para entender la última hoja del libro. Tampoco sé muy bien qué hace ahí… ¿acabar con optimismo? Pero vaya, da igual, lo que tenía que ofrecer Arrugas ya estaba ofrecido…

Gerardo Macías
Gerardo Macías
Lector
3 febrero, 2012 17:55

Juraría que se llama Ignacio Ferreras, no Farreras. Por lo demás, muy buena crítica.

Ivan Rivas
3 febrero, 2012 18:06

Vaya articulo te has currado, enhorabuena.

Personalmente, me abruma cuando todo el mundo habla de un cómic y todo el mundo va corriendo a comprarlo. Nunca lo leo en esos momentos. Será que me gusta ir contracorriente…yo que sé.

Pero, en cuanto a Arrugas se refiere, creo que ya sí ha llegado la hora de leerlo. Gracias por la reseña.

Karuo
Karuo
Lector
4 febrero, 2012 1:15

Me referia a eso mismo Jordi.. Menos mal que no soy el único que lo piensa..

Gerardo Macías
Gerardo Macías
Lector
4 febrero, 2012 2:20

Confirmo, es Ferreras

Israel Huertas
Israel Huertas
Lector
6 febrero, 2012 8:32

Hola, Jordi:
Sólo quería decirte que tu crítica me llegó tanto que rápidamente salí a comprarme la novela gráfica y, bueno, me ha encantado. Es una lectura que de por sí no me atraía demasiado, pero la trataste tan bien que no podía dejarla pasar. Gracias por eso, porque ha sido una de las historias que más me han gustado en toda mi trayectoria como lector. Creo que aciertas en todos tus comentarios, sobretodo sobre el personaje de Miguel y su evolución en todo el relato, hasta ser el, creo yo, verdadero protagonista de la trama, triste y jocosa a la vez, con sus momentos agrios tan bien aderezados con pequeñas perlas de humor y un tratamiento veraz y contundente de todos los personajes.
Lo dicho, muchas gracias por haberme hecho picar.

Jordi Querol Rielo
8 febrero, 2012 16:50

Hola Israel:
Bueno, muchas gracias por tus elogios. Estoy muy contento de que te haya gustado el libro, y que mi texto haya hecho que alguien se decida a comprarlo. Aunque la gente que nos dedicamos (algunos con mejor prosa que otros) a esto de escribir en webs sabemos que los textos pueden ser recibidos de muchas formas distintas y que los comentarios pueden ser alguna vez positivos y otras hirientes, y que por tanto se escribe porque nos gusta y no por esperar grandes elogios, también es humano reconocer que gusta recibir de tanto en cuanto algún mensaje como el tuyo. Tus palabras (y las del resto de comentarios, evidentemente) ayudan a compensar esos malos momentos delante de la hoja en blanco, teniendo ideas en mente pero no sabiéndolas plasmar en papel por la poca pericia del «escritor» o por bloqueo mental de cansancio, o no saber arrancar un texto (miedo a la hoja en blanco) o mil cosas más. Llegar donde llego (que es más el Tibidabo que el Everest xD) me cuesta diez veces más que lo que le costaría a otra persona con más habilidades narrativas, lingüísticas y de expresión escrita. O sea que muchas gracias.

Ahora lo suyo sería que fueras a ver la película (si se proyecta en tu localidad), con la historia tan fresca, e hicieras el mismo experimento que yo con los mismos resultados: que está muy bien para la gente que no ha leído el cómic, que conserva todos los buenos calificativos que se lleva la obra de Roca, pero que contiene ciertas decisiones formales que no me atraen en absoluto. Eso sí, la gente que hace reviews de la cinta sin haber leído el cómic (de las muchas que han aparecido por Twitter y que ha ido reemitiendo el perfil de la película en esa red social), la alaban por las mismas razones que yo alabo el trabajo original. Por decirlo de alguna forma: los sentimientos se me quedaron en el cómic, la película al ser territorio conocido quedó más huérfana de aquellos. Y si piensas distinto, ¡pues fantástico!.

Muchas gracias de nuevo!