¿Qué está pasando en el cómic americano? (Season Eight)

Vale, el Escuadrón Suicida de Adam Glass esta a años luz del de Ostrander. Incluso de los Secret Six de Gail Simone. No dejan de ser comics con unas virtudes un tanto cuestionables centrados más en la ultraviolencia cabrona, el mal gusto y un uso bastante gratuita del sexo y los descuartizamientos. Casi parece un producto que oscila entre las series C y Z en el que no hay nadie para vigilar a un enfant terrible que ha combinados sus estudios con una cuidada formación en los más desaconsejables tugurios y baretos de la ciudad. Uno trata de imaginarse quien puede estar detrás de estas historias y se imagina a Glass como uno de esos que se descojonan con risotadas graves fumando puros caseros y bebiendo cervezas en plena resaca mientras ve La Casa de los 10.000 Cadáveres en la sesión matinal de un cine de pueblo y si el acomodador le echa la bronca, ya la tenemos liado (lo mismo luego es un tipo amable de maneras suaves e introvertido, pero así de primeras uno diría que al tío le va la marcha). El caso es que pese a todo su Escuadrón Suicida tiene un algo que engancha. Quizás sea que la historia no para en ningún momento, la curiosidad malsana por saber cual es la próxima burrada o por ver a una panda de cabrones alentados con fusta de siete colas por una jefa todavía más cabrona siempre a la espera de quien va a ser el próximo en diñarla o a que nueva putada van a someter a cualquiera de los otros personajes. El caso es que en el últimpo número de la serie el equipo ha salido tras la búsqueda de una fugada Harley Quinn y cuando al fin creen que ya la han cazado se encuentran con que el percal no es tan sencillo como ellos pensaban:

La franquicia mutante sigue haciendo oposiciones semana tras semana para copar todos los puestos de nuestra sección mensual. Debiendo de resistirnos como buenamente podemos dado a que aparte de ser un campo fértil de momentos wtf?! suponen prácticamente un tercio de la producción de Marvel, raro es el mes que no tenemos tres o cuatro escenas de la franquicia que barajar en nuestra sección. Para este febrero teníamos unas cuantas haciendo méritos ya fuera el Viaje Alucinante de Bestia y sus alumnos en Lobezno y los X-Men o Kieron Gillen demostrando que todavía tiene mucho que ofrecer en Uncanny X-Men (desde ese Magneto demostrando las 1001 utilidades de su casco más allá de protegerle de los ataques telepáticos hasta Peligro y su maniobra Monty Python).

Pero si tenemos que quedarnos con una sola vamos a apostar por el X-Club de Simon Spurrier y Paul Davidson, probablemente la única colección actual capaz de superar en nivel de delirio a los X-Men de Jason Aaron y Nick Bradshaw. Si entre pescadillas mutantes, estrellas de mar con incontinencia verbal que se fijan al sistema nervioso de uno, onanismo cibernético de último diseño… el número tres ha sido ya un auténtico desfase al que bien le podríamos dedicar siete u ocho párrafos completos. Para no abarcar con tanto mejor vamos a quedarnos con una muestra y dejar que el resto lo descubráis por vuestra cuenta, porque solo por la incontestable clase del Doctor Némesis para resurgir de las aguas cuando ya lo dabamos por muerto en su búsqueda del origen de los mutantes submarinos ya lo vale:

Pese a que muchos todavía estamos medicándonos por la úlcera gástrica que nos provoco su lectura, a estas alturas es difícil negar que visto en perspectiva Ultimatum terminó siendo una saga tan beneficiosa como necesaria para el Universo Ultimate. Purgándolo de viejos personajes y clichés para que pudiera avanzar para convertirse en algo más aguerrido que una simple copia actualizada de la Marvel tradicional, desde entonces hemos podido disfrutar de una de las etapas más vibrantes de su buque insignia Ultimate Spider-MAn así como de unas reinvenciones francamente interesantes de los Ultimates y Ultimate X-Men a cargo de Jonathan Hickman y Jeph Loeb respectivamente.

Retomando las ideas de este último pero trasladadas a su propio territorio, la colección de la versión definitiva de la Patrulla-X ha terminado convirtiéndose en el último reducto de la antaño joven promesa Nick Spencer quien parece empeñado en cumplir su promesa de dar una visión global de los mutantes y contribuir a que la sensación de universo cohesionado de la línea sea más patente que nunca. Desde entonces lo hemos visto retomando tramas como la cruzada del reverendo Stryker y sus seguidores, reestructurar el organigrama mutante con unos nuevos X-Men liderados por una cabecilla que nunca habríamos podido imaginar o colocar en un interesantísimo rol a Mercurio. Sin embargo, uno de sus temas más inquietantes es todo ese rollo religioso con el que está rodeando a los mutantes y entre mensajes apocalípticos, mensajes mesiánicos y apariciones del más allá que otorgan un aróma más perturbador si cabe al landscape de esta serie entre suños húmedos con hermanas muertas, colectivos psuedobudistas que aspiran a llevar a la humanidad a su techo evolutivo y apariciones inesperadas en las capillas cristianas de la américa profunda.

La última aportación potenciar este trasfondo nos llegaría en el cliffhanger del séptimo número de Ultimate Comics X-Men donde seríamos testigos del retorno, en forma de profeta con miles de seguidores, de alguien a quien probablemente no esperábais ver en un largo tiempo:

Desde su debut lleno de sexo lúbrico, violencia al límite y cuerpos esculturales que bien podrían ser protagonistas de un catálogo de Victoria Secret o formar parte de la plantilla del Real Madrid, Judd Winick dejó bien claro que iba a convertir las aventuras de Catwoman en el «juguete» donde dar rienda suelta a sus inquietudes personales. Por suerte para él, no podía haber encontrado un aliado más indicado para la serie que nuestro compatriota Guillem March que con su desparpajo y el irresistible erotismo chic que despide cada uno de sus trazos era el candidato perfecto para -gusten o no- potenciar las virtudes de esta etapa de la ladrona más felina del Universo DC.

Enfrentando a Selina a tal número de vicisitudes que justifiquen despojarla de ropa o putearla sádicamente que solo hace falta una escena en las duchas de una prisión femenina donde Hiedra Venenosa, Knockout y Scandal Savage intentara forzarla para que la serie se convirtiera en la más digna heredera del legado de William Moulton Marston, en el último número pudimos ver como la pobre daba con sus carnes en el calabozo entre esposas, vinilo ajustado, pies descalzos y policías a los que les va el método duro (nada extravagante ni la mitad de subido de tono de lo que probablemente estéis imaginando). Con March sacando lo mejor de si en cuantro a expresividad y dinamismo en cada una de las páginas del sexto número de la serie (solo hay que ver la deliciosa actitud de Selina en las tres muestras incorporadas junto a este texto) la cosa se complica cuando los maderos deciden dejar a la ladrona a solas con Reach para que la «ablande» para ellos.

Todavía rencorosa y con ganas de hacerle pagar a Selina que le rompiese la nariz durante su primer encuentro, esta Luke Cage de medio pelo ve su oportunidad de desquitarse ahora que tiene a la ladrona a su merced. Sin embargo, Catwoman demuestra ser una mujer de recursos no tardando en hacerle entender a Reach de la forma más gráfica posible que más le vale no pasarse con ella:

Aunque la odisea espacio temporal de los Thunderbolts quizás se está alargando más de la cuenta, su penúltima parada en tiempos del Camelot ha sido todo un deleite altamente disfrutable tanto para los lectores Marvel nuevos y viejos como para cualquiera que profese pasión por los ciclos artúricos. Mucho probablemente tenga que ver que se note a la legua que Jeff Parker es un fan acérrimo bien familiarizado con la obra de Thomas H. Mallory y compañía, sino que Kev Walker ha vuelto con una fuerza tal que la atmósfera que aporta a la saga hacen palidecer incluso al Excalibur de John Boorman. Resumiendo la situación, hasta el momento la trama se limitaba a ver como los más buscados trolleaban a los paletos de diferentes épocas pasadas (ya te llamases Steve Rogers o fueras el inspector Aberdeen) mientras intentaban encontrar el camino de vuelta a su tiempo. En su parada en el medievo oscuro, todo apuntaba a que la trama iba a continuar por tales derroteros desde que vimos a Boomerang humillando al Caballero Oscuro Negro con un arma tan sofisticada como su idem y afanarle la espada de ébano como si de un pringado de tres al cuarto se tratase.

El problema es que tras el Caballero Negro están sus colegas de la Tabla Redonda, al frente de ellos el Rey Arturo y justo a la siniestra un tal Merlín al que si conoces lo más mínimo deberías saber que más te vale no jugártela con su persona estés en el universo que estés. Así fue como los T-Bolts acabaron en las mazmorras de Camelot con compañeros tan ilustres como Grendel (el de Beowulf, no el de Matt Wagner), pero por suerte para ellos tenían un as en la manga en forma de un espectral compañero al que creían desaparecido consiguiendo escapar de su celda y como postre marcarse una visita turística por el sacta santorum de Merlín. Claro que como son unos tipos espabilados no tardan en darse cuenta de que si no hay nadie vigilando el ático del buen mago es porque deben estar en otro lado y, usando una de las lentes de este descubren que Arturo, Merlín y su panda están apunto de abrir una brecha en su torreón aka bajel espaciotemporal con las desgracias que esto podría desencadenar si accediesen al habitat del Hombre Cosa. Total, que se impone una maniobra de distracción rauda y veloz por lo que envían a Piedra Lunar que aparte de ser la que mejores dotes para llamar la atención tiene es la más rápida del equipo. El problema es que apenas tarda en salir por la ventana para que el grupo se de cuenta de que tal vez el laboratorio no estaba tan desprotegido como ellos imaginaban…

Tras el arco de presentación de la serie, Manapul ha decidido que ya es momento de ir reintroduciendo a la galería de villanos de Flash dándole el honor de abrir la veda al siempre carismático Capitán Frío. Renunciando a su anterior indumentaria a lo imagen de marca de varitas de pescado congeladas (con un divertido guiño a costa de su antigua pistola) por una suerte de Vin Diesel albino que aspecto de practicante de bobsleigh reconvertido en pandillero urbano de la película The Warriors en este enfrentamiento parece decidido a repetir la tragedia del Titanic en la costa de Keystone City aprovechando un viaje marítimo de Barry y su nueva novia. Con cambio de continuidad muy importante en cuanto al pasado familiar del personaje (atentos los fieles del corredor escarlata) y Flash obligado a contenerse para no explotar como una bomba, Manapul nos brinda un espectacular enfrentamiento sobre las aguas con cientos de vidas en juego:

Tercer mes consecutivo que nos toca hablar en la sección de nuestra cazavampiros favorita (lo siento, Jessica Biel), pero es que la novena temporada está resultando ser un tour de force tal que cuando uno cree que las apuestas no podían ser más altas termina dándose un canto de bruces cuando la siguiente entrega las sube todavía más. Así, si en el anterior número descubríamos que la más rubia de los Summers tenía un invitado muy especial en su tripa, en la nueva entrega de la serie vemos como la muchacha se debate entre las dudas de si será capaz de ser una buena madre o fracasará como en la práctica totalidad de problemas personales a los que ha tenido que hacer frente. Buscando opiniones entre conocidos, vampiros y amigos, Buffy acaba optando por una opción que -sea embarazo por motivos místicos o no- levantará muchas ampollas demostrando que la garra y la mala leche del guionista de Astonishing X-Men y Firefly para meter el dedo en la llaga con temas de candente actualidad sigue tan viva como nunca:

De crossover entre las series «underground» más cañeras del Universo Mavel a arco argumental de Veneno, Círculo de Cuatro va a terminar siendo una de los eventos más estimulantes y fardones de lo que va de año. ¿La culpa? Un elenco de personajes molones a los que se les ve de que pie cojean a más de media legua y un grupo de nuevos viejos rockeros en funciones de guionistas tan conscientes de esto como dispuestos a sacarles partido. El resultado es una historia que despide sabor a los noventa por los cuatro costados. Pero no de los noventa de Rob Liefeld, Cyberforce y Spawn Vs Violator, sino más bien de unos a medio camino entre las Teenage Mutant Ninja Turtles de Peter Lair y Kevin Eastman y el Hellboy de Mignola. O quizás no tanto, pero desde luego es una historia de esas que recordar entre birras y guitarras eléctricas cuando uno se ve con los colegas.

Pese que la premisa, con Blackheart convirtiendo Las Vegas en el nuevo infierno y Veneno, Red Hulk, X-23 y la nueva Motorista Fantasma obligados a dar forma a un improvisado grupo de coexistencia imposible, no podría ser más propia de la época de la que mama; a lo largo de los cinco números que llevamos Remender, Williams y Parker se han empeñado en sumergirnos en un festival de diversión y mala leche en el que justo cuando creemos saber por donde discurrira la historia esta da un nuevo vuelco lanzándonos a lo desconocido. Con conceptos tan bizarros como la ruleta infernal de la muerte o los dobles infernales, si hay una idea, tan irresistiblemente demencial como para que uno suelte el tebeo y comience a hacer vítores rememorando momentos tan chanantes como la transformación de Thor en Rana, el puñetazo de Batman a Guy Garner o Hércules haciéndose pasar por Thor es el cliffhanger del último número. Solo por el arma definitiva que los héroes se sacan de la manga para derrotar a Mephisto esta saga ya merece todos los honores y aparecer en nuestra sección aunque sea más de Marzo que de Febrero:

Ya está, se acabó. La historia de como se formo la Liga de la Justicia termina con este número en el que sin Starros ni Detectives Marcianos Johns y Lee nos narran como se conocieron los héroes más grandes de la Tierra para hacer frente a Darkseid y sus aterradoras hordas. El que aparezca Pandora intercambiando frases crípticas con el Fantasma Desconocido o que derroten al señor de Apokolips emulando a Frankie de The Goon al recordar que Darkseid comparte punto débil con Lenford Lenny Leonard importa más bien poco. Aquí lo verdadermante relevante es que el grupo ha superado su prueba de fuego frente a los habitantes de todo el mundo erigiéndose como los defensores de nuestro planeta. Llegado dicho punto solo queda presentarse en sociedad como un invencible grupo que será recordado ahora y siempre por el nombre de…

Este mes vamos a tomarnos la pequeña libertad de incluir en nuestra selección un cómic sin ningún tipo de imagen interior del mismo. ¿Por qué? Por tratarse de una apuesta a ciegas hecha sin nisiquiera haberlo leído todavía dado a que todavía no nos hemos puesto al día para poder disfrutar de la conclusión de la andadura de Jason Aaron al frente de la versión MAX del asesino de la calavera. Pero dado a la trascendencia de lo que ocurre en estas páginas y lo mucho que se ha hablado al respecto en las webs especializadas no teníamos otro remedio que mencionarlo entre lo más destacado de este mes como más de uno de los que si lo hayan leído probablemente puedan confirmar. Si los que no estáis siguiendo la serie o todavía os falte para llegar a la conclusión de esta etapa queréis saber lo que sucede en este cómic con el que se cierra de forma aparentemente definitiva la andadura de Punisher en el universo MAX aquí os dejamos un enlace en el que podréis saber algo más.

Si no, os recomendamos encarecidamente aguardar para el que con suerte será un cierr a la altura de una serie que ha marcado etapa gracias al inconmensurable trabajo de Garth Ennis y que luego aprovecharon con más o menos suerte autores como Greg Hurwitz, Duane Swierczynski, Victor Gischler o el propio Aaron. Todo apunta a que el guionista de Scalped ha decidido poner las apuestas muy altas con algo que jamás podría haber acontecido en el Universo tradicional para la ocasión así que si alguien quiere descubrir lo que ocurre en dicho número antes de que llegue a nuestro paías que se adentre en las redes bajo su responsabilidad. Nosotros, en esta ocasión, hemos preferido reservarnos.