¿Qué está pasando en el cómic americano? (Season Nine)

Conocido por su vena friki y por ese humor tan a lo Big Bang Theory que a algunos les encanta y a otros les repele, nadie puede negarle a Dan Slott su dedicación en hacer de Amazing Spider-Man un eje sólido de la cada vez más en forma franquicia arácnida. Expandiendo el universo del trapamuros desde que se puso al frente de la colección en tiempos del Brand New Day, el guionista se ha servido de la actual situación del personaje como miembro de los Nuevos Vengadores y la Fundación Futuro para expandir sus redes a lo ancho del Universo Marvel convirtiendo su serie en una suerte de escaparate desde el que estar al tanto de lo que acontece en otras franquicias.

Con la salvedad de Hulk y los mutantes, todo lo que ocurre en las principales líneas de Marvel Comics acaba teniendo eco en la serie de Dan Slott, por lo que era de esperar que cuando cierto personaje regresó a la actualidad desde páginas de los Cuatro Fantásticos, no iba a tardar demasiado en pasearse por esta serie. Habiéndolo usado con gracia y desparpajo en uno de sus primeros trabajos de su actual etapa en Marvel Comics, Slott lo introduce en la serie con una escena de esas que -para bien o para mal- se le quedan grabado a uno:

Desde Zona Negativa (con los dos sexys e inteligentes hombres que firman estas líneas al frente), nunca hemos ocultado nuestra predilección por esta serie infantil de DC Comics. Ahora, de la misma forma, somos los primeros en lamentar su desaparición/cancelación, cincuenta entregas después del ya lejano número uno (que recordemos, ECC Ediciones recopilará el mes que viene en un tomo que contendrá las cuatro primeras entregas). Ambos autores pasarán a trabajar en una serie dedicada a la familia del kryptoniano más famoso del mundo, lo cual sirve para amortiguar la mala noticia. En cualquier caso, a modo de despedida y homenaje, hemos decidido regalar este puesto en nuestro peculiar ranking (que en un principio le correspondía al Manhattan Project de Jonathan Hickman) al último número de Tiny Titans.

Una vez más, los geniales autores emplean sabiamente las páginas de este número para educar a los jovenes lectores (y hacer repasar a los no tan jovenes) en una de los artes más importantes de esta vida que nos ha tocado vivir: el noble arte de la seducción. Beast Boy es de los que no se rinden (y aunque no las tengo todas conmigo de que esto sea un buen consejo) en su intento de conquistar a Terra, toda una damisela con mucho genio (¿Como era aquello de «los que se pelean, se desean«? ¿Sigue empleandose hoy en día?) . Así que envuelto entre magnificas frases tipo «Si, he oido que ya no están de moda» (Robin refiriendose a los calzoncillos rojos del Supes) o un cameo de Marlon Brando (WTF!), nuestro tercer personaje de ficción de piel verde favorito acaba consiguiendo su propósito.

Aprovechando el relanzamiento de la cabecera de la princesa amazona, Brian Azzarello y Cliff Chiang están jugando a su antojo con la mitología del personaje atreviéndose a trastocar sus orígenes o a reintroducir a los grandes iconos de la mitología griega de forma tan cambiada como interesante. Tanto es así, que el último número de la serie se atreve a responder una de las grandes preguntas que ha rodeado a Themiscira desde tiempos inmemoriales. Porque sí, todos sabíamos que Wonder Woman había nacido de una figura de arcilla (por obra e intervención de Zeus, según parece), pero la cosa no estaba tan claro en lo referente a sus hemanas amazonas que durante miles y miles de años, han mantenido su civilización completamente libre de la influencia masculina.

Al parecer, cuando estas belicosas doncellas se aburrían no tenían discotecas ni pubs donde desfogar sus impetuosos instintos guerreros, por lo que se lanzaban a la mar en porreta picada buscando aventura y algún que otro carguero en el que irrumpir como si fueran la versión El Sentido de la Vida de los piratas somalies. ¿El resultado? Contemplad por vosotros mismos:

Durante los últimos dos meses, la producción media de la línea superheroica de DC Comics ha aumentado el listón. Tras unos primeros compases llenos de dudas y un férreo marcaje editorial a todos los guiones (por no hablar de ciertos cambios de equipos creativos en menos de lo que canta un gallo), la calidad de los comics de DC está sufriendo una cada vez más notable mejoría. Las sospechas que venía manteniendo y anunciando desde los mencionados dos meses hacia aquí se han confirmado con los comics leídos en este séptimo mes del Universo DC. Obviando las sobresalientes desde sus comienzos y unánimemente reconocidas por la crítica (Aquaman, Animal Man, Batwoman, Swamp Thing) y las centradas en la trinidad deceita (Batman, Wonder Woman, Action Comics) se les unen ahora series notables como Frankenstein, Agente de S.H.A.D.E., Nightwing, Catwoman, Suicide Squad, Grifter (¡Long Live Scott Clark!), Demon Knights, Red Hood, JLD, Stormwatch o Deathstroke. Los últimos números de estas series han sido una delicia lectora, donde se han conjugado elementos del pasado y del presente con gran acierto por parte de sus guionistas. Incluso OMAC, aunque sé que estoy solo si me pongo a defender esta serie donde ya solo por el peso de Kirby y la fuerza de Giffen merece comprarla (aunque me temo que ya es tarde).

De la que hemos venido hoy a hablar es una de estas mencionadas: Deathstroke. A tan solo un mes de su marcha de la serie para ser sustituidos por Rob Liefeld, que llega a la misma con carácter de mesías salvador, Kyle Higgins y Joe Bennett (debilidad personal este último) han sabido contar en un solo capítulo una excelente historia de sangre, familia, traiciones, espadas gigantes que entran por un lado y salen por otro, parches, luz, fuego y destrucción (na,na,nananaaaaaa): Deathstroke vs Ravager (quien, para aquellos olvidadizos, es uno de los hijos de Slade), donde nos demuestran que si el gore y la brutalidad se reducen a unos limites creibles y aceptables, la historia queda igual de bien, sino mejor. Y para concluir, un bello final donde el rojo pasión contrasta a la perfección con el cálido color blanco de la nieve. Y con sorpresa incluida, porque el indestructible y siempre ganador Slade Wilson corre un destino diferente esta vez. Con todos ustedé, lo que podríamos llamar: “la escabechina padre”.

Dentro de las flipadas más irreverentemente inconcebibles que nos han llegado a lo largo de este mes, el flashback que nos han brindado Joe Casey y John Lucas en Haunt se lleva la palma. Con una habilidad única para los personajes fardones que acaban robándole el protagonismo a los personajes de sus colecciones, el guionista nos traslada a 1979 para descubrirnos algo más sobre la identidad del enigmático Still Harvey Tubman. Lo que nos ofrecen es algo tan jodidamente delirante que supera cualquier margen de bizarrismo que pudierais imaginar. Solo imaginaós a un Jesucristo/John Lenon espiritista samurai con indumentaria a lo Tony Manero y peces muertos en los zapatos que se dedica a cazar fantasmas acompañado por un cady con el look de John McEnroe y una bolsa llena de espadas mientras luchan contra narcotraficantes y sicarios blackexploitation que parecen recien sacados de los Panteras Negras. Fucking awesome

Aviso de Spoiler

El otro día, en la soledad de la noche y de mi habitación, me hallaba «oh, querido lector» releyendo el tomo Marvel Deluxe de Los Jóvenes Vengadores (en un nuevo ejercicio de pasotismo hacia las grapas, las cuales llevan aparcadas acumulando polvo desde que se publicará, hace casi un lustro, la serie original de Heinberg y Cheung). La relectura del primer volumen y la satisfacción que provoca la misma contrasta, ¡y de que manera! con la lectura del segundo volumen, elevado a la categoría de evento Marvel: Vengadores, La Cruzada de los Niños. De unos chavales espabilados y luchadores, unos enemigos tradicionales, un reparto intersante y unas conversaciones sinceras y frescas (vease Volumen 1) pasamos a un decepcionante volumen 2 plagado de situaciones rocambolescas, decisiones extrañamente rapidas e inconexas y una alarmante falta de neuronas, tanto en los personajes (adultos y jovenes por igual) como en el guionista.

En un ciclo sin fin de muertes, resurrecciones y regresos más convenientes que efectivos, el último capítulo nos había dejado con el sinsabor de la muerte de Cassie Lang, Estatura, en las manos de un todopoderoso (again) Doctor Muerte y ante la atónita mirada de la plana mayor del panteón heróico de Marvel: Vengadores, Patrulla-X, X-Factor y, por supuesto, Jóvenes Vengadores. Es precisamente la muerte de la joven Lang, que no ha podido disfrutar del anhelado regreso de su padre, motivo único y suficiente que la embarcó en este corto pero intenso viaje, el punto de partida que nos lleva a la muerte de otro heroe: la joven Visión. Personaje quebradero de cabeza para la editorial (que no ha sabido encontrarle su hueco y que ya había anunciado su muerte con el regreso, cuatro meses antes, de su contrapartida original) y para los lectores (que no acababan de digerir cual era exactamente la relación que tenia con la original e Iron Lad), su muerte (facil y gratuita), llega a manos de su «creador», Iron Lad ante los más que pasotas ojos de los heroes (algo un tanto irascible para el lector) que no hacen gran cosa por detenerle y menos aún por arreglarlo o perseguir a Iron Lad, que comienza con este asesinato su camino emocional que lo llevará a convertirse en Kang El Conquistador.

Al menos, con este capítulo se da por concluida la búsqueda de Wanda. Redimida de sus pecados (kinda…), el ciclo que comenzó con Vengadores: Desunidos ha finalizado. Los heroes que murieron aquel fatídico día (Ojo de Halcón, Hombre Hormiga, La Visión) han regresado ya de la muerte, Wanda está exorcizada y la Mansión ha sido reconstruida. Aqui paz, y despues gloria. Eso si, la facilidad innata de Alan Heinberg para escribir momentos emotivos es superior a cualquier patinazo argumental. Por ello, los reencuentros entre Wanda y su hermano, padre y ex-novio (Wonder Man, en un final cada vez más encajar, por no decir imposible, en la continuidad vengadora) o los sentimientos de deriva, satisfacción y amor de los pipiolos vengadores son la única excusa que levanta la nota del último número. Para muestra, un botón:

Cuando el mes pasado celebramos el día de San Valentín con un post especial dedicado al sexo en las relaciones de pareja dentro del cómic mainstream de superhéroes, más de uno pusisteis el grito en el cielo alegando que con iniciativas como esas era de esperar que las chicas saliesen espantadas del «mundillo». Claro, como si las mujeres fueran seres asexuados que se ruborizan y asustan con cualquier cuestión relacionada con el sexo o no disfruten leyendo a Garth Ennis o Alias tanto como el que más. La prueba no hay más que verla en el último número de Green Arrow en el que tras la salida de T.J. Krul, una rockera con la trayectoria de Ann Nocenti ha tomado las riendas de la colección dispuesta a derribar todo idea preconcebida en torno al sexo femenino demostrando que es toda una mujer de armas tomar.

En el cómic, Oliver se las ve con unas atractivas trillizas rubias del Canadá acabando como solo un encuentro con unas atractivas trillizas rubias del Canadá puede acabar. O al menos si estamos en una película clasificada para adultos. O en el nuevo universo DC, que no se hasta que punto viene a ser lo mismo:

Para saber del buen hacer de Peter Tomasi y Patrick Gleason al frente de Batman & Robin no hacía falta ningún relanzamiento en masa de la línea editorial de DC. Los primeros números de este equipo creativo tras la marcha de Grant Morrison ya fueron una muestra de la excelencia que pueden alcanzar. Concretamente, el comienzo de su etapa, con la escena familiar en la Mansión Wayne todavía resuena en el fondo de mi cabeza como uno de los mejores momentos del año pasado de DC Comics. Aquella etapa fue breve (reducida a tres números) con motivo de acumular trabajo para este relanzamiento. La decisión se ha tornado positiva, ya que el nivel de calidad de la serie ha pasado de notable a sobresaliente en tan solo siente números. El descenso a los infiernos, la confianza de Bruce en Damian y la fidelidad de este último en su padre queda palpable en cada una de las frases que pronuncian ambos personajes. Todo el mundo que leía esta saga sabía que Damian no iba a traicionar a Batman y que este último llegaría en el último momento para salvar el día, en una evocadora escena del Dark Knight Returns que bien podría haber estado firmada y dibujada por el mismísimo Frank Miller.

Pero lo que nadie se esperaba es ese final, tras haber vencido al villano de la saga. Spoiler gordo que traerá consecuencias en futuros números de la serie. Si bien la presencia del omnipresente Damian pre-reboot se ha reducido prácticamente a esta serie en TheNew52, estamos seguros que este acontecimiento (aunque si bien admitimos que no es la primera vez que «ocurre») dará que hablar. Y no es el «qué», sino el «como». Y sobre todo, el dibujo de Gleason. Agarraos fuerte, que allá vamos….

Aviso de Spoiler Perdóname, padre, porque he pecado. Si, señores. Damian le he hecho al villano genérico de turno el truco de «dedo en el ojo made in Mourinho». Auqnue con nefastas conclusiones. ¿Qué opinará Bruce de todo esto?

Llegando a la editorial como parte ese generación de guionistas que obtuvieron su contrato de exclusividad en Marvel Comics justo cuando la casa de las ideas empezaba a plantearse que quizás tenía demasiadas series en su catálogo, Rob Williams se ha despedido a lo grande cerrando de forma prácticamente inmejorable sus andaduras en Daken: Dark Wolverine y Ghost Rider. En ambas, el guionista se ha caracterizado por unos guiones ágiles e ingeniosos con los que demoler de forma impasible los clichés del género a base de mala leche, sarcasmo, referencias culturales que iban desde Mötley Crue hasta el cine de Kathleen Bigelow y una sagaz lectura de los personajes y entornos de estas dos colecciones.

Pero si por algo ha destacado es por haber sabido darles un cierre redondo a las andaduras de sus respectivos personajes. Y es que si esta mañana hablábamos de los personajes que quedan en ese enorme fondo de saco de personajes en el limbo, Williams se ha empeñado en que tanto el vástago de Lobezno como su motorista fantasma con tetas no se devaluasen convirtiéndose en el enésimo juguete roto que sirva de figurante de fondo para el enésimo evento de turno o un cabo suelto con el que tengan que enredarse futuros guionistas.

Y aunque el relato sobre la venganza y la imposibilidad para alcanzar la expiación de Alejandra (que ha concluido con el regreso del espíritu de la venganza marvelita a cierto viejo conocido) también podría formar parte de nuestro top del mes, nos quedamos con el contundente final de la serie de Daken, en la que aprovechando la ambigüedad del personaje Williams ha trazado un interesante analisis sobre como nos definen nuestros actos y como nos hacen ser esclavos de nuestro pasado. Cuidado los que no queráis destriparos cosas de suma relevancia porque hablamos de un spoiler de final de serie.

Todos los aficionados estaban esperando a Jonathan Hickman con los cuchillos en la boca, el látigo en una mano y el extintor en la otra (sorry, esto último es broma privada). Pocos eran los que confiaban en el buen hacer de Hickman en Los Cuatro Fantásticos. Nadie ha dudado que el camino ha sido una gozada disfrutable (¡y de qué manera!) y que los elementos de sci-fi, los cliffhangers alucinantes y los enemigos imposibles derretían al menos pintado. Pero los sucesivos órdagos que el guionista había ido lanzando sobre el tablero cósmico durante los más de dos últimos años dejaban las expectativas de la colección por las nubes. La batalla crucial por el destino de La Tierra y el Universo (como no podía ser de otra forma) tenia múltiples frentes abiertos (Annihilus, Grupos de Asalto Imperiales Kree, Doctor Muerte, Celestiales, Centinelas…). Las apuestas eran elevadas y si la partida había de finalizar, el jaque mate triunfador de Hickman debía ser algo original, extraordinario y, por supuesto tratándose de la colección que es, fantástico.

En el capítulo anterior habíamos tenido una batalla más grande que la vida misma, en la que Galactus practicaba wrestling con cuatro Celestiales en la atmósfera terrestre, hasta que a los Celestiales les dio por ejecutar la maniobra “minuto final de cualquier capitulo noventero de Power Rangers” y unirse en un solo big and powerful Celestial, asesinando sin contemplaciones a nuestro querido y odiado (a partes iguales) Galactus. Bye, Bye, Galactus. Solo el regreso en el último momento de los creciditos y rellenitos Franklin y Valeria podía arrojar un halo de esperanza a una batalla que parecía perdida. Estos dos momentos estuvieron a punto de colarse en nuestro ranking WTF del mes pasado. Pero lo que ocurre en el de este mes (con la vuelta triunfal de Steve Epting para ilustrar su final), no podíamos dejarlo pasar.

¿Qué esperanzas puede tener el todopoderoso Franklin Richards de vencer a tres Celestiales? Aunque la historia del mayor (ahora más que nunca) de los Richards con los Celestiales comienza a ser ya un peliculón en varias entregas, hasta ahora ningún humano antes ha podido derrotarles. ¿Cuál será este momento, del que os estamos hablando, que decidirá la victoria hacia nuestro lado? Señores, prepárense a abrazar lo fantástico. Con todos ustedes…