¿Qué está pasando en el cómic americano? Especial… ¡Besos!

Si buscamos una palabra para definir la serie que cuenta las aventuras de la Escuela Superior Jean Grey para mutantes, dirigida por Logan, el adjetivo que más se ajusta es «locura». «Caos» y «delicioso delirio» también se podrían aplicar, pero prefiero quedarme con «locura». Y emociones fuertes, muchas emociones en una colección donde el regusto «Morrisoniano» se puede paladear en cada una de las viñetas. Pero hoy hemos venido a hablar de besos. Si uno de los antecedentes de la serie ya se ganó un meritorio tercer puesto en la entrega WTF del último mes del 2011 (ir aquí para más información), lo que ocurre en la última entrega no se queda lejos, y el drama está asegurado para futuras entregas. ¿Los protagonistas? Dos jóvenes veteranos del grupo. Si queréis saber sus identidades, pinchad en el spoiler

Experto en las relaciones interpersonales afectadas por la sordidez del spandex y los superpoderes, Peter David ha conseguido que su peculiar equipo de investigaciones privadas brille por la humanidad de sus personajes y la interacción entre estos. Tras sorprendernos con el contundente giro de su última trama argumental, el guionista enfrentaría al grupo a una demoledora bomba emocional tras la muerte de uno de sus compañeros. Si sabes de lo que estamos hablando sigue leyendo, si no, más te vale parar porque a partir de aquí vienen SPOILERS a mansalva.

Ya lo hemos visto romper todos los cliches imaginables con la relación entre Estrella Rota y Rictor y poner patas arriba la vida de Banshee con su desastroso embarazo, por lo que ante la gran duda de cuál sería su próximo reto todos teníamos en el punto de mira a cierto líder mutante plagado de dudas existenciales con tendencia a complicar incluso las decisiones más sencillas y a una inquietante rubita con una seguridad poco común para su edad. Aunque al principio su relación era de lo más blanca -y a dios gracias, que con el rollito León, el Profesional siempre es mejor andar con ojo- todos sabíamos que más tarde o más temprano iba a surgir algo entre ellos desde el momento en el que nuestra rubia sabelotodo lanzó uno de sus crípticos mensajes asegurando que ambos contraerían matrimonio en el futuro.

El tiempo pasó mientras él tocaba fondo intentando desentramar los secretos sobre su verdadera naturaleza en el presente y ella crecía a marchas forzadas en un lúgubre futuro hasta que finalmente fuimos testigos de su efusivo reencuentro en tiempos de La Rebelión de los Summers. De vuelta al presente, las enigmáticas maquinaciones de ella y la constante deriva personal de él volvieron a mantenerlos juntos pero no revueltos hasta que en una de las últimas sagas las acciones de la muchacha desembocaron en una cascada de acontecimientos que terminaron con la muerte de él.

La complicada continuidad Marvel tiene estas cosas. Cuando ya hemos perdido toda esperanza que las apariciones de El Doctor Muerte tengan sentido y puedan ordenarse de forma lógica (¿Cruzada de los Niños antes que Cuatro Fantásticos, y después Winter Soldier?), hay casos todavía más ridículos. Y es que para cualquier humilde mortal, la última referencia de Dientes de Sable era que está criando larvas en el infierno, tras «perder la cabeza» en manos de Lobezno en la ya antigua Lobezno: Origen. Pues bien, a la espera de que los autores de aquella saga de seis números decidan retomar aquellos temas (como os enseñamos aquí), al resto de guionistas esto no parece importarles mucho, sobre todo a Jason Aaron, quien lo utiliza sin reparos y por partida doble. Si ya le vimos aparecer en Wolverine & The X-men, lo mismo ocurre en la colección en solitario del canadiense mutante. En ella, podemos ver como Victor Creed no ha desaprovechado el tiempo desde que volviera al mundo de los vivos y como se lo pasa en grande como la multiforme más conocida de Marvel, a quién le da igual quien zumbarse mientras tenga las garras bien afiladas.

De toda la vida es sabido que uno de los dilemas más repetidos a la hora de ligar se encuentra en aquellos momentos en los que tenemos que tomar la difícil decisión entre la rubia y la morena. En caso de empate, siempre podemos recurrir al clásico factor de desempate (o factores más bien) apelando a la hermana menor del vehículo de transporte de carga que le robaron a Manolo Escobar, pero no por ello la decisión será más dura (aunque seguramente, no sea la única cosa dura). En fin, después de esta frase de tan mal gusto y escasa originalidad vamos con un ejemplo que rompe el mito de «¿Rubia o morena?» y lo sustituye por la versión «¿Pelirroja o «canosa»?» Y es que, el cuento de amor por excelencia de la literatura infantil (y no tan infantil. Tu busca en google el video de Blancanieves y los siete enanitos) ha querido sumarse a este mes tan tierno con su propia aportación. ¿Que erección elección tomaríais vosotros, sabios lectores?

No hay nada que más les guste a los americanos que un «Final Feliz». Bueno, es cierto que eso es generalizar mucho. Está claro que también les gustan mucho las hamburgesas en cantidades industriales, el beisbol y Dos Hombres Y Medio (al que yo nunca he conseguido verle la gracia, igual por el hecho de que aquí lo emitieran en La 2). Pero en el caso que hoy nos ocupa, se vuelve a poner en práctica una vez más el lema de «Y comieron perdices». Y es que a pesar de que esta serie regular miniserie de seis números miniserie de cuatro números haya sufrido como ninguna otra los efectos de la Ola Anquiliadora Marvel de cancelaciones de títulos por doquier con motivo de la dura competencia con DC Comics, Abnett y Lanning no han querido despedirse de la colección que narra las aventuras de Misty Night sin regalarnos una tierna escena final con su compinche, Paladin, sobre un tejado y con una cerveza en una mano. La aventura presentada en la concluida miniserie, cuyas subtramas derivaban de su hermana mayor ya cancelada, «Heroes For Hire», han enfrentado sin mucha gracia al Hombre Púrpura y su banda (Avalancha, Shocker y Tiburón Tigre entre otros) contra la pandilla de Misty (formada por un descafeinado Hombre-Mono, Demonio veloz, El Zancudo femenino o Crossfire). En realidad la trama es un poco más compleja, e incluye los clásicos espías triples y engaños masivos, además de a cierto dominador de las marionetas. Dicho lo cual, no está mal que hayan cancelado esto, porque el nivel de calidad de la producción de esta pareja de guionistas había descendido mucho en los últimos tiempos, haciéndose plantear a no pocos aficionados si en realidad fue un espejismo aquellas maravillosas sagas de Guardianes de la Galaxia o aventuras cósmicas por doquier…

Desde la llegada de Jonathan Hickman a la franquicia del cuarteto fantástico, una de sus principales dedicaciones ha sido potenciar su aspecto como primera familia Marvel volcándose especialmente en Franklin y Valeria para que el Edificio Baxter se viera inundado de vida. Mamando de los precedentes de John Byrne y Mark Millar entre otros, el guionista de Pax Romana reivindicaría al primogénito de los Richards como un soñador de infatigables capacidades creativas y a su hermana como una mente privilegiada que a la edad de tres años ya supera en intelecto a su padre.

Con una madurez superior no solo a cualquier crío de su edad sino que ya debe haber dejado atrás al 80% de la población mundial, la pequeña Valeria ha empezado a interesarse por temas tan complejos como la física cuántica, la estructura del multiverso e incluso a plantearse complejas cuestiones morales ante las que sucumbiría más de uno. Pero a su vez, la rubita ha comenzado a sentir interés por preocupaciones más mundanas y ya parece tener una idea bastante clara del tipo de chicos que le gustan y con quien quiere gastar su primer beso:

Muertes (por partida doble), traiciones esperadas, resurrecciones absurdas, regresos inesperados, ausencia de neuronas, pasivismo extraño, declaraciones de guerra, disoluciones de grupos, graduaciones sorpresas, futuros inevitables y el final del camino a la redención. Aunque parezca mentira, todo esto ocurre en el noveno y último número de la Cruzada de los Niños, el último evento Marvel y preludio a la guerra entre mutantes y vengadores. Dicho así queda de lo más intrigante e interesante, y se nota que, a pesar de una pobre ejecución, Alan Heinberg tenía una idea bastante clara de cuál era el camino emocional que debían recorrer sus personajes.

Pero, aparte de todo eso, hay una cosa más que sucede en el comic, y que los aficionados llevaban mucho tiempo esperando. ¿Qué será? Pues que va a ser (sobre todo, siendo esta la sección en la que estamos)… Un beso. Ahora bien, ¿entre quien? Redoble de tambores……

Pese a lo abrupto de su finalización a raíz de las irreconciliables diferencias entre el guionista y Joe Quesada y a su errática publicación, la etapa de Joseph Michael Straczynski al frente de las aventuras del dios del trueno logró conquistar a un buen puñado de seguidores gracias a sus cuidados diálogos y su espectacular dibujo. Desde el poderío de Thor hasta las maquinaciones de un Loki más sibilino y taimado que nunca, la serie contaba con un buen número de motivos para enganchar a lectores novicios y veteranos. Sin embargo, si hubo una línea argumental con la que el guionista de Babylon 5 supo ganarse el corazón de los lectores fue con la subtrama de la relación de Bill y Kelda.

El suyo era un amor imposible a la mejor tradición de los cánones clásicos que terminó de forma dramática con la muerte del joven hostelero de Broxton tras verse atrapado en las tramas palaciegas de los inmortales dioses nórdicos. Separada de su amado por toda la eternidad, Kelda continuaría arrastrando su pena durante la etapa de Kieron Gillen hasta que tras la llegada de Matt Fraction este decidió darle un nuevo rumbo a su trágica historia de amor permitiendo que la compungida diosa cayera bajo el hechizo de unas misteriosas voces que la atrajeron valiéndose de su dolor.

El origen secreto de Harley Quinn, decapitaciones, gemelas sexys, tiburones, cárceles y la siempre provocadora version de una Amanda Waller talla S. Poco a poco, el buen hacer de Adam Glass y Clayton Henry ha ido ganando enteros y tras dejar atrás el gore innecesario y controvertido, Suicide Squad se ha convertido en una de las (diez) series más interesantes del Nuevo Universo DC. Y en este número, tenemos una situación de lo más… «perturbadoramente turbia». Un cara a cara entre El Joker, Deadshot y Harley Quinn de lo más peculiar. Sip.

Y es que, ¿quién no recuerda esto? El mayor momento WTF del relanzamiento de TheNew52 ocurrió en las páginas de Detective Comics, de nuestro Tony Daniel, cuando a este último se le ocurrio arrancar de cuajo la piel de la cara del joker, cual trozo de pizza de peperoni del día anterior. Pues bien, amigos. La protagonista del cuento infantil que hoy nos ocupa, Harlye, quiere tener unas palabritas con su antiguo noviete, el Señor J. Y que el Joker no este presente no es problema. ¿Quereis ver como lo soluciona? Pasen y vean, señores. Pasen. Y. Vean.

Pero no se vayan, que aún hay más.

Desde sus inicios hace ya unos cuantos años, la serie de Richard Starkings ha demostrado una total falta de prejuicios a la hora de sumergirse en temas con los que es fácil salir escaldado. Cruda como ella sola -tal y como dictan los canones del noir post-apocalíptico- a pesar de su falta de tapujos y la facilidad para atraer el morbo la serie se ha caracterizado por una cuidada sensibilidad a la hora de tratar cuestiones como las relaciones interespecies o la alienación de una sociedad clasista producto de una cruenta guerra cuyo fantasma todavía colea.

Con un misterioso asesino (bueno, no tanto) dando muerte a las principales figuras de los Hombres Elefante, el último número de la serie se centra en la trágica trayectoria de la Oficial de la Policía de Los Ángeles Janis Blackthorne quien -por esos irónicos giros de la vida- ha terminado trabajando codo a codo con las criaturas zooantropomorfas a las que tanto llegó a odiar. Con el siempre sensual y vistoso arte del mexicano Axel Medellín como principal baza, el arranque del cómic nos brinda una escena tan sugerente como melancólica en la que Blackthorne se ve atenazada por los fantasmas de su pasado.

A estas alturas nadie discute la calidad de Brian K. Vaughan. Tras sus exitosos Runaways, su nunca suficientemente valorada Mistica, su politicamente complejo Ex-Machina y su «que-os-voy-a-contar-de» Y El Ultimo Hombre (¿fui yo el único que soltó la lagrimita en el número 58 de aquella serie?), no éramos pocos los que estábamos pendientes de su nuevo proyecto personal. Muchos días y muchas noches han tenido que pasar para que llegara este momento y no ha decepcionado. Una vez más, Vaughan mezcla elementos de distintos géneros para crear una historia… «rara» y «sorprendente para muchos». A pesar de las ganas, las expectativas para Saga no eran muy elevadas, así que puede convertirse en el sleeper del año y afianzar, una vez más, la cada vez más compartida opinión del buen estado de salud de Image Comics. Pero a lo que ibamos. Besos. Tras contar una de las más bellas historias de amor del comic (para mi, en el fondo del todo, esa es la verdadera temática de su «Y»), ahora nos va a sorprender con la historia de amor de una especie alienígena. ¿Que resultado tendrá esto?

¡Uy, no, esta no (WTF???)! Es esta:

Entre esa vena indie experimental que parecede predestinada a acompañarle durante toda su carrera y el verse obligado a convivir con las comparaciones con Jason Aaron (y con los Rick Remender y Peter David más en forma de los últimos años para más inri), Kieron Gillen parece condenado a que más de uno le cuelgue la etiqueta de «guionista de transición» pese al mérito de que su serie sea la más vendida de la Marvel actual y a la cantidad de ingenio que vuelca en cada uno de los cómics que escribe. Haciendo de los diálogos explosivos cargados de vitriolo y una estructura tirando a atípica el principal fuerte de sus historias, su último hallazgo fueron los visibles estocadas verbales cargadas de tensión sexual no resuelta entre Hope Summers.

Conociendo esa secreta pasión que la predecesora de la joven pelirroja tenía por los tipos rudos y ásperos y que al señor de los océanos Marvelita le priva el sexo femenino lo que al Tony Stark pre Michelinie las botellas de alcohol, todo hacía sospechar que el que ambos se separasen del resto del equipo internándose en las aguas de Tábula Rasa pudiera acabar con eróticos resultados de legalidad más bien cuestionable en el 60% del territorio norteamericano. Algo así es lo que tiene lugar cuando la pareja se adentra en los dominios de una cultura de gusanos acuáticos civilizados para pedir audiencia ante su soberana.

Huéspedes en un entorno exótico a la par que enrarecido donde las coloridas maravillas de esta civilización se mezclan con sus efluvios mecidos al ritmo de las aguas hacen su efecto desembocando en que el soberano de Atlantis se entregue a los placeres de la carne junto a su compareña durante horas hasta que al fin están listos para abandonar la ciudad.

Pero parece que este no va a ser el único encuentro que va a tener el atlante con sus congéneres de la realeza como parece corroborar la previa del décimo número de la serie que ha llegado hasta nosotros a través de Moscú no cree en lágrimas. Y si la cosa ya estaba caldeada entre estos dos, todo apunta a que va subir la temperatura hasta que se fundan incluso las nieves del Kilimanjaro: