Thor, Donald Blake y Jeff Fischer se enfrentan a sus peores pesadillas en Asgardia

Hace unos ciento cincuenta años vivía en Alemania un colega llamado Friedrich Nietzsche que tenía la extraña idea de que para descubrir la verdad sobre las presunciones y prejuicios que rodean nuestro día a día era necesario ahondar en la etimología -es decir, el origen- de las palabras mediante las que encadenábamos dichos conceptos. Si tomamos como referencia el idioma anglosajón, la palabra «nightmare» -«pesadilla»- proviene de unos siniestros duendes del folklore popular aleman, que se dedicaban a atormentar a los humanos por las noches sentándose en sus pechos para inundarlos con terribles sueños.

Algo lastrada por su tendencia a las salidas anticlimáticas y sus tropiezos con la continuidad además de los eventos malogrados, el Poderoso Thor de Matt Fraction tiene como principales virtudes un impecable apartado gráfico, su indómito retrato de los Asgardianos (destacando unos Odín y Thor capaces de plantarle cara a Galactus y sus heraldos con un coraje 100% vikingo) y la imaginación de muchos de los conceptos con los que ha enriquecido el universo del Dios del Trueno. Porque sí, aquí todos estamos locos con Journey Into Mystery, pero habría sido imposible disfrutar de la serie de Kieron Gillen sino fuera por la brillante reinvención de Loki que nos brindó el guionista de Casanova.

La semilla del Árbol Mundo, las Tres Madres, Asgardia, el uso de Tanarus para recuperar elementos desaparecidos de la época de Lee y Kirby… a todas estas ideas y otras cuantas más hay que sumar ahora la incorporación de las Maras haciendo que se conviertan en el tormento de Broxton y la ciudad de los dioses al provocar que los sueños más aterradores de sus habitantes cobren forma corporea.

Detrás de todo este jaleo parece estar la Encantadora quien, harta de ser la eterna ex ausente, ha engatusado a Donald Blake para crearse su propio dios (está visto que a la rubia le gustan grandes, leñosos y con tentáculos, como a todas). Mientras, Thor deberá hacer frente a un Odín zombie surgido de sus peores miedos, mientras el joven e insociable emo Jeff Fischer hace lo propio con su creación, el nihilista y destructivo Desconsagrador. Porque no hay nada peor que tener una banda de black metal satánico y que el emblema que tu mismo has diseñado como imagen del grupo cobre vida e intente llevarse a todos por delante (seguro que los Iron Maiden no tuvieron que pasar por lo mismo cuando crearon a Eddie). Todo ello bajo el auspicio de los lápices de nuestro compatriota Pepe Larraz.

Fuente: Comic Book Resources y Tor.