Píldoras Nacionales 76: Entrevista a Montse Martín

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Talismán, François Debois y Montse Martín; EDT Editores de Tebeos; 152 págs., color, 29’95 €.

Talismán es un cómic que cumple a la perfección con su cometido original, esto es, aprovechar la concreción estética del mundo que le es propia a Montse Martín para levantar un relato que cautive a un amplio sector de público infantil y juvenil. Bien lo atestiguan los premios recibidos en Francia, donde esta historia se editó en un principio como una trilogía, en especial el Premio a la Mejor Obra concedido en Oise a partir de las votaciones de los lectores. De todas formas, no es extraño que así sea. Y no únicamente por el especial encanto que desprenden los contornos con los que Montse Martín captura universos rebosantes de la magia de la niñez, sino también porque el guionista François Debois demuestra saber cómo preparar un plato equilibrado con ingredientes diversos que ya separadamente asegurarían la satisfacción de los paladares más tiernos.

Como apuntábamos, aunque nos hallemos ante un trabajo primerizo de Montse Martín en el mundo del cómic, a la ilustradora no le faltaban tablas cuando lo realizó y, a pesar de que su grafismo se module significativamente a lo largo de los tres capítulos, especialmente a partir de la inclusión del colorista Javi Montes en la mezcla, en ningún momento hay parcelas de las que a ella competen que aparezcan descuidadas. La narrativa es diáfana, la paginación elegante, el retrato de escenarios resulta por lo general suficiente y la caracterización de los personajes se erige sin duda en el más firme valor de la propuesta: tanto porque ya su diseño los define a la perfección (y de forma «bella»), como porque no existe ni un ápice de sesgo o indefinición en su expresividad, siempre transparentemente comunicativa.

Todo ello Montse Martín lo pone al servicio de una historia que, como explicábamos, acierta a combinar sin estridencias elementos muy variados pero, también, todos agradablemente reconocibles para chavales de un amplio abanico de edades. Para enumerar algunos de esos aspectos que favorecen el surgimiento de vínculo entre Talismán y su público partimos primeramente, por supuesto, de la trama principal, en la que una chiquilla pre-adolescente ve como su padre, un escritor en plena crisis creativa, entra en coma tras publicar su novela de mayor éxito justo cuando en el desván de su casa aparece una extraña capa capaz de «conceder deseos». Dicha situación obligará a la niña a emprender la busqueda de las claves que puedan revertir el estado del padre, mediante la ayuda de la capa y de un diario que la transportará hasta los años mozos de su progenitor… y del potentado de la villa, quien en su juventud se disputara con el padre de la niña protagonista el amor de su madre. Insertas en esta premisa que da juego a exponer dos historias distintas pero relacionadas, el presente de la niña y el pasado adolescente del padre, Debois y Martin siembran montones de referencias sacadas de lo más variopinto de la narrativa para jóvenes, desde los cuentos de los hermanos Grimm y de Perrault hasta las proezas de Harry Potter, pasando por el inefable imaginario del maestro Miyazaki.

Así, aunque probablemente el lector maduro sienta que la obra adolece de cierta simplicidad en la construcción psicológica de los personajes, lo cierto es que semejante festival de emociones y fantasía seduce sin remedio a niñas de 10 años (comprobado), mujercitas de 13 (comprobado) y zagales de 14 (comprobado), con lo cual no estará de más que los adultos se permitan disfrutar con los dibujos de Montse Martín para luego regalarles una apasionante lectura a cualquiera de sus retoños que se ponga a tiro.

Curiosity Shop 1915: Por encima de la pelea, Teresa Valero y Montse Martín; EDT Editores de Tebeos; 48 págs., color, 15 €.

Sin rodeos: para mí, la continuación de Curiosity Shop ha sido de las más esperadas y deseadas de estos últimos años en lo que a series de cómic se refiere. Como cuando me bebía a sorbos cada nuevo número del Sandman de Neil Gaiman. O celebraba cada «formato excusa» con los que Zinco continuaba con La Cosa del Pantano de Alan Moore. O ya más recientemente, como cuando descubría gradualmente la extraordinaria primera etapa en la que Mike Mignola, John Arcudi y Guy Davis se cruzaron en AIDP. Porque, como esos ilustres predecesores a los que ahora me refería, Teresa Valero y Montse Martín han conseguido dar a luz a unos personajes cautivadoramente potentes y, además, encajarlos en un itinerario argumental tan abierto como apasionante. O, para expresarlo con una nomenclatura familiar para todo el mundo, Valero y Martín se inventan la manera de meter a Kitty Pride y Logan en las aventuras de Indiana Jones… e incluso cabría decir que encima se las apañan para depurar y condensar lo mejor de Claremont, Byrne y Spielberg (ellas prefieren vincularse al Corto Maltés de Hugo Pratt) y llevarnos todavía más lejos que ellos.

Algunos me tacharán de sacrílego por lo que acabo de decir (simplemente soy un poquito provocador), pero lo cierto es que Valero y Martín consiguen que parezca fácil lo que, cuanto menos, es tristemente singular: con su historia logran que nos adentremos en un mundo de ficción tan familiar que nos reconocemos en él y reconocemos a los que lo pueblan, para luego someterlo todo y someterlos a todos a un vendaval de aventuras tan vibrantes que parece seguro que nos hemos adentrado en una fantasía… pero fantasía de la que ya no queremos regresar.

La protagonista de Curiosity Shop es una ¿huérfana? impulsiva de 15 años que acaba inmersa en un escenario de contrabando y espionaje en la Europa de principios del siglo XX. Una Europa que bulle con la Primera Guerra Mundial y en la que cualquier objeto de características extraordinarias es susceptible de convertirse en un arma… o en un trofeo de valor incalculable. A su alrededor, una ristra de personajes carismáticos en los que sólo confiar a medias; especialmente, ese Valsapena cuyo pasado parece un pozo sin fondo donde todo es posible, como también todo es posible en sus maneras y su conducta: enemigo en el primer álbum, contrincante en este segundo, oscuro al principio, gris ahora mismo. Son tantas las variables que manejan Valero y Martín, y están tan bien engarzadas las unas con las otras, que en esta serie todo resulta refrescantemente nuevo, emocionante y -también- respetuoso para con la inteligencia del lector: las pistas nunca son obvias, los personajes son tan esquivos como en la vida real y el entorno histórico está cuidado al detalle.

Además, para esta segunda aventura, las autoras han podido disponer de mayor espacio, dividiéndola en dos álbumes (el segundo y el tercero, todavía por publicar), así que eso les permite demorarse más en ciertas escenas y, también, gozar de mayor amplitud compositiva para retratar visualmente los momentos más intensos de la trama.

Todo ello hace que este segundo número de Curiosity Shop sea todavía mejor que el primero… y el primero ya era de los mejores cómics que leí en su momento. Así que ¿a qué estáis esperando? 😉

ZN ENTREVISTA A… MONTSE MARTÍN

Toni Boix: Has comentado en diversas ocasiones que siempre deseaste hacer cómics. Sin embargo, tus inicios estuvieron vinculados al mundo de la animación. ¿Resulta más fácil profesionalizarse en ese terreno que en el del tebeo?

Montse Martín: No podría afirmar tal cosa… Las oportunidades me salieron al paso en ese orden y las aproveché, con mejor o peor suerte, y sin pensar seriamente en profesionalizarme en nada. Cuando empecé a trabajar en la animación era muy joven y muy ignorante, a pesar de ser una lectora voraz de tebeos de todo tipo. También me gustaba (y me gusta) muchísimo la animación. Lo que sí tengo claro es que no hay mejor escuela que ponerse a trabajar, y la animación fue una escuela completísima. Los años fueron pasando, y la idea de hacer tebeos fue tomando forma “real”, porque además me vi más o menos preparada como dibujante completa. Creo que si me hubiera lanzado directamente a la viñeta, lo hubiera pasado francamente mal, y no hubiera llegado a ninguna parte.

TB: Esos inicios en la animación se produjeron en el Estudio Tridente, donde también coincidiste con Teresa Valero, la guionista de Curiosity Shop. ¿Qué ambiente reinaba en los estudios y cómo definirías tu paso por allí?

MM: Como te digo, fue una escuela. Lo considero como una etapa decisiva, no solo a nivel profesional, sino también emocional. Pasé de ser una persona con unos gustos raros (a ninguno de mis amigos y amigas les gustaban los tebeos, el cine o la animación), a encontrarme totalmente en mi salsa. El ambiente era muy familiar, sobre todo al principio, cuando eramos pocos en el estudio, todos más o menos de la misma edad… Hasta los jefes eran unos chavales. Así que lo pasábamos genial, nos reíamos mucho y aprendíamos. Y esa combinación de aprendizaje y diversión fue muy estimulante.

TB: No obstante, como decíamos antes, siempre deseaste hacer cómics. Siendo ese deseo tan definido y parece que tan intenso, me siento obligado a preguntarte qué representa la historieta para ti.

MM: ¡Es una pregunta muy difícil! A bote pronto, diría que es un juego. O por lo menos intento no perder lo lúdico del dibujo, similar a cuando estás leyendo un libro o viendo una película. Porque lo que más me gusta de dibujar es contar historias con esos dibujos como medio de transporte. Me gustan las ilustraciones con personalidad, con acción de por medio, como si fueran frames de una película. Y si echo la vista atrás, tengo la sensación de haber hecho eso toda la vida; también se advierte en mis dibujos infantiles. Me gusta que me cuenten historias, y también me gusta contarlas.

TB: En la concreción de ese deseo de iniciarte en la historieta estuvo relacionada tu pareja, el dibujante Gabriel “Gabor” López, quien ha tenido cierta participación acreditada en el color de Curiosity Shop. ¿Cuál dirías que es su implicación no acreditada en tu carrera y la tuya en la suya?

MM: Bueno, para ser justos, Gabor hizo el color del tomo 1 al completo. Yo me limité a echarle una mano en los pequeños detalles. Luego los créditos en el álbum dan otra sensación, pero esa es la verdad. A partir del segundo tomo sí me encargo yo del color.

La relación personal y profesional se mezclan irremediablemente. Llevamos quince años trabajando codo con codo, y esto no es una metáfora, sino la pura realidad. Por tanto es inevitable cierta “invasión” profesional mutua, que creo es bastante enriquecedora, pero de la que no hay que abusar. Procuro no meterme en exceso en sus trabajos, y cada uno hace las cosas como considera oportuno. Ahora bien, ante una duda existencial dibujística, una decisión laboral clave… ahí sí, por supuesto. La primera persona a la que consulto es él. Y él hace lo mismo, claro. ^^

TB: ¿Y cuál crees que es la cosa más importante que has aprendido tú de él y él de ti… profesionalmente hablando, claro?

MM: Para empezar, nos hemos “enriquecido” mutuamente, intercambiando lecturas… Yo apenas había leido cómic americano, él empezó a darle oportunidades a la bd, por ejemplo. Tener a alguien que te aconseja en este sentido es muy beneficioso; te obliga a ampliar horizontes.

A la hora de trabajar, Gabor es la persona más perseverante que conozco. No conoce la pereza o el desaliento. Es un ejemplo a seguir para mí, ya que soy más inconstante.

TB: Habiendo establecido contacto a través de él con el guionista François Debois, ¿es éste quien te propone directamente que colabores con él en Talismán, tu primer trabajo en el mundo del cómic, o el proyecto se va concretando poco a poco, a partir del descubrimiento de Debois de cuáles son tus potencialidades y tus intereses?

MM: Sí, contacté con François gracias a Gabor, y directamente le remití a mi blog, creo recordar… era lo más parecido a un dossier que tenía en ese momento, ya que aún estaba metida en la animación y todos mis trabajos profesionales eran impersonales, podríamos decir. Creo que cuando vio que mi blog estaba plagado de dibujos de chicas y temas algo infantiles y amables, decidió que me podría gustar hacer una versión de Caperucita Roja, pero en época actual. A partir de ahí, fuimos concretando detalles y en poco tiempo dejamos listo un pequeño dossier para presentar a las editoriales.

TB: Imagino que esa referencia tan directa a Caperucita Roja luego fue quedando un tanto diluida a medida que crecía el dossier, ¿verdad?

MM: Si, claro. El cuento en si es breve y lineal, como casi todos los cuentos clásicos… Al final se tomaron referencias claras de Caperucita -la niña, la capa, el lobo, la casita en medio del bosque-, pero después nos pareció buena idea añadir detalles de otros cuentos clasicos, como el ogro, la bruja, la capa que cumple deseos como si de una lampara de Aladino se tratase…

Portada del primer libro de Talismán con una Caperucita y un lobo un tanto distintos
(haced click sobre la imagen para ampliarla)

TB: ¿Que esa primera obra tuya en el mercado francés esté dirigida al público infantil tenía alguna significación especial para ti, en positivo o en negativo?

MM: Positivo. Me vino estupendamente este género para lanzarme al tebeo. No en vano en la animación es normalmente el target con el que se trabaja… así que me sirvió para quitarme el miedo y empezar a aprender temas en los que estaba totalmente en blanco, como la composición de página y viñetas, el color, etc., sin la complicación añadida que hubiera podido ser trabajar con un género totalmente distinto al que estaba acostumbrada. Y es un tipo de tebeo que no me apetece dejar de hacer; me gusta mucho y creo que está algo abandonado…

TB: Por lo que dices, imagino que el tono de la historia te facilitó asentarte en tu estilo como dibujante de cómics, porque admitía relativamente bien los dejes que habías adquirido de cuando tu tránsito por el mundo de la animación. ¿Te resultó cómodo, fácil y natural dar con la estética de la serie?

MM: Sí, fue muy cómodo hacerse con la serie a nivel estético. Fue un poco más complejo liberarse de la idea del trabajo en cadena que se tiene en la animación: en el tebeo eres un pequeño director de cine y todo está a tu cargo.

TB: Sin embargo, llama la atención la evidente metamorfosis gráfica que se produce en la serie a partir de su segundo número, cuando entra como colorista de la misma Javi Montes: tu entintado se vuelve menos perfilado y el conjunto parece virar hacia un mayor realismo. ¿A qué se debió ese cambio?

MM: Creo que empecé a sentirme cómoda dentro del encorsetamiento de la viñeta, así como con la tinta… y fui tomándole el aire a los personajes, a la historia en sí… El color de Javi, además, mejoro muchísimo el aspecto general del tebeo. Soy de la opinión que el color es un personaje más, que da una información importantísima a nivel psicológico al lector. Con el primer tomo tuve muchos problemas con el colorista y tuve que hacerme cargo, finalmente, de esto también, y mi experiencia brilla por su ausencia, desgraciadamente.

Páginas de Talismán, donde se aprecia el cambio de perfilado y color del primer al segundo volumen
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

TB: Siguiendo con Talismán, hay momentos en la serie en los que manejas iconografía propia de los libros de Harry Potter o de filmes del maestro Miyazaki como La princesa Mononoke. ¿Cosecha propia o seguías indicaciones del guionista?

MM: Ambas cosas. Podemos decir que fue un trabajo en equipo, y esas decisiones se tomaban entre los dos. Sobre todo tuvimos en cuenta el mundo mágico de Miyazaki en películas como Niki o Chihiro. Quizá recuerdas Monoke por los lobos que la acompañan, pero la verdad es que no los tuve mucho en cuenta en ese momento. Aunque es inevitable tirar inconscientemente de trabajos de quienes admiras cuando te planteas el diseño de un personaje.

¿Malfoy, Harry Potter y Ron? ¿El jabalí maldito de La princesa Mononoke?
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

TB: Cuando participaste en la entrevista que os hicimos a Teresa Valero y a ti en relación al primer número de Curiosity Shop, nos confesabas que quieres hacer tebeos que te gusten mucho y dibujar historias que te emocionen y signifiquen algo para ti. ¿En qué medida eso lo encontraste en Talismán?

MM: Talismán fue la realización del sueño. Quiero decir que, hasta ese momento, no estaba segura de si sería capaz de hacer un tebeo. No sabía como enfrentaría el trabajo, y me moría de miedo al pensar que sería directamente responsable de una obra, con mi nombre en la portada. El anonimato de la animación te libera de muchas preocupaciones de ese estilo… Aunque estés deseando ver tu nombre en los créditos de una película, hay un equipo que te acompaña, y un superior que te dice si lo que haces está bien o mal. Así que Talismán fue un poco la mayoría de edad, trabajar en solitario, resolver problemas por mi misma. Y la idea de “revisitar” el cuento de Caperucita me hizo mucha gracia, me sentí muy cómoda creando el pequeño mundo de Tara.

TB: La serie fue bastante bien recibida, consiguiendo el Prix Espoir 2009 del Festival International de la BD de Chambery y creo que también el Premio a la Mejor Obra concedido en Oise a partir de las votaciones del público infantil. Habiéndonos explicado también en nuestra anterior entrevista que dibujar es para ti algo vital, en el sentido más íntimo del término, que te ayuda a completarte, ¿qué papel dirías que juega la respuesta de tu público en ese proceso de realización personal y profesional?

MM: Dejando de lado el prosaico tema de que si no gusto al público, no trabajo… de verás encuentro emocionante transmitir algún sentimiento, o tal vez motivar a algún dibujante potencial. Eso me parecería increíble. Pero, sobre todo, entretener y divertir, ya que con ese ánimo dibujé Talismán.

TB: Pasando ya a Curiosity Shop, serie en la que has afirmado que trabajas con temáticas que te resultan muy interesantes y donde coincides con Teresa Valero, con quien has explicado que compartes muchas cosas, te preguntaré si todas esas bondades son las que te dan fuerzas para sobrellevar el sacrificio que pueda suponer ilustrar una historia tan densa a nivel escenográfico y tan rica en acontecimientos y contenidos.

MM: La historia de Curiosity es francamente entretenida, los personajes carismáticos, y se desarrolla en una época turbulenta. Así que no podemos hablar de sacrificio, pero sí de esfuerzo. Cuando te encuentras con un guion que te gusta, lo disfrutas, a pesar del trabajo que conlleva. Y precisamente ese gran trabajo, esa búsqueda de documentación, ese perfilar tu estilo para llegar a un realismo más interesante… esas son las cosas que te hacen subir un peldaño o dos, en lo que a nivel “artístico” se refiere. Aprendes. Es enriquecedor. Si tuviera que elaborar un cómic acerca de un tema que no me interesara… ahí sí que podríamos hablar de “sacrificio”. Aunque intento disfrutar todos los trabajos que me caen en las manos; encuentro que se puede aprender mucho de cosas que en un principio no te convencen demasiado.

TB: Imagino que, sin duda, ese buen entente con Teresa facilita que te pongas al servicio de un guion donde no sobran espacios para el alarde gráfico.

MM: Tal vez hablas sobre todo del tomo 1, que quedó condensado y denso, por falta de espacio… Conseguimos 52 paginas, pero ni una más, y eso dificultó la posibilidad de dar más aire a la historia. El segundo y tercer tomo respiran más, ya que hemos partido la historia en dos, para quedarnos a gusto las dos.

Dinámica persecución en el segundo libro de Curiosity Shop
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

TB: Has explicado varias veces que tenías clara voluntad de ubicar la historia de Curiosity en los años 20 por el atractivo estético que esa época guarda para ti. ¿Qué es lo que hace que esa estética te resulte tan vinculante?

MM: Por puro gusto estético, sin más. Me gusta muchísimo la moda de esa época, los ilustradores, la publicidad que se estilaba… Aparte de que siento gran atracción por las fotografías antiguas que captan un momento pasado determinado, unos usos y costumbres ya pasadas, o el aspecto que mostraban nuestras ciudades.

TB: También has comentado que las portadas de la serie pretenden reflejar, cada una de ellas, el estilo artístico del periodo en el que se ambientan. Imagino que eso puede producir a veces cierto choque o cierta disonancia con respecto a los gustos actuales y me consta que, por eso, los editores españoles no tenían muy clara la idoneidad comercial de la portada de este segundo volumen. ¿Resultó fácil aclararles cuál era vuestra intención y vuestro deseo?

MM: Los editores me comentaron que no les agradaba el color verde de la portada, y la posibilidad de cambiar el color o, ya puestos, hacer otra ilustración alternativa para la versión española. Convencerles de lo contrario fue sencillo, Edt nunca me ha impuesto nada. Como yo no tenía tiempo para dibujar otra, y además el color verde me gusta mucho, al final se quedó tal cual.

Portadas de los dos libros publicados hasta ahora de Curiosity Shop, donde cada una busca referirse a algún movimiento estético de la época
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

TB: Al estar Max Prado, vuestra Curiosity, en ese tránsito de niña a mujer, ¿te resulta complicado retratarla atendiendo a que ya no es niña pero tampoco es del todo mujer?

MM: No, no, en absoluto. De hecho, creo que yo me llevo la parte mas fácil de la creación del personaje, ya que Max es una adolescente, pero no recién púber o poco formada… Físicamente, es una mujer y no está en una etapa intermedia de crecimiento, aunque yo recurro a ropas mas bien infantiles para aniñarla. Lo más duro es el trabajo de Teresa, que es quien forma su carácter, a veces serio y reflexivo, otras totalmente impulsiva, irritable…

TB: En la página 2 del segundo tomo de Curiosity usas un estilo que pretende imitar la estética de los cuentos infantiles antiguos por su impresión únicamente en dos tintas. Sin embargo, no es ese el único cambio que aplicas en tu estilo, puesto que también cambias los rallados de transición por los punteados. ¿En qué basaste esta otra elección?

MM: Para elaborar esa pagina me basé en los cuentos de Las mil y una noches de Virginia Sterrett, sobre todo. Usa un elaborado puntillismo y muchas florituras, aunque sus personajes son muy estilizados, muy elegantes, parecen figurines de moda. Esta joven ilustradora nació, como nuestra Max, en 1900, así que imaginé que Max bien podría haber leído su sugestivo Arabian Nights… y por eso imagina la secuencia de Tariq de esa manera, aunque mis personajes son menos esbeltos.

Ilustración de Virginia Sterrett y el cuento árabe en Curiosity Shop
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TB: Resulta palpable que has conseguido un mayor realismo en tu retrato escenográfico de las ubicaciones en las que acontece la trama del primer al segundo número. Aun así, comentabas en tu blog que dibujar algunas partes de la catedral de Toledo te supuso cierto suplicio porque te cuesta usar los negros para crear ambiente sin tener que dibujar cada decorado con tanto detallismo. Siendo una ilustradora que le da gran importancia a la armonía compositiva, ¿por qué crees que te resulta tan difícil dominar el uso del negro y con qué medidas -y fijándote en qué autores- estás intentando ponerle remedio a esta carencia?

MM: Es la inexperiencia y el temor a estropear un dibujo. Por eso me cuesta en gran medida imaginar en masas y pesos, en lugar de pensar en líneas. No sé si me explico… En el caso de la Catedral de Toledo, tenía que tomar la decisión de hacer tal cual la belleza de la Catedral, con todos los detalles de capiteles, frontales, puertas maravillosas… o bien optar por una composición correcta y efectiva, enmarcando a los personajes con tintas negras, ya que es de noche, la iluminación es tenue…

Para suplir estas carencias hago lo único que se me ocurre: dibujar y dibujar. Y autores como Bernet, Mignola, Roger, Jesús Alonso Iglesias, Rosinski, Pellejero… ahí están, son mis cómics de cabecera.

TB: También has comentado en alguna ocasión que te cuesta dibujar personas desagradables y estampas tristes o extremadamente sórdidas. ¿Fue por eso que la escena del “music-hall” barcelonés, en este segundo número de Curiosity, eliges contemplarla desde lejos y casi se diría que “en diferido”, utilizando para ello la mirada tensa de Valsapena?

MM: Sí, me cuesta dar vida a momentos duros, extremos o violentos. Por exceso de empatía, creo yo…
Pero en el caso de la secuencia del music-hall, el efecto que buscábamos no era ese. Introducirnos de lleno en la mala experiencia de la chica habría despistado al lector en exceso. Lo que le ocurre a la muchacha es parte de la acción secundaria. Importa la reacción de Valsapena: lástima, ira, un punto de indignación. Así sabemos que no es un monstruo sin corazón, y las palabras de Portillo y su total indiferencia y desprecio hacia sus subalternos.

Valsapena en el burdel
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

TB: Hablando de Valsapena, ese trasunto de David Bowie y Rodolfo Valentino, ¿no os parece que, mimándolo con tanto detalle como lo hacéis, corréis el riesgo de que le robe protagonismo a Max?

MM: No, porque Max misma es la mezcla entre Penélope Cruz y Natalie Portman, así que la cosa queda compensada. 🙂

TB: Aunque producís Curiosity Shop para el mercado francés, hasta el momento habéis estado manejando unos referentes muy hispánicos. ¿Hasta qué punto eso puede suponer para el público de allende de los Pirineos un acicate o una barrera?

MM: No me parece un problema. El público francés es abierto y seguro que también le interesan los mitos e historias de otros lugares. Además pretendemos, si hay suerte, que Max sea una gran viajera. Nuestra intención no es que se quede en España únicamente.

TB: Y ya para terminar, has explicado que combinaste la producción de este segundo álbum con trabajos de animación. A día de hoy, ¿el mercado francés ya sólo permite exclusividad en casos muy especiales?

MM: Que las cosas están muy crudas no es un secreto para nadie, desde luego. Y el mercado de la bd también se ha resentido, y los precios de las editoriales francesas ya no son tan ventajosos como hace unos años. Si tienes la suerte de empalmar un trabajo con otro, vivirás más o menos bien del tebeo en exclusiva. Y ahí está el problema real: el tiempo. Tiempo para terminar el trabajo que tengas entre las manos, para preparar un proyecto con calma, para lograr venderlo a una buena editorial, etc. Para mí, el gran problema es tener que ser creativo a contrarreloj.

TB: Imagino que eso te hará admirar sin añorar los tiempos en los que la historieta era sinónimo de “serial”.

MM: ¡Si! Pero no solo como dibujante, ante esa cierta “seguridad” laboral que implica saber que tienes una serie entre manos que te va a dar trabajo un tiempo más o menos largo. Como lectora, tambien echo en falta seguir alguna serie, como si de un serial se tratara, que te deje con ganas de más al cerrar el tomo.

Valsapena y Max rebosando carisma
(haced click sobre la imagen para ampliarla)

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Titan
Titan
Lector
22 noviembre, 2012 12:29

Gracias por traernos este artículo, Toni. Estos cómics tienen una pinta estupenda. De no ser por él, ni me habría fijado en ellos. Les voy a dar una oportunidad.

Ivan Rivas
22 noviembre, 2012 12:34

 Como siempre genial, Toni. Que casualidad, hace poco compré los dos álbumes de Curiosity Shop para regalar en navidad (no os chivéis). Y es que en el ESCOGE de este año había una exposición muy completa sobre esta obra que picó la curiosidad de muchos (y muchas). Enhorabuena a Montse, es una gran artista.

Javié
Javié
Lector
22 noviembre, 2012 13:51

 Hoy todo los que visitamos con cierta frecuencia esta pagina debemos estar de enhorabuena, menuda entrevista y menuda artista, después de haber leído tranquilamente la entrevista poco se puede añadir, comentar que Curiosity shop me ha dejado con la miel en los labios, y que caerá para navidades, solo una duda, ¿El precio es el que viene debajo o ha habido una errata?, 48 paginas, 15 euros.

Valdi
Valdi
Lector
22 noviembre, 2012 14:38

Madre mia que dibujazos…y tienen un aire español sus fondos y detalles preciosos, esas pequeñas cosas del dia a dia en las que no te fijas pero que estan entre nosotros y verlas en un comic a mi me emociona la verdad…un pena el precio pero es comprensible que de no ser por ZN nosotros ni la conoceriamos y se vende muy poco por la poca publicidad..nose si darle la oportunidad ya tenia mis navidades planeadas,cachis!