Asombroso Spider-Man 70 y 71: Spider-Man vengador

 

Edición original: Marvel Comics – enero-julio-2012
Edición España: Panini Comics – agosto-septiembre-2012
Guión: Zeb Wells, Kathryn Immonen
Dibujo: Joe Madureira, Greg Land, Leinil Francis Yu, Stuar Immonen
Entintado: Joe Madureira, Jay Leistein, Gerry Alangulan, Wade Von Grawbadger
Color: Ferran Daniel, Will Quintana, Sonny Gho
Portada: Joe Madureira
Precio: 4,25 euros (cada número)

 

Durante dos meses Panini ha aparcado la edición de la serie principal de nuestro amistoso vecino para colar las primeras entregas de Avenging Spider-Man, una colección que recupera el espíritu entre entrañable e intrascendente de la vieja Marvel Team Up. Aventuras en una o varias entregas en las que el trepamuros azulgrana comparte protagonismo y hace equipo con alguno de sus colegas vengadores: el Hulk rojo, Ojo de Halcón, el Capitán América y Hulka (la verde) son en estas dos entregas sus compañeros de fatigas.

El responsable literario de cinco de las seis partes que se integran en estos dos números de la colección española de Spider-Man es Zeb Wells, uno de los antiguos integrantes del colectivo de guionistas que se encargaron de las aventuras del personajes durante el período que arrancó con Un nuevo día. Wells pertenece a esa especie de escritores que habiendo compaginado su labor en los comics con la faena en el ámbito televisivo lleva ya unos cuantos años haciendo trabajitos aquí y allá para Marvel, principalmente en la franquicia arácnida. Desgraciadamente, sus guiones se han movido siempre entre lo pasable, lo olvidable y lo infumable, lo que paradójicamente lo convertiría en la persona adecuada para este tipo de colecciones, si no fuera porque da la sensación de que ni siquiera en un encargo tan sencillo como éste da la talla.

El primer número contiene las tres partes de la aventura que reúne a Spider-Man con el Hulk rojo para rescatar al alcalde Jameson de un secuestro por parte de los topoides del reino subterráneo del Hombre Topo. Es quizá la más pasable de las historias aunque tenga unos cuantos momentos de tontuna. No tiene una mala química en lo que se refiere a la interacción entre Spidey –el joven pero veterano héroe- y Ross –el veterano soldado que quiere redimirse actuando heroicamente-. Wells aprovecha para cambiar un poco la dinámica de las relaciones entre el lanzarredes y J. J. dejando patente algo sobradamente conocido desde los días de Lee y Ditko: Peter siempre estará ahí dando el callo por mucho que Jameson le machaque con sus furibundas filípicas. De todas formas ya Kurt Busiek dio una explicación bastante buena de esa actitud en Las aventuras jamás contadas de Spider-Man, así que velis nolis esto tampoco es el epítome de la originalidad. Por lo que respecta a la amenaza se trata de una especie de evolución modo “Gunan el Guerrero” de los topoides, mucho más agresiva que los simpáticos y un poco toletes sicarios de un Hombre Topo que sigue con el patetismo que le ha caracterizado las últimas décadas. El ambiente y los enemigos parecen escogidos para que Joe Madureira, que vuelve por aquí después del horror de The Ultimates 3, se suelte el pelo y haga lo que mejor se le da. Con diferencia sus dibujos son lo mejor de una historia que hace que sea cosa a lamentar el hecho de que se prodigue tan poco.

El segundo número comienza con una noche de patrulla entre Spidey y Ojo de Halcón dibujada (es un decir) por el ilustrador (es otro decir) Greg Land. Quienes sigan con regularidad las colecciones mutantes habrán tenido sobradas ocasiones de disfrutar (es otro decir más) de sus habilidades que en esta ocasión se expresan en todo su esplendor si bien, en honor a la verdad, hay que reconocer que la ausencia de personajes femeninos en el tebeo en cuestión hace el resultado bastante más tragable. La historia es planteada por Wells como una forma de conocer un poco más los motivos que mueven a Clint Barton a practicar constantemente con el arco y es la demostración de que don Zeb no tiene la más mínima idea de cómo trabajar con el personaje y escribir guiones y diálogos para el mismo. Parece un tipo con un latente complejo de inferioridad que el buen samaritano de Spider-Man tiene que ayudar a curar, como si no fuera a un tío que ya en su origen le plantó cara al Hombre de Hierro para luego cuestionar constantemente el liderato del Capitán América. Eso sin contar que ha dirigido con notable éxito dos grupos distintos de superhéroes. ¿Puede hacerse peor? Pues lo cierto es que sí, como demuestra el guionista en el capítulo siguiente.

La siguiente entrega viene con dibujos de Leinil Francis Yu, el cual cumple con corrección sin descremarse especialmente con el encargo. Ahora Spider-Man hace tándem con el Capitán América en un sub-argumento que viene del episodio anterior y en el que se revela que Steve Rogers dibujó tebeos para ayudar a la venta de bonos de guerra en los días previos a su conversión en supersoldado. Como quiera que esos trabajitos resultaron bastante casposos el bueno del Capi reniega un poco de ellos, cosa que a Spidey, cuyo gusto por la ciencia determinó su destino posterior, le parece un desperdicio. Por tal motivo el bueno de Parker saca su lado más ridículo (ése que saca Bendis en las colecciones vengativas) para convencer a Steven de que no deje de lado su afición de juventud. Muy bonito y tierno, casi sacado de un episodio de Autopista hacia el cielo si no fuera porque Rogers recuperó esas aficiones hace mucho tiempo y llegó a trabajar para Marvel bajo el control editorial de Mike Carlin, en una de aquellas historias que realizaba el bueno de Mark Gruenwald para gastar bromas a sus colegas. No digo yo que haya que saberse de pe a pa la vida y milagros de un personaje que lleva por el mundo setenta años, pero al menos no sería mala cosa leerse los trabajos de algunos de los guionistas más influyentes de su larga historia. Aunque pudiera pasarse por alto el detalle de la siempre maltrecha continuidad, todos los personajes aparecen retratados en distintas modalidades de imbecilidad.

La última parte es por cortesía de la familia Immonen con la señora a los guiones y el señor a los dibujos. Hulka y Spider-Man se las han de ver con una maldición proveniente de la mitología egipcia. Ligereza, tontuna y dibujos bonitos.

En conclusión, estos dos números recopilan unas historias perfectamente prescindibles a las que solo habría que acercarse si se es muy fan de dibujantes como Madureira, Yu, Immonen o Land (que alguno habrá, cosas más raras se han visto). Su condición intrascendente unida al flojísimo trabajo de Wells hace que se pueda prescindir de ambos números y esperar a que vuelva la programación habitual, al tiempo que uno añora la presencia de guionistas como Bill Mantlo en productos como éste; escritores que conocen la diferencia entre historias sin trascendencia e historias tontas.