La extraña historia de la Isla Panorama + La Oruga

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A estas alturas de la película, pocas cosas se pueden decir que no hayamos dicho sobre Suehiro Maruo. Este consagrado autor nacido en 1956 es toda una referencia del género del ero-guro, palabra que viene de los términos ingleses erotic y grotesque, y que se caracteriza por emplear escenas de sexo y violencia en el interior de sus páginas. Si bien a priori no es un tipo de cómic que pueda atraer a las masas, tanto este autor como el género al que representa se han ganado un hueco entre las lecturas de los aficionados más exigentes. Y esto ha sido así gracias en gran medida a la ayuda de la antigua Glénat, ahora EDT, que nos ha brindado una selecta coleción de las obras de Maruo.

Aunque se pueden establecer conexiones más que evidentes entre los tomos aquí publicados del maestro, existen dos de ellos que se desmarcan claramente del resto. Estos son La extraña historia de la Isla Panorama y La Oruga, dos adaptaciones al cómic de sendas novelas de Ranpo Edogawa que fueron publicadas en 1926 y 1929 respectivamente. Este escritor es de vital importancia en la literatura japonesa del siglo XX, ya que su gran admiración por Edgar Allan Poe le llevó a crear la Asociación Japonesa de Escritores de Misterio. Edogawa murió en 1965, cuando Suehiro Maruo contaba únicamente con 10 años de edad.

Actualmente, Maruo es uno de los dibujantes japoneses más fascinantes que existen. Sus obras están impregnadas de una esencia especial que muestra un lado poético en argumentos que, a priori, no lo tienen en absoluto. Amores y desamores en mil y una formas, rodeados de tabúes como sexo explícito, violaciones, mutilaciones o incesto, tienen cabida en la peculiar cabeza del maestro. Un mundo oscuro como muy pocos podemos encontrarnos en el noveno arte. Un mundo que no sólo consigue atraer, sino atrapar muy fuertemente y dejarnos con una sensación indescriptible.

En La extraña historia de la Isla Panorama y La Oruga, Maruo toma parte de la esencia que le caracteriza y la traslada en forma de cómic a dos grandes guiones de Ranpo Edogawa. El resultado, dos magníficas obras de 280 y 144 páginas respectivamente, un Premio Cultural Osamu Tezuka y un enorme reconocimiento internacional no sólo entre los aficionados al manga, sino entre todos los fans del noveno arte. A continuación, pasamos a comentarlas.

La extraña historia de la Isla Panorama

 

Edición nacional/ España: Glénat
Guión: Ranpo Edogawa
Dibujo: Suehiro Maruo
Formato: 280 páginas – B/N, Color
Precio: 15€

 

Escrita por Ranpo Edogawa en 1926 y adaptada al manga por Suehiro Maruo entre julio de 2007 y enero de 2008 en la revista Monthly Comic Beam, La extraña historia de la Isla Panorama se ha convertido en una de los grandes tomos que Japón ha exportado a occidente. No en vano fue galardonada con el Premio Cultural Osamu Tezuka en 2009 -curiosamente el mismo año en el que lo ganaban Una Vida Errante y Las vacaciones de Jesús y Buda, ambas también publicadas en España-.

La premisa de la obra es simple. Ambientada en los años 20 aproximadamente, nos ponemos en la piel de Hirosuke Hitomi, un escritor cuyo sueño es crear un mundo perfecto donde pasar el resto de sus días. De manera muy temprana se nos habla de Genzaburô Komoda, un ex-compañero de clase de Hitomi con el que guardaba un gran parecido que acaba de morir y amasaba una importante fortuna en sus manos. Así pues, Hitomi empieza a idear su macabro plan: profanar la tumba de Genzaburô y hacerse pasar por él para convertirse en el dueño de esa incanculable cantidad de dinero y poder hacer realidad su sueño. Como podemos observar, nos encontramos con numerosos elementos de una novela negra.

Aunque el argumento parezca cogido con pinzas, nada más alejado de la realidad. Hitomi es un hombre astuto, e idea numerosos planes -más o menos creíbles- para intentar que no le descubran. Pese a todo, no es el argumento el punto fuerte de este manga. Con la excusa de crear un paraíso, Suehiro Maruo da rienda suelta a su virtuosidad como dibujante y nos presenta un mundo utópico hecho realidad. Un mundo donde el placer es lo primero, como reza la filosofía hedonista. La Isla Panorama es un paraíso donde el sexo y los manjares son el día a día de sus habitantes.

Con un estilo más sensual que nunca y un trazo tremendamente limpio -todos los aficionados a Maruo estamos de acuerdo en esto-, el maestro nos hace de guía por la utopía personal de Hitomi de una manera tan pausada que nos invita a recorrer con la mirada cada paisaje representado en sus páginas. Y, realmente, es al detenernos cuando podemos observar a Maruo en su máximo esplendor. Podemos encontrar numerosas referencias al cine expresionista, a la primera Cleopatra de Hollywood, a El Jardín de las Delicias de El Bosco, a los Jardines colgantes de Babilonia… Sin olvidarnos de otras tantas referencias a la pintura simbolista, de la que Suehiro Maruo se declara fan como así demuestra en varias de sus obras.

Ciertamente, La extraña historia de la Isla Panorama es un cómic potentísimo gráficamente hablando. Su belleza hace que den ganas de leerlo tranquilamente, acompañado de una taza de café o cualquier otra cosa. Además, es una de las obras más light de Suehiro Maruo, por lo que puede ser una buena elección si uno se quiere iniciar en el universo de este autor. Más aún porque, a pesar de ser diferente a las demás series que componen su obra, también se puede encontrar esa esencia peculiar suya que tanto nos atrae.

La Oruga

 

Edición nacional/ España: Glénat
Guión: Ranpo Edogawa
Dibujo: Suehiro Maruo
Formato: 144 páginas – B/N – Tapa blanda – 15×21 cm.
Precio: 12€

 

En La Oruga nos encontramos con una situación radicalmente contraria a la de la Isla Panorama. Si ésta narraba un sueño utópico hecho realidad, los hechos contados en La Oruga podremos vivir algo más que un infierno personal. La novela original fue escrita por Ranpo Edogawa en 1929, y la adaptación al manga vino de la mano de Suehiro Maruo en 2009 bajo el sello, una vez más, de la Monthly Comic Beam.

Con un argumento mucho menos rebuscado que la obra anteriormente comentada, nos situamos esta vez en 1905, en la casa de un prestigioso militar que, tras la guerra, acabó terriblemente mutilado. Ha perdido los brazos, las piernas, el oído y el habla. Como reza el título del manga, este hombre no es más que una oruga.

Tokiko, su mujer, es la encargada de cuidarle y ser su luz en el infierno personal que está viviendo. El hombre no puede comunicarse por sí sólo, y mucho menos moverse para hacer sus necesidades e incluso comer. Lo único que le aferra a la vida es su esposa. Su… Lasciva esposa.

Durante los primeros días se había sentido atenazada por una mezcolanza de aversión y desasosiego. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Tokiko fue mutando poco a poco en una lúbrica alimaña hambrienta de placer carnal.

En esta ligera obra se narra el día a día de Tokiko y su marido, enfocado realmente hacia cómo se las tiene que apañar ella para cuidarle y darle todo lo que necesita. En mi opinión, aquí se plantea un dilema moral importante: ¿hasta dónde llega el amor familiar? ¿Cuándo deja alguien de ser humano para convertirse en una carga? Algo parecido a la filosofía que muestra el maestro Hideshi Hino en obras como La enfermedad de Zoroku o El niño gusano. Basándose en estas reflexiones, Maruo nos muestra su lado más oscuro, dándole importancia al sexo explícito -algo completamente prohibido en Japón- entre ambos personajes y creando una relación que pasa del amor y el deseo carnal al odio y casi indiferencia.

Al tomar como referencia la obra de Maruo en conjunto, La Oruga podría camuflarse entre ellas como un manga de guión propio. Sin embargo, a pesar de que este cómic es gráficamente casi tan espectacular como su más galardonada obra, aquí no encontramos esa esencia romántica que caracteriza su lado más poético y simbolista; la atmósfera pasa a ser algo diferente, aún conteniendo los principales elementos que caracterizan sus cómics.

Si bien La Oruga se trata de una buena obra y de un imprescindible para los fans de Suehiro Maruo, no lo es tanto para lectores que no estén acostumbrados a este tipo de manga. Sea como sea, se trata de una lectura rápida y amena con un final que deja buen sabor de boca, algo bastante importante dadas las escasas 140 páginas que posee el tomo.

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Hombre de Trapo
Lector
19 octubre, 2012 14:50

Muy buenas reseñas. Personalmente me encantó la atmósfera opresiva e insana propuesta por Maruo en ‘La Oruga’. Recordemos que la guerra ruso-japonesa fue la primera gran guerra moderna que Japón libró ‘a la manera occidental’ (con fuego de artillería, trincheras, acorazados, torpederos, etc…), y por lo tanto fue la primera vez que la sociedad nipona se enfrentó al problema de los veteranos de guerra, que regresaban heridos del frente a cientos, algunos con grandes mutilaciones. En otras guerras libradas al estilo tradicional el número de mutilados no era tan grande, ni sus heridas tan incapacitantes.

Así pues Rampo Edogawa reflejaba en su novela el horror y el shock de la sociedad japonesa de principios de siglo XX ante la realidad de tener que enfrentarse a un problema relativamente nuevo, el de hacerse cargo del ingente número de tullidos que la guerra les legaba. Teniendo en cuenta además el agravante de que, a pesar de la victoria nipona sobre Rusia, para la mentalidad de los habitantes del país del Sol Naciente regresar mutilado y derrotado a casa era una absoluta deshonra, deshonra que además recaía también sobre sus familias. Los soldados japoneses preferían morir en el campo de batalla antes que sobrevivir a semejante humillación. Y las esposas de los soldados también lo preferían. Según el código de honor japonés, es mejor ser la viuda de un héroe de guerra muerto que la mujer de un mutilado vivo. Tanto es así que gran parte de estos heridos pasaron el resto de sus días ocultos en sus casas, escondidos y alejados de la vista de una sociedad que se compadecía pero también se avergonzaba de ellos.

En ese sentido, La Oruga puede verse como el reverso negativo y oscuro de obras como ‘Johnny cogió su fusil’ (1971) el clásico del cine antibelicista, aderezado con la relación de amor-odio que mantiene Tokiko con su esposo, en la que sentimientos enfrentados como el asco, la vergüenza, la compasión y el deshonor se mezclan con necesidades muy humanas. Se trata de una obra cruda y descarnada, no apta para todos los públicos y que puede herir sensibilidades, pero precisamente por eso absolutamente necesaria. El mundo del cómic necesita obras como esta.

De cualquier manera, para mí la mejor obra de Suehiro Maruo sigue siendo ‘Midori, la Niña de las Camelias’, la versión particular del autor de ‘La Parada de los Monstruos’ de Browning pasada por el tamiz de Alejandro Dumas y de los surrealistas y simbolistas franceses.

Hombre de Trapo
Lector
19 octubre, 2012 15:52

 De nada, hombre. Ya te digo que las reseñas me han gustado mucho y que las he encontrado tremendamente acertadas. Gran trabajo.

Por cierto, acabo de acordarme, otro cómic que tiene como trasfondo la guerra ruso-japonesa es ‘La Juventud de Corto Maltés’ del maestro Pratt.

Un saludo.