¿Qué es un zombie? Si nos basamos en la representación que el séptimo arte ha hecho de ellos y empezamos cronológicamente, habremos de remontarnos más de 70 años en el pasado, hasta White Zombie, la primera película, proyectada en España bajo el creativo nombre de La Legión de los Muertos sin Alma. ¿Qué tenemos? Individuos sin voluntad, cuya alma hace tiempo que abandonó sus cuerpos todavía animados. Pálidos, mortecinos y aletargados. Y trabajando en un molino de azúcar, pero esa es otra historia. Eran los años 30, y el público asistía al primer retrato en celuloide de un antiguo elemento de la magia Vudú cuyas menciones más primigenias (muertos alzándose de sus tumbas para perseguir a los vivos) tienen lugar en la mitología sumeria. Los zombies arrastraron sus agarrotados pies por las pantallas con eventuales apariciones durante los años cuarenta en cintas como King of the Zombies, ambientada en la Segunda Guerra Mundial; o finales de los 50 con Teenage Zombies, donde encontramos ciertas similitudes con la DC de la época, incluyendo científicos locos – científica, en el caso de la película – y gorilas. Los años sesenta estaban al caer, y los zombies vagaban sin encontrar un hueco en la cultura popular.
Hasta 1968. En 1968 vio la luz el trabajo de el Hombre. El ídolo. La leyenda. George Romero. Un tipo, como dijo Peter David de Julie Swartz, a cuyo paso las mujeres suspiran y los malos se mojan los pantalones. La Noche de los Muertos Vivientes excede la categoría de película para convertirse en referencia del género, y es que la influencia de Romero no ya en el cine, sino en las características del zombie moderno es tal que no se puede entender uno sin el otro. Las sucesoras de La Noche de los Muertos Vivientes, con mención especial a la más aclamada e icónica, el El Amanecer de los Muertos, han cimentado su posición como padre de las criaturas. Donde Leonardo dibujó al hombre, Romero dibujó al zombie.
¿Por qué hablar de Romero? Porque la obra de Kirkman, los Muertos Vivientes (The Walking Dead es su nombre original) no se puede entender sin su influencia, sin su legado al género de terror como reconoce el propio guionista, que ha demostrado su pasión por estos peculiares catadores de carne tanto para Image como para la Casa de las Ideas con la alocada “Marvel Zombies”. Y si a Romero debemos no sólo unas películas tan satisfactorias sino una serie de tan alta calidad, merece la pena dedicarle un hueco en esta humilde introducción.
Los Muertos Vivientes es un comic que empezó su andadura en Octubre de 2003, bajo dos premisas. La primera y básica, crear la primera historia de zombies que nunca terminase. La historia en la que siempre pudieses ver qué ocurre después de que el helicóptero se pierda en el horizonte, de que los supervivientes encuentren un refugio aparentemente seguro, de que los zombies arrasen el que parece ser último bastión de la humanidad. Un “continuará” permanente. La segunda, pero no por ello menos importante, es contar la historia de una persona – Rick Grimes, antiguo policía, actual superviviente – a través de cuyos ojos tendremos acceso a un retrato puro y sin adulterar de la naturaleza humana. Como reza la contraportada de los tomos recopilatorios que se editan en España, en un mundo poblado por muertos, nos vemos obligados a vivir.
Una característica básica y común de las películas de Romero y el cómic de Kirkman es que los zombies no son los protagonistas, sino los albañiles que configuran un medio en el que hablar de otros temas. Los zombies en sí no reciben demasiada atención, ¿qué hay que decir con respecto a ellos, después de todo? Corre más que ellos, evita que te muerdan, vigila los sitios oscuros y cerrados porque son vulnerables en campo abierto y no titubees a la hora de dispararle en la frente al cadáver de la abuelita, porque ya no es ella. Los zombies no están para ser carne de cañón o el centro de las miradas, están ahí para cambiar las cosas y que la naturaleza siga su curso. Y en ese nuevo mundo que crean, mutado y plagado de muerte, se analiza y se escriben aspectos psicológicos, sociológicos, emocionales, morales, religiosos, conductuales, relacionales… Kirkman realiza una minuciosa y profunda disección de una gran abanico de temas interesantes como la familia, la amistad, la sexualidad, la autoridad o la política.
En los Muertos Vivientes, los zombies llevan a la humanidad a una dantesca versión de su naturaleza más primigenia. La supervivencia pasa de ser algo que damos por hecho a algo por lo que hay que luchar cada día, que hace falta ganarse y que requiere esfuerzo y sacrificio. El colectivismo, la forma más antigua de organización social, vuelve con fuerza a la palestra devolviendo a la vida diaria estructuras perdidas en el tiempo. La tribu. El clan. La manada. Un pequeño grupo de personas que dependen de ti y de las que tú dependes: los necesitas (te necesitan) para trabajar, defenderse, salir adelante. Hacen las cosas que tú no puedes hacer, aportan manos al trabajo diario y ojos a la vigilancia, son tu apoyo, tu vida. Sin ellos estás desamparado, vulnerable como una gacela solitaria en un mundo de depredadores. Kirkman ha sabido no sólo captar, no sólo retratar, sino sumergir al lector en ese mundo. Cuando lees los Muertos Vivientes, es fácil sentirse parte de ese pequeño grupo de supervivientes hasta el punto de sentir con ellos, de hacer a esas personas tan tuyas como lo son para Rick. Sufres con su pena y saltas de alegría con sus logros, lloras sus pérdidas y te sientes partícipe de sus decisiones, incluso de las más atroces, convencido – como ellos – de que los tiempos desesperados exigen medidas desesperadas. La capacidad de provocar empatía de esta serie no tiene par en el panorama del cómic mainstream americano.
Puede que una de las razones por las que sea tan fácil conectar con los personajes es que los ves todos los días. Son los personajes de tu vida. Padres y madres de familia, trabajadores, viejas glorias, gente corriente con aficiones, conversaciones, planteamientos y sueños corrientes atrapados en una situación imposible. La caracterización de esta serie es fantástica porque retrata a personas reales, imperfectas, intentando sobreponerse a sus defectos para ver otro día junto a los suyos. Frank Miller también escribe sobre personas en Sin City, por ejemplo, pero es un entorno tan diferente, unas personas tan excepcionales, unas historias tan literarias que sabe demasiado a ficción. Si ejecutan a alguien en Sin City, el sentenciado sonríe tras la primera descarga, insulta a sus verdugos y pide ración doble. No ocurre así con los personajes de los Muertos Vivientes. No hay tiempo ni fuerzas para chulerías, personalidades oscuras, tipos duros y femme fatales.
Cuando el mundo cambia de una forma tan atroz, hay personalidades que se vuelven obsoletas: nadie necesita a un depresivo que laste al grupo, a un cínico que busque una tumba cada vez que huele flores, a un gallito que anteponga su orgullo al bienestar de los demás. No vas a encontrar frases memorables. Pero vas a encontrar personas sacrificadas, rotas, magistralmente escritas, frágiles hasta en los momentos en los que parecen más duras o heroicas. ¿Significa esto que los personajes son planos o aburridos? En absoluto. Cada uno es diferente, tiene su propia forma de ver las cosas, su idiosincrasia, incluso sus secretos, y muchos tienen momentos realmente buenos. Kirkman ha conseguido encontrar un equilibrio perfecto entre hacerlos totalmente normales y a la vez darles a todos – algunos más, algunos menos – algo interesante. Todo lo referente a personas (diálogos, personalidades, interacción) ha recibido un trato exquisito.
La historia también está muy cuidada a lo largo de toda la serie. Hay una gran variedad de situaciones y entornos – con la permanente presencia de los zombies, eso sí – y las personas implicadas configuran escenarios muy diferentes y ricos. El bienestar es tan efímero y la supervivencia tan precaria que los eventos más pequeños, lejos de pasar desapercibidos, elicitan cambios en el status quo. Esto es muy positivo tanto para la serie como para el lector. A la serie le impide estancarse o anquilosarse en un punto y pone a su alcance numerosas opciones con las que jugar, e incluso los personajes van asimilando este aluvión de desventuras, dándose un evidente cambio en su forma de reaccionar ante la adversidad. Al lector le proporciona la sensación de permanente duda, de seguridad transitoria, el firme convencimiento de que el peligro acecha tras cada esquina y de que el largo plazo ha dejado de existir. Y es una gozada. Nunca sabes cuando va a pasar algo que ponga el mundo de Rick patas arriba. Nunca sabes quien será el próximo en morir.
La muerte también tiene un papel privilegiado. No podía ser de otro modo, tratándose de una historia de zombies. Estoy convencido de que el zombie no da miedo por su aspecto (vale, es asqueroso) o por sus actos (vale, comer carne humana es repulsivo) sino por lo que representa: es la manifestación física de la muerte hecha carne, tangible y voraz. El lector habitual de superhéroes recibe de las páginas una triste parodia de este hecho inevitable. Todo el mundo vuelve, puedes hablar desde el cielo mientras estás muerto, algunos personajes son capaces de viajar al Más Allá como si de un destino de vacaciones se tratase… ¿quién puede tomársela en serio? En el mundo de las capas, ejecutar a un personaje no es más que un modo de meterlo en el autobús, por tomar las palabras de Christopher Priest, mientras subes las ventas. Aquí es distinto. Cuando la muerte golpea, sólo necesita hacerlo una vez. Todo parece estar bien, todo parece estar en orden cuando unos dientes surgen de la oscuridad y la Parca se toma su tributo. Sin preguntar, sin avisar, sin tiempo siquiera a hablar por última vez con el difunto para que pueda irse sabiendo que fue querido. Recuerda al concepto de muerte que intentó transmitir Allan Ball con su magistral A Dos Metros Bajo Tierra: implacable, imprevisible, irremediable. Pero precisamente por su naturaleza inevitable, nos obliga a seguir adelante y a vivir. Es gratificante que un tema tan profundo y tan real reciba un trato tan digno.
Otro aspecto positivo del señor Kirkman es que, por lo menos en lo referido al protagonista, ha sido un hombre de palabra. Cuando la serie gateaba, nos advirtió que llegaría un punto en el que miraríamos en el pasado de Rick y no seríamos capaces de ver a la misma persona. Y como buen caballero, ha cumplido. El personaje ha atravesado tantos cambios que sencillamente no es la misma persona: el Rick del pasado es una baja más provocada por la catástrofe. Al igual que con la sociedad, los sistemas de valores, los roles, las prioridades y la organización, lo viejo está extinto. El Rick del pasado no habría sobrevivido a un mundo así. Ey, nadie dijo que la evolución fuese algo bonito.
El estilo de dibujo también se ha convertido en uno de sus aspectos distintivos. Las viñetas de los Muertos Vivientes son en blanco y negro con abundancia de sombras, negros y tonos oscuros de gran densidad que crean una atmósfera opresiva y angustiosa que hace que agradezcas las escenas al aire libre. La ambientación es un aspecto muy importante, y se cuida con esmero. El dibujante actual (y que sigue en la serie, a día de hoy) es Charlie Adlard, que tomó el relevo del apartado gráfico de la serie cuando el americano Tony Moore la abandonó. Adlard es un dibujante británico forjado, como tantos otros, en las fraguas de 2000 AD y Juez Dredd al que pudimos ver en la miniserie de Wildstorm “The Establishment”. Hace un buen trabajo en los Muertos Vivientes. Moore era mucho más detallado, dibujaba mejores zombies y un gore más impactante, además de llenar las páginas hasta los topes de matices sin que sobrase nada. Adlard maneja más sombras y es más comedido, pero ha mejorado bastante – algunos de los zombies de sus primeros números tenían un aspecto realmente cómico – y le viene bien al tono de la serie.
Por si no ha quedado claro hasta ahora, será algo más directo: los Muertos Vivientes es una serie magnífica (y no es que lo diga sólo yo, basta echar un vistazo a las reseñas de mi compañero David Fernández). Es una pena que esté siendo publicada en tomo porque su naturaleza impredecible y dramática la hace perfecta para la publicación mensual en grapa: te mantiene con un nudo en la garganta hasta el próximo numero. Y se va a poner mejor. El próximo tomo “This Sorrowful Life” (“Esta vida de tristeza”), que será publicado en Junio, relata una historia trepidante con momentos brutales y todos los aspectos positivos que adornan a la serie. Además, prepara el terreno para el octavo arco argumental “Made to suffer” (“Hechos para sufrir”, como veis los títulos son una oda a la alegría) posiblemente el más impactante de todos ellos. Actualmente la serie lleva 49 números publicados en EEUU con la misma buena salud con la que empezó, pero madurando en cuanto a temas tratados, personajes y situaciones. Y el deseo de este aficionado a los zombies es que siga así por mucho, mucho tiempo.
Muy buen artículo PLAS PLAS PLAS…
Lo que más me gusta de esta serie es la capacidad para hacer de los zombies ese motor argumental primigenio y esa presencia constante que nos mantiene alertas y, sin embargo, que no sean ni el principal desencadenante de tramas ni lo que más nos pone nerviosos del tebeo. En este sentido le veo mucha conexión con El Señor de las Moscas pero en adultos: ¿cuántos tabúes y normas sociales seríamos capaces de romper si la propia sociedad dejara de existir? Pero, sobre todo… ¿una vez caídas las máscaras de esos tabúes, qué queda debajo? ¿cómo somos en realidad?
Por cierto, un referente inevitable: el comienzo del tebeo, calcado del de 28 días después, estrenada un año antes y que a su vez lo calcó de El día de los trífidos (en película, La semilla del espacio) de Wyndham.
brillante serie, la mejor de zombies sin discusión alguna y ke tiene la gran suerte de no ser ni serie limitada ni maxiserie ni cosas de estas ke comprimen las capacidades de cualkier guionista
lo malo: ke akí salga a cuentagotas
saludos^^
Genial cómic. De todas formas me gustaría que tuviera un final previsto por si la calidad de sus historias comienza a bajar (algo que no parece que vaya a ocurrir).
LOS MUERTOS VIVIENTES es una de las mejores series publicadas ahora mismo en EEUU.
Creo que también habría que destacar el ritmo trepidante que te mantiene enganchado a la serie y hace que cada número se acabe en nada de tiempo.
Y esos cliffhangers que muchas veces te descolocan… es una colección de mucha calidad y realmente adictiva.
Estupendo articulo.
Y una serie genial. Robert Kirkman se ha convertido en uno de mis guionistas preferidos porque es de los pocos en su trabajo que sabe imprimir su propio sello al tiempo que capaz totalmente de cambiar de registro de manera genial y ahi esta Invencible otra serie genial. Cosa que no puede hacer, sin ir más lejos, Ed Brubaker.
Lo de publicarlo en grapa quizá estaría bien pero la verdad es que los tomos están muy bien y además a un buen precio que ya es raro. Lo único malo es eso, tener que esperar tanto para poder continuar con las aventuras de rick Grimes.
Una de las mejores series que he tenido la suerte de leer en toda mi vida. Impresionante. Esperando como agua de mayo el siguiente tomo, que debería de salir en junio (creo), porque como se queda todo en el último publicado por Planeta… ya no me quedan uñas.
En serio, quien no la haya leido nunca, que compre estos comics, son buenisimos, son cojonudos.
Yujuuuuu chicos… ¿hay alguien aqui? son zombiiiisss. bichos compuestos por UNA ÚNICA idea estén donde estén ¿de verdad os puede gustar leer un comic sobre esto?
>>>Yujuuuuu chicos… ¿hay alguien aqui? son zombiiiisss. bichos compuestos por UNA ÚNICA idea estén donde estén ¿de verdad os puede gustar leer un comic sobre esto?>>>
¿Has leído el tebeo? Los zombies es lo menos importante de la serie. Lo interesante es cómo afecta la existencia de los zombies a un pequeño grupo de personas.
Em… ¿has leído algo de lo que se ha dicho? El cómic no es «sobre esto».
Darío, leete un tomo y nos cuentas :o)
Dario, creo que has pasado por alto una parte del artículo: «Una característica básica y común de las películas de Romero y el cómic de Kirkman es que los zombies no son los protagonistas, sino los albañiles que configuran un medio en el que hablar de otros temas. Los zombies en sí no reciben demasiada atención, ¿qué hay que decir con respecto a ellos, después de todo?».
😉
Preferiría que Kirkman dedicase más tiempo a los cómics de creación propia con los que explota ese gran potencial que tiene y se dejase de colecciones segundonas como Ultimate X-Men o el Hombre Hormiga. Pero, claro, la pela es la pela y hay que llevar pan a la mesa.
Hacía tanto tiempo que no sacaban un tomo nuevo de Los Muertos Vivientes que me voy a tener que releer los tomos anteriores (lo cual no tiene nada de malo). Lo mismo me pasa con Invencible.
Me fastidia que estas series queden aparcadas tanto tiempo para cumplir los contratos con las grandes editoriales.
A los que estáis contestando a Dario, sólo una cosa: «Don’t feed the troll».
Una serie que verdaderamente merece la pena la espera, es dura, homogenea, adictiva y visceral. Sólamente dos pegas: que no se mantuviera en el dibujo Tony Moore y que en la edición española no se incluyan las portadas de cada número mensual (qué les cuesta incluirlas al final de cada tomo?). Por otro lado, parece que en la web de Planeta indican que publicarán los dos siguientes tomos con unos 2 o 3 meses de diferencia.
Y yo que opino que Adlard y su dibujo tenebrista de trazo un poco más grueso le sienta mucho mejor al tebeo que Tony Moore…
Con respecto al dibujo, me encanta el de Tony Moore, pero es cierto lo que dice Torralba, de alguna manera el de Adlard le sienta mucho mejor, pero ya se sabe, para gustos colores.
En cuanto a Darío, el del «yuju», es alucinante la facilidad como personas como tú emiten opiniones o juicios sin tener ni idea de lo que se está hablando. En fin, sigue pensando así, lo único que te puede pasar es que te pierdas una de las mejores series que jamás se han publicado en este país.
Me encanta esta serie; la verdad es que, aunque hay algunos números que sí son más flojillos que otros, en general Kirkman mantiene un nivelazo estupendo, y esos finales que te dejan con la boca abierta… Estupendo artículo, Alberto.
Por cierto… no sé si es el lugar más apropiado para decir esto , pero estoy intentando deshacerme de mi colección USA de la serie (del número 1 al 48), si a alguien le interesa que me de un toque…
Suscribo al 100% lo que dice el autor del artículo.
Desde mi punto de vista es de agradecer que Kirkman fuera la persona que se encargara de llevar a cabo EL COMIC de zombies (dicho con mayúsculas). Se le nota que quiere y ama al género, y , a su manera, lo mima haciendo que los buenos aficionados a este género veamos guiños por todos lados y, en cierto modo, sea «coherente» con el discurrir de los hechos. No hay héroes, no hay máquinas de picar carne que matan zombies a puñetazos….hay gente que acabas sintiendo como si fueran conocidos tuyos, como si estuvieras en el grupo…
Y sobre todo, gente que son de carne y hueso y como tal, pueden morir («si sangra…»). Y vaya si lo hacen. Nadie es imprescindible. No hay un prota gonista de brillante sonrisa capaz de esquivar las desgracias. Si eres tonto, mueres. Si te confías, mueres. Si echas un polvo en un mal lugar, mueres.
En definitiva, que el señor Kirkman sabe lo que se hace, y cómo lo hace. Todo esta pensado y muy pensado, y como ya he dicho, esto sin Kirkman creo que no sería lo mismo.
Respecto al dibujo….bueno. He de admitir que me he acostumbrado a Adlard…pero me parecía mucho mejor el dibujo más detallista de Tony Moore, la verdad. Los trazos tenían mucha más profundidad. También puede ser que quedé altamente aturdido por los primeros números de Adlard…que como ya se ha comentado….digamos que tardó un poquito en coger el truco…pero bueno, parece que Adlard tiene bastantes votos a favor, por algo será :).
Por mi parte nada más. Una de las mejores series que puedes encontrar hoy en día, de la que sólo hay que lamentar que Planeta la tenga tan abandonadísima, casi a tomo por año…con la excusa de «esque vamos a cogerles»…
Saluditos! 🙂
Es un comic genial,en mi opinión, de lo mejorcito que se publica en la actualidad.
Un grandísimo cómic, sin lugar a dudas! Y tremendo el artículo, Alberto! enhorabuena!
Un saludo,
«A los que estáis contestando a Dario, sólo una cosa: “Don’t feed the troll”»
Te podría contestar con una obscenidad pero sería una falta de respeto para el resto de personas que leen este blog Mac. A ti no claro, a ti me la traería al pairo faltarte al respeto.
Lo que yo he hecho es expresar de una forma distendida (lo que pasa es que en un blog no se pueden apreciar los tonos de la voz) que considero que los zombies son la idea más gastada de toda la historia de las ideas y no entiendo qué puede llevar a la gente a leer series y más series de esto.
¿Qué me decís que la serie es buena? pues vale, pero ni leyendola lo entendería porque por muy buenos que sean los protagonistas no dejan de ser un grupo de gente que intenta sobrevivir a los zombies. No, lo siento, pero me supera.
A mí me tiene enganchado. Es una serie estupenda. Y lo mejor que se ha hecho sobre zombies en cómic.
Recomiendo: el libro World War Zombie, de Brooks, y una película MUUUY truculenta, The zombie diaries, que le pone a uno un mal cuerpo tremendo… 🙂
Ah, y también estoy enganchado al Apocalipsis Z, de Manel Loureiro. Una gozada.
«No, lo siento, pero me supera.»
Eso parece, si, eso parece…
Darío, antes de criticar gratuitamente lee los 3 primeros tomos. Luego después la criticas.
En los E.U. que casa editora publica esta serie?
Image.
Perdón de nuevo por preguntar, pero, ¿El título original de la series es?
Eso lo tendrás que leer en el artículo. 😉
The Walking Dead.
si Dario, te supera, y mucho
Vaya tanda de palos ,Darío! Pero es verdad, dale una oportunidad a la serie pues es de lo mejorcito que se publica actualmente.