Edición original: 1982/89; Warrior, DC Comics (Vertigo).
Edición España: I Zinco; II Norma Editorial; III Planeta; IV Planeta; V ECC Ediciones.
Guión: Alan Moore.
Dibujo: David Lloyd.
Entintado: David Lloyd.
Portadas: David Lloyd.
Color: Siobhan Dodd, David Lloyd, Steve Whitaker.
Rotulista: Steve Craddock, Elitta Fell, Jenny O’Connor.
Precio: Rústica (19,95 €, 288 págs.).
Como suele suceder con obras del alcance de V de Vendetta, su accidentada génesis está repleta de un cúmulo de casualidades y situaciones azarosas, en última instancia propiciatorias del encuentro de dos autores que, haciendo uso de su indudable talento, nos regalaron todo un clásico del Noveno Arte. Tal y como el propio Alan Moore se encarga de detallar en el escrito Tras la sonrisa pintada –que acompaña las diferentes ediciones de V de Vendetta–, el germen de esta obra se remonta a 1975, cuando con tan sólo 22 años, Moore presentó una propuesta de guión tanto a un concurso organizado por D.C. Thompson, como a la publicación Hulk Weekly. La historia, protagonizada por “…un extraño terrorista con la cara pintada de blanco que actuaba bajo el nombre de ‘La Muñeca’ y que luchaba contra un estado totalitario a finales de los 80…” no parecía encajar en los cánones de ambas editoriales, de modo que fue rechazada.
Con el proyecto en el limbo, fue necesaria la intervención de Dez Skinn –editor de la línea Marvel U.K.– para revitalizar la idea, en esta ocasión, en las páginas de la antología británica Warrior. Allí, Moore se reencontraría con David Lloyd, dibujante con el que ya había colaborado en la colección Dr. Who Monthly, y que precisamente había recibido el encargo de crear una serie de misterio “ambientada en los años 30” para dicha revista. Teniendo presente la buena relación existente, el propio Lloyd recomendó a Moore como guionista para la nueva serie, cuya configuración evolucionaría a través de un proceso alimentado por numerosas llamadas telefónicas y misivas postales. Inicialmente, Moore buscó inspiración en las series pulp de los años 30, concretamente en la era de los gangsters. Pero ante la negativa de Lloyd, poco convencido por un enfoque tan convencional, ambos acordaron que podría ser viable recrear parcialmente la “sensación de familiaridad y exotismo” propia de las revistas pulp, a través de la ambientación de la acción en un futuro cercano. En este sentido, resultó clave la vocación de “hacer algo que fuese esencialmente británico”, en conjunción a un pesimismo político compartido, y a una estética parcialmente deudora de Falconbridge, propuesta de serie elaborada por Lloyd para la efímera revista de cómics Pssst.
Tras la inspirada mediación de Graham Marsch –colega de Skinn que sugirió el título final de la obra–, Moore ahondó en la caracterización del personaje, casi de forma simultánea al momento en que David Lloyd dio con el inmejorable diseño final de V, reminiscente del aspecto del conspirador británico Guy Fawkes, y planteó la idoneidad de prescindir de textos de bocadillos de pensamiento, efectos de sonido, y limitar de forma considerable los textos de apoyo. Así pues, todo parecía estar listo para iniciar un viaje apasionante…
Finalmente, V de Vendetta se estructuró como una serie limitada de diez comic-books, cuyas seis primeras entregas se publicaron entre 1982 y 1983, pero a punto estuvo tan magna obra de verse truncada como consecuencia del cierre de la revista Warrior. Afortunadamente, tanto DC Comics en los Estados Unidos, como Titan Books en el Reino Unido, tomaron la determinación de apostar fuerte por este proyecto, editando entre 1988 y 1989 las diez entregas de la obra de forma serializada. Pero el cambio no sólo se ciñó a aspectos puramente editoriales, puesto que en lo relativo a la parcela estrictamente creativa, el rostro burlón de V y las tenebrosas calles de Londres adquirieron una nueva dimensión gracias al encomiable trabajo realizado por los coloristas Steve Whitaker y Siobhan Dodds, además de contar con aportaciones artísticas adicionales cortesía del dibujante Tony Weare.
Como bien sabrá el lector, esos diez tebeos fueron recopilados con posterioridad, convirtiendo V de Vendetta en un libro presente de forma habitual en las más variadas listas de recomendaciones, no sólo circunscritas al mundo del cómic. Por lo que a España respecta, esta obra ha conocido hasta cinco ediciones, comenzando por la comercializada por la extinta Ediciones Zinco, que en 1989 finalizó la publicación de los diez cómics originales, a un precio oscilante de 150 y 165 pesetas cada uno. A éste le sucedería la ofertada por Norma Editorial en octubre de 2002, fecha en que se animaron a publicar un precioso tomo recopilatorio en cartoné a un precio de 20 €.
Por su parte, cuando Planeta DeAgostini Cómics se hizo con los derechos de publicación en España de DC Comics, estaba claro que tan sólo era cuestión de tiempo que ofrecieran su versión de V de Vendetta. Pero lo cierto es que sorprendieron a propios y extraños cuando, en el mes de octubre de 2005, se sacaron de la manga una edición Absolute que no encontraba su correspondencia en el mercado americano: al material adicional habitual en las diferentes ediciones, se sumó el formato aumentado (21 x 31,5 cm), y la encuadernación en cartoné, a un competitivo precio de 17’95 €. De forma adicional, y tratando de aprovechar el tirón de la adaptación cinematográfica apadrinada por los hermanos Wachowski, Planeta puso a la venta una edición en forma de diez comic books, a un precio de 1’95 € cada tebeo. Años después, en agosto de 2010, la editorial volvió a reeditar el volumen Absolute con los extras de la edición americana homóloga (publicada en 2009), todo ello en un volumen de 400 páginas que contenía láminas mudas de Lloyd que no habían sido incluidas con anterioridad en los recopilatorios, todas las portadas originales (antes de los capítulos), más bocetos y estudios para la serie. Además, en esta edición definitiva se sustituyó el papel estucado del Absolute anterior por papel offset, mucho más adecuado para apreciar los tonos pastel de la obra. ¿La única pega? Un precio de 35 € que dobló al anterior.
Tras la pérdida de los derechos de DC/Vertigo por parte de Planeta DeAgostini en 2011, ECC Ediciones se mantuvo un tiempo sin reeditar la inmortal obra de Moore y Lloyd… período que duró hasta marzo de 2013. La nueva edición se basa en un recopilatorio en rústica y sin demasiados extras, cuyo mayor aliciente es el precio de su primera tirada (16,95 €, luego subido a 19,95 € a partir de la segunda). Para promocionar el lanzamiento, la editorial convocó en Barcelona al mismísimo David Lloyd los días 9 y 10 de marzo de 2013 para llevar a cabo diversas actividades.
En definitiva, al igual que todos los clásicos –con independencia del medio o soporte en el que se plasmen–, V de Vendetta ha gozado de una extensa trayectoria editorial a través de diferentes formatos, garantizando que en todo momento los lectores potenciales tengan a su alcance una obra imprescindible.
La historia comienza un 5 de noviembre de 1997, miércoles; un día como otro cualquiera en una Gran Bretaña distópica que se recupera de una III Guerra Mundial que ha borrado del mapa a las superpotencias americana y soviética. La población vive razonablemente segura mientras no desee pensar y, a pesar de cierta carestía de alimentos y recursos, nada parece oponerse al partido único que gobierna el país, a su líder fascista Adam J. Susan ni a la enorme burocracia tecnocrática centralizada a través del ordenador Destino, que rige toda la infraestructura de la nación a través de la red informática estatal.
Pero el final del día no será tan típico como podría pensarse: ya entrada la noche, un misterioso enmascarado que se hace llamar V salva a la joven Evey Hammond –una prostituta que iba a ser violada y asesinada por agentes de la policía– para, acto seguido, volar el edificio del Parlamento mientras lanza fuegos artificiales.
Pronto nos daremos cuenta, además, de que estos hechos no van a constituir un caso aislado. El violento y cautivador personaje ha pasado años preparando su plan; un plan que, comenzando ese 5 de noviembre, incluye asesinatos, conspiraciones, sabotajes o espionaje. Un plan minuciosamente trazado y cuyo fin puede ser la simple venganza o la destrucción completa de un estado represivo a través de la anarquía. Un plan, finalmente, que iremos descubriendo a medida que la joven Hammond –ahora pupila de nuestro protagonista– vaya madurando personal, intelectual y políticamente a la sombra de su enigmático tutor.
V. ¿Quién es V? Por el disfrute de los que todavía no han leído la obra, y por la futilidad de describir su biografía a aquellos que sí lo hayan hecho, no glosaremos aquí y ahora lo poco que se conoce del personaje. De él únicamente diremos que es un revolucionario anarquista con amplios conocimientos de historia, pintura, literatura, música, botánica, informática, armas y explosivos, así como un temible luchador cuerpo a cuerpo que posee una agilidad y unos reflejos a la altura de un intelecto privilegiado. Tiene su base de operaciones en una especie de palacio de paradero desconocido –al que llama La Galería de las Sombras– donde posee sala de cine, biblioteca, invernadero, laboratorio y muchísimas otras estancias. Por su aire de misterio, su melancolía romántica, su individualismo y su afición a las citas, los discursos y la teatralidad podemos describir cierto grado de egolatría que lo hace si cabe más carismático; un carisma que, por otro lado, se complementa con una libertad de acción que resulta cercana a la omnipotencia. V es por tanto, y ante todo, un hombre de carne y hueso que busca disiparse a sí mismo para encarnar una idea perdurable.
Evidentemente, no podemos dejar pasar en esta descripción del personaje su aspecto: V viste, por idea original de David Lloyd, al estilo y maneras de Guy Fawkes, inglés católico que en el año 1605 encabezó el Gunpowder Plot –o complot de la pólvora–, una conspiración que tenía por objetivos matar al rey Jaime I de Inglaterra haciendo volar el Parlamento inglés, en represalia de la persecución de católicos en el Reino Unido. Habiendo dejado una profunda huella en la cultura y la historia británicas, Fawkes ha sido referenciado por artistas como Charles Dickens o John Lennon, y el fallo de sus planes se conmemora todos los 5 de noviembre en la Bonfire Night, fiesta durante la cual los ingleses tienen por costumbre lanzar fuegos artificiales y quemar las efigies de los conspiradores.
Evey Hammond. Hija de padres represaliados por la dictadura, Evey es una joven que se ve obligada a prostituirse en las calles de Londres y que, casualmente, es salvada al principio de la obra por el anarquista conocido como V, justo en el momento en que iba a ser violada por agentes del estado. Adoptada por el enigmático vengador, la muchacha será instruida a modo de pupila en una relación cercana a la paternofilial que le hará de dudar de la identidad del enmascarado, huir de él y, finalmente, alcanzar un statu quo consigo y con su pasado que le permitirá seguir adelante y afrontar su existencia como un ser libre, consciente y responsable. En otro orden de cosas, el papel de Hammond se revela crucial a lo largo del tebeo, ya que resulta –tanto empática como estructuralmente– la principal conexión del lector con los acontecimientos narrados. Su viaje emocional y madurativo será el nuestro y, al final, habremos crecido con ella casi en el mismo grado.
Eric Finch. Director de La Nariz –mezcla entre Ministerio de Seguridad y Scotland Yard–, Finch aparece como un clásico detective pragmático y descreído que apoya al Gobierno por la estabilidad que aporta en tiempos convulsos, pero que conserva en su interior espacio para la decencia, el honor y la honradez. Cuando el anarquista conocido como V comience su escalada de asesinatos y sabotajes, él será el encargado de rastrear su origen, meterse en su cabeza y, eventualmente, detenerlo. El juego que Moore realiza con este personaje es, desde luego, ejemplar: por una parte, en los relatos clásicos de este estilo debiera ser el héroe de la trama (un estilo a Lebel en el Chacal de Forsyth), pero aun cuando las simpatías del lector se dirigen hacia V, acaba resultando ser el único miembro del gobierno que no cae mal.
Adam. J Susan. Líder absoluto del Gobierno y cabeza visible de la Nación, Susan dirige Gran Bretaña con mano de hierro gracias al ordenador Destino y a un vasto cuerpo funcionarial que le atribuye características propias del Gran Hermano orwelliano. Sin embargo, lejos de componer un hombre plano, Moore opta por encontrar matices en todos los personajes del cómic (villanos o no), describiendo a Susan como una persona que se encuentra sola y agobiada frente a esa espada de Damocles que constituye el regir un país; un dictador que quiere, de algún modo, evolucionar hacia algo mejor y que cree firmemente que sus acciones están orientadas a un bien mayor (proteger a su pueblo). No es, de todas formas, un retrato amable: durante la lectura tenemos bien presente tanto que el camino al infierno está lleno de buenas intenciones como que muchos dictadores o revolucionarios (de Hitler a Castro) han acabado sojuzgando a los ciudadanos a su cargo a base de promesas, ideales, y mentiras. Un tirano no deja de ser, en última instancia, un mal político desatado y sin oposición. Y, a veces, un auténtico carnicero.
Directores del campo de concentración (Lewis Prothero, Anthony Lilliman, Delia Surridge). Los tres principales responsables del campo de concentración de Larkhill, activo en los días del alzamiento y clausurado en el momento de los acontecimientos narrados en la obra, son tal vez los más gruesos psicológicamente hablando en todo el cómic. Y es que, más que como personajes, funcionan como encarnaciones de los distintos estamentos que clásicamente han colaborado con las dictaduras de derechas: los siempre imprescindibles militares (Prothero), descritos como auténticos fanáticos inmorales capaces de actuar como autómatas con tal de cumplir sus órdenes (tal y como hizo el estamento militar en la Alemania nazi); los religiosos con un punto de fariseísmo (Lilliman), capaces de congraciarse con regímenes tendentes al nacionalcatolicismo como el franquista o el chileno; y los científicos (Surridge), proclives a olvidar sus compromisos éticos en pos del conocimiento. De todos ellos es el arrepentimiento de Surridge, característico de una especie de experimento de Milgram a gran escala, el único que nos mueve brevemente a la compasión por un ser que siente que rompió indebidamente sus convicciones morales, y que sufre cada día de su vida por ello.
Altos cargos del partido (Derek y Rose Almond, Conrad y Helen Heyer, Roger Dascombe, Peter Creedy). Provistos de numerosas tramas secundarias destinadas a profundizar en su psicología para que no constituyan villanos planos, sino personajes reales, los cargos del partido componen un cuerpo funcionarial en su mayor parte corrupto, amoral y desmedidamente ambicioso. A diferencia de Susan –descrito como un hombre de convicciones erróneas y terribles pero con integridad respecto a sus propios valores–, los componentes de su gobierno resultan absolutamente despreciables al lector: Almond es un psicópata maltratador de mujeres que rige El Dedo (policía política) y que no se para ante nadie al igual que su sucesor, Peter Creedy. Heyer, que administra El Ojo (Vigilancia e Información), es el típico burócrata sin cerebro ni imaginación capaz de todo por contentar a esa mujer manipuladora que tiene por esposa. Y, finalmente, Dascombe (Director informativo y Ministro de Propaganda) se describe como el típico arribista que aprovecha la desgracia ajena para conseguir lo que desea.
Lo que Moore parece querer decir con ellos es preclaro: cualquiera que colabore de una forma u otra con un régimen totalitario es su cómplice, su esbirro y su beneficiario. Y acabará, antes o después, con el alma absolutamente podrida.
Si analizar una obra del calado de V de Vendetta resulta sencillamente intimidatorio, tratar de resumir con cierta mesura la trayectoria de Alan Moore roza lo temerario, habida cuenta de su capital relevancia dentro del mundo del cómic. Nacido en Northampton (Reino Unido), en 1953, la pobreza del barrio en el que creció lo condujo a coquetear con el tráfico de drogas –en sus propias palabras, fue “uno de los traficantes de LSD más ineptos del mundo”–, pero afortunadamente su naturaleza inquieta le llevaría por derroteros mucho más productivos y saludables.
Tras diversas tentativas dentro del campo de las tiras cómicas, donde evidenció estar más cualificado para los guiones que para la ilustración, Moore concentró sus aspiraciones artísticas en el campo de la escritura, teniendo la oportunidad de hacer uso de las míticas cabeceras británicas Marvel UK, 2000 AD y Warrior, como inmejorable campo de pruebas. Precisamente sus primeros trabajos dentro del mundo del cómic los realizaría para diferentes publicaciones de la división británica de “La Casa de las Ideas”, como los semanarios Doctor Who Magazine y Star Wars, completando un periodo inicial de su carrera profesional con su recordada etapa al frente de las aventuras del Capitán Britania, donde coincidiría con otra leyenda viviente del Noveno Arte: Alan Davis. 2000 AD, cuna de historietistas británicos por excelencia, sería la siguiente parada de su viaje de aprendizaje, en cuyo trayecto se sacó de la manga sorprendentes historias como Future Shocks, Time Twisters, Skizz, o D.R. & Quinch, recientemente recuperada en España por Ediciones Kraken. Pero de su etapa en 2000 AD cabe destacar de forma muy especial La Balada de Halo Jones, popular historieta dibujada por Ian Gibson. Llegado a este punto, Moore acometió dos títulos especialmente representativos en su prolífica bibliografía: la ya maldita Miracleman –o Marvelman–, y V de Vendetta, tal vez su primera obra maestra de carácter indiscutido que, junto a The Bojeffries Saga, completan la “trilogía” de trabajos realizados para la defenestrada revista Warrior.
Como era de esperar, el excelente trabajo realizado por Moore en tierras británicas no tardó en llamar la atención de los editores norteamericanos, siendo Len Wein el primero en llamar a las puertas del barbudo de Northampton, ofreciéndole la posibilidad de participar en el relanzamiento de La Cosa del Pantano. Ni que decir tiene que junto a autores de la talla de Stephen Bissette, y Rick Veitch marcó la etapa más aclamada del personaje, recuperando para la causa a buena parte de los personajes de DC Comics más extravagantes. El impacto fue realmente significativo, propiciando no sólo un reconocimiento más que merecido, sino también el primer paso de una “invasión” del mercado americano por parte de autores británicos. Tras la gratificante toma de contacto, la editorial le puso en bandeja la posibilidad de narrar historias protagonizadas por los personajes más icónicos de la editorial -¿y del mundo del cómic?-: Batman y Superman. Así, alumbró historias tan recordadas como El hombre que lo tenía todo –primera colaboración con Dave Gibbons–, ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?, o La Broma Asesina, ilustrada por el puntilloso Brian Bolland. Pero como no podía ser de otro modo, Moore tenía en mente una historia a través de la cual dar una vuelta de tuerca al género superheroico, y de paso sacar todo el jugo posible a los infinitos recursos del cómic como medio de expresión artístico. Evidentemente, hablamos de Watchmen, proyecto que le reuniría de nuevo con Dave Gibbons.
Debido a numerosos enfrentamientos con los responsables de DC Comics, Moore cesó sus colaboraciones con dicha editorial para centrarse en proyectos de corte más personal, como Brought to Light, de Eclipse Comics, la antología anti-homofóbica AARGH, la inconclusa Big Numbers, y la frustrada aventura editorial Mad Love Publishing. Pero si fuera necesario destacar la obra más significativa publicada durante este periodo, sería la densa y exhaustiva From Hell, donde acompañado de Eddie Campbell, teoriza acerca de los crímenes cometidos por Jack el Destripador durante el S.XIX, ofreciendo una completísima visión de la sociedad británica de la época.
Su retorno al comic más comercial se produjo a través de diferentes encargos realizados para Image Comics, como WildC.A.T.s, Violator, Supreme, o Youngblood. Un proceso de acercamiento que culminaría con una de las más interesantes iniciativas acontecidas a finales de la década de los 90: la fundación de ABC Comics –America’s Best Comics–, línea editorial de Wildstorm y DC Comics donde Moore daría cobijo a títulos tan disfrutables como Top 10, Promethea, Tomorrow Stories, o The League of extraordinary gentlemen. Pero una vez más, los roces con los responsables de la editorial le alejarían del cómic americano más comercial. Desde entonces, diversifica su atención en obras como Lost Girls, realizada junto a su actual esposa, Melinda Gebbie, así como las futuras Light of thy Countenance y Neonomicon.
Convertido en toda una institución del Noveno Arte, y famoso no sólo por su talento, sino también por su carácter reivindicativo –ha protagonizado polémicas con las editoriales más poderosas, y reniega de las adaptaciones cinematográficas de sus obras– y su excéntrica personalidad, Moore no circunscribe su frenética al mundo del cómic, sino que en numerosas ocasiones ha participado en proyectos literarios, poéticos, teatrales y musicales. Y por supuesto, relacionados con el mundo de la Magia, otra de sus grandes pasiones. Razón no le falta al bueno de Moore cuando asegura que “Arte y Magia son lo mismo: sacas algo de la nada”. Artista o Mago adorador de la deidad Glycon, a estas alturas no cabe duda de que este incasable narrador nos ha regalado algunos de los más grandes tebeos jamás publicados… sorprendentes, impactantes y, efectivamente, mágicos.
La trayectoria profesional de David Lloyd (Reino Unido, 1950) está especialmente condicionada por el trabajo realizado en la obra que tanto hoy como mañana analizaremos en profundidad, de forma que el resto de su bibliografía, aunque con aportaciones realmente interesantes, siempre se ha visto eclipsada por la alargada sombra de V de Vendetta. Curtido en diversas publicaciones británicas, muchas de ellas editadas por Marvel U.K. -división británica de “La Casa de las Ideas”-, su trabajo junto a Steve Parkhouse en Night Raven comenzó a suscitar la admiración de numerosos lectores, quienes apreciarían la evolución del dibujante a través de títulos como Hulk: Dr Scarabeus, o Doctor Who, donde coincidiría por vez primera con Alan Moore. Y ya en 1982, colaboró de nuevo con Parkhouse en la adaptación al cómic de la película Héroes del Tiempo (Time Bandits, Terry Gilliam; 1981).
Como se desprende de líneas precedentes, el punto de inflexión de su carrera profesional fue precisamente V de Vendetta, resultado directo del encargo del editor Dez Skinn, de crear una nueva serie para la revista Warrior. El resto de la historia relativa a esta obra maestra se desgrana en diferentes apartados de estos dos artículos, de modo que centremos nuestra atención en el resto de la obra de este talentoso dibujante…
Con posterioridad a su aclamada colaboración con Alan Moore, Lloyd tuvo la oportunidad de participar en los más variados proyectos junto a algunos de sus más afamados compatriotas. Tal es el caso de Sláine: Cauldron of Blood, miniserie guionizada por Pat Mills en la que el popular personaje surgido de las páginas de la mítica revista 2000 AD e inspirado en la mitología celta, acapara todo el protagonismo. Lloyd también protagonizó una interesante estancia en la colección Hellblazer, una de las colecciones más emblemáticas del sello Vertigo donde tuvo la oportunidad de formar equipo creativo con Grant Morrison y Jamie Delano. La experiencia con éste último debió resultar enriquecedora, puesto que repitieron con la miniserie The Territory, publicada por Dark Horse Comics. De regreso en Vertigo, colaboró en la ambiciosa War Story, proyecto personal de Garth Ennis en el que, contando con la participación de dibujantes de la talla de Carlos Ezquerra, Chris Weston, Dave Gibbons, o John Higgins, el polémico guionista trenzó un interesante retrato de la II Guerra Mundial.
Dejando a un lado diferentes fill-in o proyectos menores –Espers, Global Frequency– en los últimos años Lloyd ha potenciado su faceta de autor completo a través de la que, tras V de Vendetta, se erige como su obra más significativa: Kickback, publicado originalmente en Francia por Editions Carabas. Toda una reivindicación del género policíaco que nos hace albergar esperanzas de continuar disfrutando con el indudable talento de este autor.
Decir que V de Vendetta puede resumirse en un concepto es igual a aplicar una lógica reduccionista injusta, pues pocas obras hay en el panorama del Noveno Arte que incorporen tantos motivos a su trama. Pero, si me viera forzado a hacerlo, diría que la –a mi gusto– obra cumbre de Alan Moore es un cómic que versa sobre la agitación de conciencias; sobre recordarle al hombre que siempre ha sido, es y será ese animal político que describió Aristóteles… y que ignorarlo trae consigo la más absoluta degradación tanto de la esencia connatural a su ser como de cualquier superestructura social que se considere asentada. El gran problema del hombre como entidad social, parecen decir los autores, es centrarse en los intereses cotidianos particulares y olvidar que, para mantener el «estado de las cosas», hace falta una implicación permanente en la cosa pública. El gran escollo de la democracia, nos advierten sabiamente, no son los grupos que preferirían otro tipo de gobierno, sino considerar que la inercia es más que suficiente para mantener estable el sistema.
La inercia o, mejor dicho, la confianza en la inercia y su naturaleza constituyen la clave central de V de Vendetta, y tanto Moore como Lloyd, en los prólogos que ambos escribieron por separado para los distintos recopilatorios que ha conocido su criatura, lo dejan bien claro: mientras que el primero denuncia alarmado los peligros que el thatcherismo más reaccionario amenazaba con desatar sobre la Gran Bretaña de la década de 1980, el segundo –más poético– describe con cotidianeidad una escena en la que subraya la negación de la naturaleza política del hombre a través de unos ciudadanos, «alegres y desvergonzados», que mantienen encendida la televisión en un bar mientras se ofrece pan y circo pero no cuando comienzan las noticias del día. Con apenas dos páginas, guionista y dibujante articulan de un plumazo no sólo un excelente prefacio, sino también la más perfecta de la introducciones. “Así”, parecen querer decir, “así se llega al mundo que vais a ver al pasar la hoja”. Así, a través de la apatía.
¿Y qué nos encontramos al pasar esa hoja? Una distopía mezcla de Orwell, Huxley y Bradbury en la que Gran Bretaña es regida con mano de hierro por un régimen totalitario que invade y pisotea la intimidad, los derechos y las vidas de unos ciudadanos que olvidaron que tan sagrados conceptos aparejan el deber de mantener constantemente cierto cuidado por ellos. Unos ciudadanos que han olvidado, en un mar de entretenimiento sesgado, que pensar no es meterse en problemas, que la seguridad no es un valor moral absoluto, que dejar los problemas en manos de otros no es la opción más inteligente, sino sólo la más cómoda. Unos ciudadanos, al fin, que –como podría pasarnos a nosotros– comenzaron ignorando la concentración de poderes en el ejecutivo, siguieron por despreocuparse en temas clave como la inmigración o la política armamentística, no se alarmaron por los índices crecientes de desempleo mientras no les tocase la deslocalización a ellos y acabaron por desentenderse totalmente de la cosa pública ya que, al fin y al cabo, tenían problemas mucho más importantes. Pero ¡ah! los cambios rara vez son repentinos, y es igualmente cierto el hecho de que cuando uno no sabe a dónde va, corre el riesgo de llegar a otra parte.
De esta forma nos introducen Moore y Lloyd en la obra: nos cuentan lo que podría pasarnos para, acto seguido, meternos de lleno en un mundo en el que ya ha pasado. Un mundo en el que el sistema político ha adoptado la inercia potente y desbocada de una dictadura; una inercia que no es tal, pues los que se ocupan de aprovecharla concentran casi todos sus esfuerzos en mantener el motor a plena revolución para no depender sólo de ella. Como en todos lados hay, desde luego, descontentos… personas que no han olvidado –puede que nunca lo olvidaran– que como animales políticos que son, por ser hombres, no pueden hacer oídos sordos y cerrar los ojos frente a la injusticia, la decadencia o la depravación. Sin embargo, da igual. La maquinaria es arrolladora y ellos son hormigas que se pisotean casi sin perder energías. Tal es la inercia de las dictaduras; tal es su fuerza de voluntad y su capacidad de adocenamiento. Potentísima…
… pero no imparable. Toda fuerza puede contrarrestarse con una aún mayor sólo que de sentido contrario; toda idea tiene su opuesta; toda moral, su tabú; toda sociedad, su villano. A principios de la década de 1980 Alan Moore veía planear sobre Europa una nueva oleada de totalitarismo –tal vez originada como reacción a la ola de aperturismo vivida durante los sesenta y los setenta–, así que, ¿qué mejor para combatir el orden de ese negro futuro que la figura más demonizada en Occidente, incluso por encima del peligro rojo? Sí, sin duda debió de pensar que un anarquista como villano social pero, al tiempo, como héroe moral para el lector, causaría en este último las reflexiones que quería plasmar con su tebeo. Pero ni Moore es tan simple, ni su obra, a la postre, tan manida.
Si es cierto que todo tiene su opuesto, igualmente de cierto es que los contrarios se tocan. Un simple folio en blanco, que al doblarse por la mitad une sus extremos más distantes, es suficiente para ilustrarlo; y el bardo inglés no iba a ser menos. V es carismático, individualista, teatral, culto, sensible. Pero también brutal, manipulador, asesino, anempático, cruel, torturador, terrorífico. Si la base del totalitarismo dictatorial que representa Fuego Nórdico es el miedo y el control, el empuje del personaje de V es la sed de sangre y la venganza no sólo contra las personas que le infligieron dolor, sino contra las ideas que las sustentaban. V comprende el temor del sistema –que la gente piense– y eso precisamente es lo que se dispone a conseguir. Pero, detrás de toda su ideología se oculta un ser profundamente descreído (ahí está su monólogo con la Justicia) que ha perdido toda la fe en una sociedad capaz de evolucionar –sin nada que lo impida– hacia un monstruo deforme. V es lo que esa sociedad se merece, pero indudablemente, no es lo que va a necesitar. Y es más: él es totalmente consciente de ello.
Así es como nace la necesidad, tanto en la mente del protagonista como en la de su creador, de ese tercer vértice del drama que representa Evey, una chica a la que el sistema ha tratado mal pero que, incomprensiblemente, no ha desarrollado ni odio ni rabia hacia el mismo. Ni tampoco apego. Sencillamente, no ha desarrollado nada… al principio de la obra no es sino una oveja más, sólo que con muchísimo potencial. Sabedor de que él es sólo capaz de generar ese Verwirrung (confusión o caos, en alemán), del que hablará más adelante en el cómic y que supone las necesarias ruinas sobre las que edificar un sistema nuevo, V está implicado en algo más que en derribar el estado: debe encontrar un sucesor que herede esas mismas ruinas para hacer de ellas un Ordnung (orden) en el que la Justicia tenga sentido porque también exista Libertad.
Y tiene suerte. En Evey encuentra la semilla de lo que busca; una semilla que a lo largo del tebeo se encarga de cuidar, educar, hacer crecer y madurar para que, cuando llegue el momento, se muestre autónoma y preparada. El paso más importante y a la vez más cruel en este proceso reside en ese episodio de torturas y encarcelación simulada que no es sino una forma de ese “agitar conciencias” del que hablábamos al principio de este análisis. Una forma rápida y efectiva de enseñarle a un ser humano que en su alma, en su constitución biológica, reside la obligación y la capacidad de realizar elecciones, de definirse a través de las mismas y, en definitiva, de tomar partido. No hay comodidades que sirvan de excusa, ni problemas personales más importantes, ni vendas hábilmente cegadoras… si el hombre olvida que es un animal político, ese cuerpo político que se halla indefectible y consustancialmente unido a su naturaleza, a su evolución y a su crecimiento –no hay avance humano fuera de la sociedad– se resentirá, por más que creamos que la inercia es suficiente para conservar todo lo que nuestros antecesores consiguieron a base de fuego, sangre y esfuerzo.
V de Vendetta constituye por tanto un canto a la implicación del hombre en la política que lo nutre y lo rodea; un canto a tener ideas; una exhortación a no renunciar a nuestro derecho y deber de implicarnos, de pensar, de elegir, de optar… y un recordatorio de que, al fin y al cabo, una sociedad no es más que lo que la suma de sus componentes individuales desean que sea. Así, con una tabula rasa abierta a cualquier futuro es como acaba nuestro cómic: con todo un mundo por delante, tal vez más incómodo que con la aparente seguridad de una mano firme (tema que también daría para hablar, y mucho), pero abierto a ser lo que entre todos –y no sólo unos pocos– queramos que sea.
No te pierdas nuestro repaso de los aspectos culturales, referenciales y técnicos del cómic, el análisis de la presencia de la obra en otros medios, los comentarios que los propios autores han hecho sobre V de Vendetta a lo largo de estos años, nuestra valoración personal y numerosos enlaces en la red para los que deseen saber más. Lo más potente aún está por llegar…
Review Overview
Guión - 10
Dibujo - 10
Interés - 10
10
La obra cumbre de Alan Moore es un cómic que versa sobre la agitación de conciencias; sobre recordarle al hombre que siempre ha sido, es y será ese animal político que describió Aristóteles… y que ignorarlo trae consigo la más absoluta degradación tanto de la esencia connatural a su ser como de cualquier superestructura social que se considere asentada
Ea, tienes que cambiar la autoria del post… y despues puedes borrar este comment XD.
Y ahora voy a echarle un ojo XD
Jjejejejej, no… la autoría del post está bien como está. Tanto David como yo nos hemos repartido los puntos a tratar, no los días, por lo que en este artículo hay tanto cosas suyas como mías… igual que en el de mañana.
De hecho, el único punto oscuro de este post es que el análisis conceptual ha quedado un poco pobre, limitándose a exponer lo que yo creo que es el tema central de la obra. Y es que, la cantidad de referencias es tal, que se merecían un apartado propio; apartado que veréis mañana y que ha sido sin duda uno de los más complejos en todo el tiempo que llevo escribiendo.
Probablemente mi cómic favorito. Lo leeré con más calma más adelante 😉
QUE PEDAZO ARTICULO!!!muy bueno, sois geniales.
La obra junto a Watchmen tienen un hueco especial en mi corazon y en mi estantería.
El tomo de Norma era recopilatorio y en cartoné, pero precioso no era, eso seguro (ver el canto grisaceo con el número de la colección vértigo al lado de los de Watchmen y Ronin que ellos mismos editaron me dan ganas de llorar, ¿por qué no pudisteis ponerlo fuera de colección, por qué :_?)
Y luego dirán que no somos » profesionales». Joder…felicidades, tete. As usual, pedazo artículo.
Se me ha venido a la cabeza, además de la obra en si, la exposición de originales de V hace un par de años en el Saló de BCN. Lo del tipex haciendo los blancos me dejó de pasta de boniato.
¡Que manera de currrarlo! Sois el mejor blog de cómic que conozco.
Y como articulistas… ¿No trabajais en ningún otro medio escrito?
Es muy bueno vuestro trabajo, mejor que el de muchos profeisonales.
He disfrutado con el análisis de este comic y en general lo hago siempre con lo que hacéis aquí.
No os casais con nadie y estáis haciendo una labor impagable para todas las editoriales del cómic.
Uno lleva ya unos añitos leyendo comic y entiende algo de esto y, la verdad, poneis la miel en los labios para seguir leyendo más cómic.
En fin acabo aquí con el almíbar, pero, hombre, que es que os lo mereceis.
P.D. : Y que no soy familiar de ninguno de los que hacen este blog, eh!
V DE VENDETTA es una de las grandes obras del cómic. La verdad es que ha envejecido muy bien porque el mundo sigue siendo igualmente de asqueroso y retorcido como lo era en los 70 y 80; y la manipulación por parte del govierno sigue existiendo si no ha aumentado. ¡Qué bien supo Moore describir a los que ostentan en poder!
Sin embargo, creo que en la obra se nota que estaba empezando. Para mí WATCHMEN y FROM HELL están más pulidas, ya que son obras donde el autor ya contaba con más experiencia.
Hola a todos, muchas gracias por mi parte y en nombre de David (ya se pasará por aquí esta tarde, que su curro es menos permisivo). En primer lugar, muchísimas gracias a todos por comentar. En segundo lugar…
Miki, es cierto, la puñetera (upss) numeración de colección empañaba el tomo de Norma, pero a los que habían conocido la edición de Zinco les supo a gloria y, lo que está claro, es que la edición Absolute trata ligeramente peor el trabajo de Lloyd.
Alfeizar, muchísimas gracias. Respecto a lo que dices no, no trabajamos para ningún otro medio… sólo para vosotros 😉 Y si te ha gustado lo de hoy, con lo de mañana te vas a quedar encantado.
Zantoblin, sobre lo que dices… lo comparto a medias. Estoy de acuerdo en que la labor documental que había tras From Hell resultó apabullante, y que Watchmen es una obra muchísima más madura respecto a recursos narrativos y estructuración. Pero, a riesgo de parecer hereje, te diré que una me aburre un poco y la otra me deja más bien frío en el terreno emocional e intelectual. Para mí, subjetivamente, por consistencia y sentimentalismo, la obra cumbre de Moore es ésta.
Yo no se si sera la obra cumbre de Moore, pero sin lugar a dudas es una de mis favoritas, por delante de Watchmen y From Hell
Conste Cannonball, que el segundo párrafo del segundo comentario iba concretamente dedicado a ti (y a Phantomas), que sé que este análisis conceptual os debe de haber dejado un poco fríos. Mañana creo que disfrutaréis mucho más. 😉
En todo caso, hoy es día de disfrutar con el excelente y soberbio trabajo que ha hecho David, especialmente en el apartado biográfico (no lo he visto hasta esta mañana y me ha encantado).
Bueno, si hoy no intervengo mas activamente es porque tengo hasta el ultimo minuto del dia ocupado XD.
David y Jose, sois unos profesionales. Qué pedazo de trabajo, que lectura tan estupenda y qué gran artículo. Increíble.
Muy buen articulo. Solo un detalle, me rechina la comparacion entre Hitler y Castro.
«Muchos niños dormiran en la calle esta noche, y ninguno sera cubano»
Muchas gracias, damian…
Respecto a lo que dices, no los comparo en el artículo, sino todo lo contrario. Lo que quiero decir es que tanto uno como el otro («de Hitler a Castro»), con todo lo que hay de diferencia, han acabado sojuzgando a su pueblo. En realidad, con Hitler pocos dictadores en el s. XX se pueden comparar… probablemente Stalin o Pol Pot. Pero ni Castro ni Franco, por poner otro ejemplo contrapuesto, alcanzan semejante nivel de barbarie (si hacemos un balance global de represaliados y no consideramos que la destrucción de una vida humana es un horror por encima de lo cual no hay nada de más valor, claro).
Respecto a la frase… ¿Sabes lo que son las Brigadas de Respuesta Rápida? ¿Los términos en que se define la libertad de prensa en la Constitución cubana? ¿O cuántos partidos políticos hay en Cuba? Evidentemente, Castro habrá hecho cosas positivas para los cubanos, pero eso no es incompatible con que sea un dictador, sanguinario y represivo además.
no tiene na q ver con el articulo, pero lo digo
o revientoo.
proximo tomo de 100 balas en diciembre
bieeeeeeeeeeeeennnnnn!
Acabamos de terminar la segunda parte del artículo y os puedo decir que mañana vais a quedaros anonadados… Creo que es de los artículos más densos y largos que se han hecho en la web; claramente el más extenso si se consideran los dos juntos.
¡Preparaos porque lo que David y yo os hemos preparado os va a encantar!
Hola a todos, y disculpad por no haberme pasado antes por los comentarios! Pero lo cierto es que la preparación de las partes que me correspondían de los dos artículos me tuvieron muy ocupado hasta ultimísima hora 😛
Por la parte que me toca, y me atrevo también a hablar en nombre de José, muchas gracias por vuestras palabras. Ha sido un trabajo titánico, pero creo que ha merecido la pena. Trabajar con José en artículos como los dedicados a Planetary, o los centrados en V de Vendetta, ha sido una auténtica gozada. Espero que de su lectura se desprenda lo bien que nos lo hemos pasado preparándolos!
Un saludo, y muchas gracias por pasaros por aquí para dejar plasmada por escrito vuestra opinión.
Ahora sólo falta una reseña para Watchmen, no?
La tenemos apalabrada para cuando se estrene la película, Fox mediante 😉
Yum, yum… Artículo de José y David sobre la que también es mi obra favorita de Moore (porque Watchmen me gusta pero efectivamente me resulta más fria, no termino de conectar con ninguno de los personajes y ninguno tiene el carisma de V, en mi opinión, y From Hell me aburre soberanamente)
He estado de vacaciones y lo he leido hoy. Voy a por el segundo post y luego ya comentare algo, aunque a estas alturas nadie lo lea
PD: sé que llega tarde, pero gracias por el trabajo de los dos 🙂
Aquí siempre hay alguien leyendo (chin!!!!) XD
Y de nada… escribir es un placer en sí mismo. Y compartir lo que escribes con los lectores, otro igual o más importante. Te veo dentro de una horita o así, porque comprobarás que el segundo artículo es muuuuy largo 😉
Dame algo más de tiempo, que me han liado con el curro y no he podido empezar hasta ahora…
Hombre no hace falta que te lo tomes tan a pecho… Que hay muchos días
Jajajaja… Ya está leida, pero que sepas que odio el teléfono
Bueno vamos a lo que importa.
¿Se ha comrpado alguien esa nueva edición Absolute (tiene cojones) con extras, comentarios en radiocasette de David Lloyd, pelos de la barba de Moore, sombrero cordobés y demas cosas que podían haber puesto en la anterior edición?
¡El menda se la ha comprado! ¿Es buena edición? Sí. ¿Es mejor que la anterior? Sí. ¿Los extras son interesantes? Sí. ¿Podían haberse incluido en la edición anterior? No. La primera edición Absolute de Planeta era de creación propia y salió en el 2008, mientras que aquí se ha usado como base el Absolute americano –y sus extras– publicado en 2009. ¿Justifica una recompra de la obra? Claramente NO. Ni mucho menos. Sólo si se es fanático de la obra a piñón y se venera por encima de todas las cosas… pero la esencia de V de Vendetta, ni que decir tiene, no cambia. ¿Doblar el precio es excesivo? A todas luces sí, aunque el papel empleado y los nuevos extras puedan justificarlo editorialmente.
Gracias Jose, vamos, que por ahora me quedo con mi anterior edición absolute.
Por cierto ayer me compré el primer tomo de Sandman pinta bien aunque el dibujo no me tira mucho, si la obra no me gusta te buscaré y asesinaré, desde el respeto y el cariño, pero lo haré. Aunque también compré Kid Eternity por tu culpa y te lo agradeceré eternamente.
Mi guardaespaldas chino podría matarte con su meñique si intentaras hacer algo así, pero me da en la nariz que no habrá necesidad :p
¡Y celebro que te gustara Kid Eternity!
Pues para mi sigue estando un pasito por detras de Watchmen,a pesar de que la historia y el desarrolo de los personajes son exelentes,no creo que Moore diera todo lo que llevaba dentro,y no creo que fuera hasta watchmen cuandod e verdad demostro porque es y sera el numero uno.
Mi orden de rpeferencia:
WATCHMEN
V
FROM HELL
TOP TEN.
P.D:ARMIN,te gustará,tranquilo.
A la hora de pillarme material del Morrison de Vértigo me guío por tus reseñas, como la de Los Invisbles o Kid Eternity. Por ahora no has fallado y que siga así o pondré a prueba el meñique de tu guardaespaldas oriental.
Pd: La presentación de Sandaman exquisita, con su marcapaginas y todo.
Me gusto mucho leer este garn articulo , ya que dice grandes cosas de esta obra, es una lectura que muchos señores de la guerra deberian temer…
Bravo un exelente articulo, yo tengo el absolute que saco vertigo en el 2009, pero no se tienen nunca suficientes edicones de c for vendetta LOL, saludos felicidades por el gran articulo.
«las tenebrosas calles de Londres adquirieron una nueva dimensión gracias al encomiable trabajo realizado por los coloristas»
Bueno, yo desearía que alguna vez se editase V en su original y tremendo blanco y negro. pero eso es más ciencia ficción que esa Inglaterra fascista, claro (además, sí, la recta final, ya para DC, es en color, y eso… pero insisto, imaginaos este cómic en blanco y negro)(y no digo que el color no sea acertado, que es brillante… pero un añadido: «DC no edita tebeos en blanco y negro», debieron decirle a Lloyd)
Por cierto, me gustaría conocer el tamaño real de la primera edición en la revista Warrior. No tengo datos, puedo equivocarme pero me da que, sin ser el Absolute, tampoco era formato comic-book, sino más grande. Auqnue igual me equivoco, ojo…