Bienvenidos a esta tercera edición de la Batería de Reseñas, en la que se hablará de tomos. De tomos Marvel, para ser precisos. ¿Cuales? Agentes de Atlas, miniserie que no deberíais perderos so pena de que un gorila parlante os atice una colleja; Asombroso Spiderman, con un nuevo y truculento villano a Phil Jimenez a los lápices; Capitán América: el Elegido, en el que Steve Rogers vive sus últimos días; Castigador: Las viudas, con las mujeres de mafiosos muertos planeando hacerle cosas malas a Frank; Penitencia: Dolor sin fin, en el que Bola Veloz con piercings en los pezones lleva a cabo su propia venganza y Los Solitarios, que retoma a los Excelsior, grupo de héroes creado por Brian Vaughan en Runaways.
Agentes de Atlas
Edición original: Agents of Atlas #01-06 y Giant-Size Marvel Adventures: The Avengers #01
Guión: Jeff Parker
Dibujo: Leonard Kirk
La miniserie que nos ocupa, Agentes de Atlas, fue una gran sorpresa cuando se publicó hace un par de años en EEUU. Recibió muy buenas críticas, y eso ha dado lugar a que Marvel se anime a darle una serie regular – y una aparición especial dentro de la Invasión Secreta-. Es un movimiento arriesgado que denota una confianza basada en el éxito que ha cosechado este trabajo de Parker y Kira, consistente en integrar en la continuidad a un grupo de personaje de los años 40-50, anteriores a la fundación de Marvel Comics. Es fácil entender el por qué de las buenas críticas desde las primeras páginas, que cumplen su función de poner sobre aviso al lector de lo que se va a encontrar: acción y aventura en un ambiente desenfadado, intenso y divertido, lleno de sorpresas y buena caracterización. Y lo mejor es que, a medida que lees, a medida que se va descubriendo la trama y conoces a los personajes en mayor profundidad, se va haciendo más interesante.
Agentes de Atlas es una historia de aventuras a la vieja usanza, en la que un grupo de aventureros/investigadores/superhéroes deben desentramar un misterio y acabar con una malvada y enigmática organización criminal que lleva haciendo de las suyas desde los años 50. Los avances están bien distribuidos a lo largo de los seis números, dedicando los primeros a establecer la premisa, dar a conocer a los protagonistas y atribuirles unos rasgos y características definitorias, además de explicar su actual estatus. Todos tienen una historia interesante detrás – algunos orígenes podrían tener su propia miniserie sin demasiado esfuerzo – y personalidades diferentes pero agradables: hay personajes enigmáticos sin ser inescrutables, arrogantes sin ser insoportables, y divertidos sin ser payasos. Cada uno tiene un rol, un papel definido y divertido.
Además de la construcción de la historia y la caracterización, hay muchos aspectos divertidos. Parker trufa la miniserie de pequeños enigmas, incógnitas y misterios, de modo que cada número contiene una sorpresa, aunque la verdad sea dicha, una en particular en bastante barata y poco inspirada. Entre todas consiguen enganchar, y unidas al hecho de que cada ejemplar tiene una buena dosis de acción y aventura, el entretenimiento está garantizado. El desenlace también es muy satisfactorio, y es donde tiene lugar la gran sorpresa que sirve de punto de partida para la miniserie, y es un forma fantástica de «pasar la antorcha», en forma y contenido. En suma, la estructura de Agentes de Atlas como miniserie es ideal: bien pensada, elaborada y escrita, con números jugosos, muchas cosas atractivas que se alejan del objetivo principal y buen ritmo. La edición de Panini incluye un número extra sobre el grupo (un Giant Size Marvel Adventures) que básicamente es una historia de aventuras y acción con los Vengadores y todo lo que hace interesante y divertida a la miniserie.
En cuanto al dibujo de Kirk es notable, y apropiado. Por un lado, es muy versátil y bueno en todo cuanto hace: anatomía, expresividad, composición de página – hay que reconocer su habilidad como narrador, aspecto en el que destaca –, buen manejo de las conversaciones, y un alto grado de detalle en las escenas más complejas, con contenido o con algún momento impresionante que hay que realzar: profesional en todos y cada uno de los aspectos que ha de cubrir un dibujante. No hay nada que se le resista. No obstante sus diseños, su estilo en general, puede resultar un poquito descafeinado.
Agentes de Atlas es una serie muy recomendable y accesible para cualquier aficionado a los superhéroes y las aventuras. Tiene la estructura óptima para esta clase de historias, una caracterización esmerada, acción y muchas, muchísimas ideas interesantes relacionadas con los protagonistas, el desarrollo de la trama… Ofrece algo nuevo, divertido y sorprendente en cada ejemplar: funciona número a número y como un todo, trabaja bien los sub-argumentos, los explica detalladamente y los cierra con estilo. Si todo esto no te convence, también hay una buena cantidad de humor y del espíritu optimista y osado de las grandes aventuras. Si tampoco te convence eso, además tiene un dibujo sólido y completo. Y como guinda, tiene un gorila parlante. Y si esto último no te convence, entonces te has equivocado de afición.
Asombroso Spiderman #23
Edición original: Amazing Spider-Man #552-#554 y Marvel Spotlight: A Brand New Day.
Guión: Bob Gale
Dibujo: Phil Jimenez
Abrimos con un secuencia de un par de páginas que refleja de forma cristalina porqué J.J.Jameson sí era un personaje divertido como editor de un periódico sensacionalista y tendencioso, y el nuevo no lo es. El actual editor resulta odioso pero no divertido ni entrañable, mientras que Jonah sí lo era, alguien a quien era genial odiar. Esto sí que es un daño colateral de “Un día más”. Por lo menos Jonah va a seguir rondando la serie, con un momento estelar en el arco de Dan Slott. En el segundo número, más de lo mismo: el nuevo sigue basando su personalidad en el mismo chiste de no acordarse de los apellidos – ¿no os recuerda al señor Burns cuando no recuerda el apellido de Homer? – y en ser un déspota con sus empleados, mientras que Jonah es… Jonah, y con eso es suficiente. En el tercer número el sub-argumento termina de forma apropiada, y contiene un gran dibujo que hará las delicias de los amantes de las imágenes descontextualizadas.
La miga del arco empieza con Spiderman dedicando un montón de tiempo a detener a un chorizo – si quieres agarrar a alguien que está en medio de la carretera, le lanzas una red desde un punto alto y lo levantas – y varias personas creyéndose a pies juntillas el titular del Bugle, pese a toda su carrera como superhéroe y todo el bien que ha hecho. Cuando el Bugle decía “Spiderman: ¡Amenaza!” era divertido porque hablaba de la amenaza que suponía Spiderman como referente moral, ponía en duda sus actos, etc. Tener un periódico soltando “Spiderman: ¡Asesino!” es mucho más burdo, más tosco, y peor. El número mejora hacia la mitad, con el nacimiento de un nuevo villano – formato clásico, muy, muy clásico – fantásticamente dibujado por Jiménez, que le da una apariencia realmente repugnante con mucho detalle. El final tiene un par de momentos divertidos con las vivencias cotidianas de Peter Parker y las apuestillas de un grupo de villanos.
En el segundo número tiene lugar el enfrentamiento entre Spiderman y el malo. Poco inspirado, la verdad. El villano no es nada interesante, sus poderes no son nada novedoso, y su motivación es aburrida y poco original (“Spiderman y el resto del mundo tienen la culpa de mis problemas, así que Spiderman y el mundo deben morir”). Lo único destacable es su aspecto, y porque lo dibuja Jiménez. La pelea, por supuesto, tampoco da para mucho y no ofrece nada nuevo o impresionante. Bicho feo lanzándole cosas a Spiderman, Spiderman esquivándolas. La pelea concluye en el tercer número gracias a una… debilidad evidente por parte del villano, al que no se echará de menos en absoluto. Poco inspirado, poco interesante y aburrido. Hacia el final se le da algo más de profundidad, pero estoy convencido de que la idea de Gale encontrará un huésped mucho mejor que el actual.
El dibujo de Jiménez es fantástico, como siempre. A él se debe todo el mérito de que el villano resulte impactante, que es lo único destacable de éste personaje. Meticuloso, pulcro y completo, es un hacha en todo cuanto dibuja y además es original y creativo – fantástica la página con las viñetas de fuego – además de muy detallado. Una gozada. La única pega es que, como muchos otros dibujantes, tiende a exagerar las posturas de Spiderman cuando salta, de modo que en vez de parecer un salto natural y ágil, parece que esté jugando al Twister en el aire, con brazos y piernas apuntando en direcciones opuestas.
Este pequeño arco resulta aceptable no gracias a la idea central, sino por algunos buenos momentos que la rodean. El villano es absolutamente pasable, y si Gale quería presentar una idea había dos opciones mejores: materializarla en un personaje mejor, o no materializarla y dejarla en el aire. La pelea entre el villano y Spiderman es aburrida y de molde, y el nuevo editor del Bugle es un asco. Las frases y situaciones divertidas, asi como el fantástico dibujo de Jiménez sacan a flote esta anodina historia.
Capitán América: El Elegido
Edición original: Captain America: The Chosen #01-06
Guión: David Morrell
Dibujo: Mitch Breitweiser
En Capitán América: El elegido tenemos dos escenarios con un elemento en común. El primero es Afganistán, en el que los soldados americanos buscan a Bin Laden mientras intentan que los terroristas suicidas y los terroristas en general no acaben con ellos. El segundo, un laboratorio en el que un agonizante Capitán América, consumido por el suero de súper soldado, vive sus últimos momentos. En ambos escenarios tiene lugar una historia de heroísmo, de coraje, sobre ensalzar valores y cómo estos pueden tomar cuerpo en cualquier persona, con suero o sin él.
El primer escenario, Afganistán, está tratado con la simpleza habitual, sin llegar a ser desesperante. Bin Laden es un tipo que quiere la muerte de todo el mundo, los terroristas suicidas gritan sobre la cantidad de vírgenes que les esperan mientras dirigen sus camiones cargados de bombas contra una embajada, los terroristas aguardan agazapados en la oscuridad para soltar sus granadas, y los soldados americanos disparan desde la cadera y aciertan. Todo de ese palo, o parecido. Muchos detalles tontos, como mandan los cánones, pero por lo menos no ocupan demasiado espacio ni se incide especialmente en ellos. La ambigüedad moral, tan presente en los conflictos bélicos, no existe; y se resume en un ejército de hombre nobles llevando a la paz a un país de desagradecidos que no hacen más que lanzarles granadas y dispararles. Simplista, pero era lo esperable.
Entre las filas de combatientes americanos, un soldado deberá hacer frente a los horrores de la guerra, sacar el valor del fondo de su corazón, sobreponerse a graves peligros y ser un héroe de carne y hueso. Nada que no hayamos leído, y ni siquiera está muy bien escrito. Por ejemplo, en el primer número, la inspiración viene de un Capitán América fantasma que lanza palabras grandes al azar, como si las estuviese recitando. En números posteriores, la motivación y el empuje viene en cómodas dosis de “tú puedes hacerlo”, “tienes que superarlo” y tópicos del estilo. El propósito es bueno, y precisamente lo interesante del Capitán América es que encarna unos valores y unos ideales, pero cuando esos valores e ideales son pintados con una brocha tan gorda, pierden su sentido y su significado, y se ven reducidos a heroísmo de peli de acción.
Otro aspecto negativo es que toda la historia ocupa demasiado. Esto mismo que quiere contar, el hecho de que lo que el Capitán América representa puede encontrar su hogar en cualquier persona que supera sus miedos para ayudar a los demás, se puede contar sin muchos problemas en 24 páginas. A Joe Kelly le bastó una grapa, el Action Comics #775, para hablar sobre lo que encarna Superman, lo que significa, y qué es lo que le hace diferente de los héroes-matón y demás gente en gabardina negra con hábitos de chico malo. Aquí, para contar algo parecido necesita seis números. ¿Con qué se rellena todo el espacio sobrante? Fácil: se recurren a los mismos flash-backs del Capitán América peleándose con nazis que ya hemos visto un millón de veces, y se compara el valor de rescatar a tus compañeros de una cueva perdida en el último rincón de Afganistán a plantarle cara a un perro siendo niño. Todo, muy importante, con la misma falta de sutileza, incluyendo apilar un montón de calaveras, a modo de alfombra, en la viñeta de los nazis.
Hay algunas escenas más o menos buenas, más o menos inspiradoras, pero todas llevan demasiado tiempo. Todo, cualquier paso, cualquier avance de la historia, se ve lastrado por un montón de palabras inspiradoras – que acaban resultando pesadas – y un montón de hechos del pasado – que acaban perdiendo todo su sentido -, o bien en emplear muchas viñetas para contar una acción. En algunos casos, como avanzar por un túnel, tiene sentido para aumentar la presión y la claustrofobia. En otros, como ver al Capi cayendo del cielo, no tanto. En general, sobran muchas páginas.
El segundo escenario, el del Capitán viviendo sus últimos días, también tiene sus aspectos chirriantes. ¿Qué hace con su traje de combate? ¿Por qué no para de repetir las mismas grandes palabras? ¿Por qué nadie intenta nada – ¿Héroes? ¿Compañeros? ¿Alguien? – y se limitan a correr en círculos mientras le monitorizan? Tiene una sorpresa al final bastante inesperada – aunque un poco conveniente, y da la impresión de que no viene a cuento – y las visiones del Capitán América demacrado y consumido resultan muy inquietantes.
Breitweiser, el dibujante, hace su trabajo medianamente bien, y es bastante resultón a la hora de evocar asombro, inspiración, claustrofobia, miedo, y todas las sensaciones que aparecen en el tomo. Su estilo es suficientemente claro aunque no muy meticuloso, y su diseño del Capitán América es normal, con mención especial a sus momentos de mayor decrepitud, en el que impresiona. Sólo puede dar lo mejor de sí mismo en momento concretos, ya que la mayor parte de la historia tiene lugar en un entorno aburrido y soso que no da pie a nada; aunque cuando toca dibujar combates recrea aceptablemente el caos y la confusión.
Resumiendo todo lo de arriba: es fantástico escribir un comic sobre el Capitán América y los ideales que encarna, en serio. Es necesario, y sería una lectura obligada para los guionistas que hacen de él un héroe al uso o peor, que lo retratan como alguien desfasado que no entiende el mundo que le rodea. Pero se puede hacer en mucho menos espacio, siendo mucho menos reiterativo, y menos tópico. El guión es totalmente básico, la narración es pesada, y el contenido es aburrido y poco interesante. Carente de todo aliciente, no motiva a seguir leyendo. Una idea sencilla mal materializada.
MAX Punisher: Las viudas
Edición original: MAX Punisher #43-48
Guión: Garth Ennis
Dibujo: Lan Medina
Garth Ennis centra en esta historia en las grandes olvidadas de todos los relatos de acción y violencia: las víctimas. Es la piedra angular del arco y la razón por la que resulta original, dando un enfoque nuevo al mundo en el que está inmerso nuestro amigo Frank. Como el nombre del tomo indica, la premisa es que cinco viudas de gente asesinada por el Castigador busca venganza. Uno de los grandes riesgos de tratar esta idea es caer en el estereotipo, bien en el positivo o en el negativo. En el estereotipo positivo, por poner un ejemplo, tendríamos a las viudas siendo mucho más frías y calculadoras que los cazurros de sus maridos, elaborando un plan complejo que cubre todas las variables y llevando a cabo la ejecución de forma sibilina y cruel, consiguiendo en un par de horas lo que sus malogrados esposos no han conseguido en años. Es fácil caer en él, e incluso queda bien.
Sin embargo y por suerte, Garth Ennis es mucho más listo que todo eso: escribe a las mujeres convenientemente, como individuos y como grupo. Su plan no es rematadamente elaborado, aunque implica algo de reflexión, documentación previa y una planificación sencilla pero eficaz. En cuanto a la caracterización, la mayoría de las integrantes encarna un estereotipo, no muy estridente pero firme a lo largo de los seis números: el afán de Ennis de burlarse de todo y de todos no conoce límites de género. Un grupo de rivales a la altura y escritas de forma muy convincente.
También cubre la otra cara de las víctimas, aunque analizar exactamente cómo sería chafar una gran sorpresa. Sólo comentar que es una idea no muy descabellada, cruda y dura. Es un concepto de una sola idea, pero Ennis lo maneja de forma que el impacto que causa en su primera aparición se mantenga página a página: lo presenta bien, le da un trasfondo dramático y opresivo, hace que resulte impresionante y violento. Desagradable, trágico y peligroso, es un retrato de la venganza y el odio que encaja bien con el protagonista y lo complementa sin perder su unicidad.
Hay una historia paralela algo menos interesante, pero que Ennis consigue integrar eficazmente dentro del argumento principal, haciendo que tenga un papel propio aunque no mucho que contar. Está bien conducida, pero a veces resulta un tanto superflua, tanto por el espacio dedicado como por su pobre contenido. Tiene sus momentos, eso sí, tanto cómicos como impactantes. Por supuesto, el otorgar tanto protagonismo a los secundarios – víctimas de un lado y de otro, sub-argumentos… – hace que Frank apenas tenga un par de palabras: parece arrastrado por la historia, más que participar en ella. Como historia en general está muy bien, tiene personajes interesantes y una trama a la altura: Ennis sigue sabiendo sacarle jugo a la mecánica del Castigador cargándose a mafiosos, presentando nuevas ideas y desarrollando las viejas a la vez que resulta impactante y sorprendente.
El dibujo de Medina es perfecto para retratar la crudeza de la historia. Los diseños de los personajes son buenos, las escenas de acción son chulísimas, la violencia es salvaje. Bien narrado y con mucha fuerza. El único problema es que algunas personas tienen unas posturas algo estáticas o poco naturales. Por lo demás, un dibujante sólido y muy adecuado.
Penitencia: Dolor sin fin
Edición original: Penance: Endless Pain #01-#05
Guión: Paul Jenkins
Dibujo: Paul Gulacy
Penitencia mola mucho, ¿sabes? Mola muchísimo. Mola tanto, tanto, tanto, que para que no lo olvides Jenkins va a repetírtelo durante todas y cada una de las páginas del tomo. No importa que fuese una de las ideas más estúpidas de la Guerra Civil, Penitencia mola cantidad. Pero empecemos por el principio. Penitencia en su día fue Robbie Baldwin, Bola Veloz, héroe jovial que rebotaba. Hasta que un accidente en el que se vio implicado mató a 600 personas. Como ya se encargó Chica Ardilla de recordarle en el imprescindible Vengadores de los Grandes Lagos, esa cifra es una nadería comparada con otras masacres que han tenido lugar en el Universo Marvel en la que los héroes se han visto implicados, y todos y cada uno de los aspectos de su error ya han sido cometidos con anterioridad y multiplicados por mil. Pero en fin. El caso es que el profundo dolor que le suponen todas esas muertes no le hacen ser un héroe mejor, aprender de sus errores y madurar: es una reacción mucho más adulta y profunda enfundarse un traje de masoquista y desplegar poderes que surgen del dolor… pues vale.
Es como aquellas conversiones de los años 90 en las que un personaje heroico era deformado hasta más allá de todo reconocimiento para adecuarse a los cánones guays y pistoleros de la época. Robbie como personaje gracioso no está bien, así que vamos a convertirlo en un autista emocional con mucho sufrimiento y mucho dolor, con piercings en los pezones, cachimbas en su cuarto y botas de tacón cubano y un clavo en la punta. No resulta serio, no transmite su sufrimiento: sólo resulta exagerado, histriónico y ridículo. Es la versión superheroica y ampliada de un chaval de 16 años que se hace cortes en los brazos porque se le ha muerto el gato: no despierta compasión, despierta risa y ganas de darle un capón para que espabile.
En cualquier caso, Jenkins es consciente del material con el que va a tener que trabajar, así que lleva a cabo hercúleos esfuerzos para que resulte lo más molón y chulo posible. Y acaba siendo doloroso. Es más pícaro que los Thunderbolts, más chulo que Lobezno, más listo que Mister Fantástico, más astuto que el Doctor Muerte, más malo que el más malo de los villanos, implacable, imparable, y hasta resulta atractivo para las mujeres. Porque a las chicas les encantan los chalados que anotan números en un cuaderno mientras murmuran incoherencias, al parecer. Por supuesto, para que él resulte aún más chulo, el mundo entero pasa a girar a su alrededor, y el mismo Tony Stark le da muchísima importancia a su manía con los números cuando cualquiera con dos dedos de frente se los tomaría como lo que son: los desvaríos de un chalado a los que tampoco hay que dar demasiada importancia.
La historia trata sobre Penitencia llevando a cabo un plan de venganza que le lleva a visitar varios personajes y localizaciones del Universo Marvel, demostrando en cada instante lo atractivamente trágico que es. No sólo es que el personaje sea una muy mala idea, no sólo es que haya momentos en los que dé risa, es que la insistencia del guionista por encumbrarlo empalaga. Eso sí, el final está bien y resulta bastante impactante. Además, da un paso hacia la recuperación: esta dirección también ha sido adoptada por Ellis en los Thunderbolts, pero con mucho más cachondeo y mala leche, que queda mejor que toda este pedazo de drama.
Para encontrar atractivo este tomo tendrías que ser el fan número uno del personaje, o al menos el fan número uno de enfundar a personajes en armaduras, taladrar sus pezones y hacerlos tristes y amargados. Pero ni por esas, dado que la historia no planta nada original, y los buenos momentos se limitan al final, en el que las piezas encajan y hay una escena potente. Hay algunas peleas aquí y allá, pero lo vago y poco original de los poderes de Penitencia les restan bastante encanto. Los aspectos positivos son muy escasos, y se ven sepultados por un personaje y una historia de los que cuanto menos se hable, mejor. El dibujo de Gulacy está bastante bien en general, aunque en algunas ocasiones se va a los extremos de la expresividad, y mientras algunas expresiones faciales son exageradas, otras son totalmente acartonadas. Correcto en anatomía – pese a cierto estatismo – y narración, algunas escenas de pelea con muchas explosiones y efectos deben todo su impacto a él. Es muy detallado y meticuloso en la mayoría de diseños, aunque algunos en particular, como Veneno, resultan feos.
Solitarios: La vida secreta de los superhéroes.
Edición original: Loners #01-#06
Guión: C.B. Cebulski
Dibujo: Karl Moline
¿Esta miniserie en una palabra? Confusa. Muy, muy confusa. No confundir con compleja, complicada, enrevesada, personal o experimental. Nada de eso. Confusa, con todas las letras. Para empezar, no parece tener muy clara su dirección. La secuencia del principio puede invitarte a pensar que trata sobre seguir adelante con una sonrisa, motivación, optimismo, etcétera. Y no sólo esa, hay muchos momentos en los que los personajes le dan un gran portazo a su auto-indulgencia, deciden hacer algo con sus vidas y protagonizar momentos superheroicos… hasta que, sin razón aparente, vuelven a caer en la mecánica destructiva de lamerse las heridas, lamentarse del pasado, llorar y gemir. Ahora están manteniendo una conversación normal, ahora están siendo unos bordes. Ahora son optimistas y valientes, ahora son depresivos y tristes. El resultado es una historia que da unos soberanos bandazos y no parece encontrar su propósito o una idea que la sustente.
En cuanto a los personajes, se agradecería algo más de habilidad social por su parte. Es comprensible que estén atravesando una situación delicada pero su interacción deja bastante, pero bastante que desear. Está simplificada, y hay un montón de discusiones y momentos de tensión gratuitos e innecesarios. Algunos muestran una gran madurez y resolución en algunos momentos, y luego pasan a mostrarse completamente diferentes. En cuanto a la historia, las partes superheroicas son las mejores del comic, precisamente porque tratan sobre echarle un par de narices a la vida, dejar los problemas atrás y afrontar el mundo de una forma valiente. Se agradecen mucho, y es inspirador ver cómo los personajes superan sus complejos y problemas. En el otro lado de la balanza, y con la misma frecuencia, hay un montón de momentos depresivos y deprimentes. Por ejemplo, unas fantásticas sesiones de terapia de grupo… sin terapeuta, dirección o propósito que no sea lamerse las heridas, y hundirse progresivamente.
Hay una trama debajo de los personajes gritándose, pero nunca pasa de normalita. Tiene algunos giros potentes, pero así lo que consigue es… más confusión. Es totalmente impredecible, pero no en el buen sentido de la palabra, sino en el sentido de que nunca sabes qué protagonista va a pegar un cambio radical o qué nuevo elemento sin mencionar va a aparecer de improvisto. Y eso que con un poco de coherencia, Solitarios ganaría mucho. Sólo con un poco. Los protagonistas son un muy buen material, y cuando no están rozando la frontera de la bipolaridad, algunos tienen muchos momentos interesantes a lo largo de la historia que bien aprovechados y conducidos darían buenos resultados. Y que sus actos estuviesen impulsados por algo más que un “ahora parece un buen momento”. También estaría bien que explicase o presentase las nuevas incorporaciones. O que los enemigos tuviesen alguna motivación. Solitarios tiene muchos agujeros que cubrir, muchos, y minan el resultado.
El dibujo es bastante feo y simple, poco fino. Mejora sustancialmente en el último número, en el que el entintado corre a cargo de otra persona, y gana en claridad y definición, ¿por qué no lo harían desde el principio? Es bastante simple y no destaca particularmente por nada: algunas escenas de pelea puntuales están bien, pero nada más. Las expresiones, las conversaciones, las perspectivas… todo es muy soso, con un aspecto poco atractivo.
AGENTES DE ATLAS: Must Have. Pero Panini se ha encargado de cargarse «las sorpresas» del Tomo sacandolo mas tarde que WWH.
Anyway, Must Have.
Y la de Penitencia está por ver si no es un What If? extremo Lo del final no es compatible con lo explicado después en las series Marvel.
Veremos. 😉
Lo siento mucho pero el dibujo de la mini de penitencia me parece directamente triste, no malo, ni siquiera malo, me parece triste, ni proporciones, ni composicion, ni detalle, no lo salva nada, hace que la historia sea de por si mas dolorosa de leer, historia que se estan encargando de hacernos ver que no existe, tomate la pastillita azul, no has leido esto en tu vida porque esto no se ha escrito…
Es que… verás, Bola Veloz no era una persona muy madura. Nunca lo ha sido.
Simpático homenaje a «El club de los cinco»… 😛
Pues a mi no me van a estropear AGENT OF ATLAS porque dejé WWH porque me aburría muuuuuuuuuucho. Otro motivo más por la que me alegro haberla dejado.
Parasiempre, siento decirte que con que te hayas pillado simplemente el primero, con el incredible hulk 107 usa, ya te han spoileado Agentes de Atlas. So sorry.
Ah, por lo de… ora?. Pensé que era otra cosa. En cualquier caso, WWH: Bostezo grande.
Aye. Y no es cosa menor, ojo. Gran parte de la gracia de la mini está en esos detalles.
Asombros Spiderman es para tirarlo a la basura directamente. Y no sólo los arcos de Gale.
Joder, pero si WWH mola mil. Hubiera molado más si los héroes hubieran zurrado a Hulk… pero molar mola.
El cómic no lo he leído pero yo creo que Penitencia es una creación de las más interesantes de los últimos años. Estuvo coherentemente contado en Primera Linea aunque sea cierto que ya allí daban ganas de darle un par de hostias a Robbie pero va con el personaje. Y también ha sido coherentemente tratado por Warren Ellis en Thunderbots haciendo que sea junto a Norman Osborn de los personajes más interesantes del cómic.
MAX PUNISHER: LAS VIUDAS
¿Alguien puede decirme a quien han dejado en agosto en Panini al cargo que han conseguido sacar este tomo con la misma portada repetida varias veces en el interior y privandonos así de disfrutar de las portadas originales.
Espero que lo enmenden en el siguiente tomo e incluyan las de este tomo y el siguiente.