Usagi Yojimbo: Traidores de la tierra

 

Edición original: Dark Horse Comics – 2001, 2007, 2009, 2012
Edición España: Planeta DeAgostini Comics – febrero 2013
Guión: Stan Sakai
Dibujo: Stan Sakai
Entintado: Stan Sakai
Portada: Stan Sakai
Precio: 12,95 euros (tomo en rústica de doscientas páginas)

 

Nueva entrega de las aventuras del ronin de orejas largas creado hace casi treinta años por Stan Sakai, con la cual la edición española acorta un poco más la larga distancia que la separaba de la estadounidense. A riesgo de repetirme cual ajo arriero en gazpacho peleón, el hecho de que Planeta DeAgostini conserve pocas licencias en lo que a cómic estadounidense se refiere ha supuesto una auténtica bendición para la afición patria a las aventuras de Miyamoto Usagi, que durante varios años se vio limitada a la magra ración de uno o dos tomos anuales y gracias.

Después de El regreso del alma negra, donde Sakai pagaba una vieja deuda con los lectores contando el origen de la espada de los dioses, han tocado dos entregas con historias y arcos argumentales cortos. En esta ocasión don Stan echa mano de viejos conocidos del personaje y la afición como la ladrona Kitsune –que ha vuelto a robar algo que la pone en peligro- o el exterminador de demonios Sasuké –del que aprovecha para contar un poquito más, aunque tampoco demasiado-. Esta primera aventura presenta una historia en la que estos tres personajes se encuentran con las maquinaciones de un hechicero para movilizar (y nunca mejor dicho) a una masa de samuráis no-muertos. La historia tiene elementos que recuerdan tanto a los del ejército maldito de El Señor de los Anillos como a la exitosa The walking dead, en lo que supone una curiosa incursión de autor y personaje en el mundo de los zombis, siempre con la habilidad que caracteriza al primero para meter al segundo en tramas de muy mal rollo. Uno de los detalles que demuestran la habilidad de Sakai como creador es el hecho de que el lector se olvide de que los protagonistas son animales antropomórficos, algo que parece dificultoso si se pretenden contar historias de terror con los mismos. Épica, humor, drama… el “tebeo-río” que es Usagi Yojimbo tiene espacio para todo.

Las historias siguientes constituyen una combinación de géneros que llevan a Usagi desde el terror “zombificado” a los misterios detectivescos, para luego desembocar en una trama que evoca argumentos clásicos del salvaje oeste. El relato del pistolero –en este caso espadachín- solitario que acaba cruzándose en el camino de una banda de forajidos y cuya presencia obliga a los lugareños a plantearse su postura. ¿Ayudar al extraño y arriesgarse a sufrir las iras de los bandoleros o venderle y salvar la vida para vivirla bajo el temor de los mismos?

Por último tenemos una historia en la que el pasado de Usagi vuelve para cuestionarle si un samurái leal puede vivir bajo el mismo cielo que el asesino de su señor. Sabemos de antiguo que el orejudo se convirtió en un ronin cuando su señor cayó en la batalla de la llanura de Adachi ante las fuerzas del señor oscuro Hikiji. El clan Mifune fue abolido, sus bienes puestos a disposición del vencedor y sus supervivientes perseguidos. El líder del sol negro es una presencia constante pero lejana en la vida de Usagi. Solo se ha visto su rostro en una ocasión y es muy probable que no recuerde al samurái que intentó plantarle cara en Adachigahara, que a su vez es el mismo que frustró uno de sus primeros planes contra el joven señor Noriyuki del clan Geishu. Hikiji se mueve en el mundo de la alta política, el del shogunato y las conspiraciones para derrocarlo y devolver el poder al Mikado, pero al mover sus hilos afecta a las vidas de miles de personas, entre ellas la de Usagi.

Como añadidos igualmente interesantes tenemos algunas historias del pasado reciente y no tan reciente del protagonista, de su niñez junto al maestro Katsuichi y de sus viajes junto a su hijo Jotaro. Todo ello –más un divertido duelo con Groo- constituye una nueva entrega con la que los lectores veteranos disfrutarán y los curiosos tendrán oportunidad de subirse al carro de Usagi Yojimbo.