Lo desconocido de sus secundarios. Lo sincopado de su publicación en castellano, con los huecos que eso produce en la “biografía conocida” de todos sus personajes llena, por otra parte, de recreaciones y revisitaciones. En general, la falta de familiaridad para con todo un universo tan longevo, obligan a que ésta sea una visita que debe ser guiada. Y lejos de que los articulistas se pierdan en curiosidades editoriales del tipo “El mundo DC de Raimón Fonseca” – como alguien pedía por ahí -, se impone la necesidad de una continuada y serializada presentación de todos los personajes que vayan desfilando por sus tebeos. Como en su día hizo magistralmente Ediciones Zinco en su publicación de Crisis en Tierras Infinitas.
Quizás, además, esos cicerones creen la DC-cultura suficiente como para ayudar al lector medio a esperar y pedir más allá de las reediciones obvias de material ya publicado aquí. No todo se acaba en el Superman de Byrne o la Liga de Giffen y DeMatties. La historia de DC está llena de experimentos autorales sumamente desconocidos aquí que merecen dejar de serlo. Porque hay un Deadman de Neal Adams y no sólo un Batman. Porque Kubert no sólo surcó los cielos del Universo DC con Enemy Ace, sino que también se hizo con las alas de Hawkman. Porque tan brillante es el Spectre de Jim Aparo como su Aquaman o su Phantom Stranger, incluso más. Adams, Kubert, Aparo, Gil Kane, José Luís García López, Howard Chaykin… han llenado páginas y páginas para DC que aquí nunca hemos podido ver. Y por entre medías de todos esos pequeños clásicos más o menos reconocidos, muchas y muchas más obras que, sin haber sido éxitos, no van faltadas de calidad. el Thriller de Robert Loren Fleming y Trevor Von Eeden, el Green Arrow de este último, el Martian Manhunter de Gerard Jones y Eduardo Barreto o el de John Ostrander y Tom Mandrake, su Spectre…
Todo un Dcverso por descubrir. Seguramente, será ahora o nunca.