Edición original: Gifts of the night (Vertigo, 1999).
Edición nacional/ España: Los dones de la noche (Norma, 2000).
Guión: Paul Chadwick.
Dibujo: John Bolton.
Color: John Bolton.
Formato: Prestigio.
Precio: 750 pts/u.
En 1999 el sello Vertigo brillaba con luz propia en el panorama de la historieta USA y, por ende, mundial. Con obras como La Cosa del Pantano, Sandman, Predicador, Shade, Transmetropolitan, etc. aunaba prestigio y buenas ventas, gracias a la inspirada dirección de Karen Berger y a unos beneficios contractuales insólitos en una de las grandes. No es de extrañar, pues, con la cantidad de tebeos admirables producidos al mismo tiempo que la indiferencia ahogara propuestas más modestas o atípicas respecto al tronco principal. Es el caso de Los dones de la noche, extraordinario relato de un ficticio medievo escrito por Paul Chadwick e ilustrado por John Bolton.
Los Dones de la Noche cuenta la historia de Reyes, erudito real preceptor del primogénito del reino: Madgin, un niño ingenuo y soñador que imagina fantasías a la luz del fuego. ¿O no las imagina? El monarca está convencido de que su hijo tiene un don y que su clarividencia está inspirada por los dioses. Esta confianza parece refrendada por una sugerencia de Madgin que les lleva a la victoria en un conflicto gravoso y duradero. Pero Reyes sabe que la inspiración del niño es bastante más terrenal… Comienza así un cruel juego de poder con derivaciones insospechadas y terribles.
Chadwick nos regala un cuento adulto e incómodo, apasionante refrendo de la máxima: “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”. Narrado en primera persona, no es, sin embargo, riguroso con el punto de vista, contagiado sin duda de las veleidades del cine en este sentido, lo que atenúa el suspense. Nada demasiado grave, por otro lado. El relato se centra en otros intereses, particularmente en la apertura de Reyes a una vida distinta de la que había soñado: acostumbrado a horas de estudio encerrado en una biblioteca, el descubrimiento del amor, el poder… le emborrachan los sentidos. No está preparado. La vida en la corte es dura. El rey, un tipo bronco y supersticioso, abraza una idea de justicia que se diluye entre sus consejeros y cortesanos. Sólo hace falta ver sus rostros patibularios para comprender que les rigen la ambición y la crueldad. Y Reyes es, en esencia, un idealista. Profesa, además, un culto que no es el mayoritario. El creador de Concrete lo camufla bajo el término “heironismo”, pero apenas disimula que se trata del pueblo judío, incluidas las acusaciones frecuentes de usura y la persecución inquisitorial por los dislates más peregrinos.
Se respira también una desesperanza provocada por la certeza de que la inocencia no puede sobrevivir en un mundo como este, no sólo porque es destruida o mancillada sino porque es peligrosa. Es una idea que puede rastrearse en grandes autores, desde el Steinbeck de De ratones y hombres al Moore de Miracleman. Presentada como una pasión arrebatadora y, en el fondo, inútil, Chadwick ni siquiera otorga el respiro del amor. El mismo título es irónico y descorazonador, como nos revela la última viñeta de la historia. Como inspirada por el McCartney de Eleanor Rigby, uno de sus versos la define:
Aviso de Spoiler |
Bolton, quien empezó su carrera en la senda del maestro Foster en títulos como Kull, Marada o Dragón Negro, se ha ido despojando de su academicismo anatómico en aras de un impresionismo pictórico a medio camino entre ilustradores norteamericanos como N.C. Wyeth o Frazetta y la tradición europea; en particular este trabajo, como acertadamente observaba Lorenzo F. Díaz, “bebe de la tradición simbólica de la pintura clásica”, lo que lo diferencia nítidamente de obras donde ya había probado el color directo, como Los libros de la magia. En Los dones de la noche -como en el Stray Toasters de Sienkiewicz– las ilustraciones tienen a menudo un acercamiento psicologista y no sólo una pretensión figurativa, de suerte que si Reyes afirma que, al leer, “mis compañeros eran hombres muertos que hablaban desde el pasado”, unas caras afables asoman de las cubiertas de los libros para susurrar sus secretos. Esta técnica se repite a lo largo del libro y, por ejemplo, un ángel aparece sobre Madgin durante su triunfal desfile ante la multitud o Reyes se convierte en insecto, cual Gregory Samsa, al sentirse despreciado e inmundo. Tampoco Bolton ha olvidado viejos recursos y un primer plano de Clara, la niñera de Madgin, retratada a la manera de los pintores flamencos, funciona como el típico contraplano cinematográfico donde el chico se fija en la chica. Chadwick rema en la misma dirección: sus textos conjugan metáforas sencillas con exposiciones directas, incluso secas, eludiendo cualquier afectación o recargo.
Poco amigo de alardes vacuos como extraer a los personajes del marco de la viñeta, Bolton recurre a encuadres y perspectivas naturales. La narración -dentro de lo dicho- se podría tildar de “clásica”, con esa robustez que otorga el descansar sobre una historia bien contada. Abundan las viñetas grandes (rara vez se superan las cuatro por página), aún cuando los detalles del fondo estén desdibujados y se confíe en el color para rellenarlos. En su paleta destacan los matices cálidos, con un fuerte predominio del “color base”, incluso pasando por encima de los puntos de iluminación, lo que refuerza esa sensación de irrealidad, como de cuento, buscada por el relato.
Chadwick y Bolton trascienden la trama -que, no nos engañemos, es bastante sencillita- con un fresco potente sobre la fatalidad inherente a la combinación de ingenuidad y poder. La propuesta, por su inteligencia y su renuencia a confiar en tópicos (como el “salvador” o “el poder redentor del amor”), se acerca más al desencanto y la desmitificación que se asocia al álbum europeo que a la aventura y al combate entre el bien y el mal que atribuimos -tal vez injustamente- a la ficción norteamericana mayoritaria. Deja un poso, además, que se enriquecerá en nuevas lecturas.
Los dones de la noche fue publicada originalmente como una serie limitada en cuatro partes en 1999. Norma Editorial la trajo a España en 2000 en dos prestigios (números 112 y 116 de su colección Vertigo). No ha sido reeditada desde entonces.
¡Buf! La leí hace ya la tira…
Aunque no me pareció una obra maestra ni me dejó epatado sí que me gustó. Mucho. No sé si es el calificativo que mejor le cuadra, pero es el que se me viene ahora a la cabeza: sugerente. Esa atmósfera de fábula, el color…
Es uno de los trabajos de Bolton (de los que he leído, vaya) que más me gustan. (No mucho después me leí su Man Bat y le prefiero aquí, pero de lejos.)
Gracias por refrescarme la memoria, Agrafojo, que este cómic lleva mucho descansando en la estantería. Toca relectura.
Yo no la he leído, pero creo que la he visto entre los venerables descatalogados de Vertigo de Norma, así que… 😉
No sé si obra maestra, Retranqueiro, pero la revisión le sienta estupendamente. Doy fe.
Me gusta mucho Bolton, incluso en sus trabajos «menores» con superhéroes como sus historias de complemento en Classic X-Men o su participación en el Anual de Wonder Woman. Hasta compré un par de sus art books, algo que sólo consigue gente como Frazetta o Bolland. Es de esa gente, como Nowlan, que no se entiende cómo no es más popular. Y su compenetración con el guion de Chadwick… maravillosa.
Una de las joyitas de mi colección y uno de los cómics menos conocidos de la línea Vertigo. ¡No pensé que lo vería reseñado algún día! Y además con tantísimo cariño como el que ha puesto Javier. ¡Una gozada de reseña, sí señor! Si se aceptan peticiones, me gustaría ver una reseña de Creo en Frankie. 😉
José Torralba ha comentado: me gustaría ver una reseña de Creo en Frankie.
CREO EN FRANKIE.
Escrito por: Ocioso el día 16 de abril 2013
Está de puta madre porque da mucha risa.
Posteado por Ocioso en Comentarios.
Etiquetas: puta madre risa
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Ya no puedo vivir sin tener ese cómic. Gracias por tu estupenda reseña, Ocioso. Breve, clara, concisa, contundente…
A ver si aprenden los de Mundo Independiente, hombreya!
XDDDDDDD
(Casi me he reído tanto como con aquel de Yo casta Tú puta)
Retranqueiro ha comentado: Ya no puedo vivir sin tener ese cómic.
Pues lo tienen a un euro en los carrefures desde hace años y en cualquier sitio que vendan saldos. Formato prestigio otoñal, pero a un euro.
Lo leí hace años y recuerdo que me gustó la historia y el dibujo, pero tampoco me pareció la obra maestra que algunos comentáis. Es un comic correcto, eso sí, y entretenido pero para mí no destacaba especialmente entre otros comics que me había leído. Digamos que «no me llegó».
De ésa época en la que Norma editaba miniseries de Vértigo en formato prestígio recuerdo: Brujería, La Hora Bruja, La chica que quería ser Muerte, Destino, etc… todas ellas muy correctas y bastante entretenidas pero que no me calaron.
Tal vez deba leerlas de nuevo y ver si con los años han mejorado o no… creo que los tengo guardados por alguna parte. 😉
no sabía que los carrefoures saldaran vertigos!?! estamos seguros?
Bueno, en nuestro caso el ex-Pryca de Los Fresnos, ahora Carrefour. De vez en cuando desaparecen los Vertigos pero al cabo de unos meses ¡pop! ahí están de nuevo.
coñe! pues me hago la compra ahí de vez en cuando y nunca le había prestado mayor atención a la ¿sección? de tebeos; la próxima vez le echaré un ojo; gracias por el soplo (por cierto, has estado en amarcord? -en la c/ la merced-, la he visto hoy al mediodía al salir del curro y no sabía de su existencia)
Pues digo lo mismo que Drummer; habrá que ir a echar un ojo al carrefú. Que además, con ese precio seguro que nor lo quitan de lah mano.
Me gusta mucho Bolton, incluso en sus trabajos “menores” con superhéroes
Sí, a mí también me parece muy bueno. Y es verdad que extraña que no sea más conocido o no haya tenido más relevancia. Pero también es verdad que, en cierta manera, es incluso lógico. El estilo de Bolton está bastante alejado del que se suele ver en el cómic de superhéroes; no ya por su trazo sino que su forma de mover a los personajes suele estar en la antítesis de la acción y el melodrama hiperbólicos típicos de los superhéroes. O tal vez sea simplemente que a la mayoría no le gusta su dibujo. En las historias de complemento de Classic X-Men se salía, pero también se beneficiaba de unos guiones que exploraban el lado humano de los personajes por encima del metahumano.
Otro de Bolton que me encanta es uno de Kull. No recuerdo el título, pero puedo decir que probablemente sea el tebeo de Kull que más me gustó; al menos a nivel gráfico.
El Aventuras Bizarras nº 12, con guiones de Doug Moench. Está controlado. Caerá por aquí a su debido tiempo, Retranqueiro. 😉
Creo en Frankie se me escapó en su día, José. Por los comentarios, veo que hice mal. Veremos qué se puede hacer para remediarlo. (¿Un Carrefour, decís? ¡Hum!)
El carrefour de Colmenar Viejo tiene -o ha tenido- de saldo hasta números de la edición original de Zinco de V de Vendetta. La última vez que pasé a hacer la compra por ahí, me llevé el Johnny Double de Azzarello y Risso por un eurito de ná.
Y estoy de acuerdo cien por cien con la reseña de Javier. Joyita en la estantería.