Edición España: Norma Editorial – 2008
Guión: Francisco Pérez Navarro
Dibujo: Martín Saurí
Entintado: Martín Saurí
Portada: Martín Saurí
Precio: 16 euros (novela gráfica en tapa dura de sesenta y cuatro páginas)
La mitología griega ha sido desde siempre una fuente inagotable de la que han tirado quienes se han dedicado al mundo de la ficción como entretenimiento. La épica de Homero sigue siendo, casi tres mil años después de su aparición, tan fascinante para nosotros como para lo fuera para los helenos. Tal es así, que su aparición marca, para algunos, el inicio de la cultura clásica (que a su vez, se considera el germen principal de la occidental) pero ésa no es una historia para contar aquí. Baste decir que, sólo la Ilíada y la Odisea han inspirado multitud de novelas, películas, series de televisión y, cómo no, tebeos (como por ejemplo, la laureada Edad de Bronce de Eric Shanower o el memorable anime Ulises 31). Hoy hablaremos de uno de esos cómic que, por esas circunstancias de la vida, se realizó en España hace treinta años.
Esta Odisea que ha sacado al mercado Norma Editorial no es sino una edición conmemorativa de los veinticinco años de una obra a través de la cual, dos autores por entonces novatos y hoy venerables veteranos del mundo de la viñeta, hacían su particular homenaje a la obra de Homero, sintetizándola y dándonos una visión más ligera, al menos en cuanto a acontecimientos, de los avatares sufridos por Ulises en su regreso a Ítaca, una vez finalizó la guerra de Troya. Pérez Navarro realizó un resumen de tales andanzas, que Martín Saurí trasladaría a unas imágenes cargadas de fuerza, que transmiten las emociones del atribulado Odiseo, en su viaje de diez años. Una de las obras cumbre de la épica, condensada en una novela gráfica de sesenta y cuatro páginas. Su mayor virtud y, probablemente, su principal defecto. Al igual que sucede con su altamente recomendable versión de los ciclos artúricos, guionista e ilustrador hacen una versión resumida del original que, con todo, recoge las esencias del clásico homérico.
Para poder meter la Odisea en tan reducido número de páginas, es inevitable que haya que dejar partes del viaje en el camino. Eso supone que, en no pocas ocasiones, los autores pasen casi de puntillas por pasajes que en el original son mucho más importantes (como por ejemplo, el encuentro entre Ulises y su hijo Telémaco o la ejecución de la venganza de ambos contra los pretendientes de Penélope). Dejando aparte esta cuestión, la obra sigue siendo, treinta años después, una adaptación digna del mito y una buena forma de iniciarse en la lectura del mismo. Un buen desafío el trabajo para acometer la traslación de una obra cuyo protagonista se ha convertido en el arquetipo de la maña frente a la fuerza. Ulises, el de las mil astucias, el de las ideas luminosas que cumplieron los designios de los dioses olímpicos para que Troya cayera; el que habría de verse amenazado y tentado en su tortuoso y accidentado camino de regreso a Ítaca; tan digno de admiración como de desconfianza por parte de sus iguales; protegido por Atenea y perseguido por Poseidón ¿qué otros héroes legendarios de la Helade han alcanzado un reconocimiento equivalente al del taimado Odiseo? Es precisamente esa profusión de versiones en todos los niveles y modos -¿artes?- del entretenimiento la que convierte en tarea poco sencilla la salida de una más. Sin embargo, el éxito de esta nueva edición, posterior en casi tres décadas, es indicativo de su valía, más aún en un ámbito (el de los tebeos) donde predomina no pocas veces la reiteración del arquetipo en productos de leer y tirar. Mención especial merecen las primorosas ilustraciones de Martín Saurí, auténticos “cuadros” que reflejan las escenas escogidas para ilustrar el relato. Cada página es una auténtica delicia que se puede disfrutar largamente, pero que también refleja un problema que en Arturo se hará más patente: un exceso de estatismo que provoca la sensación de que ese conjunto de imágenes no termina de hilvanarse de forma fluida para conformar un cómic. En la historia de los Pendragones la narración se configurará con dibujos más dinámicos pero con un resultado que quizá está por debajo del que puede comprobarse aquí.
Con todo siempre es una grata noticia comprobar que tres décadas después guionista e ilustrador siguen sacando proyectos a la luz y aplicando las enseñanzas obtenidas durante todo este tiempo. Si en La Odisea Pérez Navarro se ceñía a las pautas generales del original, en Arturo mostrará una versión más personal que constituye un soplo de aire fresco cuando se pasea por fincas tan transitadas. ¿Con qué nuevo clásico nos sorprenderán?
Pues más de una vez le eché un ojo a este tebeo. Pero, al final, siempre lo acabé dejando de nuevo en la estantería precisamente por lo que comentas del estatismo y el abigarramiento de los dibujos.
Pues yo no compré este comic en su momento, potque andaba bastante corto de presupuesto, y siguiendo varias series regulares (algunas de ellas bastante insulsas), con lo cual no me sobraba dinero para compras «extras». Además creo recordar que lo sacaron para un Salón del Comic, con lo cual ya tuve bastantes gastos extra con las Novedades de Forum, Norma, etc..
Quizas ahora pueda resarcir mi error. Independientemente de los fallos del comic, creo que la adpatación de obras literarias a este medio es un necesario paso para la madurez del género. Además estas adaptaciones pueden llevar a los más jovenes a dar el salto del comic a la Literatura, yo dí ese salto a través de series de dibujosanimados como Willy Fogg o los Mosqueperros, que me llevarona a leer los originales de Verne y Dumas, pero el comic puede servir perfectamente como «trampolín» para dar ese salto de un medio a otro.
No hace mucho me hice con este tomo ya que conocía la obra y estaba deseando incorporarla a mi colección.
El apartado gráfico en un glorioso blanco y negro es increíble, para mi el mejor trabajo de Martín Saurí y una delicia para la vista, este tipo de dibujo tan trabajado y metódico es difícil de ver hoy en día por eso esta obra es imprescindible, no me canso de leerla y de disfrutar de sus maravillosas viñetas donde uno no sabe bien donde fijarse, una obra redonda e irrepetible.