Rubia de verano

4
2141
 

Edición original: Optic Nerve#5-8 (Drawn&Quaterly, 2003).
Edición nacional/ España: Rubia de verano (La Cúpula, 2005).
Guión y Dibujo: Adrian Tomine.
Color: B/N.
Formato: Tomo 128 págs.
Precio: 9€.

 

Decíamos ayer sobre las historias cortas, sus ventajas, inconvenientes y exigencias. Hoy abundaremos con uno de sus cultivadores más conspicuos dentro del panorama actual.

Adrian Tomine nació en 1974 en Sacramento, California y se licenció en literatura inglesa por la Universidad de Berkeley. De niño leía Spider-Man y los cómics de Indiana Jones, pero sus influencias profesionales pueden rastrearse en el mundillo independiente, en creadores como Jaime Hernández, Daniel Clowes o Chris Ware. Siguiendo su estela, empezó autopublicándose la revista Optic Nerve, que luego pasó a editar Drawn&Quaterly, donde ha tenido sus mayores éxitos. Inevitablemente, su afición por el relato de corte costumbrista le granjeó comparaciones con la literatura en general y con Raymond Carver en particular. Curiosamente, nadie ha reparado en las raíces japonesas del autor, que podrían asimilárnoslo a un Taniguchi americanizado y desencantado.

Rubia de verano reúne cuatro relatos: Alter Ego (publicado originalmente en Optic Nerve#5), donde un joven escritor con bloqueo creativo es incapaz de olvidar a la chica de la que se enamoró en la universidad; Rubia de verano (Optic Nerve#7), donde un inadaptado espía a una jovencita a la que ha idealizado en la distancia; Escapada a Hawai (Optic Nerve#6), donde una teleoperadora en paro con problemas para hablar en público ve como su vida se desmorona a su alrededor; y Amenaza de bomba (Optic Nerve#8), donde un chaval con miedo al sexo y la chica “fácil” de la escuela se hacen amigos. Las cuatro historias inciden en la soledad, la inadaptación y la búsqueda de la estabilidad emocional, fantaseando a menudo con relaciones desiguales o directamente impracticables, con un fuerte componente de “peterpanismo”. Los personajes pueden tildarse de “deprimentes”, pero el sentimiento que predomina no llega a ser la desazón sino una sutil melancolía. Tomine no juzga a sus criaturas. Se distancia para que sean ellas mismas las que revelen sus miserias y anhelos.



Formalmente, en las cuatro historias destaca la obsesión de Tomine por las proporciones de las viñetas y su distribución en esquemas de 3×3 o equivalente para el caso de Alter Ego, Rubia de Verano y Escapada a Hawai, y un más denso 3×4 para Amenaza de bomba, lo que permite al autor dar mucha información de un modo ordenado y fácil de leer. Este diagrama aporta robustez a una planificación pretendidamente convencional, basada en planos medios depurados de cualquier alarde que desvíe la atención de lo cotidiano, como buscando un efecto documental o de “cámara oculta” que, no nos engañemos, es el más adecuado para estas narraciones alrededor de lo minúsculo. De esta forma, la cámara se vuelve psicológica, pues no hay más elemento de atención que los diálogos y los gestos de los personajes. Tomine evita todo preciosismo, aun cuando su estilo pueda llegar a ser un poco relamido, como a veces el de Clowes, al apostar por tipos tan específicos que sus expresiones parecen repetidas a intervalos de diapasón. Esta cadencia no busca similitudes cinematográficas, como es lo común, sino que se asemeja más bien a la literatura y a la adjetivación en el ritmo de la frase. Como una aliteración más que un plano secuencia, no sé si me explico. Las viñetas no fluyen con la intención de arrastrar al lector con la ilusión de movimiento, sino que cada una es una pequeña isla de información que hay que reunir en su archipiélago.

Pródigo en detalles, minucioso en sus descripciones, Tomine abandona cuando ha dejado todo planteado, abruptamente, en finales que no llegan a ser finales sino un punto y seguido. Sólo que no hay otra frase, otra línea con la que continuar que no esté exclusivamente en nuestra imaginación. Es como si dijera “a partir de aquí ya sabéis cómo sigue”. El personaje cambia, hay un hecho que rompe el status quo, pero no llegamos a ver la transformación, por lo que se elude la sensación de culminación que habitualmente asociamos a los finales. Esta táctica es conocida y popular en el cuento literario, pero es infrecuente en el mundo del cómic, donde el modelo The Spirit, Tales from the Crypt o 2000 AD es el predominante. Con todo, Tomine no prescinde por completo de los recursos del suspense, más en el plano formal que en el argumental, hasta el punto de que no costaría imaginarlo en ficciones tipo Balas Perdidas.

Rubia de verano fue publicado en 2005 por La Cúpula dentro de su colección de Novelas Gráficas por tan sólo 9 euros. Las sucesivas reediciones, sin embargo, han elevado considerablemente el precio de partida.

Subscribe
Notifícame
4 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Mr. X
Mr. X
Lector
16 julio, 2013 11:59

A mi Rubia de verano –que es lo único que he leído de Tomine- me gustó mucho. Son como pequeños relatos de Salinger o Carver, que te presentan un conflicto sin florituras innecesarias , con personajes complejos y reconocibles y finales bastante demoledores.

Malconidas
Malconidas
Lector
16 julio, 2013 12:29

A mi me parece buenisimo, pero el tomo ahora cuesta 20 euros, sale un poco caro leer a tomine, aunque con un poco de suerte puedes encontrar las grapas de optic nerve que editó la factoria de las ideas con el titulo sonambulo y otras historias

Spirit
Spirit
Lector
16 julio, 2013 13:43

Yo lo tengo en su primera edición por parte de la cúpula, cuando editaban novelas gráficas fabulosas a buenos precios (no como ahora…y mira ahora como están, dicho sea de paso). Decía, que lo tengo y lo leí en su momento, y la verdad es que me encanta ese costumbrismo nostálgico del amigo Tomine (que no es como el de Seth, pero yo le veo ciertas conexiones…) y lo bueno de sus historias. Quizás lamentar, como especifica la reseña, la falta de resolución «redonda» de las historias…que sí, que es un estilo/género consciente y tal, pero yo siempre he pensado que toda historia para ser perfecta ha de tener un remate a la altura. En todo caso, una lectura estupenda.

zape
Lector
16 julio, 2013 16:02

Extraño y a la vez familiar, melancólico sin duda. Me permito ( y con permiso)
http://elnorteestallenodefrio.wordpress.com/2012/02/19/la-vida-moderna-rubia-de-verano-adrian-tomine-2002/