Edición nacional / España: Papel Estrujado, Septiembre 2013, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo, tinta y color: Nadar (Pep Domingo).
Formato: 400 páginas en B/N y gris, editadas en rústica con solapas.
Precio: 19 €.
Astiberri tiene a bien publicar la opera prima de Nadar, merecido ganador de la última beca Alhóndiga. Y vaya opera prima. Papel Estrujado a priori parece una historia coral que juega al engaño. Un puzzle de historias inconexas que van deslavazándose hasta llegar a un clímax tan necesario como un thriller en el que el lector va juntando las piezas para conocer al asesino. Pero sin las tensiones o las explosiones del género citado, ya que Papel Estrujado es un drama, contenido y emotivo, que no desatado y sensiblero, un drama tan seco como la vida misma.
La capacidad de Nadar para parir semejante historia a tan tierna edad es una de las cosas que más fascinantes resultan a medida que la trama se desarrolla. Pero que todo encaje con la maestría de un tremendo artesano es lo que sin duda eleva este tebeo a los altares de la producción nacional de este año. Quizá puedan argumentar que sobran páginas para una historia así, y puede que tengan algo de razón. Pero Nadar prefiere que tomes tu tiempo en imbuirte del entorno de los personajes a base de viñetas-detalle, a base de silencios, a base de miradas y aquellas cosas que no se dicen con la palabra. Y es ahí donde acierta el autor, ya que procura por todos los medios de huir de estereotipos, de personajes-molde, tratando crear personas, más que personajes, cuyo drama nos debe interesar más allá de su ingenio o de su particularidad, nos debe interesar por su cercanía y su capacidad para emocionarnos como cuando nos cuentan algo que pasó de verdad. De ese modo, los dos ejes sobre los que gira la trama, la historia de Jorge –tan amplia que es contada en dos partes bien diferenciadas en el tiempo- y la de Javi, a priori más convencional, atrapan al lector dejando pistas muy leves que alimentan el fuego del misterio con sutileza, pero instando con sapiencia a continuar la lectura hasta el final.
Sorprendente resulta también que una primera obra salte con ambición a relatar una historia sobre la cobardía, espina dorsal de toda la trama, analizándola desde diversas perspectivas: como resultado de tremendas culpas, desde el punto de vista del acosador, desde la comodidad de los prejuicios… Cuatrocientas páginas dan para enumerar las causas por las que el ser humano evita enfrentarse a sus errores y a sus miedos. Y Nadar no duda en plasmar ejemplos al respecto para cincelar la personalidad de sus personajes. Y desde luego y afortunadamente, alejado de toda épica, desde una visión más cercana a la frialdad de cierta parte del slice of life, con unas gotas del desasosiego vital de un Bergman. Porque Nadar no se regodea en la tristeza, no melodramatiza ni saca punta a los actos de sus criaturas. En cambio, las expone con cierta conmiseración, pero sin mostrarse jamás por encima de ellos, ni tratando de usarlo como chivos expiatorios de nuestras propias culpas. Trata, en cambio, de mostrar situaciones que en manos de otros hubieran sido expuestos como actos a demonizar. No es el caso. Lo que nos acerca aún más a esos personajes que resultan dolorosos de tan cercanos, de tan reconocibles.
El trazo sencillo, recatado y estudiado, cercano a la parquedad sabia de un Peeters o un Mazzucchelli, fomenta lo anterior. Nadar se regodea en la belleza de lo concreto, en la poética de lo mundano, sacando estampas de cierta belleza a imágenes que a priori no deberían provocar semejante vibración en la retina. Sus escuetas líneas definen el entorno con concreción, pero logran esbozar belleza –algo triste- en lo pequeño: en ese Seat Panda que conduce Jorge, en la finca rural donde pasa buena parte de su relato, en los patios de colegio donde se busca la vida Javi, en la fachada de aquella casa sobre la que ronda la agorafobia de la madre del chaval.
En definitiva, una notable opera prima, un estudio sin solemnidades sobre la culpa y la necesidad de la huida, que abre la puertas a un autor que es capaz de dar tanto o más que muchos consagrados.
Has despejado todas mis dudas acerca de si debía o no debía hacerme con este tebeo 🙂
Gracias!
Historia muy bien construida, que añade interés en cada capítulo y que deja una última página de lo más inquietante.
Narrativa al servicio de la construcción de personajes y el lugar que ocupan en el mundo, ritmo muy pausado pero que añade peso.
Me ha gustado mucho, muy recomendable.
Estupenda reseña. Me han entrado unas ganas locas de, cuando menos, echarle un buen vistazo.
Y ya que Astiberri se anima a publicar esta obra de Nadar… ¿se animará a hacer lo propio con la de Federel?
(Lo sé, lo sé. Es malísimo. Pero hay ocasiones en que los chistes malos son como los gases; o los sueltas o revientas. Y ya sabéis lo que dicen de los gases: mejor perder un amigo que romper una tripa.)
Bueno; pues ya me lo he leído.
En primer lugar, y por encima de todo, gracias, Raúl Silvestre. Tengo que decir que una de las cosas por las que más me alegro de entrar en ZN (aparte de lo mucho que disfruto leyendo y participando en los comentarios) es que gracias a reseñas como esta descubro tebeos que, de no ser así, me habrían pasado desapercibidos.
Me ha encantado. Lo he disfrutado muchísimo. Y, como señala el artículo, sorprende que sea una primera obra (aunque, por lo que dice la solapa de la contraportada, ya había publicado relatos cortos). Me ha encantado, sobre todo, la naturalidad y fluidez que desprende. Si acaso, y por poner un pero, creo que no arriesga en los encuadres o la narrativa ( a pesar de que tampoco sea muy necesario; con este tipo de historias importa mucho más el fondo que la forma) o que no utilice algún tipo de recurso para diferenciar las líneas temporales en la historia de Jorge (aunque bien es verdad que se siguen perfectamente). Pero bueno, por ponerme pejiguero. Y ese último capítulo es brutal. Un tebeo la mar de recomendable y un autor a seguir, sin duda.
Ya me habeis picado.
Ya estás tardando.
Estupenda crítica. Me hacía falta un empujoncito para hacerme con el cómic pero bueno, mañana caerá. De la última página que destacas me encanta el efecto de la sombra de las hojas sobre los personajes. Cosas como esa bastan para que un cómic te deje un buen recuerdo…
Pd. A mí me ha hecho gracia el chiste de Retranqueiro ^^
Uno de mis comics favoritos. Parece mentira que una historia costumbrista y aparentemente simple pueda transmitir tanto.
Y no ha hecho falta que tenga un super dibujo.
A día de hoy para mi sigue siendo la mejor obra de Nadar.