Rachel Rising Vol. 1 – La sombra de la muerte

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Guión: Terry Moore
Dibujo: Terry Moore
Edición España: Norma Editorial (2013)
Contiene: Shadow Of Death y Fear No Malus TP USA (Abstract Studios, 2011)
Formato: Tomo rústica de 242 páginas
Precio: 16,00€
Valoración:

 

«La muerte no es lo peor
que puede pasarte»

El extraño caso de Terry Moore viene a ser el mejor ejemplo de un autor hecho a sí mismo, un guionista y dibujante total con una excelsa y pasmosa capacidad para perfilar a sus siempre humanos personajes (especialmente los femeninos), con un trazo inconfundible, reconocidamente heredero del Peanuts del maestro Charles Schulz y, sobre todo, con una voluntad y versatilidad constantemente en ebullición, palpable en su trabajo en títulos como el «thriller romántico» Strangers in Paradise, la fábula de reminiscencias superheroicas Echo o su presente coqueteo con el género de terror en Rachel Rising. Esta última, publicada nuevamente al amparo de la editorial Abstract Studios -creada por el mismo Terry Moore en 1994- supone la tercera serie regular propia de nuestro protagonista, una propuesta, no hace falta ni decirlo, de obligada lectura para los aficionados eclipsados por el estilo y las personales formas de este magnífico autor. La intención de Terry Moore en Rachel Rising, al menos en su origen, era contar una historia de terror a la antigua usanza, con una narrativa marcada por los silencios y las apariencias -tan bien manejados por su creador en anteriores obras- en detrimento del susto fácil y gratuito tipico de las producciones de hoy en día, y con un punto de partida tan sencillo como atractivo: una joven que despierta en su tumba descubriendo que no puede morir y obligada a resolver los entresijos de su propio y misterioso asesinato.

Esta premisa sirve a Terry Moore como lienzo para planificar una historia basada en la interrelación de sus personajes, como no podría ser de otra manera, una máxima slice of life a la que no renuncia este autor aún con el elemento fantástico predominante y decisivo sobre el que se asienta el argumento de su obra. Las señas de identidad son plenamente reconocibles: un ritmo extraordinariamente calibrado, endiabladamente pausado, fresco y fluido, con unos diálogos repletos de ingenio, con un entrañable humor negro, y un dibujo limpio y claro, casi transparente, como nunca hubiésemos imaginado o aceptado en un relato de este tipo. En este sentido, el compañero Enrique Ríos, en su anterior reseña de Rachel Rising en Mundo Independiente, acierta de pleno cuando comenta que este es «un tebeo que simplemente fluye de una manera natural». De esta manera, Terry Moore logra hacernos empatizar inmediatamente con sus personajes, protagonistas y secundarios, todos ellos tan peculiares como complejos, dotándolos de vida y de una profundidad psicológica muchas veces despreciada en el mismo género de terror. En este sentido, Rachel Rising se gana al lector por las sensaciones y emociones que es capaz de transmitirnos y, finalmente, por la forma en la que consigue a través de las mismas involucrarnos en su historia.

De esta manera, usando con inteligencia sus dotadas habilidades para la caracterización, Terry Moore tiene mucho ganado en Rachel Rising, el resto viene dado por un dibujo en continua simbiosis con sus capacidades narrativas y una manera muy personal de mover las tramas de su historia que nos deja imágenes de gran fuerza e intensidad grabadas en nuestra memoria. Y, por curioso que pueda parecer, estas no corresponden necesariamente a las más truculentas o sangrientas, porque a medida que avanza su relato Terry Moore acostumbra a añadir mayores dosis de humor negro e incluso parodia al conjunto, entremezclando estas con esas situaciones, más que terroríficas, escalofriantes e inquietantes, presentes en el tono general de Rachel Rising y con las que nuestras retinas decididamente simpatizan y se encariñan macabramente. Por otro lado, Terry Moore no plantea en Rachel Rising una obra inmovilista, los giros de guión, las revelaciones y nuevos misterios se suceden paulatinamente y con naturalidad, se encadenan unos a otros para reforzar la trama y seguir avanzando hacía su futura resolución, evolucionando en el camino sus personajes en consecuencia, pero nunca esto es utilizado como excusa por su autor para ralentizar o dejar enterrada la historia como sí harían sin problemas otros compañeros de profesión.

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Ilustración de Rachel Rising de Terry Moore

Por supuesto, esto implica un riesgo, porque Rachel Rising sigue un curso de acción que la obliga en cierta medida a reinterpretarse y, en este sentido, los primeros números de la serie plantean una situación tan sobrenatural como costumbrista -muy bien aprovechada por su creador- pero las posteriores revelaciones llevan la historia en otra dirección, una en la que el elemento fantástico comienza a convertirse en el predominante y el terror pasa, definitivamente, a un segundo plano cuando las principales piezas ya están situadas sobre el tablero. En mundo levantado desde la nada por Terry Moore sigue siendo terriblemente fértil y ostentando validez pero, ciertamente, la tensión y la intriga comienzan a derivar en algo diferente, favoreciendo también la aparición de ciertos tópicos -posiblemente con una intención paródica- que incluso pueden llegar a ser molestos como, sin desvelar nada de la trama, esa recurrente estampa, tantas veces vista en el cine y retratada en uno de los momentos de la serie, la del investigador privado o policía uniendo unos cuántos asesinatos aleatorios en un mapa para descubrir en él con sorpresa la forma de un pentagrama. No obstante, esto no empaña el trabajo de Terry Moore en Rachel Rising, para cuando nos queremos dar cuenta de la jugada resulta para nosotros más importante acompañar a los personajes en su particular road movie infernal que seguir persiguiendo pistas o revolver innumerables misterios.

Esto no deja de tener su lógica, porque como ya hemos dicho al principio, las epopeyas de Terry Moore siempre se sustentan poderosamente en sus personajes, las tramas y los argumentos de sus obras no tendrían sentido sin interpretarlos desde ese prisma, e incluso en un género como el de terror, habitualmente plagado de víctimas prescindibles e intercambiables, Rachel Rising se convierte en paradigma, corre alegremente en contra dirección y transforma a sus protagonistas en «otra cosa», en atípicas heroínas, muy alejadas de las prototípicas rubias en apuros o las sanguinarias y curtidas supervivientes desprovistas de matices. En definitiva, los seguidores e incondicionales del maestro Terry Moore reconocerán en Rachel Rising -una obra no por casualidad nominada a la Mejor Serie Nueva en los Premios Harvey de 2012- los rasgos distintivos de este autor, unos marcados e impresos limpiamente en sus trazos en blanco y negro, esos que llevaron anteriormente a muchos lectores a enamorarse perdidamente al percibirlos y disfrutarlos en Strangers in Paradise o Echo. Porque, hay que reconocerlo, Terry Moore se ha convertido en una marca, una modo de concebir, o más bien de sentir, los cómics, un estilo, una forma y, sobre todo, una manera de contar historias capaz de hacer grandes las cosas más pequeñas y, además, para más mérito, con la mayor naturalidad del mundo.


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Elokoyo
Elokoyo
Lector
4 octubre, 2013 8:43

Antes de nada, gracias Jordi por la reseña. Me ha gustado mucho. Veo que coincidímos en muchas cosas 😉

Le tengo muchas ganas a esta serie, pero esperaré a que Norma la edite al completo para comprarme luego los 3 tomos de golpe.

«Echo» la tengo pendiente de leer todavía y espero ponerle solución en breve, ya que es una obra que me llamó mucho la atención en su momento y ´los dibujos me parecen magníficos. La edición de Norma no me entusiasma, pero si es la única manera de leerla por estos lares habrá que pasar por caja.

Por otro lado, me encanta «Strangers in Paradise». Me parece un «must have» como la copa de un pino y nunca me cansaré de repetirlo y recomendarla. Pero me surge una pregunta de ésta serie y sobretodo de la edición de Norma: ¿Algún día Norma sacará una edición «deluxe» u «Omnibus» de ésta serie? Porque sinceramente, me encantaría una edición de ése tipo para esa serie y Norma es dada a reeditar algunas obras a posteriori en formatos más «lujosos».

¿Alguien sabe algo al respecto o ha escuchado algo parecido sobre «Stangers in paradise» o lo habré soñado?

Lemmytico
Lemmytico
Lector
4 octubre, 2013 9:44

Que ganazas le tengo, que ganazas.

Alejandro Ugartondo
Autor
4 octubre, 2013 11:53

Doy fe de que el público de Terry Moore es reducido pero fiel. A modo de anécdota, el sábado pasado fui a mi librearía de cómics habitual a comprar este tomo y ya se había agotado, y eso que había salido el día anterior, lo que demuestra que era una obra muy esperada entre los seguidores de este artista (entre los que me incluyo)

Alejandro Ugartondo
Autor
4 octubre, 2013 11:59

Una de las cosas que me gusta de Moore es como aplica esa marca de la casa de la que habla Jordi en su reseña a diferentes géneros (thriller, sci fi, terror) sin encasillarse en ninguno. Creo que otros autores tienden a encasillarse en un género (estoy pensando en Brubaker) lo que hace que sus obras parezcan más repetitivas.

Ocioso
Ocioso
Lector
4 octubre, 2013 12:22

Tiene toda la pinta de ser una serie cerrada, o dicho de otra forma, con una duración mas o menos predeterminada. No se si serán 30 números como Echo o se irá a los 40 o 50, pero leído lo leído es muy improbable que se vaya a meter en otra serie que le lleve 15 años como SIP.

Eduardo
Eduardo
Lector
4 octubre, 2013 13:15

¿Por que dices que la edición de Norma no te convence, Elokoyo? ¿Podrías enumerar los posibles problaas que pueda tener? Habia pensando en pillármela, pero ahora me entran dudas.

Ocioso
Ocioso
Lector
4 octubre, 2013 13:44

Eduardo, yo ya me ensañé bastante en otro hilo, pero resumiendo: formato reducido, otoñal, y periodicidad nefasta.

Elokoyo
Elokoyo
Lector
4 octubre, 2013 15:22

—> «No sé, si Elokoyo tiene alguna información que desconocemos que la comparta con nosotros»

No, no tengo información privilegiada de esta serie ;-). Es sólo que imagino que Terry Moore concluirá la serie en 2 ó 3 tomos más, ya que no creo que sea tan larga como Strangers in Paradise. Por eso decía que en cuanto Norma acabe de recopilar la serie en varios tomos, entonces la compraré del tirón.

Y la edición de Norma de Strangers in Paradise no me la pillo porque es cara de narices para tener un formato reducido y como dice Ocioso, ser una edición especial de otoño. Al principio pensaba que sólo le pasaba a Ocioso, pero ya son varios conocidos que me lo han comentado este problema.

En principio me gustaría esperarme a otra edición mejor de Strangers aunque fuera algo más cara, porque la actual al menos que la pille de saldo o algo parecido, pues como que no, que sale la broma por 129 €.

Ocioso
Ocioso
Lector
4 octubre, 2013 19:06

No hay cuadernillos, solo son páginas sueltas encoladas. Es cuestión de tiempo que la cola se reseque, se vuelva quebradiza y cada papelajo abandone el tomo en busca de su destino. Pueden ser diez años, o veinte, o lo que sea, pero no es una encuadernación que le puedas dejar a tus … bueno, para Jorge no es un problema.

guolberin
guolberin
Lector
4 octubre, 2013 19:08

A mí aún no se me ha desencuadernado ninguno de Echo ni a mi hermano los de SiP, y espero que no ocurra nunca, ni con RR.

Ocioso
Ocioso
Lector
4 octubre, 2013 19:14

Es cuestión de suerte y de cuanto abras los tebeos para leerlos.

Ocioso
Ocioso
Lector
4 octubre, 2013 20:41

Mira que casualidad, acaba de saltarme por los aires el encuadernado del sexto tomito de Ex-machina. El otro día saltó el primero.
Encuadernación típica de Norma: hojas sueltas pegadas.

Ocioso
Ocioso
Lector
5 octubre, 2013 10:26

No los abro a lo bestia como las grapas, pero los abro para leerlos a gusto. Abro lo suficiente para que el libro/ tebeo se mantenga abierto sobre la mesa sin tener que sujetar las páginas. Con los tomitos de Norma de Moore ni lo intento y así todo, alguno ha cascado.
Conozco a gente que, para que no se estropeen, abre los libros unos 5 grados y tiene que girar los ojos como Marty Feldman para poder leer algo.

N del A: 5 grados viene a ser el quesito que le toca al cine nacional en los gráficos de recaudación, o la porción de tarta que se coge mamá cuando está a dieta.