Tras la resaca salonera, volvemos con una nueva entrega de nuestro magazine manga. En esta ocasión vuelve a haber de todo y para todos los gustos. Arrancamos con un artículo sobre el fansub en el que la polémica está más que servida, firmado por Oriol Estrada Rangil. Después, Alberto de Sosa y Julio C. Iglesias hacen un repaso a las noticias del mes, tanto estatales como japonesas, que viene seguido por sendas reseñas de Rurouni Kenshin: Restauración – por Enrique Rios – y Dr. Inugami – por Julio C. Iglesias – . Y para rematar la jugada, Jordi T. Pardo nos habla un poco del mundo de la animación. En definitiva, noviembre es un mes muy fuerte para el Mangazine.
Como viene siendo habitual, podéis desplazaros por los contenidos con nuestro índice, que solo haciendo click en él os permite saltar a la parte que más os interese. Y ya sin más, damos el pistoletazo de salida para el:
1. Los fansubs contra el mundo, por Oriol Estrada Rangil
2. Noticias España, por Alberto de Sosa
3. Noticias Japón, por Julio C. Iglesias
4. Rurouni Kenshin: Restauración de Nobuhiro Watsuki, por Enrique Rios
5. Dr. Inugami de Suehiro Maruo, por Julio C. Iglesias
6. Hablando de anime, por Jordi T. Pardo
Los fansubs, ya tiemblo.
Aunque hoy en día hay gente de todo tipo que se dedica a subtitular series o películas y las distribuye por Internet, creo que somos muchos los asociamos el término “fansub” al anime. La historia de los fansubs de animación japonesa es más larga de lo que cree la mayoría de gente (especialmente aquellos que culpan a Internet de todos los males de la piratería). Y es que la subtitulación no profesional de anime empezó ya en la época del video. A través de intercambios cara a cara (en convenciones o encuentros), o a través de correo postal. Cientos de “early-adopters” del manga y al anime empezaron a distribuir algunos anime en formato VHS, con una subtitulación amateur (muy alejada de las florituras actuales). Parece que el fenómeno se originó en Estados Unidos a mediados de los 80, y con el tiempo la práctica se extendió en el resto del mundo. Como os podéis imaginar, la cosa iba mucho más lenta que ahora, era mucho más complicada (no todo el mundo tenía los medios para hacerlo), y además era caro; se podían pagar hasta 4000$ por una cinta (aunque por supuesto había gente que simplemente se dedicaba al intercambio, no a la piratería pura y dura). No hace falta que os cuente que, gracias a Internet y la digitalización de los contenidos audiovisuales, los fansubs empezaron a aparecer como setas, y hoy en día es espectacular la cantidad de anime que se puede encontrar subtitulado (uno no se hace una idea hasta que se mete en ciertas páginas).
Dentro del “mundo fansub” también encontraremos las scanlation, que es la versión en formato manga (escaneado y traducido), que aunque parezca mentira ya existía también antes del boom de Internet. De hecho, cayeron en mis manos hace poco, una serie de autoediciones de las continuaciones de Santuario o Kimagure Orange Road, que se publicaron a mediados de los 90 después de la finalización de la edición, sin terminar, de ambos manga. Pero si bien las scanlation pueden ser obra de un grupo reducido de personas (un traductor podría hacerlo solo, aunque creo que suelen contar con un revisor), los fansubs acostumbran a ser grupos algo más grandes, ya que traducir, revisar, codificar, hacer los karaokes de los openings, y todo lo demás, sería mucho trabajo para una sola persona. Y en este mundillo parece que hay bastante presión por ser el primero en sacar los episodios de un anime. Que sean grupos organizados y tan competitivos, probablemente tenga algo que ver con la actitud que gastan muchos fansubbers en las redes sociales. Ya sabéis, el rollo “masa enfurecida”. Pero me estoy adelantando un poco, lo dejamos aquí por ahora.
Dentro de la escena manganime, la cuestión de los fansubs ha generado ríos de tinta (digital), con eternas disputas entre los detractores y los defensores de dicha práctica. Como es lógico, parte del debate se centra en la legalidad o ilegalidad de los fansubs, pero parece bastante claro que la práctica de distribuir un material para el cual no posees los derechos es algo simplemente ilegal (no alegal), ya que existe un convenio internacional que así lo indica. El debate que sigue a este, es más una cuestión de ética. ¿El fansub favorece al autor o le perjudica? Aquí la cosa está mucho menos clara. Por ahora, ni la industria ni los fansubs han conseguido convencerme del todo con sus argumentos. Nadie me ha presentado unas razones objetivas y cristalinas sobre si el fansub contribuye positiva o negativamente. Pero quizás el primer error en este debate es pensar en términos absolutos, sin tener en cuenta matices o la variabilidad de las circunstancias.
Pensemos por un momento en el cine asiático. Hoy en día encontrar ediciones en DVD o en Blu-Ray de películas japonesas, coreanas o chinas es relativamente fácil. En la FNAC o el Corte Inglés las tienen, y en muchos salones del cómic/manga, o eventos cinéfilos, suelen estar presentes los stands de Cine Asia o Mediatres Estudio, los grandes especialistas en cine asiático (ni mucho menos los únicos). Pero hace poco más de 10 años, era prácticamente imposible comprar ese tipo de cine. A no ser que la única película japonesa que te interesarafuese un clásico de Kurosawa, o la última película china en ganar algún premio europeo, la única forma de conseguir ver películas de Johnnie To, los hermanos Pang, o Kim Ki-duk era a través del eMule y foros como Allzine. Existía una demanda creciente, en buena parte gracias al fenómeno de la Nueva Ola de Cine de Terror Japonés (y/o asiático) que lideró Ringu (The Ring). El Festival de Cine Fantástico de Sitges fue uno de los grandes motores de la popularización de este tipo de cine, y al cabo de un tiempo salió la revista de Cine Asia, en la que las críticas de DVD eran básicamente de ediciones japonesas, coreanas y de Hong Kong, mientras que las ediciones españolas eran inexistentes o anecdóticas. Con el paso de los años, y la creciente base de aficionados, algunos se lanzaron a editar cine asiático, y las páginas de esa revista cada vez contenían más y más ediciones españolas. Pensar que todo este fenómeno se podría haber dado exclusivamente a base de pases en el festival de Sitges o por cuatro webs y una revista, sería ignorar la realidad. Internet y la descarga fue el gran motor de la implantación del cine asiático. Un claro ejemplo de que el fansub, puede hacer algo bueno para la industria y para el público.
Pero hay otros ejemplos, de fenómenos menos potentes, en los que la descarga y el fansub son la única opción. En mi caso, durante años he sido seguidor de fansubs de tokusatsu (la «ciencia ficción» japonesa), a través de los cuales podía ver con subtítulos en inglés las distintas series de Kamen Rider (un popular superhéroe televisivo japonés). Está muy claro que, de no ser por estos fansubs, difícilmente habría podido disfrutar de lo que ha sido una de mis grandes pasiones. Y es que las posibilidades de que se llegue a editar alguna vez un DVD o Blu-Ray de Kamen Rider fuera de Japón es complicado, y una edición española la dejo prácticamente por imposible (aunque nunca digas nunca jamás). Si tenemos en cuenta que las ediciones japonesas no incluyen subtítulos ni siquiera en inglés, no he encontrado forma alguna de conseguir legalmente y de forma que yo pueda entender el material de Kamen Rider (con la excepción del horroroso/vomitivo/deleznable remake americano). Visto así, está claro que estos fansubs no están perjudicando a nadie. De hecho, podría decirse que incluso han contribuido a llenar las arcas de Bandai, ya que tengo una colección considerable de figuras y merchandising de todo tipo de Kamen Rider, y he dedicado buena parte de mis viajes a Japón a encontrar muchas de estas (¡incluso fui al restaurante temático!). Y no soy un bicho raro, fans de Kamen Rider los hay por todo el globo. Lo mismo pasará con muchas series de anime; sin fansubs, la mayoría de ellas nunca saldrán de Japón. Y eso es una pena.
Aunque en casos como el del tokusatsu, está bastante claro que hay poco o nulo interés por sacarlo de Japón, a veces nos llevamos sorpresas, y alguna editorial o distribuidora saca ese manga o anime que pensabas que era imposible que se editara; Selecta Visión editó Garo, un tokusatsu de espada y brujería… aunque me parece que se lo comieron con patatas. De hecho, es posible que en algunos casos muy concretos la actividad de los fansubs haya tenido algo que ver. Por ejemplo, hay quien cree que sin los fansubs, Naruto no sería el fenómeno global que es hoy en día. Y se hace difícil negarlo, viendo que durante mucho tiempo y aún hoy en día sigue siendo un recurso habitual para memes y otros contenidos de Internet. El fenómeno se gestó ahí, y si bien en cuanto al manga parece haber tenido una repercusión positiva en las ventas de tomos, no parece que pueda decirse lo mismo de su emisión en TV. De todos modos, cuidado con las exageraciones, he visto gente afirmar que Naruto ha sido un fenómeno mucho más global que Dragon Ball, pero hay diferentes escalas para medir las cosas. Naruto se ha hecho muy popular en círculos más o menos delimitados, mientras que Dragon Ball fue un fenómeno social totalmente mainstream.
Y ahí es donde a la industria le entran las dudas. Como hemos dicho, hay fenómenos nacidos en Internet que luego tienen posibilidad de convertirse en negocio, y por lo tanto, no hay nadie que pueda quejarse. Pero hay otros casos en los que editores y distribuidores, al hacer caso al runrún de Internet, se han pegado la hostia. E insisto, parece que es un fenómeno más ligado al anime que al manga; seguramente porque existe una mayor costumbre de bajar o ver online anime, que de leer en formato digital. A esto hay que sumarle que como consumidores cada vez somos más exigentes, y queremos verlo/leerlo todo al momento. La paciencia es algo de lo que carecemos cada vez más, ya que Internet nos ha acostumbrado a la inmediatez, a saber lo que está pasando al momento en Japón o en Estados Unidos. Hoy por hoy, aunque se esté trabajando en ello, la industria no puede ofrecer la misma velocidad a la hora de publicar un anime o una serie, y a muchos les parece que cuando llegan, ya están pasados de moda (por muy estúpido que sea este criterio).
En este contexto, encontramos fansubs que son más legales (y éticos) y otros que no lo son en absoluto. Para unos, su aportación como fansub y distribuidores de contenidos termina en el momento en que se licencia el producto en su país. Si han estado traduciendo el manga de Bakuman, o el anime de Fairy Tail, y resulta que Norma Editorial o Selecta Visión han decidido editarlo, entonces dejan de traducir, quitan los enlaces, y aquí no ha pasado nada (como mucho, han hecho algo de publicidad al asunto y creado potenciales consumidores). Después están los fansubs a los que les da igual que algo esté licenciado o no, de hecho, algunos ni siquiera se enteran de que ese anime o ese manga al que tanto amor profesan, ya se está editando en su país desde hace meses (true story). Y por supuesto, existe también desde hace muchos años los partidarios del “yo no soy tonto”, si lo puedo conseguir gratis, ¿para qué voy a pagar?
El problema es que esa actitud del “todo gratis”, casi siempre viene acompañada de un discurso que, en muchos casos, es poco sincero y cae rápidamente en la demagogia. Una cosa es hablar del acceso a la cultura, y la otra es simplemente no querer pagar por nada e intentar justificarlo de algún modo. No entiendo que alguien se gaste dinerales en figuras, pero luego te suelte un discurso de por qué no compra manga y anime. Bueno, en realidad sí lo entiendo, por ahora las figuras no se pueden descargar por Internet. Pero parece ser que a los acérrimos defensores del fansub, aquellos que corren por Internet como una horda asesina intolerante y anti-capitalista, tienen razones de sobra para justificar no solo su existencia, sino también que renuncien absolutamente a comprar nada.
Uno de los grandes y tan cacareados argumentos pro-fansub es que las ediciones de aquí son una mierda, no solo porque lleguen tarde (en eso estaremos de acuerdo, la industria debe espabilarse, ponerse al día – y no solo la de aquí, también la de “allí”), sino por varios motivos más. Alguna vez he visto justificar la preferencia por los fansubs porque el doblaje español es malo. Probablemente uno de los argumentos más absurdos que uno pueda imaginar por motivos obvios. Cuando este es el nivel, a uno se le quitan las ganas de seguir escuchando, pero hagamos un esfuerzo. Otro argumento habitual ha sido el de la mala calidad de los subtítulos de las ediciones legales. Por un lado, porque al parecer en algunas ediciones no se ven con la calidad que se debería esperar (y exigir), y por el otro, porque la traducción se ha sacado directamente del doblaje (no es una traducción directa del texto original). Sobre la baja calidad del subtítulo en sí, supongo que en la era Blu-Ray esto debe estar ya superado, pero aun así, y teniendo en cuenta que no soy un gran consumidor de anime, nunca he tenido problemas con los subtítulos de los DVDs que he comprado. En definitiva, que ediciones malas las hay siempre, en todas partes, no solo en el mundo del anime. Hay libros mal editados, hay programas de televisión mal hechos, y muchas otras cosas que se pueden mejorar por parte de la industria. ¿Esto es argumento suficiente para darle la espalda totalmente a la edición legal? No lo creo. Simplemente, como consumidor, tienes todo el derecho de quejarte y exigir mejoras, incluso que te devuelvan el dinero si es necesario, para así obligar al editor a tomar conciencia de sus errores. Si no compras nunca nada, aún tienes todo el derecho a criticar (viva la libertad de expresión), pero quizás no estés tan legitimado para hacerlo.
Ahora es momento de tocar el tema de la traducción, un debate realmente intenso en el que fansubbers, traductores amateur y traductores profesionales salen siempre con algún ojo morado. No diré que no haya alguna mala praxis de vez en cuando entre los traductores profesionales, o que algunos editores opten por utilizar traducciones de traducciones o, como decíamos antes, utilicen el doblaje para hacer subtítulos con sus consecuentes problemas. Pero de ahí, a que se defienda que las traducciones de los fansubs son mejores que las traducciones profesionales, hay un abismo. No me lo invento, aquí un comentario literal en un post de Ramen Para Dos: “La calidad de los episodios fansubeados por fans a veces tienen cien veces más calidad que los realizados por profesionales”. No me gustaría generalizar en exceso, hay fansubbers que hacen un trabajo impresionante, digno de un profesional (quizás en algunos casos, se trata realmente de futuros profesionales), pero sigue siendo un mundo de traductores amateur, en el que no existen los filtros por los que debe pasar un traductor profesional; no hay libros de estilo, no hay criterios oficiales o de amplio consenso, y en muchos casos, no existe una formación como traductor (y ojo, no es lo mismo estudiar un idioma, que estudiar para ser traductor). Y ahí radica uno de mis principales problemas con los fansubs, la urticaria que a veces me provoca ver según qué cosas.
Existe una gran tendencia a no traducir ciertos términos, porque según dicen, son “intraducibles” y perderían todo su sentido original (y cuidado, que algunos lo dicen traduciendo desde el inglés, no el japonés). Por supuesto, los fansubs pueden hacer lo que les de la gana con sus traducciones, y gracias al alto conocimiento de su público en cuanto a términos japoneses, es factible hacer algo así. Pero cuando se hace una edición profesional, como es lógico, se buscará una traducción que pueda entender el «público medio», es decir, incluso el público que no es otaku perdido. Y por supuesto, eso implica tener que renunciar a algunos términos, o simplemente tener que utilizar otros parecidos pero no exactamente iguales. Es el problema de siempre de la traducción, no todo se puede traducir conservando exactamente el mismo sentido original, ya sea porque no hay equivalentes o porque simplemente, en otro idioma, cierta expresión no tiene sentido. Considerar que esto hace la traducción “peor”, me parece de una ignorancia recalcitrante. Aun así, reconozco y valoro la función que han hecho las traducciones fansub a la hora de ampliar el conocimiento de vocabulario y expresiones japonesas entre el fandom. Como suele pasar, es “la gente” la que tira del carro de instituciones o industria, y la que consigue que se deje de hablar de “pescado crudo”, para hablar de sushi (es un ejemplo sin base alguna, pero se entiende la filosofía). Según un artículo de María Rosario Ferrer Simó (podéis leerlo aquí), los fansubs tienen tal relevancia que su influencia en las traducciones profesionales/oficiales es incluso demostrable. Todo un mérito, y por mi parte merecedor de reconocimiento, pero cada cosa en su sitio. Que haya traductores que no hacen bien su trabajo es posible (hemos visto algunos ejemplos), pero a menudo se quedan sin trabajo. La inmensa mayoría son precisamente profesionales que hacen su trabajo de la mejor manera posible, y considerar que, por lo general, un amateur puede hacer un trabajo cien veces mejor que un profesional, es muy atrevido (y creo que responde más a un intento de defender lo propio, que de una reflexión basada en hechos). Además, en el vasto mundo del fansub, podemos encontrar miles de gazapos impresionantes que un traductor profesional jamás cometería (por algo hay webs dedicadas al tema), y no hablamos solo de malas traducciones, sino también de faltas de ortografía de esas de sacarse los ojos (sí, claro, a veces hay errores en las traducciones profesionales, pero si nos ponemos a comparar…).
Algo que destaca de los fansubs y que es casi exclusivo del mundo del anime (también del tokusatsu), es el uso de colores, karaokes y otros detalles en los subtítulos. Me imagino que a mucha gente le gusta mucho, pero yo lo considero una distracción. Los subtítulos, en mi opinión (y parece que la de algunos profesionales), deben cumplir su función, intentando pasar desapercibidos todo lo posible. Hay que procurar hacer la mejor traducción, por supuesto, pero de forma que se pueda leer de forma fácil, rápida y comprensible. Cuando se empiezan a utilizar colorines que dañan las córneas o tipografías imposibles de leer, apaga y vámonos. Esto es algo que jamás he visto en una edición profesional, y que espero no ver jamás. Pero muchos fansubs hacen otras cosas que me resultan realmente molestas y que de verdad entorpecen el visionado; estoy hablando de las notas de traducción. Por supuesto que es un recurso que bien utilizado aporta un plus, pero hay que saber no abusar demasiado (usarlo solo cuando sea muy necesario), y por supuesto, dejarlo para los manga. Poner notas de traducción con parrafadas inmensas en un anime, me parece sencillamente absurdo. ¿De verdad tengo que poner pausa para leer toda una explicación? Por muy interesado que esté en el tema, lo principal para mí es ver el capítulo o la película, no ir parando cada 2 minutos para leer las notas explicativas. En los 90, cuando apareció uno de esos fansubs en VHS de Otaku no Video (obra repleta de referencias culturales de manga y anime), venía acompañada de un librito explicando todas esas referencias. Podías leerlas si te interesaba, y hacerlo una vez terminado el visionado, de la misma forma que hay manga que incluye al final un glosario con notas culturales y de traducción más extensas. De esta forma, no se interrumpe ni se distrae al espectador. Aun así, vuelvo a lo mismo de antes, los fansubs tiene todo el derecho en hacerlo, y su público es mucho más receptivo a ello, pero eso no significa que sea una práctica que se pueda trasladar a contextos comerciales. Y de nuevo, dejadme insistir en que hay fansubs que son mucho más pulcros que otros en todos estos temas.
Quizás a estas alturas puede parecer que mi única intención sea censurar los fansubs y apoyar la malvada industria capitalista. Así que hago un inciso para recordar que no considero que los fansubs sean unos villanos, ni que los editores de manga y anime sean unos ángeles venidos del cielo. Pero sí creo que gracias a Internet, y por parte de algunos aficionados, se ha construido una imagen de los fansubs como si se trataran de una especie de héroes románticos, unos Robin Hood que todo lo hacen por el bien del pueblo. Muchos hablan de “la ilusión y el empeño de los fansubs”, hablan de gente que es aficionada y que lo hace sin ánimo de lucro, y que eso ya les avala como mejores traductores y/o personas. Resulta que ahora, ganarse la vida haciendo algo, es ser un sucio cerdo capitalista, que te convierte en un robot sin sentimientos ni aficiones, y que el vil dinero te impide tener un interés por aquello en lo que trabajas. Desengañaos, la mayor parte de nuestra industria del manga/anime, no está en manos de grandes imperios mediáticos (hombres grises con trajes grises tomando decisiones grises). Claro que hay grandes empresas como Planeta, pero las demás no tienen sus oficinas en enormes edificios en la Diagonal de Barcelona, la mayoría son empresas medianas o incluso pequeñas.
Quizás ahora entro en un terreno mucho más personal y subjetivo, pero conozco de cerca parte de nuestra “industria”. Entre mis amigos cuento a dos de los traductores más importantes en lengua española y catalana de manga/anime/videojuegos/películas japonesas, es más, he llegado incluso a trabajar con ellos en algún proyecto relacionado con la edición de un manga. También he conocido a traductores y revisores que trabajan para ellos y algunos otros que no. Y os puedo asegurar que todos son tan aficionados al manga y al anime como la mayoría de lectores/espectadores de las obras que traducen (y en algunos casos, mucho más). También he conocido a editores de anime y de manga, y os puedo decir prácticamente lo mismo de su pasión por lo que publican. Que para ellos sea un trabajo, y su modo de vida, no necesariamente implica que sientan menos pasión e ilusión que el fansub de turno (de hecho, varios de los principales responsables de editar manga y anime, fueron los máximos impulsores de la escena manga/anime de los 90, y lo hicieron desde abajo). Y muchas veces, si no han hecho algo mejor, es porque no han podido. No estoy excusándoles de los errores que se hayan podido cometer, como consumidores siempre habrá que exigirles lo mejor, y por supuesto, que si hay fallos no sea por falta de profesionalidad. Pero también creo que al igual que unos critican a editores y demás por demonizar a los fansubs, lo mismo ha pasado en el sentido inverso. En ambos casos, ni tanto ni tan poco.
No quiero convenceros de que los fansubs son el cáncer de la industria, pero tampoco quiero decir que su trabajo es algo totalmente indispensable. Lo que quiero dejar claro, es que la historia nunca se puede pintar de blanco y negro: está llena de grises. Y como casi todo en la vida, es cuestión de encontrar un equilibrio (algo muy, muy difícil). Me encantaría que los fansubs desaparecieran, si eso significase que puedo acceder a prácticamente todo el manga y anime de forma rápida, con calidad, y si puede ser con un precio justo (ni siquiera económico, justo). Pero soy consciente de que esto es una mera utopía, y por lo tanto, me parece bien que los fansubs sigan ahí cumpliendo ciertas funciones. Pero que procuren no pisar nunca a los que legítimamente hacen una inversión económica, y que no se apropien de las obras de otros a quienes nunca les han pedido permiso por hacer lo que hacen (ellos mismos se pondrían hechos una furia si alguien quisiese hacer pasar por suyo su trabajo de traducción). En definitiva, lo que falta aquí es un poco más de ética y que la gente se escuche más. Los fans deben explicar a la industria lo que quieren, y la industria debería escucharles, pero la industria también debe explicar lo que puede hacer, y los fans deberían escucharles. Es posible que de un diálogo así, todas las partes pudiesen sacar algo positivo. Sí, quizás me estoy yendo otra vez hacia las utopías.
Pasada la locura del Salón del Manga, es hora de hacer recopilación de las nuevas licencias y novedades que las editoriales allí anunciaron. Hemos hecho una pequeña selección para comentar lo que, según nuestro criterio, son las obras más interesantes.
Una de las noticias bomba del Saló fue que ECC Ediciones comenzaría sus andanzas en la edición de manga, y lo haría con dos grandes obras dignas de mención.
Crows, un manga de Hiroshi Takahashi publicado entre 1990 y 1998, es una historia recopilada en 26 tomos que cuenta las andanzas de un grupo de chicos adolescentes que estudian en la Suzuran, una escuela masculina llena de delincuentes. Concretamente nos centraremos en Harumichi, un chico que está de intercambio y tendrá que luchar con varios de los mejores “estudiantes” de la Suzuran.
La segunda y más importante obra es nada menos que La canción de Apolo del gran Osamu Tezuka. Esta obra de tres tomos se publicó a lo largo de 1970 y coincide con el periodo previo a la madurez del autor y su consagración como maestro del seinen. Pese a publicarse en la Weekly Shônen King, la serie trata temas como la espiritualidad, la guerra y el significado del ser humano.
Desde Zona Negativa les deseamos todo lo mejor a ECC Ediciones en esta nueva etapa a la que se enfrentan y les agradecemos su interés y apoyo al mercado del cómic oriental en nuestro país.
Pese a la sequía de títulos nuevos de EDT, en este Salón nos han dado un soplo de aire fresco anunciando la publicación de 51 maneras de salvar a tu novia, del mangaka Usamaru Furuya. Precisamente este autor nos llamó muchísimo la atención hace más de un año cuando tuvimos la oportunidad de leer Hikari Club, su primera y única obra –hasta el momento- publicada en España. Con esta obra se le tachó casi de imitador de Suehiro Maruo por su estética y su temática, pero nada más alejado de la realidad. Furuya es un autor que domina muchos estilos de manga y no está encasillado, ni mucho menos, a una temática tan concreta como puede ser el ero-guro.
La historia nos sitúa en un reencuentro entre un profesor y una gothic lolita justo en el momento antes de que un terremoto asole la ciudad de Tokio. Se publicó durante el año 2006 en un total de 5 tomos recopilatorios.
Además la editorial ha anunciado reediciones de sus obras Inuyasha, Cardcaptor Sakura, Trigun Maximum y Love Hina, que mantendrán el formato anterior y sólo se presentarán con portadas nuevas. Puede ser una buena oportunidad para hacerse con estos clásicos de la editorial.
Opus y Seraphim, ambas del ya fallecido director Satoshi Kon son dos de las nuevas obras que ha anunciado Planeta para el próximo año. Opus se publicará en noviembre de 2014, mientras que Seraphim saldrá al mercado algunos meses antes, en mayo de 2014.
Seraphim se trata de una colaboración entre Satoshi Kon y Mamoru Oshii (anime de Ghost in the Shell), lo cual es realmente interesante teniendo en cuenta el poco material en papel que existe publicado de ambos autores en nuestro país. Por otro lado, Opus es un manga que Kon nunca llegó a terminar que trata sobre la historia de un mangaka que se ve envuelto en la historia y los personajes que él mismo dibuja.
Poco a poco vamos recopilando más obras de este aclamado director de anime en nuestro país, todas de la mano de Planeta. Es una gran oportunidad para conocer el peculiar universo de Kon en todas sus vertientes. Hace más de un año realizamos en Zona Negativa una retrospectiva de su obra, la cual podéis leer aquí.
Para finalizar y a modo de curiosidad os queremos ofrecer el mensaje que Takehiko Inoue (Slam Dunk, Vagabond, Real) ha hecho agradeciendo el recibimiento del premio del Salón como Mejor Autor de Manga. Fue una lástima que el propio autor no pudiera asistir a recogerlo, pero al menos grabó este vídeo tan personal y cercano que, sin ninguna duda, es de agradecer.
El director de cine Miike Takashi (Sukiyaki Western Django, Ichi the Killer, Visitor Q, Thirteen Assassins…) se encargará de adaptar a la gran pantalla el survival horror Kamisama no Iutoori Ni (Tal como dice Dios), relativamente desconocido en España pero muy popular en Japón. Se trata de una historia de violencia sin sentido y supervivencia extrema que podría definirse como un cruce entre las pruebas de Gantz y el fanservice de Apocalipsis en el Instituto, aunque su apariencia es incluso más caótica y desarticulada. La historia de Kamisama comienza cuando un Daruma gigante aparece en la clase de un instituto japonés, vuela la cabeza del profesor y comienza a asesinar a los estudiantes. La dinámica de los asesinatos en este primer hilo argumental tiene que ver con un juego infantil japonés (“daruma san ga koronda”) muy similar al escondite inglés español. En este caso quien se está moviendo cuando el Daruma se gira, muere. Finalmente, solo un chico consigue desactivar al Daruma y escapar de la clase. A partir de aquí, Kamisama plantea pruebas cada vez más letales y bizarras, y explora –hasta cierto punto- los límites psicológicos de los supervivientes.
Parece claro que Miike es uno de los directores que más provecho podrían sacar de un relato de violencia extrema. Su relación con el manga viene de lejos: Ichi The Killer, una de las películas que más han hecho por afianzar su prestigio, está basada en un manga de Hideo Yamamoto, que Miike supo realzar tanto visual como narrativamente. En el caso de Kamisama no Iutoori Ni rodará sobre guión de Yatsu Hiroyuki, conocido escritor de dramas televisivos como Dr. Irabu, y guionista de Ikigami: The Last Limit. Los actores más conocidos serán Fukushi Sota (Library Wars), Kamiki Ryunosuke (Summer Wars) y Yamazaki Irona (Lesson of Evil).
Kamisama no Iutoori es un manga de Muneyuki Kaneshiro (guión) y Akeji Kujimara (dibujo). Ha facturado más de un millón y medio de ejemplares desde 2011. Está previsto que la película vea la luz en el otoño de 2014.
Fuente: Eiga.com y Twitchfilm
Isao Takahata (responsable de la extraordinaria La Tumba de las Luciérnagas) regresa al cine de animación con Kaguya Hime no Monogatari, La Leyenda de la Princesa Kaguya, basada en un famoso relato anónimo del siglo IX, El cuento del cortador de bambú. Es la primera película de Isao Takahata desde Mis vecinos los Yamada, de 1999. Se trata de una super producción en la que se han invertido ocho años de trabajo y cinco millones de yenes. Isao Takahata firma el guión junto a Riko Sakaguchi.
La historia trata sobre un campesino que se encuentra en el interior de un brote a la una niña, la princesa de la luna Kaguya. El viejo y su mujer deciden quedarse a la niña, que les hace inmensamente felices. Kaguya se convierte en una joven muy hermosa y cinco príncipes le hacen propuesta de matrimonio. Como sea que Kaguya no quiere casarse, le propone a sus pretendientes cinco pruebas imposibles para intentar que fracasen…
Esta historia, sin duda uno de los más tempranos ejemplos de literatura fantástica en Japón, ha sido adaptada en numerosas ocasiones. Entre las versiones más famosas destacan la Princesa de la Luna, de Kon Ichikawa (La condición humana, El Arpa Birmana, 47 Ronin…) o La reina de los mil años, de Leiji Matsumoto (Capitán Harlock, Space Battleship Yamato…)
Fuente: Crunchy Roll
En la tienda online de la web japonesa Comics Natalie se ha puesto a la venta una buena tanda de artículos de la serie Moyashimon (Masayuki Ishikawa) que incluye fundas de iphone, camisetas, delantales y sudaderas.
La tienda de artesanía Kotobukiya, por su parte lanza una promoción de colgantes para móvil basados en danbô, el popular personaje del manga Yotsuba (Azuma Kiyohiko). Teniendo en cuenta el delicado trabajo que caracteriza a Kotobukiya podemos esperarnos una figura de alta calidad.
Fuente: Natalie (Moyashimon) y Kotobukiya (Yotsuba)
Todas las imágenes del nuevo manga de Hayao Miyazaki
Poco después de que Hayao Miyazaki anunciase que no haría más películas de animación, su compañero –y co-fundador de Ghibli- Isao Takahata manifestó que quizá la decisión no fuera tan irreversible como podría deducirse de la rotundidad de las palabras de Miyazaki. Según Takahata no habría que sorprenderse si su compañero volviera a tomar parte en alguna película, puesto que su actividad en el Estudio Ghibli no había cambiado demasiado. Al parecer Miyazaki, de 72 años, se ve demasiado viejo para comprometerse con proyectos que pueden alargarse más allá de un lustro pero Isao Takahata tiene 78 y sigue al frente de la Ghibli, con lo que se puede confiar en que algún día recibamos una grata sorpresa.
En este sentido la noticia de que Miyazaki trabaja en un manga de samuráis ambientado en el periodo Sengoku (1467-1568) sirve para confirmar que el veterano artista se mantiene activo y entusiasmado. El manga se publicará por capítulos en la revista Model Graphix, y la primera entrega contará con ocho páginas de las cuales Miyazaki ha dibujado ya tres.
Miyazaki pretende, según él mismo afirma, escribir historias que trasciendan las tramas “estereotípicas” imperantes en el género histórico y de espada.
Guión: Nobuhiro Watsuki
Dibujo: Nobuhiro Watsuki
Edición Japón: Jump SQ (junio a septiembre, 2012) y Weekly Shonen Jump (2012)
Formato: Tomo manga con sobrecubiertas de 152 páginas
Precio: 8,95€
Valoración:
«En la Kioto de la tumultuosa época del fin del shogunato actuó un asesino del que todos decían que era el más fuerte. El tiempo pasa y, en el año 11 de la Era Meiji (1878), ¿¡aparece en un torneo de artes marciales de Tokio el legendario asesino Himura Battôsai!? Descubre esto y mucho más en esta nueva colección de Rurouni Kenshin«.
Tras un inusual retraso de casi un mes, por fin llega a nuestras tierras el primer volumen de Rurouni Kenshin: Restauración, una serie limitada de solo dos ejemplares en la que Nobuhiro Watsuki da una nueva vuelta de tuerca a la leyenda del espadachín que otrora lo convirtiera en todo un hito del manga. ¿Era necesario que el autor retomara a su creación más famosa? Tal como explica el mismo Watsuki en los epílogos del tomo, así es. Él abandonó a Rurouni por el desgaste físico y mental que éste le suponía, no porque la serie hubiera caído en desgracia o se le hubiesen acabado las ideas. Había cosas que aún quería hacer y/o explicar, y la espina de volver a dibujar a Rurouni seguía clavada en su corazón. Por eso, y aprovechando que se iba a estrenar una película de imagen real, Watsuki regresó brevemente para narrar nuevas e inesperadas aventuras de Kenshin.
En este primer volumen nos encontramos dos historias: la primera parte de Rurouni Kenshin – Versión cinematográfica, y una historia corta y autoconclusiva titulada Rurouni Kenshin – El Guerrero Samurái – Acto 0. Hablemos primero de esta última. El Acto 0 sirve de precuela para la serie regular (aunque tras leer las palabras de Watsuki descubrimos ciertos matices ambiguos que pueden llegarnos a hacer dudar de tal afirmación). Como precuela, la historia responde a una de las incógnitas que los lectores de la serie original se plantearon en su día, pero también nos deja con otras tantas preguntas debido a que el tratamiento del protagonista no es exactamente el mismo al de cuando se inició la serie. Quizás se asemeja más al de la mitad de la saga. Aun así, la narración de Watsuki es muy agradable. Tras leer esa aventura breve y concisa tendremos la sensación de habernos reencontrado con un viejo amigo al que perdimos de vista hace mucho. Y solo por eso, la compra de Rurouni Kenshin: Restauración está más que justificada. El Acto 0 interpela a los sentimientos, a todo aquello que nos gustó de Rurouni, a aquello que nos hizo sentir cercanos al samurái venido a menos.
Sin embargo, no puedo decir lo mismo de la Versión cinematográfica. Cuando saltó la noticia de que se iba a publicar Restauración, muchos se pensaron que ésta iba a ser una reescritura del origen de Kenshin, quizás lo mismo que leímos anteriormente pero con un dibujo diferente. Y no es así. La Versión cinematográfica toma los mismos personajes, y el mismo mundo, pero los pone en un contexto tan diferente que lo que ahora leemos es una historia alternativa en toda regla. Nada de lo que vemos en la Versión cinematográfica es una reproducción firedigna de lo que conocemos. Y eso podría ser muy bueno, pero el resultado final es algo caótico, precipitado en muchas ocasiones. Al ser una historia de corta duración, Watsuki pierde el ritmo pausado y emotivo al que nos tenía acostumbrados. Prima la acción y la espectacularidad al desarrollo de personajes. Y eso hace que la historia flojee, o no se entienda del todo.
En resumen, Rurouni Kenshin: Restauración está compuesto por dos historias muy diferentes. Una es espléndida, la otra no lo es tanto. Para cualquier fan de Kenshin es una compra obligada. Para el resto, pues es un buen momento para acercarse al personaje si no lo conocéis, ya que solo estamos hablando de dos volúmenes, no de los más de 20 que tienen las ediciones de la serie regular. Eso sí, si probáis suerte con este cuaderno y creéis que no es para tanto, avisados estáis: el original, en este caso, es mejor que los productos derivados.
Guión: Suehiro Maruo
Dibujo: Suehiro Maruo
Edición España: EDT(2013)
Contiene: Inugami Hakase (Young Champion, 1991-1994)
Formato: Cartoné, 25×21 cm, 192 páginas
Precio: 12€
Valoración:
En 1920 Sada Abe, una joven del barrio tokiota de Kanda, fue violada por uno de sus amigos. Dos años después los padres de Sada, cansados de su conducta problemática, decidieron venderla a una casa de geishas de Yokohama. En los años 30 Sada era una de tantas geishas recicladas en las redes de prostitución de Tokio. En 1936 protagonizó uno de los mayores escándalos de la historia de Japón: estranguló a su amante, Ishida Kichizo, en pleno acto, y le seccionó el pene con un cuchillo. Cuando le preguntaron por qué había emasculado a Ishida, Sada respondió que como no podía llevarse ni el cuerpo ni la cabeza había decidido quedarse con la parte que le traía mejores recuerdos.
Para comprender el éxito del manga ero-guro (erótico y grotesco) japonés hay que tener en cuenta que el llamado “Incidente de Sada Abe” fascinó a sus contemporáneos tanto como les horrorizó. Puede que más. La sociedad de los años 30 conocía y disfrutaba de lo grotesco y escatológico desde hacia muchas décadas. No es forzoso, por cierto, que el ero-guro incluya escenas sangrientas o pornográficas – aunque sea lo habitual – , más bien tendríamos que pensar en una celebración de lo aberrante, en un desafío extremo contra las normas del buen gusto y las convenciones sexuales. Este movimiento de rebeldía afectó a todas las sociedades avanzadas; pensemos en la reacción contra el puritanismo victoriano en Inglaterra o el bizarrismo del cine de Todd Browning en Estados Unidos. En Japón se produce una reacción equivalente contra el conservadurismo de la era Meiji, y podríamos considerar que Acerca del deseo sexual anómalo (Hentai seiyokuron, 1915) es una especie de manifiesto fundacional del gusto por las perversiones que hará furor –siempre desde los márgenes de la cultura, claro está- durante la era Taisho bajo la forma del ero-guro nansensu. Incluso autores tan populares como Edogawa Rampo difundieron lo grotesco a través de relatos que, por más inocentes que nos resulten hoy en día, causaron un profundo impacto en la sociedad japonesa de su tiempo.
El impacto, de hecho, es duradero. En los años setenta, en pleno estallido de liberación político-sexual, el cine japonés actualiza la tradición grotesca que probablemente ha alcanzado su cima de popularidad a través de la obra de mangakas como Kazuichi Hanawa, Takato Yamamoto, Toshio Saeki o Kago Shintaro, si bien este último tiende a ejercicios de estilo que caben mejor bajo alguna forma brutal de surrealismo. En cualquier caso las raíces del género grotesco son muy profundas; no se trata de una mera búsqueda de lo desagradable, ni se puede reducir a sus practicantes a meros escandalizadores que buscan obtener réditos comerciales. El sexo brutal, las mutilaciones, la tortura o el simple asco puede tener un sentido estético y forma parte de una orientación artística con amplias ramificaciones que merece crédito tanto por la calidad como por la originalidad de alguno de los creadores de referencia. Suehiro Maruo, creador de la obra que nos ocupa, es uno de los mangaka que más y mejor han recreado la estética Showa captando además la fascinación que Japón sentía por la Alemania de Weimar, en cuyas entrañas latía un salvajismo reprimido que supo canalizar el nazismo pocos años después.
Lamentablemente Dr. Inugami es uno de los peores trabajos de Suehiro Maruo. Está muy lejos de obras como La Sonrisa del Vampiro, Midori o La Isla Panorama (quizá su mejor trabajo gráfico), y su principal interés reside en contemplar una de las fases de la evolución de Maruo. Dr. Inugami consta de seis historias cortas autoconclusivas –publicadas entre 1991 y 1994- que mezclan las tradiciones mágicas de Japón con la mitología y las habituales escenas repulsivas e inquietantes de Maruo. Sin embargo, Dr. Inugami es uno de sus manga menos escatológicos y, por decirlo de algún modo, más asequible a todos los públicos. Ya la primera historia deja claros los parámetros narrativos en los que nos moveremos. Un joven efectúa un ritual que consiste en enterrar a un perro durante tres días, dejando su cabeza fuera, y decapitarle solo cuando alcanza el punto máximo de sufrimiento. Así se consigue invocar al Inugami, un espíritu que se utiliza para vengarse de la persona odiada. Las seis historias son independientes y están enlazadas por la presencia más o menos expresa del misterioso Dr. Inugami.
Desde mi punto de vista Dr. Inugami demuestra que Suehiro Maruo no es un narrador instintivo. La estructura retórica de los capítulos es tan predecible que cuesta mantener el interés más allá de las primeras sesenta, setenta páginas. Una vez asimilada la premisa del primer capítulo el final de cada historia resulta evidente de antemano pero, curiosamente, la trama nunca se presenta en el mismo orden. La consecuencia es que no hay intriga porque sabemos que todas las historias serán iguales pero tampoco podemos disfrutar del placer de la anticipación al desarrollarse de forma distinta. En este sentido autores como Hideshi Hino, más limitados en cualquier faceta artística, manejan mucho mejor el género breve y satisfacen las expectativas del lector, que sabe cuándo y dónde disfrutará de cada golpe de impacto.
El diseño de las viñetas, por otra parte, no facilita una lectura fluida, aunque tampoco la perjudica en exceso. Los hallazgos narrativos de Suehiro Maruo pertenecen casi exclusivamente a su época más reciente, quizás desde La Sonrisa del Vampiro. Parte de su fuerza, de hecho, tiene que ver con el estatismo de las composiciones de página, que favorece recrearse en las maravillosas ilustraciones. La disposición de las viñetas de Dr. Inugami es rígida, poco relacionada con la psicología del personaje y muy vinculada al ritmo narrativo convencional del manga. El diseño de los personajes me parece acartonado, muy poco logrado.
De todos modos no podemos perder de vista que Dr. Inugami pertenece a la primera mitad de los noventa. Aunque su estilo gráfico está consolidado, la búsqueda expresiva de Maruo aún está a medio camino. En sus grandes obras logra una síntesis mucho más avanzada entre el guión y el diseño narrativo. Es por ello que este cómic solo conviene al lector que sienta reparos ante ilustraciones escatológicas y quiera descubrir a Maruo a través de una obra asequible. Se encontrará alguna escena memorable –en especial las primeras tres páginas- y el dibujo es incuestionable, pero poco más se puede destacar. Para fans de Maruo y coleccionistas de los Seinen Manga de EDT. Esto último no es un motivo desdeñable: EDT está lanzando mangas formidables en formato de lujo, con tapa dura, un diseño cuidado y respetando las páginas en color. Es una pena que no incluya algún artículo que sirva de contextualización histórico-artística u otro material que anime al esforzado comprador. Por otra parte 12 euros es un precio tan razonable que cuesta encontrar una excusa para no completar la colección, aunque sea poco a poco.
El anime es casi una forma de vida en Japón, un país que ve la animación de una forma diferente al resto del mundo, porque igual que se suele decir que hay un manga para cada persona, se podría decir igualmente y con la misma convicción que hay un anime también esperándole. En el negocio del anime podemos encontrar un gran número de empresas, compañías y estudios implicados, no podría ser menos para un fenómeno convertido en una forma de cultura en sí misma, una industria paralela a la del manga, desconocida o impensable fuera de Japón, en la que también juega un papel muy destacado elementos como el merchandising o la popularidad de sus directores e incluso actores de doblaje. Si bien el anime no necesariamente necesita ir ligado al manga, esta suele ser su principal fuente de inspiración, son pocas las obras cuya popularidad no se haya traducido en su correspondiente adaptación animada, bien sea en forma de serie de televisión, largometrajes, películas estrenadas directamente en el mercado doméstico -conocidas como OVA (original video animation)- y en los últimos años producciones destinadas directamente a su consuma en internet –ONA (original net animation).
En el artículo de hoy vamos a hablar del anime desde donde se genera: los estudios. Hay muchos estudios y compañías de anime de renombre en Japón -muchas veces colaboradoras entre sí- pero hoy vamos a mencionar y centrarnos brevemente en algunos de los más famosos y conocidos, representativos cadauno de una forma de entender la animación japonesa: Toei Animation, Sunrise, Inc., Madhouse, Nippon Animation y Studio Ghibli.
Toei Animation – Posiblemente, Toei Animation, fundada en 1948 con el nombre de Japan Animated Films, sea la compañía de anime japonesa más conocida tanto dentro como fuera de Japón, siendo responsable de la producción, desarrollo y distribución de todo tipo de series de televisión y películas. En 1998, Toei Animation, en colaboración con un grupo de compañías formado por Sony Pictures Entertainment, Sunrise y TMS Entertainment, fundaría Animax, un canal de televisión de pago para el mercado japonés y especializado en anime.
En un principio, Toei Animation nació como una respuesta a las primeras producciones de Walt Disney, pero pronto encontraría su propio camino convirtiéndose en un estudio histórico en el campo del anime al ser responsable en 1958 del primer largometraje en color de la animación japonesa, La leyenda de la serpiente blanca de Sanae Yamamoto, pero también siendo la precursora de géneros como las magical girl con Sally, la maga (1966) y los mechas con la adaptación del Mazinger Z (1974) de Go Nagai. En su larga trayectoria Toei Animation ha acumulado una larga y mítica lista de títulos como pueden ser Calimero (1974), Candy Candy (1976), Capitán Harlock (1978), Dr. Slump (1981), Bésame Licia (1983), El puño de la estrella del norte (1984), Dragon Ball (1986) y Dragon Ball Z (1989), Los caballeros del Zodiaco (1986), Las aventuras de Fly (1991), Sailor Moon (1992), Digimon (1999) y One Piece (1999). También han alcanzado gran difusión sus largometrajes y OVA basados en sus franquicias de mayor éxito como son las mencionadas Dragon Ball, Los Caballeros del Zodiaco o Digimon.
Sunrise, Inc.– En el año 1972 se fundaba el estudio de animación y producción Sunrise, Inc., subsidiaria de la corporación Namco Bandai Holdings, creada por ex miembros de Mushi Production, la antigua compañía de Osamu Tezuka responsable de series como Astro Boy, La Princesa Caballero o Kimba El León Blanco. Después de ser declarada en bancarrota a principios de los setenta, la compañía se dividió en Tezuka Productions y Mushi Production pero muchos de sus colaboradores emigraron a pastos más verdes como sería el caso de Sunrise, Inc. que seguiría una política centrada en la producción y no centrada ya en un autor único como había pasado con Mushi Production.
Desde su creación, Sunrise, Inc. ha conseguido convertirse en uno de los estudios más populares de animación de Japón con la producción de títulos tan destacados como Gundam (1979), City Hunter (1987), La Vision de Escaflowne (1996), Cowboy Bebop (1998), Outlaw Star (1998) o InuYasha (2000). El éxito de Sunrise, Inc. también se ha traducido en un cierto éxodo de algunos de sus miembros para formar empresas independiente de animación y normalmente asistentes y colaboradoras como Studio Deen, fundada en 1975 por Hiroshi Hasegawa y Takeshi Mochida, Bones, creada en 1998 por Masahiko Minami, Kōji Ousaka y Toshihiro Kawamoto, o Manglobe Inc., compañía financiada desde 2002 por Shinichiro Kobayashi y Takashi Kochiyama.
Madhouse – En el caso de Madhouse tenemos nuevamente un estudio japonés de animación cuyas raíces se encuentran en la bancarrota de Mushi Production, siendo una compañía fundada en 1972 por los animadores Masao Maruyama, Osamu Dezaki, Rintaro y Yoshiaki Kawajiri, centrada en la producción de series de televisión y largometrajes de cine. Han sido los responsables de llevar a buen puerto adaptaciones como Yawara! (1989), Ninja Scroll (1993), Cardcaptor Sakura (1998), Trigun (1998), Vampire Hunter D: Bloodlust (2000), Beyblade (2001), Chobits (2002), Monster (2004), Paradise Kiss (2005), Nana (2006) o Death Note (2006).
Por otro lado, Madhouse también ha sido conocida por ser la casa de Satoshi Kon, la compañía japonesa ha sido la encargada de producir sus películas más famosas como son Perfect Blue (1998), Millennium Actress (2002), Tokyo Godfathers (2003) y Paprika (2006). Pero Madhouse también resulta una compañía destacada por su trayectoria de colaboraciones con estudios externos, tanto japoneses como estadounidenses, habiendo trabajado con Capcom en la serie de Devil May Cry, colaborando en algunas de las películas de Studio Ghibli, con Warner Bros. en el desarrollo de los cortos de Animatrix ligadas a la popular saga de los hermanos Wachowski e incluso con Marvel Entertainment en el proyecto Marvel Anime que compondrían las series de Iron Man, Lobezno, X-Men y Blade.
Nippon Animation – El estudio de animación Nippon Animation ha sido uno de los mayores difusores del anime a nivel internacional, una compañía especializada, entre mediados de los años setenta y finales de los noventa, en la adaptación de historias y novelas occidentales al anime. Todo empezó con la producción para Fuji TV del programa World Masterpiece Theater, un popular espacio que se mantendría en antena entre 1975 y 1997, y en el cual cada año se presentaban versiones animada de algún popular clásico literario infantil.
De esta manera, los niños japoneses, y pronto los de media Europa, crecerían con las aventuras de Heidi (1974), Vickie el Vikingo (1974), El Perro de Flandes (1975), La Abeja Maya (1975), Marco (1976), Rascal, el mapache (1976), El bosque de Tallac (1977), Conan, el niño del futuro (1978), Ana de las Tejas Verdes (1979), El osito Misha (1979), Banner y Flappy (1979), Dartacán y los tres mosqueperros (1981), La vuelta al mundo de Willy Fog (1987) o Remy, la niña sin hogar (1996). De estas últimas, habría que destacar Dartacán y los tres mosqueperros y La vuelta al mundo de Willy Fog, coproducciones españolas en las que participaron BRB Internacional y Televisión Española. Por otra parte, los inicios de Nippon Animation están ligados a Zuiyo Enterprise, productora de Zuiyo Eizo en la que darían sus primeros pasos Isao Takahata en la dirección y Hayao Miyazaki como diseñador de personajes.
Studio Ghibli – Los orígenes de Studio Ghibli se remontan a 1982, cuando sus fundadores, Isao Takahata y Hayao Miyazaki, adaptarían al anime el manga de este último, Nausicaä del Valle del Viento (1982), siendo esta posteriormente reconocida como la primera película de la compañía. En este caso nos encontramos con un estudio de animación principalmente centrado en la producción y realización de largometrajes, habitualmente inspirados o basados en mangas o novelas japonesas e internacionales, acaparando un gran éxito de público y crítica en las dos últimas décadas por sus cuidadas historias en cuyo corazón residen potentes mensajes antibélicos y medioambientales.
En la práctica, ha sido el trabajo de Isao Takahata y Hayao Miyazaki en la dirección la que ha consolidado a este estudio como uno de los más aplaudidos y reputados a nivel mundial, con títulos como El castillo en el cielo (1986), La tumba de las luciérnagas (1988), Mi vecino Totoro (1988), Recuerdos del ayer (1991), Porco Rosso (1992), Pompoko (1994), La princesa Mononoke (1997), El viaje de Chihiro (2001), El castillo ambulante (2004) o Ponyo en el acantilado (2008). Entre los reconocimientos obtenidos por el Studio Ghibli encontramos el premio Óscar a la Mejor Película de Animación y el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín por su trabajo en El viaje de Chihiro y León de Oro del Festival Internacional de Cine de Venecia por El castillo ambulante. En las afueras de Tokio podemos encontrar el Museo Ghibli inaugurado en 2001.
En nuestras anteriores entregas:
– Zona Manga – Introducción a los tipos de manga: ¡Guía de supervivencia del Salón del Manga! Noticias y reseñas de Happy!, Fullmetal Alchemist, Kamen Rider, Aristocracia Campesina, La nueva isla del Tesoro… ¡¡¡y muchísimo más!!!
Para los despistados, estos fueron nuestros artículos introductorios, básicos para entender el manga:
– Zona Manga – Introducción a los tipos de manga: en el que ordenamos los mangas por tipos y clases, pero teniendo en cuenta también la manera de entender el cómic japonés por parte de los españoles. Si no sabéis cómo encontrar un manga que se adecúe a vosotros, este es vuestro artículo.
– Zona Manga – Radiografía de las editoriales japonesas: en el que os explicamos cómo funciona el sistema editorial japonés y cuáles son las editoriales más importantes, así como los títulos que éstas publican.
– Zona Manga – Las series más vendidas: en el que hacemos un recorrido por los mangas más vendidos, tanto en Japón como en España. Si queréis ir a lo seguro, cualquiera de los mangas aquí citados han hecho felices a millones de personas.
– Alberto de Sosa: Presentándome como uno de los más jóvenes del equipo, empecé a colaborar en el proyecto Zona Negativa en octubre de 2011 gracias a una recomendación del propio Marc Bernabé. Actualmente cubro –o intento cubrir– todo lo que tiene que ver con el manga publicado en España, tratando tanto noticias como reseñas. Mis andanzas en el mundo del cómic nipón empezaron relativamente tarde, aproximadamente en septiembre de 2007. Sin embargo, rápidamente me desvinculé de lo que serían los gustos típicos de los aficionados al manga. Actualmente soy un apasionado del manga clásico y con cada lectura intento no sólo entretenerme, sino aprender un pedazo de la historia del cómic nipón en todas sus vertientes: autores trascendentes, obras padres de cada género, etc. Y, con más o menos éxito, estos conocimientos que adquiero son los que intento trasladar a mis textos.
– Enrique Rios: Originario de Badalona o Barcelona según como se mire, publiqué mi primer artículo para Planeta DeAgostini, por pura casualidad, en 2006 y desde entonces no he parado de escribir tanto para esta editorial como para ECC. Mi especialidad son los tebeos norteamericanos y me apunté a Zona Negativa en 2012 para hablar de aquellos temas que aún me quedan pendientes.
– Jordi Querol: De Barcelona de cuando aún existía el régimen anterior, empecé a interesarme por Japón gracias a ordenadores como el MSX y compañías como Konami. Aunque incompleta, ese entretenimiento me transmitió una forma distinta de ver y hacer las cosas. Cuando jugabas un juego japonés se notaba. Otro aspecto que me interesó fueron los dibujos animados de la época (Harlock, etc), tan distintos a lo que provenía de otros países. Y de ahí al manga, con el boom de Dragon Ball y las primeras colecciones en comic book. Y desde entonces no lo he dejado. Ahora mismo me interesa más el seinen, aunque una buena historia lo es sin mirar las etiquetas. También me gusta el cómic español y algo de independiente americano o europeo. Empecé en ZN a principios de 2006 ya que en ese momento era muy activo en webs y foros. A años luz de la gente que realmente escribe bien.
– Jordi T. Pardo: Barcelona (Septiembre, 1980). Licenciado en Historia. Mi obsesión por las novelas de misterio y aventuras facilitó mi acercamiento al cómic con los Clásicos Ilustrados que adaptaban historias como El Escarabajo de Oro o La Isla Misteriosa. Luego llegarían Mortadelo y Filemón, Superlópez, Spider-man y Dragon Ball. Descubrí las posibilidades del medio con autores como Alan Moore, Neil Gaiman o Kurt Busiek desarrollando mi ecléctica pasión por la viñeta: cómic estadounidense, europeo, manga y webcómics. En la actualidad, colaboro como reseñista y articulista en mi segunda casa, Zona Negativa, hablando de cómics y cine.
– Julio C. Iglesias: De pequeño sufría mucho por Donald. ¿Qué había hecho aquél pobre patito para que todo le saliera tan mal? Estaba seguro de que había algún tipo de sentido perverso en sus desgracias pero… ¿cuál? Tantos años después sigo pensando en la lógica del cómic y aún creo que el mundo le debe a Donald una explicación. Vivo en Asturias -aunque quisiera estar en Japón- y paso el rato con fútbol, ciclismo, literatura, cine y mucho heavy metal. Historiador, por cierto. Sí, una carrera muy útil.
– Oriol Estrada Rangil: De Mataró de toda la vida, nacido al mismo tiempo que la década de los ochenta. Mi primer recuerdo comiquero es tener un Superman de Byrne en las manos (sin saber leerlo aún), después vino Bruguera, Marvel, y finalmente un chaval con cola de mono que me cambió la vida; le dediqué un documental llamado Songokumanía. Algunos me consideran un experto en manga y cultura japonesa, y puede que tengan parte de razón, pero como lector de cómics no me cierro a nada (sigo siendo un Marvel Zombie). Hablo de Todo Lo Que Mola en mi blog, en la radio, y desde 2013 en Zona Negativa.
– Raúl López: Nací en Sabadell (Barcelona) en 1978, mi afición por los cómics de superhéroes se comenzó a gestar en el momento en que mi profesor de EGB, Joan, me dejó algunos números de Clásicos Marvel que contenían las historias: La muerte del Capitán Stacy, La muerte de Gwen Stacy y La última cacería de Kraven. Desde ese momento me convertí en fan absoluto de Spiderman y por extensión de Marvel Comics. Con el paso de los años aprendí a paladear el buen cómic sea cual sea la editorial, el personaje o autor. En 1999 fundé Zona Negativa como el rincón donde hablar de aquello que me apasionaba, el resto es historia.
“No quiero convenceros de que los fansubs son el cáncer de la industria, pero tampoco quiero decir que su trabajo es algo totalmente indispensable. Lo que quiero dejar claro, es que la historia nunca se puede pintar de blanco y negro: está llena de grises. Y como casi todo en la vida, es cuestión de encontrar un equilibrio (algo muy, muy difícil). “
Pues me parece que has hecho un análisis muy sensato del tema, y que se puede aplicar a las traducciones “no oficiales” de cantidad de cómic americanos que no han llegado a España (y en muchos caso, ni siquiera parece que vayan a llegar en un futuro próximo). Y también se puede aplicar al subtitulado y puesta en línea de pelis que, de otro modo no estarían a nuestra disposición. Y voy a poner dos ejemplos.
-A mí me gusta, ya lo he comentado alguna vez, el cine coreano/japonés y hace poco, gracias a la labor no-pagada-por-nadie de alguien, en alguna parte, he podido disfrutar de dos de las mejores pelis, ambas coreanas, ambas trhillers y ambas con escasa, por no decir nulas posibilidades de estrenarse en España, “New World” y “26 Years”. Os la recomiendo (la primera es una especie de “Uno de los nuestros” en versión coreana y la segunda un thriller político muy original).
-Hace poco encontré en internet y empecé a leer el famosísimo manga Alita, ángel de combate. Si, ya sé que tiene un montón de años, pero hay tantas cosas que leer… Leí el primer tomo y me flipó. Me encantó. No exagero si digo que es de los mejores mangas que he leído nunca. Lo siguiente que hice fue mirar en la web de una conocida tienda de cómics si lo tenían disponible y… mal rollo, descatalogadísimo. Bueno, si Planeta de Agostini lo reedita, y supongo que si lo hará antes o después, sobre todo si James Cameron deja de hacer pelis de bichos azules, y se anima de una vez a adaptarlo, me lo pillaré ipso facto. Si alguno no lo conoce, os lo recomiendo igualmente.
Lo dicho anteriormente: si a las traducciones amateur para conocer cosas que de otro modo no estarían a nuestro alcance; no como excusa para no dejarnos en euro y matar de ese modo a una industria de la que –se supone- todos tanto disfrutamos.
“Opus y Seraphim, ambas del ya fallecido director Satoshi Kon son dos de las nuevas obras que ha anunciadoPlaneta para el próximo año. Opus se publicará en noviembre de 2014, mientras que Seraphim saldrá al mercado algunos meses antes, en mayo de 2014.”
Esto me interesa muchísimo.
Muy fan de los fansubs.
Casi se me cae una lagrimita al leer aquí la palabra tokusatsu (aficionado a Ultraman en mi caso). Agradecido infinitamente que estoy a esa gente que subtitula series que mala salida comercial tienen fuera de Japón y que tan buenos ratos me han hecho pasar.
Señor Oriol Estrada le agradecería que me recomendara una serie de la franquicia Kamen Rider para empezar con el tema, una facilita, sin tener que enfrentarme a muchas referencias únicamente asimilables para seguidores de toda la vida. Si he podido con las Ultraseries, me enfrento a lo que haga falta 🙂
Por lo demás el manga de Miyazaki tiene una pinta suculenta.
Ah, y Mr. X, me apunto las películas que comentas que también me gusta el cine de acción oriental (Tengo que ponerme al día)
No sabia que Kenshin eran dos tomos!!! Voy a poor ellos de cabeza.
Magnifico trabajo por cierto 🙂
Yo soy no un seguidor sino un devorador de anime de estos a los que haces referencia y Oriol, es cierto que has hecho un análisis muy bueno y lo más objetivo posible del tema de los fansubs, pero tú mismo te has respondido al principio: al entrar en alguna de las páginas de fansubs descubres que existe una cantidad de animes tan inmensa que es absolutamente imposible que llegue a España por lo tanto ¿tenemos que sentirnos mal por estar disfrutando de algo que te gusta sin estar pagandoselo a nadie o reservarnos por si remotamente acaba siendo editado en España?
Supongo que dependerá de cada uno, pero yo desde luego prefiero insensibilizarme y centrarme en lo mío, que cada cual tiene bastante con sus problemas.
Aquí servidor también es fan de la ficción japonesa hermana del tokusatsu, el Super Sentai. Lo que en España llegó primero como Bioman y luego como Turboman y ya nunca más se supo porque lo que acabó llegando fueron las adaptaciones corta y pega de Saban «Power Rangers » man. El Super Sentai es un género que está por cumplir 40 años y cada año tiene una generación de Super Sentai, siendo la actual la 37 los llamados Kyoryugers, la cual todo sea dicho es bastante espectacular. Bueno pues gracias al fansub de Fourze Fansub se pueden ver esta y otras muchas series incluidas las de Kamen Rider. Series que jamás habría visto de no ser por los fansubs.
¿Podría buscarlas y comprarlas si existen en el mercado americano? ni lo sé, ni me importa porque no me considero en la obligación de pagarles nada a los americanos
Así que no estoy de acuerdo en lo que dices al final, los fansubs no sólo son necesarios sino que son imprescindibles para que la gente pueda disfrutar de estas cosas porque no podemos estar eternamente esperando a que las editoriales los traigan aquí y si luego más adelante resulta que alguna editorial trae algun anime o serie que yo ya vi hace mucho tiempo pues no me voy a considerar en que tengo el deber de comprársela.
Y la televisión no la veo ya, la tengo desconectada de la antena así que poco me importa a día de hoy porque las televisiones ya no tienen interés en emitir anime, estando más interesadas en el famoseo y otras mierdas, ni a mi de paso me interesa verlo en televisión con publicidad de por medio o con la «calidad» que Boing emite Dragon Ball por ejemplo.
Otra cosa a tener en cuenta es que no todos los fans del anime via fansub buscan descargar y tener las series. Muchos nos conformamos con verlas online y a otra cosa y por eso cuando en (contadas)ocasiones se edita en España, si te ha gustado mucho mucho mucho pues te la compras, pero si ha sido una serie simplemente entretenida para echar el rato pues no, porque no te hace falta tenerla, que esa es otra: antes de que salgan los acusadores de piratería y demás hay que recordar que la inmensa mayoría de gente que descarga o ve series online las está viendo simplemente porque «están ahí» y luego adios, no necesitas tenerla.
Un día miras la lista de series, elijes una cualquiera y la ves. Pero eso no quiere decir que tuvieses pensado comprarla en algún momento.
Mr. X,
muchas gracias por el comentario. He intentado no dejarme llevar por la pasión, que a veces tira más en contra del fansub por esas actitudes infantiloides absurdas que gastan muchos.
Por cierto, yo tengo esperanzas que New World sí se edite aquí, ya que ganó el premio a mejor peli asiática en Sitges. Y sí, es un peliculón.
Alita lo había leído y visto en los 90, un gran manga que, no sé porqué, hemos ignorado bastante aquí (creo que en EUA está mucho más valorado).
Wan Javi,
Sobre Kamen Rider, en mi blog tienes un montón de material: http://laarcadiadeurias.net/tag/kamen-rider/
Pero siempre recomiendo las mismas series para iniciados: Kamen Rider Agito o Kamen Rider Kabuto. Agito porque es la 2a del «reinicio» en el siglo XXI, y es sin duda de las mejores. Kabuto porque es de las que aún mantienen un buen equilibrio entre historia adulta y humor absurdo. Luego se infantilizó bastante más.
http://laarcadiadeurias.net/critica/critica-kamen-rider-agito/
Y piensa que siempre puedes ver una serie de Kamen Rider cualquiera, sin necesidad de haber visto las otras. Excepto las dos primeras de la era Heisei, que compartían un mismo mundo (pero en realidad no tenían nada en común), el resto son totalmente independientes. La única que sí requiere ser un seguidor de la serie es Kamen Rider Decade, porque al ser una celebración del 10º aniversario de los Kamen Rider de la era Heisei, visita los mundos de todos.
Centrandome en el tema de los fansub, es cierto que hay varios que abusan de los llamados karaokes o de las notas haciendo imposible ver un capitulo de cualquier serie.
Por otro lado por lo menos en mexico recientemente hemos tenido la desgracia de que el anime que es adquirido (ya casi nada en los ultimos tiempos) es a traves de viz media y tenemos que pasar por el filtro de los EUA, cuando se empezo a transmitir one piece, pense que seria un exito similar a dragon ball o los caballeros del zodiaco, pero no hay forma de justificar la forma en que fue censurada, no solo en el tema de los cigarros por ejemplo (que es peor las notas o karaokes de los fansub o las alteraciones digitales de la obra en cuestion), si no que habia partes de que de tres capitulos hacian uno solo o sagas completas eliminadas haciendo incomprensible la trama sin contar con los locos horarios a la que era transmitida (llegue a ver que la programasen para las 3 am) que interes podria generar esto para tratar de ganar a los que ven la version cualquier fansub, como ponerse de lado de la industria si ofrecen cosas como esta.
Y no solo es en la transmision en tv, los dvd de saint seiya lost canvas los editaron con pesima calidad en el video y audio (creo que en los primeros volumenes el audio apenas venia en 2.0) y un fansub saco los dvd con el video extraido del bluray y el audio japones 5.1 y le añadio el audio español.
Slam dunk en mexico solo transmitieron 61 capitulos siendo que en todos los demas paises la transmitieron completa.
Rurouni kenshin en CN cambiaron la sangre a color verde.
Y la lista sigue y sigue, lo siento por las empresas pero si lo que nos ofrecen en ocasiones tiene peor calidad de lo que logran los fansub apaga y vamonos.
Gracias Oriol. He ojeado tu blog. Muy bueno. Creo que metí la pata en su día, que vi algún capitulo de «Kamen Rider Decade» y claro, no me enteraba. A ver si con tus sugerencias me enfoco un poco mejor 🙂