La plaga verde

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1925
 

Guión: Michaël Sanlaville
Dibujo: Michaël Sanlaville
Edición España: Ninth Ediciones (2013)
Contiene: Le Fléau Vert FRA (Casterman, 2012)
Formato: Tomo rústica con solapas de 152 páginas
Precio: 20,00€
Valoración:

 

«Si Dios amase a los hombres les mostraría su amor
y no les dejaría cometer tantas infamias en el mundo»

La joven editorial española Ninth Ediciones, especializada en publicaciones y revistas centradas en el mercado europeo y estadounidense como Ninthcomic, Inkside o 9thcomic, ha mostrando recientemente también su interés por publicar sus propios cómics y novelas gráficas en nuestro país siendo uno de los primeros títulos editados bajo su sello La plaga verde del autor francés Michaël Sanlaville. Este ilustrador, diseñador, guionista y dibujante, compañero de Bastien Vives e Yves Bigerel en la Escuela Gobelins de París, posee aún una pequeña -pero muy atrevida- bibliografía compuesta por obras como Last man y Hollywood Jan. El trabajo y el interés de este autor en el campo de la animación, florecido en los años noventa con la invasión manga en las televisiones de media Europa, son palpables en su obra y se combinan a su personal y peculiar manera con la tradición del cómic franco-belga. Esto se percibe, en toda su expresión y con unos buenos litros de corrosiva parodia, en La Plaga Verde, una historia protagonizada por Murphy, el único hombre superviviente de un misterioso apocalipsis provocado por la repentina aparición de una epidemia de plantas carnívoras, con especial predilección por las partes pudientes del género masculino, dejando a su paso un panorama desolador y condenado a la extinción en el que una secta feminista intentará construir una nueva humanidad… ¡aunque para ello antes necesitan la semilla de Murphy!

En la misma premisa de La plaga verde ya podemos entrever el perfil paródico de la obra, logrando llevar Michaël Sanlaville este elemento a unas cotas de absurdo definidas por su sorprendente y sobredimensionada acción y un argumento que partiendo de un sobreexplotado y recurrente tópico seminal de la ciencia ficción resulta reinterpretado mediante lo extravagante y lo surrealista. En este caso, la propuesta de Michaël Sanlaville, como una especie de vuelta de tuerca erótica a El día de los trífidos del británico John Wyndham, alardea de su potencia y presenta una puesta en escena claramente influenciada por la animación japonesa. La narrativa de La plaga verde centra su fuerza, en gran parte, en su apartado visual, con un dibujo realmente plástico y agradable a primera vista, intuitivo y con un uso del color muy inteligente que convierten la lectura en una experiencia increíblemente fluida y natural. Por su parte, la historia rehúye cualquier mensaje moralizante pese a jugar a ridiculizar dogmas, filosofías, ideologías o religiones, pero nunca realmente se llega a preocupar o tomar en serio dichas cuestiones, la obra simplemente se entrega a una gamberrada desprejuiciada y libre de ataduras. En consecuencia, cualquier posible atisbo de crítica más allá de la parodia o el humor implícito (y explícito) del relato, son sólo el envoltorio de la intención real de su autor.

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Páginas de La plaga verde de Michaël Sanlaville

De esta manera, La plaga verde de Michaël Sanlaville tienta e invita lascivamente al lector a acompañarle en una alocada aventura con un ritmo más allá de lo humano, con unos personajes totalmente disfuncionales, sin aparente conexión entre sí pero entregados voluntariosamente a sus hilarantes papeles, situados sobre un argumento en el que los pequeños retazos distópicos y el género postapocalíptico y catastrófico se interrelacionan en un espacio sin reglas aparentes dónde todo es posible y nada es totalmente descartable. Para conseguir esta sensación Michaël Sanlaville plantea la obra como una verdadera huida hacia adelante, partiendo de lo que podríamos creer territorios conocidos y sobradamente transitados para deambular por un universo con un carácter muy marcado, explosivo y sexualizado, hasta convertirse en algunos de sus pasajes en una potente fantasía de acción pornográfica, con algunas de las escenas de sexo más irreales, extrañas y sobradas nunca leídas antes en las páginas de un cómic. Por lo tanto, de lo que carece la obra de Michaël Sanlaville es de un término medio, no lo concibe en ningún momento, su propuesta resulta arrasadora, no se deja nada en los bolsillos y nada queda a su paso, pero esa es una de sus principales virtudes: no pararse en ningún momento a reflexionar o divagar sobre el sentido de las cosas.

Esto desemboca, desde un primer momento, en un fascinante y delirante espectáculo desprovisto de límites y orgulloso de su postura irrespetuosa antes los clichés y las convenciones que retuerce hasta ahogar en su propia historia. Por contra, podríamos decir que esto acaba transformando La plaga verde de Michaël Sanlaville en una obra conscientemente suicida, definiendo su historia como una pompa de jabón, una barrabasada cuyas posibles revisiones no contarán con la explosividad y fuerza de ese primer acercamiento, pero sí con su llamativo apartado gráfico y ese comentado sentido de la acción de evidente herencia oriental. Este pone el punto de sal en un relato con abundantes litros de sangre, mutilaciones, una gran variedad de pechos turgentes, fluidos corporales en grandes dosis, sexo salvaje y frenético, persecuciones, estrambóticos personajes y mutantes florónicos y un humor tan ligero y fresco que casi parece improvisado. En definitiva, en La plaga verde de Michaël Sanlaville, por si no había quedado claro, todo tiende al exceso y el extremo, así como a otras cosas que incluyen la letra «x», una obra apropiada para el lector que guste de dejarse avasallar y sea capaz de conectar con su falta de pretensiones y con la expresiva y magnética personalidad de un autor al que habrá que seguir la pista en sus próximos trabajos.

Enlaces de interés

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Jose Angel Ares
Jose Angel Ares
Lector
28 noviembre, 2013 13:19

Me encantó, aunque como pega había partes de la historia que veía alargadas unas veces y tremendamente cortas en otras, pero es tan bruto el arrastre visual que te quedas sin pestañear un rato una vez lo has terminado.

HenryJones
HenryJones
Lector
28 noviembre, 2013 13:22

pues muy buena pinta tiene,el dibujo cojonudo, lo que el precio, aunque sean 152 páginas, hace que caiga puestos en la lista de la mis preferencias de compra. Algun dia tocará

Tronak el Karbaro
Tronak el Karbaro
Lector
29 noviembre, 2013 17:52

Pues tiene muy buena pinta, pero como todo el comic franco-belga, es caro.

La verdad es que no entiendo esto último. ¿Por qué? Un Tintín, un Asterix, unos Pitufos o cualquier otro comic francés es muuuuucho más caro (atendiendo al número de páginas) que cualquier tebeo español, americano o japonés.

A mí me encantan los tebeos franco-belgas, pero compro muy pocos debido a los precios. No se si será cosa de los propios franceses o de las editoriales españolas, para darles un toque de «elitismo». Una pena, porque ya digo que con mejores precios compraría mucho más.