Rurouni Kenshin: Restauración

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Edición original: Shueisha INC. – 2012 – 2013
Edición España: Panini Comics – noviembre-diciembre 2013
Guión: Nobuhiro Watsuki
Dibujo: Nobuhiro Watsuki
Entintado: Nobuhiro Watsuki
Portada: Nobuhiro Watsuki
Precio: 8,95 euros (serie de dos tomos en formato kanzenban de 152 y 208 páginas cada uno)

 

Si tuviere que hacer una lista o escoger cuáles son mis tebeos japoneses preferidos, las aventuras del espadachín vagabundo Kenshin Himura serían el manga elegido para encabezar la enumeración. La obra que lanzó a la fama a Nobuhiro Watsuki, sobradamente conocida en España por sus sucesivas reediciones y por un exitoso anime, dio en 2012 el salto a la gran pantalla, transformándose en un filme cuyo éxito vino seguido por la confirmación de que habría al menos dos secuelas. Esta adaptación a la imagen real se convirtió en la excusa perfecta para que, veinte años después de su primera aparición y quince desde la última, don Nobuhiro, Wakki, se reencontrara con el más carismático de sus hijos artísticos. El resultado es esta Restauración en dos tomos en las que un autor más maduro (como él mismo reconoce) vuelve a pasearse y a pasear a Kenshin por los inestables tiempos de los primeros años del período Meiji.

Para quienes no estén familiarizados con la obra original (altamente recomendable, añado), Rurouni Kenshin, es la crónica de las aventuras de un espadachín durante el último tercio del siglo diecinueve. En la rebautizada ciudad de Tokio aparece un personaje de aspecto insignificante, comportamiento amable, modales desusados y una espada de filo invertido (en clara vulneración de la legislación que prohíbe lucir en público esas armas). Arrastrada por el torbellino de los cambios, la casta de los samurái ha perdido su estatus de privilegio. La filosofía de la vida por la espada ya parecen inútiles y las antiguas escuelas de esgrima languidecen por la falta de discípulos o por la conversión de su arte en un juego alejado de la finalidad esencial del manejo de un arma. Cortés y pacífico, el recién llegado oculta un secreto que pronto dejará de ser tal: él es el temible hitokiri Battōsai, un antiguo asesino al servicio de los patriotas de la restauración (vencedores en el conflicto subsiguiente a la caída del gobierno de los shogunes). Terminado el conflicto, Himura busca la redención por las vidas tomadas durante la guerra vagabundeando por Japón y ayudando a quien lo necesita. En la capital, su camino se cruzará con el de Kaoru Kamiya, una joven heredera de un estilo de esgrima de carácter protector y de un dojo vacío. Buscando la paz, Kenshin intentará demostrar que, efectivamente, ya no es el destajador, el carnicero de otros tiempos, y que puede vivir sin tomar otra vida.

El reencuentro entre autor y personaje presenta una versión diferente de las primeras aventuras de Kenshin en Tokio, aderezada con la presencia de una serie de personajes, que aparecidos posteriormente en el manga original, se pueden considerar imprescindibles en cualquier adaptación de las aventuras del espadachín vagabundo. Así, aparte de la mentada Kaoru tenemos también a Yahiko Myōjin (el crío de la antigua casta samurái, reconvertido a la fuerza en delincuente callejero), a Sanosuke Sagara (el bronquista fortachón y despreocupado que pasará de rival a amigo de Kenshin) y, cómo no, a Hajime Saitō (el antiguo adversario de los días de la guerra civil, reconvertido en policía y aliado ocasional). Otros, como la médico Megumi Takani o los Oniwabanshū sólo aparecen en forma de guiño, en tanto que el adversario final (coincidente con el de la película) no es otro que Jin-e Udō (el homenaje de Watsuki a Gambito, el hombre-x creado por Chris Claremont y Jim Lee), otro antiguo asesino que, al contrario que Kenshin, ansía por retornar a los charcos de sangre. La trama enlaza directamente con un aspecto esencial de la obra original: los tormentosos cambios de época que obligan a las personas a adaptarse o desaparecer. El encuentro entre Kenshin y Kaoru deriva en la protección de aquél a ésta frente a los intereses del comerciante Takeda Kanryû, que plenamente adaptado a la nueva situación económica, aspira a hacerse con el dojo Kamiya, despreciando lo que simboliza y abrazando las ventajas de lo “nuevo y mejor”.

Pasado y presente de Kenshin Himura
Kenshin, Kaoru, Yahiko, Sanosuke y, por supuesto, Saito

En esta nueva versión, el autor ha mantenido el respeto por los cánones del original (que, según reconoce, en muchos aspectos no se puede mejorar) con la aplicación de las enseñanzas obtenidas durante los años posteriores al fin de la serie original. Una mayor fidelidad histórica por los detalles y un nuevo enfoque para unos personajes que siguen manteniendo sus características definitorias son los detalles que más llaman la atención, junto a un aumento del papel de ciertos personajes (como el de Yahiko) para justificar una presencia ineludible. En el caso de Kenshin, Watsuki ha añadido algunos detalles que, en mi opinión, han redundado positivamente en el personaje. Así, redefine la relación entre el espadachín y su katana, recordando claramente que la espada es el alma del samurái. Cada vez que Kenshin acerca su mano a la empuñadora o la atrapa, se percibe un cambio. La sombra del destajador está mucho más cerca y eso convierte al antiguo asesino en un adversario doblemente peligroso. En resumidas cuentas, se trata de una adaptación alternativa y reducida que bien podría servir para que lectores novatos conozcan al señor Himura como para que la afición veterana pase una tarde envuelta en la nostalgia que supone la revisita del clásico. Restauración es de esas obras que permiten una doble lectura: quien se acerque por primera vez no se perderá y quien retorne al personaje podrá coleccionar cuantos guiños, referencias y alusiones pueblan las páginas de esta miniserie.

La recopilación de Restauración lleva aparejada un regalo para los lectores del manga original: un acto cero en el que Kenshin visita Yokohama y tiene ocasión de tratar directamente con un galeno y un espadachín occidentales. Esta pequeña historia acontece justo antes de los acontecimientos del primer número de la serie clásica, y permite al autor desarrollar algunas cuestiones que, en su opinión, habían quedado por elaborar en su momento. Himura viaja por un Japón que se ha visto irremisiblemente cambiado por el contacto con el exterior, pero en la historia conocida nunca había tratado con un gaijin. Aquí tomará contacto con lo mejor y lo peor que el extranjero puede ofrecer a su país, y recibirá un consejo que explicará sus decisiones posteriores. Una precuela para que podamos disfrutar del Kenshin que sí conocemos, habida cuenta de que el relato original puede darse definitivamente por cerrado.

Final de la precuela de la serie original
El comienzo del mito

Los tomos contienen también unas interesantes reflexiones por parte del autor, en las que explica el proceso que llevó a la creación de Restauración, al tiempo que reflexiona sobre cuestiones que son objeto de constante debate por parte de la afición. Así, habla abiertamente de lo que piensa de las relaciones entre el manga y otras formas del entretenimiento, a cuenta de la adaptación de sus trabajos al cine, y expresa una idea bastante interesante sobre la forma en la que el autor tiene que afrontar las obras derivadas de su labor, situándose en una postura alternativa respecto de la que tienen otros creadores como, por ejemplo, Alan Moore. Por otro lado, encontramos a un autor-lector que, confesándose seguidor del comic-book de superhéroes (con sus series interminables y sus historias alternativas), expresa su simpatía hacia la posibilidad de que surjan versiones de su trabajo pero advierte de que la historia de Kenshin está concluida, sin posibilidad de continuación. Explica sus motivos, así como las posibilidades barajadas para seguir allá donde lo había dejado, pero la conclusión es siempre la misma: no es posible continuar un relato concluido. Un agradable contraste, si tenemos en cuenta lo sobreexplotadas que están ya algunas franquicias.

Restauración es una obra recomendable para quienes quieran iniciarse en la lectura del manga en general y en la de la obra de Nobuhiro Watsuki en particular, al aportar en el mismo lote una versión alternativa y el prólogo de la serie original.

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sandman
sandman
Lector
27 enero, 2014 10:03

Aunque el manga suele saturarme por la poca variedad de temas, al menos los que yo he leído, tengo que reconocer que Nobuhiro Watsuki es de lo que salvaría y de verdad me atrae por es de los que a mi juicio da cierta originalidad al manga y viste sus historias de un trasfondo y un desarrollo de personajes que me lo hace entretenido.

Creo que entrará en mi compra mensual y os contaré que tal esta nueva versión y la recopilación

Chuso
Chuso
Lector
27 enero, 2014 10:52

Me hice con los dos tomos el mismo día que se pusieron a la venta, ya que le tengo a Kenshin un gran cariño. Fue el manga que me hizo meter la cabeza en el mundo del cómic (a la par que Ultimate Spiderman), asi que tengo mucho que agradecerle. Watsuki confirmó hace cosa de un mes que está inmerso en varios Spin-off centrados en la historia de algunos de los enemigos de Kenshin más carismáticos. Se rumoreaba por ahí un spin-off para Enishi. Por cierto, ya está por youtube un teaser de 30 segundos de la secuela de la película que tiene muy buena pinta.

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
27 enero, 2014 12:19

Otro por aquí con Kenshin en la cabeza de favoritos. Restauración me ha parecido correcto sin más, una golosina agradable para los fans del personaje.

batlander
batlander
Lector
27 enero, 2014 13:05

A mi me parece que es un manga que hay que tener tanto para acercarse a la serie como si tienes lo anterior. Eso si, tampoco es una maravilla. Mete a un monton de personajes con calzador (solo falta Shishio dandose una vuelta por ahi…) y hay algunas cosas como la armadura de mercurio o el nuevo doble golpe que son bastante malas.

Lo mejor la lucha final contra Jin-e.

Martín Cañadas
Lector
28 enero, 2014 18:26

Grandes batallas como [urlcomment image]esta[/url]quedaron grabadas para siempre en mi retina.

Que gran variedad de personajes secundarios que tenía la serie y ninguno de ellos fué jamás maltratado. Excepto por el doblaje español del anime con grandes «aciertos» tales como: Yoshi y ¿Kori?¿Corey?(Kaoru, vamos). Si el autor supiera de semejantes libertades…

El caso es que siempre me resultó una serie muy interesante: guerreros acostumbrados a la guerra que de repente han de acostumbrarse a la paz. Y en el caso de Kenshin, convencerles a espadazos (con filo invertido).

Confiare en Nobuhiro Watsuki e intentaré no ver este «Restauración» como un simple sacacuartos.