Vertigo USA: Finaliza 100 Balas

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Lo prometido es deuda y aquí tenéis el especial dedicado al final de 100 Balas, una serie de Brian Azzarello y Eduardo Risso que ha entusiasmado a los seguidores del sello Vertigo desde hace ya casi diez años. Colección esta, por cierto, de la que guardo un curioso recuerdo por un detalle: cuando empezó de la mano de Norma en el año 2000 yo rondaba los 16 años, y recuerdo perfectamente que tras leer el primer prestigio y estando ya totalmente enganchado me dije algo así como «¡genial! hasta que no tenga otros diez más no sabré como termina». Sea como fuere, terminar ha terminado –¡por fin!– y en este artículo hablamos de ello… ni que decir tiene que el contenido está vetado para todos aquellos que no sigan las ediciones a ritmo USA. O en otras palabras: a partir de aquí lo que sigue es un gigantesco SPOILER.


No obstante, antes de entrar en materia os recomiendo repasar el artículo que realicé sobre 100 Balas tiempo ha, así como la reseña sobre el último tomo publicado en España de la serie. Especialmente útil os será el apartado de spoiler en esta última, ya que permite refrescar un poco la memoria y retomar el hilo de una colección que hace más de un año que no vemos por estos lares. Una vez que os aclaréis y tengáis presente el punto en el que se quedaron los protagonistas y las tramas, pasad al siguiente apartado para conocer paso a paso las novedades que se han sucedido en los últimos números estadounidenses.

Transición hacia el final

Dirty (100 Balas #84-88): Graves y los milicianos asesinan a varias familias enteras del Trust, mientras que Joan D’Arcy (cabeza una de las restantes) contrata a una especie de miliciano retirado –Will Slaughter– para frenar a Graves según sus intereses. Branch muere a manos de Echo Memoria, y Cole Burns consigue la misteriosa pintura que trae de cabeza a los personajes principales de las manos de Ronnie Rome. Mientras, la relación sentimental de Augustus Medici y Megan Dietrich se hace más fuerte, para desgracia de Benito Medici.

100 Balas #89: Cole Burns tiene en su poder el famoso cuadro, pero en lugar de entregárselo a Graves se une al grupo de Lono –sin que éste tenga conocimiento– con el consiguiente cabreo del primero.

100 Balas #90: Benito Medici encarga a Lono que le consiga un miliciano como «regalo» para su padre. Lono le pide a Loop que mate a Burns, justo cuando ambos están en un restaurante con Jack Daw –el otro miliciano afín a Lono–.

100 Balas #91: Slaughter asesina por orden de D’Arcy a Abe Rothstein, traficante de armas con conexiones en la policía local, el FBI, la CIA y otras no reveladas. Por lo que sabemos, era Rothstein el que hacía posible los juegos de Graves y la impunidad de sus armas. También sabemos a través de flashbacks que, en sus tiempos, Graves estaba muy unido a Augustus Medici y a Javier Vasco.


Se acabó el juego de Graves

100 Balas #92: En una elipsis descomunal, averiguamos cómo acabó el encargó de Lono. Al parecer Jack Daw era en sus tiempos un gran amigo de Burns, por lo que le ayuda a desarmar a Loop. Tras eso, ambos meten al joven aprendiz en el maletero de un coche y se dan a la fuga. Pero, en un nuevo giro de los acontecimientos, Daw permite escapar a Loop corriendo por el bosque y deja sin sentido a Burns de una patada para llevarse el cuadro. Paralelamente, Graves y Dizzy descubren el cadáver de Rothstein y deciden ir a Seattle. Además, Augustus sospecha que Javier Vasco ha tenido mucho que ver en el asesinato del traficante de armas; un asesinato que el primero no aprueba en absoluto.

100 Balas #93: Vasco, Augustus, Lono, Graves y Dizzy parece que van a coincidir (no se sabe si por casualidad o de forma intencionada) en la casa del primero. Mientras, Remi Rome falla en su intento de asesinar a Joan D’Arcy y pierde las dos manos en el camino.

100 Balas #94: Vasco, Augustus y Graves se reúnen para hablar y determinar quién ha matado a Rothstein. Además, conocemos algunos entresijos de su amistad pasada: en teoría, Vasco tenía que sembrar cizaña entre las familias para que la paz de Augustus fuera recibida con los brazos abiertos. Sin embargo, el primero consideró que era precisamente la guerra entre familias lo que mantenía al Trust alerta y poderoso. Paralelamente, y durante toda la conversación, Lono y Dizzy se pelean en el exterior hasta que el primero coge un arma y comienza a disparar.

100 Balas #95: Remi Rome se suicida tirándose desde lo alto del hospital en el que está ingresado justo después de hablar con Victor Ray y darse cuenta de que está absolutamente incapacitado. Cae junto a su hermano, que está siendo ingresado en esos momentos debido a un accidente que había sufrido cuando iba a ver a Remi en taxi.

100 Balas #96: Averiguamos que Lono asesinó a todos los guardaespaldas de la reunión y que huyó con Dizzy como rehén para entregársela a Benito Medici. Cuando Benito ve su cara –sigue enamorado de ella, al parecer– le mete a Lono una bala por la mejilla (sin matarlo). Antes de eso, vemos cómo Lono se cabrea cuando Cole Burns insinúa que ha matado a Loop (aunque en realidad ha tomado al joven como sidekick) y cómo la conversación que mantiene paralelamente con Graves –quien sigue reunido con Augustus y Vasco– alcanza niveles de tensión inimaginables. Especialmente cuando Graves asegura que tiene una palabra de activación para Lono y que bien podría haberla usado ya.

100 Balas #97: Augustus, Vasco y Graves acuerdan firmar la paz con las casas restantes, que se están reuniendo en Omaha (Dietrich, Vermeer y D’Arcy). Queda claro que el plan original del primer grupo era tener a los Medici y los Vasco como dos casas asociadas pero públicamente enfrentadas mientras Graves iba eliminando familias y ellos las absorbían. Sin embargo, la situación actual no permite llevar a buen puerto el plan. Otros hechos destacables son la huida de Lono de la casa de los Medici (medio muerto), la llegada de Echo Memoria al refugio de Jack Daw, la asociación definitiva de Loop y Burns y el asesinato de alguien no identificado a manos de un francotirador.


El Trust se queda sin la casa de Vasco

100 Balas #98: Constatamos que el francotirador es Will Slaughter quien, por orden de D’Arcy, ha asesinado a Javier Vasco. De esa manera el grupo de Omaha (que se está trasladando a la mansión Medici) debilita la posición de Augustus y Graves, obligándoles aún más si cabe a pactar. El primer paso es que Graves llama a Victor Ray para parar inmediatamente el asesinato de Joan D’Arcy. Asimismo, vemos cómo Dizzy está muy bien tratada en la casa Medici, y cómo Benito y Megan Dietrich podrían tener más en común de lo que pensábamos.

Mientras, Burns y Loop irrumpen en el motel de Jack Daw y matan a Echo Memoria –probablemente salvando al bueno de Jack de una de sus estratagemas–. Los tres se enteran gracias a una llamada de Victor Ray de que Graves va a sentarse a pactar. Se dan cuenta de que han sido manipulados y que el Gran Crimen de la Historia –que implicaba expandir los territorios del Trust– fue sólo una excusa para hacer creer a las familias que los milicianos se habían vuelto contra ellas, cuando en realidad habían pasado a formar parte del plan de Augustus y Vasco. El número acaba cuando, en mitad de una llamada telefónica de Lono a Loop, Slaughter se dispone a matar al primero al tiempo que Victor Ray entra armado hasta los dientes en la habitación donde están el segundo y sus compinches.

100 Balas #99: Augustus y Graves llegan a la mansión Medici y comienzan una larga reunión con lo que queda del Trust: Dietrich, D’Arcy y Vermeer. Dizzy y Benito esperan fuera. Mientras tanto, Slaughter le perdona la vida a Lono sin que éste repare siquiera en que había alguien en la habitación. Respecto a los milicianos, lo único que sabemos es lo que oye Lono por teléfono: después de apuntarse los unos a los otros, se oye un disparo y todo parece indicar que Loop ha matado a Cole Burns. Pero en realidad, como suele ser habitual, no es así: los antiguos milicianos pactan, envuelven el cadáver de Echo Memoria –que trabajaba para Dietrich– en el cuadro que tantos dolores de cabeza les ha dado y arrojan a ambos a un recóndito pantano. Acto seguido, montan en un coche y se dirigen hacia la mansión Medici para terminar su último y definitivo trabajo. Si a alguien le interesa el significado del cuadro, al parecer es doble: por una parte muestra a los miembros fundadores del Trust en una de sus guerras internas, por lo que constituye una suerte de prueba pseudohistoriográfica de que la organización existe. Por la otra, para Dietrich tiene especial valor sentimental en tanto en cuanto retrata a las familias conspirando para asesinar a uno de los miembros… justamente lo que ocurrió con su propio padre (ya se sabe que la Historia tiende a repetirse).


Confluyendo en el final

En cuanto a la reunión, todo son sorpresas. Los tres miembros jóvenes del Trust acuerdan firmar la paz con Augustus a cambio de que éste renuncie a su voto en la mesa de la organización. Seguirá teniendo su casa y tendrán en cuenta sus consejos, pero nada más. A Graves, empero, le ofrecen mantener su puesto de miliciano y asumir como propia la casa de Vasco, términos que acepta sin problemas. Sin embargo, cuando llega la hora de sellar la paz, Augustus abdica y cede todos sus poderes a Benito… y como quiera que el castigo era nominal, la casa de Medici vuelve a contar con un representante de pleno derecho en un Trust de cinco familias. En el preludio al clímax final, Lono se cuela sigilosa y violentamente en la mansión, mientras Vermeer y D’Arcy empiezan a conspirar y Megan intenta seducir a Benito…

El número #100

Y llegamos al final; un final cuyo título lo dice todo: «A house of graves», en un juego de palabras que hace referencia tanto a la recién formada casa de Philip Graves (heredera de la Vasco) como a la literal y yerma «casa de tumbas» en la que va a convertirse el escenario último del drama. ¿Primer cadáver en el cementerio? Pues ni más ni menos que el de Benito Medici, cuya mano yace inerte flotando en la misma piscina en la que lo dejamos, besándose con Megan Dietrich, en el número anterior. Mientras, vemos cómo el grupo de milicianos llega a la casa de Medici contando con que un aliado inconsciente les hubiese abierto las puertas… un aliado que resulta ser Lono y que ha hecho muy bien su trabajo.

En la siguiente escena continuamos con el drama: las cabezas de las cinco familias están reunidas en torno al cuerpo (estrangulado) del cachorro de los Medici. En ese momento Graves anuncia que la labor de realizar la investigación recae en Dizzy Cordova, quien a partir de ahora será la Agente –jefa– de los milicianos. O en otras palabras… su sucesora, al no poder ya Graves –con su propia casa– ocupar ese cargo. Justo en el momento en que se produce el traspaso de poderes, los milicianos empiezan a tirotear y asesinar despiadadamente al cuerpo de seguridad de la mansión. Uno por uno o en grupo, la protección del nuevo Trust de cuatro casas es diezmada a ritmo imparable por unos adversarios claramente superiores. Sólo Slaughter es lo suficientemente inteligente (o lo suficiente emocional, ya que Victor Ray es su hijo) como para cambiar de bando y volver a integrarse en el grupo al que una ver perteneció.


Conversaciones crepusculares

En el interior de la mansión, los acontecimientos se disparan… Megan –la asesina de Benito– y D’Arcy discuten verbalmente sólo para comprobar que Vermeer ha muerto apuñalado. Harta de la situación, y asustada por la incursión de los incontrolados milicianos, Megan confronta a un Graves que sabe perfectamente lo que están haciendo sus antiguos protegidos, y con el que descarga todo su desprecio por considerarlo responsable de la muerte de su padre. Graves simplemente la ignora y se dispone a charlar con un Augustus que, sentado en su sillón y dándole la espalda al viejo miliciano, fuma tranquilamente un puro. La exposición que hace el bueno de Philip mientras se sirve un vodka es terrible: Medici sabía que su hijo sería asesinado por las otras tres casas en el mismo momento en que abdicó; no podía ser de otra forma si éstas querían mantener el statu quo que tanto esfuerzo les había costado forjar. Y por ese crimen, las tres casas –sin herederos– habrían de ser castigadas por el nuevo aparato de los milicianos. De esta forma, el movimiento definitivo de Augustus resultaría rotundamente brillante: una única casa quedaría para hacerse cargo del Trust y una nueva, recién creada, tendría ascendencia sobre los milicianos. Pero ¡ay! cuando el sillón se vuelve no vemos a Augustus, sino a un magullado Lono que, dispuesto a matar al propio Graves, no se había dado cuenta de que Dizzy Cordova acababa de colarse en la habitación para descerrajarle todo un cargador en el pecho.

Por su parte, Jack Daw y Crete (el guardaespaldas de Augustus) se enzarzan en una brutal pelea que acaba accidentalmente en los fosos donde el patriarca de los Medici guarda a sus cocodrilos, y ambos encuentran entre las bestias su sangriento final. De vuelta al interior, la acción se centra en Graves charlando con Augustus y en Dizzy encarándose con Megan Dietrich a propósito de Benito… pero la conversación no llega muy lejos. Justo cuando Megan entra en su habitación percibe el desagradable olor de la gasolina que empapa el piso. Y es que Burns, el bueno de Cole Burns (que ya se ha encargado de D’Arcy), parece decidido a matar a la hija de la misma forma en la que mató al padre en Atlantic City, tiempo atrás… el pobre señor Branch va a encontrar su venganza justo del modo en que la predijo. Las dos secuencias, entrelazadas, alcanzan su clímax con Graves asesinando a Augustus a balazos (lo considera responsable por la muerte de Benito); balazos cuya detonación sobresaltan de tal forma a Burns que el Zippo que sostiene se le resbala de entre los dedos. Cole Burns, burns (arde)… otro juego de palabras de Azzarello.


La venganza es un plato que se sirve frío

La explosión es impresionante. Tanto que Victor Ray, Loop y Slaughter alcanzan a verla desde la carretera por la que ya están poniendo pies en polvorosa. Pero lo más sobrecogedor de todo es su consecuencia: Dietrich y Burns son carbonizados al instante, y la onda expansiva arroja a Dizzy escaleras abajo dejándola parapléjica. En uno de los encuadres de la explosión, vemos un reguero de sangre que se aleja de donde debiera haber caído el cuerpo de Lono. Lo que sigue es poético y dramático. Un Graves al que por primera vez vemos en un arranque absoluto de emociones abraza a su protegida mientras la casa arde en llamas y, en esa expresión de amor paternofilial nunca antes concretada, Dizzy ve a Augustus asesinado. «Has hecho un movimiento contra otra casa del Trust» le dice a su mentor. Philip responde que, años atrás, Augustus arruinó su vida –la de Graves– comprometiendo sus principios a cambio de la oportunidad de ofrecer esos mismos principios a otras personas. La respuesta de Dizzy resulta demoledora: «Entonces él no arruinó tu vida», como queriendo decir que los principios son algo que sólo puede venderse si se pone a la venta. Y lo único que acierta a decir el abatido anciano –nunca se había merecido esa definición hasta ahora– es un «lo sé»; una aserción que se encuadra en una suerte de retorcida piedad en llamas que retrata al viejo hombre de honor, resignado y arrodillado, sosteniendo el cuerpo inerte de una Dizzy que apunta con un arma a su cabeza. Puede que Augustus y él mismo quisieran refundar el Trust bajo una sola mano… pero, secreta e inconscientemente, tal vez lo único que Graves quería fuera destruirlo hasta los cimientos. FIN.

¿Os ha parecido abrupto? ¿sangriento? ¿demasiado forzado en su clímax? Bueno… ya lo decía Azzarello hace bien poco en una minientrevista relativamente interesante en la que elogiaba el final de Los Soprano: «No creo que vaya a acabar de la forma en que la gente espera, y creo que eso es bueno […] Siempre hay cierta clase de expectativas que debes satisfacer, y cuando no lo haces, la gente grita ‘maldito asesino’. Pero no pueden satisfacerse. Puedes sobrepasarlas». Y remata: «estoy contento con la forma en que 100 Balas termina de manera [dramáticamente] terrible».

En palabras de Azzarello

Ahora que 100 Balas llega a su final, uno de los temas acerca de los que Azzarello habla a propósito del número de cierre cuando se le presenta la oportunidad no es otro que el de la exploración de la génesis de la propia serie. Y es que la que probablemente sea –que alguien me corrija si me equivoco– la colección regular con final más longeva del sello Vertigo se gestó a raíz de un acontecimiento de lo más común: alguien adelantó de malas formas al guionista, éste se cabreó y empezó a gritar que mataría al tipo, y su copiloto no tuvo otra que preguntarle si, en el caso de poder evitar las repercusiones, efectivamente lo haría. Así fue como un hecho fortuito (Azzarello comenta jocosamente que le debe su carrera a un capullo que lo adelantó conduciendo) dio lugar a toda esta puesta en escena para una de las, en el fondo, más manidas cuestiones acerca de la moralidad y el libre albedrío: ¿qué nos impide matar? ¿nuestra conciencia o la inquietud por las consecuencias? ¿mataríamos si se nos asegurase la impunidad? Relevantes preguntas que se desarrollan en lo que John Cunningham, vicepresidente de Marketing de DC Comics, ha tenido a bien definir como «lo más cercano a la gran novela americana que tenemos ahora mismo [gracias a ingrediente como] el poder, la violencia, la conspiración, la venganza, la riqueza, la pobreza, el sexo, la Historia y el destino de America» y que el guionista, casado con nada más y nada menos que Jill Thompson, no duda en calificar como un noir postmoderno influenciado por autores como Raymond Chandler, Jim Thompson o Samuel Fuller (y me atrevería a meter en el saco a Jean Pierre Melville y su Le Samuraï, dado que reniega de Tarantino).

Sin embargo, y a pesar de contar con el germen, Azzarello cayó rápidamente en la cuenta de que tenía que encontrar un catalizador apropiado tanto para las pequeñas historias que se suceden a lo largo de 100 Balas como para la línea argumental central… algo que habría sido complicado si no hubiese tenido que pararse con el mismo coche ante un semáforo en rojo justo el tiempo suficiente como para ver a un hombre entrado en edad, parado, con un traje negro y un maletín. Una visión que, fusionada con un poco de Lee Marvin por aquí y otro poco de referencias familiares por allá (concretamente el abuelo de Azzarello, que fue policía en Massachusetts) condujo a la forja del diabólico Agente Philip Graves. El Trust –inspirado por, entre otros, el Club Bilderberg– vino inmediatamente después, de cara a trascender un esquema excesivamente episódico del estilo «la historia de venganza del mes».

Así, a nivel creativo, la colección parecía relativamente encauzada. ¿Pero y a nivel editorial? Azzarello comenta a este respecto que, para cuando propuso la idea, Vertigo era una suerte de lugar insular con un equipo estable de guionistas que contaban cierto tipo de historias; una dinámica que el editor Axel Alonso luchaba por cambiar. Sin embargo, no era hora ni momento de hacerlo a lo grande, por lo que Alonso –aún aprobando la idea de 100 Balas– le dio a elegir a nuestro hombre entre dos miniseries destinadas a reinventar material de archivo: Blanco Humano –que acabaría en mano de Peter Milligan– y un Jonny Double que acabó siendo del gusto del guionista. Fue en la búsqueda de un dibujante para esta pequeña curiosidad del fondo editorial de Vertigo cuando Azzarello recibió tres faxes con posibles candidatos… según él, ni siquiera llegó a mirar el nombre de los dos últimos, ya que el primero no era otro que el descomunal Eduardo Risso; el mismo que, no dominando ni siquiera hoy en día el inglés, entiende los guiones gracias a un amigo bilingüe que se los ha estado traduciendo todo este tiempo.


El resto vino rodado: tras Jonny Double, Alonso le propuso a la todopoderosa Karen Berger lanzar 100 Balas como serie regular, el proyecto fue aprobado y rápidamente se convirtió en todo un éxito de crítica y ventas. Antes, de todas formas, habría que contar de forma breve cómo el portadista Dave Johnson llegó al título: recomendado por un Mark Chiarello que, tras haberse encargado precisamente de Jonny Double, se vio incapaz de adoptar el exigente ritmo de una colección mensual. Como curiosidad comentar que el pobre Johnson –feliz por trascender el género superheroico– tuvo que contentarse para la creación de las portadas con el trabajo de Risso sin tener ni idea del argumento… hasta que un buen día se hartó y le rogó a Brian que, por favor, le dijera qué demonios estaba escribiendo. Johnson lo recuerda hoy en día no sin cierta ironía: «Algunas de las mejores portadas se hicieron sin tener ni idea de lo que [Brian] iba a escribir. Es una forma bastante rara de trabajar. Realmente rara».

Pero falta un componente básico para completar esta breve crónica: la consecución de la magistral ambientación que permite a muchos considerar 100 Balas como un auténtico canto de amor a las ciudades. Para analizarlo debemos tener en cuenta por una parte la aproximación del guionista a los distintos regionalismos estadounidenses, plasmados a través de dialectos y acentos. A este respecto, Azzarello siempre cuenta cómo le gustaba viajar a las distintas ciudades en las que ambientaba la acción y, una vez allí, escuchar a la gente hablar: «Lo último que quería era escribir un diálogo y que no sonara veraz […] hay cierta poesía en la forma que tiene la gente de hablar, y soy muy pero que muy consciente de ello». Pero, sin embargo, también debemos tener en cuenta los propios sueños del escritor ya que, aunque esa forma de documentarse era viable cuando se trataba de Nueva Orleans, no lo era en otros muchos casos… así, ciertas ambientaciones como París se escogieron premeditada y simplemente porque eran lugares a los que Azzarello deseaba viajar.

Tras todo este repaso, sólo queda en el aire una pregunta: ¿Volverán Azzarello y Risso a trabajar juntos en Vertigo? Para vuestra tranquilidad, estimados lectores, la respuesta es afirmativa, aunque no veremos el resultado hasta 2010. Tiempo de sobra para volver a paladear esta grandísima serie atando todos los cabos y fijándonos en todos los detalles; diseccionando a todos estos antihéroes a los que el guionista ama tanto porque «a diferencia de los superhéroes, son gente que comete errores».

Conclusiones

Tras leer los cien números de los que ha constado esta 100 Balas algo me queda claro por encima de todas las cosas: han sido, clarísimamente, dos colecciones en una las que he tenido la oportunidad de seguir; cada una con calidad e interés desiguales. Ambas están guionizadas por un Brian Azzarello transmutado en Dr. Jekyll y Mr. Hyde, una está ilustrada por Eduardo Risso y la otra tiene las portadas de Dave Johnson. Y es que los momentos cumbre de la serie, aquellos que más me han sobrecogido emocionalmente, son en los que el agente Graves se tornaba en mefistofélico tentador para unas almas sumidas en el debate moral más intenso. Historias como la de la esforzada camarera con una hija desaparecida, como la del chaval de barrio queriéndose integrar en el hampa local (brillante y desmitificadora a la vez) o como la del renacer de la mayoría de los milicianos son, bajo los lápices y las tintas de Eduardo Risso, pequeñas joyas de orfebrería: tan pulidas y perfeccionadas que se dirían imposibles. Fieles reflejos, testigos y cronistas de una sociedad decadente pero con espacio para la integridad; de unas ciudades masificadas aunque con rincones para la belleza, la música y la introspección.

Sin embargo cuando nos vamos al polo opuesto, al hilo conductor de esas pequeñas crónicas de vidas minúsculas, tenemos una trama de conspiraciones al uso, falsamente compleja aunque con un diseño de dosificación de la información propio del más preciso de los relojeros. Azzarello no es en absoluto mediocre y demuestra de sobra que tiene un pulso sobresaliente: ha sabido crear a los personajes más carismáticos que se han visto en viñetas desde hace muchísimo tiempo; consigue hacernos entrar en su historia y que nos devanemos los sesos intentando descifrarla; y, por descontado, usa los recursos con la sabiduría de un gestor implacable. Pero en el fondo, pese a toda esa pose atractiva y ese sentido de lo cool sublimados en las frías portadas de Johnson, se encuentra el vacío de lo que meramente es estético y funcional pero carece de alma. De la trama mil veces vista, contada de otra forma y que no hace sino cambiar para seguir exactamente igual que sus referencias.


Lo mejor para el final:
Foto de familia y despedida de Brian

Tal vez por esto este final resulta anticlimático, apropiado y precipitado a la vez. Anticlimático porque tras desarrollar durante la mayor parte de la colección una intrincada partida de ajedrez a varias bandas, la conclusión nos ha hecho pensar más bien en una competición de damas. Apropiado porque, habiendo contado ya lo que quería contar, la mejor forma en la que Azzarello podía concluir la serie era con un baño de sangre al más puro estilo de El precio del poder o El clan de los irlandeses, rápido y salvaje pero no exento de carga emocional y dramática (magnífica la última página). Y precipitado porque, a pesar de haber contado con tiempo de sobra para prepararlo, lo ha desarrollado casi íntegro en la última terna de números.

En cualquier caso sería injusto no reconocer que todos los cabos sueltos se han atado de forma solvente y coherente, que han quedado por ahí un par de macguffins más que justificados (no sabemos en qué iba a consistir la reedición del mayor crimen de la Historia al que se negó Graves) y que las mínimas inconsistencias restantes son despreciables (muy cogido por los pelos, eso sí, lo de que la impunidad de las cien balas se debiera a una única persona). ¿Podría haberse contado en menos números toda esta historia? Probablemente sí. Pero es que lo mejor que ofrece 100 Balas a un lector, el motivo por el que la guardaré como un tesoro en mi colección, no tiene nada que ver con magnicidios y organizaciones secretas, sino con esos pequeños dramas cotidianos que nos han contado; con Cole Burns, con Wylie Times, con Victor Ray, con Philip Graves, con Milo Garrett y con todos los tequilas que se han tomado entre frías notas de jazz y densas volutas de humo. Con esas ciudades que no son un mero escenario, sino que devienen en un ente pasional, vivo y palpitante. ¿El resto? El resto ha sido simplemente la excusa argumental que me ha permitido sumergirme en un océano de sensaciones y emociones poblado por magnéticas mujeres fatales y elegantes antihéroes para un nuevo siglo. Un océano más tumultuoso cuanto más cerca estaba de esa realidad capaz de transmitir lo que la mejor de las ficciones sólo roza: Verdad.

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curioso
curioso
Lector
18 abril, 2009 10:27

no me has desfraudado Jose. magnífico artículo, una gozada.
coincido contigo en muchas cosas.
ahora no tengo el tiempo suficiente para comentar, el lunes regreso, pero me copio el artículo en usb para leerlo en casa tranqui, y para guardarlo que leches, que son cosas que valen la pena conservar. aunque sea para cuando uno añore la coleccion que ahora se cierra.

megan
megan
18 abril, 2009 10:45

dios, que buen articulo.
es una estupenda guia de lectura -resumen de los ultimos acontecimientos. fenomenal.

curioso
curioso
18 abril, 2009 10:52

vale, me queda un ratito antes de acabar internet asi que sigo comentando:
     – a mi me ha encantado el final. aunque rezaría para que igual que planetary de warren ellis hubiera un epílogo, pero me temo que aqui se acaba todo.
– supervivientes: los milicianos más profesionales y una joven promesa: victor ray (mi segundo miliciano favorito tras cole burns) sobrevive. ¿se lo merece? no lo sé, le hemos visto hacer cosas terribles como ir con remi a acabar con niños y la mujer del miembro de trust en la cabaña del lago. pero luego parecía redimirse o tener algún remordimiento, por lo que le vemos ayudando a otros niños, quizás por la sensación de haber sido abandonado a su suerte por su propio padre.
-slauther, el padre de victor ray. Will le eligió como su propio sustituto, y ahora acude en su ayuda. este personaje me enganchó, justo cuando pensaba que nadie podría ocupar el puesto que tenía shepherd en mi corazón, aparece este apasionante personaje. pero… su aparición en la serie es breve, aunque muy importante.
– loop. sorpresa. no esperaba que sobreviviera. ¿se lo merece? no le hemos visto hacer realmente nada malo. solo ser entrenado por asesinos. ¿que será de él a partir de ahora? pues… a vivir la vida, signifique lo que signifique para los milicianos.
– cole burns. mi favorito. cogemos el chiste azz, cole burns arde, muere ardiendo. seguro que el cabrito de azz tenía preparado este destino desde el principio. este azz siemrpe con sus juegos de palabra. aunque resulte doloroso. descanse en paz, cole.
– dizzy y graves. lo mejor del final y lo más emotivo. gran final, después de todo.
– lo malo. algunas cosillas que quedan sueltas en la historia y que tendremos qu eimaginarlas ya que azz no nos la ha dado en bandeja. como yo prefería a ver visto como hipnotizaron a los milicianos, y por qué el cuadro era tan importante (esto azz lo deja a nuestra imaginación).
 

curioso
curioso
18 abril, 2009 10:56

también me parece curiosisimo, como los milicianos empezaron poco a poco a ponerse en contra de graves. incluso cole y victor ray que eran sus mas fieles aliados.
– y poco más, muertes y acción, y se cerró la trama. el trus parecía que renacería en el numero 99 y ahora se acaba definitivamente, igual que los milicianos, que se dejaba entrever un futuro en manos de dizzy, y luego también acaba su historia.
¿veremos más historias con victor, loop, y slauter, y por eso los deja vivos? o puede que no. quien sabe.

fin. le echaré de menos a esta cole. pero siempre me quedan los tomos en español qu eestán por llegar, y otras series vertigo, y otras como criminal, incognito, mis europeos favoritos españoles como jazz maynard, blacksad, ken games que sale este mes, y muchos comics más,, que también vale la pena.

menglo
menglo
Lector
18 abril, 2009 11:43

Esplendido articulo Jose,estoy de acuerdo contigo,lo mejor ha sido el viaje que nos han dado Azzarello y Risso.

Ahora una cuestion¿veriais bien que se lanzara alguna miniserie con los mismos autores sobre algun personaje de 100 balas?

menglo
menglo
Lector
18 abril, 2009 17:25

Jose,cuando hacia mi pregunta precisamente pensaba en las dos cosas que mencionas,por un lado,me hubiera gustado un epilogo como el que mencionas(que no creo que diera para una miniserie,pero si un numero especial o quien sabe,una Novela grafica)y por otro esta claro que material hay para una miniserie,pero siempre sobre el pasado,nada de continuar la historia.

bongo
bongo
Lector
18 abril, 2009 17:56

Estupendo artículo José. Joder, tantos años con esta serie va a ser raro no contar con ella mes a mes.
Leí de Azzarello en alguna entrevista que se le ocurrió en una entrevista que para 100 balas…100 números. Pero que tal y como a la gente le gustaba, no había razón para que tras 100 balas no hubiera una serie llamada «Los milicianos». Visto que no ha vuelto a hacer mención al tema, me parece que nos quedamos sin ella. Lo que sí que ha anunciado es que Eduardo Risso y él tenían un proyecto en común en marcha que espero no tarde en llegar.
Hasta entonces nos quedan los recuerdos de la serie.

menglo
menglo
Lector
18 abril, 2009 18:43

Buen ejemplo Jose,que aqui uno disfruto mas con Lucifer que con Sandman.

curioso
curioso
Lector
18 abril, 2009 19:35

je je, otro aqui que se apuntaría de cabeza a la idea de tener una miniserie llamada the minutemen y tal. quizá como apunta menglo la historia del pasado, estaría muy bien. como graves reclutó  a cada uno, o… quizá incluso cuando graves era joven y estaba con slauter, sheperd, el señor hugues como milicianos…. que bien estaría je je.

bueno, victor ray dijo una vez que las buenas historias acaban con lagrimas. asi que el final es apropiado y impactante. pero el final de 100 balas, de la historia de graves, y dizzy y el trust. solo me intrigó el por qué perdonar a algunos la vida… puede que azz se los reserve por si alguna vez se le ocurre recuperarlos para alguna miniserie o novela grafica, con esos personajes pero sin nada que ver con milicianos ni trust. slauter lo deja clarito, retirado, trabajo para mi mismo, e invita a su hijo a hacer lo mismo.

 

curioso
curioso
Lector
18 abril, 2009 19:39

jose, claro que te cedo lo del «cole burns muere ardiendo para el articulo». solo es una curiosidad je je. 

y respecto a lo que dices de lono.. ostras, se me pasó por alto. es verdad, su final es abierto. puede que esté vivito y todo. aunque estaba muy mal parado y desangrado, quizá muera, quizá no.

me alegra coincidir en gusto de milicianos contigo jose. aah, me has recordado al bueno de Willie, también era mi favorito por aquél entonces. es que la saga de Nueva Orleans es una de las mejores historias dentro de la serie 100 balas. y joder, willie se arrepintió, merecía una segunda oportunidad. por eso el final es también dramático en su caso.
      al menos, con cole burns azz nos lo ha dejado para el final, y le hemos tenido hasta el nº 100, que es de agradecer.  

curioso
curioso
Lector
18 abril, 2009 19:42

bongo, con lo que dices, deja claro q incluso a azz le costaba abandonar a sus personajes. quizá aun guarde en la recámara la posibilidad de contar algún día con algun especial o algo. venga… votos para la serie THE MINUTEMEN». 

bueno,  croatoa a todos….digo… saludos a todos.  

Clavos
Clavos
Lector
18 abril, 2009 20:32

Bueno, he pasado rápidamente por todas las respuestas, sólo para decir que con 100 Balas termina una parte de la historia de Vertigo, su tercera serie más longeva (tras Hellblazer y la segunda serie de La Cosa del Pantano), y la más larga de las nacidas íntegramente dentro del sello. Supongo que ahora comenzarán a salir las ediciones de lujo, los absolutes, un libro de portadas (?), y tales cosas.
Por mi parte, sólo llevo leídos los 36 primeros números, aquellos que salieron en los tomillos de Planeta. Me parece una buena serie, muy entretenida, pero a la vez innecesariamente enrevesada. No sé, me da la impresión todo el tiempo de que podría ser más sencilla; y también tengo la impresión, a pesar de no haberla leído entera, de que hay un poco de relleno, como para justificar el llegar a los 100 números. Pero vamos, aún me quedan las 2/3 partes por leer. Y ya tengo en mis manos ‘Seis palmos bajo plomo’, así que ojos a la obra…

conan_desatado
conan_desatado
Lector
18 abril, 2009 21:10

Escribo esto sin haberme leído este especial 100 balas que me lo reservaré para cuando en España se haya publicado el último volumen. Cierto es que va a pasar mucho tiempo aún, pero no quiero saber nada hasta que me la haya completado. Creo Sr Torralba que habría sido más acertado este articulo una vez finalizase en España, pero es una opinión como otra. Ahora  solo toca esperar. Un saludo.

sierra
sierra
Lector
19 abril, 2009 2:40

hola¡ sigo la serie a ritmo español y lo cierto es que hace tiempo que la tengo aparcada. ¿ cuantos numeros faltan por salir en españa? creo que llevan bastante tiempo sin sacar un tomo de 100 balas…

por cierto, en mi opinión , 100 balas es una de las series clásicas de vertigo , para mi  marca un punto y aparte en el sello.

conan_desatado
conan_desatado
Lector
19 abril, 2009 12:37

No había caído en la cuenta que mucha gente se hace la colección a ritmo americano José, así que me esperaré a que recupere el artículo, de momento estoy volviendo a hacer una relectura en espera del volumen SUCIO que saldrá en breve.
pd: le hacía más viejo en edad, debe tener usted los 26 años, soy yo más «viejuno» Un saludo.

curioso
curioso
Lector
19 abril, 2009 17:20

hola conan. yo tengo 27 y descubrí la serie mas o menos con 19 años. yo era de los que demandaba este articulo, puede que metiera algo de presión, pero a juzgar por el resultado ha valido la pena. los que siguen la cole a ritmo españa mejor que lo reserven para el momento qu elo publique planeta. pero ya verán que el artículo es maravilloso y que leches, una manera de rendir homenaje al final de la serie, una pequeña celebración de los seguidores que la seguimos a ritmo usa y en español, q yo me la quiero enterita en español en la repisa de mi habitación.

lo de que la serie tiene paja y relleno… es cierto, hay que reconocerlos, pero cualquier serie actual también tiene capitulos de relleno en los que no se cuenta nada importante, pero justifica rellener entre principio y final de temporada y seguir la historia para la siguietne temporada. yo siempre veía 100 balas como si de una serie tv fuera y tuviera que sperar para la proxima temporada. y algunos de esos capitulos de relleno,  no nos cuentan nada de la trama principal, pero entre esos hay pequeñas joyas, pequeñas historias de mayor o menos calidad, pero algunas muy destacables.

saludoooooss, y ya solo nos quedará comentar las edicones españolas.

croatoaaaaaaaaaaaaaa… despertad de vuestro sueño, en realidad no sois estudiantes, trabajadores, ni chicos ni chicas corrientes, tenéis oculta una personalidad secreta, vuestra conciencia esconde un miliciano, un asesino profesional, cuidadíiin y que nadie se os acerque y os diga croatoa o cogeréis un traje negro, una pistola y saldréis en busca de venganza….

perdon por el delirio. je je. estoy fatal a esta hora, mejor me tomo una siesta, que mañana me levanto temprano par ir a juzgado atrabajar.

chao

curioso
curioso
Lector
19 abril, 2009 17:32

en el enlace de la despedida de brian, ¿dice algo q valga la pena traducir? o se limita a decir las gracias. aayy tenia que haber estudiao ingles je je, total, estoy acostumbrao en el juzgado a llamar al traductor… menos mal q con las series descargadas usa subtituladas voy recuperando algo de inglés, pero vamos….

veis como sigo fatal je je.

curioso
curioso
Lector
19 abril, 2009 17:44

ah, y conan… buena idea a lo de la relectura, en una serie como esta siempre viene bien.

RoQ
RoQ
29 abril, 2009 0:41

Wow, gran articulo, pero me parece que Lono, Burns,  Jack, Dizzy y Graves tuvieron un final muy pero muy ambiguo, ¿realmente murieron? no lo se

Javier
Javier
2 mayo, 2009 13:43

Tras leer el articulo, me alegre de que el final fuese coherente por como se han desarrollado los acontecimientos,  y que toda la historia no se viniera abajo por una conclusión precipitada o inacabada.  Y tambien he comprobado como mi sospecha se ha venido abajo;  siempre que pensado que Crete era un miliciano inactivo, esperando la orden de Graves para actuar y acabar con la vida de Augustus, pero no ha sido asi. Y sobre los Minutemen, hay una conversación entre Lono y Victor hablando sobre los gustos musicales de Sheperd. Lono responde : » Era fan de los Minutemen «.   Son los milicianos anteriores a Lono, Cole, Willie y compañia ? . Ahora, a esperar el último tomo y releer el nuevo clasico moderno del comic : 100 Balas