Secret Wars II Vol. 1

Desde que el formato de Marvel Héroes fue reformulado por Panini a finales del año 2012 para incluir etapas más largas a un precio ajustado, la editorial se ha permitido recuperar una gran cantidad de material que otra forma hubiera sido imposible. Así, hemos sido testigos de la publicación del Spiderman de Roger Stern, Hulk de Bill Mantlo o el Lobezno de Larry Hama, por citar algunas de las obras más destacadas. Y este formato ha sido el elegido para traernos de vuelta Secret Wars II, continuación de uno de los crossovers más célebres de la Casa de las Ideas, del que no teníamos nueva edición en España desde su salida en 1986 en Cómics Forum. En el primer tomo tenemos los siete primeros números de la faraónica obra de Jim Shooter, más sus respectivos cruces con las series en curso en aquel momento. Con una salvedad, ROM y Micronautas, cuyos derechos ya no están en manos de Marvel, lo que imposibilita su inclusión. Se reserva para el segundo volumen la conclusión de la maxiserie de nueve números (y los cruces, no olvidemos los muchos cruces) más la serie que se le dedicó al Todopoderoso en 2007. Aquí nos vamos a centrar en el volumen primero.

Por si hay alguien que acaba de aterrizar en el mundo de los superhéroes y de Marvel en particular, la Guerras Secretas (Secret Wars) fue un evento orquestado por el entonces director editorial, Jim Shooter, entre 1984 y 1985. Doce números donde se nos explicaba que una entidad abstracta, conocida como The Beyonder (Todopoderoso en nuestro país), convocaba a los héroes y villanos más importantes de la Tierra en un universo lejano para que se enfrentaran unos a otros. La recompensa por la victoria sería que este Todopoderoso haría realidad cualquier deseo de los vencedores. La flor y nata de las colecciones Marvel se vieron afectadas por estas guerras secretas. Al final de muchas de ellas, los héroes se sentían atraídos por una extraña construcción situada en Central Park, que los transportaba inmediatamente al universo creado para el divertimento de esta entidad. Las cabeceras continuaron su recorrido normal, a la par del crossover, lo que dio como resultado que algunas de sus consecuencias fueran anunciadas antes de acabar el citado evento (lo más recordado es el traje negro con que vuelve Spiderman).Lo que había detrás de todo este entramado es ni más ni menos que un acuerdo entre Marvel y la empresa juguetera Mattel. Que mejor que potenciar el lanzamiento de nuevos muñecos articulados teniéndolos a todos juntos en un mismo tebeo. Así que el tablero quedaba dispuesto: héroes vs villanos. Por supuesto, el enfrentamiento estaba servido, lo que no pudo planear el Todopoderoso era la determinación de cierto villano que lo pondría en aprietos, robándole su poder y cambiando las reglas del juego. La situación fue revertida, la entidad, de nuevo con su poder al completo, desapareció y nuestros personajes retornados al planeta Tierra para seguir con sus aventuras. Shooter, acompañado de un gran Mike Zeck (al que tuvo que ayudar Bob Layton), consiguió un éxito descomunal, llegando a vender 750 mil copias de cada número de la serie. Estaba claro que una segunda parte se oteaba en el horizonte.

Y ésta llega pocos meses de finalizar la primera parte. En Julio de 1985 comenzaba la nueva epopeya ideada por el editor jefe, sólo que esta vez se verían implicadas todas las series en curso. La idea era copiar el gigantesco trabajo editorial realizado por la “Distinguida Competencia” y sus maravillosas Crisis en Tierras Infinitas. Contaríamos con una serie principal y luego la trama tocaría todos los rincones del Universo Marvel. Para las labores artísticas contamos con los lápices de Al Milgrom (para ser precisos, Sal Buscema fue la primera opción aunque fue descartada por motivos ajenos a su arte), más conocido por ser editor y entintador que por su talento como dibujante. Era un artista rápido, con fama de entregar a tiempo, lo que a Shooter le debió parecer suficiente para acometer el proyecto. Con el equipo creativo compuesto y todo el staff editorial apercibido de las intenciones del mandamás, la segunda parte de Secret Wars echa a andar.

Para empezar, el guionista trae al Todopoderoso a la Tierra. Intrigado por esos diminutos seres, en comparación con sus grandes poderes, desea entender su funcionamiento y para ello ha venido a nuestro planeta. Su primera parada es casa de Owen Reece, un villano conocido como el Hombre Molécula por su capacidad de controlar todas y cada una de esas partículas. Ahora es una persona rehabilitada, al obtener control total sobre sus poderes en la primera Secret Wars, que vive plácidamente con Volcana, un personaje creado por Shooter y Zeck para dicha serie. Owen recomienda al Beyonder que la experiencia es la clave y lo envía experimentar de primera mano el mundo. A su vez, Charles Xavier nota la llegada de la entidad e intenta ponerse en contacto telepático con la mayor cantidad de héroes posibles. El Capitán América, Magneto y la Patrulla X serán los primeros en entrar en acción. El primer destino es Los Ángeles, donde cruza su camino con un guionista venido a menos, contrario a la basura cultural a la que se ve abocado para ganarse unos buenos dólares. Este personaje, Stuart Cadwell, es una crítica de Shooter, nada velada por cierto, a todos aquellos “culturetas” que pusieron a caer de un burro su más apreciada creación. El Todopoderoso le otorga poderes y se convierte en Espada Tronante, primer objetivo para los hombres X que habían seguido los pasos del poderoso ser hasta allí. Iron man y el capitán serán piezas claves para derrotar al endiosado guionista.

La historia del Todopoderoso continúa en diversas series, llegando en la cabecera principal a Manhattan en busca de sabiduría y comprensión. Allí se cruza con la plana mayor de los superhéroes, que hacen de la Gran Manzana su lugar favorito de recreo. Algunos son conocidos, como Spiderman o los 4 Fantásticos, pero otros son totalmente nuevos como Power Man o Iron Fist. Es uno de estos Héroes de Alquiler, Luke Cage, el que le muestra el poder del dinero. A partir de entonces, el Todopoderoso añade el vil metal como variante a su ecuación para la compresión de lo humano. Irremediablemente, acaba conociendo los bajos fondos. La serie va adquiriendo la apariencia de pequeños trozos de vida cotidiana del Todopoderoso, haciendo y deshaciendo a su antojo las más absurdas situaciones. A pesar de que conoce conceptos tan complejos y tan humanos como el amor, la sensación de frustración no le abandona, por más personajes que conoce por el camino. En el número 7 de la serie principal, último que contiene el tomo, lo tenemos meditabundo en una isla. Mefisto tiene un plan para acabar con él y para ello cuenta con una gran cantidad de villanos. Desgraciadamente para Mefisto, Ben Grimm, la adorable cosa de ojos azules, se encuentra en las cercanías, y, pese a su aparente animadversión hacia el Todopoderoso, su naturaleza bondadosa le lleva a protegerlo, evitando que el plan del malvado demonio tenga éxito.

Para valorar estos episodios, a falta de la conclusión, nada más hay que compararlos con la primera guerra secreta para ver que Shooter no tenía clara la dirección que quería tomar en la colección. La serie original no tenía la trascendencia ni la importancia que tuvo el otro gran crossover de la época, las crisis de la editorial DC. Pero como divertimento lúdico funcionaba a las mil maravillas. Tenías personajes trabajados y ajustados a sus colecciones, había zonas grises, drama, giros inesperados y mucha épica. En Secret Wars II tenemos un personaje principal, Beyonder, que sirve de hilo argumental, tan perdido en sus intenciones como seguramente estaba el guionista. La gran cantidad de personajes que aparecen en la obra no hacen más que entorpecer y enturbiar el camino del protagonista. En el aspecto gráfico también sale claramente perdiendo. Frente a un notable Mike Zeck, tenemos un justito Al Milgrom. Como ya hemos dicho, en un principio el asignado iba a ser Sal Buscema, cuyo trabajo hubiera mejorado a buen seguro la obra final. Pero el pequeño de los Buscema vivía en Virginia y Shooter quería a un dibujante que viviera en Nueva York, debido a la gran trama editorial que tenía planteada. El bueno de Allen era rápido, así que si los lápices no lucen mejor es porqué no daba para mucho más.

Respecto a todos los cruces que aparecen en este volumen, la calidad es tan dispar como los guionistas y dibujantes implicados. Este proyecto es conocido por los retrasos del escritor principal, Jim Shooter, lo que dejaba poco espacio de reacción al resto de guionistas. También fueron llamativas las reescrituras de algunos guiones, como en el Daredevil #223. Algunos pudieron capear el temporal, casos de los pletóricos en aquellos tiempos Claremont o Byrne. Otros, como Roger Stern, se muestran desganados ante la imposición de tener que incorporar las aventuras del Todopoderoso. Situaciones tan ridículas como el combate de wrestling entre la Cosa y la entidad cósmica chocan con la trascendencia del número dedicado a Bruce Banner y a su padre, a cargo de Bill Mantlo. Una gran cantidad de historias, cuyo valor depende de la implicación del equipo artístico.

Y es ahí donde probablemente radique el principal valor de este volumen. Y es que nos proporciona una fantástica foto fija de lo que estaba ocurriendo en la Marvel de los ochenta. Citar algunos de los autores implicados provoca autentico vértigo: Chris Claremont, John Byrne, Roger Stern, Walter Simonson, Jim Owsley o Bill Mantlo, entre otros, unidos a dibujantes de la talla de Bill Sienkiewicz, John Romita Jr., David Mazzucchelli, Mike Mignola, John Buscema o Ron Frenz. Todo un plantel de superestrellas. Desgraciadamente, todo ese talento se vio lastrado por una serie madre bastante floja.

En definitiva, un tomo demasiado ligado al factor nostalgia; nostalgia de aquellos tiempos en que se nos abrían los ojos como platos cuando veíamos al Todopoderoso pasear por los bajos fondos de Nueva York con su peculiar vestimenta. Qué tiempos aquellos. Y lo mucho que hemos cambiado…