S.O.S. Felicidad

5
1289
 

Edición original: S.O.S. Bonheur v1-3 (Dupuis, 1984-89).
Edición nacional/ España: S.O.S. Felicidad v1-3 (Grijalbo-Mondadori, 1992).
Guión: Jean Van Hamme.
Dibujo: Griffo.
Color: Sin especificar.
Formato: Álbum cartoné 60 págs (3 tomos).
Precio: 1.900 pts c/u.

 

Si la felicidad está en el momento presente, como predica alguna filosofía oriental, está claro que la humanidad se empeña en su desgracia al imaginar constantemente su futuro, para más inri, casi siempre en tonos poco halagüeños cuando no directamente apocalípticos. Héroes como Flash Gordon, henchidos de optimismo vital, escasean. La ciencia ficción prefiere dar pábulo a los presagios más negros. Mundos post atómicos, estériles, diezmados y reducidos al salvajismo, con la vida pendiente del hilo más tenue, incluso colonizados y degradados por seres sin escrúpulos, hay una buena cantidad. Hemos hablado de algunos de ellos: Vic & Blood, Basura, Slash Maraud, etc. Aunque parezca mentira, ese es el lado amable de la ecuación, una llamada de atención sobre los peligros que pueden llevar a una dislocación irrevocable, cuentos morales que parecen susurrar: ¡Cuidado!

Lo peor son las historias donde el futuro es exactamente como nuestro presente. Con algún cambio cosmético que a nadie llega a despistar. A la sombra de Orwell, el gran profeta que explicó no sólo cómo viviríamos sino que supo ver que a la mayoría no le importaría. Distopías, las llaman. V de Vendetta, por ejemplo. O S.O.S. Felicidad, la sensacional pieza de vibrante orfebrería escrita por Jean Van Hamme (popularísimo por Thorgal o XIII) e ilustrada por Griffo (seudónimo de Wener Goelen).

De peculiar estructura episódica, fruto de su gestación atribulada (Van Hamme la concibió como serie para la televisión en capítulos autoconclusivos de cincuenta minutos), este negrísimo cuento futuro del que se podría sospechar que, en realidad, es ucronía, acabó repartiéndose en tres álbumes para su salida en historieta, gracias a la intervención de Philippe Vandooren, jefe de redacción de la revista Spirou en los primeros ‘80, que rescató el proyecto del olvido. Los dos primeros volúmenes contienen, cada uno, tres historias independientes, centradas, según su autor, en “el peligro que representan para la libertad individual los excesos de “buena voluntad” de un Estado del que se esperan demasiadas ventajas. De ahí el título de la serie”. Esos “peligros” acechan a la actividad laboral (Plan de trabajo), la Seguridad Social (¡A tu salud!), el disfrute del tiempo libre (¡Vivan las vacaciones!), el registro administrativo de los ciudadanos (Seguridad pública), el control de la natalidad (Planificación familiar) y la creación artística (Profesión protegida), con lúcidas reflexiones como la cada vez mayor dependencia tecnológica (anticipándose al DNI digital), la obsesión por la dieta y los hábitos “saludables”, el yugo de la subvención sobre el pensamiento libre o el desinterés de los burócratas por el objeto de su labor… siempre que sean adecuadamente retribuidos. El tercer álbum enhebra cada perla en un suntuoso collar menos complaciente de lo que sugiere su arranque, al son de cánticos de revolución.

Pensamos que es el futuro, porque no queremos creer que las corporaciones conocen ya nuestros deseos aún antes de que los manifestemos, porque nos repugna la idea de renunciar a nuestro albedrío por un mendrugo de comodidad, porque nos negamos a pensar -contra la evidencia- que la cultura es un producto manufacturado para adormecernos gustosamente, porque a nadie agrada admitir que su trabajo le importa un bledo excepto en la nómina que nos permite subsistir otro día. Sin embargo, los elementos que baraja Van Hamme, con la complicidad de Griffo, no hacen concesiones a la ciencia ficción, al menos en su vertiente tecnológica: ni coches voladores, ni pistolas de rayos, mucho menos alienígenas o dimensiones extravagantes. Como en El hombre en el castillo, de Philip K. Dick, el universo de S.O.S. Felicidad responde, en esencia, por el nuestro, solo que un cambio inespecífico en lo que los duchos llaman un punto Jonbar lo ha desmarcado un poquitín de nuestra realidad conocida. Pero solo un poquitín.

Primera página del tercer volumen de S.O.S. Felicidad donde la aventura se resuelve
Primera página del tercer volumen de S.O.S. Felicidad donde la aventura se resuelve

Los personajes que interesan a Van Hamme, aquellos que protagonizan las piezas separadas, reunidos luego para el último acto, se rebelan, cada uno a su modo, contra el desquiciado régimen que, en una suerte de entropía inevitable y cíclica, colapsa en el absurdo, aunque mantenga -con bastante engreimiento- el huero disfraz de “democracia”. Son tipos humanos distintos, falibles, no siempre inconformistas. Griffo los retrata cuidadosamente, diferenciando tanto sus facciones como sus estados de ánimo o los entornos en que se mueven. Las figuras parecen estar vivas y ello obedece no sólo a la caracterización de Van Hamme o a la individualización de las fisonomías mencionada sino también a la deslumbrante capacidad espacial de Griffo. Baste alejar un álbum para contemplar con atención la página entera. En seguida repararemos en que cada viñeta tiene su propia profundidad, como ventanas abiertas a otra realidad. Aunque la narración, siempre clara y efectiva, no es particularmente compleja o sofisticada, con abundantes viñetas que delatan su germen televisivo, el brillante uso de la perspectiva la vuelve magnética y apasionante. Griffo, con una carrera de éxito en el mundo de la publicidad, demuestra estar a la altura de la propuesta de Van Hamme, potenciando todos sus matices, con discreción, hasta el punto en que solo una revisión atenta descubrirá la extraordinaria labor desempeñada en dar vida a esa sociedad apenas distinta de la nuestra.

Al final, todas las ucronías se parecen, sin que pueda dilucidarse si tal miró a cual. S.O.S. Felicidad guarda una serie de semejanzas rocambolescas con la obra maestra por antonomasia de la década de los ’80: Watchmen. Si en la reverenciada maravilla de Alan Moore y Dave Gibbons, con la aportación cromática de John Higgins, cada episodio concluía con el reloj de alerta nuclear asediado progresivamente por un flujo de sangre, la misma función parece cumplir aquí una estatua de resonancias comunistas poco a poco desmembrada. También hay citas de textos, tanto ficticios (Bajo la máscara, en Watchmen; leyes y reglamentos, en S.O.S. Felicidad) como auténticos (Nieztche, Bob Dylan, etc. en Watchmen; Mirabeau o Tagore en S.O.S. Felicidad). Las afinidades no son sólo cosméticas sino que traspasan al argumento.

Aviso de Spoiler

En ambas un plan maquiavélico para traer la (falsa) paz en el mundo precisa de un engaño colosal, conocido por muy pocos. En ambas el investigador que descubre la pantomima (llámese Walter Kovacs o Luis Carelli) es silenciado expeditivamente para evitar que revele la verdad.

Este gran tebeo de Van Hamme y Griffo fue editado en España en tres volúmenes por Grijalbo-Mondadori, en la colección Trazo Libre, de grato recuerdo entre los aficionados por su excelente selección de materiales (Viaje a Italia, Saigón-Hanoi, etc.) Descatalogado en la actualidad, más huidizo cada día en las librerías de viejo, su recopilación en Francia en un volumen integral debería favorecer su indispensable recuperación para un nuevo público.

Subscribe
Notifícame
5 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
MrKeating
MrKeating
Lector
1 julio, 2014 10:37

Una magnífica historia del gran Van Hamme y una fantástica reseña de Javier.

Una re-edición sería de justicia.

Tronak el Karbaro
Tronak el Karbaro
Lector
1 julio, 2014 15:24

Siempre estoy con lo mismo, pero……..¿Por qué coño el manga (contra el que no tengo nada), género que nos es culturalmente mucho más ajeno, es tan barato comparado con el tebeo franco-belga?
La BD está repletita de maravillas que no compro por sus precios prohibitivos (por ejemplo, un tomo de Asterix cuesta poco menos que un Super Humor)

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
1 julio, 2014 16:33

Otro que no me he leído. Toca ir de caza.

La reseña, muy buena. Como de costumbre. Sólo de leerla, apetece catar el tebeo en cuestión.

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
18 julio, 2014 12:11

EXTRAÍDO DIRECTAMENTE DE http://WWW.SADNESSLEAKS.MLBN :

Shalom…

No sé porqué se me viene a la cabeza aquello de «MÁS TERRIBLE QUE EL CANTO DE LAS SIRENAS, ES SU SILENCIO».

Creo saber el por qué de tu insistencia en conocer mi opinión sobre «S.O.S. FELICIDAD»: EL ALARMANTE PARALELISMO ENTRE UN TEBEO DE ‘FICCIÓN’ Y LA REALIDAD DIARIA EN LA QUE VIVIMOS. La realidad de verdad, con todas sus miserias, paranoias, chispas de esperanza, sueños truncados, sueños adormilados y golpes demoledores y tremendas diminutas alegrías.

Creo saber el por qué de tu fascinación por este tebeo. Casi puedo imaginarte leyéndolo con el rostro petrificado y una furtiva mirada de cuando en cuando, tal vez para localizar esa cámara que debe estar grabando esa broma de mal gusto. Puedo verte releyéndolo con un escalofrío en la base de la columna tras el chorro de acontecimientos que provocaron los inesperados resultados de unas elecciones y el auge de algo que te parece demasiado bonito para ser verdad. Puedo oír los chirridos de tu mente fría y cartesiana trabajando intensamente para racionalizar las reacciones que existen muy por debajo de todo lo que creemos controlar. La automática identificación con cualquiera de los personajes, o con todos a la vez, o con unas frases… «…mi puesto era ideal para favorecer todas las formas de control y represión imaginables, y así multiplicar las vejaciones absurdas, lo que aumentaba el sentimiento de rebeldía y la sed de independencia en los ciudadanos más radicales, provocando el fermento revolucionario, que era mi objetivo…» podría ser la voz de La Merkel, o la de Mariano, o la del FMI, o la de cualquier Emilio Botín, cualquiera de los muchos perros, de los monitos amaestrados por EL PODER para que puedan a su antojo JODER… la decepción de ver tras el telón a unos conspiradores de concepción tan arquetípica e inocente, tan fácilmente extrapolables al «mundo real». El EGO más enterrado e incontrolable forzándote a identificarte con un mártir de papel, para luego acabar pensando «somos muchos los mártires», sonreir para tí mismo y dejar a la mente cartesiana triunfar sobre el cerebro reptiliano. Recogerte en algo menos trascendental, tanto dá una película de Bogart como un tebeo de Claremont… música ligera, una cerveza fría, unas risas al leer el correo del paranoias del Agente Sadness…

¿Mi opinión sobre S.O.S. FELICIDAD? Que no veo la ficción por ninguna parte.

… Y en cuanto al apartado técnico, magnífica sorpresa ante un Van Hamme del que sólo conocía su vertiente «fantástica» y su sobria y clásica labor en XIII, y quitada de sombrero ante un Griffo que no se decide entre Giraud o Gibbons.

ENFÍNTÚLOHABÍASPEDIDO EL AGENTE SADNESS

FIN DE LA FILTRACION- – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – –