Invasión Secreta: Los 4 Fantásticos

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Invasión Secreta: Los 4 Fantásticos
Guión: Roberto Aguirre-Sacasa
Dibujo: Barry Kitson
Formato: Comic book, 72 páginas – 3,9€

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Como habrá visto cualquiera que se haya asomado a una librería de comics, hay una invasión en ciernes, invasión de logotipos, de adjetivos secretos y de portadas recreadas “a lo Skrull”.

En su día ya os contamos la opinión y el criterio del título del que ahora nos ocupamos, pero es bien posible que pasase de alto o, simplemente, se ignorase por aquello de evitar un despiadado destripe de la reseña de unos cómics americanos que, tarde o temprano, verían la luz por aquí.

Es por eso que toca un pequeño análisis al respecto, de qué conclusiones se puede extraer de 72 páginas (3 números americanos) que reúne las aventuras de la Primera Familia cuando los Skrulls llaman a la puerta.

Bien, ¿estáis todos ahí? Ah, estupendo. Empecemos pues.

Un muy rápido resumen de lo visto en la serie madre, Invasión Secreta: los Skrulls, tras décadas de cuidadosa planificación, han logrado infiltrarse entre los humanos y la comunidad superheroica con el fin de… eso, de invadirnos. Mientras tanto, Sue Richards, la Mujer Invisible, regresa al Edificio Baxter, entra en el laboratorio de su marido y, con un “Ella os ama” en sus labios, envía al edificio, a los Fantásticos allí presentes (La Cosa y La Antorcha) y sus hijos, Franklin y Valeria, a la Zona Negativa. Fundido en negro y…

Versión simplificada de la miniserie: sosa, prescindible e ingenua.

Versión larga: Nos encontramos con un regreso a las raíces, concretamente, a las raíces mas sencillas del cómic, donde no no se ofrece ningún reto intelectual, ningún atisbo de emoción, ningún ejercicio de argumento elaborado. Es posible, lo reconozco, que sea cosa mía, pero la lectura del cómic ha significado una llanura en todo tipo de emociones, por cuanto los tópicos repetidos mil veces se une un desarrollo un tanto sencillo e incoherente.

Sue no era Sue, como ya se adivinó desde el principio, sino un agente Skrull, Lyja, que los 4 Fantásticos conocen muy bien. Los lectores, algunos al menos, la conocen también, pues nos reencontramos con un personaje que dio juego en su momento… muchos años atrás. En aquel entonces reemplazó a Alicia Masters (cuando los guionistas decidieron que Alicia no era Alicia, y que Johnny Storm no podía casarse con Alicia “de verdad”), se reveló como Skrull, hubo su rifirafe con el acalorado superhéroe y tuvo un hijo (o algo así, pues tampoco). En todo caso, ahora ha regresado a las filas del ejército Skrull para materializar su parte de venganza contra los humanos, sólo que lo hace a medias, de forma chapucera, los envía a la Zona Negativa en lugar de matarlos y luego se arrepiente porque… Vamos, ya sabéis cómo termina todo.

No me quejo porque reaparezca el personaje, ni mucho menos. Es bueno que se rescaten personajes que, bien llevados, pueden dar mucho juego y, de la mano de un guionista con un poco más de picardía y algo más retorcido, quizás hubiera resultado interesante. En una guerra como la que se presenta (se supone) las emociones pueden jugar a favor o en contra. En este caso, en contra… de los planes Skrulls, pero es algo que incluso Daredevil lo hubiera visto. No se percibe realmente, ni durante el “ataque” ni mientras Lyja relata cómo la reclutaron. ¿Qué impresión da en todo momento? De que en lugar de ser una eficaz y fría asesina que desee fervientemente la ejecución de los 4 Fantásticos para saborear la venganza, no es sino un merengue verde que bien podría reemplazar a Sissy Emperatriz. La vista de los Skrulls para reclutar aliados es bien escasa.

Con el envío del Edificio Baxter a la Zona Negativa, tiene lugar las distintas escenas de acción: Antorcha–Lyja, Cosa–Bichos, Antorcha y Lyja contra Medusa espacial, Johnny Murciélagos espaciales, etc. Y, claro, en una miniserie con Lyja por medio, no faltan las escenas emotivas, con Johhny Storm y una arrepentida Lyja (lo que yo decía, un pastelito) besándose mientras prosigue el baile cósmico en torno suyo, o las lágrimas del viejo Chapucero (también arrepentido de sus fechorías) ante las súplicas de los niños. ¿Es malo que tengan lugar estas escenas? No, no, pero es que dejan frio, parecen pegadas de un modo artificial y no resultan creíbles. Simplemente se leen con agrado, porque los elementos intereresantes a priori abundan y el dibujo de Kitson es bastante bueno (a exceptuar a Franklin, que parece un Johnny reducido de edad indefinida), lo cual hace que la lectura sea eso…, una lectura fluida, rápida y olvidadiza.

Por tanto, para resumir, es un cómic que no hace daño, nos presenta escenas bonitas, un argumento sin pretensiones y amable y un final que cabalga entre el final feliz (porque regresan a casa cuando se había pronosticado que no podrían) y el dramático (por la decisión de Lyja de quedarse en la Zona Negativa y, sobre todo, porque el New York al que regresan aparece dañado por una Invasión que tiene muy mala pinta).