Rick Remender y las ideologías del Capitán América

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Aviso de Spoilers: El artículo que sigue a continuación trata información de actualidad en Estados Unidos, por lo que puede desvelar detalles argumentales que todavía no han sido abordados en la edición española.

Rick Remender nos tenía bastante despistados respecto a sus intenciones con el Capitán América. Cuando se hizo cargo del relanzamiento de su serie dentro de la iniciativa Marvel Now! daba la impresión de que para el titulo protagonizado por Steve Rogers iba a abrazar un tono simplemente aventurero, tan emocionante como fantástico. Parecía una decisión lógica. Su antecesor escribiendo las andanzas del vengador de las barras y estrellas, Ed Brubaker, había acaparado la atención del público y de la crítica en una larga etapa caracterizada por decantar el género superheroico hacia sobrios derroteros con tintes noir y de blockbuster de espionaje. Tratar de ir en la misma dirección que Brubaker y ceñirse en exceso al canon de su aclamado ciclo en la cabecera del patriótico héroe probablemente hubiese sido suicida. Así que Remeder, decidió escapar de las permanentes comparaciones a las que seguramente hubiese estado sujeta su nueva andadura yendo aparentemente en una dirección diametralmente distinta a la del escritor de Incognito y Fatale.

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Este cambio de paradigma recordaba de alguna manera al relevo creativo que hubo en los años 70, cuando Jack Kirby regresó a la serie del Capitán en calidad de autor completo y prescindió de los temas que Steve Englehart había desarrollado en la colección justo antes de la llegada del Rey, más anclados en la realidad, mas social y políticamente relevantes. El símil con esa transición quedaba reforzado por el uso de un Arnim Zola (villano creado por Kirby en dicha etapa) que servía de excusa para desbocarse tocando elementos fantásticos como dimensiones alternativas y seres monstruosos. El propio Remender reconocía que era su intención rendir homenaje a aquella etapa de Kirby con la que en su niñez conoció al personaje. Y el arte de John Romita Jr también ayudaba para distanciarse de la atmósfera más realista que evocaba el trabajo de los dibujantes que colaboraron con Brubaker.

Pero he aquí que a la altura del número 11, cuando finalizó la primera saga y Romita Jr dejó la colección en manos de Carlos Pacheco, las cosas empezaron a cambiar. Y, una vez más, como ya ha sucedido en varias ocasiones durante la dilatada historia del personaje, sus aventuras han servido no solo para contar sus trepidantes andanzas, sino también de plataforma para expresar las ideas de su autor.

Dado que el personaje está estos días bajo los focos de la atención del público debido al relevo que va a sufrir en sus superheroicas funciones por su compañero el Halcón a manos del escritor, hemos creído adecuado hacer un repaso a lo que llevamos visto de la etapa de Remender. Y dado que el guionista de Imposibles X-Force ha decidido unirse a esa tradición de utilizar la serie del buen capitán para plasmar sus inquietudes políticas, echaremos un vistazo también a las distintas visiones de esta índole que se han ofrecido a lo largo de los 73 años que se llevan publicando sus páginas.

Epopeya en la Dimensión Z

Como decíamos, la renumerada colección del Capi del relanzamiento Marvel now! de 2012 comenzó evocando la etapa de Jack Kirby en los años 70: Steve Rogers, es secuestrado por los monstruosos secuaces de Arnim Zola (el científico nazi cuya consciencia ha sido transferida a un cuerpo androide), y llevado a sus dominios en otra dimensión. Allí, Zola trata de extraer el suero de supersoldado del cuerpo del Capi. Éste consigue escapar llevándose consigo un bebé, el hijo genéticamente diseñado de Zola, internándose en las llanuras de la Dimensión Z, sin forma alguna de regresar a casa.

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El dibujo de Romita Jr entintado por Klaus Janson recoge todos los méritos y defectos que se le puedan encontrar habitualmente a este tándem creativo; no sorprende y nos da lo que podíamos esperar de tan conocidos autores a estas alturas. Tal vez lo que sea digno de mención respecto al apartado gráfico es el excelente color de Dean White. Acerca del guion, tampoco es que Remender se limite a ofrecer un espectáculo de acción explosiva pulp : a pesar del tono fantástico, una atmósfera deprimente se apoderaba de la historia, en la que abundaban los flashbacks de la infancia de Steve. En ellos éramos testigos de lo duro que fue para el Capitán crecer en el entorno de la gran depresión de los años treinta, perdiendo primero a su padre (maltratador presa del alcoholismo en el que cae a consecuencia de la desesperación de no poder alimentar a su familia) y posteriormente a su madre, el firme baluarte de los valores morales que moldearían al héroe que conocemos.

A partir del secuestro a Steve le toca criar a Ian (como ha decidido llamar al hijo de Zola) y asumir así el papel de padre mientras pasan los años en un entorno desértico poblado por monstruos salvajes, secuaces del villano y pueblos alienígenas sojuzgados por éste. Este status recuerda un tanto al de Cable cuando, huyendo de Bishop para salvarla, crió a Hope como a su hija mientras crecía y viajaban a asolados y remotos futuros.

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Ian tiene una hermana mayor, Jet Black, que se ha quedado con su padre biológico, y aunque ésta crece siéndole fiel y convirtiéndose en su mejor guerrera, a veces se plantea la moralidad de las decisiones de Arnim Zola. Tras más de una década en esa situación, el conflicto llega a su inevitable final. Y así Zola captura a su propio hijo lavándole el cerebro y lo vuelve contra el único padre que ha conocido. En el momento en que Ian está a punto de ejecutar a Steve, sucede lo inesperado: Sharon Carter, la eterna novia a del Capitan América aparece a tiempo de salvarle. Ha venido desde la Tierra a buscarle, y acaba con la vida de Ian para salvar la de su amado.

Steve, devastado por la muerte del que ha considerado su hijo durante doce años recibe otro golpe moral de inmediato: el tiempo transcurre de forma distinta en la Dimensión Z y los años en ésta apenas han sido unos minutos en nuestro mundo. Jet Black se rebela contra su padre para ayudarles contra Zola. A pesar de ello, éste muestra un destello de decencia dando aparentemente su vida para salvar la de Jet cuando su hija corre peligro. Esta victoria será efímera, ya que otro impacto más sacudirá al Capitán: su recién reencontrada Sharon perecerá sacrificándose para impedir que el ejército de Zola llegue a la Tierra. Y así, un destrozado Capitán América llega a nuestro mundo acompañado de Jet Black, cerrándose tras ellos aparentemente para siempre el portal dimensional que une ambos reinos.

Estamos a la altura del décimo episodio, el último con dibujos de Romita y el fin del primer ciclo argumental. Tras una historia que se ha ensañado con el protagonista de la serie, los únicos resquicios de que algo bueno ha salido de todo esto se vislumbran a través de los hijos de Zola. Por un lado, Jet Black se ha unido al bando del Capitán, obteniendo éste una victoria moral enorme al haber logrado que alguien venciese la programación que ha sufrido desde la cuna y demostrando con ello que en toda persona anida un poso de bondad. Por otro, el epilogo del relato nos muestra otro triunfo que Steve no conocerá: Ian sobrevivió y en los años pasados en la Dimension Z, ha crecido convirtiéndose en un luchador por la libertad de los habitantes del extraño reino, contra la tiranía de los secuaces de Zola. Y vislumbrándose el legado del Capitán, Ian será conocido como el Nómada, el otro sobrenombre superheroico de Steve Rogers.

Nuke y el clavo de Hierro

Pero como decíamos, esta victoria se escapa al conocimiento de Steve y solo sabe sentir desolación por lo ocurrido. Desde su percepción, se ha tirado tanto tiempo en la Dimension Z como el que ha pasado en nuestra época desde que fuese descongelado por los Vengadores. Y aunque el mundo no ha cambiado en absoluto como sí hiciese cuando estuvo décadas en hibernación tras la segunda guerra mundial, se siente tan fuera de lugar y de tiempo como cuando despertó de aquel gélido sueño. Para él, sus recuerdos del día anterior son criar a Ian luchando por sobrevivir, encontrar comida y vencer a los monstruos genéticos de Zola en la Dimensión Z. Esa es la que siente como su casa. Por mucho que aquí fuese solo ayer cuando consideraba la idea del matrimonio con la ahora difunta Sharon, desde su punto de vista han pasado doce años. Doce años olvidando un entorno con el que ahora debe reconectar asumiendo las abundantes e intensísimas vivencias que ha experimentado en lo que aquí ha sido solo un instante.

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No solo debe afrontar los traumáticos recuerdos de lo que ha sido en toda regla otra guerra y las pérdidas de quien podría haber sido su esposa y aquel que ha crió como a un hijo, también debe asumir la tutela de Jet Black. Es necesario, ésta tiene buenas intenciones pero ha sido adoctrinada desde la niñez por uno de los más retorcidos monstruos que ha dado la humanidad, y sus enseñanzas y filosofía no se borran de la noche a la mañana. Con todo, puede que Steve también pueda a su vez aprender valiosas lecciones de su nueva pupila. Por ejemplo, dar un primer paso en dejar atrás el pasado y liberarse de la pena que éste inflige.

Así, en una discutible escena que cierra el número once, el Capitán quema todos los viejos recuerdos que acumulaba en su casa, un museo de su vida: objetos de la segunda guerra mundial, fotografías, banderas, vinilos, uniformes… incluso la armadura del Baron Blitzkrieg, en un guiño que el nuevo dibujante de la serie, Carlos Pacheco hace al villano de la Sociedad de Justicia de DC comics. Tal escena llama la atención, no solo porque sea cuestionable que Steve pudiese hacer algo así, sino porque además muchos de esos objetos supuestamente fueron ya destruidos en el muy memorable Asalto a la mansión de los Vengadores que llevasen a cabo los Amos del mal del Barón Zemo. Precisamente uno de los momentos más emotivos que Roger Stern escribió para esa saga de los años ochenta fue el epilogo, en el que el siempre imbatible Capitán se quebraba ante la pérdida de todos esos recuerdos.

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De paso, los exámenes médicos que sus compañeros en Los Vengadores le hacen para comprobar su estado de salud arrojan un sorprendente resultado: no ha envejecido esos doce años. Lo que mantuvo su juventud desde los años 40 hasta esta época no fue el hecho de verse congelado durante años, sino el mismo suero de supersoldado que potenció sus capacidades llevándolas a la cúspide de la humanidad.

Los amigos están para ayudar en momentos difíciles, y nadie ha demostrado su amistad con el Capitán América tan a menudo como su antiguo socio, el Halcón. Sam Wilson acude a escuchar a su destrozado camarada. Al igual que Nick Furia Jr, no confía en Jet Black y no cree que su influencia sea positiva para su ahora vulnerable amigo. Pero esas consideraciones deberán esperar, pues una crisis aguarda y el Capitán América y el Halcón deberán partir hacia la ex soviética (y ficticia) republica de Nrovekistan a resolverla.

Nrovekistan tiene malas relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y hasta allí se ha desplazado Nuke para iniciar una ofensiva homicida en las calles de la capital. El ultra patriótico supersoldado creado por Frank Miller (en tiempos en que su disposición ideológica era muy alejada de la actual) para Daredevil: Born Again quiere castigar al país europeo por su lejanía a los intereses norteamericanos, y lo va a hacer mediante una masacre.

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SHIELD opina que el hecho de que aparezca en los noticiarios un soldado con una bandera norteamericana tatuada en la cara asesinando indiscriminadamente va a dar muy mala prensa a los Estados Unidos, así que decreta un bloqueo informativo en la república europea mientras el Capitán y el Halcón se encargan de detener al enloquecido supersoldado Frank Simpson. Y a partir de aquí, con estos elementos, es cuando Remender empieza dejar ver su postura ideológica.

El debate sobre la libertad de información se desata entre el Halcón y una periodista a la que finalmente deja ir con las fotografías de lo que está sucediendo en Nrovekistan. Pero esa decisión de buena fe de Sam Wilson le saldrá cara a su compañero, pues la prensa ofrecerá sesgada la información, dejando a los Estados Unidos y al Capitán América en mal lugar, como SHIELD se temía que podía pasar desde el principio.

Por otra parte, Nuke, del que sabemos que ha arrasado poblaciones en nombre de los más oscuros intereses del complejo industrial militar de su país y no ha dudado en matar a inocentes siguiendo órdenes, se nos presenta como un noble joven algo confundido, a quien el Capitán consigue convencer para que se entregue. Como colofón, resultará además que Nuke ha estado siendo manipulado todo el tiempo por un villano de nuevo cuño: Ran Shen, el Clavo de Hierro.

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Parte de la historia del Clavo de Hierro nos ha sido narrada paralelamente en las páginas de la excelente miniserie Winter Soldier: The bitter March, recientemente finalizada. En ella, Remender nos cuenta la misión que en los años 60 desencantó con SHIELD a su agente Ran Shen. A éste, de procedencia asiática, inmediatamente después de estos hechos se le encomendó infiltrarse en la China comunista para acercarse lo más posible y espiar a Mao Tse Tung. Pero la desilusión de Shen le hizo susceptible a que su mascarada ideológica dejase de serlo, abrazase el comunismo y cambiase de bando. Consiguiendo superpoderes vía un dragón mítico, y robando muestras de la formula infinito de Nick Furia para retrasar su envejecimiento, comenzó con su plan para destruir SHIELD, el primer paso para acabar con el capitalismo occidental.

Todo obedece a la trama ideada por Ran Shen: tanto la masacre perpetrada por Nuke como su captura. La cual, por cierto, le viene genial para liberar a otro curioso supersoldado preso desde los años 60, el Doctor Mindbubble. Con la ayuda de éste, se hará con una poderosísima arma de SHIELD, la cual liberará sobre la ya maltrecha Nrovekistan para así acabar con la credibilidad de SHIELD y aumentar la tensión del resto de países con los Estados Unidos. Los siguientes tres párrafos comentan hechos recientemente publicados en USA y todavía no publicados en la edición española de Panini, así que contienen potenciales spoilers para el público que la sigue.

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Sólo la intervención del Capitán y el Halcón consiguen evitar una matanza aun mayor y frustrar los planes del Clavo de Hierro. Pero ha sido necesario pagar un precio: Ran Shen ha extraído todo el suero de supersoldado del cuerpo de Steve, el cual ha envejecido hasta la senectud. Su escudo es de momento irrecuperable, al estar cargado de radiación como consecuencia de la refriega. En los medios, la opinión pública empieza a cuestionar al Capitán y a SHIELD debido a las acciones de Ran Shen.

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Para complicar las cosas, Sam Wilson despierta una mañana de resaca descubriendo que esa noche se ha reconciliado con Jet Black. Y de qué manera. Algunas críticas han sido vertidas sobre esta escena y se ha llegado a pedir el cese de Remender, sosteniendo que la hija de Zola no ha cumplido la mayoría de edad y que se está haciendo apología de la seducción y la violación de menores. Poco parece importar para estas voces que se comentase expresamente que Jet Black cumplió ya los 23 años, aunque fuese tiempo encapsulado de la Dimensión Z. Desde la cual, por cierto, se abre de nuevo un portal del que surgen poderosos invasores ¿Qué habrá sucedido en ella durante todos los años transcurridos en ese mundo mientras en el nuestro pasaban solo unos días? ¿Veremos caras conocidas pero envejecidas surgiendo de dicho portal? Los Vengadores parecen dispuestos a tomar el lugar de Steve (ahora que está impedido) afrontando cualquier amenaza que surja desde allí. Incapaz de seguir actuando como Capitán América, es el momento de que empiece a buscar un sustituto, y lo hallará en la figura de su viejo compañero Sam Wilson, como fue confirmado ayer.

Volviendo a Jet Black, aparte de su encuentro sexual con el Halcón, cabe reseñar el número 16 de la colección, dedicado a su figura. En él, a pesar de su espartana y a veces cruel actitud, se resalta su nobleza cuando el Cráneo Rojo, antiguo aliado de Arnim Zola, y sus Hombres-S le ofrecen a Jet un lugar a su lado. Un interesante episodio en el que poco pasa, pero mucho se examina la personalidad de esta nueva sidekick del Capitán y algo se adelanta acerca de lo que está por venir. El desarrollo que su relación con el nuevo Capitán América vaya a sufrir en el futuro, dada la interacción que han tenido hasta ahora, puede dar mucho juego.

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Respecto a lo visual de este tramo de la serie, como comentamos Carlos Pacheco vino en sustitución de John Romita Jr a los lápices, durante dos entregas con tintas de Klaus Janson y después con las de Mariano Taibo, con las cuales se manifestaba muy a gusto en esta entrevista. Sin embargo el nivel gráfico bajó algunos enteros en los números en los que Nick Klein (13, 17, 18, 19, 20, 21) se ocupó del apartado artístico, no saliendo mucho mejor parado Pascal Alixe en el mencionado episodio dedicado a Jet Black. Por tanto, en realidad las entregas de las que Pacheco se ha encargado han estado en minoría.

En los guiones, Remender está a su nivel habitual, muy alto, con excelentes caracterizaciones y un tono ominoso que realmente comunica emoción. Los distintos dramas a los que Steve se ve sometido consiguen que empaticemos y suframos con él, y Jet Black y el Halcón hablan con voces propias e interesantes. No todo es perfecto, claro, y la verdad es que creaciones suyas como el Doctor Mindbubble (cuya presencia ya se nos había adelantado en Imposibles X-Force) tienen gracia, pero tal vez sean demasiado extravagantes. Por otro lado, la resolución de la trama de este ciclo argumental tal vez parezca un tanto apresurada finalmente, limitándose a un intercambio de golpes dentro de un robot gigante. Espectacular, pero con todo lo que se había venido montando, tal vez resulte un tanto insatisfactoria. Y luego está el tema ideológico.

Las diversas ideologías de Steven Rogers, de sus autores y de sus aventuras

Que el Capitán América aparte de ser un superhéroe es un vehículo de propaganda ideológica no se le escapa a nadie. Alguien con ese nombre, vistiendo la bandera de unos Estados Unidos que durante los siglos XX y XXI han sido una de las potencias hegemónicas de la política internacional, difícilmente puede zafarse de las acusaciones de estar lanzando algún mensaje en un mundo cada vez más globalizado. Pero lo cierto es que dada la idiosincrasia de publicación de la obra (y de todo género superheroico en realidad), según la cual diversos autores con distintas formas de ver la vida cuentan a lo largo de décadas las aventuras del personaje, parece lógico que dentro de unos límites los mensajes subyacentes no sean del todo homogéneos respecto a tendencia política, dependiendo de quién sea la persona que las escriba o edite.

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El Capitán América fue creado en los años cuarenta antes de que los Estados Unidos entrasen en la Segunda Guerra mundial. A pesar esto último, en la portada de su primer número aparecía propinándole un puñetazo en plena cara a Adolf Hitler, un líder de otra nación soberana muy respetado por aquel entonces en según qué círculos. Toda una incendiaria declaración de intenciones, fruto del anhelo de unos jóvenes judíos (los creadores del personaje, Joe Simon y Jack Kirby) de que alguien diese su merecido al cabecilla del Tercer Reich. A pesar de que las ventas fuesen espectaculares, la respuesta no fue unánime. Debemos recordar que los simpatizantes nazis antes de la contienda eran numerosos y muy visibles en Norteamerica. Tan numerosos y visibles como para llenar estadios en los actos públicos que convocaban llamando a la neutralidad de Norteamérica en la guerra de Alemania (y sus aliados del eje) contra el resto de la naciones europeas. Incluso directamente se pedía el apoyo a las políticas de Hitler. La redacción de Timely, la editorial que con los años acabaría llamándose Marvel, se llenó de amenazas tan serias que Fiorello Laguardia, alcalde de Nueva York se encargó personalmente de que la policía protegiese a los autores del cómic del Capitán América. En ese momento, a un año todavía del bombardeo de Pearl Harbor, un personaje vistiendo una bandera norteamericana oponiéndose al nazismo era algo de una postura muy política, incluso muy provocadora.

Cuando finalmente los Estados Unidos entraron en la contienda, esta división de opiniones dejó de ser visible en aras del patriotismo y la unidad nacional: ser nazi en los USA había pasado a ser algo mal visto, más bien constitutivo de delito, al igual que ser japonés, aunque estos últimos lo tuvieron algo más complicado de ocultar y muchos quedaron confinados en campos de concentración en suelo estadounidense. El Capitán América había pasado de ser una figura polémica, a un unánime icono patriótico que levantaba la moral de las tropas que viajaban a ultramar, constituidas por jóvenes a los que se suministraba los cómics con las aventuras de Steve Rogers junto con los cigarrillos y demás enseres cortesía del ejercito. Era propaganda política de nuevo, aunque en otra modalidad.

Cuando la guerra terminó, sin embargo su estrella se fue apagando y sus aventuras dejaron finalmente de publicarse, incapaces de alcanzar los gustos de un público que había cambiado de preferencias. El Capitán era algo tan coyuntural que había pasado de moda en cuanto cambió la situación, acompañado del resto de sus compañeros superhéroes.

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En los años cincuenta, con un nuevo enemigo ideológico en la conciencia colectiva del pueblo estadounidense, se hizo un intento de resucitar la serie del personaje por parte de Atlas, el nuevo nombre de la editorial Timely. Captain America: Commie Smasher (Capitán América: aplastador de rojos) intentaba rentabilizar la ola de Macartismo y fervor antisoviético que recorría el país, enfrentando al buen Capitán y a su compañero Bucky contra las huestes izquierdosas a las que se había sumado su archienemigo, el nazi de pro Cráneo Rojo. No funcionó. El propio género superheroico, como hemos dicho, ya no era objeto de las simpatías del gran público, que quería olvidar la reciente y dolorosa etapa que los superhéroes inevitablemente evocaban. Sólo tres grandes titanes Superman, Batman y Wonder Woman continuaban publicándose, desnaturalizados respecto a sus encarnaciones originales para mantener la aceptación y las ventas.

Curiosamente, un pastiche del Capitán América creado por sus mismos padres artísticos para otra compañía conseguiría una notoriedad algo mayor que el molde original en esos años. Fighting American, también enemigo jurado de los comunistas, vivía aventuras que luego derivarían hacia un tono paródico y que permanecerían como un clásico por encima de las del Capitán América de esa era, aunque sus andaduras fuesen igualmente breves.

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Con los años sesenta, Atlas pasó a llamarse Marvel y habiendo aprovechado la corriente iniciada por DC comics con Flash que devolvió el favor del público para los superhéroes, encabezaba la renovación del género con títulos como Los Cuatro Fantásticos o Spiderman. Para el número cuatro de su nueva colección Los Vengadores, se retomó al personaje del Capitán América en una aventura en la que se contaba que había estado congelado desde los días anteriores al final de la segunda guerra mundial. El Capitán despertaba, como el rey Arturo debe hacerlo de su sueño mágico en Avalon cuando su país más le necesite, y se unía a esos nuevos caballeros de la mesa redonda que eran Los Vengadores. Sus aventuras en solitario no tardaron en ver la luz, primero en las páginas de Tales of suspense y luego en su propio título, fruto del renombrado de la mencionada revista.

Stan Lee tuvo el ojo de no repetir los errores de la anterior resurrección y no enfrentarle principalmente a enemigos reales de la época: si el Capitán era un personaje coyuntural de la segunda guerra mundial, ese seria precisamente su leit motiv. Se abrazó este concepto, tornando al personaje un nostálgico hombre fuera de su tiempo y se sucedieron las aventuras en clave de flashback a un pasado glorioso de los años 40. Después de todo, vencida la Alemania nazi y el eje hacia casi veinte años, no había polémica ni declaración alguna en recordar con orgullo la intervención norteamericana en la segunda guerra mundial. Todos los signos políticos convenían ya sin disensión en que los Nazis habían sido el enemigo, y en un principio se despojó sus aventuras de mensaje ideológico de actualidad ferviente.

Pero según la década se acercaba a su fin, los coqueteos de Stan Lee y sus sucesores con temas sociales relevantes en las páginas de sus superhéroes aumentaban en frecuencia e intensidad. Normalmente se trataba de simples menciones a situaciones del mundo real, sin mojarse mucho y apelando a la buena voluntad de todo el mundo con postulados genéricos. Así, cuando en las páginas de Capitán América aparecía Vietnam, las manifestaciones estudiantiles o los disturbios raciales, rara vez ninguno de los bandos reales de estos conflictos eran presentados como malvados. Siempre terminaban siendo buenas gentes manipuladas por villanos del cosmos ficticio de Marvel como el Mandarín o el Cráneo Rojo. Esto puede no parecer ideología, pero para un comic de los años 60, entroncaba directamente con los llamamientos genéricos a la paz que se lanzaban desde el movimiento hippy. El Capitán se echó un ayudante de color, el Halcón, que no era simplemente un sidekick como Bucky o Robin, sino que dentro de unos límites era un compañero superheroico al mismo nivel. Además, cogió una moto y empezó a recorrer los Estados Unidos buscando su destino como Peter Fonda y Dennis Hopper en Easy Rider.

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Pero sería ya en los años 70 cuando las historias del personaje volverían a conocer un posicionamiento ideológico claro, a manos del entonces joven escritor Steve Englehart. Englehart era uno de esos hippys para los que Lee había estado escribiendo sus últimas obras. Siendo un hombre claramente de izquierdas, aprovechó una pequeña incoherencia en la cronología del Capitán América para hacer toda una declaración política. Si Steve Rogers había sido congelado algo antes de que acabase la segunda guerra mundial para despertar en los años 60, era imposible que hubiese vivido esas aventuras de Commie smasher en los años 50.

Englehart, en uno de los primeros ejercicios de esa herramienta hoy día tan usada que es la retrocontinuidad, se sacó de la manga que dentro del universo Marvel, el Capitán América de la era del Macartismo no era el original, sino un imitador. Alguien obsesionado con el héroe de la segunda guerra mundial hasta el punto (junto con un compañero que ocuparía el lugar de Bucky) de hacerse la cirugía estética para parecerse a Rogers e inyectarse una versión tosca del suero del supersoldado. Esta, al ser defectuosa, volvería loco, paranoico al admirador del Capitán, parodiando Englehart así el fervor patriótico de aquellas aventuras justificando aquella actitud vía enfermedad mental. Pero no se detuvo allí la cosa, ya que ambos Capitanes se encontraron y enfrentaron, sirviéndole a Englehart tal combate para distanciar ideológicamente a Steve Rogers de su perturbado imitador de ultraderecha. El capitán original dejaría clara su postura a partir de entonces. Sí, el era un patriota y un soldado. Pero no era ningún racista, xenófobo o fanático. Se enfundó el traje rojo blanco y azul para luchar contra el nazismo en los años 40 y pretendía representar los valores de libertad, igualdad, justicia y progresismo que también hay presentes en los principios fundacionales de su nación. Si había que encajar al Capitán en una corriente política, sin duda no sería la de los Republicanos estadounidenses, sino la de la izquierda moderada o centro izquierda de los Demócratas. Rogers sería no un Halcón, sino una Paloma por usar la terminología que define a los militantes del bipartidismo norteamericano, un patriota crítico con su país, en la línea de figuras como Robert Redford u Oliver Stone. El Capitán no hacía apología del status quo estadounidense, sino que alentaba a la lucha por mejorar muchos de los aspectos de su nación para que ésta pudiese convertirse en lo que claramente todavía no era pero que podía llegar a ser: un paraíso de la democracia. Probablemente era la única vía de Englehart para sentirse cómodo escribiendo las aventuras de un personaje que fácilmente podía ser interpretado desde el otro extremo ideológico.

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Esta visión de Englehart pasó a ser el canon del personaje y sus subsiguientes aventuras la afianzaron. Sus enemigos fueron en ellas la maquinaria propagandística, el neonazismo, las conspiraciones de los grupos de interés de dentro de la política, y la corrupción gubernamental que el escándalo del Watergate había demostrado que alcanzaba hasta la misma figura del Presidente de la republica en el mundo real. Todo ello tuvo representación en las viñetas mediante villanos como el Víbora, el Doctor Fausto, el primer Piedra Lunar y el Imperio Secreto, respectivamente.

Debido a el enfrentamiento con estos últimos, el posicionamiento ideológico de Steve Rogers se hará aun más rotundo: Ya no puede seguir representando a los Estados Unidos, no tras contemplar como los enemigos que llevaba meses combatiendo han resultado ser altos cargos del gobierno en Washington intentando dar un golpe de estado encubierto. De hecho, se sugiere, aunque no se muestre al lector, que el encapuchado líder del Imperio Secreto es el propio Richard Nixon, que procede a suicidarse en el universo ficticio Marvel tras ser desenmascarado por el Capitán. Tras tal revelación, que vino a ser la versión Marvel del entonces reciente escándalo del Watergate, el mundo del vengador de las barras y estrellas se tambalea definitivamente, tiene una crisis existencial y se retira de su identidad como Capitán América.

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Steve Rogers pasa un tiempo retirado del negocio superheroico, pero pronto regresa al mundo de las mascaras y las mallas, aunque su retorno no hará sino subrayar su posición. En lugar de volver a portar el escudo y la capucha con alas, se forja una nueva identidad cuyo nombre no puede ser más ejemplificador de sus cambios internos: El Nómada. Renunciando a divisiones basadas en nacionalismos ni fronteras, correrá diversas aventuras enfrentándose por ejemplo al terrorismo nihilista del nuevo Escuadrón Serpiente creado por Madame Hydra, a partir de entonces conocida como la nueva Víbora. Además, se verá involucrado tangencialmente en los tejemanejes de la corporación Roxxon, mientras varios sustitutos tratan de ocupar, con escasa fortuna, su lugar como Capitán América.

Es precisamente la muerte de uno de estos suplentes a manos de su archienemigo Cráneo Rojo, la que hace que Steve vuelva a vestir su antiguo uniforme y regrese a su cargo como Capitán América. Pero el periplo como el Nómada no habrá sido en vano y le habrá servido para aprender y reafirmar que quiere luchar contra enemigos como el Cráneo Rojo por el sueño americano y las aspiraciones democráticas de su pueblo, no por los intereses de sus gobiernos y corporaciones. Para ello, decide, en realidad el papel más apropiado que puede interpretar es el del Capitán América, con toda su carga simbólica. Y no volverá a dejar que nadie muera asumiendo una responsabilidad que es suya.

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Y así, estos cambios quedaron integrados como parte de lo que define al personaje, del canon de su comportamiento y personalidad. Pero como decíamos, el cómic de superhéroes se caracteriza por ser publicado en entregas mensuales con autores que rotan a lo largo de los años. Y que el personaje fuese progresista no significa que siempre los autores que lo manejaron tras Englehart también lo fuesen, o que estuviesen interesados en manifestar proclamas políticas.

De ese modo, en general se volvió a un tono más aventurero, tocando en pocas ocasiones temas ideológicamente delicados. Muestra de ello es esa historia en la que el Capitán está a punto de presentarse a las elecciones para Presidente de los Estados Unidos, y que suponía un pequeño paso atrás en la dirección que había tomado el personaje, haciéndose hincapié en que, por encima de ideologías, debía representar a todos los ciudadanos y tendencias.

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Eso no significa que el carácter de izquierdas del Capitán se viese totalmente desterrado o fuese ignorado. Ya veíamos a finales de los 70 sus tensiones con Iron Man en la colección de Los Vengadores, debido a lo que Steve percibía que el Hombre de hierro era y representaba: un mercenario al servicio de la industria armamentística del país.

Hubo un pequeño repunte respecto a la carga de apología del patriotismo en el personaje contraponiéndolo con la presentación del villano Sin Banderas en 1985. Éste fue presentado como un opuesto del Capitán, un fanático asesino que abogaba por un mundo libre del nacionalismo y las fronteras.

Sin embargo apenas un año después, en el ya mencionado Daredevil Born Again de Frank Miller, el Capitán se enfrentaba con su reflejo oscuro y homicida, el también aludido Nuke. Éste era presentado entonces como un Rambo psicótico ultranacionalista al servicio del gobierno y defendiendo los intereses más viles de las corporaciones, representadas en este caso por Kingpin. El uso que éste villano hacía del patriotismo como forma de control contrastaba con el idealismo que mostraba Steve: “No soy leal a nada, General. Excepto al sueño”, le decía a un militar involucrado en las corruptelas de Wilson Fisk. Ambos, héroe y villano acariciaban una bandera en las escenas en que exponían sus puntos de vista. Cuando el Capitán descubría que Nuke era el fruto del intento de replicar un nuevo supersoldado, más leal al aparato militar y gubernamental de su país que él mismo, y capaz de realizar sin cuestionar ordenes sangrientas operaciones clandestinas en Sudamérica, el asco le invadía. En una época en que el público norteamericano se sentía de nuevo traicionado por su gobierno y sus fuerzas armadas con escándalos como el del Coronel Oliver North y su escándalo Iran-Contra, los cómics en los que aparecía el Capitán América volvían a ser críticos con la política de su país.

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Poco después los más siniestros grupos del gobierno incluso despojaron durante un tiempo a Rogers del derecho a asumir la identidad del Capitán América. Dado que los derechos de la franquicia eran propiedad del ejército USA, si Rogers no iba a seguir sus órdenes, sería despojado del título, y el uniforme y escudo le serían entregados a alguien más dispuesto a la tarea. Para ello Mark Gruenwald presentó a otro personaje parecido a Nuke aunque algo menos extremo, John Walker. Contando sus aventuras como Capitán América durante un tiempo, nos mostró cómo este enfoque del superhéroe patriótico por antonomasia como personaje conservador resultaba un engendro horroroso y a evitar. Parecía una forma de mostrar cómo es verdaderamente el Capitán América enseñándonos cómo no debe ser, un poco como se hizo en la saga Knightfall de Batman o más recientemente en Superior Spiderman. Finalmente las cosas volvieron a su cauce, Rogers (que había estado asumiendo otra identidad superheroica) asumió de nuevo el rol de Capitán América y Walker pasó a ser el USAgente.

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En Daredevil número 283 USA, de 1989, escrito por la abiertamente de izquierdas Ann Nocenti, incluso pudimos asistir a proclamas tan comprometidas como estas:

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Con el tiempo, la ideología del Capitán fue derivando poco a poco en simplemente un inquebrantable sentido de la ética. Tal vez lo más reseñable durante los años 90 fuese su firme oposición a la pena de muerte, reflejada en el desencuentro con sus compañeros Vengadores durante la saga Operación Tormenta Galáctica. Tal vez, dado el título de la epopeya espacial, reflejaba también su postura respecto a la primera guerra del Golfo Pérsico sin tocar el tema directamente.

A principios de siglo XX, Mark Millar y Bryan Hitch nos ofrecían en The Ultimates una versión de los Vengadores alternativa, nueva y más realista, más acorde con los tiempos que corrían. Y uno de los cambios que introdujeron fue precisamente acerca de la actitud ideológica del Capitán. A Millar no le parecía creíble, cuando la mayoría de los miembros de las fuerzas armadas norteamericanas votan republicano, que el militar Estadounidense definitivo fuese demócrata. Y así, a pesar de ser el autor un hombre de izquierdas, nos presentó un Steve Rogers más retrógrado aunque muy molón. En nada se parecían ambos personajes en lo que a posturas políticas respecta, pero The Ultimates y especialmente el nuevo Capitán, tuvieron un éxito enorme entre el público.

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Sin embargo, el Capitán del Universo Marvel tradicional seguía manteniendo una postura más progresista, como se evidenció en su relanzamiento bajo el sello Marvel Knights, tras los ataques a Nueva York del 11 de Septiembre de 2001. Sí, obviamente condenaría tajantemente a los terroristas responsables de miles de muertes norteamericanas y la destrucción del World Trade Center. Pero no justificaría con ello la persecución indiscriminada de musulmanes que no tenían nada que ver con aquello o la anulación de derechos civiles. Incluso se exploró la cuestionable industria de las minas antipersona del primer mundo. Un tiempo después, durante la etapa de Ed brubaker, incluso se le lanzó una sosegada puya hacia la actitud chulesca del Capitán América Ultimate para con los partisanos Franceses.

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Es precisamente Mark Millar, el autor de The Ultimates quien vuelve a subrayar la tendencia izquierdista del Capitán América tradicional demostrando comprender perfectamente la diferencia entre ambas encarnaciones, la de siempre y la que él creó. Y lo hace en el notorio evento Marvel Civil War, tocando no uno, sino dos temas de calado político. Por un lado el Patriot Act y la sumisión unánime y sin voces críticas a las posturas oficiales del gobierno, tema candente durante la primera década del presente siglo tras el 11-S. Como metáfora, el gobierno pide que todos los superhéroes se registren y trabajen directamente para SHIELD tras una tragedia en la que se pierden cientos de vidas civiles inocentes. El Capitán pasa a la clandestinidad por oponerse a tal medida, organizando una resistencia de superhumanos contra SHIELD, contra Iron Man, y contra el resto de sus antiguos compañeros que al igual que Tony Stark deciden ser agentes del establishment.

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Finalmente, en la épica batalla que cierra la saga, el Capitán se rinde al ver que la lucha entre superhumanos descontrolados que él ha propiciado pone en peligro de nuevo vidas inocentes. Muchos vieron en esta rendición un mensaje retrógrado en el que Steve Rogers reconocía que los postulados de George Bush Jr, Donald Runsfeld, Dick Cheney y compañía eran finalmente los correctos. Pero una lectura más atenta nos revela que Millar, que ya ha dicho todo lo que tenía que decir sobre esa cuestión, simplemente ha cambiado a última hora de tema relevante. En otra vuelta de tuerca, Millar ha pasado ahora a hablar acerca del control sobre la tenencia de armas de fuego, usando los superpoderes como metáfora de este asunto tan espinoso en USA. Y el Capitán, hombre de izquierdas no puede sino rendirse al ver que ha estado defendiendo algo con lo que no puede, en conciencia, estar a favor.

Como colofón de esta historia, Steve Rogers resulta asesinado por un francotirador de una manera reminiscente a la de John Fitzgerald Kennedy, presidente encarnador del concepto de democracia según la mítica estadounidense, aunque esta afirmación sea cuestionable bajo un examen histórico.

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Con todo esto, poca duda cabe que los últimos cuarenta años el Capitán América ha sido en líneas generales un personaje digamos de la izquierda norteamericana. Alguien que vela por los ideales más nobles que supuestamente pretende representar su país, pero que desprecia conceptos como el imperialismo, el capitalismo desbocado y otras miserias que inevitablemente quedan asociados a la imagen de los Estados Unidos. Contrariamente a lo que muchos de los que recelan del personaje piensan, no ha sido un símbolo de todos esos males, sino de la lucha interna (que la hay) para intentar ponerles fin.

Sin embargo ésta de Civil War ha sido prácticamente la última muestra de progresismo que el Capitán América original nos ha dado en los últimos tiempos. Y no precisamente porque esté muerto como lógicamente podría pensar alguno. Steve Rogers volvió a la vida como tan cansinamente suelen hacerlo los personajes de Marvel, pero durante un tiempo no ocupó su cargo habitual, sino el de Director de SHIELD, pasando sutilmente a desempeñar tareas que antaño echaba en cara como inmorales a su antiguo compañero Nick Furia. Ha llegado, en la colección Vengadores Secretos, a negarse a mancharse las manos con la tortura pero eso sí, dar su beneplácito para que sus compañeros la llevasen a cabo. Un giro insólito de postura, mas aun considerando que el autor de tal escena era Warren Ellis, poco sospechoso de tender a justificar prácticas propias de regímenes totalitaristas.

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Y ahora tenemos la visión de Rick Remender. En ella, el villano es un comunista convencido de que debe erradicar a la “super-gestapo” (como él la llama) que es SHIELD para que el mundo pueda librarse del capitalismo. La ultraderecha, representada por Nuke, en realidad ha sido manipulada por Ran Shen. El brutal agente Simpson pasa de ser presentado como verdugo, a ser una víctima, confundido y dotado de nobleza.

La prensa, también sirve a los propósitos desestabilizadores del Clavo de Hierro: bienintencionados como Sam Wilson, al romper el bloqueo periodístico decretado por SHIELD en aras de nobles pero ingenuos conceptos como la libertad de información, desatan una situación perjudicial para sus compañeros. Y uno no puede evitar pensar en wikileaks.

Las ideas Hippys de los años 60 en forma del Doctor Mindbubble también son secuaces del peligro amarillo y comunista. Y la culpa de que el padre de Steve Rogers no encontrase trabajo en realidad la tenía él mismo, independientemente de que viviese en los tiempos en la gran depresión de finales de los años veinte.

2.1

El plan de Clavo de Hierro pasa por demostrar que SHIELD tiene un arma tan devastadora que su misma posesión es de dudosa moralidad lanzándola sobre un país con problemas diplomáticos con los Estados Unidos arrasándolo. Un poco como en la película Capitán América: el Soldado de Invierno, pero aquí no son los neonazis de Hydra quienes la usan, sino los anticapitalistas para dejar en mal lugar a los USA.

Los que utilizan las palabras fascista para insultar al Capitán América y los que le acusan de ser una herramienta de un sistema corrupto son los villanos en la obra de Remender, deslegitimándose por tanto sus discursos. No debiera sorprendernos, después de todo ya criticó a los movimientos antisistema en Vengadores Secretos con un villano al que se enfrentaba otro Capitán, Brian Braddock. El Capitán Britania debía vencer allí a un psicópata subversivo que aglutinaba cuerpos de manifestantes para atacar a la reina de Inglaterra.

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A la vista de todo esto, sin duda se puede concluir que Remender ha cambiado de idea y ya no quiere ofrecer solamente aventura sin límites de excelente manufactura. Ha decidido dar su punto de vista sobre varios problemas del mundo real a través de la serie del Capitán América como muchos otros han hecho antes que él. Pero el escritor es de signo distinto, si no opuesto a la de la mayoría de sus antecesores en las últimas cuatro décadas.

Siendo justos, Remender no solo está en su derecho sino que además tiene el buen gusto de tratar con respeto (excepto por tal vez al delirante villano ecologista Cráneo Verde, de breve aparición) a todas las posturas involucradas. No es como el Frank Miller de la actualidad, soltando exabruptos y despojando de humanidad a sus enemigos ideológicos. Más bien sería como el Mike Baron de los primeros episodios de Nexus, otro autor de derechas que no caía en aquellos momentos en la descalificación gratuita de los que consideraba sus oponentes políticos.

A pesar que inequívocamente Remender condene las acciones de los grupos antisistema y el pensamiento anticapitalista, sí que expone las razones que están detrás de su aparición con bastante respeto. Prueba de ello es la escena en la que un ejecutivo despiadado está insultando de forma altiva a la población a la que está explotando: El Capitán le salva de los secuaces de Ran Shen, pero muestra su desprecio por el comportamiento del miembro del 1%. La firme posición de Remender no le impide ver ni reconocer puntos en los que coincide con aquellos a los que condena. Sus personajes, sean héroes o villanos no suelen ser tratados como necios o como monstruos.

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Será interesante, independientemente de que se esté de acuerdo con ella o no, observar la evolución de esta postura escribiendo las aventuras del Capitán América. Tal vez cale y sea la versión ideológica que quede para la posteridad, condenando a las otras al olvido. Tal vez al cambiar de protagonista ahora por Sam Wilson, alguien en principio quizas incluso mas progresista que el Capitán, el enfoque varíe. O tal vez otros autores recuperen al Steve Rogers cuya posición política más tiempo ha sido vigente cuando Remender termine su periodo como guionista de la colección.

Porque, como hemos dicho ya un par de veces, no olvidemos que en los cómics de superhéroes tarde o temprano alguien con otras ideas sucede a los autores que están ocupándose de una serie en un momento dado. Y cuando eso sucede, puede sobrescribir su punto vista ideológico por encima de los marcados anteriormente en las historias que escriba. Siempre es un ciclo. Especialmente con el Capitán América.

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NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
18 julio, 2014 18:14

Tremendo ejercicio de completismo.

Sobre la estúpida polémica del Halcón y Jet Black, comentar que entre otras explicaciones Remender le ha dado varios palos a Romita (refiriéndose siempre a él como «el dibujante»), comentando que aparentemente tiene problemas para dibujar niños de varias edades. Y oye, razón que tiene.

Antoine
Antoine
Lector
18 julio, 2014 19:17

Enhorabuena por el artículo Sergio. Sobre todo por la segunda parte, para ponérselo en los morros al típico indocumentado que acusa al capitán de rancio y derechista.

Yo creo que esta cierta derechización del capi ha explotado con Remender, pero ya se venía adivinando de antes, más o menos desde que se hace el policía número 1 del mundo después Asedio. Supongo que tener un ejécito de Vengadores a tu cargo, y verte en puesto de tanta responsabilidad hace que pierdas grandes dosis de idealismo.

Ocioso
Ocioso
Lector
18 julio, 2014 19:20

La culpa de la derechización del Capi no es de Remender sino de Los Ultimates.

Daniel Gavilán
18 julio, 2014 19:27

No creo, de hecho:

a) Nunca hemos visto a Rogers 616 con un nivel de proactividad similar al que mostraba el Ultimate con Millar

b) La evolución seguida por ambos ha sido justo la contraria

Y si el Ultimate acababa renegando de su gobierno tras ver el daño que estaban haciendo los USA como colofón de la andadura Millar, el 616 pasó de idealista defensor de las libertades civiles hasta que acepto dirigir el sistema para tratar de cambiarlo -allá por la Edad Heroica-, para ser el sistema el que lo cambió a él

Ocioso
Ocioso
Lector
18 julio, 2014 19:43

No se ha convertido en el Capi Ultimate, pero su personalidad se ha movido en esa dirección. No hay mas que ver como se ha transformado su uniforme.

Jose Maria Vicente
Autor
18 julio, 2014 19:51

Discrepo con la afirmación de que el Capi de Civil War es claramente de izquierdas, y me atrevo a decir que si no supieramos de que pie cojea Millar su posición podría ser bastante ambigua (al menos hasta el episodio final). Si hay algo en lo que coinciden tanto los más demócratas como los más republicanos es en la defensa de la libertades y derechos civiles frente a un estado que puede acabar fagocitándolas.

Antoine
Antoine
Lector
18 julio, 2014 20:11

Ya sé que los tebeos de hoy no van en eesa dirección, pero un capi un poco más boy scout no estaría mal. El ser noble e idealista no debería estar enfrentado con ser realista. El personaje ha funcionado un porrón de años así ¿por qué no iba a funcionar hoy?.

A ver si vemos esa actitud en Capi Halcón.

Rasputin33
Rasputin33
Lector
18 julio, 2014 20:14

Pues Remender es demócrata, no republicano.

Ocioso
Ocioso
Lector
18 julio, 2014 20:17

Recordemos que los demócratas yankees no son precisamente de izquierdas. Allí hay derecha y mas derecha.
Lo curioso es que el centro derecha español está mas a la derecha que los republicanos yankees.
La verdad es que no estoy muy seguro de que queden partidos de izquierdas en occidente. Ni siquiera radicales, me conformo con una izquierda suavecita.

Khonshu
Khonshu
Lector
18 julio, 2014 20:42

Interesantísimo artículo, Sergio. Me lo he leído de un tirón.

Me encanta tu disección política de la etapa de Remender y coincido contigo en que el momento de quema de recuerdos está muy fuera de lugar. Independientemente de que probablemente Steve Rogers no haría eso, me parece muy irresponsable que destruya a la ligera objetos con posible valor histórico.

La saga de Nuke me hizo mirar a Remender con suspicacia. El momento «libertada de prensa» me pareció interesante. Pero cuando a Nuke, ya capturado, le hacen todos una sesión de terapia con la charleta de Nickito jr y la agente de Shield me entraron arcadas.

Y no estoy muy de acuerdo con tu análisis final de Civil War. El Capi no se rinde por poner a civiles en peligro (de hecho, es él quien lleva el combate a la calle y crea ese peligro) se rinde porque se da cuenta de que él creía luchar por el pueblo y en realidad el pueblo no le apoyaba.

Millar se pasa media mini demonizando a Stark y su bando para al final darle la vuelta y, cuando Iron Man va a recibir el golpe de gracia del Capi, una multitud de civiles compuesta por sanitarios, bomberos y policías (los héroes del 11-S) es la que le detiene y es cuando Rogers se da cuenta de lo errado de sus acciones y se rinde.

De hecho, creo que el Capi no queda muy bien retratado en la serie al mostrarse como alguien beligerante y nada abierto al diálogo, declarándose en rebeldía sin hablar antes con sus compañeros o buscar una vía pacífica para resolver el conflicto.

Está claro que Millar busca radicalizar las actitudes de los líderes de ambos bandos para llevar la historia al terreno que le interesa. Pero uno se queda con la impresión de que en realidad todo suena un poco falso y que podían haberlo arreglado sentándose a tomar un café.

Nacho Teso
Autor
18 julio, 2014 22:01

Pues ya verás tú con Superior Iron Man cuantos pueblos se van a pasar demonizándolo.

Dynamo
Dynamo
Lector
18 julio, 2014 22:49

Es cierto que las posturas en civil war están un poco forzadas para ir al meollo de la cuestión pero históricamente los superhéroes cuando se encuentran lo primero que hacen suele ser zurrarse, lo del café lo dejan para después.

Dynamo
Dynamo
Lector
18 julio, 2014 23:00

Por otra parte, enhorabuena por el artículo, señor Aguirre, no me imagino cuanto trabajo hay detrás de todo lo que ha explicado, me quitó el sombrero.

Louontherocks
Louontherocks
Lector
19 julio, 2014 0:01

Khonshu, el momento de la quema de recuerdos recuerda a cuando en la Patrulla X se cepillarob a todos los secundarios de Madripur en el bar de Tyger Tigre… inútil como poco, donde ha quedado recoger las cosas y llevarlas al sótano? …

nascitturuss
nascitturuss
Lector
19 julio, 2014 12:59

Gran artículo. Me ha encantado la disección histórica del personaje:desde el devenir del.personaje a cargo de sus autores (con la anecdota de la protección dispensada por el Mayor de NY) hasta la evolución del propio personaje en su vertiente política.

La idea de Warren Ellis fue rupturista con el legado de Steve E. y Mark G. en la que Remender ha encontrado la base para llevarlo a zonas mas «republicanas» sin llegar a hacerle miembro del «Tea Party» pero sin participar de las posiciones de Columbine o wikileads o la ahora Gotham; pero más pro sistema más federal.

El otroMillar supo diferenciar claramente el Capi de Ultimates y 616 haciendo que el.primero se acerque al segundo. Así el Capi 616 pase a la rendición al ver que su postura anti registro, es decir, anti federal, conlleva la puesta en peligro de inocentes y una defensa de ideales tan beligerantes en los que no hay marco para una s negociaciones, como intenta en ocasiones su contrapartida Stark.

El trato de Millar al.personaje hay que entenderlo desde las dos encarnaciones paralelas y distintas. Con Remender no encuentro el Capi 616 de Stev y Mark. La quema de recuerdos es una declaración de intenciones: rupturista de las anteriores y abrazando la senda de Ellis, otro con quién no le encuentro gusto

Khonshu
Khonshu
Lector
19 julio, 2014 13:14

Más injustificada que la quema de recuerdos me parece la propia existencia de la sala.

Yo no me imagino a Steve Rogers tan frívolo como para colgar banderas nazis en su sala de estar y posters con su efigie.

Es que lo imagino con un café y las pantufla de andar por casa, escuchando sus viejos vinilos y regodeándose con sus souvenirs recolectados en tiempos de guerra (comprados por ebay, más bien) y no me cuadra… Un tío tan responsable y criado con tantas privaciones como Rogers no caería en una actitud tan frívola.

Me recordó mucho a la sala de Comando Escarlata, Muro de Piedra y Supersable:
http://4.bp.blogspot.com/-rU8gr7xeuC8/UpYjhZ9dRqI/AAAAAAAAS0s/KrsSZ3KlIc8/s1600/plot.jpg

Quienes venían a representar justo el tipo de supersoldado contrario a lo que simboliza el Capitán América.

Ocioso
Ocioso
Lector
19 julio, 2014 15:27

Ahora solo falta que en Original Sin nos descubran que Steve siempre fué un agente doble.

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
19 julio, 2014 17:48

Pues si veo que al Capi le pegue ser nostálgico y tener una sala de recuerdos, todo el rollo de ser de otro tiempo, su «edad»,etc.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
19 julio, 2014 19:11

Primero, felicitar autor del artículo.

Segundo. A mí también me choca eso de que el Capi convierta su casa en un salón de trofeos.

Y el Capi siempre ha sido de mis personajes favoritos(*). Desde los tebeos que leí de crío (de Surco eran, y me los prestaba un vecino) de Los Vengadores contra Los Amos del Mal, contra Nefaria, el cuarteto loco del Capi. Historias dónde el Capi era el más débil del grupo pero uno de los más decisivos. Era el ejemplo (o el símbolo, no sé) de que ser un héroe no tenía nada que ver con ser superpoderoso.

Y mi Capitán América es como lo presenta Englehart. Un patriota, sí, pero un hombre honesto y que siempre se pondrá del lado del pueblo antes que de los poderosos (léase políticos, grandes magnates o líderes religiosos…)

Me parece acertada la comparación Rogers/Redford. Pero si yo tuviese que elegir a un personaje real que fuese «la encarnación» o «lo más parecido a» el Capi creo que tiraría más por Bruce Springsteen.

frankbanner71
frankbanner71
Lector
19 julio, 2014 19:28

yo solo quiero recordar que frank miller se ha ofrecido abiertamente a escribir la colección del capi.

y marvel sin decir ni «mú».

mamones.

frankbanner71
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Lector
19 julio, 2014 19:36

el dia que apoyen una condena en el congreso contra el levantamiento,podré medio creerme que son verdaderos democratas(hablo de los peperos),mientrás tanto,las palabras se las lleva el viento.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
19 julio, 2014 19:39

Joder, no sé. Miller hizo un Capi cojonudo en Born Again. Pero miedo me da el Miller actual encargándose del Capi.

frankbanner71
frankbanner71
Lector
19 julio, 2014 19:42

pero lo que seguro que no va a provocar es indiferencia,retranqueiro.ya sea para putearlo,o para ensalzarlo,¡anda que no nos puede dar tardes de gloria en zn¡.imaginatelo.

nascitturuss
nascitturuss
Lector
19 julio, 2014 21:11

Miller a la deriva mas rancia del tea party daria con un Capi que no dejaria indiferente a nadie. Solo hay que leer su Bats vs. Al Qaeda.

Dultyx
Dultyx
Lector
19 julio, 2014 23:22

Muy interesante la evolución ideológica del Capi, da para hablar largas horas. De hecho, el enfoque izquierdista me recuerda a una lectura contrapuesta contra los partidos de derechas, que se autodenominan patriotas, cuando los únicos colores que sienten son los del dinero y el poder, mientras echan a perder generaciones de estudiantes que realmente sí podrían engrandecer al país tanto cultural como técnicamente, resultando ser precisamente unos antipatriotas aunque se atribuyan lo contrario al estar destruyendo el presente y el futuro de su país, por no hablar del daño que causan día sí día también a los ciudadanos que lo conforman

redarrow884
Lector
20 julio, 2014 2:13

empeze con mucho gusto esta etapa de Remender, la disfrute mucho hasta terminar la segunda etapa, la de Nuke. Admito que he dejado de leerla desde que aparecio el Doctor Mindbubble. Tengo que ponerme al dia.

Daniel Gavilán
20 julio, 2014 10:58

Entrando en materia, quiero empezar dándole la enhorabuena a Sergio por el superlativo post en el que se ha montado.

Dicho lo cual, hay detalles con los que no estoy de todo de acuerdo, como en lo de definir al Capitán América como un superhéroe de izquierdas. Porque aunque es cierto que mucho hay, creo que más allá de decantarse por una dirección política de izquierdas o derechas, es la definición de Rogers como americano de “moral íntegra y a prueba de bombas” que comentabas a través del texto la que encaja mejor con él.

No olvidemos que a pesar del carácter crítico e idealista, hablamos de un tipo chapado a la antigua y parcialmente conservador, lo que no acaba de conectar del todo con una postura de izquierdas. Pero bueno, también es cierto que es difícil encontrar a alguien cuyos ideales políticos sean plenamente de “izquierdas” o de “derechas”, y que normalmente tendemos más a un lado u otro a pesar de discrepancias.

Pero bueno, en su caso si que es verdad que se han preocupado más de acercarlo a la postura más dedicada por la gente que puede encajar con unos ideales de izquierdas -demonios, es un superhéroe-. Porque como comentábamos hace unas semanas, a pesar de ser un personaje perfecto para reflejar las diferentes posturas políticas por las que ha optado el país de las barras y estrellas a lo largo de su historia, siempre que ha tocado reflejar posicionamientos más “duros”, han tirado de otros portadores como Burnside, Walker, Nuke o el Mayor (razón por la que poner a otro individuo bajo la máscara siempre ha tenido más trascendencia que cuando se hace con otros personajes como Batman o Spider-Man).

Por lo demás, hay una serie de historias que creo que podrían dar todavía más solidez a tus argumentos:

1) El Capitán América, El Corazón de las Tinieblas: Un comando americano se ve contra las cuerdas durante una operación en sudamérica, cuando aparece el Capitán América para ayudarlos. Las tornas cambian cuando Rogers descubre que su misión es más bien cuestionable, en una historia en la que Macan usa al abanderado como la encarnación de los ideales norteamericanos, mientras el pelotón se plantea lo que está haciendo.

2) Capitán América, La Verdad: Con una visión bastante demoledora de la cara oscura (pun not intended) de la América de la Segunda Guerra Mundial, con una discusión bastante cruda y desalentadora entre Rogers y su “fan número uno”.

3) El Capitán América y el Halcón: Donde Priest se ceba a destajo con la américa del acta patriótica y Guantánamo, mediante la introducción del Mayor América, un nuevo Capitán surgido del entramado militar norteamericano post-11 de Septiembre.

4) El Regreso de los Illuminati: Aunque en Vengadores Secretos ya se estaba viendo como el nuevo cargo de Rogers estaba minando su idealismo (aparte de Ellis habría que citar a Spencer y su episodio dedicado a WikiLeaks), creo que el momento clave para la evolución de Rogers durante estos últimos años viene cuando -tras descubrir la existencia de los Illuminati- lo vemos tomando parte en una reunión secreta de estos, soltando un “Tenías razón, Tony”, todo un mazazo para todos los que estuvieron de su parte durante la Civil War, viendo como las presiones de su nuevo cargo acababan derivando en que Rogers pasase por el aro con las prácticas que el mismo había rechazado (tema que todavía esta dando secuelas en las series de Hickman).

5) Vengadores Vs Patrulla-X: La escena en la que Thor baja de los cielos para retomar su posición en los Vengadores y tiene una charla con Steve en la que declara que su nuevo cargo le está perjudicando, y que siempre ha dado lo mejor de si mismo cuando opera desde fuera del sistema -para recordarles como deben ser- que cuando lo hace como un engranaje del mismo, fue una brillante definición tanto del papel que tendría Steve en el evento como de la historia global del personaje

Daniel Gavilán
20 julio, 2014 20:31

Entrando en materia sobre la etapa de Remender en sí, he aprovechado el post para revisarla -mini-serie del Soldado de Invierno y formación de los Imposibles Vengadores inclusive- y la verdad es que leída del tirón la impresión es mucho, mucho mejor que leída mes a mes (algo que ya comentaba el compañero Terrific hace unas semanas, se ve que Rick está perdiendo su magia con los clifhangers, pero manteniendo el tipo con las historias).

A lo que comentas añadiría:

a) Tampoco creo que se culpabilice al padre de Steve Rogers demasiado, puesto que no deja de insistirse en que era un buen hombre que se echó a perder por las circunstancias.

b) En la saga de la Dimensión Z añadiría una influencia de John Carter de Marte que me parece bastante palpable, Dejah Thoris / Jet Black inclusive

c) Trivia: Zemo usó las gemas para devolverle a Rogers los objetos que él mismo había destruido, como una muestra de buena fe con su adversario en los Thunderbolts de Fabian Nicieza

d) Trivia +2: El conflicto de Nrovekistan apareció por vez primera en páginas de Veneno del propio

e) Lo del lado humano de Nuke no es invento de Remender. De hecho ya estaba implícito tanto en Born Again como en la saga que relataba sus orígenes, que en realidad no era más que un pobre desgraciado al que doblegaron hasta convertirlo en un instrumento en manos del gobierno. Yo entiendo que la necesidad de mostrar el rostro debajo del monstruo era necesario para

Aviso de Spoiler

a) Rick Remender suele ser un tío muy respetuoso con los personajes, y estaba claro que si había que darle una salida al personaje había que hacerlo bien, optando por mostrar la tragedia de aquella generación en lugar de “vilipendiarlos”como se hizo con todos los Rambos de la vida real; y b) Situarnos en la zona de confort antes de sacudirnos con un petardazo en la cara, recordándonos que por mucho lado humano que pudiera mostrar, sigue siendo un arma, y una terrible

f) Aunque también me lleve las manos a la cabeza con la quema de la sala de recuerdos, hay que tener en cuenta las circunstancias que está viviendo el personaje, quien ha pasado doce años (DOCE) luchando a la desesperada en el peor entorno de guerra que uno puede imaginar, sufriendo lo indescriptible. Teniendo en cuenta que ha permanecido en la Dimensión Z más tiempo del que ha estado en el presente, y ocho años más -el triple- de lo que pasó luchando contra los nazis, el grado de alienación al que uno se enfrenta en dichas circunstancias es de dimensiones inabarcables. De hecho el propio Remender no deja de insistir a través del recuerdo de la madre en la necesidad de dejar el pasado atrás como maniobra de autodefensa, y desde entonces hemos visto a un Rogers para el que el uniforme de las barras y estrellas ha sido más una carga que algo con lo que se sintiese realmente cómodo. Ahí tenemos numerosos pasajes en los que no deja de reincidir en su -ya no desencanto, sino total desconexión- con las maniobras de SHIELD (“Otra vez las mismas mentiras, otra vez vez los mismos engaños y las mismas armas detrás de sonrisas falsas”) que no deja de abordarse durante la saga del Clavo de Hierro. Vamos, que estamos ante una deconstrucción del Capitán América en toda regla, y la quema de barcos que llevaba a cabo con sus recuerdos era un aviso del proceso que Rogers iba a emprender a lo largo de la saga.

Por lo demás, tampoco tengo muy claro que la postura de Remender sea de derechas, viendo toda la caña que le ha metido a la política estadounidense. Entiendo que puede dar pie a cierta confusión, porque si en algo se ha caracterizado es en reflejar posturas muy marcadas, siempre preocupándose por abordarlas de forma creíble y hasta fáciles de entender. Porque ni Ran Shen, en su imagen de “Bin Laden” de la China comunista que abandona su puesto como agente de SHIELD para convertirse en su enemigo es un villano “al uso” -es más, lo muestra como héroe e incluso protagonista en la miniserie de Winter Soldier, justificando su paso al bando contrario sin caer en tópicos-, ni el discurso de Zola se muestra carente de su propia lógica.

Es más, hay que tenerlos muy bien puestos para marcarse una escena como la que tiene lugar en la primera saga de Imposibles Vengadores, donde Cráneo Rojo tenta a Rogers haciéndole ver lo similares que son los ideales del III Reich con los de la América perfecta.

Por lo demás, yo no creo que la serie pierda a nivel gráfico por los lápices de Nick Klein. Es más diría que el gran problema de este es intentar amoldarse al estilo de Pacheco, cuando en Soldado de Invierno demostró que es capaz de mucho más.

Terrific Lines
Terrific Lines
Lector
20 julio, 2014 21:04

Este es un comentario dividido en 3:

jorgenexo (#14): No vamos a coincidir en cómics, pero en «esto otro» sí.

– La ideología del Capi puede cambiar según el autor, pero el personaje siempre ha defendido la libertad del individuo por encima incluso de los deseos «del país». Millar se quedó con la idea errónea de que lo de «America» iba por el país, cuando es por el pueblo…

– Gran artículo, Sergio Aguirre. Viendo ZN esta semana está claro que el tema del Captain America está dando sus buenas visitas, pero con articulazos como estos está sin duda más que bien justificado.

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
21 julio, 2014 0:25

«la verdad es que leída del tirón la impresión es mucho, mucho mejor que leída mes a mes»

La etapa de Remender está siendo una gran etapa y creo que en el futuro se recordará como tal, más aún si cabe por mantener el tipo después de otra gran etapa como fue la de Bru.

Y sobre lo de los cliffhangers que comentas, si el final del número 8 no te parece un final de los de dejarte con la mandíbula descolgada, apaga y vámonos.

«Zemo usó las gemas para devolverle a Rogers los objetos que él mismo había destruido, como una muestra de buena fe con su adversario en los Thunderbolts de Fabian Nicieza»

Mira de esto no me acordaba y es un buen detalle que Remender lo tuviera en cuenta. Eso sí, me jode porque me recuerda cómo Bru se ha cargado la evolución de Zemo (de las pocas cosas malas que ha hecho).

«Aunque también me lleve las manos a la cabeza con la quema de la sala de recuerdos, hay que tener en cuenta las circunstancias que está viviendo el personaje, quien ha pasado doce años»

Exacto. En teoría se podría haber hecho otra colección de 500 número con las vivencias de Steve Rogers en la dimensión Z. Cosas como el asalto a la mansión o incluso la reaparición de Bucky para él ocurrieron hace mucho tiempo.

«tampoco tengo muy claro que la postura de Remender sea de derechas»

Bueno, él mismo se define de izquierdas, pero claro, todo es relativo. Por ejemplo, yo no sé por qué veis que el Capi tiene una postura de izquierdas. Posiblemente el Capi vote a los demócratas, pero eso no quiere decir que sea de izquierdas, los demócratas no son de izquierdas en el sentido en que se entiende en Europa.

TheBaldRocker
TheBaldRocker
Lector
21 julio, 2014 5:18

Terrific Lines
20 julio, 2014 de 21:04
– «La ideología del Capi puede cambiar según el autor, pero el personaje siempre ha defendido la libertad del individuo por encima incluso de los deseos “del país”. Millar se quedó con la idea errónea de que lo de “America” iba por el país, cuando es por el pueblo…»

Exacto. Yo creo que esa es la base del personaje si lo que prima es la personalidad y las características propias y personales del hombre que porta el escudo. Y en este caso es Rogers y, la verdad, fachilla no lo ha sido núnca, no.

ultron_ilimitado
21 julio, 2014 de 0:25
– «La etapa de Remender está siendo una gran etapa y creo que en el futuro se recordará como tal, más aún si cabe por mantener el tipo después de otra gran etapa como fue la de Bru.»

Pues es que yo la he dejado bastante de lado precisamente por lo que tu comentas sobre la de Bru,
pero ya veo que es algo que tendré que remediar si o si y más leyendo lo que la mayoría de vosotros vais dejando caer por ZN sobre este Capi de Remender. Y más gustándome como me gusta el personaje desde mi más tierna infancia. Y de eso hace…

Y por las barras y estrellas!, que se me olvidaba: que buenos articulos sobre el Capi que os estais currando, Masters. Mi enhorabuena a todos.

Rockeros Saludos

Daniel Gavilán
21 julio, 2014 10:35

Y sobre lo de los cliffhangers que comentas, si el final del número 8 no te parece un final de los de dejarte con la mandíbula descolgada, apaga y vámonos.

Sí, creo que me explique mal. Me refería a la serie una vez nos metemos de lleno en la saga del Clavo de Hierro, donde -aparte de lo de Nuke- tampoco hay muchos clifhangers que te hagan saltar del sillón o necesitar desesperadamente el próximo número.

Por eso decía que se disfruta muchísimo más leyendo la saga del tirón que guardando los plazos de espera

Deke Rivers
Deke Rivers
Lector
22 julio, 2014 9:57

«La derecha española, incluso la más light, opera en democracia porque es lo que hay, porque parece que era lo que tocaba con los tiempos, porque no le queda más remedio, no porque tenga el menor convencimiento al respecto»

Para ser honestos, esto también se podría decir de la izquierda (o parte de ella).

Rasputin33
Rasputin33
Lector
22 julio, 2014 9:59

Bien dicho, Deke.

Mr. X
Mr. X
Lector
22 julio, 2014 10:05

Bueno, ese sería un arduo debate.

Hay temas –como el concepto de “separación de poderes” o la diferencia entre “lo público” y “lo privado”- donde todo el ámbito político español –o por lo menos ,todo aquel que ha ostendado de manera efectiva el poder político- necesitaría unas cuantas lecciones básicos.

Rasputin33
Rasputin33
Lector
22 julio, 2014 11:39

Estamos de acuerdo, Mr. X.

Daniel Gavilán
23 julio, 2014 10:56

Yo es que creo que lo de Rogers casa más con la imagen de icono de integridad que podía tener Abraham Lincoln o Kennedy (imagen, recalco, que ya sabemos como las gastaban luego algunos de estos…), que como un Gus Hall o Julio Anguita. Vamos, que aunque muchos de sus ideales están claramente encaminados a la rama más comprometida de la política estadounidense, puedan verse paralelismos con los de la izquierda y tenga parecido físico con Robert Redford, no acabo de ver al Capi sacándose el carnet de afiliado en el Partido Comunista americano 😆

Así por ejemplo, recuerdo el divertidísimo número de los X-Statix de Milligan y Allred en el que se enfrentaban el Anarquista y el Capitán América con el «Yo también soy americano», «Sí, pero no el tipo de americano que nos interesa» que le soltaban los filipinos al primero, y que dejaba bastante claro que Rogers -como Superman- sigue representando a la américa de la tarta de manzana, la tierra de las oportunidades y los ideales de la Constitución americana.

Sobre lo de Remender, imagino que con lo de Sam Wilson como Capi saldremos de dudas, dependiendo de si lo retrata como un portador del escudo valioso, o hará las de Frank Miller con Superman y sus «pusilánimes liberales que están destruyendo América»