ZN Cine: Street Fighter II. La película de animación

 

Dirección: Gisaburo Sugii
Guión: Kenichi Imai, Gisaburo Sugii
Música: Tetsuya Komuro, Yuji Toriyama, Matthias Weber
Animación: Kiyotoshi Aoi, Atsushi Aono, Masaki Hosoyama, Chûichi Iguchi, Teruhito Kamiguchi, Shûji Kawakami, Toshiyasu Okada, Kôji Sugiura, Takahiro Umehara, Hideki Watanabe, Kazushige Yusa
Reparto: Kôjiro Shimizu, Kenji Haga, Miki Fujitani, Masane Tsukayama, Masakatsu Funaki, Ginzô Matsuo, Shôzô Iizuka, Yôko Sasaki, Daisuke Gôri, Yukimasa Kishino, Unshô Ishizuka, Tetsuo Kanao, Chikao Ohtsuka, Kaneto Shiozawa, Shigezô Sasaoka, Jôji Nakata, Hirmi Tsuru
Duración: 102 minutos
Productora: Capcom Entertainment, Group TAC, Sony Music Entertainmeng
Distribuidora: Manga Vídeo (VHS, 1995) / Selecta Visión (DVD, 2003)
País: Japón (1994)
Valoración:

 

En estos tiempos que corren resulta habitual que una franquicia de éxito en un sector del entretenimiento dé un rápido salto a otros. Desde que en 1984 Activision adquiriera los derechos para adaptar a los ordenadores de ocho bits las aventuras cinematográficas de los Cazafantasmas, se convirtió en cosa habitual que los lanzamientos en la gran pantalla tuvieran su versión en videojuego. Compañías como Ocean Software se convirtieron en especialistas en este tipo de adaptaciones. Sin embargo, el sentido inverso de la dirección establecida entre cine y entretenimiento electrónico tardó bastante en recorrerse y cuando se hizo fue a través de productos de calidad cuestionable. Si sustituimos el cine por el cómic o convertimos el esquema en una relación a tres bandas, se puede comprobar que en los últimos veinte años han aumentado progresivamente los préstamos y traspasos entre el cine, el cómic y los videojuegos, hasta el punto de que podría hablarse de franquicias multiplataforma. Si se toma como ejemplo a Batman, casi se pierde la cuenta de la cantidad de videojuegos, series de animación y películas de imagen real protagonizadas por el caballero nocturno. Hoy, presa de cierta nostalgia –y habiendo tenido noticia de una próxima reedición en España- quiero hablar de la que, en mi humilde opinión, es la primera traslación desde el videojuego que se pudo disfrutar: la película de animación de Street Fighter II.

Street Fighter II es una de las series de videojuegos más populares de la historia del software de entretenimiento. Continuación de una recreativa que vio la luz en 1987 (pésimamente adaptada a los ordenadores domésticos de la mano de U. S. Gold, que intentó presentar el título en Europa como un trasunto de los juegos de lucha callejera que arrasaban en los ordenadores de ocho bits) su adaptación al formato doméstico contribuyó poderosamente al triunfal desembarco de la Súper Nintendo a principios de los años noventa. Hasta ese momento, las videoconsolas habían sido en Europa el pariente pobre del software de entretenimiento. Una mirada a las publicaciones especializadas de los ochenta permitía comprobar que el espacio dedicado a los formatos elaborados por SEGA o Nintendo era casi testimonial, mientras que los ordenadores domésticos eran los indiscutibles reyes del mambo. Las plataformas de 8 bits (que en España disfrutaron de una antinatural longevidad) y sus hermanas mayores de 16 (principalmente el Atari ST y el Commodore Amiga) dominaban un panorama en el que la posibilidad de poder disfrutar de la experiencia que otorgaba una recreativa era cosa de ciencia-ficción. Compañías como la mencionada U. S. Gold o Elite Software se especializaron en traer al viejo continente versiones de las máquinas recreativas programadas por CAPCOM o por SNK. La afición, acostumbrada a esas adaptaciones “reducidas” (algunas verdaderamente infames) comprobó por primera vez en 1992 que podía tener un salón recreativo en su casa, con un título que mantenía las esencias de la máquina original. El apabullante éxito de ventas del juego (que demostró que segundas partes sí podían ser buenas y además mejores) se tradujo en la salida de nuevas continuaciones (adjetivadas con las palabras “turbo” y / o “súper”), en la adaptación a otros formatos, en una inolvidable película de imagen real y en este anime que llegó por estos barrios en el otoño de 1995.

Pongámonos en situación: a mediados de los noventa las consolas se han convertido en el soporte principal de los videojuegos. De los ordenadores solamente subsiste el PC. La primera Playstation y la Saturn de SEGA empiezan a empujar a los formatos de dieciséis bits, que irán desapareciendo progresivamente (con la notable excepción de la Neo Geo, que resistirá por obra y gracia de su compañía promotora). Las grandes productoras cinematográficas empiezan a fijarse en un sector que hasta ahora se consideraba patrimonio exclusivo de infantes y adolescentes. La videoconsola se percibe aún como un juguete, pero los nuevos modelos suponen una inversión bastante más costosa que los entretenimientos habituales de las personas más jóvenes de la casa. ¿Cabe la posibilidad de que estemos ante algo que, como los ordenadores, podría trascender el intervalo de edad para el que estaba originalmente pensado? El tiempo demostraría que así era, pero en esos tiempos, los primeros intentos de llevar videojuegos a la gran pantalla habían resultado decepcionantes. Descontando falsas adaptaciones como Commando o Tai-pan, creo que todos tenemos en mente lo que supuso ver Super Mario Bros (1993) o Street Fighter: La última batalla (1994). Así las cosas, parecía que cualquier adaptación de la consola a la pantalla de cine parecía condenada al fracaso o al oscuro territorio de la serie B.

Los cambios operados en el mundo de los videojuegos se desarrollaron en paralelo a otros más específicos en el sector audiovisual español. La llegada de las televisiones privada trajo consigo el desembarco de una importante carga de series de animación provenientes del Japón. Series como Los Caballeros del Zodíaco, Dragon Ball o Campeones renovaron la afición por una producción que quince años antes también había cautivado a la generación de la transición con personajes como Mazinger Z, Heidi o Marco. El éxito de aquellas series provocó el interés por publicar ediciones en castellano y catalán de los tebeos de las que muchas procedían y el resto, como suele decirse, fue y es historia. Mas no toca hablar aquí de la conversión del manga en uno de los grandes sectores de la viñeta, sino de la aparición de un sello –Manga Vídeo- que abordó la tarea de traer películas de anime por aquí. En el otoño de 1993 empezábamos a conocer términos como OVA y a echar un vistazo a la ingente producción de animes que llegaba del otro lado del mundo. Ese sello traería a los dos años de su aparición la película de animación de Street Fighter II.

La película comienza con un enfrentamiento entre Ryu y Sagat. El luchador japonés y el gigante tailandés representan aquí el final de Street Fighter I (donde el primero era el único luchador seleccionable y el segundo el último enemigo). Tras derrotar a su descomunal oponente (dejándole una cicatriz en el pecho y recreando el inicio de Super Street Fighter II) el joven nipón emprende (como en los finales de la serie Street Fighter II) un viaje para perfeccionar su estilo de combate y mejorar como artista marcial. Tras esta escena –en la que se insertan algunos títulos de crédito- se presenta el título de la cinta y vemos a Cammi (una de las últimas incorporaciones al catálogo de personajes seleccionables) atentando contra la vida de un importante político europeo. Su acción es presentada como una de las múltiples intrigas de la organización Shadaloo (o Shadowlaw), comandada por Mr. Bison, un señor de la guerra que ha reclutado a poderosos luchadores para su imperio. Tras la pista de este caballero andan la agente de la Interpol Chun Li y el oficial del ejército estadounidense Guile, que habrán de unir fuerzas para hacer frente a una amenaza que, individualmente, les supera. Sagat, ansioso por una revancha, se dejará reclutar por Bison, el cual ansía hacerse con el poder de Ryu para ponerlo al servicio de sus planes. El poder del estoico artista marcial supera el de todos los guerreros espiados por Shadaloo, y la acción de Cammi como asesina demuestra que el siniestro hampón cuenta con medios para subyugar la voluntad de otros. Todos orquestarán un múltiple juego de gatos y ratones que culminará en un espectacular combate.

Uno de los problemas a los que se enfrenta la película es el hecho de que, en principio, contaba con dieciséis protagonistas: los ocho personajes seleccionables originalmente (Ryu, Ken, Chun-Li, Guile, Zangief, Honda, Dhalsim, Blanka), los jefes que pasarían a serlo a partir de Street Fighter II Turbo (Balrog, Vega, Sagat y Mr. Bison, con sus bailes de nombres por región) y los cuatro añadidos de la serie “Súper” (Feilong, Thunderhawk, Deejay y la mentada Cammi). Mucha gente para cien minutos, de modo que resulta lógico que el protagonismo real quedara en manos de los luchadores más populares. Así, la mayor extensión del metraje se la llevarán Ryu, Ken, Chun-Li, Guile, Vega y Bison, en tanto que el resto de los personajes habrán de conformarse con apariciones más puntuales. Uno de los detalles más sorprendentes vino dado quizá por el hecho de que uno de los luchadores con más minutos en pantalla fuera el novato Feilong (al que se otorga el privilegio de un combate singular contra Ryu). La condición de trasunto / homenaje de cierto actor hongkonés sirvió sin duda para que los responsables del filme aprovecharan para variar el resultado de un enfrentamiento entre el pequeño dragón chino y un rival japonés. En otros casos –como los de Blanka y Zangief, enzarzados en un combate inconcluso- la aparición apenas alcanza el estatus de cameo. En todo caso, hay que reconocer que los responsables del filme se esmeraron en conseguir que los personajes, sus técnicas de combate y todo aquello que permitía diferenciarles se reflejara en la película. La amistad entre Ryu y Ken (y la relación de éste con su prometida Eliza) es uno de los hilos argumentales que se entrecruzan para conformar el tapiz de la historia. De la misma forma, los motivos que impulsan a Chun-Li y a Guile para combatir a Bison también están patentes. Un combate entre Dhalsim y Honda permite reflejar el carácter estoico y mental del primero y la descomunal fuerza física del segundo (al tiempo que se le convierte en recurso de aligeramiento cómico de una cinta eminentemente oscura). Otros, como T-Hawk o Deejay, no tienen tanta suerte y alguno más (como Balrog) no tiene de dónde sacar.

El éxito de la cinta motivó que bastantes de sus aportaciones –tanto gráficas como argumentales- pasaran a la franquicia de videojuegos. Así, la serie Alpha (o Zero) se adaptaría (por obra y gracia de las posibilidades de las consolas recién estrenadas) al aspecto que los personajes tenía en la película. La obsesión de Bison por controlar mentalmente a los luchadores más poderosos se añadiría a la trama de la serie. Por último, pero no por ello menos importante, la afición al videojuego perdió el malísimo sabor de boca que le había dejado el filme protagonizado por Jean Claude Van Damme y Kylie Minogue. Finalmente, la serie Street Fighter Alpha sería adaptada al campo del anime en la forma de una miniserie de OVAS con los que el videojuego devolvía a la animación aquello que había tomado prestado.

La película está salpicada de detalles curiosos, para deleite de la parroquia. Así, un pequeño juego para la audiencia vino dado por la posibilidad de descubrir a Akuma (Gouki) escondido a la vista en algunas escenas. Por otra parte, tenemos ocasión de escuchar (que no ver) al mentor de Ryu y Ken. Sheng Long, cuya existencia se debe a cierto despiste interpretativo en el título original, no tendría presencia “física” hasta que la franquicia desembarcó en el presente siglo a través de la serie Street Fighter IV. En la versión estadounidense de la cinta se censuró (qué raro) la escena de la ducha de Chun-Li, aunque en el resto del mundo (incluyendo estos pagos) hubo ocasión para visionarla antes del enfrentamiento entre la joven china y el matador hispánico.

La película ha sido editada en tres ocasiones en nuestro país. La primera, ya citada, en la forma de VHS bajo el sello Manga Vídeo. La segunda en DVD por obra y gracia de Selecta Visión. La tercera como complemento a la edición de aniversario de Street Fighter II editada para Playstation 2 (mostrando uno de los cómputos más extraños de la historia de las conmemoraciones). La cuarta llevará este pequeño gran clásico al terreno del blu-ray y mantendrá viva la vigencia una de las franquicias más duraderas de la historia de los videojuegos.