Un nuevo mes termina y reunimos por lo tanto a la tropa para comentar los nuevos cómics de las editoriales independientes de los Estados Unidos. Como es habitual, las novedades publicadas rondan cantidades bastante grandes para abarcarlos a todos, por lo cual los seleccionamos por su importancia, por el interés previo o por la motivación posterior a la lectura. Los invitamos, entonces, a complementar desde los comentarios si consideran que faltó alguno desde sus propias opiniones.
George Perez’s Sirens, de George Perez y Leonardo Paciarotti. BOOM! Studios.
Ay, George Perez. Quién te ha visto y quién te ve. Tras su salida no excesivamente amistosa de DC Comics y varios problemas de salud relacionados con su vista que le exigieron pasar por el cirujano y poner en peligro su carrera como dibujante, el aclamado ilustrador de Los Nuevos Titanes o Vengadores regresa a los guiones tras muchos años (incluso décadas) sin ejercitar sus músculos en esa parcela, queriendo ofrecernos un cómic como el de antes en todos los sentidos, desde la primera página hasta la última, pobladas ambas de viñetas. Evitando cualquier splash-page, omnipresentes hoy en día, el autor condensa en las páginas del primer número una historia rica en detalles y densa en lectura, presentando a varias de las protagonistas de esta aventura que se extenderá durante seis entregas. El lector, sin duda, queda expuesto a una sobredosis de información rara avis en nuestro tiempo que le dejará bastante descolocado. Quizás observado desde una perspectiva ochentera o incluso noventera podríamos entender (y disfrutar aún más) esta técnica, pero no deja de ser digno de alabar que el guionista que firmó la mejor etapa regular de Wonder Woman hasta la actualidad (solo siendo comparable a la reinterpretación más o menos libres de Brian Azzarello) no hay querido renunciar a sus principios y haya querido hacer el cómic como él sabe hacerlos, desde el ritmo narrativo (que recorre desde el siglo II hasta la actualidad pasando por la Roma antigua, la Alabama de mitad de siglo XX y el espacio exterior) hasta los inconfundibles rizos de las mujeres protagonistas made in Perez.
La premisa es sencilla, ya que realmente cualquier excusa para dibujar tantos personajes es válida para Perez y gratificante para nosotros. La amenaza en ciernes obliga a reunir a un grupo de féminas a través del tiempo y del espacio (vamos, que si esto lo hace Morrison lo flipamos en colores), todas las cuales reciben su propio espacio para respirar (aunque parezca mentira). El trámite de la presentación de las Sirenas (Agonia, Highness, Sherita, Bishop, Fanisha…) concluye con un camino despejado para lucirse en futuras entregas.
¿Y el dibujo? Es George Perez, señores. Uno de los cinco mejores dibujantes de la historia del cómic de superhéroes. Y aún en horas bajas y con problemas de visión, demuestra que el que tuvo retuvo. Y no hay más que hablar.
Valoración: Por Pedro Monje.
Wild’s End, de Dan Abnett y I.N.J. Culbard. BOOM! Studios.
El solo nombre de sus autores debería despertar al menos la curiosidad de los lectores en torno a este cómic. Por un lado Dan Abnett, reconocido estos días por ser uno de los responsables de la formación del grupo de Guardianes de la Galaxia que ahora triunfa en el cine y, por otro, I.N.J. Culbard, magnífico dibujante donde los haya que viene de sorprendernos en la magnífica Brass Sun de 2000AD. Por lo tanto, aquí tenemos a un inglés y un francés publicando un cómic puramente europeo en una editorial americana que sin duda no dejará indiferente a quien lo lea.
Uno va leyendo Wild’s End y se le van ocurriendo numerosas influencias, recientes y no tanto, como por ejemplo The Quiet Man, magnífica película de John Ford y cuyo protagonista guarda grandes similitudes con el perro foráneo que llega al pueblo en busca de una vida tranquila. También noto trazos, en su estética, de Animal Crossing, pues un pueblo verde lleno de animales inteligentes no deja mucho lugar a duda. Y ya acercándonos al final, noto un cierto toque a World’s End, última película de Edwar Wright con la que parece que va a guardar más de una similitud.
Estamos por lo tanto ante un tebeo clásico pero rompedor a la vez, bien escrito, sin concesiones, con Irlanda de fondo y con un regustillo europeo al que cierto tono americano parece influir conforme nos vamos acercando a las sorpresas que encierra. Porque lo que parece un cómic de época tranquilo parece que va a acabar siendo algo completamente diferente que a más de uno sorprenderá. Por eso, de una cosa estoy más que seguro tras la lectura de este cómic: el segundo número nada tendrá que ver con el primero. Si tuviera que valorar el cómic en sí, con 3 estrellas me conformaba, pero ese final da pie a que algo muy grande veremos próximamente. Valoraré el interés con una estrella de más. Porque me fio muy mucho de Abnett, qué duda cabe.
Valoración: Por Tomás Martinez.
Cloaks, de Caleb Monroe y Mariano Navarro. BOOM! Studios.
David Henrie es un joven actor, guionista y productor televisivo estadounidense. Su cara puede resultarnos familiar por haber interpretado al futuro hijo de Ted Mosby en Cómo conocí a vuestra madre o por la serie de Disney Los Magos de Waverly Place.
Ahora Henri ha decidido probar con el mundo del cómic y ha desarrollado para ello esta Cloaks de la que estamos hablando. Con conceptos del propio Henri, pero con guión de Caleb Monroe, se nos presenta esta historia con vocación de serie televisiva que promete mezclar el mundo del espionaje con el del ilusionismo.
El protagonista es un joven prestidigitador, un mago que realiza actuaciones espontaneas en plena calle para fascinación de su audiencia. Es, debido a ello, un fenómeno de youtube y las redes sociales que lleva una capucha y una máscara blanca con facciones inexpresivas. Además de ello, también es un carterista que se hace inadvertidamente con los relojes de sus espectadores para llevarlos a una casa de empeños. Los beneficios de tan inverosímiles acciones ( ¿es una popularidad online bajo el escrutinio de miles de perspicaces procastinadores y comentaristas en foros pero nadie se ha dado cuenta de ese detalle?) los destina, eso sí, a los fondos de un orfanato. Su vida cambiará cuando le tiendan una trampa y se vea obligado a trabajar para unos misteriosos personajes.
Este primer episodio, con un agradable dibujo de Mariano Navarro, apenas nos da más que para presentar al personaje principal, este héroe romántico reinventado para el siglo XXI y algo cargado de tópicos. Pero el veredicto no es malo, y las ideas tienen posibilidades aunque, como ya hemos dicho, tal vez tenga más pinta de propuesta para serie de televisión que de un relato nativo en el noveno arte. Bueno, aunque con reservas, eso tampoco es necesariamente malo.
Valoración: Por Sergio Aguirre.
Prometheus: Fire & Stone, de Paul Tobin y Juan Ferreyra. BOOM! Studios.
Prometheus es aquella precuela de Alien que tanto prometía y que tanto decepcionó. A pesar de estar realizada por el propio Ridley Scott, director de El Octavo pasajero, los agujeros en el guión eran tan escandalosos que consiguió que la afición la defenestrase con cierta unanimidad.
Parece como si cuando Dark Horse (que precisamente empezó a destacar en el panorama editorial estadounidense al hacerse con la franquicia comiquera de Aliens a mediados de los ochenta) le encargó a Paul Tobin los guiones de esta miniserie, el escritor fuese muy consciente de los problemas de lógica interna de la película. Y así, este Fire and stone es una secuela de Prometheus, pero también de algún modo también una especie de remake con el guión ajustado. Se nos cuenta un relato posterior aunque muy parecido al original, pero sin cometer sus errores. Y así todo fluye de forma parecida pero más natural, sin bruscos tropiezos que parezcan cuestionar la inteligencia del espectador/ lector como los que nos encontrábamos en la cinta de Ridley Scott. La estética de la miniserie, tan similar a la de la película, acentúa esta sensación.
Cabe añadir que, al estar ubicada Fire and Stone en 2219, es un secuela tanto de Prometheus como de las películas de Aliens ya que la primera transcurría en el año 2122, y las dos siguientes en 2179; la cuarta, Resurrección, ubicada en casi 200 años después parece haber sido dejada aparte.
De hecho, Fire and Stone es parte de un grupo de miniseries lanzadas por Dark Horse que renovará y hará que crucen sus caminos las viejas líneas comiqueras de Aliens, Predator y Aliens Vs Predator, añadiendo a la rebooteada mezcla esta nueva de Prometheus.
La historia de esta primera entrega del evento-crossover de franquicias cinematográficas nos cuenta cómo una expedición espacial a bordo de la nave Geryon se dirige a averiguar que sucedió con la del filme, aquella enviada en 2094. Gracias a documentos antaño secretos pero hoy ya desclasificados, la protagonista y jefa de la misión es consciente de la búsqueda que el multimillonario Peter Weiland estaba haciendo de la especie alienígena llamada Los Ingenieros. En la tripulación que le acompaña hay diversos miembros -incluso algún androide de los de rigor en esta saga- que vamos conociendo, cosa que se agradece aunque intuyamos que sean futura carne de cañón.
Una vez en el planeta, encuentran una selva alienígena llena de una diversidad de fauna y flora alienígena que da la impresión de estar diseñada, claro, por el fallecido HR Giger. Después de todo, esta explosión de vida debió darse gracias a las fugas de material biológico acontecidas en Prometheus. Los científicos -como decíamos, evitándose errores de la película- se comportan aquí como tales, y no como adolescentes de mermada inteligencia en un campamento de verano en Crystal Lake.
Además, también se encuentran una nave espacial naufragada, pero contrariamente a lo que se podría esperar no es ninguna de las allí estrelladas que podíamos ver en el filme. Esta procede de otro planeta, de una colonia terrestre llamada Hadleys’ Hope, dada por perdida hace unos años, cuando tuvo un problema con la estación de procesamiento y sufrió una explosión nuclear.
Cualquier seguidor de la saga Alien recordará que Hadley’s Hope es el nombre de la colonia donde transcurría la acción del Aliens de James Cameron, un agradable guiño. Siguiendo esa lógica, podemos adivinar qué mortífero cargamento se les introdujo en la nave a los colonos, ocasionando el naufragio y dejándonos en un sabroso aunque algo predecible cliffhanger.
Como decimos, donde Prometheus era escandalosa, Fire and Stone es correcta, aunque no carece de sus propios fallos, lanzando ideas sin pararse a pensar si enhebran bien. ¿No es mucha casualidad que esa nave procedente de Hadley’s Hope naufrague en el mismo planeta donde transcurría Prometheus? ¿Era necesario para la historia, dado lo que ya en teoría allí había quedado al final de la película? Por supuesto, todavía estamos en la primera entrega de cuatro, y tendremos incluso más espacio en el resto del evento, así que tal vez entre Tobin, Chris Roberson, Joshua Williamson y Chris Sebela, se nos ofrezcan explicaciones satisfactorias sobre este punto más adelante. Y tal vez, si tenemos suerte, incluso sobre alguna de las abundantes cuestiones que no quedaban bien atadas en el filme.
Por lo demás, son muy destacables los acabados del dibujo de Juan Ferreyra -llenos de fría belleza- para esta historia que cumple escrupulosamente con las convenciones de éste subgénero de la ciencia ficción que estas franquicias representan. Todavía tenemos que ver cómo encajarán los Depredadores en este evento; con Aliens-Prometheus lo tenían muy fácil, pero dada la larga tradición de encuentros con los cazadores Yautjas en diversos medios (de la cual, recordemos, el cómic fue pionero) tampoco lo tienen muy complicado para ofrecernos una historia de grandes dimensiones que resulte de muy agradable lectura.
Valoración: Por Sergio Aguirre.
Grendel Vs. The Shadow, de Matt Wagner y Brennan Wagner. Dark Horse/ Dynamite.
Matt Wagner es un nombre ilustre dentro del mundo del cómic. Quizás durante los años ochenta, cuando se le quería vender como “el nuevo Frank Miller”, se exageró en términos del impacto que finalmente llegó a tener en el medio. Pero su sólida carrera, tanto en su faceta de guionista como cuando se anima a ejercer de autor completo, le ha labrado una reputación que rara vez ha traicionado, ya sea en las editoriales independientes como en las majors.
Ahora, vuelve tanto a escribir como a dibujar aprovechando este Grendel Vs. the Shadow, una miniserie de cuatro episodios que enfrenta a su creación más popular con el clásico justiciero de los seriales de radio y los pulp de los años 30. Wagner siempre ha mostrado una querencia por este ambiente añejo y de tintes oscuros, y no le resulta ajeno en cuestiones creativas. Ha declarado ser fan de la Sombra desde que durante su juventud en los años 70 se publicase la serie de cómics dedicada al héroe pulp que DC lanzó firmada por Denny O’Neil y Mike Kaluta. Además ha tratado con misteriosos detectives enmascarados con sombrero en sus guiones en múltiples ocasiones (Sandman Mystery Theatre para Vertigo es tal vez la más celebrada), siendo una de las más recientes Green Hornet: Year One para Dynamite.
Fue mientras redactaba el guión de otro Year One para esa misma editorial, precisamente el dedicado a The Shadow, cuando le sugirieron la idea de juntar a éste personaje con ese diablo llamado Hunter Rose en un proyecto especial. El autor lleva rechazando este tipo de historias desde sus Batman/Grendel en los años noventa, pero con la Sombra -claro precursor e inspiración del hombre murciélago- no ha sabido resistirse. Y así, Dark Horse y Dynamite han unido sus fuerzas para lanzar este proyecto.
Según Wagner, a pesar de su admiración por el trabajo que Howard Chaykin hizo con la Sombra en los ochenta, el personaje funciona mejor en su entorno natural, ese oscuro New York de los años treinta y cuarenta. Además Hunter Rose, el escritor conocido en sus actividades delictivas como Grendel, se hubiese desenvuelto perfectamente en aquella época caracterizada simultáneamente por el esplendor de la literatura norteamericana y por el reinado de los gangsters. Por tanto Wagner decide cortar por lo sano y hacer que Grendel viaje en el tiempo a dicha periodo histórico, como si ante una versión comiquera del Medianoche en París (salvando las distancias) de Woody Allen nos encontrásemos.
Utilizar este viaje temporal, mera excusa para que los protagonistas se encuentren en los tiempos de la ley seca, es el punto más flojo de lo leído hasta ahora y rompe un poco la suspensión de la incredulidad. Chirría en una medida, y no parece natural dadas las idiosincrasias de las obras en las que ambos personajes suelen aparecer, algo mas comedidas en el uso de elementos fantásticos. Pero por lo menos queda bien hilado, al darse vía un hechizo contenido en una reliquia perdida de Shiwan Khan (el esotérico archienemigo oriental de la Sombra) que Hunter Rose encuentra en su faceta de coleccionista. Por otro lado, Wagner ya usó este recurso en su segundo Batman/Grendel, así que se puede considerar que hay precedentes dentro de la franquicia, y lo cierto es que allí salió peor parado que en la presente obra.
Hunter, en un estado de aburrimiento y hastío al no encontrar ya retos a su altura, habiendo coronado todos los éxitos que se había propuesto, encuentra en esta circunstancia un soplo en aire fresco. Para Grendel, todo esto resulta un estimulante nuevo punto de partida para reiniciar de cero sus dos carreras, la de literato y la de genio criminal. Por su parte, el sombrío alter ego de Lamont Cranston debe averiguar quién es el enmascarado que se encuentra tras los ataques a diversas familias mafiosas y que parece querer hacerse con el liderazgo del crimen organizado neoyorquino. Sin duda llevará a la ciudad a una guerra de bandas que se cobrará su precio en victimas colaterales inocentes. El enfrentamiento entre ambos es inevitable.
Wagner consigue con la trama urdida que le perdonemos el zafio truco del viaje en el tiempo. Su dibujo además está en un nivel muy alto: probablemente sea una de sus mejores obras en ese aspecto, algo muy a apreciar en un autor que tanto tiempo lleva al pie del cañón. Más aun cuando la experiencia nos demuestra que la tendencia en muchos otros casos suele ser habitual aunque comprensiblemente la contraria. También merece ser destacada la labor de su hijo Brennan Wagner con el color, lleno de grises y de rojos (muchos rojos: es un cómic bastante sanguinario), tonalidades que tan bien le van a los protagonistas.
El justiciero primigenio contra el criminal definitivo. Las chispas debidas su choque brillan en la oscuridad del Nueva York de la gran depresión. Veremos si inician un fuego que ilumine, caliente e incluso deslumbre, o si éste se ahoga quedándose en tan solo una bocanada de humo. Apuesto por lo primero.
Valoración: Por Sergio Aguirre.
Alice Cooper, de Joe Harris y Eman Casallos. Dynamite Entertainment.
Parece mentira que ya se hayan cumplido veinte años desde que Marvel lanzase aquel The Last Temptation en el que Neil Gaiman y Michael Zulli trasladasen la figura de Alice Cooper desde los escenarios a las viñetas.
Joe Harris, encargado de los guiones de los cómics de Expediente-X para IDW Publishing, parece haber tomado buena nota de este precedente, y así la influencia de otra obra de Gaiman, su celebérrimo The Sandman, es patente en esta nueva serie regular.
Alice Cooper es un ser místico, el amo del reino de las pesadillas, pero ha sido atrapado en el mundo real por un mago menor. Cuando consigue romper su yugo vuelve a su onírico reino, donde comenzará a reunirse con sus súbditos, de los que tanto tiempo ha estado alejado. ¿Suena familiar?
Para afianzar estos parecidos, contamos con una preciosa portada de David Mack que inevitablemente nos evoca aquellas que su tocayo Dave McKean realizase para la afamada colección dedicada a Morfeo a finales de los años ochenta. Sin embargo, en los interiores el parecido visual se desvanece. El apartado gráfico no trata de ser experimental o alternativo, no tiene esa estética que aunque de dispar reconocemos como propia de la línea Vertigo. El color sigue las sólidas y brillantes pautas de los productos de Dynamite, aunque a Eman Casallos en sí, sin ser malo, se le nota algo verde como dibujante y escasean los fondos en las viñetas.
Por otra parte, todos esos puntos en común con The Sandman han sido adaptados para encajar con el peculiar mundo que Vincent Damon Furnier (el verdadero nombre de Alice Cooper) pionero del rock macabro y teatral, nos viene ofreciendo desde hace más de cuarenta años. El primer habitante del mundo de las pesadillas que el protagonista encuentra a su regreso es a Kachina, la enorme boa que habitualmente le solía acompañar en sus espectáculos clásicos, presentada aquí como su animal familiar místico. Se da además el curioso hecho de que el señor de las pesadillas parece ser al tiempo el Alice Cooper del mundo real: los personajes secundarios encuentran sus discos (además de los de otros grupos con el nombre convenientemente cambiado: Think Floyd, Deep Violet… bandas tributo del mundo, tomad nota), un joven músico le reconoce como el ídolo de su madre, y Alice parece recordar sus tiempos en el escenario…
También hay lugar para otros varios tópicos del rock: su captor Lazarus Black le tiene atrapado con un mefistofélico contrato vagando por los Estados Unidos en un bus de gira, hay vinilos que puestos al revés ocultan conjuros…
Tal vez, aparte de la cercanía de las premisas, más que a la obra de Gaiman, ésta Alice Cooper recuerda un tanto a aquel Kiss: the Psyco Circus que Todd McFarlane productions dedicó a la banda de Paul Stanley y Gene Simmons. Resulta curioso además pensar que Kiss fueron muy influenciados por Alice Cooper en el concepto escénico (al igual que muchos otros como Marilyn Manson) y que también tuvieron una primera encarnación comiquera bajo el amparo de Marvel.
En definitiva, no estamos ante un mal tebeo, pero tampoco nos dice nada nuevo, la verdad. Tal vez su aliciente esté precisamente en su esencia: estamos, parece de perogrullo, ante un cómic acerca de Alice Cooper. Probablemente un seguidor habitual del medio no le encuentre virtudes. Dudo además que los fans de la estrella del rock ajenos al mundo del cómic lo vayan a disfrutar mucho, excepto quizás por el valor que le puedan dar como coleccionistas de artículos relacionados con su ídolo. Pero en la intersección de ambos colectivos, para aquellos que, como este redactor, somos admiradores del músico y además leemos cómics, es muy complicado no sucumbir al canto de sirena que este producto ejerce.
Valoración: Por Sergio Aguirre.
Ex-Con, de Duane Swierczynski y Keith Burns. Dynamite Entertainment.
La línea Creators Unleashed suma un nuevo título a su catálogo, luego del lanzamiento de Terminal Hero y The Devilers, en este proyecto de Dynamite que se compone de trabajos denominados creator-driven (en la práctica, trabajo por contrato pero con cierta libertad autoral). Mientras en las mencionadas encontrábamos a Peter Milligan y Joshua Hale Fialkov como guionistas, en Ex-Con tenemos a otro escritor de renombre: Duane Swierczynski. Él fue convocado para un género del que conoce y disfruta mucho como es el policial, con algunas cualidades particulares que en el texto final afirma tener entre sus favoritas: la novela de cárceles, las historias de estafadores humillados y la ciudad de Los Ángeles en la década de 1980.
Con esos tres elementos ya se define bastante lo que podrá verse en esta serie, pero hay una característica del protagonista que excede a todas ellas y roza la cuestión de los superpoderes. El antihéroe que se lleva toda la atención de la trama, un hombre al que conoceremos como Cody Pomeray (pero no es ese su verdadero nombre), tiene la capacidad de ver en las personas sus sentimientos y deseos a través de colores proyectados. Según se explica, se trata de un caso de sinestesia que aún siendo raro no es sobrenatural.
En el primer número de Ex–Con, el escritor pone en juego todos los elementos mencionados para capturar la atención de los lectores en sus primeras páginas, sabiendo que en la competencia del mercado actual es difícil mantener la atención para un #2 si el #1 no atrajo lo suficiente. De este modo, tenemos un cómic inicial con un ritmo narrativo dinámico y en el cual sucede mucho: conocemos al protagonista en su vida previa a caer en desgracia, se nos presenta en un flashback la manifestación de su poder, somos testigos del engaño que lo lleva a la cárcel y de lo que deberá hacer para sobrevivir a la vida allí, para finalmente depositarnos en el momento en que recupera su libertad (y es un ex–convicto, dando título a la serie) y dejarnos con varios conflictos planteados que él deberá enfrentar.
Este guión bastante rico en contenido es dibujado por Keith Burns, quien cuenta con un estilo que resulta apropiado para el género y el estilo de lo narrado por Swierczynski, consiguiendo darle una estética de la década de 1980 y un tono oscuro (aporta a esto último también la paleta de colores de Aikau Oliva).
En pocas palabras, Ex-Con cumple con lo que promete y se esperaba de su lectura pero lejos está de ser imprescindible o un trabajo descollante de parte de sus autores.
Valoración: Por Mariano Abrach.
Red Sonja: The Black Tower, de Frank Tieri y Cezar Razek. Dynamite Entertainment.
Frank Tieri suele escribir tebeos entretenidos y dignos. Su paso por Lobezno, Iron man o Gotham Underground le ha revelado como alguien que, sin hacer nada revolucionario, ofrece resultados de una calidad media bastante aceptable.
Red Sonja por su parte es un personaje creado en principio en el medio literario por Robert E. Howard para el relato La Sombra del Buitre, ambientado durante el sitio de Viena en el siglo XVI. En los años 70, cuando Marvel poseía la licencia comiquera de la más conocida creación del escritor tejano, Conan, Roy Thomas decidió introducir al personaje de Sonja adaptándolo para que encajase en la era Hiboria. Y de ese modo, gracias al mundo del cómic, la popularidad de la pelirroja hirkania creció espectacularmente, hasta el punto de convertirse en el prototipo e icono de aventurera del género de Espada y brujería, merced al rediseño de su aspecto que Esteban Maroto le brindase, con su célebre bikini de cota de mallas. Red Sonja pasó a ser en cierto modo la contrapartida femenina de Conan, y aunque nunca llegó a alcanzar la misma popularidad del Cimmerio, protagonizó su propia colección regular y se le dedicó incluso una olvidable película. Con el paso de los años, los derechos del personaje migraron de Marvel a Dynamite, donde ha gozado de una serie de colecciones y miniseries consecutivas, de entre las cuales esta The Black Tower, escrita por Tieri, es la más reciente. En ella, la publicidad previa nos prometía una historia que se desarrollará a lo largo de décadas y en la que incluso veremos la muerte de la diablesa con espada.
¿Y como ha sido el resultado? Pues más bien tibio. Aunque la lirica de Tieri es bastante aceptable, la historia apenas se despega del clásico tema héroe-llega-a-una-población-donde-algo-misterioso-sucede-y-la-violencia-se-desata. Cambie usted héroe por heroína-barbará-sexy-de-taciturno-carácter y este es el resultado.
No es que tal arquetípica premisa sea mala per se, es que apenas pasa nada mas en esta primera entrega. La protagonista impide el linchamiento de unas personas salidas de una enigmática torre negra surgida de la noche a la mañana por parte de los habitantes del pueblo en cuyas inmediaciones ha aparecido la edificación. El líder de los atacantes jurará venganza contra Sonja por las heridas sufridas. Y ya. Ni pistas sobre el enigma de la torre ni nada.
Ya suponemos que Tieri ha dispuesto los elementos de una trama que hilvanará en algo mayor a posteriori, pero la verdad, lo ofrecido sabe a demasiado poco. El estatismo de las figuras y la pobre narrativa del por otra parte prometedor Cezar Razek, tampoco ayuda a que el apartado gráfico nos aporte algo más de interés aparte de la historia. La portada de Amanda Conner y Paul Mounts, sin embargo, sí resulta muy grata.
Habrá que ver que tiene preparado Tieri. Cabe pensar que pueda ser interesante, pero de momento, no nos ha aportado nada reseñable.
Valoración: Por Sergio Aguirre.
Rot & Ruin, de Jonathan Maberry y Tony Vargas. IDW.
Jonathan Maberry es un escritor de libros de terror galardonado en varias ocasiones con el prestigioso premio Bram Stoker dedicado a la literatura de éste género. Escribe best sellers y precisamente uno de ellos es Rot & Ruin, la primera parte de un tetralogía completada con Dust & Decay, Flesh & Bone y Fire & Ash.
En esta larga historia, Maberry nos presentaba el típico mundo asolado por una plaga zombie, siguiendo la corriente de esta moda que tantos años lleva ya durando, pero con algunos puntos diferenciadores. Para empezar, el estallido de muertos vivientes que acabó con la sociedad humana se dio ya hace catorce años. Los protagonistas son por tanto supervivientes humanos en un mundo post apocalíptico. Pero además todo ellos son jóvenes guiados por un chaval llamado Ben Imura, que ha sido entrenado como un samurai en el arte de la katana, para convertirse en el cazador de zombis definitivo. Y aunque a priori todo esto pueda sonar a un burdo intento de canibalizar The Walking Dead para generar un fenómeno best seller entre adolescentes y lucrarse fácilmente, parece ser que los libros ofrecen más que eso.
Ahora que su franquicia está camino de convertirse (¿cómo no?) en una película, Maberry ha decidido rellenar huecos de su historia mediante el noveno arte, acompañado por el dibujante Tony Vargas. El arte de éste ultimo no ofrece nada particular, aunque es fácil calificar a su estilo como a una mezcla ente el de Tony Moore y el de Humberto Ramos.
El guion de este primer número tampoco nos aporta mucho, limitándose a presentar a los personajes y a recapitular los hechos que han llevado al mundo al estado en el que se encuentra, acentuándose la sensación de que estamos ante un tebeo de Zombis más. Pero Maberry coloca interesantes puntos, como el hecho de que el deambular de los protagonistas por ese Estados Unidos infectado de muertos vivientes sea debido a que una vez vieron algo que por lógica ya no podría existir: un avión volando. Esto parece indicar que hay algún lugar donde las cosas van mejor todavía, una tierra prometida para unos jóvenes que han crecido en un entorno horrible y que da sentido al viaje de búsqueda en el que se han embarcado. El escalofriante cliffhanger final también ayuda a captar el interés de incluso aquellos que podíamos estar más escépticos ante este producto.
Todavía está por ver que Rot & Ruin realmente pueda mantener ese interés a la larga, pero de momento, visto el primer número, nos ha despertado una refrescante curiosidad.
Valoración: Por Sergio Aguirre.
Copperhead, de Jay Faerber, Scott Godlewski y Ron Riley. Image Comics.
Copperhead es un cómic clásico. Un cómic que no innova en absolutamente nada, pero nada de verdad, y sin embargo tiene algo que engancha. Posiblemente sea la narrativa, casi perfecta de principio a fin, presentándonos de manual a unos personajes a los que enseguida conocemos. ¿Que son personajes tópicos? Pues sí, pero como decía, están muy bien presentados y puestos sobre un tablero de juego que identificaremos desde casi la primera página. Posiblemente sea el dibujo, que sin ser una magnífica obra de arte de la que nos acordaremos en años venideros se adapta como un guante a la típica historia del oeste del Sheriff que llega a un poblado y se las tiene que ver con un misterioso asesinato y con el magnate del pueblo que controla las minas y que tiene que ser protegido frente a los nativos.
Cuando oigo decir que Star Wars es un western, les mostraría este comic para decirles que, diablos, esto sí que es un Western de los clásicos, de los de los John: Ford y Wayne. No hay lugar para las sorpresas, todavía, pues todo va directo a presentarnos al mundo y sus personajes, pero no cabe duda de que la historia está bien planteada y tiene un rumbo marcado, aunque sea un rumbo que muchos ya conozcamos.
Su protagonista, Clara Bronson, no parece tener ese apellido por casualidad y además bebe mucho –quizás demasiado– de uno de los policías por antonomasia del mundo del cómic: Jim Gordon. ¿Que esperamos entonces? La sorpresa. La línea que diferenciará una gran obra de una del montón es la capacidad que tenga de sorprendernos su guionista Jay Faerber. El resto ya está hecho.
Valoración: Por Tomás Martinez.
God Hates Astronauts , de Ryan Browne. Image Comics.
God Hates Astronauts lo petó en Internet. Esta serie digital, escrita y dibujada por Ryan Browne tuvo tanto éxito cuando salió hace aproximadamente cuatro años que incluso se hizo un Kickstarter para que Image la publicara en papel. Y así fue. Y volvió a gozar de tanto éxito que aquí tenemos un segundo volumen, que, gracias al buen hacer editorial, puede ser leído sin tener ni la más remota idea de que va el primer volumen –yo personalmente no lo he leído–.
Y os preguntaréis, ¿Cuál es el secreto de God Hates Astronauts? Y os responderé: es la pregunta más difícil que me han hecho en la vida. Tan difícil como explicar de qué diablos va este comic, a pesar de tener una historia perfectamente concebida. Se podría decir que se trata de un grupo de “superhéroes” que trabajan para la NASA y se dedican a evitar que los granjeros viajen al espacio. Sí. Y ni con esas haría honor a semejante locura de cómic con el que me he reído a carcajadas y cuyo segundo número espero con ansias (y, por supuesto, su tomo). Porque que queréis que os diga, pero para mi que el cómic termine con el ‘Rey Tigre Comiéndose una Hamburguesa de Queso’ –ese es su nombre completo– declarándole la guerra a una Tierra plagada de Granjeros Astronautas es posiblemente el mejor cliffhanger que haya tenido el placer de leer en mi vida. Y si eso no os parece suficiente, esperad al momento en el que el Cowboy 3D –en azul y rojo– os cuente la historia del grupo del primer volumen. O esperad a ver la historia de un hombre que se enamora de su gallina. Y todo ello maravillosamente ilustrado. En fin, que no se que diablos hacéis leyendo esto en vez de leer vuestro próximo cómic favorito.
Valoración: Por Tomas Martinez.
Oddly Normal, de Otis Frampton. Image Comics.
Uno de los tipos de cómics que faltaban en Image, según declaraciones del editor Eric Stephenson, eran los cómics para todas las edades, campo en el que editoriales que compiten directamente con ella han crecido en el último tiempo. Oddly Normal llega para cambiar eso y quizás dar el puntapié inicial a una línea de títulos de este estilo.
Este trabajo de Otis Frampton como autor completo tiene una historia editorial curiosa, al punto de que el cómic que leeremos desde este #1 es una especie de relanzamiento o remake, ya que inicialmente fue un webcomic y luego fue editado en 2005 por Viper Comics. Alrededor de diez años después, Frampton tiene una nueva oportunidad con su proyecto de autor, presentando una versión mejorada y extendida tanto en guión como en dibujos de lo que hiciera entonces.
Oddly Normal es el nombre de la niña que protagoniza la historia, la cual es hija de un hombre normal y una mujer bruja, por lo que ella es semibruja. Este parentesco mixto le da características especiales que en la vida cotidiana de su escuela hacen que sea el foco de las burlas de todos sus compañeros. Las personalidades de sus padres tampoco colaboran para alivianarle la vida, lo que a su vez se suma a la edad de preadolescente de Oddly, generando en ella reacciones emocionales exageradas.
Estas llevan al conflicto de la historia que se vale del tópico de “cuidado lo que deseas porque puede hacerse realidad”; su deseo es que desaparezcan sus padres y no es ningún misterio lo que sucederá con eso, aunque sí lo es lo que le espera a Oddly desde ahora.
Sin ser una premisa original, el trabajo de Otis Frampton consigue que Oddly Normal en lo que respecta a recursos narrativos visuales, como a los colores y a la manera de estructurar y ejecutar el guión, sea un cómic que en verdad es potencialmente interesante para todas las edades.
Valoración: Por Mariano Abrach.
Wayward, de Jim Zub, Steve Cummings y John Rauch. Image Comics.
Jim Zubkavich (o Jim Zub, como se lo conoce comúnmente) es un escritor que ha logrado hacerse un nombre en el mundo de las editoriales independientes, destacando en particular su proyecto de autor Skullkickers. Este mes nos encontramos con un nuevo trabajo creado por él y publicado a través de Image Comics titulado Wayward.
En las primeras páginas de esta nueva serie se nos introduce a Rori Lane, una joven adolescente hija de padre irlandés y madre japonesa, que vivía en Irlanda hasta la separación de sus padres. Luego de vivir en ese país por un tiempo, decide seguir a su madre a Japón y vivir con ella. A grandes rasgos, había tenido una vida normal… hasta que llegó a Tokio y empiezan a suceder cosas extrañas, depositándonos en el plano sobrenatural. La cotidianidad de su vida (aún con una mudanza de un continente a otro algo extraordinaria) se ve desestabilizada cuando irrumpen cuestiones fantásticas en ella, desde la manifestación en ella de un poder hasta la aparición de seres imposibles en el mundo real.
El que Wayward esté ambientado en es una característica esencial del cómic, ya que muchos de sus aspectos se definen por esto. El más visible de estos es la estética con rasgos similares al manga, en lo que respecta al diseño de personajes así como también al mismo trazo del dibujante Steve Cummings, quien hace un buen trabajo.
En este mismo sentido, lo que empieza a sucederle a la protagonista (poderes y seres) tiene que ver con elementos de la mitología y la cultura japonesa anclándose la historia fuertemente en estos aspectos, al punto tal de que se incluyen en las páginas finales ensayos sobre este tema así como un perfil del monstruo que aparece en el #1.
Si bien la presentación de la premisa y el mundo sobrenatural dentro del cotidiano puede ser interesante y dar juego a historias entretenidas, este primer cómic no lo es tanto con un comienzo lento, un tanto aburrido y con diálogos escritos pobremente al sonar forzados. Esto corresponde con la porción del #1 que se dedica a introducir el mundo real, demostrando que claramente no es lo que se le da bien a Zubkavich. Ahora bien, cuando llegan los elementos fantásticos el guión mejora notablemente en todo sentido: narración, diálogos, personajes…
En conclusión, con la segunda mitad del #1 se gana el beneficio de la duda, ya que si Wayward se dedica más al plano sobrenatural y a cómo debe lidiar con este la protagonista podemos estar ante un buen cómic. Veremos que tal sigue y volveremos a comentarla.
Valoración: Por Mariano Abrach.
Annihilator, de Grant Morrison y Frazer Irving. Legendary Comics.
Tras muchos años en primera fila y a punto de culminar su esperada gran obra Multiversity, Grant Morrison parece que ha decidido dar un paso al lado y publicar su biografía. O al menos eso es lo que yo he extraído de la lectura de su última obra independiente, Annihilator, junto a su colega de aventuras Frazer Irving (Seven Soldiers: Klarion, Batman & Robin). Porque yo no sé vosotros, pero al acabar las páginas de esta primera entrega eso es lo que me ha aparecido. Un famoso guionista propenso a «métodos alternativos» (orgías y porros a tutiplén, algo muy presente en la vida y obra de este genio escocés) para inspirar su creatividad y un problemón muy gordo en su cabeza. Pero no, no se trata de la vida de Mr. Morrison, sino de la del guionista Hollywoodiense Ray Spass, quien sin saber cómo se saca de la manga un script que salvará su carrera basado en la vida del héroe intergaláctico Max Nomax.
Es la excusa perfecta para, una vez más en la carrera de Morrison, de romper las barreras entre la ficción y la realidad desde dentro de las viñetas. Y eso que no hay que irse muy lejos, ya que ahora mismo está haciendo exactamente lo mismo desde las páginas de Multiversity, aunque podemos encontrar recursos muy similares en obras suyas recientes como Seven Soldiers, Joe The Barbarian o el inolvidable Animal Man. Ya sólo falta que se le ocurra meter un mono… A un guionista como Morrison se le debería exigir un mayor registro de géneros y temas, pero parece que el guionista ha decidido auto-encasillarse en esos argumentos. Y por mucha vuelta de tuerca que tenga o por muy magistralmente dibujados estén, no deja de cantar a distancia….
Así que por el momento, y a la espera de que la serie despegue definitivamente (por mucha crítica que parezca lo mencionado en el párrafo anterior, este primer número es interesante y garantiza permanecer a bordo hasta el próximo mes), podemos centrar todas las alabanzas de la entrega al dibujo de Frazer Irving. Sin ser santo de devoción para el tebeo mainstream, despliega muchos recursos gráficos y contraposiciones entre oscuridad (muy recurrente en esta obra) y las perspectivas, a pesar de encontrarnos algunas páginas con fondos poco trabajados. Dada la calidad del artista, podemos intuir que las semejanzas faciales entre Ray y Max no son casuales, aunque la mirada de cada uno de ellos es más distintiva de lo que muchos otros dibujantes serían incapaces. Un soberbio trabajo experimental (del que Morrison no dudo está al tanto) que conforma un debut sabroso. Estaremos al tanto.
Valoración: Por Pedro Monje.
Caerán, cuando salgan en tomo, Annihilator y Grendel Shadow, Morrison y Wagner, no necesito saber más. Ah, y le echaré un ojo a la de God Hates Astronauts, que me ha llamado la atención la reseña.
Le daría medio puntito más Ahniquilator/Morrison ´s Supermassive Black Hole, aunque, en efecto, falte el mono. Pero bastante de acuerdo. De momento < que Multiversity. De todas maneras, como dice el Sr Monje, mucha curiosidad sobre cómo va a desarrollar la premisa, si va a tirar por la psicodelia o va a hacer algo más “controlado”, porque se supone que al ser Legendary división de una productora de cine iba a hacer cosas sencillas con vista a una adaptación y Morrison ha empezado totalmente “desencadenado”.
Por cierto, hablando de Wagner… he empezado a pillar, poco a poco, los tomitos de Sandman Mistery Theathe. Y, joder, qué maravilla de serie.
«Por cierto, hablando de Wagner… he empezado a pillar, poco a poco, los tomitos de Sandman Mistery Theathe. Y, joder, qué maravilla de serie.»
Una de las mejores series de Vértigo, y de las menos reconocidas. En mi opinión, es mejor que algunas de las encumbradas.
Yo ya puse los tomos de Annihilator y Grendel/Shadow en la wishlist de Book Depository. No salen hasta el próximo año, pero así no se me pasa cuando llegue el momento…
Jeje, en mi wishlist están también desde hace unos días.
Empecé con Sandman MT haciendo trampa, con el minicrossover con el Sandman de Gaiman, y m encantó. Y hasta ahora he pillado hasta The Vamp, que es el cuarto o así, y me parece que tiene un nivel muy, pero que muy alto. Si digo que es el cómic-que-no-había-leído-hasta-ahora de este año, no me crece la nariz.
Pues no tiene mala pinta lo de Pérez. Tiene pinta de ser un tebeo sencillo y entretenido. Teniendo en cuenta quien lo dibuja, para mí es suficiente. Desde luego, Pérez es, junto con Alan Davis, probablemente el dibujante de su generación que más en forma está.
Antoine: Desde luego, Pérez es, junto con Alan Davis, probablemente el dibujante de su generación que más en forma está.
Están los dos muy gordacos. Perez da el pego porque es alto, pero Davis está mutando en algo ameboide.
Pérez con el rollo ese hawaiano que lleva sigue teniendo un aspecto presentable, pero al bueno de Alan hacía tiempo que no lo veía y aparenta muchos más años de los que tiene.
Pues Frank Miller se mantiene de miedo.
http://www.wired.com/wp-content/uploads/2014/08/FrankMiller.jpg
Pobre Frank, joder.
Al que veo muy bien ¡y es del 41!, aunque esté también fondoncillo, es a Neal http://borgdotcom.files.wordpress.com/2013/04/neal-adams-at-planet-comicon-2013.jpg
Para añadir mas cagadas e incoherencias a hay que decir que Acheron (LV 426), el planeta donde transcurría la acción de «Alien» y «Aliens», NO era el planeta donde trancurria la acción de «Prometheus» (LV 223). Puto Lindelof.
Cambiando de tercio, el Grendel vs Shadow es compra segura. Ya lo era desde que se anunció. 🙂
“Por cierto, hablando de Wagner… he empezado a pillar, poco a poco, los tomitos de Sandman Mistery Theathe. Y, joder, qué maravilla de serie.”
«Una de las mejores series de Vértigo, y de las menos reconocidas. En mi opinión, es mejor que algunas de las encumbradas.»
Suscribo al 100% aunque sólo he pude conseguir un par de números, a ver si un día me los puedo pillar todos.
Me interesa mucho Grendel Shadow.
Por cierto Astiberri ha anunciado Pretty Deadly 🙂
Pedro Monje: admítelo, tu querías crear espectación y debate con eso de «uno d elos 5 mejores dibujantes de la Historia del Comic de superheroes», pero, a ver si lo adivino, ¿los otros cuatro son Byrne, John Buscema , Kirby y AlanDavis / Neal Adams.
Adams no merece estar ahí por producción.
Es como querer meter en el cupo a Steranko o Barry Smith, todos grandes artistas, pero vaya, que para pasar a la historia de dicha categoría hay que tener mas cosas además de nivel técnico, y haber producido un volumen considerable de comics de superheroes a la altura del resto de implicados es una de ellas.