Lucifer: La rebeldía del individualismo

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Edición original: mar./may. 1999 (miniserie); jun. 2000/ago. 2006 (regular); ago. 2002 (one-shot). Vertigo (DC Comics).
Edición España: I Norma Editorial (inconclusa); II Planeta DeAgostini; III ECC Ediciones (abr. 2012/-).
Guión: Mike Carey.
Dibujo: Peter Gross, Ryan Kelly, Dean Ormston et al.
Entintado: Peter Gross, Ryan Kelly, Dean Ormston et al.
Portadas: Christopher Moeller, Michael Wm. Kaluta et al.
Color: Daniel Vozzo.
Rotulista: Comicraft, Kared K. Fletcher.
Precio: 7 tomos a 24,95 € c/u (Cartoné, alrededor de 250 págs c/u). Otras ediciones descatalogadas.

 

En 1996 Neil Gaiman decidió, una vez alcanzado el desarrollo que deseaba para la historia, cerrar The Sandman de una vez y para siempre. La conclusión llevaba consigo la incapacidad de usar al personaje de Morfeo en todo cómic no guionizado por el británico, la condición de emplear al resto de los Eternos sólo en cameos y, consiguientemente, el fin de una de las franquicias más rentables –y más celebradas por la crítica– de la historia de la línea Vertigo. Sin embargo, como si de un pacto mefistofélico se tratase, en DC se leyeron bien la letra pequeña y un par de meses después de la publicación del último número de la colección arrancaba uno de sus spin-offs más longevos: The Dreaming.

No sería la única vía de explotar lo que quedaba en esa mena autoral que constituyó El Arenero: paralelamente a la publicación de esa serie dedicada al Sueño como espacio y concepto, multitud de especiales bajo la cabecera común The Sandman presenta, así como miniseries independientes, buscaron contarnos las aventuras de los secundarios de The Sandman que, no habiendo sido más que usados (que no creados) por Gaiman, podían seguir apareciendo aquí y allí. De vez en cuando le consultaban, claro, pero el de Portchester gustaba de verlo todo desde la barrera sin participar demasiado. Sin embargo, cada vez que le preguntaban qué personaje creía más idóneo para lanzar una miniserie y eventualmente una serie regular, su respuesta era invariable: Lucifer; el señor del Infierno al que había tenido que incorporar a un triunvirato forzoso por razones de continuidad pero que tenía claro que era el que llevaba la voz cantante en el averno. Y curiosamente, para desgracia de Gaiman, tardaron mucho en echarle cuenta.

Hasta 1999 no se decidieron a seguir su consejo, fichando a tal efecto a un prometedor guionista británico que rozaba la cuarentena y que habría de dar a luz a The Sandman Presenta: Lucifer (subtitulada, «la opción Estrella del Alba»). El escritor, por supuesto, era Mike Carey, y la miniserie de tres números que acababa de concebir se convertiría en menos de un año en el «piloto», por así decirlo, de una serie regular que habría de alcanzar los setenta y cinco números, extendiéndose desde el año 2000 al 2006. La colección, no obstante, no tuvo precisamente un recorrido editorial tranquilo: en primer lugar Carey tardó cierto tiempo en tomarle el pulso al ambiente que quería transmitir, y en segundo lugar tanto Scott Hampton (dibujante de la miniserie original que ni llegó a pisar la regular) como Chris Weston (dibujante en los primeros números) se cayeron del equipo creativo. De hecho, el guionista reconoce a día de hoy que encontró «su voz» en el número cuatro, que hasta la entrada de Peter Gross (junto al que ha lanzado en 2009 The Unwritten en Vertigo) y su inseparable Ryan Kelly (una simbiosis dibujante/entintador muy libre) en el número cinco la serie no había encontrado su identidad visual, y que todo despegó definitivamente a partir del segundo año.

La evaluación de Carey es, como en todo buen británico, muy ecuánime: efectivamente Peter Gross y Ryan Kelly supusieron, junto a los otros muchos números a cargo de Dean Ormston, la pieza clave de una Lucifer por la que pasaron varios artistas invitados. A las portadas pasó algo parecido: Christopher Moeller primero y Michael Wm. Kaluta después llevaron la voz cantante salvando colaboraciones puntuales como las de Duncan Fegredo o Tara McPherson. Pero donde realmente la obra anduvo en la cuerda floja, siendo al mismo tiempo pionera, fue en las ventas: es con Lucifer donde nace la sistemática de editar el recopilatorio poco tiempo después de la finalización del arco argumental. Y, lógicamente, es también con Lucifer cuando las ventas de las series mensuales de la línea empiezan a bajar sus baremos y a aceptar cifras de ventas que en otros tiempos habrían asegurado una cancelación inapelable. Tan es así, y tan novedosa fue la situación, que los rumores de cancelación empezaron a sonar ya en la treintena de números. Por supuesto Lucifer sobrevivió, conoció un especial (Nirvana) y el protagonista en sí ha aparecido desde que Gaiman lo gestase aquí y allí en el subterráneo universo Vertigo: de Hellblazer a Los Libros de la Magia pasando por The Witching. Prueba de esa interconexión es que en la serie de Carey, dejando de lado las apariciones especiales de Muerte, Destino y Delirio (más un Morfeo que se adivina como a Brando en El Padrino II), cobran vida tanto un trasunto de John Constantine como un pequeño elemental de la naturaleza con el aspecto de la Cosa del Pantano.

Comentario
Primera aparición de Lucifer en The Sandman #4

Curiosidades aparte, es tiempo de empezar a comentar las ediciones españolas del tebeo: por fechas muchos lectores habrán adivinado ya que la primera casa en publicar el material en nuestro país fue Norma Editorial. Fiel a su sistemática de crear recopilaciones propias en forma de prestigios, el hogar de DC durante tantos años editó consecutivamente los volúmenes The Sandman presenta: Lucifer (la miniserie), Seis cartas sobre la mesa #1 y #2 (Lucifer #1-4 USA), La casa de las salas sin ventanas #1 y #2 (Lucifer #5-8 USA), Niños y monstruos #1 y #2 (Lucifer #9-13 USA), Escarceo con los condenados (Lucifer #14-19 USA) y Paraíso (Lucifer #20-23 USA). Los números #21-23 USA contenidos en este último, por cierto, se recopilaron en Estados Unidos en el TPB The Divine Comedy (Lucifer #21-28 USA), título que coincide con el primero de los tomos que publicó Planeta DeAgostini en nuestro país pero que, a diferencia del «homólogo» del otro lado del charco, sólo recopila los números Lucifer #24-28 USA. Para aclarar el lío, resumiremos: la editora de Vertigo en España decidió en su momento publicar a renglón seguido de la edición de Norma sin repetir material, sacando un tomo de nombre idéntico a un recopilatorio americano pero recortando los números ya editados por sus antecesores. Respecto a la edición de Planeta, que llegó a tener toda la colección en su catálogo (haciendo obsoleta la de Norma), esta es la guía de lectura:

  • Lucifer: El diablo a las puertas (The Sandman presents: Lucifer #1-3 y Lucifer #1-4 USA). 158 págs. 14,95 €
  • Lucifer: Niños y Monstruos (Lucifer #5-13 USA). 208 págs. 17,95 €
  • Lucifer: Un escarceo con los condenados (Lucifer #14-23 USA). 232 págs. 17,95 €
  • Lucifer: La Divina Comedia (Lucifer #24-28 USA). 128 págs. 9,95 €
  • Lucifer: Infierno (Lucifer #29-35 USA). 176 págs. 11,95 €
  • Lucifer: Las mansiones del silencio (Lucifer #36-41 USA). 144 págs. 11,95 €
  • Lucifer: Éxodo (Lucifer #42-44; #46-49 USA). 168 págs. 12, 95 €
  • Lucifer: El lobo bajo el árbol (Lucifer #45; 50-54 USA). 168 págs. 12,95 €
  • Lucifer: Encrucijada (Lucifer #55-61 USA). 168 págs. 12,95 €
  • Lucifer: Estrella del Alba (Lucifer #62-69 USA). 192 págs. 12,95
  • Lucifer: Vísperas (Lucifer #70-75 USA y Lucifer: Nirvana). 216 págs. 12,95 €

Sobre la edición decir que tanto la reproducción como la traducción (a cargo de Raúl Sastre) son magníficas, estando adaptados con solvencia y maestría todos los giros lingüínsticos, el espíritu literario y la más que compleja narración. Además, los tomos –en rústica– aguantan una abertura considerable y están (al menos los míos) bien terminados. Sin embargo, hay que destacar dos pegas: la primera, imperdonable, que no se incluyeran en el primer tomo de los glosados las portadas originales de cada número. La segunda, más de perfeccionistas, hace referencia a unos lomos de los volúmenes que son en la mayor parte de color celeste pero que tienen variaciones a rojo, naranja y negro en contadas ocasiones. Algo tan sencillo como una edición homogénea se ve empañado –sólo ligeramente– por una falta de cuidado en los detalles.

Sea como fuera, en abril de 2012, ECC Ediciones –nueva licenciataria de DC Comics en España– comienza una reedición de lujo en de 7 tomos de toda la colección desde el principio; edición que se convierte en la referencia obligada al quedar descatalogadas las anteriores. El primer tomo incluye The Sandman presents: Lucifer #1-3 y Lucifer #1-8 (es decir, los arcos Seis cartas sobre la mesa y La casa de las salas sin ventanas), y la colección es aperiódica.

Argumento

Tiempo ha pasado desde que Lucifer, antaño señor del Infierno, pidiera a Morfeo que le cortase sus alas para emprender una suerte de anhelado retiro voluntario. Ahora regenta, al igual que cuando lo dejamos la última vez, un pequeño bar de nombre Lux donde entre copas y volutas de humo suele tocar el piano, siempre acompañado por la leal lilim Mazikeen. No hay nada más reposado que la rutina cotidiana y el disfrute de los pequeños placeres terrenos, parece pensar.

Comentario
Lucifer y Mazikeen haciendo su entrada
en la corte del Infierno

Sin embargo, uno siempre es lo que es aunque trate de zafarse… y el destino de la Estrella del Alba siempre fue la rebelión. Por ello, cuando el Cielo requiere sus habilidades como agente externo, no duda en aceptar a cambio de un premio jugoso: una carta de paso capaz de llevar a cualquier lugar de la Creación. Para qué la quiere y cómo piensa usarla es una incógnita, pero lo que hasta a Dios se le puede haber escapado es un pequeño detalle: tal vez, y sólo tal vez, el antaño Adversario haya decidido que oponerse no deja de ser, en el fondo, aceptar ser una comparsa del que toma la iniciativa. Tal vez quiera ser protagonista absoluto de su propia historia según sus propias reglas y haya decidido que ahora es buen momento. La oportunidad, al fin y al cabo, se encuentra siempre en el caos.

Personajes y bandos principales

Una de las características más imponentes del Lucifer de Mike Carey es la extraordinaria complejidad de sus tramas; una complejidad que viene dada por un protagonismo que, más allá de la omnipresencia del personaje que da título a la serie, debe definirse como coral. Y es que el profundo desarrollo argumental, con multitud de hilos entretejiéndose y combinándose, hace necesariamente que tengamos que hablar de coprotagonistas más que de secundarios. En este apartado le echaremos un vistazo a los más importantes, bien por separado, bien englobados en los bandos a los que se adhieren:

Lucifer. Egoísta ontológico, rebelde, individualista, poderoso, expeditivo, carismático, temible, antiguo, cínico, filósofo, bajo cierto punto de vista honorable… así es el diablo que construye Mike Carey a partir del ángel caído que Neil Gaiman ideó en The Sandman #4 sólo para cortarle las alas poco después en plena Estación de Nieblas (The Sandman #21-28 USA). En esta versión del mito, era conocido antes de la caída como Samael, nombre al que renunció cuando se opuso a Dios para adoptar lo que en realidad es su función (Lucifer viene del latín lux –luz– y ferre –traer, portar–, es decir «portador de luz») como medio para ser designado. Además, como sobrenombre, usa el apelativo Estrella de la Mañana (o Lucero del Alba), cuyo origen histórico se explica más adelante en el artículo y que tiene, además, relación con el planeta Venus (visible al amanecer). En cualquier caso, con esta mezcolanza de mitología hebrea, cristiana temprana y popular Carey compone una creación soberbia que subraya, por encima de todo, la propia autoafirmación del yo para salir de un destino prefijado; la necesidad y el derecho de todo hombre de elevarse y ser uno mismo por encima de sus padres/creadores.

A nivel de capacidades, a lo largo de la colección le vemos hacer uso de magia, recursos propios (engendrar soles), engaños o armas… pero sin duda su mayor poder es la inteligencia que le es connatural y el conocimiento que le ha dado la antigüedad. Emocionalmente es desapegado, tendente al respeto en las relaciones –más que al aprecio– con tres notables excepciones: Elaine Belloc, a quien tutoriza a modo de Pigmalion; Mazikeen, su general y amante; y Miguel, su hermano e igual en la Creación, y junto al que es capaz de emular (gracias al poder demiúrgico de este último) las habilidades de su Padre. ¿Curiosidades? Os daré dos: fue concebido por deseo de Neil Gaiman a imagen y semejanza del cantante David Bowie y, lo creáis o no, la última vez que le vimos fue hace bien poco… en el Jack of Fables #16 era ese tercer diablo que aparecía ya que, a pesar de ser moreno, hacía uso de la misma fuente tipográfica que usa en la colección a la que le da nombre. No obstante, no pasaba de ser un guiño reconocido pero fuera de continuidad: en la serie que nos ocupa conseguir almas y seducir mortales no es algo que le interese en absoluto.

Elaine Belloc y sus ayudantes. Poco puede decirse de la pequeña, amable e inocente chica londinense que es Elaine Belloc sin destripar la trama. Simplemente indicar que es probablemente uno de los personajes más relevantes que pueblan Lucifer y que su construcción recuerda enormemente a la Muerte de los Eternos. Tal vez por eso cuando se encuentran resulta toda una competición de dulzura. Lo único que podemos comentar es que tiene por consejeras a los espíritus de sus ancestros femeninos, que a su mejor amiga la asesinan y se queda con ella siendo un fantasma y que tiene dos de los mejores protectores (y, sí, secundarios) que ha visto el Noveno Arte: el querubín caído Gaudio y la hermana de este último, Spera… dos guardaespaldas entrañables, socarrones y con aires de diablillo cojuelo.

Mazikeen y los Lilim. La amante, sirviente y luego general de Lucifer es otro de los personajes que los lectores más antiguos del lugar recordarán: la mujer que tiene el lado izquierdo de la cara a hueso visto y que cubre sus cicatrices con una media máscara de plata. Pero, aunque inicialmente nos pudiera parecer lo contrario, Mazikeen no es un demonio, sino una Lilim; uno de los muchos vástagos de esa Lilith que según el folclore hebreo es considerada como una primera mujer de Adán que se negó a cumplir su papel y se exilió voluntariamente del Edén para engendrar toda una prole con monstruos y demonios. Es a esa prole a la que pertenece Mazikeen; una suerte de nación tribal anatematizada por el Cielo, ignorada por el Infierno y condenada a no tener patria ni función. Qué lugar ocupa Mazikeen entre su jerarquía y que posición tomarán los Lilim cuando comprendan los planes de Lucifer es una de las claves del tebeo.

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Jill Presto y los Basanos. Los Basanos son entes concebidos a imagen y semejanza de las cartas del tarot por el ángel Meleos a partir de todos los textos literarios de la humanidad. Su fin era ambicioso: predecir el libro de Destino y por, tanto, el devenir de la Creación, en base a una suerte de probabilística descomunal. Sin embargo los Basanos pronto se rebelaron contra el propio Meleos y, vagando libres por el mundo, tomaron a la asistente de números mágicos Jill Presto como su huésped sentiente, volitivo y consciente. Pero… ¿cuál es su intención? ¿qué se proponen? ¿ayudarán a Lucifer, secundarán al Cielo o tienen, como todo actor en esta obra, su propia agenda? Por cierto… otra curiosidad: Jill Presto fue creada por Mike Carey como personaje para un cómic de terror que iba a llamarse Legions, y fue finalmente reutilizada por el autor como coprotagonista en Lucifer.

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El Cielo. La hueste de Dios vive en La Ciudad de Plata a modo de corte celestial con visos de decadencia. La mayor parte de sus miembros podrían clasificarse como fundamentalistas buenistas capaces de seguir los designios divinos sin necesidad de entender el objetivo a largo plazo de lo que se les pide. Sin embargo, y como Dios es parco en palabras, no faltan ángeles cuyo exceso de celo les puede conferir una obcecación cruel y despiadada. Entre ellos el más importante es sin duda Amenadiel, cuya belicosidad, orgullo y deseos de venganza contra Lucifer le harán movilizar a todo un ejército para aniquilar al antiguo Adversario. Igualmente relevante es Miguel… si Amenadiel (cuyo nombre se cita en la célebre Steganographia de Tritemio) es el fanático impulsivo, Miguel es el paciente beatífico cuya confianza en Dios es tal que no necesita motivos y explicaciones. Sin embargo, un conocimiento inesperado de los planes divinos podría hacerle congeniar con el hermano al que él mismo echó del Cielo mucho más que con su Padre. Y teniendo en cuenta que es el portador de la emanación demiúrgica de Dios (un concepto gnóstico), tenerlo como adversario es peligroso hasta para Yahveh.

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El Infierno. Regentado ahora por los ángeles Remiel y Duma (o Dumah), el antiguo hogar de los Caídos se dedica desde la abdicación de Lucifer al cometido que siempre se le presupuso: expiar los pecados de las almas que no han ganado el Cielo. Sin embargo, hay disensiones: mientras Remiel se ha convertido en un burócrata sin miramientos, Duma en su silencio sigue pensando –con remordimientos– que su labor obedece a un bien mayor moralmente bueno. Paralelamente Christopher Rudd, una de las almas destinadas a los tormentos infernales, ha conseguido medrar dentro de la jerarquía del averno en un caso sin precedentes hasta los más altos estamentos del poder demoníaco. Su intención, ambiciosa e intrigante a la vez: hacer comprender a los habitantes del lugar el verdadero significado de la palabra «dolor». Un concepto mucho más espiritual que físico.

Comentario

Carey al habla

Sobre el origen del proyecto: «Por aquel entonces yo trabajaba en Caliber, escribiendo un tebeo llamado Inferno, y enviaba a Alisa Kwitney (editora de Vertigo) cada número que escribía junto con una carta que decía, básicamente, ‘quiero trabajar con vosotros’. A Alisa le gustó mi trabajo, y me invitó a proponer ideas para The Dreaming que nunca llegaron a concretarse. Luego, cuando empezaron con los The Sandman presenta querían de hecho comenzar con Lucifer. Tenían una propuesta muy potente de un escritor consagrado, y la aceptaron. Pero fuera cual fuese la razón la propuesta no se concretó en un guión que pudieran usar. Pienso que la sensación era que Lucifer resultaba demasiado pasivo, y que esta característica persistió a lo largo de varias reescrituras hasta que concluyeron que, simplemente, el enfoque del guionista en cuestión era equivocado. Así que decidieron empezar de nuevo, sólo que con muchisima más presión y ningún escritor a mano. Y entonces, con muchísima suerte por mi parte, los ojos de Alicia se posaron en la abandonada pila de lecturas y en mi último envío (no de Inferno, sino de una novela grafica llamada Doctor Faustus). Entonces me llamó y me preguntó si estaba interesado en realizar una propuesta para una miniserie de Lucifer. Y dije que sí. Sí estaba interesado. Sí, sí, sí, sí, sí. Lo primero que propuse fue la idea de un ‘Dios que no habla’, le gustó, y bueno… el resto es historia. Me ofrecieron la miniserie y después optamos por hacer una mensual. Fue un proyecto de ensueño, más que nada porque soy un absoluto seguidor de The Sandman y porque siempre había tenido una obsesión recurrente con las ideas de libre albedrío y predeterminación; ideas que parecían ajustarse muy bien al espacio que Lucifer ocupó en el Universo de The Sandman«.

Sobre Neil Gaiman: «Neil se implicó muy activamente al principio, leyendo resúmenes de las tramas, aconsejando en el desarrollo de los personajes y, en ciertos casos (por ejemplo donde Muerte, Destino y Delirio aparecen) supervisando diálogos. Fue realmente generoso con su tiempo y de mucha ayuda en realidad, y siempre le estaré agradecido por ello. Luego, cuando la serie progresó optó por quedarse más y más en un segundo plano, pero fue porque ya había aprendido que podía confiar en mis instintos y se sentía feliz de dejarme tomar decisiones importantes. Por supuesto siguió teniendo un papel de asesor donde quiera que Los Eternos se vieran envueltos, pero mi Lucifer evolucionó siguiendo su propio camino, a pesar de que seguía siendo en esencia el de Neil. Por otra parte, estar a la estela creativa de Neil fue difícil. Quiero decir, el problema no es que sepas que no puedes parecer bueno al lado suyo, sino que tienes que persuadir a los lectores de que cuando los personajes hablan en tus historias siguen siendo reales. No puedo ni recordar la de veces que un cómic que me encantaba había cambiado de equipo creativo y el nuevo guionista había sido incapaz de mantener la voz de la obra de forma correcta… y con ello perdí mi fe y mi interés también. Y es que cuando escribes a Muerte o a Sueño sabes que existen como parte de una obra maestra que ya ha terminado y que tienes que mantener una línea con ella que no debe romperse. Dicho todo esto, el primer arco argumental de la serie regular fue un error, y ahora lo haría de una forma diferente si tuviese la oportunidad. Estaba imitando a Neil, creo, y lo hice francamente mal. No sé cuántos lectores pudimos perder al principio, pero hasta el número cuatro no encontré mi voz.».

Comentario
Portada de Dr. Faustus #1 (1997)

Sobre Lucifer como protagonista: «Pienso que en un primer momento me sentí atraído por su figura por el hecho de que representa un extremo, y un extremo que además está muy muy lejos de lo que es mi propia personalidad. Es el solipsista definitivo, el tipo que quemaría el mundo entero para encender su cigarrillo. No lo veo como malvado, sino como amoral. Toma sus decisiones exclusivamente acorde a sus criterios, pero casi nunca le hemos visto dañar deliberadamente a nadie y en Estación de Nieblas ya apuntaba lo poco que le interesan las almas humanas. Tampoco es particularmente cruel –a pesar de es capaz de mostrar crueldad– sino que está tan centrado en sus propias metas y sus propias necesidades que nadie más existe para él. Es fascinante ver como se desarrolla y como afecta a la gente que se cruza en su camino. Y sin embargo, progresivamente, empecé a verlo como una figura trágica. Lo que desea es libertad, y nunca la va a poder tener… no del modo absoluto en el que la quiere. Hay un plan divino del que es parte, y no puede soltar ese lastre independientemente de lo que haga. Así pues, elegí que la línea maestra de la serie fuese precisamente la búsqueda de Lucifer para escapar de la predestinación divina y convertirse en el indiscutible autor de sus propias acciones. Aunque también, por supuesto, va de las muchas vidas de otros seres que se ven inmersos en los colosales movimientos y las maquinaciones que idea Lucifer. Por ello el tono de la serie es difícil de definir: tratamos de compaginar líneas argumentales grandes, míticas y épicas con pequeñas historias de terror a escala humana».

Sobre la moralidad de hacer una historia diabólica: «No tuve ningún problema religioso porque soy ateo (y el contexto judeocristiano es para mí un mito como lo pueda ser el japonés o el navajo), pero incluso si no lo fuese creo que sólo estaría cómodo con una fe embravecida por el conocimiento de uno mismo. Lucifer es el lado oscuro de la psique humana al que todos tendríamos que mirar. Sin embargo, sí me admira que no hayamos generado más controversia escogiendo al diablo como protagonista… aunque puede que los cómics simplemente vuelen por debajo del radar cultural de la mayoría de la gente. Por otro lado, hay una larga y honorable tradición literaria en la figura del antihéroe o incluso en la de un villano protagonista. El Ricardo III de Shakespeare, por ejemplo: es un absoluto bastardo que resulta perversamente atractivo a veces. O Shylock en El Mercader de Venecia, quien pese a su despiadada avaricia resulta más empático que los nobles que lo llevan a la bancarrota y lo humillan. De igual forma, con Lucifer no puedes aprobar lo que hace, pero sí puedes ver de dónde viene el personaje y, en cierto sentido, empatizas con la posición en la que se encuentra. Él quiere ser libre… ¿quién no querría?»

Comentario
Lucifer a la mesa de Destino,
de los Eternos

Sobre la compleja construcción de la narración (y la elección de los narradores): «Me preocupo muchísimo en mis cómics acerca de si tengo que tener un narrador y, en caso afirmativo, si éste debería hablar en primera o tercera persona. Las historias cambian fundamentalmente acorde a quien las está contando, y tengo que entrar un poco en la historia hasta encontrar la mejor perspectiva para contarla. En algunos números he tomado decisiones atípicas al respecto, pero en todos los casos creo que he provisto al lector de la mejor voz para contar la historia (si bien a menudo he probado con más de una antes de decidir). Lo más fácil es el diálogo. Especialmente en esta colección. Nunca he tenido la oportunidad de ser un bastardo semejante en la vida real».

Sobre el trasfondo del tebeo: «Pertenezco a la escuela que dice que el escritor es la última persona a la que deberías preguntarle al respecto, pero para mí, lo más importante en Lucifer es la libertad y hasta qué punto gozas de ella. Lucifer sabe que es la creación de otra persona, un ente limitado, y quiere escapar de esa posición… evadir las cadenas de la omnisciencia de Dios y de su plan. Para nosotros las cadenas son distintas: seguimos ciertos caminos en función de nuestros genes y nuestra educación. Y todos llegamos a un punto en el que queremos ser nuestros propios autores y no podemos, no más de lo que Lucifer puede serlo. No sé si eso es una tragedia o una farsa, pero es una parte fundamental de ser un ser humano. Lucifer no es un ser humano, por supuesto, pero en este sentido representa a cualquiera de nosotros».

El diablo: una aproximación teológica (por Toni Boix)

Atendiendo a la sección de vocabulario de la BCI de l’Associació Bíblica de Catalunya, la Editorial Claret y las Societats Bíbliques Unides, encontramos tres explicaciones relacionadas con el tema que nos ocupa.

Demonio: Según las concepciones antiguas, los demonios son unos seres semidivinos que dominan las fuerzas de la naturaleza. Las religiones mesopotámicas suponían la existencia de numerosos demonios o espíritus, algunos benéficos y otros maléficos. Estas religiones pueden haber influido en las creencias del judaísmo contemporáneo de Jesús, que han quedado reflejadas en el Nuevo Testamento. Aquí, a los demonios o espíritus malignos se les relaciona con algunas enfermedades y con fuerzas diabólicas que destruyen o alteran a la persona humana (Mt 9,32-33; Mc 5,1-14).

Diablo: Este término es de origen griego y traduce la palabra hebrea satán, de la cual deriva el nombre Satanás. Significaba originariamente ‘adversario’ y, especialmente, el acusador o fiscal en un juicio. El Antiguo Testamento imagina que en la corte celestial hay también un acusador que le presenta a Dios las infidelidades de los hombres (Za 3,1-5; Jb 1,6.9) y que ejerce al mismo tiempo el papel de tentador (1Cr 21,1). Paulatinamente el nombre pasa a designar la personificación de las fuerzas del mal. El libro de la Sabiduría identifica a Satanás con la serpiente del jardín del Edén (Gn 3,15; Sv 2,24). En el Nuevo Testamento, el diablo aparece como el adversario de Dios, a quien este concede el ejercer un dominio sobre el mundo (Ap 12,9). La predicación y la acción curadora de Jesús se encaminan a vencer al diablo y a expulsarlo de este mundo (Mt 4,1-11; Mt 12,28 = Lc 11,20; Mc 3,23-26; Lc 10,18). San Pablo lo ve, además, como ejecutor de los castigos que merecen los culpables (1Co 5,4-5; 1Tm 1,20).


Anticristo: Término que significa ‘contrario a Cristo’ y aparece en 1Jn 2,18.22; 4,3; 2Jn 7. Las diversas comunidades del Nuevo Testamento lo consideraban la figura que recapitulaba las fuerzas que se oponían al mensaje cristiano y a la difusión del evangelio por el mundo. En un contexto de preocupación por el fin de la historia, se creía en alguien que estaba a punto de llegar para luchar contra los cristianos, con engaños y falsos prodigios, para evitar así la venida final y gloriosa de Cristo. Ya en los últimos libros del Antiguo Testamento lo habían imaginado como una figura que encarnaba las fuerzas opuestas a Dios; el libro de Daniel lo identifica con Antíoco IV Epífanes (Dn 7; 10-11). Las cartas de Juan relacionan al Anticristo con los cristianos herejes; los evangelios según Mateo y Marcos hablan de «la abominación devastadora» (Mt 24,15 = Mc 13,14); el libro del Apocalipsis nombra «la segunda bestia» o «falso profeta» (Ap 13,11-18; 16,13; 19,20) y Pablo usa las expresiones «Hombre malvado», «el Hijo de la perdición», «el que se levanta contra Dios, «el Malvado» (2Te 2,1-12). Probablemente todos estos términos se refieren a una misma realidad.

En la antigua traducción latina de la Biblia, en Isaias 14, 12 (¡Cómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora!), encontramos la primera aparición del nombre Lucifer en la Escritura. Volvamos a las explicaciones de la BCI: Desde muy atrás, la tradición de la Iglesia ha relacionado esta caída del hijo de la Aurora (la antigua versión latina traduce como Lucifer), que aquí es el rey de Babilonia, con la caída de Satanás. Vease Lc 10,18; Ap 8,10; 9,1; 12,9. Desde la Edad Media, Lucifer se usa como sobrenombre de Satanás.

A partir de estas diversas explicaciones, podemos intuir que la figura del Diablo se introduce en el Judaísmo tardío tras el exilio babilónico de esta comunidad creyente y, a partir de ahí, en el Nuevo Testamento, en el cristianismo y en el imaginario occidental. Si en los principios de la fe hebrea se aceptaba que Yahveh era superior a los dioses de otros pueblos, a medida que sus creyentes van tomando conciencia de las implicaciones de su monoteísmo y de la bondad de su Dios se hace necesaria la entrada en escena de un nuevo elemento que sirva para justificar la existencia de la desgracia, la enfermedad, la muerte y la maldad que enturbia nuestro mundo. Las criaturas demoníacas, y Satanás por encima de todas, sirven a tal fin y devienen figuras alegóricas a veces, otras veces seres con entidad definida. Resulta especialmente destacable ese carácter manipulador y engañoso que se le atribuye a Satán, en la medida en que sus supuestas actividades sirven para justificar esa paradoja inherente a la persona humana que, en ocasiones, nos lleva a desear con desespero aquello que será también la causa de nuestra perdición.

Análisis conceptual

Siempre me pareció que la parábola del hijo pródigo encerraba, pese a no estar exenta de cierta belleza, un trasfondo conceptual enormemente tramposo. En teoría, el hijo que reclama su parte de herencia y parte de casa es un crápula destinado a fracasar y volver a por más, pero siempre me pregunté qué habría pasado si, en lugar de un egoísmo ciego, sus acciones hubieran estado determinadas por una voluntad inquebrantable de independencia; si en lugar de malgastar su dinero, hubiese construido con él una casa más grande que la de su padre, hubiese mejorado lo que recibió y se hubiese hecho, en el camino, digno de haberlo obtenido. Siempre me cuestioné acerca de cuál sería, entonces, su lectura… y siempre llegaba a la conclusión de que tanto el Padre –que en su infinito amor por sus hijos puede llegar a anularlos– como el hijo que permanece en casa –desprovisto del valor necesario para forjarse un futuro propio– resultaban mucho más egoístas que ese hijo que, en su ida y venida con el rabo entre las piernas, no era más que un fracasado víctima de un ambiente familiar excesivamente acomodado. Una persona sin cerebro para construir que, ante el más mínimo atisbo de problemas, no duda en dar pasos atrás.

Empiezo por aquí porque Mike Carey, en su brillantísimo acercamiento al ángel caído por antonomasia, parece recrear conforme a sus propios términos esta parábola, sólo que cambiando el cariz de los personajes. Su Lucifer no es, en el fondo, sino el drama de una familia disfuncional en la que dos hermanos tienen visiones y actitudes contrapuestas frente a un Padre de cuya voluntad no se puede escapar. Pruebas de ello son el enorme desarrollo que adquiere la relación entre Samael y Miguel, revelaciones sobre determinados personajes que es mejor no escribir aquí, y un detalle que por evidente tardamos muchísimo en captar: de todas las mitologías y religiones que Carey fusiona en su particular universo, la cristiana queda fuera. Cristo, como hijo de Dios y Dios mismo, era demasiado incómodo en una ecuación que el guionista siempre planificó como una relación a tres ente Dios y sus dos vástagos preferidos, Samael y Miguel, a través de los cuales se expresa. No hay lugar para Cristo en Lucifer, como tampoco hay lugar para el verso suelto en un poema que tiende a la rima perfecta.

Comentario
Los apabullantes poderes de
un Ángel Caído

Sí hay lugar, empero, para el resto de mitologías y religiones, cuya aparición se refleja en un incontable número de deidades, titanes, monstruos y demonios que vienen a enriquecer un desarrollo argumental que el escritor de la colección estructura bajo la forma de un larguísimo poema épico o, si se prefiere la forma moderna, una saga de espada y brujería con grandes dosis de aventura. En este punto es necesario reconocer que la documentación empleada a tal efecto es abrumadora: no hay prácticamente ningún personaje mitológico que sea invención pura del autor. Así, la hueste celestial bebe más de la angeleología del Libro de Enoc, el gnosticismo y La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine que del Antiguo Testamento y la tradición canónica hebrea (mucho menos el Nuevo); los Lilim fijan su mira en Tolkien; y la vasta galería de secundarios, oponentes y lugares nace de las fértiles mitologías nórdica (Fenrir, Loki, Naglfar, Bergelmir), africana (Abonsam), navaja (Bet Jo’ Gie), griega (Garamas y Gyges) o japonesa (Izanami, Susano, Tsuki-yomi), con contadas concesiones a la angeleología judeocristiana (Sandalphon).

Respecto a Lucifer y sus antiguos acólitos infernales, las referencias principales –y confesas– son muchísimo más clásicas, en tanto en cuanto son las únicas que se basan en el corpus cristiano (popular, habría que añadir): La Divina Comedia (c. 1304) de Dante Alighieri sería la primera, el Matrimonio del Cielo y el Infierno (c. 1790) de William Blake sería la segunda… e, inevitablemente, el Paraíso Perdido de John Milton sería la tercera y más importante. Obra ésta, por cierto, que supone el cimiento básico tanto para el carácter nietzscheniano/randiano de Lucifer como para la estructuración del Averno; que siempre me ha gustado leer en clave inversa (es Lucifer, en su ambición, el que es expulsado de ese Paraíso que es el Cielo y no Adán y Eva del propio); y que contiene citas y pasajes tan emblemáticos como el de «un enemigo vencido por la fuerza sólo es vencido a medias», «mejor reinar en el infierno que servir en el cielo» o –mi favorita– la descripción de la caída de Lucifer: «A Satán el Poder Omnipotente/ arrojó de cabeza envuelto en llamas,/ en horrorosa combustión y ruina,/ de la mansión eterna a la insondable/ Perdición, a vivir allí en cadenas/ irrompibles y el castigo del fuego,/ por armarse contra el Omnipotente./ Nueve veces el espacio que mide/ el día y la noche de los hombres/ yació vencido, con su horrenda turba,/ revolviéndose en el ardiente golfo,/ confuso aunque inmortal» [aquí en inglés].

Comentario
Samael y Miguel

Volviendo al principio, ahora el lector podrá responder cómo es posible que el villano del plan cósmico, el hacedor de tantas maldades, sea a un tiempo tan carismático como atrayente: sencillamente, porque no es intrínsecamente malvado… sólo es un individualista impenitente que tiene bien claro que en esta vida todos estamos solos y todos tenemos que ganarnos lo que somos, sin esperar nada de quien nos trae al mundo y, también, sin pedirle tampoco gran cosa. Lucifer nos cae bien porque nos recuerda que el destino del hombre es volar, algún día, libre y sin ataduras… consciente de quién es, tal vez agradecido por su vida y sus dones, pero sin postrarse ante nada ni nadie. Nos cae bien porque su conocimiento es su tesoro; su único dios, la libertad; su ley y su fuerza, la independencia; su única patria… la voluntad.

Análisis técnico

A nivel compositivo, la página prototípica en Lucifer es de una construcción totalmente funcional. La viñetas suelen aparecer en un número de 5-6 por página, suelen ser por regla general cuadrangulares (rectangulares verticales, cuadradas, en menor medida panorámicas) y de tamaños muy variables en función del ritmo que el guionista desease imprimir a la lectura y de lo que encuadren. Respecto al espacio interviñeta, cuando aparece, suele ser de colores llamativos –amarillos, celestes, naranjas– de forma que visualmente potencian el enmarcado de las viñetas… en cualquier caso, suele ser igualmente frecuente que desaparezca, especialmente si los márgenes también lo hacen y el dibujo va «a sangre». Por otra parte, no suele haber lugar para efectismos (salvo rotundas splash-pages simples y dobles) ni para una excesiva experimentación, si bien las superposiciones de diversa índole están muy desarrolladas a lo largo del tebeo: bien de forma que una retícula de viñetas aparezca sobre una imagen de fondo, bien de forma desordenada para darle complejidad y ritmo a la lectura, bien con fines estéticos. Sea como fuere, no puede hablarse de «reglas» en colecciones tan largas: en diversos números autoconclusivos sí hay dosis de experimentación, y en determinados arcos argumentales –con Encrucijada a la cabeza– hay una ruptura de esta normalidad expresiva con, por ejemplo, viñetas de bordes sinuosos o imitación de pinturas rupestres (justificadas ambas argumentalmente).


Variabilidad en la composición de página

Dejando eso de lado, lo más llamativo a nivel formal son unos recuadros para texto de apoyo cuyo uso está muy desarrollado en base a los particularismos de Carey a la hora de escribir. Y es que el británico usa (algunos dirían que abusa) la narración en primera persona, con el fin de condicionar los acontecimientos, de una manera que a muchos nos parece brillante y a otros tantos, cargante. Llevaba razón el autor cuando refería en el apartado correspondiente que lo más sencillo en Lucifer eran los diálogos, ya que lo que aporta complejidad y capas a la lectura es este recurso que acabamos de mencionar. Alérgicos a los cómics premeditadamente difíciles abstenerse.

Respecto al dibujo, decir que el equipo regular compuesto por Peter Gross y Ryan Kelly trasciende cualquier simbiosis creativa entre dibujante y entintador hasta el punto de que ambos suelen aparecer acreditados como «artistas» sin que quede clara su función. Kelly lo explicaba así: «Peter trabaja muy cerca de Mike Carey. Crea el aspecto de los nuevos personajes y ‘rompe’ el guión en una composición abocetada de las páginas a partir de las cuales se puede trabajar. Entonces, Peter las imprime agrandadas en su Epson 2200 con las líneas a color azul y en un tamaño adecuado para trabajar en una mesa de estudio. A partir de ahí, yo me encargo de ‘finalizar’ el trabajo, lo que quiere decir que uso brevemente el lápiz sobre la línea azul y después entinto. Mientras que finalizo, Peter me ayuda y entinta alguno de los motivos figurativos más importantes, así como lo que vaya viendo bien hasta que acabamos la página. Honestamente, cualquier página de Lucifer que veas puede estar en un 80% terminada por mí o en un 80% terminada por Peter. ¡Adivíname esto, Batman! Uhm, espero que no me peguen un tiro mañana por sacar a la luz secretos comerciales».


El trabajo de Gross y Kelly sin colorear

Una vez aclarado este asunto, diré que el acabado del proceso creativo es tan bellamente artesanal como nos indica su gestación: las formas de todos los personajes son enormemente estilizadas, y su identidad facial reconocible y muy conseguida a base de una línea media-fina, continua y poco profusa que tiende a la angulosidad y a una cierta desproporción volumétrica (que a su vez confiere una graciosa incoherencia buscada al aspecto de los personajes). Esto, claro, se aplica a los que poseen rasgos humanoides, ya que los monstruos y criaturas que pueblan las páginas de la colección están tratados al mismo nivel de detalle que evidencian los ropajes, armas o escenarios: sencillamente demencial (Kelly es, vocacionalmente, quien se ocupa de estos menesteres la mayor parte de las veces). A todo ello se suma un inteligente entintado de uso lumínico pero también expresivo (y psicológico), y una rica paleta de colores a cargo de Daniel Vozzo con uso predominante de colores cálidos y muy plásticos, generalmente en ligeros gradados.

Finalmente, el trabajo de Dean Ormston cuando sustituye a Gross y Kelly resulta de una calidad algo inferior y, hasta cierto punto, anticlimática. La personalidad gráfica de los protagonistas es muy acusada, y Ormston tiende a la deformación, adelgazamiento y alargamiento de los mismos en combinación con unos volúmenes inadecuados, unos ojos ovalados prácticamente hechos en serie, y un empleo algo molesto de la línea ultrafina para rasgos faciales.


Ejemplo del trabajo de Ormston

Ya para terminar el apartado, toca hablar de las portadas. Las de Christopher Moeller (portadista regular durante la mayor parte la colección) son piezas deliciosas, con una mezcla perfecta de carácter etéreo, fresco moderno y habilidad compositiva. Las de Kaluta, por contra, dejan mucho que desear por el abigarramiento compositivo y por un estilo que nunca casó muy bien con el tono de la serie. Suerte que se ocupó de pocas y que lo hizo hacia el final. Juzgue el lector mejor que yo…


Portadas para Lucifer #17, #27 (ambas de Moeller)
y #66 (Kaluta) USA

Valoración personal

Cuando Mike Carey comenzó en el año 1999 este Lucifer no lo tenía precisamente fácil, ya que en su contra se alzaban dos de los hándicaps más duros de toda la historia del Noveno Arte en general y de Vertigo en particular: estar a la sombra de la monumental The Sandman y hacer frente al prejuicio de que todo producto derivado de una gran obra es un sacacuartos sin apenas virtudes. Del primer reto sale más que airoso: su Lucifer es una obra que recoge toda la esencia literaria de The Sandman sin imitarla, sustituyendo el trasfondo lírico y metafísico por uno de corte mucho más épico; más pegado a la fantasía de espada y brujería pero con espacio para el intimismo y la emoción. Si The Sandman tenía de Alan Moore cierta condición etérea connatural a lo perdurable, Carey reviste a sus creaciones de una carnalidad terrenal como pocas se ha visto en el cómic… Samael y sus compañeros de viaje no desprenden ese halo frío e inalcanzable que los Eternos sí demandaban, sino que sufren, mueren y anhelan. Su lucha en pos de la individualidad, de la independencia, es el reflejo mismo del hombre y, como tal, la sentimos mucho más próxima.

Respecto al segundo… digamos que la colección es la que debería romper con ese prejuicio. Lucifer en The Sandman era como la semilla extraída del fruto de un árbol centenario que, sin pretenderlo, acaba teniendo un esplendor similar al de su progenitor. Parece creada para expresar en el mundo del cómic lo mismo que su protagonista en el teológico: la capacidad de un ser de trascender a sus creadores, de independizarse de ellos y de no tener la necesidad –pese a que aquí lo estamos haciendo– de ser comparado con ellos. Cierto es que tarda en arrancar: tanto la miniserie como los primeros números parece que van con un molesto piloto automático, pero a partir del final de tercer tomo y tras el comienzo de La Divina Comedia el lector afirmará, sin duda, que está ante la mejores colecciones que jamás ha tenido el gusto de leer.


Porque, en efecto, Lucifer tiene cuerpo y esencia propios: posee todo lo que un cómic fantástico debería contener, sabe perfectamente de dónde viene y a dónde va a nivel argumental, sus historias están entretejidas con una sabiduría propia de un maestro, las triangulaciones de los numerosos bandos y personajes que pueblan el tebeo (puede que uno de los más complejos en este sentido) son perfectas, y sus números autoconclusivos son de una belleza abrumadora. Desde el propio Diablo hasta el más mínimo de los seres que pueblan su universo, todo son aciertos: la rudeza leal de Mazikeen, la inocencia de Elaine Belloc, el contrapunto entrañable de Gaudio… hasta pequeños seres de aparición puntual nos rozan, con cuidado, el alma (quien no se conmueva con Thole, el tejedor de cristal de sentimientos, no se encuentra entre los vivos). Tal vez, y como único fallo, estaría que nunca nos queda claro de qué son capaces los protagonistas, cuál es el límite de sus poderes o, simplemente, en qué consisten los mismos. Un pequeño desliz despreciable que, sin embargo, está tan bien embellecido que no llega a percibirse como carta blanca para los deus ex machina del guionista.

Por todo ello sería justo terminar diciendo que, si el lector se aproximó al sello Vertigo en su tiempo para leer grandes, grandísimas historias cerradas destinadas a un público netamente adulto no debería perderse Lucifer. Si lo hizo por otros motivos, ya sea la búsqueda del genial retrato de las emociones humanas que suele imprimirse en las colecciones de la línea o el gusto por el despliegue de un mundo fantástico rico y cohesionado, tampoco debe perdérsela. Y si, simplemente, nunca ha leído nada de Vertigo o piensa que los cómics son para niños, es una de las mejores formas que tiene de engancharse –en el primer caso– y de cambiar de opinión –en el segundo–. Terminaré pues describiéndola con una sola palabra: imprescindible.

Páginas recomendadas


Monumento del Ángel Caído
(Madrid)

  • Y damos paso a las entrevistas… de Mike Carey tenemos muchísimas y muy variadas: una magnífica en Forbidden Planet (con traducción de Entrecomics), otra descomunal de tres partes en Comic Book Resources (1, 2 y 3)… y después, otras de carácter menor: en Sequential Tart, de nuevo en Comic Book Resources (aquí, aquí, aquí, aquí y aquí), en Slush Factory, en Matrix Magazine y en Comics Bulletin. Tras este aluvión, seleccionaremos las entrevistas más interesantes a propósito de la obra realizadas a Ryan Kelly y Peter Gross. Información que no falte.
  • Terminamos esta ronda de enlaces, como no podía ser de otra forma, con un poco de bibliografía básica sobre nuestro estimado Diablo: el artículo sobre Lucifer en la Wikipedia inglesa está muy trabajado, así como el dedicado al propio Diablo en general (este último con multitud de enlaces interesantes, entre los que destaca el de Satán). Sin embargo, a cualquiera que busque profundizar en el tema le sería más rentable buscarse un buen libro. No es fácil encontrar una bibliografía rigurosa y fundamentada sobre el tema y que obvie las implicaciones folclóricas y supersticiosas, pero aún así vamos a dar un puñado de recomendaciones.

Probablemente el mejor texto para el lector no iniciado sea el libro Breve Historia del Diablo, de Georges Minois, editado por Espasa y que aúna rigor histórico y concisión. Si se desea ir más allá, lo mejor es la pentalogía de Jeffrey Burton Russell, aunque tiene un gran problema: sólo dos volúmenes (El Diablo y Lucifer, sobre los orígenes del mito y su desarrollo en la Edad Media respectivamente) están editados en castellano, y la editorial Laertes descartó publicar el resto debido a las bajas ventas. El resto (Mephistopheles, The Prince of Darkness y Satan) sólo se pueden encontrar en inglés editados por la Universidad de Cornell. Dejando de lado esas aproximaciones, lo que resta es recomendaros tres clásicos: La Biblia, en una buena edición comentada; Los mitos hebreos (de Robert Graves y Raphael Patai); y por supuesto El Paraíso Paraido de John Milton (a ser posible con las magníficas ilustraciones de Gustave Doré, algunas de las cuales nos deleitan a lo largo de este texto).

Última actualización de este artículo: 15 de marzo de 2012

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David Fernández
24 abril, 2009 8:16

Un artículo sencillamente impresionante, José: ameno, muy completo y exhaustivo. Sabes que he picado con esta serie gracias a tu recomendación, y tras disfrutar con el primer tomo (el recientemente reeditado por Planeta) la espera se me está haciendo eterna. Especialmente destacable el planteamiento de Carey, que deja al lector con ganas de más, y Scott Hampton, quien una vez más realiza un trabajo para quitarse el sombrero.

Un saludo y enhorabuena!

Ort
Ort
24 abril, 2009 9:37

Qué gran artículo y qué gran serie Lucifer, probablemente una de la mejores de la historia de Vertigo y, desde luego, el mejor spin-off de Sandman. Lástima que Carey esté un tanto subvalorado.

Raúl Martin
Lector
24 abril, 2009 10:09

Me ha gustado mucho el artículo José. Lo encuentro muy esmerado, profesional y completo. Yo en su momento no “entré” en la serie porque la miniserie no me convenció. Ahora, tras el mito creado en torno a esta colección y tras los elogios que brindas, no me la voy a perder por nada del mundo.
Por lo que dices, Carey desplegó una historia épica y muy bien documentada. Esperemos que vuelva a mostrar estas virtudes en The Unwritten (su nuevo proyecto). Por lo que he podido leer de esta nueva obra,  parece ambiciosa. Así que espero que alcance los niveles de Lucifer. Porque aunque Crossing Midnight está muy bien, no encuentro que alcance en gran nivel que tu comentas en este artículo que llegó a poseer Lucifer.
Una pregunta, ¿la inmersión en la cultura japonesa que el guionista despliega en Crossing Midnight comienza precisamente en Lucifer, verdad?

menglo
menglo
Lector
24 abril, 2009 10:38

Un grandisimo articulo Jose.

Ort
Ort
24 abril, 2009 10:49

Por cierto, ¿alguien ha  leído God Save The Queen, la novela gráfica sobre Titania de Carey y John Bolton? ¿Qué tal está?

Ulex Ryu
Lector
24 abril, 2009 12:16

Muy buen artículo, aunque yo hubiera puesto un grabado menos, y en su lugar hubiera colgado una foto de la estatua dedicada al ángel caído que hay en el parque de El Retiro de Madrid (única estatua dedicada al mismo en el mundo)

sputnik
Lector
24 abril, 2009 12:26

Vaya animalada artículo. ¿Cómo se puede currar tanto por amor al arte?
Nunca he leído Lucifer pese a lo que me atrae el personaje, porque nunca tuve oportunidad de hacerme con toda la serie. 

Marco Nunan
Marco Nunan
24 abril, 2009 13:11

Un gran artículo. Extenso, detallista, educativo y ameno. Lucifer era una serie que no me llamaba demasiado, pero vistos los temas que toca y trata, creo que le daré una aportunidad, aunque prefería leer antes The Sandman (alusión a planeta), que es la serie madre y estoy harto de escuchr sus excelencias sin poder adquirirla decentemente.

Dr. Mabuse
Dr. Mabuse
24 abril, 2009 13:20

GRACIAS que gran artículo mas ganas (si cabe) de que continuen con la serie porque si el primer arco es el más flojo a mi me ha encantado…
Ulex  Ryu creo no equivocarme cuando digo que en el cementerio de Comillas (Santander) hay una preciosa efigie del Angel Caido. Un saludo.

sputnik
Lector
24 abril, 2009 13:51

El de Comillas es el angel exterminador, no el caído xD

kaosbaggins
Lector
24 abril, 2009 13:51

EXCEPCIONAL el articulo, de los de guararse y paladearlo

me eganche a la serie desde seis cartas sobre la mesa, y fue un estupndo viaje, de los que da pena terminar
desde entonces pruebo casi todo lo de Carey

Dr.Mabuse, si te refieres a la estatua de comillas que creo (en pie con las alas en alto y la espada apoyada en el suelo), no se trata de lucifer, sino de gabriel que ha expulsado precisamente a lucifer al infierno tras la batalla del cielo
http://www.flickr.com/photos/susanastur/3361438878/

Ulex Ryu
Lector
24 abril, 2009 13:53

Según Google (poseedor de la verdad absoluta) me he colado, la de Madrid es la única en Europa (¡a 666 metros sobre el nivel del mar!), habiendo otra en Cuba y otra en Ecuador.

De todas maneras, si hay una en Santander, seguro que es muy bonita, y merece ser publicitada y vista.

Dr. Mabuse
Dr. Mabuse
24 abril, 2009 14:11

Si es el Angel exterminador de Llimona  el qué te da la bienvenida en el cementerio. Mi frágil memoria luego se dió cuenta. Pero a  mi me lo
 explicaron como que era el diablo…
Buscando dice que es Abbadon uno de los angeles de las plagas de Egipto.
Por cierto el de Madrid es una pasada 😉

beto
beto
24 abril, 2009 15:39

Felicitaciones por el articulo, pero saben si es que Planeta piensa completar los números restantes de Lucifer??? …Es que conseguir los números de Norma pues como son algo complicados.

Gracias

Clavos
Clavos
Lector
24 abril, 2009 16:16

Otra enhorabuena más a sumar, José. Gran artículo para una gran serie, que aún así pienso que está un poco olvidadilla y subvalorada con respecto a otras más mediáticas, por la mera razón de ser un spin-off (cosa que casi que no es porque la serie se sostiene sola).
Yo cometí el error de comenzar a leer la serie con La Divina Comedia, el primer tomo de Planeta, y la verdad es que no me enteraba de nada; multitud de personajes que no se me habían presentado, muchas tramas hilvanadas entre sí  y una compleja carga cultural e intelectual que me apabulló bastante. Pero aún así me pareció tan fascinante que seguí leyendo la seríe hasta El Lobo Bajo el Árbol, momento en que la dejé voluntariamente hasta que aparecieran los primeros volúmenes para así enterarme de dónde venían muchos personajes y el por qué de sus actuaciones para que así el tramo final de la serie no me pareciese cojo o descafeinado.
Y nada, ahora ya tengo El Diablo a las Puertas y espero que mi nueva lectura sea aún más satisfactoria de lo que fue la primera.
Me a mí que sí…

curioso
curioso
Lector
24 abril, 2009 17:04

si es que nuestro Jose nunca falla con sus artículos.
   … vale, confieso que he pecado. nunca he seguido the sandman ni Lucifer. ni pensaba hacerlo… pero es q después de leer el artículo uno no puede si no pararse apensar: pero q carajo hago yo sin tener este comic.
en fin.  a por él de cabeza.
saludos demonios!

Toni Boix
24 abril, 2009 20:05

Yo fui de los que, tras lo primero publicado por Norma, decidí no seguir la colección. Veo que eso es algo que tendré que enmendar.

conan_desatado
conan_desatado
Lector
24 abril, 2009 21:24

Esta es otra colección que hace tiempo que me interesa, pero tengo una pregunta, si me hago la colección que vende Planeta, pues veo que le faltan números hasta el 24 ya comprendido en la Divina Comedia me pierdo hilo argumental, más que nada por el lío de cómo se publica en España. Aunque estoy dudando de hacermela, porque los tomos de SANDMAN me parecieron algunos muy densos, es similar este Lucifer?

Y otro asunto a ver si José me lo puede aclarar: Iban a publicar un nuevo recopilatorio de los Invisibles para Abril? gracias de antemano

Raul Lopez
Admin
24 abril, 2009 21:45

Tu ganas José en mi próxima visita a la librería cae el primer tomo recopilatorio 😉

Ziggy
24 abril, 2009 22:12

Felicitaciones, un trabajo realmente bien elaborado y completo que no solo invita a la lectura de un excelente tebeo ( que he tenido la suerte de leer los primeros capítulos) sino que propone una reflexión más profunda sobre nuestras propias personas.
Mis parabienes José (Y a terminar de leer esta serie).

Phantomas
Phantomas
Lector
24 abril, 2009 22:23

Pues nada que no hayamos hablado ya José, que yo fui otro de los que no se hizo la serie en su día porque renegaba de cualquier spin-off de Sandman, y que por tus recomendaciones he probado con el tomo de Planeta.

De momento, sabes que me ha parecido entretenido pero no una obra maestra, pero esperare a llegar al tercer tomo para ver como cambia la serie de ritmo y se convierte en esa serie imprescindible que dices.

Por lo demás, pues apunta otra felicitación por el articulo 😛

Clavos
Clavos
Lector
25 abril, 2009 12:37

Espero que no se olviden en Planeta que tienen que ‘rescatar’ los 3 números que no aparecieron en La Divina Comedia al estar ya editados por Norma. Lo suyo sería (y lo más lógico) que los incluyeran en el tomo inmediatamente anterior, ‘Escarceo con los condenados’, aunque este quede así bastante tocho al contener 10 u 11 número.

pequeño rondador
pequeño rondador
25 abril, 2009 15:45

tío, absolutamente apabullante el artículo…
me ha encantado la parte donde hablas de la figura del hijo pródigo y el liberarse del peso de la herencia… profundo, con muchas reminiscencias del psicoanálisis.
enhorabuena, de verdad! 

curioso
curioso
Lector
25 abril, 2009 19:11

si,  me ha picado la curiosidad por este Lucifer, y de cabeza a comprarlo.

aunque el genero negro sea mi preferido, también veo obras de otros generos de mucha calidad y muy interesantes, asi que no puedo descartarlas, y menos tras leer articulos como este donde.

ey, el tomo 100 balas sucio lo he comprado esta mañana. por los pelos, porque solo quedaba un ejemplar. y…. sorpresa, me iusiona leerte en los comics jose, siempre es una sorpresa! aunque no se si es error de mi ejemplar, pero en la contraportada dice q también hay introduccion de eduardo risso y yo no la veo. aunque con la tuya es suficiente, pero no sé si es por error o es q al final no la incluyen.

saludoooooss. también comprado Lucifer, a falta leerlo, pero tras ojearlo pinta la mar de bien. incluso vi figura del personaje en mi tienda comics y cuando nates me pasaria desapercibida, ahora le reconocí, la figura de LUcifer. pero por el momento con el comic era suficiente. 

Elenthir
25 abril, 2009 22:22

Un magnifico artículo, genial y completísimo. Yo me compre los de Norma hace ya unos años, sin haber leído The Sandman y porque quería algo «más adulto» que lo que leía en esos momentos, después de tu artículo nadie lo duda, pero me parece un cómic excepcional, que acepta múltiples lecturas aunque a veces resulte muy densa la trama.

Enhorabuena José!

Cannonball
Cannonball
26 abril, 2009 11:11

El artículo está genial, como siempre, aunque a Lucifer aún no le he hincado el diente así que no puedo valorar (ya sabes, Sandman es mi gran asignatura pendiente :P).

kiosh
kiosh
7 octubre, 2009 23:01

No me cabe la menor duda de que este es el mejor artículo sobre un comic que he leido en mi vida.

FELICIDADES.