Dirección: Ridley Scott
Guión: Steve Zaillian (Historia: Adam Cooper y Bill Collage)
Música: Alberto Iglesias
Fotografía: Dariusz Wolski
Reparto: Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, Emun Elliott, John Turturro, María Valverde, Anton Alexander, Indira Varma
Duración: 140 minutos
Productora: Scott Free Productions / 20th Century Fox
País: Estados Unidos
El cambio de siglo supuso para el director de origen británico Ridley Scott un importante acicate y cambio de tendencia en su carrera, el inesperado éxito de Gladiator, a día de hoy la película más taquillera de su filmografía, marcaría el devenir y tono de sus futuros trabajos. De esta manera, el firmante de Los Duelistas, Alien, Thelma & Louise o La Teniente O’Neil, entraba en su etapa más comercial y se abonaría con decisión a las producciones de gran presupuesto. Los primeros productos de este cambio de paradigma, como Hannibal o Black Hawk Derribado, fueron recibidos con cierto gozo e indulgencia en honor al pasado del cineasta pero, en los últimos años, Ridley Scott no ha dejado de recibir bofetadas de la crítica especializada como responsable de El reino de los cielos, Robin Hood, Prometheus o El Consejero. No se puede decir que estas hayan sido precisamente un fracaso, pues el público ha respondido a ellas, en mayor o menor medida, pero han conseguido convertir en terrenal la figura de un director antaño tocado por los dioses.
En su calidad de prestigiador del fotograma parecía haberse ganado el derecho a hacer cualquier cosa en el mundo del cine después de habernos hecho desear soñar con poder ver brillar esos Rayos-C cerca de la puerta de Tannhäuser, como explicaba Roy Batty en ese clásico atemporal de Blade Runner, o hacernos comprender y sentir que en el espacio nadie podría oír nuestros gritos como descubriría la Teniente Ripley en la ya mencionada Alien. Pero, a pesar de todo, si hay algo que se mantiene muy fresco en la cinematografía de Ridley Scott es su innata voluntad por la diversificación, incapaz de casarse con ningún género en su trayectoria ha abordado todo tipo de propuestas que van desde la ciencia ficción a la comedia romántica y desde el thriller neo-noir al cine épico y de aventuras.
Estos últimos pueden hacer sido los más socorridos en la filmografía actual del director que en su interés por los relatos de corte histórico, con las licencias habituales del cine hollywoodense, nos ha llevado ya por la antigua Roma, por la época de las cruzadas y también nos ha dado a conocer pasajes y personajes no tan conocidos de nuestra historia contemporánea. En su última película Ridley Scott nos lleva más lejos de lo que anteriormente lo había hecho, al antiguo y siempre mágico Egipto, para narrarnos en clave de peplum clásico uno de los pasajes bíblicos más espectaculares y conocidos por el gran público. En Exodus: Dioses y Reyes volvemos sobre los episodios del Antiguo Testamento que nos hablan de la búsqueda de la Tierra Prometida por parte del pueblo elegido centrándose en la lucha bipolarizada entre el profeta y libertador Moisés, en este caso con los rasgos de Christian Bale, y su némesis encarnada en el todopoderoso faraón Ramsés II, rol asumido aquí por Joel Edgerton, en sus distantes y contrarias posiciones sobre la libertad de los esclavos judíos. La misma historia que el productor y también director Cecil B. DeMille nos contaría en 1923 en su versión muda en Los diez mandamientos y que él mismo recuperaría en 1956 en el famoso remake con el duelo estelar de Charlton Heston y Yul Brynner.
Esta nueva interpretación, cuyos exteriores tienen cierto sabor patrio al haberse rodado en las localidades de Almería y Fuerteventura, viene avalada por 20th Century FOX y cuenta con el trabajo en el guión de Steven Zaillian (La Lista de Schindler, Misión Imposible o Gangs of New York) que ya ha trabajado anteriormente con Ridley Scott en los libretos de Hannibal y American Gangster. En el reparto, acompañando a Christian Bale y Joel Edgerton, tenemos a Aaron Paul en uno de sus primeros papeles destacados en la gran pantalla, John Turturro, Ben Kingsley, Sigourney Weaver o María Valverde en su debut en Hollywood. La sintonía española también se traslada a la banda sonora compuesta por Alberto Iglesias, habitual del cine de Pedro Almodóvar y nominado al premio Oscar por su participación en producciones como El jardinero fiel y El Topo. Por supuesto, un filme de estas características no ha tardado en levantar las suspicacias de los sectores religiosos más conservadores, sobre todo a raíz de algunas declaraciones que hablaban de que Exodus: Dioses y Reyes podría alejarse en cierta manera de las Sagradas Escrituras y ofrecer una visión diferente de sus personajes y acontecimientos. ¿Pero aporta realmente algo nuevo Ridley Scott a esta historia por todos conocida?
Pues se podría decir que sí pero ya sabemos que no todo lo nuevo resulta necesariamente bueno y, al menos en el cine, siempre vale la pena poner nuestras opiniones en cuarentena. La propuesta de Ridley Scott es una jugada similar pero no igual a la de Darren Aronofsky y su Noé, una película que sin complejos y con una fresca espiritualidad New age recurría a mezclar fantasía épica y relato intimista para ahondar en la vertiente más psicológica de su historia universal. En Exodus: Dioses y Reyes, palpamos como en ella el conflicto con Dios, vemos los grises de un relato donde ya no hay tanto buenos y malos como personas llevadas por sus extremistas ideas y sus furibundas creencias. Pero este acercamiento al mito carece de unos matices sólidos, en lugar de asumir su carácter de ficción histórica nos intenta ofrecer una explicación racional y verosímil del conflicto que acaba desembocando en una plasmación «pseudocientífica y temperamental» casi más difícil de creer que las fuentes en las que se basa. En su primera parte Exodus: Dioses y Reyes se limita a seguir el esquema argumental de Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille, oscurece la fotografía, mueve situaciones de lugar y las narra desde perspectivas dispares pero no deja de ser una versión resumida del clásico sin aportar grandes novedades y, por contra, mostrando un comportamiento más simplista y errático de sus personajes.
En esta primera parte ya podemos apreciar un grave problema de la película porque aunque la referencia parece ser Cecil B. DeMille, más que la voluntad de reinterpretar la premisa de partida, no muestra ni mucho menos la facilidad del cineasta estadounidense para la caracterización. Esto lleva a Ridley Scott a intentar suplir con una generosa intensidad y huida hacía delante el estropicio realizado con una galería de personajes plana y aséptica que se ceba especialmente con su grupo de secundarios del que nadie logra destacar debido a una carencia en el guión de Steve Zaillian que no les otorga ningún peso y relevancia específico en el filme. De esta manera, papeles como el de un voyeurista Aaron Paul o una pérfida Sigourney Weaver son una mera anécdota, otros como los de Ben Kingsley o Golshifteh Farahani cumplen un rol meramente informativo o incluso ornamental como ocurre con la segunda que se encarga de interpretar a Nefertari y como muchos otros de sus compañeros de reparto tiene una presencia testimonial y una insatisfactoria tendencia al monosílabo. Nada hace sombra a Christian Bale y Joel Edgerton, ni siquiera John Turturro que como Seti I se supone mentor de los dos y goza de algún minuto más en pantalla, y esto aunque pueda tener su lógica no deja de empobrecer y restar fuerza y carisma a su coprotagonismo caracterizado por la corrección de uno y la sobreactuación del otro.
Es la segunda parte de la historia la que realmente interesa a Ridley Scott, en la que intenta enmendar la plana a su compañero Cecil B. DeMille y que empieza con el exilio de Moisés, una figura sin el asociado halo de santidad e integridad de versiones precedentes. El profeta portador de la palabra de Dios y capaz de realizar milagros en su nombre con un simple báculo se convierte aquí en un hombre que no renuncia nunca a las armas, un soldado que a regañadientes sigue los designios de una entidad cruel, violenta y vengativa con forma de niño repelente aparentemente fruto de su propios delirios y su cabalgante esquizofrenia. El papel de Christian Bale réplica e interpela de cara a cara al crédulo y visceral Ramsés materializado en la persona de Joel Edgerton entrando así en una espiral de violencia reflejada en un guión no carente de ironía y con una no menos tramposa ambigüedad que juega a ser al mismo tiemp una crítica a la religión, una radiografía del fanatismo o incluso una traspolación socioeconómica a la actualidad y una lectura política del eterno conflicto árabe-israelí. Esto último lo podemos intuir en escenas como en la que Ramsés razonando con un Moisés fuera de sí haciéndole ver que renunciar a los esclavos sería poco más que un suicidio económico para el país o cuando el segundo expone como estrategia el hostigamiento de la población civil egipcia para reclamar la atención de sus dirigentes.
En este punto se ponen las cosas peliagudas, las plagas entran en acción y Ridley Scott nos ofrece una hipótesis supuestamente científica a las mismas, con explicaciones adicionales de uno de los personajes secundarios para los espectadores más despistados, pero aunque esta argumentación sobre la naturaleza de estos males narrados en el Antiguo Testamento ha sido planteada por muchos expertos -de esto mismo hablaban hace unas semanas en el programa radiofónico Los misterios nos miran– la manera de narrarlas en Exodus: Dioses y Reyes no sólo resulta por momentos confusa sino que en su exageración de estos por el uso abusivo de los efectos especiales y la aleatoriedad a la hora de reflejar las reglas de algunos fenómenos físicos sumado a esa tramposa ambigüedad que comentábamos y que sobrevuela el filme hacen que sean casi más increíbles y fantásticos que las presentes en la «versión canónica». Pronto nos encontramos en una producción en la que la suspensión de la credulidad se hace farragosa por el deficitario balance entre las pretensiones de la historia y sus propias contradicciones. Todo ello sin contar algún pasaje con explosiones que casi podrían estar firmadas con orgullo por Michael Bay, batallas en las que las lluvias de flechas, como ya pasaba en Gladiator, parecen más disparos de láser de las naves de La Guerra de la Galaxias y un esperado clímax en el Mar Rojo que podría ser un velado homenaje a la serie B de Sharknado pues, aunque no juntos y revueltos, contamos también con tornados y tiburones.
No hablamos ya de errores históricos, pues al fin y al cabo esta es la adaptación de un pasaje bíblico ligado a la construcción indentitaria y política del pueblo judío con una base histórica a la que obviamente hay que coger con pinzas, pero no estaría de más que las producciones hollywoodenses se esmerasen mínimamente en sus reconstrucciones y evitasen errores innecesarios como en el presente caso ver a Seti I siendo enterrado en el Templo de Abu Simbel que fue mandado construir posteriormente por Ramsés II no para su padre sino para sí mismo, una muestra de su poder y conmemoración a sus victorias militares en Siria, Libia o Nubia. Pero admitiendo estas y otras muchas licencias, también presentes en otras versiones antiguas y, en general, en el cine de corte histórico, las buenas ideas e intenciones de Ridley Scott, ciertamente desganado en la dirección, se quedan en poco más que un esquizofrenia colectiva y se acaban ahogando junto a la historia de un Moisés mal narrada y planteada. No está muy claro cuál es el mensaje primordial que intenta transmitirnos el filme de Ridley Scott, no tiene la lucidez y la fuerza de las ideas exhibidas por Darren Arofnoski en la mencionada Noé, ni la sutileza de la narrativa de Cecil B. DeMille en Los diez mandamientos, ni siquiera el ligero y sencillo sentido del espectáculo de la versión animada y musical de El príncipe de Egipto de Dreamworks.
Review Overview
Dirección - 5
Guión - 5
Reparto - 5
Apartado visual - 7
Banda sonora - 6
5.6
Valoración Global
La interpretación de la historia bíblica de Moisés realizada por Ridley Scott propone una revisión que partiendo de una base sugestiva acaba resultando en un esquizofrénico y pseudocientífico relato, extremo y exagerado como sus personajes, con una artificiosa y tramposa tendencia a la contradicción y la ambigüedad.
No decían que christian bale siempre escogía bien sus papeles? Bueno desde que vi a blancanieves (kristen stewart) en pleno campo de batalla, me espero cualquier cosa.
Yo en el papel de Moises veia mas a Francisco Marhuenda, no se, me da mas el tipo. Eso si para el de Ramses lo han clavado, Yul Brinner debe estar tirandose de los pelos.
Ramses es el tio Owen recién salido de un bar de ambiente de Tatooine.
o de un concierto de right said fred: https://www.youtube.com/watch?v=39YUXIKrOFk
¿adivinan que comentarista -más o menos-habitual de ZN participó en un casting para hacer de Extra en esta peli?……………y no lo cogieron.
hay que huir de esta película como si fuera una de las plagas bíblicas que muestra. Qué cosa tan mala. Apenas hay nada salvable en ella.
Yo creo que, más que los Diez mandamientos, Scott tenía en mente hacer una versión adulta de El Principe de Egipto. Pero aquella peli animada fue muy buena y ésta es lo peor.
Si se hubieran decantado por hacer una versión realista de la historia, habría estado interesante, pero como bien apunta Jordi, al final no se atreven a ahondar en la idea de un Moisés fanático terrorista del que no sabes si habla con dios o está loco. Rompen el realismo para caer en el lado de lo fantástico y te quedas con una película contradictoria y confusa.
Luego de ver la infumable Noé, la terrible Pompeya. La porquería de la secuela de 300. No podía esperar nada de éxodo.
Hollywood perdió el rumbo. Mejor que se enfoqué en mierdas más aceptables como las películas de superhéroes.
La pelicula es pesima, lo peor sin duda la actuacion de Joel Edgerton como Ramses es lamentable estando todo el tiempo como perdido, el personaje de Nefertari desaparece por completo y la esposa de Moises siendo una mujer fuerde y de caracter en las versiones anteriores pasa a ser un maniqui mas.
Aqui lo que creo esta mal:
La forma en que descubren la identidad de Moises y la importancia que le dan al personaje que lo delata.
La forma en que llega al poblado donde conoce a su esposa y se casa, practicamente llega y se casa sin pasar apenas tiempo cosa que no sucedia en la otra version.
En serio pueden los esclavos organizarse, forjar armas, entrenarse (hasta caballos tenian) sin que ningun romano lo note y tan preocupados que estaban los egipcios con su rebelion.
Las plagas a las cuales les intentan dar una explicacion cientifica y de un momento a otro se abandona ante lo absurdo que resulta tratar de hacer esto.
La caracterizacion de dios y la forma en que ponen en tela de juico la sanidad mental de Moises, sobre todo cuando el personaje de Aaron Paul lo ve hablando solo para luego meter una escena como la de que se haga de dia de repente.
La division del mar, un fail teniendo presupuesto y terminan con eso, con Moises dormido y tratando de dar otra ves una explicacion logica, como si tantos tornados formados de pronto fuese mas logico que ver el mar partirse en dos, solo falto que los tornados lanzaran tiburones.
No es tan mala.
Es más, siguiendo la comparación con Noé, considero esta más película. La de Arofnoski sí que era un sinsentido del que huir como la peste.
A mí es que Ridley Scott ya me dejó claro hace mucho que ahora está a otras cosas, nada que ver con el director brillante de hace años. Incluso Gladiator es una película inferior si vemos su filmografía completa (e irónicamente, la que siempre reivindican los carteles). Ahora se dedica a cobrar los cheques poniendo un poco de interés, no mucho.
Volviendo a Exodus, no siendo tan mala, es que la historia no resulta tan interesante. Los secundarios sólo son figurantes. Bale acapara todo el protagonismo (no me extrañan los rumores de que rechazó que Bardem fuera Ramsés). Se nota que metieron la tijera bastante.
Lo más llamativo es efectivamente el Moisés esquizofrénico hablando con un dios niño caprichoso (magnífico resumen del Antiguo Testamento). ¿Por qué no llevan esto más allá, y lo cierran en falso? Porque no es posible. Bastante es lo que sacan ya. ¿O queréis que le lancen campañas en contra e incluso amenacen de muerte a Scott?