Liga de la Justicia Núm. 32

 

Edición original: Justice League núm. 32 USA, Justice League United núm. 2 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: Geoff Johns, Jeff Lemire
Dibujo: Doug Mahnke, Mike McKone
Entintado: Keith Champagne
Color: Andrew Dalhouse
Formato: Grapa, 48 págs. A color.
Precio: 3,50 euros

 

Un nuevo mes nos viene a demostrar que esta es la no serie de la Liga de la Justicia más interesante de cuantas se habían hecho con anterioridad. Y tentado estoy de hacer una no reseña de esta colección…

Geoff Johns es un tipo valiente, eso está claro, además de muy listo. Hay que ser muy valiente para escribir una serie donde se supone que aparecen y son protagonistas los principales héroes de la editorial y relegarlos a un segundo plano. Hay que ser muy valiente para, mes a mes, seguir usando a la serie como medio de presentación de las nuevas versiones de grupos tan dispares como los Metal Men o la Patrulla Condenada. Y hay que ser muy listo para que la fórmula te funcione no uno, ni dos meses, sino lo que haga falta y los lectores sigamos pidiendo más.

En este número el anillo de Power Ring por fin consigue un huésped al que dominar y dar rienda suelta a sus ansias de destrucción. Su rastro es seguido de cerca por el Jefe, líder de la Patrulla Condenada que no duda en hacer lo que sea necesario con tal de detener la amenaza.

La Patrulla Condenada nació de manos Arnold Drake y Bob Haney en 1963 (3 meses después vieron la luz los X-Men, por si alguien se preguntaba que fue antes) como un grupo con fuertes tensiones internas, desconfianza e incluso resentimiento no solo hacia sus compañeros sino también hacia sí mismos. Fue cancelada en 1968.

La semilla ya estaba plantada. La serie puede que no tuviera el éxito deseado editorialmente, pero lo que estaba claro es que se había ganado toda una legión de fans que forzaron a que se fueran lanzando nuevas series en la que siempre había una constante: Robotman.

Una de las encarnaciones más recordadas fue la que llevó a cabo Grant Morrison en 1989, que tras la marcha de Paul Kupperberger, realiza una profunda reestructuración de sus miembros, cambia el tono de la serie e introduce a personajes tan increíblemente buenos como Crazy Jane. Apoyado por Richard Case al dibujo el trabajo de Morrison con estos personajes se puede considerar una obra maestra por concepto y realización, desbordante de imaginación e ideas frescas.

En esta nueva encarnación, Johns, nos muestra una Patrulla Condenada más disfuncional que nunca. Su líder, Niles Caulder, es un déspota manipulador que utiliza las inseguridades de los miembros que recluta para explotarlos y tenerlos siempre bajo su férreo control.

Como no podía ser de otra forma en esta nueva encarnación tenemos a Robotman como faro de la estabilidad, acompañado de personajes que, rediseñados, son los miembros originales de la serie de 1963. Sus poderes, que rozan la maldición, su manera de hacer las cosas, los peligros a los que se enfrentan, hacen que al final uno termine por quererlos.

Y en algunas viñetas hasta sale Batman, Superman, Flash o Wonder Woman…

A los lápices seguimos teniendo a Doug Mahnke, esplendido a todos los niveles, pero que hace que nos sigamos preguntando donde está metido Iván Reis, ya que su contribución a esta serie ha sido notable y de repente hemos dejado de poder disfrutarlo en los interiores, relegando sus labores a mero portadista.

¿Y qué pasa con la otra Liga? Aquí tenemos el caso contrario. Lemire sigue a lo suyo con su historia inaugural, sin rascar mucho, pasando por encima de algunos conceptos, haciendo guiños a la Liga de Giffen y DeMatteis, sin conseguir que la rueda gire con naturalidad, porque si algo no es Lemire es gracioso y sus intentos no dejan de ser forzados al pretender hacer algo que no se le da muy bien.

Si bien es cierto que Lemire es un guionista de largo recorrido, pedirle que nos sorprenda en su primer arco argumental es algo exigente, pero aun así, no debemos perdernos y exigir algo más a este gran guionista que juega perfectamente con los sentimientos en sus obras más personales o desarrolla conceptos muy originales, ya que su arranque en esta serie está siendo excesivamente tibio.

Su historia es demasiado protocolaria, higiénica, siguiendo un patrón tan claro que aburre en algunas ocasiones. No es el Lemire que atrapa a través de las emociones, ni es el Lemire de Frankenstein Agente de SHADE, ni el de Green Arrow. No obstante su trabajo no deja de ser notable a hora de ir perfilando, detalle a detalle, como el grupo va engranando y creando los primeros roces que bien llevados pueden dar mucho juego en el futuro.

McKone por su parte dibuja adecuadamente la historia, pero sin grandes artificios, también muy encorsetado, como sin energía, lo que hace que sus páginas estén algo faltas de fuerza, teniendo en cuenta lo que nos están narrando.

No encontramos leyendo que el grupo inicial que luchaba en Canadá contra el monstruo es transportado a Rann donde las preguntas empiezan a tener respuestas. La ciencia, la guerra y la excusa de la paz son algunas de las razones por la que existe Ultra, el multialienigena, pero su mera existencia plantea una amenaza para la que tal vez la Liga no esté preparada.

Dos Ligas en una misma grapa, dos ritmos totalmente distintos. Mientras que la de Johns se muestra innovadora y muy adictiva, la de Lemire se queda a medio camino de conseguir atraparnos con la historia. Dos Ligas, dos estilos, dos formas de disfrutar de esta serie