God is Dead es una serie creada por Jonathan Hickman, la cual comenzó su publicación allá por septiembre de 2013 planteada inicialmente como una miniserie de seis números pero que fue “ascendida” a serie regular. La colección cuenta hasta la fecha con 25 números publicados más dos one-shots especiales. El guionista ideólogo del cómic, Hickman, permaneció sólo por los primeros seis números que equivalen al volumen 1, haciéndose cargo de escribirla completamente desde entonces hasta ahora quien fuera su co-guionista, Mike Costa.
Mucho se ha comentado de esta serie en el (más de un) año de publicación que lleva, sea por sumar a Alan Moore a colaborar en uno de los especiales mencionados, por ser una creación de un autor de alto perfil como es Hickman, o sea por las críticas y comentarios más negativos que positivos.
La continuidad del cómic contrapuesto al saldo negativo en su valoración es uno de los factores principales de atracción a la serie, que a pesar de todo se mantiene en publicación con un nivel de ventas decreciente pero aceptable, a tono con las demás cifras de la editorial Avatar Press. ¿Qué tiene God is Dead para persistir? ¿Era tan criticable como se comentaba? Y si lo era, ¿acaso mejora y sube su nivel motivando su continuidad? Esas, y otras, fueron las preguntas que motivaron esta lectura abarcando no sólo el primer volumen sino también el siguiente, comparando lo hecho por Hickman con Costa y Di Amorim y lo continuado por Costa solo junto a varios dibujantes.
Edición original: God is Dead #1-6, Avatar Press.
Guión: Jonathan Hickman, Mike Costa.
Dibujo: Di Amorim.
Entintado: Di Amorim.
Color: Juan Manuel Rodriguez.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: $3,99.
El cómic parte de una idea interesante y con potencial para desarrollarse, pero da muchos tropiezos en sus primeros intentos que se materializan en este arco argumental. La premisa inicial consiste en la segunda venida a la Tierra de los dioses de diferentes panteones, desde los griegos hasta los egipcios, pasando por los aztecas, los nórdicos y los hindúes. Su regreso se concreta de manera violenta y destructiva, dado que todos ellos quieren controlar a la humanidad y al planeta, ganando adeptos y enemigos en el proceso, para en última instancia derivar en una guerra de dioses mano a mano.
Entre quienes se les oponen encontramos primero a los militares (del ejército de Estados Unidos, por supuesto) y luego a un pequeño grupo de científicos que ofician de la típica resistencia a la invasión. Ellos cumplen el rol de la razón y la ciencia para enfrentar a la fe y la religión, dando lugar a otro tópico común, redondeando los recursos obvios con caracterizaciones básicas y estereotípicas con relaciones para nada desarrolladas que motivan acciones que se antojan caprichosas.
De este modo, plantea ideas que podrían haber sido muy profundas pero se quedan a mitad de camino de su ambición, rozando apenas la superficie de la mitología, la teología e incluso del debate de ciencia versus religiones.
Tampoco suma desde el lado de la ejecución, presentando de manera simple, directa y sin mayor desarrollo ni espectacularidad las enormes batallas entre dioses, resolviendo en un solo cuadro un combate que daría para mucho más, brindando así entretenimiento desde la acción y la emoción, por lo menos. Se aplica esto tanto a los guiones como al dibujo de Di Amorim, quien exhibe un nivel bastante regular en todo aspecto: el trazo, la composición, la expresividad de sus personajes, etcétera.
Desde luego que está muy por debajo de las expectativas que genera un nuevo cómic de un autor como Jonathan Hickman, así como tampoco cumple con la ambición generada en su planteo inicial. Sin esas pretensiones, y apelando netamente a lo paródico, probablemente sería al menos una lectura divertida.
Efectivamente, entonces, se comprueba que la miniserie inicial no presenta un nivel suficiente como para ser “ascendida” a serie regular, aunque las cifras de ventas sí alcanzaban los números como para que la editorial quisiera continuarla.
Edición original: God is Dead #7-12, Avatar Press.
Guión: Mike Costa.
Dibujo: Juan Frigeri, German Erramouspe, Fernando Heinz, Rafael Ortiz.
Entintado: Sebastian Cabrol, German Erramouspe, Fernando Heinz, Joe Luengo, Rafael Ortiz.
Color: Juan Manuel Rodriguez.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: $3,99.
Visto lo visto en los primeros seis números, a Costa le tocó la tarea de salvar una serie debiendo dar nueva forma producto de una mala ejecución inicial, de la que igualmente era parte. Con esta segunda oportunidad el guionista ya sin el creador del cómic lo hace mucho mejor, al punto tal que deja la sensación de que el primer arco argumental podría haber sido resuelto como un #0, como las páginas iniciales del #7 o inclusive nunca haberse publicado, asumiendo así al séptimo número con un #1. La existencia de esos primeros seis números se explican, tal vez, por el hecho de que Hickman tracciona interés y ventas.
En efecto, es un nuevo comienzo. El primer número de este segundo arco argumental nos sitúa 146 años después del final del #6, recogiendo su conclusión y creando un mundo post-post-apocalíptico completamente nuevo, con la diosa presentada en dicho final más otros dioses que no murieron en esa guerra sangrienta y sin cuartel. Para ello, recurre a panteones no explorados en el primer arco, presentando varios seres divinos no tan comunes, logrando así algo que no hiciera antes que es sorprender un poco al lector.
Continuando con el tema del choque del ciencia y la fe, en esta oportunidad es abordado de una manera más atractiva de leer a través de una misionera que viaja por el mundo llevando el (supuesto) mensaje de amor de la nueva diosa hacia lugares recónditos, llegando así a Australia en donde la gente fue evacuada hacia un plano onírico que no sufrió las consecuencias de la guerra. De esta manera, la misionera se debe enfrentar a un desafío de su fe, mientras los refugiados elaboran una nueva resistencia. Al mismo tiempo, la sacerdotisa que administra el gobierno de la diosa también se enfrenta a una cuestión similar al lidiar con los caprichos de su ama. Por otra parte, en la forma de historias breves complementarias se presentan varios de esos seres divinos no tan conocidos con un plan propio para hacer caer el dominio de la nueva diosa.
Esto derivará, una vez más, en una guerra que destruirá a la Tierra aunque esta vez se dará en un momento climático de una historia elaborada con mejor ritmo y un desarrollo más coherente. Además, es también más interesante desde un plano conceptual generando cuestiones de debate y reflexión en la relación de los hombres con los dioses, y en última instancia sobre todas las religiones en lo que respecta a los fieles y a los que las rechazan.
Costa se ocupa también de desarrollar y dar sentido al personaje de la diosa creado de manera caprichosa en el primer arco argumental, dedicando dos de los complementos (en los números 11 y 12) a contar su origen y su historia, explicando así el por qué de muchas de sus acciones anteriores.
En lo que respecta al dibujo, el nivel es claramente superior al de Di Amorim e incluso sale airoso del recurso de utilizar a más de un artista diferente para lograr una publicación de dos o tres veces al mes, la cual sigue manteniendo. Esto se logra por un lado porque todos ellos (Frigeri y Erramouspe en las principales, y Ortiz y Heinz en los complementos) son capaces de dibujar en un estilo similar, y por otro a que el colorista es siempre el mismo desde el #1 hasta el #12, inclusive en las historias de complemento.
En conclusión, comprobamos la hipótesis planteada de que el segundo volumen mejora lo visto en el primero y ello seguramente colaboró en la persistencia de la serie regular hasta la fecha. A comparación, este segundo arco argumental es muy bueno. Aún sin ser una obra maestra interesa, entretiene e invita a seguir leyendo en los números subsiguientes, ya no por la curiosidad de cómo sigue publicándose el cómic sino por el buen motivo de generar curiosidad en cómo continuará esta serie que no respeta sus propios status quo y dejando un cliffhanger que obliga al menos a leer el #13 (y así se hará y comentaremos más adelante). De esta manera, logra el mínimo indispensable de las historias serializadas.
Quien se vea atraído por la premisa de este cómic pero se echara atrás por las malas reseñas de los primeros números, tienen entonces la posibilidad de leer desde el #7. Es un nuevo comienzo, con el cual entenderán todo perfectamente (hasta gana en interés por no saber exactamente lo que sucedió) y podrá seguirse sin el prejuicio de haber atestiguado el mal comienzo.
«plantea idea que podrían haber sido muy profundas, pero se quedan a mitad de camino de su ambición»
Básicamente eso describe tres de cada cuatro cómics escritos por Hickman. 🙂
Leí los primeros números y la verdad es que eran muy malos: un dibujo muy pobre y una premisa desperdiciada en unas cuantas escenas gore. Ignoraba que Hickman tuviera un co-guionista y que luego la serie hubiera mejorado.
Yo soy de los que después de leer los primeros 6 números no quiso volver a saber nada de la serie. Igual un día de estos.
un dibujo muy pobre y una premisa desperdiciada en unas cuantas escenas gore. Ignoraba que Hickman tuviera un co-guionista
Bueno, con lo primero acabas de describir una buena parte de los cómics indie made in Avatar Press. Quitándo alguna genialidad puntual o las series que consiguen trascender a esto, es la seña de identidad. Sobre lo segundo, sí. De hecho Alan Moore también hizo alguna contribución para la serie con un relato corto
De la serie leer la verdad es que no he leído nada, pero por la temática y las páginas mostradas me tira más el Forming de Jesse Moynihan, argumentalmente de un palo parecido, pero más orientado al surrealismo y la creatividad gráfica desmadrada para la que se prestan estas movidas http://jessemoynihan.com/images/forming+11.jpg
Curioso que aquí el que salve la cosa sea Mike Costa, al que le suelen caer palos tebeo sí, tebeo no (aunque su G.I.Joe:Cobra a mí me gusta bastante, con y sin Christos Gage de coguionista), le echaré una mirada al volumen dos de God is dead. Por curiosidad, alguien sabe qué tal están sus transformers?
Me encanta Jonathan Hickman y procuro leer todo lo que saca. Pero he de reconocer que este comic no me gusto nada. No tiene las tramas enrevesadas ni las tipicas frases que te repiten hasta la saciedad y que no terminas de entender pasado el tiempo que identifican a Hickman. Aun asi sigo defendiendo a Hickman
Genial reseña, sr. Abrach. Dos por uno además. Haciéndole caso, parece que decepciona la contribución de Hickman en la serie, sin embargo sorprende que la serie mejore con Costa en solitario. Pero bueno, el sr. Gavilán ha estado muy acertado con su comentario:
«Bueno, con lo primero acabas de describir una buena parte de los cómics indie made in Avatar Press. Quitándo alguna genialidad puntual o las series que consiguen trascender a esto, es la seña de identidad.»
Por mi parte, seguiré esperando a ver si alguna editorial lo publica por aquí. Aunque tras el cierre de EDT, si no es Panini (que no parece estar por la labor de semejante riesgo, por mucho que esté Hickman implicado) parece complicado. Quizás si se anima Aleta…
Yo probé con el primer número y no pasé de ahí, pero ahora creo que voy a darle una oportunidad al volúmen 2. Cosa que ni en un millón de años se me habría ocurrido hacer antes de leer la reseña, por cierto…