Ladrón de ladrones tomo 3: Venecia

 

Edición original: Thief of thieves # 14-19 USA (Image comics).
Edición nacional/ España: Planeta.
Guión: Andy Diggle y Robert Kirkman.
Dibujo: Shawn Martinbrough.
Color: Felix Serrano.
Formato: Rústica, 136 páginas..
Precio: 14, 95 Euros.

 

Ladrón de ladrones es la serie en la que Robert Kirkman se aleja de los dos géneros en los que más éxito ha cosechado (el terror de The Walking dead y los superhéroes de Invencible) para lanzar una visión también muy particular de la serie negra. Creada para su subsello Skybound (dedicado dentro de Image cómics a colecciones ideadas por el escritor), el tono no es tan cercano al del Criminal de Ed Brubaker como al de películas como Ocean’s Eleven o The Italian Job, describiéndose no tanto las angustias vitales de personajes que viven en el borde de la sociedad, como las aventuras de ladrones y asesinos de alta alcurnia. Eso no significa que se aborde desde una óptica frívola o humorística (la obra tiene muchos momentos duros y escabrosos), pero sí es cierto que el punto focal no es el retrato de una ambiente y unos personajes rotos -como suele aprovechar tradicionalmente el género- sino que el énfasis está en lo emocionante de las tramas y de los giros de estas.

La serie nos cuenta las aventuras y desventuras de Redmond, el mejor ladrón de todos los tiempos, el cual harto de la vida que lleva decide abandonar su profesión justo antes de efectuar el mayor golpe que jamás haya planeado. Las consecuencias de esta decisión afectarán a todo el mundo que le rodea –sus socios, su rota familia, sus contratadores, la agente del FBI que lleva toda la vida persiguiéndole…- iniciándose una espiral de sucesos desenfrenada en la que cada situación da lugar a otra aún más peliaguda. Cada pocos episodios, Kirkman propone un argumento general que es articulado en guion técnico por otro escritor, y que queda finalmente plasmado por el estable equipo creativo de Shawn Martinbrough y Félix Serrano. Una vez finalizada esa trama, un nuevo guionista coge la batuta para hacer el trabajo delante del teclado con la siguiente historia que Kirkman haya esbozado para los siguientes números, de forma que hemos podido leer a Nick Spencer y James Asmus respectivamente en los dos primeros ciclos. Esta vez contamos con Andy Diggle, que al igual que sus predecesores hace un trabajo muy digno, aunque con escasa personalidad dada la naturaleza del encargo.

Este tercer segmento de la serie –publicada en forma de tomos por Planeta- comienza justo donde acabó el anterior, con Redmond y su hijo siendo capturados por el despiadado jefe criminal mexicano llamado Lola (en el siguiente tomo nos explicarán el porqué de tan peculiar apodo), el cual exige que se le pague la desorbitada deuda que según él han contraído los protagonistas. Para afrontarla y salvar la vida de su vástago, a Redmond solo le quedará retomar aquel trabajo que abandonó al principio de la serie: el golpe en Venecia. Para ello, tendrá que volver a contactar con sus colaboradores y dirigirse a la ciudad de los canales, donde intentarán llevar a cabo la arriesgada tarea de desvalijar la colección de arte privada del capo de capos de la Mafia italiana.

De ese modo nos encontraremos con una historia en la que asistiremos a la preparación del golpe y a traiciones, duplicidades, engaños, planes dentro de planes, revelaciones finales que dan la vuelta a la tortilla, y algunas escenas de persecuciones y tiroteos muy bien ejecutadas. En Ladrón de ladrones hay picaresca, pero rara vez es presentada de forma simpática o en forma de guiño cómplice al lector aunque sean los protagonistas quienes la lleven a cabo.

Una vez más, el arco argumental finaliza, y de forma muy orgánica y consecuente (y en ese aspecto esta obra es bastante meritoria en toda la extensión de lo que llevamos de serie) se abren nuevas vías para los siguientes episodios, basadas estrictamente en lo que ha sucedido. Hay pocos conejos saliendo de chisteras, manteniéndose el interés de forma bastante adictiva pero sin trampas, y llevándose los cabos sueltos hacia grandes historias.

El arte de Martinbrough, con sus limitaciones, encaja como anillo al dedo en la historia, y –sobre todo visto su retrato del protagonista- habría que preguntarse si no estamos ante un dibujante idóneo para un personaje como Punisher. Es noir a la vez que limpio, y el fenomenal trabajo en el color de Félix Serrano (probablemente el verdadero responsable del look característico de la serie) no hace sino acentuar sus virtudes.

En su contra, Ladrón de ladrones tiene en esta tercera entrega los mismos problemas que se le podrían achacar en las anteriores: los personajes, a pesar de resultarnos carismáticos y cogerles cierto cariño, apenas están desarrollados. Y la narrativa es muy cinematográfica o televisiva, con sus viñetas widescreen y sus calles de separación entre ellas negras. Se ha acusado mucho a la obra de ser un producto pensado para ser adaptado a la televisión (de hecho sus derechos fueron comprados para ello cuando todavía no se había publicado el primer número) y lo cierto es que es difícil sacudirse esa impresión. Apenas se usan recursos que no sean trasladables al medio audiovisual, dejándose de lado la exploración y experimentación para con el noveno arte. Pero hay que romper una lanza a favor de Ladrón de ladrones, un producto solo de entretenimiento, sin ínfulas artísticas, que consigue muy bien el cometido para el que está pensado: contarnos una historia emocionante.