La Ville (4): Crónica del Saló

15
361

Un año más hemos dejado atrás el Saló Internacional del Còmic de Barcelona, el que es considerado, por tamaño y relevancia, la segunda feria del cómic de Europa. Permitidme, pues, que hagamos un pequeño paréntesis este mes en la sección de BD para transmitiros mis sensaciones sobre esta vigésimo séptima edición del certamen. Creo que es el momento, así «en caliente», de que un cascarrabias cínico como su seguro servidor escriba todo aquello que le ha dejado el Saló, tanto lo bueno como lo malo. Prefiero dar un cachete a tiempo, que siempre viene bien. Es fácil hacerlo desde la seguridad de detrás de la barrera, pero supongo que no he sido el único que ha tenido cierto desencanto al finalizar el Saló.

Vaya por delante que ya acudía al evento con cierto desánimo. Llamémosle desidia, indiferencia o vejez, pero encaraba esta edición sin la chispa ni la ilusión que una oportunidad así requiere. Y es que, una vez al año, coincidimos los aficionados, autores y editores de cómic españoles en un único espacio. Amigos con los que te reencuentras, compartes cervezas y anécdotas y finalmente te despides hasta la próxima ocasión. Todo enmarcado en un ambiente que debería ser de fiesta y celebración pero que, en ocasiones, se queda en un quiero y no puedo. Es difícil justificar este desencanto que me ha invadido al visitar la última edición del Saló. Las sensaciones son precisamente eso: sensaciones. Aunque hay hechos objetivos, o al menos que yo los considero como tal, que son claramente mejorables, más teniendo en cuenta que ya se consiguió en años anteriores.

PLANTEAMIENTO
 

En primer lugar deberíamos plantearnos el espíritu de la feria y sus objetivos. ¿Pretendemos crear un supermercado anual del cómic o nos ilusionamos con proyectar nuestra afición y el medio? No son objetivos incompatibles pero el equilibrio entre ellos es esencial. La preponderancia de uno de los dos afectaría sin lugar a dudas negativamente sobre el funcionamiento y el futuro del Saló. Sin beneficios de editoriales y libreros no conseguiremos hacer granero para próximas ediciones. Sin proyección ni marco cultural no atraeremos al público ajeno al cómic y, reconozcámoslo, los cuatro frikis no podemos mantener esta juerga. O quizá uno de los problemas sea justamente este: nosotros lo mantenemos. Mantenemos más mal que bien la industria editorial y mantenemos por los pelos que se puedan preparar y montar exposiciones en el Saló. Sin duda, los que hayan visitado este año el palacio 8 de la Fira de Barcelona estarán conmigo en que esta vez ni siquiera hemos conseguido eso.

Por un lado, una pequeña y sesgada encuesta nos aporta un buen dato a medias. Con la crisis encima y el miedo que suscita a libreros y editores, las ventas no se han resentido en demasía. Toda venta es bienvenida dados los tiempos que corren y si, por suerte, nos encontramos con todo un best-seller (o dos: se agotaron en cuestión de horas sendas ediciones en castellano y catalán de Batman en Barcelona y El dulce hogar de Chi), casi podemos darnos por satisfechos, palmearnos la espalda congratulándonos por la suerte que hemos tenido, recoger e irnos a casa.

Quienes más se han resentido, al parecer, han sido los vendedores de merchandising y material atrasado. Los productos estrella han sido novedades, vendidas en los stands de las editoriales correspondientes y en las pocas librerías que llevaron la última hornada de títulos. En cambio, otros libreros aseguran que el resto de ventas se han visto afectadas por la apatía del público y mucho. Fue sintomático ver recoger algunas paradas el lunes sobre las 18:00, dos horas antes del cierre.

Aquí empieza y acaba el trabajo de editores y libreros: hay un producto, se promociona mejor o peor, se pone al alcance del público y, en cierta medida, se vende. El Saló, por supuesto, debe ir más allá.

LA CULTURA DEL CÓMIC
 

El marco cultural que debe ofrecer el Saló se circunscribe en tres aspectos que considero esenciales: una selección heterogénea de exposiciones de contrastada calidad que permita demostrar la diversidad de un medio con tanto potencial expresivo y comunicativo como es el del cómic; una propuesta de actos, debates y conferencias con vertientes tanto pedagógicas y proselitistas como de índole autocrítico y teórico; y, finalmente, una serie de actividades lúdicas que no tengan sentido sin la participación de los visitantes. Con esto, en mi humilde opinión, cubrimos el expediente. Pero, como propongo más adelante, hay que dar varios pasos más allá y, además, no hay que dejarse invadir por el conformismo y el inmovilismo, como he apreciado este año. Esto que acabo de decir puede considerarse como una acusación grave por mi parte y por eso voy a intentar justificarme.

Comencemos por las exposiciones. De un tiempo a esta parte, el número de muestras organizadas en el Saló ha crecido considerablemente. El peligro que esto conlleva es, obviamente, pasar de un modelo que premia el cuidado y la calidad por otro que prioriza la cantidad. Parecía que este factor determinante se estaba controlando pero, desgraciadamente, este año no me ha dado esa impresión. Por el contrario, y sin ánimo de inmiscuirme y juzgar de forma destructiva un trabajo ajeno del que desconozco todo lo subyacente, la visita a las distintas áreas de exposición de este Saló me ha dejado un regusto amargo. La mayoría de escenografías no han sido cuidadas y el detalle de las cajas de luz «a la vista» es revelador. Me entristeció descubrir previas indicaciones algunas planchas de Jim Lee, uno de los autores invitados estrella de este año, en un rincón de la pared trasera del vértice que conformaban la exposición dedicada a las apariciones de Barack Obama en los cómics y la dedicada a la obra extranjera premiada en la pasada edición: S., de Gipi. Por cierto, y a cuenta de esta última, odiosa es la comparación con, por ejemplo, la que se organizó para el Ciudad de cristal de Karasik y Mazzuchelli años ha. Me sigue pareciendo bien, eso sí, la distribución de exposiciones entre los stands comerciales, e incluso algunas de ellas quedaron resultonas, caso del espacio que acogía algunos originales del maestro Alex Raymond, la dedicada al fútbol en el cómic o el rinconcito gótico de Batman en Barcelona. Pero decididamente cabría replantearse el número de muestras y su localización. Prefiero mil veces pocas exposiciones, mimadas hasta el último detalle y con buen material, a un cúmulo de ellas limitadas a ser cuatro (o siete, contados) cuadros colgados de una pared con una simple mano de pintura como motivo.

Las salas de actos y conferencias han tenido una programación, como siempre, diversa. Pero también, como siempre, nos hemos encontrado con temas que, por recurrentes, nos pueden impedir avanzar. Repasad las programaciones de años anteriores y encontraréis sin mucho esfuerzo mesas dedicadas a «la crisis del mundillo», «qué mal tratamos a nuestros autores», la enésima vuelta de tuerca a los entresijos de la industria local y la charla sobre cómics de superhéroes (y no me escondo: el año pasado yo mismo moderé la correspondiente a este último tema). Sin embargo, la oferta de actos y debates sigue siendo notable y atractiva. Me ha encantado, por ejemplo, la propuesta del compañero Jordi Ojeda; por fresca, innovadora y fuera de lo habitual.

Pero, ¿dónde están las mesas donde se teorice sobre el lenguaje del cómic? Este año hemos tenido una mesa redonda sobre crítica con ponentes tan destacados como Álvaro Pons (¡enhorabuena por el premio!), Toni Guiral y Koldo Azpitarte. Agua de borrajas: derivó en una disputa y un diálogo lacerante sobre los blogs y la inusitada importancia que se le puede dar a cualquiera con un teclado a mano. ¿Piedras sobre mi propio tejado? Creo que el lector de internet es suficientemente hábil para hacer la criba y seleccionar aquellos espacios que considere válidos. Pero, a lo que iba… ¿Quién se anima el próximo año a dar una charla sobre cualquier aspecto teórico del cómic? ¿Y sobre didáctica apoyada en la historieta? ¿Qué tal una mesa donde debatamos acerca de recursos en la narrativa gráfica actual? ¿Conocemos todos el léxico y la sintaxis visuales de un tebeo?

He dejado expresamente para el final el tema de las actividades lúdicas porque supongo que el próximo certamen, visto lo visto, estará algo más animado. Me refiero a la participación de Holanda como país invitado, ya que en la propia presentación pudimos asistir a una performance un tanto sui generis a ritmo de Carcass. No es exactamente esto lo que me gustaría encontrar, pero algo habrá más allá de talleres de dibujo y consolas de videojuegos. Voy a señalar con envidia el Salón del Manga que también organiza Ficomic: el ambiente que se respira es mucho más jovial y divertido. No me vale la excusa de que el público de este evento es más joven ya que los asistentes al Saló del Còmic no somos unos abueletes. Este texto puede dar una idea equivocada, os aseguro que al contrario de lo que he dicho algo más arriba ni soy cínico ni soy un cascarrabias, era una excusable poética y me gusta pensar que, hernia mediante, me queda mucha guerra en el cuerpo.

EL SALÓ DE PUERTAS PARA FUERA
 

Otro punto a destacar, y el cual asumo que es una tarea titánica, es intentar involucrar a la ciudad. Tratar de que Barcelona se vuelque con el certamen tal como lo hace Angoulême con el suyo es poco menos que una utopía. Como dije este fin de semana medio en broma, este Saló tendría que celebrarse tal cual en Sant Joan de Vilatorrada para siquiera acercarnos a la ilusión con la que viven los franceses los días de su gran fiesta. Es por esta razón que aplaudo enfervorecidamente todo lo que se consiga en este sentido. En el caso que nos ocupa, las exposiciones paralelas en distintas galerías de la ciudad que han tenido lugar por estas mismas fechas. Estas exposiciones paralelas, además, tienen una doble función. A la obvia hay que añadirle la característica de servir «involuntariamente» como reclamo publicitario. El esfuerzo del Saló por darse a conocer se ve ayudado por el potencial de las galerías que acogen estas muestras.

No obstante, y corregidme si me equivoco, el hecho diferenciador de este año ha sido otro acto llevado a cabo por Planeta deAgostini. La presentación del cómic Batman en Barcelona y la repercusión mediática con la que se ha encontrado favorecida su venta han conseguido mucho más que los consabidos comunicados anuales de prensa del propio Saló. Diarios, televisiones y foros de internet han destacado la aparición de este cómic y el Saló se ha visto beneficiado (aunque parcialmente desvirtuado) por este empujoncito.

A MODO DE CONCLUSIÓN
 

Este hecho resume claramente, para mí, el Saló de este año. Tras cerrar sus puertas el lunes a las 20:00 horas me encaminé a casa con una terrible pesadumbre porque esta edición ha funcionado por inercia. Carles Santamaria reconoció el mismo día de clausura que el número de visitantes se había estabilizado en los 100.000; la misma cifra que la 26ª edición. Esto, sumado a todo lo anterior, me lleva a plantear si no estamos utilizando el término «estabilizar» como sinónimo de «estancar». Alguien podría replicarme con que, encima que estamos en crisis, bastante se ha hecho. Como he aclarado anteriormente, desconozco los entresijos de Ficomic, su situación financiera y el presupuseto para el Saló, pero eso no es óbice para detectar cierto grado de dejadez. Es comprensible que se haya apostado por una política de austeridad, aunque hay otras vías para controlar gastos y no acabar dando la impresión de parsimonia.

Si digo todo esto subrayo que es porque me entristecería que entráramos en una dinámica peligrosa. El Saló Internacional del Còmic de Barcelona es el mayor evento anual del medio en el país y llegar ahí ha costado mucho esfuerzo. Para mantenerse, me atrevo a decir, no basta con seguir como hasta ahora. De acuerdo con que seguramente hoy no es el momento más adecuado para encarar un cambio en el modelo, que es mejor recolectar para pasar el invierno y capear el temporal. Pero me da en la nariz que va siendo hora de dejar la recolección e iniciar la agricultura. De pasar de la caza a la ganadería casi ni me lo planteo; eso mejor otro día.

 
 

P.D.: Como cada año, quiero agradecer a todos los implicados su trabajo y su hospitalidad. Perdonad que no personalice, pero son muchos los nombres que debería mencionar en una larga lista de directores, encargados de prensa, autores, libreros, editores, etc. y no quiero dejarme a nadie en el tintero. Todos ellos hacen posible que una vez al año en España se hable de cómic. ¡Y lo que nos queda! ¡Un abrazo a todos!

 
 

ACTUALIZADO 04-06-2009

Mientras tanto, en el twitter de Rob Liefeld:

robertliefeld @jimlee00, hey what size is barcelona show? Is it San Diego size?

jimlee00 @robertliefeld they say about 60k tickets sold.About physical size of Wonder Con.Def one of larger European shows.

 
 

OTRA VEZ ACTUALIZADO 04-06-2009

Cómo presentar novedades y el debate de la crítica, entre otras cosas, en Libro de notas.

Subscribe
Notifícame
15 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Álvaro Pons
Álvaro Pons
3 junio, 2009 12:20

Excelente reflexión Sergio. Y muy acertada.

Miralles
Miralles
3 junio, 2009 12:35

Pero, ¿dónde están las mesas donde se teorice sobre el lenguaje del cómic?

Haberlas haylas… Este año es el primero en que he acudido a las diferentes mesas redondas y conferencias, y he sacado las siguientes conclusiones:

1/ Los profesionales del mundillo no se preocupan por ir a estas mesas públicas (era lamentable que en las mesas de homenaje a los autores españoles fallecidos o en la del Capitán Trueno hubiese como mucho 10 personas), lo que imposibilitaría un debato «creativo» posterior.

2/ La selección del moderador, aunque normalmente acertada, es en ocasiones lamentable (como con la charla de Jim Lee, en que el moderador, no recuerdo quién era, parecía leer directamente de la wikipedia)

3/Aplaudo iniciativas como la mesa sobre bibliotecarios, la mesa sobre pedagogía y cómic, la de cómics españoles y la de Scott McCloud. Quizás estas fueron las más teóricas, las más interesantes desde mi punto de vista.

4/Lamento haberme perdido la de críticos… ¡que alguien haga un resumen ya, por Dios!

J Calduch
J Calduch
3 junio, 2009 12:36

¿Qué se puede añadir? impecable. Un evento como este no puede ser «más de lo mismo» o hacerse «porque toca». La ciudad o el propio ministerio de Cultura deberían implicarse más en promocionarlo. Plantearse si librerías y editoriales deben hacerse la competencia en los stands y convertirse en un paraiso para cazadores de gangas y saldos de última hora («no lo compres ahora, seguro que mañana lo rebajarán todavía más»). Todos deberían mimar más este evento, y sobre todo abrirlo a la gente. Barcelona debería respirar viñetas toda una semana. Como bien dices, en otros sitios sucede.

I´m with a Skrull!
I´m with a Skrull!
Lector
3 junio, 2009 12:38

Si porque como dependamos del salon de madrid para hablar del comic en españa…

Sergio Morales
Sergio Morales
3 junio, 2009 12:41

Gracias, Álvaro.

Carles, las mesas «teóricas» a las que hago referencia son de otro tipo, más cercanas a la propuesta de McCloud. Ésas que mencionas me parecen perfectas y necesarias. De hecho, la del Capitán Trueno sufrió el «efecto lunes», si no me equivoco.

Josep, uno de los comentarios que hicimos en la comida del lunes fue la de «alargar» el Saló, además de a toda la ciudad, a todo el año. Por el momento, me he ceñido en hablar del Saló como eje de todas las actividades que se deberían proponer a lo largo del año tanto en la ciudad como en el resto del territorio catalán (recordad que Ficomic es una entidad catalana).
 

Sergio Morales
Sergio Morales
3 junio, 2009 12:46

Compruebo que tanto la de nuestros autores como la del Capitán Trueno sufrieron el «efecto lunes»:

LUNES DE JUNIO
12.30 Homenaje a nuestros autores
Participan: Joan Navarro, Antonio Martín, 
Jordi Bernet  y Luis García.
Modera: Jaume Vidal.
 
17.30 Mesa redonda 
El Capitán Trueno, un héroe censurado y mutilado. 
Participan:Toni Guiral , Joaquim Noguero y Joan Navarro. 
Modera: 
Juanjo Sarto

Sergio Morales
Sergio Morales
3 junio, 2009 12:52

Por cierto, no me meto en el tema de que las editoriales vendan su producto en el Saló. Tampoco voy a negar que me gustaría saber lo que las editoriales pretenden en el Saló: ¿solamente vender sus productos, promocionarlos, hacer una toma de contacto con lectores y otras editoriales o algo más?
 

Miralles
Miralles
3 junio, 2009 13:23

Carles, las mesas “teóricas” a las que hago referencia son de otro tipo, más cercanas a la propuesta de McCloud. Ésas que mencionas me parecen perfectas y necesarias. De hecho, la del Capitán Trueno sufrió el “efecto lunes”, si no me equivoco.

Entiendo a cuáles te refieres, y sin duda la de McCloud fue perfecta. Hasta en la nefasta charla con Jim Lee, el coreano se atrevió a escaparse de las absurdas preguntas biográficas que le hacía el moderador para explicar un poco cuál era su poética sobre los cómics… y salí de allí apreciándolo un poco más. De todas formas, creo que poca gente acudiría a este tipo de mesas redondas, rollo «Sintaxis y poética de las viñetas en el s. XXI».

Lo que no puede ser (y creo que ya lo dije cuando nos encontramos) es que una mesa sobre la función de la crítica solo haya «críticos» invitados, y que no haya algún miembro de un departamento de prensa de una editorial, que nos deje ver la otra cara de la moneda.

Miralles
Miralles
3 junio, 2009 13:24

Josep, uno de los comentarios que hicimos en la comida del lunes fue la de “alargar” el Saló, además de a toda la ciudad, a todo el año.

Y acabo… Hace un par de semanas se celebró en Barcelona el primer certamen Ilustation, sobre ilustración independiente (con eventos en toda la ciudad, durante más de una semana). Lástima que no se hiciese coincidir con el Saló, aunque no conozco las razones.

Sergio Morales
Sergio Morales
3 junio, 2009 13:30

Hace un par de semanas se celebró en Barcelona el primer certamen Ilustation, sobre ilustración independiente (con eventos en toda la ciudad, durante más de una semana). Lástima que no se hiciese coincidir con el Saló, aunque no conozco las razones.

Casi mejor que no coincidiera con el Saló. Creo que fue una buena iniciativa y que sirvió, entre otras cosas, para «calentar motores».

La lástima fue que coincidiera con unas correcciones que me impidieron acudir a los distintos actos que programaron con ilusión y acierto. Si me lees… ¡lo siento, Manu!
 

Sergio Morales
Sergio Morales
3 junio, 2009 13:35

Más…

creo que poca gente acudiría a este tipo de mesas redondas, rollo “Sintaxis y poética de las viñetas en el s. XXI”.

Pues para que acuda mucha gente como a los encuentros con artitas del mainstream y las preguntas sean del tipo «¿qué cómic de otro autor te hubiera gustado dibujar?», mejor que acuda poca gente. No creo que aquí tengamos que entrar en el ámbito de muchas o pocas visitas, sino en una dinámica que nos enriquezca como lectores y lleguemos a apreciar aspectos del cómic que desconocíamos por completo.
 

Lo que no puede ser (y creo que ya lo dije cuando nos encontramos) es que una mesa sobre la función de la crítica solo haya “críticos” invitados, y que no haya algún miembro de un departamento de prensa de una editorial, que nos deje ver la otra cara de la moneda.
 
Lo que me pareció peor de esa mesa fue, como ya he dicho en esta personalísima mini-crónica, que derivó en una discusión sobre internet, el trolleo y la falacia ad nomine. Cuando vi el panorama salí del Saló, me dirigí a la quedada bloguera a saludar y después a cenar.

manu
manu
4 junio, 2009 12:19

Por alusiones, voy a comentar. 

Las fechas que se decidieron para Ilu·Station fueron esas por varias razones: aprovechar el tiempo y clima (vinieros muchos autores y editores franceses para quienes Barcelona es la ciudad del sol, y no podíamos defraudarles),  y hacer de Barcelona durante el mes de mayo una fiesta de la ilustración y el cómic, Ficomic por un lado con el Saló, y nosotros por otro con una visión más amplia pero complementaria. Queríamos una fiesta mayor de la ilustración, y la primavera es uno de los mejores momentos para una celebración así.

También preferimos no solaparnos con el Saló para poder tener alguna oportunidad: es evidente que un evento como el nuestro quedaría fagocitado por el Saló. Esta ha sido nuestra primera edición, aún es un proyecto pequeño y humilde y probablemente, si lo hubiéramos hecho durante el Saló, no habríamos tenido ni el éxito ni el eco que hemos conseguido. Así pues, y viéndolo con perspectiva, pensamos que fue una buena elección de fechas, como Sergio indica, para calentar motores para el Salón, pero también para intentar conseguir aquello que muchos queremos, que es una ciudad volcada en la ilustración y el cómic.

Y muy mal por no haberte pasado por ninguna actividad, Sergio. Madre mía, ¡que fueron 10 días! Bueno, el año que viene más, y mejor.

Sergio Morales
Sergio Morales
4 junio, 2009 12:34

Diez días de auténtico caos, pardiez.

manu
manu
4 junio, 2009 16:01

¿cuales? ¿los tuyos o los de Ilu·Station? Porque también, vaya tela… jajajja…

Skellington
Skellington
4 junio, 2009 19:37

«…como dependamos del Salon de Madrid para hablar del comic en España….»

Mas bien deberias decir «como tenga que depender Expocomic de las editoriales grandes de este pais….» ya que ninguna de ellas presta su apoyo al evento, y aun asi estan consiguiendo crecer año tras año.