#ZNCine – Crítica de Los Vengadores: La Era de Ultrón, de Joss Whedon

 

Dirección: Joss Whedon
Guión: Joss Whedon (Cómic: Stan Lee y Jack Kirby)
Música: Brian Tyler
Fotografía: Ben Davis
Reparto: Robert Downey Jr., Chris Evans, Mark Ruffalo, Chris Hemsworth, Scarlett Johansson, Jeremy Renner, James Spader, Aaron Johnson, Elizabeth Olsen, Paul Bettany, Samuel L. Jackson
Duración: 141 minutos
Productora: Marvel Studios
País: Estados Unidos

 

Al fin estamos aquí. Desde el momento en que se terminaban los títulos de crédito de aquel pináculo de la Fase 1 de Marvel que fue Los Vengadores allá por el 2012, salimos del cine entendiendo que habíamos visto al fin y al cabo una cinta de orígenes, un punto de partida para explotar algo que estaba por venir, la joya de la corona de Marvel: Los Héroes Más Poderosos del Mundo. Espectacular, triunfante en su propuesta, divertida y con la clara misión de enfocar el Universo Cinematográfico Marvel hacia un destino concreto y hacer ver al fandom que no sólo se podía llevar a la gran pantalla un Iron Man o un Capitán América, sino también esos megaeventos tan propios de los tebeos de La Casa de las Ideas en los que, como reza el slogan de los propios Vengadores, los héroes tendrían que hacer frente a amenazas que no podrían enfrentar en solitario. Al final de aquella primera película, el grupo había aprendido a superar sus diferencias y trabajar como un equipo, pero tras la alegría que supuso para muchos de nosotros aquel festival del cómic llevado a la gran pantalla, surgían una serie de dudas razonables: ¿podría superar en escala y espectacularidad Joss Whedon ese tercer acto que dejó a todo el mundo boquiabierto? O incluso más importante: ¿sabría manejar ese grupo de personajes que en la primera parte funcionaban más por la inercia de la historia que por su propia evolución? ¿Y nos presentaría finalmente un enemigo a la altura del grupo superando al poco amenazante Loki (Tom Hiddleston)? La respuesta rápida es: sí, y de qué manera. Vamos al lío.

En esta segunda parte Whedon nos presenta al que siempre tuvo en mente como villano de Los Vengadores: el robot creado por Hank Pym en los cómics y aquí por Tony Stark, Ultrón, una inteligencia artificial con una relación de profundo odio hacia sus creadores y, por extensión, a toda la raza humana (para los que tengáis más curiosidad en torno al personaje no podéis perderos el fantástico artículo de Arturo Porras sobre el mismo para Zona Negativa). Pero Whedon, que es un tipo extremadamente inteligente y con un amor palpable por las viñetas, no se ha quedado en la parafernalia de plantear un enemigo más poderoso que el anterior (los más bien sosos e impersonales chitauri, uno de los grandes defectos de su predecesora) sino que entiende que Ultrón supone un contrapunto interesantísimo a la misma esencia de Los Vengadores: esta vez el villano es una creación del héroe y en esa paradoja basa Whedon el esqueleto de esta Era de Ultrón. Por esa misma razón y esquivando cualquier convencionalismo de presentarnos un rival exponencialmente más fuerte, Whedon nos trae a un villano que es un personaje en sí mismo: no un arquetipo, o una amenaza abstracta sino un personaje más. Haber elegido a un enorme actor como James Spader para prestar no sólo su voz sino su gestualidad fue toda una declaración de intenciones por parte de Whedon, y cuando uno ve a Ultrón en movimiento no es sólo una creación en CGI moviéndose en una batalla sino un personaje vivo, sentiente y con unas motivaciones y debilidades muy bien planteadas. Pocas veces he visto en el marco de un blockbuster como el que nos ocupa que un personaje realizado en CGI dé una réplica a un actor de carne y hueso con la intensidad y los matices del Ultrón de James Spader. Todo un gesto provocador y revolucionario por parte de Whedon que hace que la película sume enteros teniendo al fin un villano equiparable no sólo en poder, sino en peso específico en la historia.

Pero sin duda en mi opinión el gran triunfo de la cinta está en los personajes. Ese poso agridulce que dejaba en la primera parte el contemplar cómo la muerte de un personaje accesorio como era el agente Coulson (Clark Gregg) se convertía en el ancla emocional que propiciaba la unión de Los Vengadores aquí desaparece por completo al presentarnos dos frentes muy claros (y sorprendentes) de nuestra unión como espectadores con lo que está pasando en la pantalla más allá de las explosiones y las batallas. Uno es, como se había dejado ver en los tráilers, la relación entre la Viuda Negra y Hulk, o mejor dicho entre Natasha y Bruce. Ahí está el premio gordo para Whedon, el conseguir lo que tantos tebeos sobre ellos han producido en nosotros, los lectores: desvincular al personaje de su arquetipo y hacerlo humano. La lección que parece tan básica pero que deberían aprender tantos y tantos que intentan llevar a las pantallas a los iconos de los poderes y los trajes, que te importe más Bruce que Hulk, Natasha que Viuda Negra, Tony que Iron Man. Si consigues eso, lo demás viene rodado y eso es lo que pasa en Los Vengadores: La Era de Ultrón tras un precioso y sorprendente parón en la trama que nos lleva a respirar hondo y mirar más allá de los uniformes. Ese segundo ancla emocional no lo mencionaré porque sería un delito privar al espectador virgen que ha entrado a leer esta crítica de uno de los momentos más reconfortantes de La Era de Ultrón que, gracias al buen hacer de Whedon y el cariño que demuestra hacia sus personajes, nada tiene que ver con el Hulkbuster o el enésimo edificio viniéndose abajo del cine de acción de nuestros tiempos. Al final de la película, además de estar babeando como fan estarás ligado al destino de los personajes de manera mucho más personal que en 2012 y es por eso que esta Era de Ultrón se convierte en una experiencia mucho más reconfortante y completa. Olvidaos de esas críticas que veían esta segunda parte como un mero enlace con acontecimientos futuros: La Era de Ultrón funciona perfectamente como un todo y a la vez como la base más sólida sobre la que se asentará la futura Fase 3 de Marvel. Recoge todo lo bueno de los personajes y crea con ellos vínculos y conflictos, sólidos nudos que hacen mucho más fuerte la cuerda de la continuidad Marvel. Y es que la Fase 2 necesitaba un golpe así en la mesa tras las irregulares (por no decir pésimas) Iron Man 3 y Thor: El Mundo Oscuro. Whedon endereza el rumbo y lo dirige hacia las cotas de calidad de El Soldado de Invierno y Guardianes de la Galaxia.

Whedon también ha entendido a la perfección el desastre que representan como grupo Los Vengadores y plasma fielmente sus idas y venidas, sus abandonos y desarraigos, sus lealtades, fortalezas y desavenencias (una en especial, de cara lógicamente al próximo evento que veremos en la tercera parte de Capitán América). Sabe que Los Vengadores son en definitiva un grupo de sujetos que no aguantan su propia mirada frente al espejo, repletos de traumas, heridas abiertas y con mochilas a veces demasiado pesadas. Es un alivio poder ver al fin a un Bruce Banner en conflicto consigo mismo, más allá de la rápida y algo torpe solución que se dio a su gran problema esmeralda en la primera película; a un Tony Stark dispuesto a sacrificarlo todo por mantener la paz tras su traumática visita al lado oscuro del Universo; o a Viuda Negra desarrollar al interesante personaje que se nos presentó al fin en El Soldado de Invierno; más lejos queda Thor, con el que cuesta más empatizar (no sólo por su nivel de poder, sino por la torpeza con la que ha sido desarrollado en sus aventuras en solitario). Steve y Tony, mientras, sientan las bases de su futuro conflicto pero no por el camino fácil del enfrentamiento, sino a través del gran vínculo que forjan al terminar esta Era de Ultrón, lo que hará más dolorosos futuros desencuentros. Las nuevas adquisiciones de Mercurio y sobre todo una Elizabeth Olsen que lo dice todo con su mirada como la Bruja Escarlata aportan una visión diferente y dramática del mundo que los Vengadores intentan proteger, volviendo a plantear el reverso cínico del superhéroe vinculado a su antagonista que tanto interesa a Whedon (Iron Man y Ultrón, el Capi y Bucky, Thor y Loki, Hulk y Bruce Banner…). En fin, un plantel de personajes muy inteligentemente repartidos por el tablero de la historia.

A nivel visual y narrativo, Whedon se revela como el auténtico Ultrón que se ha deshecho de sus hilos. Recuerdo el primer visionado de Los Vengadores en 2012 y cómo ese primer tercio de película me resultó visualmente simplón, como recubierto de una pátina de telefilm. Aquí nos encontramos con un nuevo director de fotografía, Ben Davis, del que ya pudimos disfrutar en Guardianes de la Galaxia y que aquí le da un empaque muchísimo más sólido a cada fotograma. Los Vengadores: La Era de Ultrón también ha ganado en espectacularidad y atrevimiento en su propuesta visual, conformando un “todavía más difícil” y enlazando secuencias espectaculares que no dejan respiro al espectador. La historia avanza rápida y sin concesiones, notándose eso sí en ocasiones un avance demasiado apresurado (la idea y creación de Ultrón es prácticamente un acontecimiento fugaz que se resuelve en dos conversaciones), dejando para la húmeda imaginación del fan una futura versión extendida que se ha insinuado ya para la futura edición en formato físico. Con respecto a efectos visuales y planteamiento de grandes escenas, Marvel directamente tira la casa por la ventana en cuanto a espectacularidad y desarrollo de los poderes y habilidades de los Vengadores. Una delicia. A nivel sonoro, la presencia de Bryan Tyler (y ocasionalmente Danny Elfman) le aporta al conjunto una tremenda intensidad y sin duda más profundidad que su predecesora, pero hay que reconocer que musicalmente estos Vengadores se siguen sustentando en el extraordinario tema central que Alan Silvestri compuso en 2012 y que para un servidor pasó inmediatamente a convertirse en la banda sonora oficial del UCM.

Todo el reparto, como hemos dejado caer, está a un muy buen nivel pero destacan sobre los demás Scarlett Johansson en su mejor papel en una cinta de Marvel, Mark Ruffalo y su Bruce Banner en constante conflicto, un sorprendente Jeremy Renner y, dejándolo a propósito para el final, el gran trabajo de Paul Bettany acertando completamente con su interpretación de La Visión, una de las grandes sorpresas de la película y que refleja a la perfección al personaje como si hubiera salido directamente de las viñetas. Todo un descubrimiento y un golpe de efecto por parte de Marvel para renovar la plantilla del grupo. La Visión suma espectacularidad y un diseño arriesgado como nunca habíamos visto antes en un personaje de La Casa de las Ideas, tan apegada a ciertos convencionalismos a la hora de representar a los héroes. La Visión es ese “paso más allá” que nos hace soñar con el potencial de este Universo Cinematográfico Marvel 2.0 que plantea Whedon.

Whedon. Vaya. Llevo seis párrafos mencionando a Joss Whedon por encima de los actores, de la historia y casi de la película en sí, como si Whedon y estos Vengadores fueran un mismo ente indivisible. Si soy sincero cuando terminó este monumento al cómic y a sus lectores que es Los Vengadores: La Era de Ultrón no pude más que tener un escalofrío de preocupación al pensar en la marcha de Whedon de Marvel. Y es que con él se irá seguramente ese uso del humor que te abofetea a cada instante, a veces puede que de manera excesiva pero hay que reconocer que también de manera efectiva; o esa inteligencia a la hora de escribir a sus personajes; o ese sentido de la épica de las pequeñas cosas. Los hermanos Russo se encargarán de la monumental Infinity War y, más que confiar en los grandes directores que nos trajeron la fantástica El Soldado de Invierno, uno sale de Los Vengadores: La Era de Ultrón pensando en que no podían haber recogido mejor manto. La semana que viene el resto de compañeros de Zona Negativa os darán su opinión sobre la misma, así que mientras tanto mi humilde consejo es que os dejéis de dudas, cojáis vuestra entrada y os abrochéis el cinturón. Ahí están, Los Vengadores en pantalla y como nunca los habíais visto. Al fin estamos aquí. Sólo queda disfrutar y emocionarse mirando al futuro.