Edición original: sept. 1988/ago. 1990; Vertigo (DC Comics).
Edición España: I Zinco; II Norma Editorial; III Planeta; IV Planeta (may. 2011).
Guión: Grant Morrison.
Dibujo: Chas Truog.
Entintado: Doug Hazlewood, Mark Farmer.
Portadas: Brian Bolland.
Color: Tatjana Wood.
Rotulista: John Costanza.
Precio: 42 € (Cartoné, 680 págs).
El personaje conocido como Animal Man nace de la pluma y la tinta de Dave Wood y Carmine Infantino en la cabecera Strange Adventures en septiembre de 1965. De poco calado entre los aficionados al cómic, como nunca llegó a gozar de gran popularidad se convirtió con el paso del tiempo en una apuesta clara para el relanzamiento de personajes clásicos que DC Comics emprendió en la década de los ochenta, y que fue llevado a cabo en su mayor parte por guionistas británicos (La Cosa del Pantano de Moore, el The Sandman de Gaiman o el Shade de Milligan –más tarde– son buenos ejemplos de esta práctica habitual de redefinir por completo una colección).
La idea partió de un joven guionista escocés que respondía al nombre de Grant Morrison y que había dado muestras de gran talento deconstruyendo lo superheroico en Zenith –para la revista 2000 AD– junto a Steve Yeowell. Fue precisamente Zenith, junto a las propuestas que el guionista mandaba de vez en cuando, lo que hizo que en DC Comics le dieran una oportunidad y le asignaran, por petición expresa del propio autor, el relazamiento de un Animal Man recién llegado de hacer una aparición en la Crisis por antonomasia del Universo DC (publicada un par de año antes). Así, a finales de 1988 veía la luz el primer trabajo de Morrison para una editorial grande; un número titulado The Human Zoo destinado a abrir una corta miniserie de cuatro números dedicada al susodicho superhéroe. A los lápices un casi desconocido Chas Truog, a las tintas un solvente Doug Hazlewood (puntualmente sustituido por Mark Farmer) y a las portadas un ya por entonces consagradísimo Brian Bolland que contaba en su haber con Camelot 3000 y La Broma Asesina.
Pero, ¡ah!, ventas obligan. Esos primeros números gozaron de un muy buen recibimiento por parte de la crítica y el público, e hicieron posible que Animal Man se convirtiera en serie regular y que a Grant Morrison le asignaran primero la Doom Patrol y, seguidamente, la obra que supuso su espaldarazo definitivo: Arkham Asylum. Paralelamente, el hecho de que los números se publicaran sin el visto bueno de la Comics Code Authority aumentó la necesidad en DC Comics de dar a luz a un subsello editorial destinado única y exclusivamente al público adulto; un subsello que nacería en 1993, que una buena parte de los aficionados al cómic conoce hoy día y que recibió el nombre de Vertigo…
Volvamos, empero, a 1988. Cuando a Morrison le dieron poco menos que carta blanca para continuar con las aventuras de Animal Man, el guionista decidió erigir la cabecera en todo un experimento de exploración del medio, al tiempo que aprovechó para escribir un panfleto a favor del ecologismo y de los derechos de los animales. Su intención la dejó clarísima en el número #5 de la colección, un The Coyote Gospel convertido en mito instantáneo del Noveno Arte, nominado a los Eisner de 1989 en la categoría de mejor número único, y que no hacía sino preludiar la grandísima etapa que creó el escocés hasta el número #26. Estamos a mediados de 1990, Morrison deja al personaje y la serie debería haber acabado justo aquí.
Sin embargo, siguió… y he de decir que si bien nunca volvió a alcanzar las cotas de calidad vistas hasta entonces, no le fue mal. Peter Milligan introdujo experimentaciones formales durante seis números, Tom Veitch –hermano de Rick– y Steve Dillon acabaron sucediéndole, y finalmente Jamie Delano firmó la etapa más larga de todas convirtiendo al bueno de Animal Man en una especie de avatar animal del Rojo (similar a lo que constituía la Cosa del Pantano para el Verde) y eliminando los elementos superheroicos para centrar las aventuras en el terror más puro y duro (de raíz totémica y mística). A los pocos números de entrar Delano, la colección se incorporó al catálogo de la recién creada línea Vertigo, donde ahora puede encontrarse la etapa de Morrison recopilada en tres modestos trade paperbacks. Tras Delano, Jerry Prosser y Fred Harper llevaron la cabecera a la cancelación en el número #89, si bien el personaje ha aparecido aquí y allí a lo largo y ancho del Universo DC (en 52 o Crisis Infinita, por ejemplo) y en 2009 ha visto la luz una miniserie enmarcada en DC (no en Vertigo) titulada The Last Days of Animal Man, a cargo de Gerry Conway y Chris Batista.
Portada del Strange Adventures #180 (debut del personaje)
y de uno de los recopilatorios de la etapa de Delano
En España las ediciones de las que gozamos fueron irregulares durante mucho tiempo. Descontando las veintiséis grapas de Zinco (más el Secret Origin), los tomos americanos se dividieron en dos, creando una publicación compartida al alimón por Norma Editorial –que publicó los tres primeros– y Planeta DeAgostini –que sacó los tres restantes antes de publicar íntegra la etapa de Delano–. La guía de lectura del material de Morrison sería pues como sigue:
- Animal Man: La naturaleza de la bestia. Norma Editorial.
- Animal Man: Evangelio del Coyote. Norma Editorial.
- Animal Man: El origen de las especies. Norma Editorial.
- Animal Man: La hora de la bestia. Planeta DeAgostini.
- Animal Man: Uñas y dientes. Planeta DeAgostini.
- Animal Man: Deux ex machina. Planeta DeAgostini.
En cualquier caso, y aunque los tomos de Norma Editorial no son difíciles de rastrear en tiendas con buen fondo y los de Planeta DeAgostini se encuentran prácticamente en cualquier librería especializada, esta segunda editorial publica toda la etapa de Morrison en mayo 2011 mediante un único tomo integral de 680 páginas.
Argumento
Bernhard «Buddy» Baker es, desde que le explotara cerca una nave alienígena, un superhéroe atípico y casi podríamos decir que «de segunda». Ecologista empedernido y progresivamente vegetariano, su poder radica en que es capaz de adoptar las cualidades de cualquier animal que esté por los alrededores (desde simples aunque efectivos reflejos hasta fuerza, vuelo o agilidad). Además está casado, tiene dos hijos y su interés por lo superheroico tuvo un origen pecuniario. Nada especial.
Animal Man, el superhéroe cotidiano
Pero en sus prototípicas aventuras y sus encuentros con otros personajes del UDC empiezan a suceder acontecimientos extraños; acontecimientos inconexos que todo el mundo se empeña en decir que están conectados. Es, sin duda, todo un reto para Animal Man, el único superhéroe que tendrá el dudoso honor de saber hasta las últimas consecuencias de dónde viene, a dónde va y para qué ha sido creado.
Palabra de Morrison
Sobre cómo nació el proyecto: «Finalmente había conseguido dedicarme full time al trabajo de guionista de cómics –haciendo Dr. Who y Zoids para la división inglesa de la Marvel y la serie Zenith para 2000AD– cuando Karen Berger me telefonéo y me preguntó si quería reunirme con ella, Jenette Kahn y Dick Giordano en Londres, con la perspectiva de hacer algún trabajo para DC (esta era la tercera expedición de DC en busca de talentos británicos; las dos primeras habían servido para descubrir a gente como Brian Bolland, Dave Gibbons y Alan Moore). No hace falta decir que cogí el tren a Londres a la mañana siguiente, luchando desesperadamente para que se me ocurrieran algunas ideas. Mientras el tren paraba en Crewe, pensé en Animal Man y vi la ocasión ideal de darle una oportunidad a uno de mis personajes favoritos de la infancia. Los revival de personajes antiguos estaban en boga y no tuve demasiados problemas para vender el concepto». [Obtenido de la introducción de Morrison en el primer número publicado por Zinco, que podéis leer íntegra aquí].
Sobre lo que quería crear inicialmente: «Una de las cosas que estoy preparando es Animal Man. Es un personaje que tuvo unas tres aventuras y después pasó al limbo tras formar parte del grupo Los Héroes Olvidados. Simplemente otro personaje más de esos que amaba cuando era niño… tenía un disfraz realmente chulo y todo eso. Así que es una cosa puramente nostálgica. De repente tuve la oportunidad de trabajar para DC, así que pregunté si podía hacer Animal Man porque no se hizo nada nunca con él y pensé que merecía algo mejor […] Espero capturar la esencia de la etapa de Infantino en Flash y trasladarla a los 80″.
Los primeros trabajos de Morrison
Sobre el personaje: «En realidad, en muchos aspectos, Buddy Baker era realmente aburrido. Pero cuando tienes 11 años, te gusta encontrar cosas más raras que las que leen tus amigos. Para mí Animal Man era un traje distinto, un personaje distinto, y aunque no era grandioso, nadie más lo leía. No lo descubrí cuando se publicaba, sino en una reimpresión en Adventure Comics, y soñaba despierto con lo que se podría hacer con el personaje, así que supongo que he tenido el deseo de hacer algo con él desde entonces».
Sobre prolongar la miniserie: «Mi miniserie de Animal Man se ha convertido en un título mensual. El único problema es que ya he gastado toda mi nostalgia tras escribir cuatro números, así que he tenido que devanarme los sesos para encontrar alguna forma de hacerlo interesante para mí mismo. Me he dado cuenta de que los superhéroes me ponen enfermo, particularmente los realistas. No creo que haya más camino por recorrer en el tema de mostrar cómo serían los superhéroes en el mundo real, así que voy a tirar en la dirección contraria de Watchmen. En lugar de intentar llevar los superhéroes al mundo real, voy a explorar cómo sería vivir en el extraño medio de los cómics, un lugar de colores brillantes y fondos ambiguos, donde la continuidad desplaza al espacio tiempo einsteiniano y donde se simplifican todas las motivaciones. Espero que en DC admitan las ideas que les he remitido; de lo contrario Animal Man se cerrará en el albor de su resurrección».
Sobre la aproximación realista al superhéroe: Creo que los cuatro primeros números de Animal Man tenían un estilo que era aceptable para la época, en la línea de lo que Alan Moore estaba haciendo. Pensé que era lo que DC quería, así que se lo di, pero hacia el final, estaba realmente aburrido con el hecho de hacerlo de esa manera. Simplemente pensé que tenía que huir de lo que se había convertido en el estilo ortodoxo, particularmente el de los escritores británicos. Pensábamos que haciendo del mundo un lugar más violento, se convertiría en más realista, más adulto. Que Dios nos ayude si tal cosa es cierta».
Sobre el ecologismo: «Sugerí que podríamos hacer de él un personaje un poco más radical, introducir temas como la libertad para los animales y todo eso. Tenía esos poderes de los animales, así que por qué no hacía algo por los animales, en lugar de simplemente luchar contra el crimen. Los de DC vinieron y me dijeron ‘ve incluso más allá; hazlo realmente radical’. Así que [el personaje] se convierte en un completo fanático. Con su familia por ejemplo: no les deja comer carne o vestir pieles. No quiero hacer un panfleto, pero puedo introducir temas como ese en las historias. Me gusta la idea de poder hacer que un superhéroe simplemente vaya a machacar a unos cuantos barcos balleneros rusos».
Se acabó comer carne en la casa
Sobre el final de la serie regular: «Mientras guionizaba me ha parecido que no podría llevar la historia más allá del número #26; que si lo hiciera tendría que volver sobre conceptos que ya he explorado. Y aunque podría, preferiría no hacerlo porque no sería justo con el material. Animal Man ha llegado a un punto que no creo que nadie alcanzara antes en un título superheroico y si no puedo ir más allá, no merece la pena continuar».
Análisis conceptual
Afirmar con una negación siempre resulta un sano ejercicio que permite explorar las paradojas e inconsistencias del lenguaje. A niveles complejos no está al alcance de cualquiera, claro, pero es que Morrison no es precisamente un cualquiera: en Animal Man construye la paradoja suma y, con una ambición que parece concebida para llevar la contraria a Gödel –ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí mismo– logra hacernos creer que los personajes de nuestros tebeos existen empecinándose justamente en lo contrario, y todo dentro del mismo sistema consistente (el cómic superheroico).
Tras bordar cuatro números de un clasicismo tan fresco como naïf, la verdadera etapa del escocés en la colección comienza con un moderno Prometeo, directamente surgido del cartoon más simpático y despiadado, que se sacrifica por sus congéneres al tiempo que intenta advertir al protagonista, infructuosa y trágicamente, de la naturaleza de su existencia. A partir de ese momento Morrison embarca a Buddy Baker en una serie de aventuras cada más retorcidas en las que compagina sabiamente todos los elementos del Universo DC que se le ponen por delante (desde Vixen hasta el evento Invasion, pasando por su ingreso en la JLE) con el verdadero subtexto del cómic: la yuxtaposición entre distintos planos de la realidad, vehiculizada a través de un misterioso estudio que vemos al principio de algunos números y por dos extraterrestres amarillos que actúan a modo de agentes del poder que escribe en él, y que son capaces de, por ejemplo, suprimir a un villano retirando paulatinamente el color, las tintas, y los lápices hasta reducirlo a un mero boceto.
Los cómics también tienen su Prometeo
El objetivo de todo ello lo extraemos de las palabras del propio Morrison que hemos leído en el apartado anterior: negar el realismo que pretende ser adulto a través de lo tópico; negar la vigencia de las obras post-Watchmen. Y haciéndolo, convencernos de que los personajes que siempre hemos amado viven en un nivel muy sutil de la existencia, pero viven al fin y al cabo. El guionista comprende que el superhéroe realista es una aberración: la alteración de un universo ficcional que estaba muy bien como estaba sólo para hacer más comestible un subtexto conceptual por analogía. Y, sin embargo, no es realismo estrictamente hablando. Sólo es violencia, sexo y distopías aplicadas al mundo del cómic. ¿Qué hace pues nuestro guionista? Ser genuinamente realista… llevar el concepto al extremo caminando en la dirección opuesta a los demás.
La tesis de Morrison es simple: el realismo no consiste en convertir el mundo de los superhéroes en un lugar más parecido al nuestro, sino que consiste en afirmar radical, frontalmente, que los superhéroes no existen; que lo que vemos en un cómic no existe; que los personajes no actúan así por voluntad propia. Son dibujos, son viñetas. Y la verdad, la auténtica realidad, el realismo sublimado, es mostrar al lector que en última instancia el guionista es dueño y señor de ese mundo. Pone en boca de los héroes sus principios; introduce en la forma de villanos sus animadversiones; dirige al lector, por más complejo y ambiguo que presente el tema, hacia la conclusión que desea. Tiende a introducir moralejas, incluso cuando nos quiere hacer ver que en el mundo real no hay moralejas. Y puede hacer evolucionar al protagonista como desee… ahora lo convierte en un pacífico activista, ahora en un radical vegetariano y poco después lo hace arrojar a un malvado asesino de delfines a pleno mar abierto para que se ahogue. Puede hacerlo todo, incluso asesinar a la familia del héroe y transformar a éste en un ser oscuro y deprimido. Suya es la creación y, con un poco de suerte y editorial mediante, suyo es su destino.
Pero lo verdaderamente magistral, la auténtica paradoja definitiva, es que negando la ficción Morrison consigue crear al superhéroe más humano que jamás ha existido. Tal vez porque, como él, nosotros tampoco somos enteramente dueños de una vida en la que influyen el destino, el azar y la casualidad. Negando su existencia, el escocés hace que Buddy Baker nos importe muchísimo más que cualquier otro superhéroe, y he ahí la maravilla de esta paradoja cósmica. Las preguntas que se hacen los inexistentes protagonistas de este tebeo –¿es Dios bueno o malo? ¿existe? ¿a dónde me voy cuando desaparezco? ¿qué pasa cuando los guionistas dejan de usarme?– son muy parecidas a las que se hace el más común de los mortales.
Explorando nuevos caminos
«No puedo creer que Dios juegue a los dados con el cosmos», reza al principio de un número citando a Einstein la pantalla de ordenador que hay en el misterioso estudio. «Él no. Yo sí» agrega el enigmático demiurgo en el epílogo de ese mismo ejemplar. Y es que ése el núcleo de la colección: Morrison sosteniendo que Baker es simplemente un medio de comunicación que emplea para llegar al lector; un medio de comunicación que, sorprendentemente, nos importa. Y así lo afirmó en una de las múltiples entrevistas sobre el tema: «Animal Man no es autobiográfico en el sentido estrictamente naturalista de Harvey Pekar, pero todo viene de mí y está afectado por cosas que me han pasado. Animal Man va de hecho sobre mí escribiendo Animal Man, así que es autobiográfico en un sentido inteligentemente posmoderno».
Nunca antes alguien se atrevió a tanto. Nunca antes alguien lo hizo tan rematadamente bien. Nunca antes alguien negó tan solventemente la ficción para reforzar la existencia y la humanidad de su criaturas y los conflictos que las invaden. Sólo le quedó a Morrison una cuestión por solventar: ¿qué ocurre si en lugar de negar la ficción que leemos, lo que negamos es nuestro propio plano de la realidad? ¡Ah, querido lectores! Eso… eso es otra historia. Una que le tomó al guionista más de diez años explorar.
Análisis técnico
Nunca ser prototípico y convencional había sido tan importante: la composición de página de Animal Man es generalmente de los más normal que el lector pueda ver… 5-6 viñetas enmarcadas por página, con predominio de las cuadrangulares y panorámicas, y espacio interviñeta blanco y conservado. Algunas veces el color del espacio interviñeta cambia, hay splash pages enfáticas aunque algo pueriles y se producen superposiciones ligeras o desestructuración de la retícula de viñetas, pero entra dentro del canon de la época y tampoco son efectos llamativos. El dibujo de Chas Truog, por su parte, más de lo mismo: puro dibujo de finales de los ochenta a base de línea gruesa para volúmenes generales, una línea más fina para expresar los detalles faciales a un nivel considerable, sentido de la proporción mas o menos naturalista (aunque la hipermusculación noventera estaba a la vuelta de la esquina) y un hatching funcional para sombras y matices. El entintado, reducido a labores lumínicas, sin muchas manchas expresivas; el color, a base de una paleta cromática no muy rica pero efectiva, con colores vivos y planos. Lo dicho… lo más corriente que se despachaba. Aunque de forma totalmente premeditada, claro.
Composición de página prototípica…
Y es que es un axioma artístico el hecho de que hay que dominar a la perfección la técnica y el estilo previos si lo que se busca es deconstruirlos, desplazarlos por algo nuevo. Más aún, incluso, si se tiene la pretensión de emplear el propio medio expositivo como vehículo conceptual. O en otras palabras: si Morrison y su equipo buscaban romper el formato, quebrar esa cuarta pared que separa sus creaciones de los lectores, tenían que asentar perfectamente la noción de «normalidad formal»; si además no sólo buscaban el mero efectismo sino que querían retratar el proceso mediante el que un personaje ficcional se da cuenta de que lo es, aprende los espacios que lo limitan y busca sobrepasarlos, entonces debían quedar meridianamente claros todos los estadios de ese mismo proceso.
… y su ruptura conceptual y formal
En efecto, el ser humano reconoce por contrastes. Si este tebeo se hubiera entregado al más mínimo ejercicio de virtuosismo injustificado, si hubiera introducido la más nimia experimentación formal, no tendría sentido todo el climático tramo final de la colección, con personajes rompiendo las viñetas y escapándose del espacio que los contiene o figuras que, mediante un increíble uso de la perspectiva y el escorzo, parecen invadir el mundo del lector. Somos conscientes de lo que es un día soleado gracias a que hay días en los que el cielo queda abarrotado de nubes. Y Morrison lo sabe, vaya si lo sabe.
En este sentido el trabajo de Brian Bolland supone el aspecto más tibio del conjunto. El dibujante se limita a hacer lo que mejor sabe: dibujar splash pages compositivamente atractivas que podrían encontrarse en el arte interior y hacerlas pasar por portadas, en un estilo que convence a muchos y nos deja indiferentes a algunos. Llegado ese clímax argumental antes mencionado, simplemente incorpora los mismos elementos rupturistas que el resto de los implicados, pero atenuados precisamente por esa sistemática suya. A mi juicio un estilo más conceptual le habría venido infinitamente mejor a las portadas de la colección, pero sin duda es cuestión de gustos.
Portadas de Brian Bolland para la colección
Es complicado valorar este tebeo sin destriparlo. Lo más justo sería decir que Morrison alcanza en él algo tan grande que nunca más volvió a intentarlo de la misma manera: una ruptura de la cuarta pared tal que consigue la comunión del lector, del autor y de la creación de este último hasta niveles que, de tan insospechados, resultan íntimos. Podría objetarse que, en efecto, después hizo cosas muy parecidas, y ahí están Sebastian O, Flex Mentallo, Los Invisibles o El Asco para demostrarlo. Pero lo cierto es que mientras que en estas obras el guionista escocés usó la ruptura de la cuarta pared orientándola a un juego de espejos que ilustrara acerca de los niveles que relacionan las creaciones con sus creadores, intentando extraer conclusiones de carácter demiúrgico que podían –y debían– aplicarse al lector, en Animal Man lo que realiza principalmente es un estudio de los personajes que pueblan nuestros tebeos (vertiente superheroica), su naturaleza, su creación, su serialización y su universo.
Y es que aunque como en aquéllos casos su fondo pueda extrapolarse al lector, o aunque en la propia Flex Mentallo hiciera algo extremadamente relacionado –incidiendo sobre la evolución histórica del género superheroico– Animal Man es única en su subtexto y extremadamente sorprendente si analizamos su contexto. Pocos se habían atrevido antes que Morrison a hacer lo mismo, pocos se atrevieron después y menos aún lo habían hecho –y lo hicieron– tan condenadamente bien (al menos en el cómic, que Unamuno con su Niebla y Pirandello con Seis personajes en busca de autor ya habían dado guerra con el tema, como apuntan ultron y leox en los comentarios).
Pero –siempre hay un pero– hay algo que lastra a Animal Man: su excesiva dependencia para con un corpus ficcional como es el Universo DC, al cual el personaje pertenece pese a que artificalmente la etapa haya sido recogida después en el sello Vertigo. En este sentido, la aparición de personajes con un pasado demasiado amplio dejará a menudo en la inopia a más de un aficionado, especialmente si es de los que gustan de dominar por completo los niveles de lectura de lo que leen. Sin embargo, hay que reconocer dos cosas: la primera es que el guionista se las arregla perfectamente para que esta clase de lectores puedan acceder sin problema a los niveles superiores –los más importantes– aún sin entender los básicos en su totalidad. Y la segunda es que si por algo puede tacharse este tebeo de valiente es precisamente por haberse gestado en el Universo DC, y no en uno creado ad hoc. Eso habría sido demasiado fácil, y todos sabemos que a Morrison le van los retos.
- Como viene siendo habitual, ahí van el artículo de la Wikipedia en inglés sobre la serie y su ficha en Comic Book Database, acceso a las portadas incluido. De postre, las fichas del personaje en la DC Database y en la imprescindible The Continuity Pages (y la ficha en particular de la etapa de Morrison). Y si ya tenéis ganas de más, un foro dedicado exclusivamente a la colección y el origen del personaje en .PDF directamente desde los servidores de DC Comics.
- Tres excepcionales artículos que analizan la etapa de Morrison en Animal Man: en Movie Poop Shoot, a cargo de Scott Tipton; en Motime Like the Present, a cargo de David Fiore; y en Universo DC, a cargo de Isaac Hernández. Pero si queréis uno para nota, id a la chilena ergocomics y revisad su texto. Impresionante.
- Webs oficiales de los autores. Para variar, todos tienen una: Grant Morrison, Chaz Truog, Doug Hazlewood y, por supuesto, Brian Bolland. Material para rato. Además, no os perdáis el especial Grant Morrison, al detalle escrito por Enrique Ríos para esta misma web. Una completa biografía que os dejamos aquí: Parte I y Parte II.>.
- Arqueología internetera. Varias entrevistas (algunas de la época) en las que el autor habla sobre la obra: una, otra, otra, otra, otra, otra, otra, otra, otra y otra. Ufff… Lo peor: son muchas. Lo mejor: me las he leído todas y lo más interesante de cada una ya está en el artículo. Por cierto, si queréis echarle un ojo a más entrevistas del autor, en Barbelith tenéis un montón.
- Reseñas en Zona Negativa de Doom Patrol, Kid Eternity, Sebastian O, El misterio religioso, Los Invisibles, Mata a tu novio, Flex Mentallo, El Asco, Seaguy, We3, Vimanarama y Joe el Bárbaro.
Bastante de acuerdo, menos con lo de Bolland. Pillé Animal Man, virgen de información, por sus portadas, y no hice lo mismo con Shade (con un estilo totalmente adaptado al de la serie) por la misma razón.
«mito instantaneo del noveno arte»
Ya. Sólo si lees superhéroes, claro.
Uno de los mejores comics que he leido.
No veo la conexión… ¿un número de una serie superheroica no puede ser un mito entre lectores que no gusten de leer superhéroes habitualmente? Vaya, lo digo porque ese número es bastante famosete y toda una referencia desde finales de los ochenta para acá. Por otra parte, por la sección que he llevado durante un tiempo en esta web comprobarás que no es que sea precisamente el superheroico mi campo favorito de lectura.
Gran trabajo, José.
Muchas gracias, Parábola.
En su novela Niebla Unamuno hace algo muy parecido, ¿se inspiraría Morrison…?
Muy buen artículo, me dan ganas de buscar la coleción en grapa de zinco perdida por algún rincón.
De lo poco que recuerdo es que los primeros números me encantaron y poco a poco fui perdiendo interes por la serie. Morrison dio lo mejor de sí en el «evangelio del coyote» y a partir de ahí la serie fue decayendo. Después de eso todo me parecía dar vueltas sobre lo mismo. Es como si la primera historia de miller al frente de daredevil hubiese sido «ruleta», en fin, luego nos habría parecido poco el resto. Lo que acabo de matarme mi atracción por la serie fue el dibujo: anodino y feo a más no poder.
Hace casi 20 años que lo leí, asi que vete a saber lo que pensaría de leerlo hoy.
Siempre me pasa igual con las obras de morrison, me deslumbran en un primer momento y me decepcionan según las avanzo. Creo que este tío podría ser uno de los guionistas mas grandes, por encima de moore. Le sobran ideas, poesia e imaginación…pero no sabe terminar sus historias o darle coherencia a todo lo que nos quiere contar. O le sobran ideas que quiere meter, no sé si me explico XD
«En su novela Niebla Unamuno hace algo muy parecido, ¿se inspiraría Morrison…?»
Lo mismo pense en el momento que lo leí: Niebla (en que el personaje se revela al intentarlo matar Unamuno) y de Pirandello hay otra que también es practicamente lo mismo (6 personajes en busca de autor). No lo quería poner por no resultar pedante.
Y ya puestos dentro del comic el propio herriman en krazy kat hace juegos de espejos permanentes «regalandoes» botes de tinta a sus porpios personajes para que creen sus propias historias, por ejemplo.
No me extrañaría nada que Morrison se hubiese inspirado en Niebla de haberla leído… la cuestión si la ha leído o no. La de Pirandello la he leído pero nunca la he visto 🙁
¡Ah! Y leox… aquí nadie es pedante. Despáchate tranquilo que este tipo de apunte siempre es bien recibido. De hecho, acabo de añadirlo al artículo (acreditándote por supuesto).
Hermoso artículo José, muy bueno y completo. Como siempre, bah.
Saludos
Jajjajajaja… muchas gracias, Mariano 😉
Bueno,debo admitirlo,el primer arco argumerntal de la serie le hizo llorar,siempre recordare a la gorila,que pena me dio,y ese puñetazo de budy.
Tambien me impresiono mucho «el evangelio del coyote»,aun no se si el coyote se comio el hijo del cazador o no XXD
Creo que el Animal Man de Morrison es la única obra editada en Vertigo cuya fama y reconocimiento por parte de los fans no comparto. Puede que su tratamiento formal y su planteamiento metadimensional (palabro!), lo de romper la cuarta pared y tal fuera muy revolucionario, o que incluso sea el cómic que mejor ilustra esta senda de experimentación dentro del medio, pero la verdad es que en general me parece un cómic como mucho interesante y a veces aburrido. De hecho, sólo me llamaron la atención particularmente el Evangelio del Coyote y los últimos números, sobre todo las últimas páginas ya sin Animal Man y con un solitario Morrison contanto un emotivo hecho de su infancia… Me parece la serie ‘pre-Vertigo’ menos Vertigo con cierto margen, demasiado superheróica para mi gusto y dependiente del universo DC, que apenas controlo. Tampoco el dibujo me parece para tirar cohetes, aunque las portadas de Bolland si me gustan más.
No sé, prefiero muchísimo más el otro cómic DC de Morrison de la época, Doom Patrol, por mucho que se le fuera la pinza y a veces no tuviera ni pies ni cabeza. Y dentro de la serie de Buddy, pues también prefiero bastante más la etapa Delano, mucho más clásica y convencional, y hasta quizá demasiado deudora de la Cosa del Pantano de Moore y cía. Creo que hasta prefiero la mini-etapa de Milligan antes que esta y todo…
En fin, un saludo (y a ver si editan esta última en España)
Quizá después de esto me haya visto incluso animado a empezar a leer algo de este personaje.
Gran trabajo José.
Nos leemos.
D.
Me muero por criticar y decir tantas cosas… pero voy a dejar a Morrison tranquilo por una vez jaja
Saludos, muy buen artículo!
La serie tiene números sueltos maravillosos, como El evangelio del Coyote u otros no tan recordados como el de la muerte del villano de la máscara roja. La saga de la venganza de Animal Man me parece genial, con las pistas precedentes del «fantasma temporal» de Buddy. Y los últimos números tienen escenas como la mirada del personaje al lector tras tomar peyote que se quedan marcadas de por vida. Y el final con el encuentro de personaje-autor cierra perfectamente una serie que habla, básicamente, de la búsqueda del sentido de ser un personaje de cómic de super-héroes.
No sólo no estoy de acuerdo con los que dicen que no es una gran serie, sino que creo que es una de las obras maestras de los 80.
La diferencia entre Unamuno/Pirandello y Morrison es que los dos primeros, como Borges, plantean su obra como una reflexión sobre la idea de identidad, entendida tanto como construcción y, en el caso Unamuniano, como diálogo y enfrentamiento con Dios. Morrison. Morrison lo hace porque así rompe la cuarta pared. ¿Por qué? ¿Para qué? Paraguayo. Meros fuegos de artificio.
MUY BUEN INFORME,bastante completo,la etapa de morrison la lei entera hace tres meses y me fascino,siempre habia escuchado un monton de criticas,siempre buenas,anteriormente habia leido su doom patrol y no me gusto tanto,tendrian que publicarla en un tomo y listo,el tomo de la JLA tiene muchos baches,esta serie no.
Mi debilidad absoluta, José, el Morrison que considero mejor, ideas enloquecidas en un ambiente controlado, estructura y delirio en constante puja. Siempre me ha encantado el dibujo de Truog, es mucho mejor que bueno, es el adecuado. Además contiene ese personaje tan maravillosamente humanoy sobr todo un final, tan extrañamente coherente que asombra por su implicidad, por qué, despues de todo es lo natural, ¿quién sino es el responsable de todas las putadas, desgracias y alegrias de los personajes?, el autor como villano definitivo, despiadado, cruel y finalmente compasivo. Todo Morrison, el cuestionamiento de la realidad (de todas las realidades) como tema y corpus autoral.
Hay que reconocer que Morrison acertó enfocando al personaje. El tema de juntar al creado con su creador fué magnífico. Y no debe ser nada fácil de conseguir, puesto que pocos lo han intentado.
No es mi obra favorita del escocés, prefiero Los Invisibles, pero confieso que es uno de los comics que más me ha sorprendido nunca. Porque intuyes a dónde quiere llegar pero no crees que el autor se atreva. Y lo hace.
Me ha gustado mucho el artículo, José. Me ha ayudado a desempolvar la memoria.
Pocos lo han intentado porque suele considerarse en la mayor parte de lo casos un recurso fácil (leánse Alef Tau y opinen). Y bueno, la de veces que los personajes Marvel se han encontrado con Stan Lee (o Mortadelo con Ibáñez) sin que le den tanto bombo. Hasta el Pato Lucas solía encararse con su creador de manera habitual. Vale, Morrison lo hace con tono de «estoy redescubriendo el noveno arte», pero ese truco ya era una cañería vieja.
Lo juzgas mal, Mt. La genialidad no es «el autor se encuentra con el personaje», que como dices no es nada nuevo.
Es el cómo, por qué y para qué, aunque a ti te parezca que no hay cómo, por qué ni para qué. Y esas preguntas han quedado bien contestadas por este artículo y por unos cuantos buenos comentarios.
«Me ha gustado mucho el artículo, José. Me ha ayudado a desempolvar la memoria.»
Buscaba algo que decir para alabar el artículo pero no lo encontraba. Eso se ajusta muy bien, así que me lo copio.
Gracias a todos por comentar y en especial a Martin… si has reprimido las ganas de meterte con Morrison es que el artículo te ha debido de gustar muchísimo jejejej 😉
Clavos… a mí este Morrison es precisamente el que me gusta, y su etapa en Animal Man la considero la mejor del personaje. Así que la divergencia es absoluta, porque además la etapa de Delano me parece la más simple precisamente por lo que dices: convencional y deudora del bueno de Swampy al máximo.
Diego… anímate a leer esta etapa porque creo que te gustará bastante.
Alpar, comparto totalmente tu opinión. Y la muerte del villano de la máscara roja es genial, auténtica poesía.
Madflash, muchas gracias por los elogios.
Zape, Morrison –y en concreto este Morrison– también es mi debilidad, excepto por lo que digo en el artículo de la dependencia con el Universo DC. Eso sí… no tengo tan claro que Morrison pueda calificarse como «el villano» de la colección. En un sentido estricto, retrospectivo, indudablemente lo es… tiene todas las características del arquetipo. Sin embargo, su identificación con lo divino hace que simplemente parezca un ser indiferente para con su creación que, en un guiño final, por un cariño del que puede que incluso se sorprenda, o simplemente porque no le cuesta ningún trabajo, realiza una concesión a la galería. Por eso y también por otro asunto: el eterno retorno. Sencillamente demuestra lo que quiere demostrar –que puede hacer lo que quiera con Buddy– y le deja una tabula rasa al guionista que le sucede.
Raúl, muchas gracias de nuevo. Yo donde lo tengo más complicado es a la hora de elegir entre Flex Mentallo, El Asco y Animal Man… Los Invisibles, pese a resultarme algo más monumental, para mí está un peldaño por debajo. En todo caso, celebro que el artículo haya servido para desempolvar tu memoria.
Y finalmente, Mt… si te das cuenta las razones por las que Morrison rompe la cuarta pared son exactamente las que comentas en referencia a Unamuno: diálogo y enfrentamiento con el creador y exploración de la propia identidad. Y eso entronca con tu último comentario: romper la cuarta pared no significa en esencia nada, ni aporta valor a un tebeo. Es, simplemente, un recurso más, y depende de cómo y para qué lo uses el que sea una maravilla (como en mi opinión pasa en este caso) o un simple guiño autorreferencial (como en el caso de Ibáñez o del Pato Lucas). De hecho tiene gracia que lo menciones porque queda meridianamente clara la diferencia entre las reuniones de Lucas con su creador y las del Coyote con el suyo… es más, no creo que sea ni siquiera algo casual que Morrison escogiera un personaje de la Warner. En cualquier caso, los arquitectos utilizan mucho un concepto para diferenciar el recurso gratuito de su contrario: la justificación. Y Morrison justifica enormemente la necesidad de introducir la ruptura de la cuarta pared en Animal Man.
Vaya Sputnik, nos hemos cruzado y hemos dicho prácticamente lo mismo. Así que gracias por comentar y lo dicho en el caso de Raúl (si tú copias, yo también jejejeje): celebro que el artículo haya servido para desempolvar tu memoria.
Por lo que sé el «viaje» con el peyote es idéntico al que tuvo el propio Morrison, mismo lugar, mismas sustancias, mismas consecuencias.
Desde ese punto de vista, creo que Morrison acierta de pleno en la idea de plantear el juego con la realidad y ficción, en la línea de Philip K. Dick, etc. No es el típico diálogo entre el personaje y su autor, sino el descubrimiento que hace el personaje de que su mundo no es real, paralelo al que hizo su autor.
Efectivamente Tachuela… de hecho es como si en Animal Man usara ese pretexto para hablar de cómics, guionistas y lectores y después lo aplicase a nuestra realidad (Sebastian O, Flex Mentallo, El Asco, Los Invisibles…). A eso me refiero con lo de «la pregunta sin resolver que tardó diez años en explorar».
Si Jose, tienes razón , Morrison no es tanto el villano como el demiurgo, pero ejerce de villano canónico dentro del contexto de superheroica maravilla del tebeo, además date cuenta de qu enrealidad Buddy no se encuentra con Morrison sino con otro personaje que representa a Morrison, es decir es un tebeo sobre Morrison escribiendo un tebeo sobre Morrison escribiendo un tebeo…
Sí, un juego de espejos en el sentido más clásico. Respecto a lo del villano/demiurgo… Morrison juega claramente con esa dualidad. Por eso te decía que en un sentido estricto (o canónico, como bien dices), analizándolo como arquetipo, es claramente el villano principal de la función. Y sin embargo su condición de demiurgo lo exime de incorporarse a la mecánica maniquea de todo tebeo de superhéroes.
Totalmente de acuerdo, y encima funcionando no solo como juguete intelectual y obra de desafio a la sintaxis del género (y del medio) sino ejemplarmente sentimental, provoca una implicación total para con los personajes, especialmente ese protagonista maravilloso, todo humanidad, emociona de verdad y no solo deslumbra por su audacia formal. Eso si con lo que no estoy de acuerdo es con el tema portadas, Bolland me entusisma, y aquí creo que su estilo irónico va de perlas. Repito que este es el gran Morrison, la tensión entre la creatividad libérrima y la necesidad de unos márgenes es el lugar donde da lo mejor de su talento, sino tiene demasiada tendencia a la dispersión y la autoindulgencia.
En ergocomics.cl (de chile) tambien hay un muy buen analisis de esta serie, asi como otras de las principales obras de Morrison.
Efectivamente zape… he ahí la maravillosa paradoja de la que hablo en el artículo: negando que el personaje existe, Morrison redobla su potencial emocional; negando la existencia de la ficción, el guionista consigue reforzarla. Es imposible no sentir empatía por Baker en el número #26, a pesar de que se nos subraya explícitamente que no existe, que es un vehículo del guionista.
Respecto a Bolland… admito que es una cuestión de gustos, más que de técnica. También admito que su estilo irónico le habría ido como anillo al dedo a la colección si no fuera por (siempre en mi opinión) la tendencia que tiene a subrayar esa ironía. Pierde fuerza por carecer de sutileza.
Y sí. Éste es el gran Morrison. Como todo autor al que la cabeza le bulle de ideas, le va mucho mejor cuando tiene un corsé creativo (en este caso la continuidad y la constricción formal; en el caso de Flex Mentallo o El Asco el número de entregas a las que ceñirse) que cuando posee la suficiente libertad como para dispersarse sin límite ni control.
Precisamente ayer hablaba con un amigo de esta rotura de la cuarta pared. Compré el comic sin saber de que iba, yo marvelita de siempre, intentando meterme un poco en DC. Al principio lo vi normalito, curioso sí, pero normalito, pero los numeros finales me dejaron boquiabierto,
sobre todo el juego que hace Morrison con el lector cuando una versión oscura de Buddy le pide perdón a su hioja y nadie sabe de dónde ha salido o cuando su esposa dice que un vecino le saludó y ni siquiera le miró, y Buddy no tiene ni idea de que esta hablando… Y resulta que unos números más adelante el Demiurgo nos explica todo. Me quito el sombrero.
.
Me ha encantado el articulo, de hecho me han entrado ganas de leer de nuevo esta obra!
Nada, pues que he disfrutado mucho con el artículo, y que me parece que está fenomenalmente escrito.
Enhorabuena al autor. Me han dado ganas de recuperar la colección, de la que sólo tengo algún número en grapa.
Muchísimas gracias a los dos… el gusto es mío por haberos animado a recuperar la serie.
Un saludo.
Pues para mi la obra favorita de Morrison, a falta de leer Flex Mentallo. Me parece mucho más redonda que Los Invisibles, donde si creo que a Morrison le sobrepasa el exceso de ideas. Aqui está más contenido, sabe lo que quiere contar y lo hace.
Por lo demás, y habiendo leido Niebla (la de Pirandello no), no termino de entender los comentarios de Mt, pero como es algo que han contestado perfectametne sputnik y José lo dejo ahí.
Por último, yo personalmente no pude con el Animal Man de Delano, pero claro, es que tampoco trago su Hellblazer.
Para mí en dura pugna con El Asco. Después irían Flex Mentallo y Los Invisibles. Y el Animal Man de Delano… es que es más de lo mismo, tópico y a mi parecer desfasado. He llegado a la conclusión de que a mí lo único que me gusta de Delano es Hell Eternal xD
Ostras. Me acabo de ller los cuatro primeros números de su Doom Patrol y la ciudad de Orkwith fusila sin miramentos la Ukbar de Borges.
Más cositas desde desde los Faq’s de Planeta:
Ah sí, a mi pregunta (en el título hablo de «Animal Man» y Doom Patrol») contestan:
CONSULTA: Os escribo para saber si tenéis pensado algun proyecto sobre re-editar estas obras en algun otro formato distinto al actual . De ser asi, en qué formato serían? Los integrales de la Cosa de Pantano que pensáis editar dentro de poco, que tamaño tendrán (páginas y precio) Un saludo y muchas gracias.RESPUESTA:Animal Man está en estudio como integral (similar a Los Perdedores). De momento Doom Patrol no. La cosa del pantano será en 3 tomos tamaño comic-book de 300 y pico páginas.
Vamos, que «Animal Man» tiene pinta de que no tardará demasiado ( 2011-2012) y la «Doom Patrol» de Morrison se queda tal cual está.
Torralba, como siempre, ya dejaba caer en su artículo algo sobre esto, no? Al menos se lo olía…
Tierra llamando a Bartholomew… revise la última entrada publicada en Zona. 😉
Buenas, hace un par de dias terminé de leerlo y me ha dejado un buen sabor de boca.
De Morrison solo conocía New x-men y su etapa siempre me ha parecido muy muy buena, y all-star superman que tendré que releerlo para ver si le cogo el punto y he seguido con este comic.
Empezó bastante bien con el primer arco argumental, el evangelio del coyote me gustó pero no como para tanto boom (cuando lo lea de nuevo veré si le veo algo que no haya visto la primera vez), y la parte central me parció, visto con perspectiva, una trama bien hilvanada, dejando caer algún cabo aquí, un detalle allí, la historia que transcurre en la montaña me pareció excelente,y ya los últimos números es un sin parar hasta el final.
Una pregunta respecto al Secret Origin de Animal Man: ¿Es necesario para leer la etapa de Morrison? ¿En la edición de 26 grapas de Zinco se incluye el Secret Origin? Es que tengo la oportunidad de hacerme con las 26 grapas de Zinco a un precio excelente, pero me surgen dudas respecto al Secreto Origin, ya que hoy en día es imposible de conseguir por lo que parece…
Impresionante artículo. Lo cierto es que ya he leido la etapa completa de Lemire con el personaje pero sigo teniendo esta etapa anterior en pendientes.
Visto lo visto espero poder hacer me con ella cuanto antes, porque el personaje me ha encandilado y este artículo me ha puesto los dientes largos 😉
Un saludo.