es que te echen de ese grupo…»
Puede ser a causa de las enquistadas tensiones nacionalistas, debido a las perpetuas carencias de nuestro sistema educativo, castrado por las desavenencias políticas históricas de los principales partidos, o por la imagen interesada, simplista y sesgada que los medios de comunicación intentan trasladar muchas veces sobre nuestra compleja realidad como país. Es más posible que sea la suma de todos estos aspectos, más muchos otros igual de relevantes, los que acaban por dejar patente que somos en la práctica un estado fallido y fragmentado, ignorante, y satisfechos de serlo, de la historia de nuestra tierra, y más aún de la del resto de comunidades autonómicas. Pero no somos el centro del mundo y las manecillas del reloj tampoco se pusieron en marcha anteayer. No nos hace ningún bien escondernos en ese glorificado período de la Transición, ese contexto que nos trajo la democracia, la libertad y todos esos parabienes que nos recuerdan nuestros gobernantes con un halo de falsa modestia y temor cuando alguien menciona una mínima posibilidad de regeneración y cambio en las reglas de este juego.
Porque, para bien o para mal, posiblemente más bien lo segundo, lo que hoy llamamos España sigue siendo un reino de taifas, un grupúsculo de identidades en constante conflicto de intereses, mal avenidos y, en muchas ocasiones, con una ostentosa tendencia al desinterés por cualquier exiguo acercamiento o demostración de comprensión y respeto mutuos. Solemos olvidar que este conglomerado de país, nación de naciones, o como quiera llamarse, ha sido tradicionalmente un territorio de mezcolanza definido por la influencia y las aportaciones depositadas por culturas dispares como la romana, la visigoda, la árabe o la judía. Pero, toda esa diversidad pasa desapercibida ante nuestras narices, por desgana o por simple y torpe rencor, y todo lo que podríamos aprender unos de otros queda aparcado por la política y por el mal uso que hacemos de ella. Esta impresión, respecto a lo poco que conocemos sobre nuestros vecinos, puede pasar por la cabeza de cualquiera cuando cae en sus manos una obra como la presente
Decimos que al leer
Es un vistazo a una sociedad sórdida y oscura, paralela a la pacífica y bucólica comunidad agrícola que a primera vista aparenta ser Murcia, una pequeña y tranquila ciudad de provincias recreada por su autor cada vez que tiene oportunidad, sobre todo a través de contemplativas transiciones presentadas con gran tacto y sensibilidad. En verdad,
Esto sumado a la manera en la que su autor maneja el comentado folclore popular murciano, pervertido y reutilizado aquí para construir un sólido armazón de paganas creencias, ofrece como resultado un trabajo con una dimensión cautivadora definida por una atmósfera y entorno cercano al relato de terror, sin sus subterfugios y salidas habituales del género pero sí con algunas dosis de sangre y otros fluidos corporales. No hay una trama policíaca dispuesta a desvelar los horrores narrados en esta historieta, ni ningún cínico y atormentado personaje a la búsqueda de redención por sus pecados, solo una cáustica estampa de la misma corrupción y del terrible sentido de la impunidad y desconocimiento sobre unos poderes fácticos con una decisiva influencia en las estructuras e instituciones políticas y económicas de la región. No hay elementos fantásticos asociados al argumento, haciendo más crudo y cercano su contenido, aunque
VALORACIÓN GLOBAL
Argumento y guion - 7
Apartado gráfico - 7
Interés - 7
7
En Murcia hallamos una interesante postal de la ciudad que da nombre a la obra, con sus lugares comunes y algunas de sus tradiciones, una bucólica estampa pervertida por Magius para adentrarnos dentro de una sórdida historia de cofradías y cultos secretos que controlan los poderes políticos y económicos de la región. El relato funciona como metáfora de la corrupción del poder y las élites y poderes fácticos construyendo un armazón sustentado sobre el folclore propio de la comunidad de Murcia.
Pan, pijo y Habá
No se qué es lo que he disfrutado más, si ha sido la apasionante trama o quizas hayan sido los fidedignos y sensacionales dibujos. Sólo una palabra, BRAVO!