Los Ghost Riders cabalgan de nuevo hacia un reluciente amanecer en Secret Wars. Utilizamos esta afirmación en plural pues es bien sabido que no ha existido un único “Espíritu de la Venganza”. Más bien, se podría hablar de toda una estirpe. Desde el primer Jinete Fantasma de los años sesenta, creado por Roy Thomas, pasando por la eclosión de lo sobrenatural en los años setenta, llevada un peldaño más allá en los noventa, hasta el actual Piloto Fantasma de la generación “Too fast and too furious” ha sido un personaje más que recurrente en la editorial con sus diversas encarnaciones. Ahora Felipe Smith, escritor del último volumen perteneciente a Marvel Now!, y Juan Gedeón, dibujante mejicano que debuta en la Casa de las Ideas tras algunos trabajos en Dark Horse, se proponen reunir a todas las encarnaciones habidas y por haber, algunas conocidas y otras por descubrir (sin ir más lejos ya se presentó el concepto de Espíritu de la Ignición, debutando uno de ellos, versión años treinta, en las páginas de Attilan Rising), para hacer frente a sus asuntos comunes en Battleworld. Así pues, queda dispuesto el terreno de juego para ver en acción a los distintos jinetes, motoristas y pilotos, con sus espectaculares monturas, a cada cual más desenfrenada. Y es que en España los hemos tenido que ir diferenciado según sus vehículos, ya que al contrario que en inglés, que se puede unificar el concepto bajo el término Ghost Rider, la denominación patria ha ido variando según la montura utilizada.
Pero el que lleven un caballo, una motocicleta o un coche tuneado no varía la esencia y esa tiene que ver con extraños tratos con el demonio. Para comprender este detalle vamos a echar un vistazo a la vertiente sobrenatural marvelita, desde cuyas entrañas surge Ghost Rider, basado en un personaje que funcionaba en los cincuenta, posteriormente reciclado en los sesenta, para pasar a desgranar las diversas encarnaciones del Espíritu de la Venganza. Dejamos para el final la reseña de la nueva colección surgida a raíz de Secret Wars. Engrasamos motores pues el viaje comienza en 3, 2,1,….
Los años setenta fueron años de cambio en la cada vez más consolidada editorial de Spider-man, Vengadores o los 4 Fantásticos. A este grupo de superhéroes, que habían conseguido gran popularidad durante los años sesenta, le acompañarían en la siguiente década una nueva hornada de cabeceras que incluía licencias de películas o juguetes, modas como el Kung-fu o la Blaxploitation, o géneros tan arriesgados como el de terror. Nos interesa este último pues de aquí nacerá el germen de Ghost Rider. Los cómics de horror no son invento de Marvel Comics. De hecho fue una temática más que popular en los años cincuenta, donde una editorial sobre todas tuvo un gran éxito con esa temática. Hablamos de EC Comics, propiedad de William Gaines. La mala suerte quiso que una ola de puritanismo llegara a la sociedad norteamericana de la época, provocando encendidas críticas hacia el comic-book de aquellos días. Todo ese revuelo acabó en la creación del Comics Code Autorithy, un organismo que se encargaba de velar por las tiernas mentes de los lectores de tebeos, privándoles de cualquier atisbo de actitudes violentas o sexualizadas. EC se convirtió en la triste perdedora del proceso pues se negó a firmar el Comics Code, perdiendo el favor de los vendedores de su mercancía.
Con el código y las consabidas imposiciones a sus espaldas, la industria, en la que participa Marvel Comics, continuó su camino hasta que llegamos a 1971. En ese año Stan Lee dio forma en la cabecera del trepamuros a una historia en tres partes donde la trama giraba en torno a las drogas. Obviamente, aquello no pasó el filtro del Comics Code pero Lee no se amilanó y decidió publicarlo sin el sello de la asociación, lo que causó un gran impacto pues, a pesar de ese detalle, la Trilogía de las Drogas fue un completo éxito. Este suceso, aparentemente alejado de nuestra narración, supuso un duro golpe al muro que suponía el dichoso Comics Code, ya que a raíz de él se produjo una revisión del mismo para dar un poco más de manga ancha a los creadores. Una de las consecuencias es que se dio luz verde para las historias de terror, género que se había dejado ver con cuentagotas y de forma muy controlada desde aquellos lejanos años cincuenta. La creación de Morbius en la cabecera de Spider-man, un vampiro de laboratorio, supuso un comienzo para nuevos caracteres cuya base era la temática del terror, al estilo Marvel. En orden cronológico, la primera gran serie con protagonismo monstruoso es el Werewolf by Night en 1972, a cargo de Gerry Conway y Mike Plogg, protagonizada por el Hombre Lobo propio de la editorial llamado Jack Russell. Ese mismo año debutaría la excelsa Tomb of Dracula, sin dudas el culmen de toda esta producción basada en el horror. Iniciada con los nombres de Roy Thomas, Gerry Conway y Gene Colan, sería la llegada de Marv Wolfman la que catapultaría hacia el estrellato a la serie del legendario hijo de Transilvania. Después arribaría a las tiendas el misterioso Man-Thing, creado en 1971 por Gerry Conway, pero no sería hasta el año siguiente cuando pudimos ver el desarrollo como personaje de Ted Sallis en Adventure Into Fear#10. Seguirían las versiones marvelitas de Frankenstein, la Momia o el Golem. Toda una nueva galería de los horrores que lograron captar la atención del aficionado.
Ya sabemos que cuando algo tiene aceptación lo más adecuado es saturar el mercado. Lo ejecutivos de Marvel le pidieron más colecciones de monstruos al entonces editor jefe, Roy Thomas, por lo que cuando parecían gastadas las balas de los ya conocidos la máquina editorial se puso en marcha para crear de nuevo cuño. Tras el ya citado Hombre Cosa, tendríamos noticias de Damian Hellstrom, nada menos que el hijo de Satán, el Hermano Vudú, Satana, también descendiente del diablo, y un tal Ghost Rider. The Marvel Way of life implicaba una extraña mezcla de lo sobrenatural con los superhéroes y el Motorista Fantasma, como lo asimilamos en este país, fue el mejor exponente de ello. A finales de los años sesenta el fenómeno de las bandas moteras, con su despreocupado modo de vida, era ya un referente popular en los EEUU, por lo que crear un personaje con su uniforme negro calado y grandes habilidades en la conducción de una moto de gran cilindrada era un paso lógico y normal. La autoría de la criatura ha sido una de las cuestiones calientes que han tenido en vilo al perosnal en tiempos recientes, con mediático juicio incluido. Aquí entran en acción Roy Thomas, Gary Friedrich y el artista Mike Plogg, cada uno con su versión particular.
Al respecto de la creación de este renovado personaje, Sergio Aguirre, gran apasionado del concepto, comenta que » Friedrich recicló a otro personaje suyo para crear al Motorista Fantasma: en 1971, junto a Ross Andru, había creado a Hell-Rider para una editorial llamada Skywald, cuya colección no pasó de dos números en blanco y negro». Por tanto, ahí tenemos ya un referente claro que nos recuerda poderosomente al motorista Marvel. El autor le propuso a Thomas la inclusión de un nuevo villano en la cabecera de Daredevil, siguiendo las palabras de nuestro compañero Sergio, intentó convencerlo de la siguiente forma: “Ghost-Rider (que será un reciclaje de Hell-Rider) es parecido a tu Stunt-Master, pero más molón, en plan como los moteros de ahora, de los años 70. Incluso es posible que simplemente le estuviese comentando cómo era Hell-rider para ver alguna manera de reciclarlo para Marvel, y fuese a Roy a quien se le ocurriese aplicarle ese nombre que él había creado y que ya no se usaba de Ghost Rider». No se puede negar la implicación del editor jefe en el asunto, pues a pesar de que fue Friedrich el impulsor del concepto, se pueden rastrear trazos de Thomas en el personaje. Sergio nos dice a ese respecto «probablemente, conociendo el amor de Roy por los personajes de la Golden age y por el reciclaje de conceptos, saliese de él la idea de usar la imagen de Blazing Skull para definir el aspecto del macabro alter ego de Johnny Blaze».El caso es que terminó por reconfigurarse el aspecto arquetípico del Motorista Fantasma, con su atuendo oscuro como la muerte, su imponente moto y su cráneo llameante. Ese lavado de cara sobrenatural gustó bastante a las altas esferas por lo que se prosiguió con el siguiente paso, aparición especial en una cabecera de pruebas, Marvel Spotlight#5 (fecha de portada 1972), con gran aplauso por parte del respetable. El Motorista lograba tras pocos ejemplares su serie propia.
La historia de origen, firmada al alimón por Thomas y Friedrich, y dibujada por Mike Plogg, nos descubría la vida y milagros de Johnathon (Johnny para los amigos) Blaze, piloto acrobático que accedía a hacer tratos con Mefisto en persona, perdiendo así su alma, para salvar la vida de su padre adoptivo. El taimado demonio sabe cómo jugar sus cartas así que cumplió su parte del trato, salvarlo de una enfermedad, para matarlo a renglón seguido en un accidente. De esta forma Johnny se vio empujado a asimilar su alma con la del demonio Zarathos, transformándose en una descarnada encarnación maquiavélica con ansia de venganza a bordo de una Harley-Davidson último modelo.
Pero como hemos apuntado arriba, se puede decir sin ambages que el concepto de Ghost Rider es un reciclaje de algo anterior. Roy Thomas dio salida a una colección ambientada en el oeste donde un misterioso jinete embutido en un blanco inmaculado, a lomos de un corcel de idéntico color, pasea por el salvaje oeste de los Estados Unidos decimonónicos tratando de luchar contra la maldad y la injusticia. Reciclando el término homónimo de una colección de los años cincuenta, Thomas cambia los personajes para darle un lavado de cara al concepto. La apasionante historia de Carter Slade, de profesión maestro de escuela, comienza cuando se dirige a su nuevo destino en Montana, instante en que se produce un hecho relevante: un puñado de nativos le atacan y lo dejan malherido. Un muchacho llamado Jamie Jacobs es testigo de la reyerta y acude en auxilio del maltrecho maestro. Los dos son interceptados por un grupo de amigables comanches que lo llevan ante un hechicero llamado Estrella Flameante para que lo cure. Este chamán vio caer del cielo un meteorito y tuvo una experiencia reveladora. Al ser bañado por un polvo cósmico sintió que accedía a niveles de poder superiores al humano promedio, por lo que comenzó a escuchar voces y recoger el misterioso polvo. Desde ese momento había estado esperando al campeón necesario para defender la región de rufianes como Jason Bartholomew, auténtico cerebro tras el ataque a Slade, pues descubrimos que los nativos de la zona son amigables y esos que le asaltaron no eran más que hombres disfrazados al servicio del malvado terrateniente.
El caso es que para el chamán, el bueno de Carter responde al perfil de campeón que estaba esperando desde la caída del meteorito. Procede a sanar sus heridas, le dio una ración de polvo cósmico y una capa con la que se convertiría en Ghost Rider, el Jinete Fantasma. Pero faltaba la guinda a tan magno regalo y ese es un portentoso caballo blanco de difícil doma llamado Banshee. Sobra decir que el antiguo maestro de escuela consiguió dominar su bravura para convertirlo en su mejor compañero en la lucha contra el crimen. Durante escasamente siete números vimos el discurrir de este extraño héroe del far west, que mezclaba lo sobrenatural con el Western, dejando enfrentamientos con Tarántula o Manta Raya, malvados villanos del Salvaje Oeste, pero también alguna colaboración con otros héroes del género como Kid Colt.
A pesar de la escasa vida editorial de la cabecera, el personaje ha pervivido, de manera tangencial eso sí, en la editorial traspasando un cierto espíritu de legado. Conocimos a un familiar de Carter, Lincoln, nada menos que su hermano, que se dedicaba a mantener la ley y el orden como Marshall. Cuando a su hermano le llegó su hora en una lucha con el Reverendo Muerte, Carter le reveló la verdad a Lincoln, asumiendo éste el manto de Jinete Fantasma. Estas historias fueron ya desarrolladas por Len Wein en una cabecera donde se juntaban diversos relatos basados en la temática del far west, compartiendo espacio con caracteres análogos como Apache Kid o Black Mask, llamada Western Gunfighters. No fue tan recta la vida de héroe de Lincoln. Mucho tuvo que ver con la llegada de ciertos Vengadores de viaje por el tiempo. Se encaprichó de Pájaro Burlón y trató de obligarla a estar con él con trucos y pócimas. La lucha entre una recuperada Bobbi y el Jinete terminó con la muerte del personaje del oeste.
Todavía nos quedan más descendientes de la familia imbuidos por el espíritu del Jinete Fantasma, ya que el concepto se tuvo que reconvertir con la salida al mercado del Motorista Fantasma, empezando por Hamilton Slade. Este personaje era un arqueólogo de la Universidad de Nevada, personalmente interesado en las leyendas de sus ancestros como importantes pistoleros del salvaje oeste. En su búsqueda encontró un enclave con restos de antiguos indios además del traje de Jinete, por lo que acabó poseído por el espíritu de Lincoln. De esta guisa haría apariciones por cabeceras como Ghost Rider o West Coast Avengers, llegando a participar en eventos como Contest of Champions o Civil War. Su última participación conocida fue en la serie limitada que protagonizaron en 2010 Ojo de Halcón y Pájaro Burlón. Con importantes ecos de batallas pasadas, el Jinete Fantasma será una de las némesis de los dos vengadores, pero en una sorpresiva forma femenina. Sabemos que el primer Phantom Rider fue Carter Slade y que éste traspasó el legado a su hermano con nefastas consecuencias. Lincoln se encarnó en un descendiente, Hamilton, y ahora ha escogido a un nuevo portador, la inocente hija de Hamilton, Jaime. El propio Hamilton deberá vestirse de nuevo de Jinete para ayudar a su hija y de paso a la superheroica pareja. El último de los Slade muere en el ritual de exorcismo para liberar a su descendiente.
Como ven, un interesante legado que ha perdurado hasta casi nuestros días. Hay que recordar que la historia del Jinete Fantasma comenzó fuera de la editorial Marvel en los lejanos años cincuenta. Magazine Enterprises se encargó de contar la vida y milagros de Rex Fury a.k.a. Ghost Rider como Marshall del lejano oeste durante escasamente catorce números. La editorial se vio forzada a cerrar con la crisis del medio ocurrida a finales de la década. Pero un detalle importante pudo hacer posible su vuelta a la vida. Sus creadores originales fueron Vincent Sullivan, Ray Krank y Dick Ayers. Éste último estaba trabajando en Marvel en 1967 y convenció a las altas instancias de la editorial, apoyado por un admirador del personaje como Roy Thomas, para recuperar sus derechos. Y desde aquí comenzó el periplo del buen jinete en la Casa de las Ideas.
Hemos hablado bastante de Roy Thomas como uno de los impulsores de Ghost Rider dentro de la editorial. Pero sería injusto despedirnos de los grandes nombres asociados al concepto sin hablar de su conformador como Espíritu de la Venganza, Gary Friedrich. Este guionista de Missouri entró a colaborar en la Casa de las Ideas en los años sesenta, tras pasar por Charlton Comics, especializándose en cabeceras de género, ya fuera el bélico, el western o el terror. Así podemos rastrear su impronta en colecciones como Sergeant Fury and his Howling Comandos, Captain Savage, Kid Colt, Rawhide Kid, Combat Kelly o Ghost Rider, tanto el del oeste como el moderno, entre otras. Fue un guionista bastante implicado. Todo un profesional que ha aportado una profusa producción a Marvel pero al que tristemente recordamos en fechas recientes por sus litigios. Al conocer las intenciones de llevar a la gran pantalla la figura del moderno Ghost Rider, de la que se consideraba creador intelectual, Friedrich se rodeó de abogados para llevar a juicio a la editorial para recuperar sus derechos. El problema es el de siempre. Las grandes utilizan contratos del llamado “work for hire”, es decir, trabajo por encargo, con lo que ceden cualquier tipo de créditos a la compañía. Ese sistema se ha demostrado como un obstáculo insalvable para los creadores como bien han demostrado litigios previos, no hay más que ver el caso de Steve Gerber y su Howard el Pato. El juicio por los derechos comenzó en 2007 y terminó en 2013 con un acuerdo amistoso entre las dos partes, legando el autor a Marvel todos los derechos del personaje a cambio de una presumible cantidad elevada de dinero.
Para darle un sentido a la figura de Ghost Rider vamos a tener que hablar de algunos aspectos básicos acerca de los temidos demonios, pues gran parte de la imaginería utilizada durante su larga vida editorial va a tener que ver con aspectos del infierno y del cielo…pero no adelantemos acontecimientos. Recordar que tenemos a un piloto acrobático, Johnny Blaze, que hace un pacto con el diablo para conseguir salvar a su padrastro, Crash Simpson, enfermo de cáncer. ¿Qué demonio fue el responsable del maléfico trato?
Antes de responder a esta pregunta quizás sea pertinente hacer un pequeño repaso al panorama demoniaco instalado en la Casa de las Ideas. Para comenzar decir que el concepto parte de seres de naturaleza mística. Básicamente, una traslación de la típica diatriba religiosa entre el bien y el mal. En la narrativa superheroica, cuya base principal fue desde sus inicios el contraponer lo correcto contra lo pernicioso, abundan este tipo de representaciones por lo que la confusión entre todos ellos puede ser muy habitual. Como tales se han denominado a seres tan antiguos cuya existencia se remonta a eras antes del nacimiento del ser humano, como atestiguan los casos de Cthon o Set. Otros derivan de antiguas encarnaciones de dioses que han caído en el influjo malvado, entre los que tenemos ejemplares como Mefisto, Satannish o Asmodeus. Incluso tenemos algunos de origen extraterrestre, como los peligrosos N’Garai. En medio de esta clasificación existen multitud de demonios de difícil definición como Pesadilla o Dormammu, gobernantes de sus propios reinos extradimensionales. Todos ellos representan la esencia del mal en contraposición al bien, la perpetua dicotomía que acompaña al género humano que consiste en representar los dos polos opuestos en una continua diatriba.
Dentro de este maléfico panorama tenemos a Mefisto, un antiguo dios caído responsable del destino de Johnny Blaze, sabedor de la maldición que asola a su estirpe desde su nacimiento. El objetivo de su malévola existencia es conseguir la mayor cantidad de almas humanas (y no tan humanas, ya que se empeñó en sojuzgar la de Estela Plateada o la de Thor) para así alcanzar el máximo poder posible e imponer su reino de terror en la Tierra. En esa lucha por la obtención de todas las almas posibles ha tenido sus desencuentros con algunos de sus congéneres, entre los que destaca Zarathos. Este demonio tan antiguo que nadie recuerda su origen llegó a un trato con un chamán, en los albores de la humanidad, para que le consiguiera el mayor número de almas a su alcance. La empresa tuvo un gran éxito por lo que el poder de Zarathos comenzó a crecer exponencialmente rivalizando con el de Mefisto. Éste último no iba a permitir tal ofensa por lo que trazó un plan para deshacerse de su rival. Y para ello contó con la ayuda de un humano llamado Centurius. Éste antiguo príncipe vendió su alma a Mefisto a cambio de una salvación para su amada y el taimado demonio le encontró el propósito perfecto al susodicho humano. Lo envió a batallar contra Zarathos en una lucha a muerte en la que el demonio poco podía prever su trágico final. Cuando intentó robar el alma a Centurius se vio imposibilitado a tal acción pues el humano ya no estaba en posesión de su alma, en manos de Mefisto. Es entonces cuando hace acto de aparición para librarse la batalla final entre demonios, con el resultado de la victoria definitiva de Mefisto. Zarathos se verá reducido a la posición de sirviente de un ente superior por los siglos de los siglos.
Zarathos queda a merced de Mefisto, totalmente amnésico, pero la historia de ambos se verá asociada para acontecimientos venideros. Mefisto se dedica a la búsqueda del Medallón de Poder mientras que Zarathos queda diluido en diferentes personalidades humanas. Ese artefacto contenía la esencia de los Espíritus de Venganza, unos entes ancestrales de gran poder cuyo cometido era proteger a la humanidad ante cualquier posible ataque de fuerzas sobrenaturales. Los Espíritus de la Venganza eran pues enemigos de Zarathos. Y una secta a su servicio se encargará de proteger el legado, pues el Medallón será dividido en pedazos que perduraran en el alma de dos familias humanas durante generaciones. Una de ellas, el clan de los Kale, tendrá sus más y sus menos con Mefisto en la persona de Noble Kale en el siglo XVIII para intentar conseguir recuperar el Medallón. El demonio no consiguió corromper al humano pero no dejó de tener a la familia en su punto de mira, al saber de su relación con los Espíritus de la Venganza.
Ya en el siglo veinte, seguimos la vida de una mujer llamada Naomi Kale, enamorada de Barton Blaze, y viviendo un vida de feriantes. Barton se dedicaba al motociclismo acrobático, acompañado de su amigo Crash Simpson. La feliz pareja tuvo tres hijos, Jonathon, Daniel y Barbara. Naomi decidió abandonar a su marido, sabedora de los peligros que corría por las venas de su familia, dejando a Barton y a Johnny sin mediar explicación, mientras que Danny y Barbara quedaron al cuidado de la viuda Francis Ketch, cuyo marido murió trágicamente sin poder tener descendencia. La mala suerte parecía que era la tónica general para los Blaze pues el mayor de ellos murió en un accidente acrobático, dejando al pobre Johnny bajo los cuidados de Simpson. Todos esos sucesos traumáticos hicieron que suprimiera gran parte de sus recuerdos de niñez, centrándose en el oficio de acróbata en ausencia de la familia, asumiendo que su madre, a la que llama Clara Blaze, había fallecido al poco de su nacimiento. Este pasado fue introducido por su familia adoptiva, pensando que el dolor sería menor para el muchacho. Crash Simpson, que ya tenía una hija llamada Roxanne, se convirtió en su referente paterno y fue un auténtico palo el saber de su enfermedad. Tanto que al bueno de Johnny no le importó hacer un trato con el diablo para salvarlo.
Cuando Mefisto le hace la jugarreta a Blaze, al curar a su padre adoptivo de cáncer pero hacerle perecer en un salto acrobático, el bueno de Johnny se niega aceptar su destino. Aquí entra en escena Roxanne, con la que había comenzado una relación amorosa al llegar a la pubertad. Ésta había sido testigo de las tretas utilizadas por Johnny para convocar a Mefisto y se sirvió de encantamientos del mismo libro mágico para intentar salvar a su amado. El resultado es que logra liberar el alma de Johnny del influjo de Mefisto pero no consigue impedir que la esencia Zarathos se una en el mismo cuerpo del joven Blaze. A partir de entonces, el muchacho partirá cada noche con el objetivo de impartir justicia frente a la maldad y la ignominia en forma de motorista coronado con una calavera envuelta en fuego, convertido en el primer Espíritu de la Venganza conocido por los lectores.
La vida de Johnny se convertiría en un espectáculo dantesco, viviendo todo tipo de emociones demoniacas pues al principio controlaba sus transformaciones pero poco a poco descubriríamos que es el demonio Zarathos el que realmente dominaba la situación. También tendría noticias de su complicado árbol familiar, además de que la lucha con Mefisto y demás seres de su calaña sería una constante, por lo que la cuestión demoniaca es un elemento trascendental muy asociado al personaje.
Ya hemos visto los tratos de Blaze con Mefisto y la extraña simbiosis con Zarathos que lo convierte en el Motorista Fantasma. A partir de ese punto la historia de Johnny se convierte en la de un personaje unido a la fatalidad pues a pesar de todos sus empeños, su destino está escrito. Sus primeros feudos, a cargo de Gary Friedrich (Ghost Rider vol. 2#1-4), le llevaran a enfrentarse a adversarios de la talla de Satán (en realidad el propio Mefisto con otra de sus caracterizaciones demoniacas), la Mujer Bruja o moteros como Big Daddy Dawson. Después de los inicios, centrados en lo demoniaco, parece que el guionista somete al Motorista a tramas más urbanas con carreras en derbys de demolición que tanto gustan al público americano o luchas con la organización terrorista conocida como el Zodiaco.
A estas alturas ya se había producido el primer relevo en la cabecera y Tony Isabella (Ghost Rider vol.2 #6-19), que nos traería más viajes al infierno, algún enfrentamiento con Hulk o conatos de romance con Karen Paige, sería el continuador del legado de Friedrich. Especialmente relevante fue la introducción del Orbe como villano para el Espíritu de la Venganza, personaje que Jason Aaron en fechas actuales se ha encargado de popularizar. En realidad la cabecera se convierte en algo genérico, donde prima el factor superheroico al de terror, con luchas y colaboraciones con elementos de carácter mágico como el Dr. Extraño o el Dr. Druida. Por la serie pasaron guionistas como Gerry Conway (Ghost Rider vol.2#21-22), Jim Shooter (Ghost Rider vol.2#23-27), Roger McKenzie (Ghost Rider vol.2#28-34) o Michael Fleisher (Ghost Rider vol.2#36-66), aunque si bien es cierto que el éxito rodeaba a la figura del Ghost Rider, viéndolas con la distancia del tiempo esas historias no tenían nada de lo más memorable. Solo este último guionista se atrevió a separar a Johnny del Motorista Fantasma, ahondando en el espinoso tema de quien es el que realmente tiene el control del personaje, el propio Blaze o el demoniaco Zarathos, o traer de vuelta a la versión del antiguo oeste; no en vano suyo es el recorrido más extenso en el periplo de este primigenio Ghost Rider.
Con un discurrir tan estándar se aprovechó que en su cabecera había decidido vagar por su cuenta por la América profunda, alejándose de sus seres queridos, entre los que destaca Roxanne, para que pasase a formar parte de un nuevo grupo de superhéroes, Los Campeones. Éstos vestían la clásica estampa de personajes que apenas tenían nada que ver al que la editorial había sacado rendimiento con otro no-grupo, Los Defensores. Los Campeones estarían formados por dos ex vengadores alejados de la primera plana, la Viuda Negra y Hércules, y dos miembros de la Patrulla X original, Hombre de Hielo y Ángel, más nuestro Espíritu de la Venganza. Dirigidos por Tony Isabella y situada su base de operaciones en Los Ángeles, su bautismo de fuego se produjo al enfrentarse a peligrosos enemigos mitológicos como Plutón, Hipólita y sus ejércitos de Arpías y Amazonas. Tras ello, un poco del pasado de la Viuda Negra, con aparición estelar de héroes de la antigua Unión Soviética, colaboraciones con el Goliat Negro, luchas con el ente primigenio el Extraño y la recurrente actuación de Centinelas anti-mutantes supone el recorrido vital de la serie, que apenas duró diecisiete números, siendo quizás lo más relevante la aportación gráfica de un John Byrne que todavía no era una estrella del medio pero que apuntaba maneras excepcionales.
J.M. DeMatteis y Roger Stern serían los encargados de dar el cierre al primer volumen dedicado a Johnny Blaze (segundo al concepto de Ghost Rider) con la lucha del hombre contra el demonio y batallas contra el Circo del Crimen como hitos más relevantes. La trama final, a cargo de DeMatteis, representa un fin de fiesta para el personaje, cerrando en apariencia todas las tramas pendientes. Roxanne Simpson retorna a la vida de Blaze para pedirle ayuda ya que Centurius, viejo conocido de Zarathos, había comenzado una campaña de dominación acompañado del Come-Pecados. En una batalla de proporciones épicas, Centurius y Zarathos acabaron presos del Cristal de las Almas y Johnny totalmente liberado del influjo del Motorista Fantasma (Ghost Rider vol.2#81). Tenía vía libre para casarse con Roxanne y tener una vida plena.
Y así fue pues se compró una Feria como medio de vida, contrajo nupcias con Roxanne y tuvo dos hijos llamados Graig y Emma. Estando retirado de la vida superheroica le llegaron noticias de que el Motorista Fantasma circulaba otra vez por las calles de Nueva York. Ante el miedo que le producía que Zarathos hubiera quedado libre no pudo evitar conocer a este nuevo Espíritu de la Venganza llamado Danny Ketch.
La década de los noventa fue un época de cambio y transición en la Casa de las Ideas. Atrás quedaban los tiempos donde las tramas y los personajes eran el eje central de la producción y pasamos a un periodo donde los dibujantes hot dominarán la escena superheroica, además de provocar un giro hacia zonas más oscuras. Con este panorama no podemos sorprendernos cuando la editorial promocionaba un nuevo grupo bajo el epígrafe de “Héroes para los noventa” y el Motorista Fantasma formaba parte de él. Lo último que sabíamos es que Blaze había quedado redimido de sus pecados aunque nunca te puedes fiar de los malvados guionistas. Lo cierto es que al ver la imagen del nuevo Ghost Rider enseguida advertías que aquel no era el clásico. Las características básicas estaban ahí, el cráneo envuelto en llamas y la moto como vehículo de transporte. Pero había algo más agresivo en ese diseño, obra de Javier Saltares y Mark Teixeira. La motocicleta era mucho más moderna, lo cual era una obviedad, y sus dos ruedas estaban envueltas en fuego. Su conductor vestía cazadora de cuero con abundantes remaches y cadenas. Una imagen más proactiva si cabe para las historias que estaban por venir y Howard Mackie sería su principal timonel.
Comenzamos conociendo a los dos hermanos Ketch, Barbara y Daniel, de ruta turística en el cementerio de Cypress Hills cuando son atacados por una banda de maleantes de medio pelo. Pero eso no es todo ya que en las cercanías se oyen ruidos de disparos y los dos hermanos se apresuran a ir a fisgonear. Una lucha de bandas es lo que observan, entre los seguidores de Kingpin y un nuevo señor del crimen, Velatorio. Los criminales se aperciben de la presencia de los chicos y Barbara es mortalmente herida. Danny intenta ayudar desesperadamente a su hermana pero no es un tipo muy valiente. En mitad del cementerio aparece una extraña moto sobre la que el joven Ketch profiere suplicas de salvación para la pobre Barb. Suficiente para que se dé una nueva encarnación del Espíritu de la Venganza.
Desde ese instante queda conformado un nuevo Ghost Rider para encarar una nueva época. Situado en el centro de una guerra de bandas, enfrentado a personajes tan siniestros como Apagón, Mr. Hyde, Zodiak o el Espantapájaros, amén de colaboraciones con importantes baluartes de la editorial como Punisher o el X-Factor de los cinco originales, el nuevo Motorista Fantasma había conquistado a toda una nueva generación que veneraba esos ambientes sucios, los cómics más sangrientos y las situaciones truculentas. El mismo Howard Mackie en persona no daba crédito al éxito de la cabecera, máxime cuando había sufrido furibundas críticas de los amantes del primer Espíritu de la Venganza, Johnny Blaze. Había un clima irreconciliable entre los seguidores de ambas encarnaciones del Ghost Rider. Y Mackie se propuso solucionarlo adaptando al hijo de Barton Blaze a los nuevos tiempos.
En Ghost Rider vol.3#13 asistimos a uno de esos cliffhangers que nos dejaron con la boca abierta en su momento. Danny Ketch, después de revertir a su estado humano, es encañonado por un tipo ajado, con barba de varios días, pitillo humeante y gabardina calada. La sorpresa es mayúscula cuando nos descubre que es el mismísimo John Blaze. Obviamente ha venido a contener a Zarathos, su más enconado rival, pero Danny se encuentra metido a fondo en una guerra personal con Apagón que no puede esperar. Johnny Blaze quedaba integrado en el nuevo panorama aunque el guionista tenía muy claro que la preeminencia le correspondía a Danny Ketch. Para el primero de los Motoristas Fantasmas comenzó una inmersión paulatina de nuevo en la arena superheroica, a pesar de la oposición de su mujer Roxanne. Pero con su arma, que podía disparar fuego del Infierno, y una motocicleta mística se propuso ayudar a un inexperto Ketch. Tanto llegó a implicarse que acabó ingresando en un grupo de luchadores de lo sobrenatural, llamado Hijos de la Medianoche, compuesto por personajes como Blade, Hannibal King o Morbius. Juntos se unieron para evitar el ascenso de Lilith, la autodenominada madre de los demonios. También vimos la vuelta de Centurius, que trató de sustraer de forma violenta la parte del Medallón que se halla en Blaze.
Los lazos entre Ketch y John, entre los dos Espíritus de la Venganza, se vieron fortificados cuando se creó una cabecera específica para el discurrir de sus aventuras conjuntas, paralelas a Ghost Rider donde seguían su curso las aventuras de Danny. La nueva serie, Spirits of Vengeance, también a cargo de Howard Mackie, quedó finalmente como reducto para el bueno de Johnny aunque después de veintitrés números cerró en USA, pasando sin pena ni gloria pues repetía el mismo modus operandi que la serie principal, con un personaje como Blaze que la editorial se empeñó en tunear para los nuevos tiempos, quitándole gran parte de su encanto original.
El discurrir Dan Ketch está asociado a dos guionistas durante todo este periodo, Howard Mackie e Iván Vélez Jr. El primero (Ghost Rider vol.3#1-69) se encargó de que el lector se preocupase por la lucha interna entre el demonio, Zarathos, y su portador humano, una constante en toda su andadura. Sometido a condiciones inhumanas, luchando contra sádicos enemigos, tuvo que bregar con la traición de su querida Stacy Dolan, secundaria habitual en la cabecera, e incluso se vio sometido a su propia versión de “Arma X” en el arco argumental titulado “Encadenado”. Tras ser entregado a S.H.I.E.L.D., Danny se ve trasladado a una instalación gubernamental secreta, donde rige una especie de Director al que se le apoda como “Fantasmón”, lugar en el que los experimentos con el Motorista traspasarán el umbral de lo permitido, a la vez que tendría “agradables” reencuentros con habituales de su pasado como el Desollador, un demonio hijo de Lilith al que se enfrentó junto a Blaze, o el Espantapájaros.
Iván Vélez (Ghost Rider vol.3#70-94) sería el encargado de echar el cierre de la colección, manteniendo la línea continuista con respecto a su predecesor e invocando todos los excesos y vicios de la época. Dan Ketch mantiene las peleas en el infierno, los enemigos recurrentes, la colaboración familiar, tal y como se dio al unirse a Jennifer Kale para luchar contra las Furias, seres mitológicos a los que tendrán que hacer frente unidos como familia, y alguna estrella invitada tan inesperada como Howard el Pato o el Dinosaurio Diabólico. La trama final supone una nueva epopeya en el Infierno, donde Corazón Negro ha usurpado el poder y ha hecho desaparecer a su padre, Mefisto. El antiguo príncipe decide crear Espíritus de la Venganza para atacar a los Motoristas Fantasmas, además de utilizar como aliada a una misteriosa Rosa Negra, un personaje relacionado con la familia Blaze. Suerte que Ketch también tiene sus apoyos en tan oscuros territorios por lo que asistimos a la vuelta a la acción de Noble Kale, que incluso por un tiempo se convirtió en gobernante del maléfico lugar. Y al hacerlo, mandó a Dan a la Tierra sin la maldición del Espíritu de la Venganza. Final feliz, por ahora.
Destacar también la importante impronta personal que le imprimieron en el aspecto gráfico los dibujantes neoyorkinos Mark Texeira y Javier Saltares, dos artistas que por activa o por pasiva han estado muy involucrados en los proyectos de cualquier encarnación del Espíritu de la Venganza, aportando una uniformidad gráfica bastante notable. Por otro lado, el español Salvador Larroca fue asignado a labores gráficas en la cabecera a mediados de los noventa, dejando su granito de arena en la mitología de los Ghost Rider.
Nada es para siempre y el bueno de Ketch hizo acto de presencia en la colección escrita por Jason Aaron, de la que luego hablaremos más en profundidad. Pero antes nos interesa una nueva mini serie, salida entre 2008 y 2009, a cargo de Simon Spurrier y Javier Saltares, con Danny como protagonista absoluto. Los autores investigan la tesitura de cuál es la actitud de alguien que ha poseído un poder importante y su reacción al verse desprovisto de él. Para Spurrier está claro, la depresión y el alcoholismo. Cada noche, Danny se enzarza en peleas de bar de baja estofa hasta que se encuentra con un misterioso cuervo, que parece comprender la esencia de los Ghost Riders, y de paso es capaz de imbuirle con un poco de poder del Espíritu de la Venganza cada vez que se ven. Le cuenta detalles de la historia de los Motoristas Fantasma y le informa que uno de los Espíritus que creó Corazón Negro para luchar contra Dan y Johnny, Verminus Rex, está libre e impartiendo terror en la Tierra, con la intención de extraer poder de otros Motoristas, como cual drogadicto en busca de su dosis. Danny se ve forzado a absorber para sí esos poderes, llevándole hasta la locura. Es aquí cuando entra en acción un importante actor para siguientes dramas, el ángel Zadquiel, que le ofrece un trato que no puede rechazar. Lo que engancha directamente con la trama que estaba preparando Jason Aaron…pero antes un poco de historia familiar.
En ese largo peregrinar que supusieron los años noventa destaca un guionista en la labor de reinventar el concepto de Motorista Fantasma. Howard Mackie se sacó de la chistera un nuevo portador de la venganza, Danny, con todo un bagaje familiar, además de terminar de integrar al antiguo Ghost Rider, Johnny, con otro extenso árbol familiar. La gran revelación vino cuando se decidió por parte de las entonces mentes pensantes de la editorial que ambos eran hermanos, desconocidos hasta ese momento, pero hermanos de sangre. Magno lío el que se montaba y era del todo necesario explicar. Comenzamos por el antiguo clan de los de los Kale, origen de todo el linaje.
Como ya explicamos líneas arriba, trazos del Medallón de Poder, recipiente de los antiguos Espíritus de la Venganza, quedaron integrados dentro de un vástago de la familia Kale de cada generación. En el siglo XVIII tenemos a Noble Kale, enamorado de una mujer de color, con un grave conflicto con su padre, Pastor Kale, contrario a esa relación. El patriarca había descubierto que la mujer era una bruja y en aquella época solo existía un remedio contra la brujería, la hoguera. La condenada no dejaría pasar la ocasión de lanzar una maldición a la familia, lo que propició que Pastor recurriese a Mefisto, dando lugar a que Noble se transformase en un Ghost Rider. Comenzaba así, bajo la tutela de Mefisto, un legado de traspaso de generación en generación.
Nuestro siguiente objeto de interés es Johnny Blaze, del que Gary Friedrich nos legó la siguiente estructura familiar: hijo de Barton y Clara Blaze, fallecidos ambos cuando era un tierno infante. Recogido en adopción por Crash y Mona Simpson, que ya tenían una hija llamada Roxanne. Entonces descubrimos que Johnny no es hijo único y que Clara Blaze fue solo un invento para amortiguar el dolor del abandono de una madre. Pues su verdadera progenitora era Naomi Kale, descendiente de aquel Noble Kale, y portadora de la maldición de la familia. Barton y Naomi tuvieron tres hijos, dos de ellos, Daniel y Barbara, dados en adopción a Francis Ketch, que los crió como hijos suyos. Por tanto, todos con posibilidades de convertirse en encarnaciones del Espíritu de la Venganza.
El bueno de Blaze había conseguido reconducir su vida junto a su mujer Roxanne (ejem, ejem, también su hermanastra) y trajeron descendencia a este mundo en forma de dos relucientes retoños, Craig y Emma. Su vuelta a la acción junto a Danny propició que su familia fuese el blanco perfecto para gente como el Culto de Sangre Regente, que capturaron a los chicos. Johnny consiguió rescatarlos pero entonces se dio de bruces con una sorprendente revelación: fue su mujer la que los puso en manos del Culto para intentar finiquitar, de una vez por todas, la maldición de los Kale. Y es que la desgracia es algo que persigue al clan, ya que a renglón seguido Roxanne fue asesinada por Anton Hellgate, un brillante científico capaz de crear una armada de supervillanos, y sus hijos fueron nuevamente raptados. La búsqueda de sus pequeños atormentó a Blaze y en esas pesquisas hizo un nuevo descubrimiento familiar, localizando a su prima Jennifer Kale. Éste era un personaje creado en la cabecera del Hombre-Cosa por obra y gracia de Steve Gerber. Acabaría convirtiéndose en una poderosa hechicera y le sería de importante ayuda a su familiar en la busca y captura de unos hijos que nunca terminaron de aparecer. A Roxanne, en cambio, si la veríamos de vuelta pues fue resucitada por el hijo de Mefisto, Corazón Negro, adoptando el sugerente nombre de Rosa Negra.
Un último apunte de corte “familiar”, cortesía, como no, de Howard Mackie. En la serie regular se preocupó de dar salida a varios secundarios que ejercían el papel de agentes de la ley, tales como el capitán Dolan, su hija Stacy Dolan o el detective Michael Badilino. Este último vio como Blaze le aplicaba una descarga de fuego infernal a su padre, provocándole una inmediata pérdida de la cordura. Resultado, mató a su mujer, a sus hijas y se quitó la vida. Al aparecer ante la presencia de Mefisto, Badilino le solicitó al demonio poder convertirse en otro “Motorista Fantasma” y Mefisto accedió transformándolo en Venganza. Luego descubrió que su familia estaba relacionada con el Medallón de Poder y que el demonio había tramado toda la jugada en la sombra. Esto le hizo variar su objetivo de destruir a Blaze y se integró en los Hijos de la Medianoche, el grupo que lucha contra las amenazas sobrenaturales. Así pues, nuevo Ghost Rider al que añadir a la lista.
Con los últimos acontecimientos narrados por Iván Vélez Jr. se da por finalizada la etapa correspondiente a los noventa, una época de difícil asimilación actualmente, con un Ghost Rider más excesivo que nunca, donde su comportamiento variaba según el autor de rigor (en manos de Mackie no mataba; en manos de Todd McFarlane era un asesino despiadado al que Spiderman tiene que parar los pies), por lo que se antojaba como urgente una estabilización del personaje y un nuevo punto de arranque para nuevas generaciones. El espacio perfecto era el nuevo sello dentro de Marvel gestionado por Joe Quesada y Jimmy Palmiotti conocido como Marvel Knights. Estos autores buscaron un espacio para que los creadores diesen rienda suelta a obras con un tratamiento muy cercano al mundo independiente, solo que contaban con el paraguas de una gran compañía. El Motorista Fantasma casaba a la perfección con el tipo de personaje que estaba despuntando en la línea por lo que se dio luz verde a una mini serie de seis números (y un especial -1) escritos por Devin Grayson y dibujada por Trent Kaniuga. Volvemos a recuperar a Johnny Blaze como protagonista principal, ahora trabajando como contable en una gran compañía, aspecto que dejará pronto de lado para volver a calzarse la moto y los hábitos, siempre dispuesto a destruir a los malos. Lo que empieza a preocuparle es que nota que la conexión con Zarathos comienza a reactivarse, volviendo el avatar del Espíritu de la Venganza. Johnny toma cartas en el asunto y contrata a un asesino a sueldo llamado Gunmetal Grey para que asesine al Motorista Fantasma. Al final de la obra se produce una tregua entre Blaze y el demonio, para que de nuevo vuelvan a trabajar unidos. Esta serie no fue una de las grandes obras del sello MK precisamente. Todavía arrastra un buen puñado de vicios noventeros, sobre todo en el exagerado dibujo. Más suerte tuvo la siguiente intentona ya que Quesada y Palmiotti cedieron los mandos de la moto a un irreverente irlandés que supo organizar una interesante mitología en torno al cielo y al infierno.
Garth Ennis, enfant terrible de los cómics, se une al artista infográfico Clayton Crain para dejar una de las obra capitales para la comprensión del personaje en tiempos modernos. Toda historia requiere un comienzo y el nuestro no puede ser más truculento. Blaze se encuentra en el peor de los Infiernos y cada noche intenta escapar con idéntico resultado, fracaso; fracaso que comporta que sea vejado hasta niveles extremos para reconstruirlo y empezar de nuevo. La tortura llevada a otro nivel. Por otro lado, observamos nuestro planeta desde la perspectiva de dos visitantes celestiales y nos ponen sobre aviso de una peligrosa partida a punto de comenzar, siendo el tablero de juego nuestra amada realidad. Daniel y Malaquías son los nombres de los dos ángeles en cuestión y nos revelan la llegada a la Tierra de Kazann, un maléfico demonio convocado por un crédulo humano, sin saber lo que estaba a punto de desatar. Esto hace que se genere una pugna entre el cielo y el infierno, cada uno con un cazador: Ruth, un ángel de todo menos misericordioso con el género humano, y Hoss un demonio irreverente y con mucha mala baba. El objetivo es ver quién de los dos termina antes con la criatura. Daniel y Malaquías se proponen liberar al Motorista Fantasma para utilizarlo como su peón en la partida, ya que estos parecen tener en mente un juego diferente. Con el objetivo al final del camino de su liberación del Infierno, Blaze accede a prestarse a este juego tan siniestro.
Toda una nueva aportación a la mitología del Ghost Rider, que sería explotada a renglón seguido en una nueva cabecera, y que nos deja las típicas características Ennis en la obra: unas gotitas de violencia gratuita, un poco de sadismo y grandes dosis de humor negro. Comentar de pasada que el mismo equipo artístico realizó otra mini serie con el personaje pero eligieron un enfoque diametralmente distinto. En “Reguero de Lágrimas” Ennis y Crain volvieron a los orígenes del personaje y tiraron de la versión a caballo del Rider en un western sobrenatural de los que hacen época. Travis Parham se encuentra batallando en la Guerra de Secesión americana cuando su batallón es masacrado. Medio muerto es salvado por un antiguo esclavo llamado Caleb. Después de comprar su libertad, éste vivía como un ciudadano de pleno derecho, y pesar de que Travis pertenece al ejército confederado, accede a cuidarlo y a sanarlo junto a su familia. Entre ambos empieza un intercambio de información y el soldado escucha historias sobre antiguos dioses del África primitiva. Con el tiempo, Travis hace una visita a Caleb para darse de bruces con la cruda realidad. Este es el inicio de un descenso a los infiernos en busca de la venganza necesaria, mezclando el salvaje oeste con la típica narrativa Ennis.
Con el nuevo panorama, ángeles y demonios jugando con el Motorista Fantasma, da comienzo una renovada serie regular en 2006, cogiendo importantes notas de lo narrado por el bueno de Garth y ampliando la mitología del Rider. Los encargados de llevarlo a cabo son Daniel Way y un tándem clásico del personaje, el dúo Saltares-Texeira. Way sitúa a Johnny Blaze de nuevo en el Inferno donde Lucifer (o Mefisto si preferimos esa acepción) prosigue el sádico juego de forzar cada noche un intento de huida. No hay opción de salida para nuestro protagonista pero el demonio utiliza a Johnny para sus fines al permitirle la escapada a la Tierra. Lo que ocurre es que, sin darse cuenta, Blaze ha permitido que Lucifer le acompañe ya que éste era incapaz de pasar a nuestro plano de la realidad y ahora circula encarnado en 666 personalidades. La tarea de Johnny será ir acabando con todas y cada una de ellas, mientras se dedican a las maldades más abyectas, y a la vez impedir que quede una única encarnación, pues ésta aglutinaría todo el poder de las restantes, convirtiéndose en alguien imposible de derrotar. Tras diecinueve largos números con ese objetivo, Way se despide de la colección legando a su sucesor una importante revelación: después de todos estos años pensando que era poseído por el espíritu de un demonio resulta que Johnny Blaze es ¡¡ un ángel!! Descubrimos al responsable de los sufrimientos del Espíritu de la Venganza y este no es otro que unos de sus congéneres, el ángel Zadquiel. Roxanne fue la que procuró que cayera en manos de este personaje al rezar por el alma de su amado para que no fuera trasladado al infierno, firmando un pacto con el ángel. Esa importante información será suficiente excusa para que Blaze se dirija al cielo en busca de venganza cuando dé por finalizado su feudo con Mefisto.
Recoge el testigo de la colección Jason Aaron, cuya pluma es más afinada que la de Way, dejando una importante huella en la colección del Motorista. Aaron no tiene en problema en continuar con la venganza contra Zadquiel y se pregunta cuál es el camino correcto hacia el cielo. La suerte o el destino quieren que sepa de un chico llamado Lucas, que permanece encerrado en un hospital, del que se dice que ha visitado el cielo y no con muy buenos recuerdos. Empezamos a descubrir que Zadquiel tiene un plan trabajado, hacerse con el control del cielo y para ello es importante mover sus fichas en la Tierra. Hay todo un culto de adoradores de su persona en nuestro plano de la realidad que intentan dinamitar las intenciones de Blaze. Y uno de ellos es alguien bastante inesperado. Con reminiscencias de la aparición de John Blaze en la serie de los noventa, Danny Ketch vuelve para interferir en el camino del Espíritu de la Venganza, al servicio de Zadquiel. Como bien expusimos líneas arriba, las razones había que buscarlas en su reciente serie a cargo de Simon Spurrier.
Aaron pondrá a Johnny a batallar contra los distintos acólitos de Zadquiel, algunos de ellos viejos conocidos como Apagón y el Orbe, convertirá a Ketch en un villano de la cabecera y nos tendrá en vilo en la búsqueda de venganza del maltrecho Ghost Rider. Se preocupa en homenajear con todo tipo de guiños a etapas clásicas pero también introduce sugerentes aportaciones como una pléyade de nuevos Motoristas. Su arco final, donde puso fin a todas las tramas, se desarrolló en una mini serie especial, preparada con abundantes reminiscencias de guerras entre cielo e infierno. Zadquiel domina a sus anchas el reino celestial y solo el Motorista Fantasma parece ser capaz de impedir que se asiente en el trono por los restos. Por otro lado, una secta de desalmados a las órdenes de Corazón Negro habían “fabricado” una especie de Anticristo con la esencia de lo peor del género humano. Este detalle llama la atención de Hellstorm, el Hijo de Satán, dispuesto a poner fin a la vida de ese muchacho, en libre circulación por el mundo. Para Blaze también se torna en objetivo prioritario por lo que se convierte en una carrera contrarreloj para ver que cazador de lo sobrenatural alcanza primero el objetivo, y eso incluye a Danny Ketch. Aunque es consciente de que el ascenso de Zadquiel es gran parte culpa suya, le cede la mano a su hermano para atacar juntos las puertas del cielo. Una batalla de proporciones épicas que pondrá en orden el complicado organigrama celestial.
Johnny Blaze también se vio atraído por los sucesos de Shadowland, en los que Daredevil se transformó en una versión demoniaca de sí mismo, creando de la nada una tierra de sombras en mitad de Nueva York. Todos lo héroes de la ciudad se vieron involucrados en semejante suceso, incluyendo a nuestro viejo amigo el Motorista Fantasma. Con su relación con los aspectos demoniacos, Blaze es convocado por Kingpin, gran rival del Diablo Guardián, controlado por la magia negra de la Mano. El mafioso envía al Espíritu de la Venganza a una peligrosa misión en Japón, rodeado de ninjas sobrenaturales. El autor de esta historia, Rob Willimans, sería el encargado de relanzar un nuevo volumen con protagonismo del Ghost Rider, solo que le añadiría un pequeño cambio de género.
En el año 2011 tuvimos un evento relacionado con el miedo conocido como Fear Itself y nadie mejor que el Motorista Fantasma para saber que todo el mundo teme algo. En ese panorama se produjo una vuelta a la actualidad del personaje, desaparecido, salvo apariciones especiales, desde la finalización del volumen a cargo de Jason Aaron. El nuevo Ghost Rider tendría unas características renovadas pues se trata de una nueva adición al Universo Marvel por parte del guionista Rob Williams, encargado de la cabecera. Hablamos de una muchacha joven, de carácter aguerrido, con una triste historia a sus espaldas. Alejandra fue vendida como cual mercancía por su padre, un traficante de personas. Acabó en Nicaragua relacionada con un misterioso personaje llamado Adam. Éste se había especializado en recuperar huérfanos con unas características determinadas por razones desconocidas. En sus aspiraciones tiene mucho que ver el Espíritu de la Venganza. Tras arduos intentos, consiguió que Johnny Blaze rechazara de pleno la maldición, por lo que se daba vía libre para una nueva encarnación del Motorista Fantasma. Adam preparó un arcano ritual donde sería elegido el nuevo portador, siendo la agraciada la joven Alejandra. Su primera misión sería enfrentarse cara a cara con la hija de Cráneo Rojo, Pecado, convertida en avatar de la Serpiente.
Blaze, a pesar de perder su conexión con lo sobrenatural, no se mantendría alejado de la serie. Es reclamado por Mefisto para solicitarle ayuda; a cambio, le cuenta las verdaderas intenciones de Adam, bastante simples por cierto. Planea limpiar todos los pecados de la humanidad convirtiendo a los seres humanos en entes sin emociones, sin capacidad de raciocinio. Se producirá una alianza entre la muchacha y el viejo John, adoptando éste el papel de mentor. Poco más se puede decir de una serie que tuvo una breve duración, solo nueve números, además inéditos en España.
Sí que llegamos a conocerla de manera tangencial al participar en un crossover que incluía a un grupo de héroes marginales entre los que podemos contar a Veneno, X 23 y el Hulk Rojo. Tenemos de nuevo un escenario infernal, bien situado en la ciudad de Las Vegas, sacado a la luz por un clásico de los demonios, Corazón Negro, dispuesto a importunar a su padre Mefisto. Alejandra se encuentra bajo la supervisión de Johnny, entrenado sus habilidades con la moto, cuando nota el influjo de almas condenadas. La chica parte en busca de problemas y el viejo Blaze se pone en contacto con un viejo colega del ocultismo, su amigo Hellstrom. Hulk Rojo va en busca de un alcoholizado Flash Thompson, dispuesto a arrebatarle el simbionte. X 23 se encuentra en plena investigación acerca de los responsables del robo de su sangre. Alejandra llega al sitio donde Corazón Negro está preparado para abrir un portal directo al Infierno. Todas las condiciones se han dado en su justa media por lo que se produce la llegada del Infierno a la Tierra, a pesar de la aparición repentina de dos expertos en lo sobrenatural como son el Doctor Extraño o el Hijo de Satán. Los cuatro héroes, tendrán la difícil papeleta de revertir la situación creada, aunque quedarán marcados para los restos.
Este crossover y su conversión en Ghost Rider son los hitos destacables en la corta vida como Motorista Fantasma de Alejandra. De hecho, al final de su serie regular, Johnny Blaze consigue recuperar el Espíritu de la Venganza para sí y de esta guisa lo veremos reaparecer en los Thunderbolts de Charles Soule, Ben Acker y Ben Blacker. El hecho llamativo de ser mujer queda mitigado al saber un poco más de la historia alternativa del personaje. Porque el Rider ha sido una de las grandes estrellas de la editorial y tiene versiones alternativas a porrillo. En 1993, en la legendaria colección What If.., se narró la historia de Barbara Ketch como la elegida para transformarse en Motorista, en lugar de Danny tal y como ocurrió en el universo tradicional. Previamente habíamos sido testigo de cómo Barb era mortalmente herida en una pelea de bandas. Aquí tenemos un cambio de papeles y es Danny el que pasa a mejor vida, quedando Barbara con el poder del Motorista Fantasma. Una curiosidad más, pues el personaje nunca ha sido reutilizado, pero Tom DeFalco, autor de la idea, puede decir que fue el primero en convertir el Ghost Rider en mujer.
Siguiendo con las versiones alternativas, a modo de apunte pues merecen algo más de espacio del que disponemos, destacar entre las abundantes caracterizaciones del Motorista en universos alternativos el Ghost Rider 2099 y la versión Ultimate. Sin lugar a dudas, el primer caso se puede catalogar como un éxito durante los años noventa pues sustentó el solo una cabecera durante más de dos años. El Universo 2099 fue una realidad creada en un futuro distópico donde diversos héroes Marvel afrontaban un mundo gobernado por la corporación Alchemax. Len Kaminski se encargó de dar vida al Ghost Rider de esta realidad, un muchacho llamado Kenshiro Cochrane. La interpretación del universo Definitivo del Motorista corrió a cargo de Mark Millar en su vuelta a los Avengers de la Tierra-1610, en busca de revitalizar tiempos mejores en la línea, aspecto que nunca llegó a suceder.
Cambiar para seguir siendo lo mismo. Esa máxima bien se podría aplicar al cómic de superhéroes, con caracteres sujetos al eterno bucle del tiempo. Les podemos cambiar el disfraz, el sexo, el nombre, volverlos villanos, redimirlos y volverlos a pervertir, y todavía tendríamos la sensación de ya haberlo visto antes. Es el eterno castigo de una vida sin final previsto, una marcha continua que obliga a los guionistas a inventar los giros más inverosímiles para dar la sensación de cambio…para que todo continúe igual. Esto, que podía sonar a defenestración total del género, es un agradable recurso cuando esas actualizaciones caen en manos de autores que saben comprender esa diatriba de cambio-continuidad. Y nos permitimos el lujo de afirmar que Robbie Reyes bien podría caer en esta categoría de personaje bien construido, respetuoso con la tradición de la Casa de las Ideas. Felipe Smith, guionista e ilustrador, máximo responsable creativo de Robbie, emigró a Japón desde su Estados Unidos natal para hacer carrera en el complicado mercado de la viñeta japonesa. Retorna a los USA para trabajar en el campo de la animación cuando recibe una llamada de Marvel, quieren que se encargue de relanzar un nuevo volumen del Ghost Rider. Felipe decide darle un lavado de cara, potencialmente arriesgado, pues prescinde de su más apreciado vehículo, la motocicleta, para adoptar un coche tuneado. Pero no es en ese nimio detalle donde se puede apreciar la grandeza de la empresa sino en el espíritu mismo del personaje. Porque si decimos que este Robbie Reyes está más relacionado con el Peter Parker de Stan Lee y Steve Ditko que con cualquiera de sus predecesores muchos podrán tildar la idea como mínimo de herejía. Pero es así y en las siguientes líneas pretendemos argumentarlo un poco mejor.
Robbie es un chico joven de los Ángeles, de los bajos fondos, enamorado de los coches, sin la tutoría de unos padres y con un hermano menor minusválido a su cargo. Estudia en el instituto; es un muchacho inteligente, que intenta alejarse de los problemas solo que estos a veces le buscan a él. Trabaja de mecánico en un taller de donde recibe su único sustento para mantenerse tanto él y como su hermano. Su entorno es violento, conflictivo, con huidas fáciles hacia adelante en cualquier esquina pero decide permanecer en la senda correcta porque sobre sus hombros descansa una gran responsabilidad. Eso sí, como cualquier joven de su edad, tiene sus pequeñas vías de escape y esas son las carreras de coches. El caso es que Robbie no tiene dinero suficiente para lucir un bólido en condiciones por lo que sustrae en la oscuridad de la noche los que lucen en su taller. Una carrera y vuelta al redil, sin nadie que se entere. El plan sale terriblemente mal cuando el coche seleccionado por Reyes es portador de una importante mercancía, además sujeta a una guerra abierta entre bandas. El resultado es que el chico muere pero es rescatado por Eli, un Espíritu de la Venganza, y ambos conformarán el nuevo Piloto Fantasma. De esta guisa se enfrentará a traficantes y al Dr.Hyde, responsable de una nueva droga que provoca espectaculares transformaciones.
A pesar de ser consciente de su posesión por un demonio de cabeza llameante, Robbie no deja de lado sus estudios, su trabajo ni por supuesto a su hermano. Porque ya se sabe un gran poder…El muchacho deberá lidiar con los problemas que atañen a su comunidad y su alter ego se convertirá en alguien importante para ellos, en una celebridad. Pero ese detalle no le va a ayudar en su día a día, ni evitará que otro legendario Espíritu de la Venganza se pase por su ciudad para conocer al nuevo Ghost Rider. Felipe Smith ha sabido crear un personaje a la altura de los tiempos, donde la diversidad y la multiculturalidad están a la orden del día, mostrando además con todo lujo de detalles los bajos fondos de una ciudad tan populosa como Los Ángeles. Después de lidiar con el tema de la familia, referente obligatorio cuando hablamos de los Rider, se propone afrontar Secret Wars con todo el bagaje de los Espíritus de la Venganza a sus espaldas.
Dejamos para el final un pequeño apunte a nivel gráfico de este nuevo All New Ghost Rider. Es indudable que su primer arco argumental es de la largo lo mejor de la colección. Eso es debido no solo al tratamiento de Smith, sino al portento gráfico desplegado por Tradd Moore, conocido y alabado por la serie Luther Strode. Después del número cinco, abandonó la colección para centrarse en proyectos independientes. Sus continuadores, Damion Scott y el propio Felipe Smith, habituado al tablero de dibujo, no son capaces de recoger la grandeza de un monstruo de la narrativa como Moore, cuyo estilo no solo sobresale en las magníficas y aceleradas escenas de acción , sino en la cercanía que transmiten las relaciones entre personajes en su habitual discurrir. Todo un portento a seguir allí por donde vaya.
Y hasta aquí nuestro repaso de las diversas encarnaciones de los diversos Ghost Rider. Echarán a faltar alguno, seguro, pues hubo una época que se puso de modo sacar Espíritus de la Venganza por doquier. E incluso muchos preguntarán por la celebérrima caracterización de Nicholas Cage como Motorista Fantasma en el celuloide. Bueno, en el caso de que estén interesados les dejo enlaces para saber cómo fue la primera y la segunda parte de tan cuestionada adaptación, pero ya les aviso que no son las mejores películas de superhéroes de la historia, aunque Cage ha llegado a alcanzar el estatus de mito en la comunidad comiquera con sus interpretaciones en las mismas.
El Universo Marvel tal y como lo conocíamos ya no existe pues solo queda Battleworld, un nuevo mundo compuesto por trozos de distintas realidades donde gobierna sobre todos el dios Doom. Después de echar el ojo a unas cuantas series vamos asimilando el concepto. En las afueras de Doomstadt, la ciudad regia, se sitúa el Killiseum, un anfiteatro con reminiscencias de la época romana solo que llevado a lo bestia. Aquí se dan todo tipo de espectáculos para divertir a las masas, usando aquella máxima de pan y circo que tan bien funcionó en su momento. El show principal es el que participan los Espíritus de la Ignición, personajes bien conocidos por nosotros: Carter Slade, Jhon Blaze, Danny Ketch, Alejandra Blaze y Robbie Reyes, todos ellos con renovadas encarnaciones cuando son poseídos por la maldición. El campeón indiscutible es Reyes, con su coche último modelo y su Eli como incombustible acompañante. Todo le va sobre ruedas, si permiten el símil, por lo que se ve agasajado por la multitud. El bando de los perdedores no tiene tanta suerte pues si decimos que el regente del lugar es el malvado Arcade pronto comprenderán que esto no va a ser días de vino y rosas para los Racers.
Felipe Smith utiliza este primer número para sentar las bases de lo que va a ser su serie. A pesar que en apariencia no ocurre gran cosa, no se pude negar que ha dispuesto las piezas de manera inteligente. De nuevo, centra su principal foco en Roberto Reyes. Todo parece indicar que va a tomar el protagonismo principal en la cabecera. Despreocupado y feliz por sus éxitos en la arena, no debe despistar su mirada sobre lo que ocurre en las profundidades del Killiseum y tememos que pronto va a ser consciente de que la van a poner algunas piedras en el camino. Se agradece que el guionista se haya traído uno de sus mejores aciertos de All New Ghost Rider, la relación de hermanos entre Robbie y Gabe.
Gran parte del número se lo cede al dibujante Juan Gedeón para su lucimiento. La carrera inicial se lleva un alto porcentaje del metraje de la obra y es absolutamente espectacular, todo un despliegue de velocidad y enfrentamientos muy bien llevados. Destacar también el rediseño de los personajes cuando entran en modo Ghost Racer, en algunos casos particularmente llamativos. Mientras que Ketch y Reyes son casi idénticos a sus versiones 616, otros como Blaze, envuelto en un traje de especialista de nuevo cuño, o Slade, el antiguo Jinete Fantasma, reconvertido en un centauro ciego con múltiples armas de fuego, impactan en el espectador, habituados a sus formas clásicas. Tamra Bonvillain acompaña a Gedeón en el dibujo, aplicando el color a la colección, aportando variedad, cantidad y luminosidad de tonalidades. Parece que sea una directriz Marvel, pero series con componente marcadamente oscuro como podría ser esta de los Espíritus de la Venganza rezuman color a raudales. Para ser justos, Bonvillain continua la tónica marcada por Val Staples en la serie del Piloto Fantasma, que cada vez queda más claro que va a ser el modelo a seguir, más que el de las andaduras primigenias de Johnny Blaze o Dan Ketch.
Buenas sensaciones iniciales las que transmiten las primeras páginas de Ghost Racers. Conociendo además el excelente tratamiento que ha desarrollado Smith con el bueno de Robbie se espera que vaya mejorando episodio a episodio, sacando a los Racers de las garras de Arcade para prepararlos para una lucha total por la libertad de sus almas. Ideal para aquellos que gusten de la velocidad y que pasen del evento central, pues de momento esta serie es de esas que no le deben nada a la historia de Hickman, más allá del ya consabido contexto.
Secret Wars
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Planet Hulk
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Secret Wars semana 6 en diez viñetas
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7.5
7.2
Valoración Global
Espectáculo, velocidad y muchos Espírtus de la Venganza en un prometedor comienzo para la serie de Felipe Smith
Articulazo del seño Porras, un artista.
Yo soy de los “lectores nuevos”. Reconozco sin ningún pudor que de Ghost Rider no he leído nada más atrás quel periodo de Garth Ennis (el arco argumental me encantó) y por ello el tratamiento de la dicotomía Espíritu de la Venganza-portador presente en All-New Ghot Rider me ha dejado con mejor sabor de boca que los cómics de este siglo, donde el ente sobrenatural parecía más bien una herramienta o una especie de Hulk menos desastroso.
Hasta me permito el lujo de disentir con el autor: los mejores arcos argumentales, que no dibujos, están tras
descubrir que Eli es el espíritu de un marioso satánico
. Ahí, la interacción es mucho más cruda y hostil. De hecho, en el último cómic que leí de la serie
Eli convencía al hermano de Reyes para tirarse de un edificio abajo
.
Lo más disfruable de la serie es que no es violencia por violencia como rebosaban los noventa. Hay motivación racional y emocional para el comportamiento de los personajes, una ambientación creíble para la coyuntura del medio y unos interesantes debates argumentales, unidos junto a crítica social disimulada pero presente.
Gracias Aegon por tus palabras.
Y no tenga problemas en discrepar. Creo que ambos coincidimos en Smith ha sabido crear una serie a la altura, con un desarrollo de personajes y tramas muy interesantes. pero lo que aporta Tradd Moore a la narración ufff. A mí me ha ganado para los restos.
Saludos
Vale señor Arturo, acabo de comentar en la reseña de Angela que con el tiempo me acostumbrare a sus reseñas pequeñas o cortas y usted me da un soberano ¡Zas!en toda la boca con este contundente articulazo, que, por motivos de tiempo leeré mas tarde.
Gracias por la valiosa información de antemano como siempre.
Gracias a usted sr. Wizard. El periodo de «reseñas cortas» tiene un plazo de finalización para un servidor, pero ha sido todo un reto intentar cubrir como se merece un evento como Secret Wars.
Saludos
De Ghost rider solo disfrute como un bebe la etapa de Aaron,no encuentro otra etapa que me enganche
Triple A, Aaron bebe mucho de etapas anteriores, con guiños constantes a épocas que van desde la clásica hasta la mini serie de Ennis. Es cierto que el Motorista no ha tenido una etapa de relumbrón en sus inicios. Mucho éxito sí, pero fuera de las modas del momento, es dificil rescatar obras reseñables de manera intemporal. En ese aspecto, quizás sea la de Jason Aaron la más trabajada y la que deja un mejor sabor de boca. Pero este no hubiera sido posible sin haber contado con el bagaje previo
Arturo, articulazo de nuevo. Me quito el sombrero.
Sólo añadiría que Friedrich recicló a otro personaje suyo para crear al Motorista Fantasma: en 1971, junto a Ross Andru, Friedrich había creado a Hell-Rider para una editorial llamada Skywald, cuya colección no pasó de dos números en blanco y negro.
Stunt-Master ya había aparecido en 1969, y no es que Friedrich quisiese alterar a un personaje preexistente, sino que hablando con Roy Thomas se lo puso como ejemplo para describir al nuevo que iba a crear: «Ghost-Rider (que será un reciclaje de Hell-Rider) es parecido a tu Stunt-Master, pero más molón, en plan como los moteros de ahora, de los años 70«, mas o menos le debió decir.
Incluso es posible que simplemente le estuviese comentando cómo era Hell-rider para ver alguna manera de reciclarlo para Marvel, y fuese a Roy a quien se le ocurriese aplicarle ese nombre que él había creado y que ya no se usaba de Ghost Rider.
A Thomas le encantó la idea, y un día que estaba con Mike Ploog, sin Friedrich delante, se pusieron a diseñar el aspecto definitivo del personaje. Probablemente, conociendo el amor de Roy por los personajes de la Golden age y por el reciclaje de conceptos, saliese de él la idea de usar la imagen de Blazing Skull para definir el aspecto del macabro alter ego de Johnny Blaze. Friedrich se mostró encantado con el diseño y el resto es historia.
(Y perdón por la chapa, pero es que este tema me tiene fascinado desde que lo descubrí cuando lo de la demanda de Friedrich a Marvel de hace unos años)
El que se quita el sombrero soy yo, Sergio. Como se te echa de menos compañero 😉
Desconocía el dato que citas de Hell Rider. Respecto a la creación del motorista, traspasé de una fuente secundaria, un libro marvel sobre los años 70, las palabras de Thomas, que son literales, pero parece que equivoqué la interpretación de la frase.
A Blazing Skull si lo tenía fichado pero no he encontrado datos directos que lo conecten con el motorista.
Si tu me lo permites, me gustaria añadir esa parte a la entrada citandote de referencia, pues me parece un aporte muy interesante al texto.
Gracias y un saludo
P.D: si alguna vez te quedas ocioso en independiente, te hace un repasazo a los héroes de la golden age marvelita 😀 ???
Claro, por supuesto que puedes incluirlo, estaría bueno, amigo.
Lo de Blazing Skull efectivamente es complicado probarlo, es más una plausible hipótesis que otra cosa. Obviamente Thomas conocía al personaje (ahí está esa aparición en la guerra Kree-Skrull que posteo) y es sabido su gusto por el reciclaje de estos héroes añejos, como por ejemplo la Visión, al que para colmo,luego se relacionó con la Antorcha Humana original.
Dudo, dado precisamente el litigio con Friedrich, que Thomas vaya a confirmar esto si efectivamente fuese cierto, no fuese a ser que saliesen debajo de las piedras los herederos de los creadores del personaje y hubiese otro juicio contra Marvel liado, éste amparado por sus palabras y el avispero se agitase aún mas.
Y la otra parte que siempre olvidamos, Mike Ploog, decía en Modern Masters no recordar quien había venido con la idea de la calavera en llamas: «The flaming skull. That was the big area of dispute. Who thought of the flaming skull? To be honest with you, I can’t remember. What else were you going to do with him? You couldn’t put a helmet on him, so it had to be a flaming skull. As far as his costume went, it was part of the old Ghost Rider’s costume with the western panel front. The stripes down the arms and legs were mostly so I could make the character as black as I possibly could and still keep track of his body. It was the easiest way to design him«.
Muchas gracias por tus palabras, compañero. Yo también echo de menos bucear y aprender sobre personajes que adoro haciendo artículos como éste cuando me tocaba. Pero es verdad que mi vida personal me limita mucho el tiempo necesario para hacerlo a la vez que atender mis por otro lado gratísimas responsabilidades en la sección de actualidad independiente. No negaré que soy un hombre de las Marvel y DC viejunas y que como panorama de actualidad, me interesa menos que el de las editoriales desenclavadas de las dos Majors.
Pero claro, ante una propuesta como la que me haces, visto precisamente lo que acabo de escribir, me va a ser muy complicado negarme. Me tientas,compañero, y no puedo sino decir que cuentes conmigo 🙂 ‘Nuff said!!
Hecho Sergio!!
Un placer poder citar a un maestro.
Gracias por tus aportaciones
Y otro artículón del señor Porras que se va para favoritos (el día que me ponga al dñia con lo que tengo pendiente ma dan las uvas).
Yo poquito he leído de este personaje, algo del setentero (recuerdo a El Orbe o como se llame el cabezaojo ese) y, sobretodo, los comienzos de Danny Ketch, que no estaban mal (entonces Johnny Blaze estaba «curado» creo), aunque tardó poco en convertirse en el nuevo Lobezno-Punisher invitado en todas las colecciones habidas y por haber.
Por cierto, la barra de ültimos comentarios está atascada, igual solo me pasa a mi, pero no es la primera vez.
No eres el único en lo de los comentarios, a mi también me pasa :*)
Otro masterwork del señor Porras, es increíble el trabajo que realiza, de nuevo me quito el sombrero. No puedo decir mas porque me quedo ya con algo de lo que usted nunca carece, las palabras.
Esto son Tochogolds y no los de Panini.
Muchas gracias señores AD y Dynamo. Soy yo el que se queda sin palabras ante sus halagos.
Saludos cordiales
Otra vez mas me quito el sombrero ante usted Sr.Porras que articulo impresionante y me pregunto:
¿Para cuando un libro con todos sus artículos?
Yo lo compraba ya mismo
Gracias Babelggg, ya tendría asegurado un único libro, pues no daría para más 😀
Hablando en serio, me conformo con poder sacar ratos para escribir en Zona y que haya gente que lo aprecie.
Un saludo
Enhorabuena Arturo por el articulazo!!
Hoy pude por fin leerlo, brutal!!!
Aunque a mi lo cierto es que el tebeo de las S.W. de los Ghosts Riders me ha decepcionado un pelin principalmente por el dibujo, que no creo que fuera el mas adecuado para mostrar bien las escenas de la carrera…
Gracias Igverni, aprecio sus palabras.
Respecto al nuevo Ghost Racers, cuesta quitar el recuerdo de Tradd Moore en el aspecto gráfico. A mí me ha parecido bastante correcto, con una buena redifinición de personajes y con unas escenas de acción espectaculares. Lo que sí creo es que es una serie con tendencia ascendente. Al igual que te digo que otras no tengo muchas esperanzas de que mejore ( por ejemplo, Inferno va cuesta abajo) esta me ha parecido un número cumplidor, que solo ha plantado las bases, pero que va a mejorar en posteriores números.
saludos
Decía el compañero Aegon en el primer comment de este estupendo artículo (otro más) del Sr.Porras, que él es de los «lectores nuevos». Yo me posiciono en el lado de los viejunos. Johnny Blaze es, por supuesto, mi Motorista Fantasma, que no Ghost Rider, eso llegó muchos años después. El MF de Vertice es el que leí de jovencito y el que «completé» años después en los tres tomos de la BM que Panini le dedicó al personaje.
Por cierto, ¿para cuando una reedición en condiciones de ese material ya completado? De momento, nos quitaremos la espinita en Julio con el Tocho Limited de los Campeones. Algo es algo, dicen.
El artículo genial como todos los tuyos, Arturo. Auténticos trabajos de archivero y bibliotecario mayor del reino es lo que haces tú en ZN con el material clasicorro y moderno de Marvel. Por cierto, que buenas aportaciones de Sergio Aguirre en los comments! Magnificos ambos.
Y vaya culebrón con la historia de la familia fantasma motera, no??
Que si primero no se conocen Johnny y Danny, que si luego se hacen amigos después de partirse los piños mutuamente, que si más tarde descubren que son hermanos y les crecen los enanos hasta por debajo de las piedras, que si las novias, las mujeres, las hijas y los hijos, que si luego llegan los nietos, sin olvidar a los antepasados de las diferentes familias, que si…
Ya digo, digno de un culebrón de sobremesa de chorrocientos capítulos.
Respecto a las pelis, bueno, la segunda de lo peorcito de Marvel en el cine, desde luego. Le perdoné (en las dos) a Nicholas Cage su actuación y la rata muerta que llevaba en la cabeza por ser un gran fan de los cómics y de Elvis. El tío me cae bien, ya ves. La primera peli, siendo sincero, no me disgustó tanto, la verdad. Claro que tampoco me desagradó del todo el Daredevil de Batflek. Y me llegué a comprar la versión extendida del director. O sea que muy objetivo va a ser que no soy, no?
En fin, un poco tarde paso por aquí desde que publicaste el artículo. Pero hacer acto de presencia en tus trabajos es un honor y un placer.
Rockeros Saludos.
Saludos Baldrocker, de parte de otro viejuno del lugar. De hecho, hasta hace poco (algunos años ya, pero relativamente pocos) no sabía de la existencia de Danny Ketch. Eso es lo que tiene haberme saltado los años noventa en cuanto a cómics. Por lo que mi Motorista ha sido siempre el bueno de Blaze. Aunque Robbie Reyes ha llegado con fuerza y es un personaje a tener en cuenta. Lo cierto es que Smith ha hecho un trabajo sensacional de caracterización y seguro que habrá que estar atento al Piloto Fantasma en el futuro.
Muchas gracias por sus palabras señor rockero, Créame que son muy bien recibidas. Permítame que se lo agredezca una vez más
Sólo paso por aquí a sumarme a los agradecimientos de mi compañero y amigo Arturo por la parte que me toca de sus palabras, Bald Rocker. Un saludo afectuoso!!!