Edición original: febrero 2009; Vertigo (DC Comics).
Edición España: diciembre 2009; Planeta DeAgostini.
Guión: Brian Wood.
Dibujo: Riccardo Burchielli.
Entintado: Riccardo Burchielli.
Portadas: Brian Wood.
Color: Jeromy Cox.
Rotulista: Jared K. Fletcher.
Precio: 12,95€ (Rústica, 144 págs.)
Post de referencia. DMZ: Sobre el terreno
Las cosas se complican y mucho en Nueva York, la DMZ más célebre del cómic actual, una vez llegamos al magnífico y portentoso arco argumental Sangre en el Juego (#29 a 34). En esta nueva entrega conoceremos un poco más a la familia de nuestro protagonista Matty Roth, puesto que además de una nueva aparición de Mr. Roth entrará en escena su madre, Madeleine Mastro. Y por supuesto sabremos del controvertido candidato a la alcaldía de la Ciudad. Demos la bienvenida a nuestra historia a Parco Delgado, presidente del partido Delgado Nation, un hombre que llega dispuesto a marcar a fuego su huella en esta ficción.
Por primera vez desde que diera inicio el conflicto, se ha alcanzado un alto el fuego en la DMZ, tras un considerable esfuerzo diplomático. Es el momento idóneo para llevar a cabo un simulacro de elecciones y facilitar así la impresión de que la situación empieza a estar controlada. Y en esas están las dos facciones militares participantes en la disputa cuando al proceso electoral se suma por sorpresa el partido Delgado Nation. Esta organización personaliza la voz del pueblo e insta al ciudadano a participar de un proceso del cual estaba siendo alejado, pese a su vital importancia. Con Madeleine Mastro como directora de campaña, Parco Delgado da inicio a una carrera política participativa, vestida de no pocos radicalismos. Al salirse esta situación del guión pre-establecido por las fuerzas militares, el nuevo postulante se encontrará muy pronto con la rigurosa oposición de aquellos que rigen hasta ese momento los designios de la ciudad. Y de esta forma llegamos al día de las elecciones, un crudo relato de cómo los comicios son sometidos a extorsión, intimidación, violencia y miedo. Comprendemos de esta manera lo riguroso de la vida en una ciudad magullada por el conflicto; donde cualquier intento de cambio conlleva un alto sacrificio. Sin duda debió escocer al lector americano, porque les han presentado en su propia casa el tipo de elecciones que normalmente vemos en lugares remotos que nos venden como incivilizados. El lector asiste a unos comicios en los que los observadores internacionales se han quedado en el hotel, aterrorizados, los cascos azules de la ONU son quitados de en medio y los mercenarios de Trustwell interfieren impunemente imponiendo su propia ley. Y consciente de todo ello está Matt Roth, estrechamente vinculado ahora a la política, que se da cuenta que las cosas van a cambiar pronto para él y para toda la ciudad.
Resulta conveniente hablar un poco de la figura de Parco Delgado, dada la categoría que este personaje adquiere en la serie desde el momento en que hace su aparición. La primera referencia que nos llega de él es en el #12 de la serie (New York Times). En este número -que como ya he explicado antes, está lleno de claves sobre el futuro de DMZ – se nos habla de Parco como un colombiano líder de una banda callejera y una no muy recomendable compañía. Tras esta referencia su figura se desvanece hasta el momento actual, donde lo encontramos constituyendo la cabeza visible de un partido radical, que más bien da la impresión de ser una milicia más. En seguida nos vienen a la cabeza connotaciones del movimiento político y militar palestino Hamás. Con un discurso contundente y populista, Delgado explota su imagen de hombre de la calle para conectar con el ciudadano de a pie. No esconde sin embargo una actitud de celebrity ni -como bien nos advierte Mr. Roth- una sed de poder perlada de ciertos toques de totalitarismo. Por todo ello, el personaje de Parco Delgado toma prestadas muchas actitudes y elementos políticos/sociales de líderes latinoamericanos actuales como Hugo Chávez (presidente de Venezuela), Evo Morales (mandatario de Bolivia) o el siempre referente Fidel Castro (actualmente fuera del poder en Cuba). Aunque por otra parte la figura de este candidato tampoco puede eludir a Barack Obama, actual residente de la Casa Blanca. Delgado es en Sangre en el Juego lo que Obama era en marzo de 2008 (fecha original de publicación de la saga), el prometedor candidato de una etnia minoritaria con notable apoyo popular. Leyendo el cómic encontramos suficientes paralelismos entre ambas figuras, puesto que en los dos casos los candidatos hacen valer proclamas efectistas aunque vacías, con un discurso asentado a nivel de calle y altamente efervescente para el ciudadano de clase media o baja. Por otra parte, elegir a un miembro de una minoría como candidato de la DMZ en este momento tampoco carece de lógica, puesto que Nueva York es una ciudad mayoritariamente de inmigrantes. En palabras del periodista, escritor y presentador Bruno Cardeñosa para su programa La Rosa de los Vientos, NY es una ciudad con una población metropolitana de aproximadamente unos 20 millones de habitantes en la que tan sólo 4 millones tienen derecho a voto. Esta espeluznante cifra nos hace reflexionar acerca de la cantidad de recién llegados que deben de residir en la ciudad. De manera que Brian Wood es posible que trabaje con la hipótesis de que la DMZ está poblada básicamente por minorías, puesto que ante una supuesta evacuación hubieran sido esos 4 millones de votantes los interesantes de salvar, siendo el resto poco relevantes.
El candidato a alcalde Parco Delgado
Tras todo lo comentado más arriba, se puede decir que el guionista Brian Wood ha llevado a cabo un gran trabajo al presentarnos una muy interesante y cruda historia de política. Nuevamente contamos con elementos recurrentes en la colección como es la denuncia social o la manipulación a la que nos someten impunemente los poderes fácticos. En esta ocasión la narración está especialmente repleta de dobles lecturas y mensajes discretos estratégicamente diseminados. De manera que Brian Wood vuelve a sacar una alta nota con un guión intenso, comprometido y trabajado. Por su parte, Ricardo Burchielli (dibujante/entintador) y Jeromy Cox (colorista) inician el apartado gráfico de forma titubeante y un poco desenfocada. Sin embargo, el nivel va creciendo capítulo a capítulo hasta un final espectacular y deslumbrante, con unos escenarios y unos personajes que transmiten perfectamente aquello que el guión cuenta. A destacar especialmente la gran labor que se comete hacia el final de la historia, donde se describe de forma descaradamente sórdida los atropellos cometidos durante los comicios electorales. Además, el equipo creativo también tiene la virtud de dar una excelente imagen de producto seriamente moderno e innovador; muy atractivo para los lectores más nuevos, pero tampoco molesto para los más veteranos.
El arte contemporáneo de DMZ
Respecto a la edición del tomo en castellano, se incluyen todas las portadas de los números USA, junto a un texto introductorio del reportero de la BBC y escritor Greg Palast. Por otro lado, además de mantener el diseño de colección en los lomos y gozar de una excelente reproducción, al tomo esta vez se le ha proporcionado una traducción rica y prácticamente sin defectos. Aunque nadie se extrañe si los textos en castellano de la portada y la contra suenan excesivamente latinoamericanos, puesto que ya figuraban en la edición original americana del volumen. Por otra parte, la rotulación ha ganado muchos enteros mediante la incorporación de diversas fuentes, y gana fidelidad con respecto al original, proporcionando perspectiva a los textos que aparecen en carteles o tarjetas de visita.
Y concluimos nuestra reseña con la opinión personal. Decir que Sangre en el Juego es una historia que versa sobre política no es tal vez algo demasiado original. Sin embargo, tras esta pancarta presenciamos una ácida crítica a la política actual; desde las manipulaciones electorales de occidente a los espejismos democráticos que cada vez más impunemente se comenten en oriente. Todo ello sumado a ese equilibrio de poder que tan a menudo lleva a cabo la serie (falso documental, acción, tensión, crueldad…) y que le confiere tanto imborrable personalidad como indefinido género. Leer DMZ es –supongo que también para todo el que se haya aproximado alguna vez a la colección– una experiencia original e inclasificable. Positiva para algunos, negativa para algunos otros. Sin embargo, servidor lo tiene claro: por sorprendente, poliédrico, intenso y re-disfrutable, el cómic del futuro debería ser como DMZ.
Un artículo excelente, Raúl, para un arco potente que recupera el buen ritmo de la colección. Me alegra que hayas subrayado el discurso populista de Delgado, algo que en el cómic es muy sutil: está ahí pero no se explicita demasiado, convirtiendo al personaje –de momento– en una figura con muchas luces y pocas sombras.
Hola José,
Gracias por el cumplido. Pienso que tienes razón, las herramientas políticas de Delgado no son algo que se destaque en demasía en esta historia. Creo que la saga desea explorar los efectos distorsionantes de la aparición de Delgado y no a Delgado en sí. Es tal vez por lo que la figura de este personaje se empieza a difinir en arcos sucesivos.
He aprovechado esta fría y lluviosa mañana festiva en mi ciudad para sumergirme en las páginas de este tomo. He disfrutado con la lectura, tanto textos como viñetas han discurrido sin descanso ante mis ojos con agrado.
Los autores lo están haciendo muy bien, guiando la serie de una forma coherente y mostrando un notable progreso argumental. A partir de este tomo, las cosas pueden cambiar en ese Manhattan abandonado a su destino durante la guerra.
Sigue siendo una delicia recorrer las calles de la isla, reconocibles pese a los estragos que la guerra ha dejado en edificios y habitantes.
El personaje de Delgado puede augura nuevos y brillantes argumentos. No sé qué giros podemos esperar a partir de ahora, pero los espero con ansiedad.
Pese a todo lo bueno de esta serie en general y de este tomo concreto, hay detalles que no me terminan de gustar. Por ejemplo, la presencia de la madre de Matty. Entiendo que precisamente lo que buscaba el guionista era jugar con el título de la saga (hay sangre en el juego electoral, tanto la que se derrama como la que une a algunos de los protagonistas), pero me parece una de esas «demasiada coincidencia». Creo que no habría afectado mucho al guión que esa mujer no guardara ningún parentesco con los personajes que ya conocemos.
El artículo de Raúl me ha gustado, aunque (no te lo tomes a mal, por favor) echo de menos a Torralba 🙂
En unas semanas tendremos un nuevo tomo publicado por Planeta. Me pregunto si entre las historias que contiene se profundizará más en la relación entre Matty y Zee, tema que considero muy poco explotado todavía.
Saludos para los dos, y Raúl, no dejes de escribir reseñas… Se agradece mucho tu esfuerzo y se aprecian tus valoraciones.