La ciudad al atardecer. El país de los cerezos

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ficha tecnica

Edición original: Futabasha Publishers.
Edición nacional/ España: Ediciones Glénat.
Guión: Fumiyo Kôno.
Dibujo: Fumiyo Kôno.
Formato: Tapa blanda, 104 páginas, B/N.
Precio: 7´95 €.

 

¿Qué clases de emociones trae haber sobrevivido a una guerra y a una bomba atómica? Esa lucha constante con uno mismo y sus pensamientos, el tormento vivido de los recuerdos golpeando detrás de cada paso, el sabor amargo a derrota que le impide a uno ser feliz. Nadie imaginaba lo que en Hiroshima pasaría el 6 de agosto de 1945. Aquellos días hubo un ardiente destello, luego, más de cien mil muertos repartidos por toda la ciudad. Y no solo quedaron marcados aquellos que murieron, entre los supervivientes una oleada de sentimientos se desbordaban como una pieza de dominó tras otra, de manera imparable, arrasando todo por dentro. Los que aún estaban vivos tenían que ver como sus vecinos morían sin llegar a entender muy bien ni cómo ni por qué y acabaron convirtiendo la explosión y sus consecuencias en un tema tabú del que era mejor no hablar.

El manga nos ofrece dos historias diferentes con un punto de unión. Dos hermanos, dos historias, dos dolores.

La ciudad al atardecer. Esta historia nos cuenta la vida de Minami Hirano, una chica de 23 años que vive con su madre en Hiroshima, en un barrio de chabolas cercanas al río. Diez años antes, Minami sufrió la muerte de su padre y de sus dos hermanas en el bombardeo. Su hermano, que ahora reside en la ciudad de Mito, al norte de Tokyo, permanece a salvo de la radiactividad. Minami es una hibakusha (literalmente “persona bombardeada”, así se designa a los supervivientes de los bombardeos nucleares) y tuvo la mala suerte de contemplar todo aquel horror que se vivió en la época, heridos, desfigurados a los que se les caía la piel a cachos o la imagen impactante de ver el río con más cadáveres que agua. Sobrevivir, generó en Minami un sentimiento de culpa enorme, que hace que vivir sea algo traumático y frustrante para ella. Su único deseo, es poder olvidar y ser feliz, aunque como ella misma comenta: “por muchos atardeceres que terminen, esto no terminará”.
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El país de los cerezos. Esta segunda historia transcurre entre Tokyo e Hiroshima y se desarrolla en dos épocas distintas, en 1987 en la primera parte y 2004 en la segunda. Asahi, el hermano de Minami, realiza un viaje retrospectivo a la ciudad de Hiroshima para enfrentarse a sus viejos fantasmas. Abre, tras muchos años, aquel recuerdo relegado al olvido. Allí, descubre todo lo que dejó atrás y pudo ser y no fue, amistades perdidas, amores imposibles… Una historia agria que se suaviza con ciertos guiños de humor en momento determinados.
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Aunque en un principio su autora, Fumiyo Kôno, no quiso escribir sobre el tema de Hiroshima, aunque ella fuera de allí, pues estaba saturada de leer testimonios y reportajes en el colegio y la universidad, acabó accediendo a responsabilizarse del proyecto ya que como dice ella: “todos tenemos el deber de pensar en la paz y transmitir esos pensamientos, cada uno en su tierra y en su lengua”. Las historias están bien construidas y tienen argumentos sólidos y realmente creo que consigue el fin que esperaba, reflexionar sobre lo que significa el horror de la guerra. Respecto al dibujo, es de trazo fino, y rasgos suaves, contrasta ese estilo inocente con lo que se está contando. La autora sabe jugar muy bien con la perspectiva, y con los silencios que a veces construyen el drama. A resaltar, la profunda documentación de la autora sobre los hechos históricos.

Desde luego, es un momento de la historia difícil de olvidar, y más teniendo en cuenta terroríficos testimonios como este: “Mi compañero de clase murmuró algo. Señalando hacia la ventana, me dijo: “¡Viene un B-29!”. Apuntó con el dedo. Así que empecé a incorporarme en mi silla para conseguir verlo. Le pregunté “¿dónde está?”. Miré hacia la dirección en que él señalaba, intentando ponerme de pie. Todavía no me había erguido cuando sucedió. Todo lo que recuerdo es un pálido resplandor que duró dos o tres segundos. En ese mismo momento me desmayé. No sé cuánto tiempo pasó hasta que recuperé el conocimiento. Era horrible. Horrible. El humo entraba por algún resquicio entre los escombros y un polvo arenoso flotaba por toda la estancia. Yo estaba atrapado bajo los escombros y sentía mucho dolor, que fue probablemente el motivo por la que recuperé la consciencia. No podía moverme, ni siquiera un centímetro. Entonces escuché a unos diez de mis compañeros, que habían sobrevivido y empezaron a cantar el himno de la escuela. Lo recuerdo bien. Podía oír sollozos, alguien estaba llamando a su madre. Los que todavía estaban vivos cantaron el himno de la escuela durante tanto tiempo como pudieron… y creo que yo también me uní al coro. Pensábamos que alguien vendría a ayudarnos, por eso cantábamos tan alto. Pero nadie vino. Empezamos a dejar de cantar uno tras otro. Al final me quedé cantando yo solo”
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Un retrato de un momento, una descripción de aquellos horrores, un mal recuerdo que Fumiyo Kôno ha sabido captar. Un pedacito de la historia. Son historias personales que ahondan en el dolor de toda una comunidad, y aunque no sean exactas y sean subjetivas, demuestran el dolor de aquellos días. Fuese como fuera, aquellos días los japoneses se sintieron un poco más solos, y aquella herida aún sigue doliendo en la conciencia del país.

  Edición original: Futabasha Publishers. Edición nacional/ España: Ediciones Glénat. Guión: Fumiyo Kôno. Dibujo: Fumiyo Kôno. Formato: Tapa blanda, 104 páginas, B/N. Precio: 7´95 €.   ¿Qué clases de emociones trae haber sobrevivido a una guerra y a una bomba atómica? Esa lucha constante con uno mismo y sus pensamientos,…
Guión - 6.5
Dibujo - 6.5
Interés - 9

7.3

Para todos aquellos que quieren ahondar en uno de los momentos más trágicos de la historia y buscan una historia intimista llena de sentimiento.

Vosotros puntuáis: 6.1 ( 9 votos)
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