El autor Riff Reb´s, se lía la manta a la cabeza y se zambulle nuevamente en el mundo marino adaptando libremente la novela A bordo de la Estrella Matutina, volumen singular escrito por Mac Orlan que relata las vivencias de un muchacho que debe enrolarse como grumete en el balandro de George Merry a comienzos del siglo XVIII, aprendiendo el oficio pirata durante los últimos coletazos de semejante plaga. A base de anécdotas y episodios sin hilo aparente, ambos autores diseñan un mapa de las alegrías y las penurias piratas, haciendo hincapié en sus costumbres y supersticiones a mayor gloria del relato de aventuras. Este tebeo supone la primera parte de la trilogía del mar del propio Reb´s, continuada por El Lobo de Mar, adaptación a su vez de un relato de Jack London, ya publicado por la misma Spacemanbooks, editorial que a buen seguro acabará editando el tercer título, Hommes à la mer, siempre que los lectores nos demos prisa en agotar estos títulos previos. Un tríptico que ha recibido, hay que decirlo, varios premios de manera totalmente merecida.
La vida pirata. ¿Qué tendrá la vida de los bucaneros y demás mercenarios que hipnotiza al lector? ¿Cómo puede ser que las desventuras de una serie de analfabetos asesinos y desarraigados lleve llenando infinidad de páginas de la literatura occidental desde hace más de dos siglos? Será precisamente por esa falta de civismo, por esa ostentación de libertad, por la lealtad al grupo, por los saqueos, las violaciones, los duelos… Todo lo que rodea y define a los piratas representa el canto al capricho, al arrebato, que los aleja de la civilización y los desata de compromisos sociales y fachadas de educación. El pirata entonces es un icono del ser humano liberado movido tan solo por las más bajas pasiones. Y en cada hombre existe ese germen de rebeldía. Semejante atractivo no se le ha escapado ni a Mac Orlan ni a Riff Reb´s, de modo que la precisión de ambos en descifrar el alma de la piratería ha sido tan certera que este A bordo de la Estrella Matutina se convierte en uno de los mejores relatos piratas que recuerdo. No es profuso en detalles técnicos. No se regodea en la ciencia marina ni en la ingeniería y prácticas navales de la época, sino que indaga en la naturaleza de la personalidad de esos hombres que se lanzan a la mar para vivir de los demás. Sin aderezos, sin cánticos románticos, tanto Reb´s como Orlan llegan a la conclusión de que aquel que escoge la vida pirata es un rufián hijo de mala madre. No hay más. A pesar de tratar de vivir bajo un código de honor, a pesar de la lealtad que en principio debe demostrar hacia sus compañeros de fatigas. El pirata es ladrón, asesino y alguien poco fiable. La peor estofa que pueda engendrarse. La calaña más baja en el escalafón humano. Pero eso no quita para que la valentía se esconda tras la falta del decoro, más bien al contrario. Los autores defienden que cierta cobardía germina bajo las faldas de la civilización, de modo que el individuo se adocena en sociedad. Así, Orlan y por ende Reb´s dejan bien claro que para sobrevivir en tan rudo entorno hacen falta huevos como cocos. Y mucha suerte.
En esta honestidad brutal es donde los aplausos resultan más merecidos. Orlan y Reb´s no dudan en mostrar la crueldad de la vida pirata, preñada de homicidios caprichosos y superchería asesina, pero también plagada por el respeto a la mar y al valiente, demostrando la temeridad de aquellos que hicieron del océano su modo de vida. No faltan entonces relatos empapados en ron, duelos a sable, el miedo al patíbulo y cuentos de revinientes. Aparecen también las búsquedas de tesoros, las islas desiertas y la mistificación de la figura femenina como traedora más de males que de bondades. A lo largo de trece capítulos –seguro que semejante cifra no es casual-, Reb´s a través de Orlan, desgrana los arquetipos de la vida pirata con atractivo visceral e íntima profusión.
Semejante cariño por el material permite que Reb´s se luzca de manera superlativa, creando páginas antológicas, sobretodo aquellas que transcurren en el mar, con esas fragatas dibujadas con mimo o esas olas que salpican saliendo de la viñeta. La falta de detalles argumentales en torno a las artes navales se ve compensada con el detallismo con el que Reb´s diseña las naves y los puertos, con cada ornamento, con cada aparejo marino bien definido, generando una atmósfera totalmente verosímil, que no es venida a menos por su costumbre de caricaturizar a sus figuras humanas. Esa tendencia paródica le aleja de la línea clara de la BD y le emparenta con tendencias más modernas de ilustración, aquellas con un pie en la animación y el diseño feísta de autores undeground.
Mención especial debe recibir a su vez el color. Como si de un film del cine mudo se tratase, Reb´s tinta cada relato con una sola tonalidad. Partiendo de la base de usar grises o azules para las noches y amarillos y naranjas para los días, el autor personaliza cada relato con un color, fomentando una expresividad particular a cada historia, al tiempo que logra empapar de una pátina antigua a sus páginas, fomentando la sensación de asistir a la narración de un cuento tan viejo como viejas nos resultan ya las andanzas del pirata más lejano.
Un tebeo notable de un autor notable.
Si te has quedado con ganas de más, ahí va otra reseña de esta misma obra a cargo del compañero Alejandro Ugartondo:
A bordo de la Estrella Matutina.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Estupenda adaptación de la novela de Mac Olan a cargo de un inspirado Riff Reb´s.
Veo que compartimos la valoración sobre la obra. A mi me llamó la atención por el tema marinero y me sorprendió gratamente lo que encontré. Muy recomendable