A silent voice (Manga)

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Edición original: Koe no Katachi, Kodansha 2013.
Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2015.
Guión: Yoshitoki Ôima.
Dibujo: Yoshitoki Ôima.
Traducción: Salomón Doncel-Moriano Urbano.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 192 páginas.
Precio: 8€.

 

Allá por el año 2015, en estos mismos meses de últimos compases del invierno e inicio de la primavera, A silent voice llegaba a las librerías españolas de la mano de Milky Way. Era una época en la que el fenómeno de boom del manga que vivimos en los últimos tiempos estaba dando sus primeros pasos sólidos, y obras maduras y con una sensibilidad especial como Los dioses mienten de Kaori Okazaki, Your lie in april de Naoshi Arakawa o esta A silent voice de Yoshitoki Ôima se convertían en la punta de lanza de unos mangas que dejaban de lado los tópicos y las sensiblerías y no tenían miedo a meterse en el fango y narrarnos, con un envoltorio dulce y agradable, historias humanas y desgarradoras. Estas obras sirvieron en su momento para afianzar la imagen editorial de Milky Way Ediciones, que dejaba claro que apostaba por obras de calidad artística y argumental innegociable y que con sus argumentos querían ir un paso más allá del mero entretenimiento. Con motivo del estreno este viernes 16 de marzo de la versión animada de A silent voice, recuperamos esta genial obra de 7 tomos que nos habla con crudeza de unos temas peliagudo a la hora de ser tratados de cara al público, como la discapacidad y el acoso escolar.

A silent voice (Koe no Katachi) es una serie de 7 tomos escrita por Yoshitoki Ôima, que detrás de la apariencia preciosista de su dibujo nos muestra con brillantez y valentía la cara amarga que existe y para nada amable que hay en el momento que una persona con una discapacidad choca contra las barreras que se encuentra en la vida diaria. A silent voice es el primer gran éxito en solitario de Ôima, una autora de gran juventud (nace en 1989) que se ha ganado a pulso el estatus de mangaka a tener muy en cuenta dentro del mundo del slice of life. Publicada en un primer momento como one-shot en el año 2011 para la Bessatsu Shônen Magazine de Kodansha, el abrumador éxito entre crítica y público y lo interesante de sus conceptos argumental y su modo de abordarlos hicieron que se consiguiera convertir en una serie de la Weekly Shônen Magazine en el año 2013. A partir de ese momento el manga no dejó de cosechar éxitos que se materializaron tanto en ventas, como en una gran acogida internacional al ser publicado en varios idiomas, así como con una serie de premios como el Premio al nuevo artista en la 19ª edición del Premio Cultural Osamu Tezuka, en la que también fue nominada su obra como una de las nueve mejores de la edición, así como una nominación a mejor manga en la 8ª edición de Manga Taishô, otra en los Premios Eisner y su aparición en la lista de Mejores Novelas Gráficas para Jóvenes en su edición de 2017. Del mismo modo, el rotundo éxito del manga ha permitido que se gestase una versión de animación dirigida por Naoko Yamada y guionizada por Reiko Yoshida y la propia Ôima, con producción del estudio Kyoto Animation.

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La trama de A silent voice gira en torno a los personajes de Shôya Ishida y Shôko Nishimiya. Ishida es un chaval de primaria bastante gamberro que día a día lucha para combatir el aburrimiento ya sea jugando a las pruebas de valor con sus amigos, persiguiendo y fastidiando a los animales, llamando la atención de profesores con su actitud o simplemente molestando a los demás. Por su parte, Nishimiya es una niña de la misma edad que acaba de llegar a la escuela a la que también asiste Ishida, pero con una pequeña gran diferencia respecto a sus compañeros: Nishimiya es sorda. Aunque desde un primer momento todo el mundo en el colegio parece aceptar la discapacidad de Nishimiya y a trancas y barrancas consigue comunicarse con sus compañeros a través de una libreta en la que escribe lo que quiere decir, poco a poco el ambiente se enrarece y la gente empieza a mostrar su cara menos amable. A ello ayuda mucho el comportamiento de Ishida, que piensa que la sordera de Nishimiya es solo una forma de llamar la atención y hacerse la víctima de la pequeña, y la convierte en el blanco del acoso escolar al que la someterán constantemente los miembros de la clase, ante la pasividad de su profesor y tutor.

Todos participan de un modo u otro, directa o indirectamente en el aislamiento y acoso a Nishimiya, hasta que llega a ser tan evidente que la madre de la niña decide tomar cartas en el asunto y presenta una queja en la escuela por las continuas pérdidas de audífonos de su hija. En ese momento la camaradería que todos mostraban con Ishida, riéndole las gracias y ayudándole en sus burlas, se desintegra y da paso a la más genuina y pura hipocresía humana en la que todo el mundo parece ser un ángel que quería ayudar a la pobre niña sorda sin saber cómo, y dejando a Ishida como el único malo de la película. Las tornas giran en ese momento, y pese a que al final Nishimiya se ve obligada a abandonar la escuela, Ishida queda ya como un marginado, siendo él el objeto del bullying desde ese momento, viéndose solo y desdichado, repudiado por todos sus compañeros y los que creía amigos, que incluso mantendrán esa actitud y la extenderán cuando se produce el paso a secundaria de todos ellos.

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Lleno de remordimientos y consciente de todos los errores que le han llevado a terminar en esa situación, Ishida decide, cuando está a punto de terminar el instituto, tomar una decisión drástica. Se pasa un tiempo intentando aprender lengua de signos y localiza a Nishimiya con el objetivo de pedirle perdón e intentar devolverla un poco de lo que le quitó durante su infancia para, una vez conseguido ese objetivo, quitarse la vida. Sin embargo no todo sale según lo planeado e Ishida comienza a establecer una tierna relación de amistad con ella y, en contra de su voluntad y con un sentimiento de no merecerlo, va recuperando sus ganas de vivir, de relacionarse con la gente y de intentar ser feliz. Todo ello a través del tortuoso y complicado camino que es la vida y el paso a la adultez.

Una de las primeras cosas que diferencia a A silent voice del resto de obras que hablan de temas similares, en este caso del acoso escolar, radica en dónde coloca Ôima el punto de vista. Generalmente solemos ver manifestaciones artísticas en las que se aborda el tema del acoso desde el punto de vista del sufrimiento de la víctima, y si bien en esta historia somos muy conscientes siempre de las penalidades por las que pasa Nishimiya y su familia, o algunos otros personajes como Nagatsuka o el propio Ishida, el foco principal está puesto en este caso sobre la figura del acosador, de Ishida. Vemos en primera persona como la autora nos comienza situando en la piel de un chaval de secundaria que ha cometido algunos errores y trata de redimirlos una vez ha madurado y sentido en su propia piel, pero tras una breve introducción, enseguida nos comienza a narrar el pasado acosador del muchacho, no intentando justificarle sino tratando los hechos de manera cruda, exponiéndonos directamente la psicología negativa del personaje para que aborrezcamos esos actos pero aun así entendamos como se siente posteriormente cuando se da asco a sí mismo y no cree merecer ni siquiera seguir viviendo.

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Desgraciadamente, creo que todos hemos vivido en algún momento, ya sea directa o indirectamente, como víctimas, verdugos o meros espectadores, algún tipo de acoso, especialmente en la época escolar, por lo que no es difícil empatizar o sentirse identificado con alguna de las duras situaciones que vemos reflejadas en algunos compases de esta obra. De hecho pienso que debe ser bastante curioso y me gustaría conocer a alguna persona que lea A silent voice habiendo ejercido bullying sobre alguien en el pasado o en el presente, porque seguro que extrae de estas obras unas conclusiones distintas a las mías, e incluso posiblemente le ayude a reflexionar más o de un modo distinto que a una persona que aborde la problemática desde otro punto de vista u otras vivencias. Para cualquiera que se acerque a esta obra, desde la experiencia vital que sea, Ôima tiene una capacidad narrativa tal y construye a sus personajes y sus acciones de tal manera que reflejan con mucha verdad y con mucha precisión los comportamientos humanos en este tipo de casos, especialmente lo irracional y brutal del acoso, el sufrimiento silencioso y la autovictimización del acosado y, sobre todo, la enorme hipocresía y postureo que rodea a todo aquel que no hace nada sabiendo lo que ocurre, que incluso posibilita ciertas situaciones para no ser ellos los marginados y que una vez que salta todo el pastel o que pasa el tiempo y se van convirtiendo en adultos, se ponen la careta de la tolerancia, el apoyo y la bondad que jamás fueron capaces de mostrar.

Ôima hace una perfecta representación en la clase de Ishida y Nishimiya de lo que supone el caer en una espiral del silencio, del miedo que tienen las personas a quedar fuera de la sociedad y de lo que está bien visto y para ello adopta comportamientos borreguiles, en este caso aun a costa de hacer daño a otras personas por el mero hecho de ser diferentes. Esa diferencia se plasma aquí en la forma de la sordera de Nishimiya, otra valiente apuesta de la autora en este manga ya que es complicado abordar este tipo de temas sin caer en la frivolización, el exceso de sensiblería o la ya manida historia de superación. A silent voice trata la sordera sin caer en esos errores, con un máximo respeto y precisión en los conocimientos aportados sobre la materia (la obra está revisada y cuenta con el apoyo de la Federación Japonesa de Sordos) y, sobre todo, normaliza en grado sumo una discapacidad que suele estar bastante más invisibilizada que otras y que sin embargo ocasiona una de las mayores barreras que se pueden dar en el ser humano y que es la imposibilidad de comunicarte de una manera fluida y normal con el resto de gente que te rodea.

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Como digo, Ôima muestra la discapacidad como un elemento de la historia y de sus personajes, pero en ningún momento provoca que sientas lástima por Nishimiya, sino admiración por su tesón y su capacidad por seguir mostrando una sonrisa pese a sentirse muchas veces inútil por su condición. Además la autora hace un gran trabajo a la hora de vincular el tema de los problemas de comunicación que genera la sordera con los que al final encontramos todos en nuestra vida, ya que todos los personajes sufren a lo largo de la obra por esa incapacidad de comunicar algo, ya sean sus sentimientos, sus inseguridades, sus necesidades, o simplemente el pedir una mano amiga en el momento en que la necesitas. A silent voice se convierte gracias a ello en una obra bastante coral, en la que pese a que el acoso, la discapacidad y la redención son los temas que más saltan a la vista, al final son la amistad y el amor (no solamente romántico) los que te pueden hacer ver la luz en ese largo y oscuro túnel que suele ser la vida en algunos momentos. Una amistad, como concepto, que está dando vueltas alrededor de la trama durante todos los tomos y que al final se muestra como algo tan irracional como necesario, como esa necesidad de sentir que tienes alguien ahí con el que puedes comunicarte, reir y llorar en cualquier momento.

No son estos los únicos temas peliagudos que toca Ôima en su obra, ya que tenemos una serie de aspectos que van más implícitos en el desarrollo de la misma que también tienen su aquel. La incapacidad de las personas de afrontar la vida, la necesidad de enmendar tus errores encontrando el equilibrio en el que lo hagas por la otra persona y no solamente por egoísmo, la depresión y el suicidio, la incapacidad para socializar, el aislamiento, el sentirse un bicho raro, el sufrimiento de una madre que sobreprotegería a su hija hasta la extenuación pero tiene que dejarla sola para que sea más fuerte, el abandono, la necesidad de perdonar a los demás y a uno mismo como única forma de pasar página y seguir viviendo, el odio que engendra más odio… Un sinfín de temas que muestran una humanidad desnuda, sin artificios y sin edulcorar en ningún momento, y que más de una vez os pondrán un nudo en la garganta al leerlos. No esperéis encontrar en A silent voice una obra dulce, llena de caballeros blancos, tolerancia y superación, sino una obra muy dura, en la que los personajes cometen constantemente errores y se ven obligados a vivir con ellos y aun así tirar para adelante, siendo conscientes de los mismos pero sin que supongan una losa para nadie. Una historia con una gran carga emocional que os hará reflexionar en muchos momentos y relacionar lo que leéis con experiencias vitales que sin duda habréis tenido o tenéis en este momento.

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Narrativamente es un manga al que se le pueden poner pocos peros, ya que su duración es realmente perfecta y los recursos que utiliza la autora para presentar a los personajes, situarlos en los diferentes contextos y hacer avanzar una historia sin aparentemente mucho material son bastante certeros. Es un manga que refleja a la perfección el término de slice of life, ya que nos presenta un momento muy determinado de una etapa de la vida de los personajes, en este caso ese paso de la adolescencia a los primeros compases de la edad adulta, y lo hace con un ritmo muy bien medido, que pese a que va paso a paso a lo largo de los 7 tomos que dura su historia, en ningún momento se hace lento. De hecho es una obra que se lee bastante rápido, pero no por ello podemos decir que Ôima se precipita o narra las cosas de modo acelerado, con particular hincapié al modo natural de introducir y relacionar cada tema con los que les siguen según aparecen en los tomos, de una manera muy fluida y coherente.

En la parte artística, en un primer momento encontramos un dibujo preciosista, muy detallado y con bastante personalidad, que parece demasiado infantil para los temas que vemos abordados dentro del tomo. Sin embargo los diseños van como anillo al dedo tanto a la trama como a los personajes, reflejando esa dulzura y ese canto de esperanza que lleva implícita en su mensaje la obra. Tenemos un dibujo con un trazo grueso y muy marcado, con una capacidad para mostrar movimiento y dinamismo bastante sorprendente y gratificante para tratarse de una obra de este tipo. Es un dibujo sobre todo muy llamativo y personal, de ese arte que hace que identifiques fácilmente a una obra al primer vistazo, y que se convierte en una de sus señas de identidad. Lo más destacable en mi opinión es la enorme capacidad para reflejar emociones y sentimientos a través del dibujo y de los personajes y sus diseños, así como la tremenda expresividad facial y corporal que es capaz de conseguir Ôima con sus trazos, algo de vital importancia al ponerlo en consonancia con la narrativa no verbal, que como comprenderéis es capital en una obra en la que la sordera y la lengua de signos son dos de sus pilares fundamentales.

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A silent voice es una obra muy valiente y muy bien ejecutada, que narra a pecho descubierto una historia plagada de temáticas duras, complicadas y por momentos desagradables, sin caer en la frivolidad, el exceso de drama o la búsqueda de la lágrima fácil. Una historia que arranca triste y mantiene la emotividad al máximo de principio a fin, pero que nos hace recorrer narrativamente el mismo camino de redención, esperanza y búsqueda de la felicidad que siguen sus protagonistas. Un manga detallista, muy especial y único, que se lee bastante rápido y en el que se puede disfrutar de un gran reparto coral de personajes, un dibujo llamativo y personal y que puede llegar a invitar a la reflexión. Muy destacable su labor también a la hora de normalizar y visibilizar una discapacidad como es la sordera, también sin cometer el error de presentarla como una condición por la que sentir lástima o condescendencia y una excelente y certera forma de acercarnos una visión más del acoso escolar. En definitiva, una obra muy a tener en cuenta para su lectura ya que nos suelta a la cara de manera directa temas con los que todos hemos tenido que lidiar alguna vez, y de la que podréis disfrutar en cines desde esta misma semana.

  Edición original: Koe no Katachi, Kodansha 2013. Edición nacional/ España: Milky Way Ediciones 2015. Guión: Yoshitoki Ôima. Dibujo: Yoshitoki Ôima. Traducción: Salomón Doncel-Moriano Urbano. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 192 páginas. Precio: 8€.   Allá por el año 2015, en estos mismos meses de últimos compases del invierno…

Valoración Final

Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5

9

Una historia sensible y valiente que visibiliza de manera magistral una discapacidad como la sordera al mismo tiempo que se atreve a abordar temática tan complejas y delicadas como el acoso escolar o la dificultad de las relaciones humanas. Todo ello desde una perspectiva realista y veraz que se aleja de la sensiblería y la lágrima fácil para lograr una obra que toca muy dentro.

Vosotros puntuáis: 9.22 ( 9 votos)
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Alberthor
Alberthor
Lector
15 marzo, 2018 12:18

No conocía la obra hasta ahora y me he saltado partes del artículo porque quiero conocer la historia de primera mano, así que gracias por mostrar una joyita que se me había pasado en su momento.

Nacho Teso
Autor
16 marzo, 2018 10:30

Ayer vi la película y me encantó. Gran reseña compañero.

Cristian Miguel Sepulveda
16 marzo, 2018 11:14

Pude ver la película ayer y me llegó muy adentro, como bien dices en la reseña Rubén. Voy a acercarme al manga a pesar de que he leído que son muy similares simplemente por lo mucho que me ha gustado la adaptación de Naoko Yamada y animado también por tu reseña.

sparkyal
sparkyal
Lector
En respuesta a  Cristian Miguel Sepulveda
18 marzo, 2018 22:11

El manga es una pequeña joya