Edición original: Aâma 3: Le désert de miroirs, Gallimard 2013.
Edición nacional / España: Noviembre 2013, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo, tinta y color: Frederik Peeters.
Formato: 88 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 20 €.
¿Ha pactado con el diablo el bueno de Peeters para lograr de nuevo estar en lo más alto del podio anual de la BD? ¿Se le agotará el talento alguna vez a este muchacho? Esperemos que no, porque su mera presencia en las estanterías hace de la vida algo mejor. Porque Aama no hace sino mejorar con cada nuevo volumen. Tanto a nivel narrativo como pictórico, Peeters logra darnos algo más que en el capítulo anterior, dosificando de tal manera que nos hace anhelar el siguiente paso en este saga particular que esta suponiendo Aama. ¿Qué hay de nuevo en este Desierto de los Espejos? La trama empieza a contestar a preguntas planteadas. Pero como Peeters es un zorro, esas respuestas no hacen sino crear mayores intrigas.
Y es que el argumento no hace sino desarrollar y enredar lo ya expuesto, permitiendo, por un lado, las mejores escenas de acción que haya parido el suizo, al tiempo que profundiza en conceptos metafísicos, emocionales y psicológicos sobre los que ya había dado picotazos en sus obras anteriores. La ciencia ficción, la hard, la especulativa, ha sido durante casi todo el siglo pasado, uno de los mejores campos para cultivar todo tipo de preguntas viscerales. Peeters, sabedor del contenedor que está usando para desarrollar su historia, no duda en usarlo para hablar de nuevo sobre el sentido de la vida, sobre la soledad y la paternidad, agregando al producto una dosis de reflexión sobre los límites de la ciencia y sobre dónde acaba el animal y empieza el hombre, y con él, la conciencia y la personalidad. ¿Complejo? No en manos de un tipo con tanto talento. Con la excusa del viaje por el planeta donde el aama ha sido expuesto, el devenir de sus personajes, como en las grandes obras de la literatura, digamos, seria, supone una metáfora para el itinerario interior, donde lo que sucede alrededor no es sino un símil de las diatribas de cada uno. Este cliché es llevado al extremo por un Peeters desatado, además, que no duda en darle una vuelta de tuerca al agregar al conjunto una pincelada –agradecida- de psicotropía. Lo que sucede fuera, esa selva de biología en constante mutación por la que deambulan a lo largo de todo el volumen, no solo les pone a prueba a nivel físico, sino que juega con sus percepciones, dando pie a esos paisajes, a esas escenas tan del gusto de Peeters, donde Luis Buñuel se da la mano con Jack Vance, para nuestro regocijo. Pero no esperéis la ininteligibilidad de un Jodorowsky o de un Lynch. Afortunadamente los símbolos que propone el autor no son herméticos, su sentido, dentro del todo de la historia, aparecen con facilidad. Con lo que el viaje que hace su protagonista es uno de esos fascinantes periplos en los que el lector se sumerge. Y si lo de afuera afecta a la percepción, lo de dentro sale afuera. Peeters, emulando a otros antes como Boris Vian en su seminal La Espuma de los Días, o como Fellini en casi toda su filmografía desde 8 y ½, plasma la desazón, la desesperación de sus muñecos en el entorno que les sustenta. Esa biología mutante, el aama, se convierte al fin no sólo en virus que padecer, sino en reflejo, palpable, de lo que pasa por las cabezas de los personajes. Lo que da pie a viñetas prodigiosas, donde Peeters se luce como nunca antes.
Si en anteriores reseñas comentaba la sorprendente capacidad de Peeters para diseñar secuencias de acción gracias a este nuevo título de su bibliografía, el salto cualitativo que ha dado en este volumen es de romper a aplaudir. Bebiendo de la fuerza cinética del manga y envolviendo a sus figuras de las virtudes más aplastantes de la animación, Peeters parece querer dibujar el mejor storyboard de acción posible. Sus figuras, plásticas, dinámicas, contundentes, bailan entre disparos y aberraciones mutantes en las mejores coreografías de batalla que este lector ha visto en este 2013 al que le toca fenecer ya. Churchill, el simio androide vuelve a brillar, y de qué manera. Con esos saltos titánicos, en los que la perspectiva mágica del tebeo nos permite acompañarle, con esos ataques, tajantes y elegantes, donde su cuerpo se congela en ese instante perfecto con el que Peeters decide regalarnos la vista. Observando sus páginas, da la sensación de que el suizo dibuja como quien baila un melodía perfecta. La efectividad en sus composiciones, el ritmo de la narración, el gusto en el diseño de los personajes y su entorno, todo, en definitiva, confluye para crear un producto con el mejor de los acabados, soberbio en su ejecución visual y efectivo en su capacidad para emocionar. Esto confirma a Peeters como el autor más brillante de su generación. Y el más versátil. Capaz de lograr el combo imposible de entretener y emocionar al tiempo que desarrolla ideas de alto contenido metafísico, sin caer en naderías de pose o palabrerías vacuas en su fondo. Todo está medido, todo está justificado, pero aún así, sorprende, cautiva y te lleva hasta la última página en un suspiro.
Joer, qué buena pinta. Lo ví en la tienda, pero entre que no he leído los anteriores y que para este mes ya le tengo echado el ojo a Lupus, este tebeo queda para más adelante.
A mí Lupus no me acabó de convencer, pero estoy casi seguro de que este si lo hará. ¡Pintaza, hoygan!
Yo esperaré al integral, como hice con Lupus…
Yo me lo voy pillando número a número (me encanta Peeters). Aunque me gustaría saber, por aquéllo de tener un horizonte, si se sabe de cuántos capítulos va a contar este Aama.
Pues no se donde lei q iban a ser cuatro capitulos, pero no lo puedo confirmar. A mi me encanta peeters, cada tomo. es mejor q el anterior. Uno de mis artistas favoritos.
Yo, igual que Jose; esperaré al Integral, que espero que sea a tamaño álbum, como los tomos.