El pasado mes de agosto,
Una noticia que sin duda ha dejado a todo el mundo patidifuso, especialmente en Japón, puesto que estaba siendo una de las series más exitosas de los últimos tiempos, así como de las más aclamadas por crítica y público. Una legión de fans ya se estaba empezando a formar por todo el mundo en una colección de apenas un par de años de existencia, y Sueisha (y el autor) ya se estaba frotando las manos ante la posibilidad de tener otro bombazo editorial que explotar económica con spin-offs, licencias editoriales a otros países y posibles adaptaciones al anime, es decir, la maquinaria comercial de siempre. No obstante, la editorial actuó con rapidez y de forma tajante, para evitar quedar salpicados, como es lógico, por los actos delictivos del autor.
Todo esto, sin embargo, nos lleva al consiguiente debate, que otras muchas veces nos hemos planteado en diferentes casos pretéritos: ¿Debemos juzgar la obra por su autor? Seguramente no, pero, ¿Estamos actuando mal al leer y/o difundir la obra de un criminal sexual? ¿Debemos permitir y contribuir a una persona de tan bajo calado moral seguir beneficiándose económicamente de su obra? Seguramente tenga derecho a hacerlo, puesto que es su trabajo, y no hay ningún tipo de evidencia de sus actos delictivos en su obra. Pero, ¿Podemos nosotros, los lectores, permitirnos moralmente el hecho de colaborar en el beneficio económico de un criminal como este? Algunos dirán que no, que no pueden permitirse tal cosa en su conciencia bajo ningún concepto, otros dirán que hay otras personas implicadas en la obra que no tienen nada que ver y que merecen recibir el fruto de su trabajo, y otros sencillamente dirán que les da igual, o adoptarán una postura negacionista y conspiranoica, muy de moda últimamente. Un debate que nos plantea unas reflexiones a la sociedad que cada uno debemos meditar, y poner en consenso, y en este caso concreto, nosotros los lectores de cómic.
Dejando a un lado las polémicas y los debates morales, y pese al hecho de que estamos reseñando una obra que ya sabemos que ha quedado inconclusa, sí se recomendar, y es un estupendo ejercicio de cómo disfrutar de una historia, sin saber de qué manera va a acabar, sin expectativas de nada, puesto que ya sabemos, de alguna manera, cómo “acaba”. En esta historia, nos encontramos una fuerte presencia de personajes femeninos, canalizada especialmente a través de Kei Yonagi, la protagonista, una joven chica huérfana de 16 años que tiene que sacar adelante sola a sus dos hermanos pequeños, a la par que lucha por cumplir su sueño de ser actriz. En una audición, es descubierta, según el argot interpretativo, por un director de cine muy particular llamado Sumiji Kuroyama, que queda absolutamente anonadado por el talento natural de Kei, una capacidad que parece rayar lo sobrehumano o fantástico, y pese a que no consigue que el resto del jurado la seleccioné, él decide por su cuenta ficharla para una película que está preparando. Así, haciendo malabares entre su vida escolar, su labor como ama de casa al ser la mayor de la familia, y su carrera profesional, comienza Kei su aventura hacia el estrellato.
Porque sí, pese al tono realista de la serie, no deja de ser un shonen, con todo lo que eso conlleva, que significa sus villanos correspondientes, en este caso una jefa de una agencia de talentos rival que desprecia a Kei en su primera audición porque la teme, y con su característico estilo de humor ligero, que sin embargo no diluye en absoluto la carga dramática de la colección, a menudo excesiva, ya que la situación personal de Kei, no podía ser más trágica, algo en lo que además el autor incide en demasía en el primer capítulo, que no deja de ser, debería ser, simplemente introductorio. Sería de necios, no obstante, culpar al autor de mostrar sus cartas al principio, o simplemente ser claro y honesto con lo que pretende. Así pues, desde el comienzo sabemos que estamos ante una historia dramática, una historia de superación, de luchar por los sueños, y de crecimiento personal y profesional. Además, nos introducimos plenamente en el mundo de la interpretación, que si bien ha sido tratado en otros medios, no es quizás uno de los más presentes en el manga. En este sentido, y en otros, guarda similitudes, salvando las distancias, con un manga icónico de la dupla Obata-Ohba, Bakuman.
Es cierto que solo estamos hablando del primer tomo, y que está evolución que comentábamos no se puede apreciar plenamente, como es lógico. El autor, insisto, se empeña en marcar la trayectoria que quiere seguir en su historia, lo que muestra que está perfectamente pensada y construida, de tal forma que, incluso en estos primeros siete números, ya podemos ver cómo Kei sufre una evolución y aprende a cómo manejar y focalizar su talento para la actuación “del método”, algo que consigue interactuando sobre todo con personajes como Kuroyama o Hiragi, la ayudante de producción.
En el apartado artístico tenemos a
Sin embargo, he de decir que el apartado artístico es lo más flojo de la serie, al menos de este primer tomo, aunque ya sabemos que los dibujantes en el manga suelen tardar un tiempo en depurar y pulir su estilo. De momento, en estas primeras páginas no podemos decir mucho a favor de Usazaki: fondos simples, personajes un poco planos en el diseño, y poca en general poca versatilidad estética. No obstante, brilla espléndidamente de forma puntual en planos y escenas concretas, especialmente en lo referidas a momentos en los que se describe una interpretación artística de Kei , en donde sí que consigue transmitir las emociones de la protagonista. Es, precisamente en esto, en la narrativa de las emociones a través especialmente de la gestualidad, pero también de otros elementos, en donde podemos encontrar las mejores escenas, y el punto fuerte de la dibujante. Y no es baladí, es una gran destreza difícil de desarrollar, y que algunos dibujantes no consiguen incluso tras décadas de trayectoria. Esperemos pues, que podamos seguir viéndola crecer como profesionales en otros proyectos, y disfrutando de su trabajo.
Guión - 8.2
Dibujo - 6.7
Interés - 7.4
7.4
Emotiva
Genial comienzo de una colección de éxito que explora un tema siempre interesante como es el mundo de la interpretación, mostrando todas sus cartas desde el principio, entre las que destaca el potente factor emocional. Lástima que, por razones justificadas, haya quedado inconclusa, pero pese a ello, merece nuestra atención.