David Michelinie fue el primer autor de Superman que conocí. Cuando apenas tenía diez años él escribía Action Comics, la que para mi siempre ha sido la cabecera principal del Hombre de Acero. En esa época, mi conocimiento del personaje se limitaba a las películas de Reeve, por lo que descubrir sus cómics fue un gran paso adelante. Éste, publicado en España como el número #35 de la serie Superman de Zinco, con el subtítulo de El Hombre de Acero y el título de «¡PRESIÓN!», es uno de los primeros que recuerdo comprar de mi superhéroe de la infancia…y del resto de mi vida. Me asombró ver la imagen que lucía entonces, con el pelo largo, hipermusculado, de facciones más duras a las que estaba acostumbrado. Todo un descubrimiento para mi, y una revolución personal.
No se puede hablar de la etapa de David Michelinie en Action Comics como una época en la que realizara un trabajo propio. No eran tiempos como los de ahora, en que las dos colecciones de Superman gozan de vida propia, con sus propios arcos argumentales y su avance, estando siempre conectados a través del hilo conductor de la continuidad, a veces invisible, a veces tangible debido a algún crossover de turno.
Michelinie escribió en Action Comics los números #702-736 entre los meses de agosto de 1994 y 1997, además de un especial #0 en octubre del 94. En ese tiempo apenas escribió dos números cuya historia fuera consecutiva en esta serie. Era un tiempo en el que los títulos de Action Comics, Superman, Adventures of Superman y Superman: The Man of Steel, a las que se unió Superman: The Man of Tomorrow en aquella época, funcionaban como una serie única, aunque bajo numeraciones distintas, lo cual complicaba bastante al lector realizar un seguimiento cómodo de las aventuras de Superman. Para ayudar a la comprensión y el orden de las historias, DC tuvo el detalle de incluir un triángulo debajo del título de cabecera, en la esquina superior izquierda, en el que se leía el año en curso y un número que indicaba el orden de lectura de las publicaciones del Hombre de Acero. Era una situación incómoda, más aún teniendo en cuenta que cada serie tenía su propio equipo creativo, por lo que cada autor realizaba su propia pieza para encajar en el puzzle que era la serie troncal.
A pesar de esta circunstancia, no quería dejar pasar la oportunidad de hablar del trabajo que Michelinie hizo con la cabecera decana de los cómics de superhéroes. Desembarcó en DC apenas cuatro meses después de haber publicado su último The Amazing Spider-Man, el 91º de su carrera, volviendo a la compañía donde ya trabajó entre mediados y finales de los años 70, escribiendo series como House of Mystery, House of Secrets, Swamp Thing, Adventure Comics, Aquaman y muchos otros títulos, llegando incluso a crear al personaje Gravedigger en Men of War #1 en 1977. Durante los tres años que trabajó en Action Comics realizó una labor sobria, con números cargados de acción a raudales y mucha emoción, de corte clásico y sabor agradable. Pero la situación en la que se tuvo que encuadrar le restó margen para la creatividad. Al no poder elegir un arco argumental he decidido reseñar uno de mis cómics favoritos: Action Comics #712.
Poniendo un poco en antecedentes, estamos ante un epílogo de la saga La muerte de Clark Kent, en la que el villano Conducto, quien era en realidad Kenny Braverman, un amigo de Clark durante su infancia en Smallville, descubría la identidad secreta de Superman y amenazaba de muerte a sus padres y amigos más cercanos, desatando una de las mejores sagas del personaje durante la década de los 90′, y una de las más recordadas de todos los tiempos. Tanto que hasta en la serie animada de Bruce Timm se dedicó un episodio al asunto de la muerte de Clark Kent, aunque bastante alejado de lo que fue esta etapa en los cómics.
Volviendo al tema que nos ocupa, este era el tercer número de una saga de transición tras la etapa mencionada, iniciada en Adventures of Superman #525, en julio de 1995 y continuada en Superman: The Man of Tomorrow #1, una serie que arrancó aquel verano y tuvo una publicación errática hasta su cancelación, tras 15 números, en septiembre de 1999.
El número comienza con una página muy cinematográfica, con Superman llegando a un búnker subterráneo donde Conducto tenía encerrado a Jimmy Olsen. El fotógrafo del Daily Planet había sido secuestrado por los esbirros del villano y dado puerto durante un tiempo. Un sobre firmado por Conducto que le llega a Clark, un mes después de su muerte, con un mechón pelirrojo y una pista acerca del campamento de verano de Smallville donde pasaron juntos mucho tiempo de niños, le indica el lugar en que tenía encerrado a su amigo. Allí se encuentra con una grabación que le indica la cámara donde tiene atado a Jimmy y descubre una serie de trampas que no le van a poner fácil su liberación.
Superman se encuentra con que nada más entrar ha activado la cuenta atrás para la detonación de una bomba oculta en el centro de su pueblo de acogida y un bloque de dos toneladas que caería sobre Jimmy en el mismo momento de la explosión. Se encuentra atado en el suelo, de pies y manos, tumbado justo debajo de dicho bloque, y en la cámara donde se encuentra encerrado hay un mecanismo que hace aumentar la presión del aire si Superman se acerca a la entrada, asfixiándolo. Además, hay un gas que provocará una explosión si usa su visión calorífica. Entonces, ¿cómo va a sacar de allí al pobre Jimmy Olsen? Esta serie de trampas que complican el rescate de Superman enmarcan un cómic emocionante, de los que te dejan sin respiración y llegas a pensar que no va a haber un final feliz. Una pequeña muestra de la calidad del autor, que sabe jugar con el nervio del lector, quien, aunque puede sospechar el resultado, en todo momento, teniendo en cuenta de donde venía la trama, no deja de preguntarse cómo conseguirá el héroe salvar a su amigo.
Es un maravilloso ejemplo de cómo un ser humano, inteligente, frío, calculador, puede poner en aprietos a Superman. No en un enfrentamiento físico, sino jugando con su integridad, con su estabilidad emocional, atacando a los puntos débiles del corazón humano del kryptoniano. El juego encadenado de escollos que ha de salvar es brillante, desesperando al hombre que ve cómo su inmenso poder y fuerza ilimitada de nada sirven en una situación como la que ha de hacer frente.
El dibujo en este capítulo corrió a cuenta de Kieron Dwyer con tintas de Denis Rodier, habitual dibujante en los títulos del Hombre de Acero en los 90, que llegó a firmar 66 números de Action Comics. Su estilo era muy crudo, expresivo. Dibujaba a Superman con las facciones del rostro muy marcadas, mandíbula prominente, tremendamente musculado hasta llegar a unas proporciones totalmente inhumanas. Le daba un aspecto muy rudo al personaje, con un plus de dureza gracias a la melena que le aportó durante toda su etapa en la colección. Una marca diferencial de aquellos años post Muerte. La narrativa del número es eléctrica, apenas da un respiro al lector, logrando una simbiosis perfecta entre guión y dibujo. El color es de Glenn Whitmore, brillante, luminoso, con una perfecta paleta de tonos neutros bien combinados, sin oscuridad. Al principio del número, usa unas páginas de flashback que aprovecha para pintar en blanco y negro con algún tono sepia, dándole un enfoque dramático más que aceptable.
David Michelinie escribió muy buenos capítulos en las aventuras de Superman, a pesar de estar encorsetado en el formato de publicación de cuatro series distintas con una única historia que contar. Pero tenía grandes ideas para el personaje, que desgraciadamente no pudo llevar a cabo. Esta mañana, gracias a la entrevista publicada por Pedro Monje, hemos conocido uno de los planes que quería llevar a cabo: «Llevar a Superman al espacio durante un tiempo y allí que se infectara con un virus. Este virus, a su retorno a la Tierra, infectaría a más personas, esparciéndose por toda la Tierra. (…) Es una historia que quería hacer y nunca pude».
¿Cómo hubiera sido esa aventura? Seguramente fascinante, jugando con la vulnerabilidad de Superman fuera de la Tierra y enfrentándolo a peligros cósmicos antes de su caótico regreso. Sin duda es una pena que no pudiera realizarla, pero afortunadamente los fans del personaje tenemos para el recuerdo 35 buenos cómics firmados por David Michelinie.
Tiene valor remontarse tanto al pasado para decir que la edición española es la de Zinco y no la de Planeta, como más reciente. Dentro del integral de La muerte de Clark Kent. Que parece que tengáis alergia a Planeta.
Dos correcciones al articulo que debes corregir, amigo: el dibujante en cuestion fué Kieron Dwyer (Ex hijastro de John Byrne), con una etapa más bien corta en la serie, mientras que el francés Denis Rodier fué entintador de la serie, desde 1990 hasta 1999. «Superman, the Man of Tomorrow» fué creado para cubrir las semanas en las que no aparecía un comic de Superman y tener asi, 52 entrtegas al año, un comic semanal.
Corregido. Muchas gracias amigo y disculpa el error.