El pasado 2020 la Consejería de Cultura de Cantabria otorgaba el premio Novela Gráfica Gobierno de Cantabria, recientemente renombrado a Premio de Novela Gráfica «Óscar Muñiz» en recuerdo del librero y divulgador recientemente fallecido, a Marina Casaos por su Agente Zero. Ahora la Editorial Valnera ha publicado la obra completa y nosotros aprovechamos para charlar un rato con su autora.
Marina Casaos es Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Castilla La Mancha con máster en impresión gráfica, ilustración y acuñación artística. Su trabajo como diseñadora e ilustradora la ha llevado a trabajar con instituciones públicas como la Universidad de Cantabria, a realizar murales para la mejora de los espacios públicos, a participar en exposiciones tanto propias como colectivas e incluso ha autoeditado su primera obra para el noveno arte, el cómic Los Lunes Raros.
Entrevista a Marina Casaos
¿Qué te lleva a presentarte al premio?
Llevo haciendo cómic mucho tiempo, fanzines e historias cortas, pero fue un amigo, Bruno, que lo leyó en el BOC y me dijo “Esto está hecho para ti”. Miré los requisitos y pensé que no tenía nada que perder. Fue un poco casualidad.
¿Y qué requisitos te pedían?
El guion de una historia y al menos 10 páginas ya acabadas. La historia ya la tenía pensada desde hace tiempo, me hacía mucha gracia, pero no pensaba ganar el premio.
¿Pensabas ganar?
Pues lo cierto es que no. Esta es la historia que yo quería contar pero no la veía como la gran historia con moraleja que puede ganar un premio, sino como algo gracioso y entretenido, pero como te digo es la que yo quería contar y me hace más ilusión por ello. Estoy muy satisfecha por la oportunidad pero sobre todo porque esto es lo que yo quería hacer.
Permíteme que te diga que yo sí que le veo un trasfondo, pero cuéntanos un poco qué historia es esa que llevabas dentro.
La historia va sobre mi perro Zero, que lo adopté en 2017 y no sabemos nada de él, ni la edad ni dónde había estado antes. Venía muy asustado y tenía comportamientos extraños. Es un perro de caza y nosotros siempre pensamos que es un perro que sufrió maltratos, que fue abandonado porque ya no servía para los cazadores… pero un día empecé a pensar que bueno, que era algo que daba por hecho pero que no tenía por qué ser así. Me gustó pensar en historias alternativas en las que él no fuera la víctima sino que él tuviera el poder. Así surgió esa historia, digamos que me he inventado el pasado de mi perro en el que no solo no fue maltratado sino que tiene una posición de poder con respecto a nosotros.
Zero es un agente de otro planeta y lo que está haciendo es investigar todas nuestras costumbres y lo que hacemos para mandar informes a los extraterrestres. Entonces sus actitudes que nosotros tomamos como extrañas en realidad son parte de su trabajo como agente del espacio.
Pero leyendo el principio también vemos un componente personal tuyo ¿no?
Sí, claro. Quizás esta historia ha surgido porque yo soy muy perruna, siempre quise tener un perro y no he podido. Y ya lo tengo desde hace unos años pero no se me pasa, es una relación estupenda que sigue como el primer día.
La mayor parte del cómic es nuestro día a día. De hecho, mucho de lo que aparece en el cómic, como la casa o los personajes, los humanos, son reales. Suelo dibujar mucho desde la realidad, luego la modifico y la varío haciendo lo que me da la gana con ella, pero la base es la vida cotidiana. Es donde más a gusto me siento. Siento una necesidad de expresar mi día a día, de sacar lo que tengo dentro a mi manera.
La verdad es que el cómic tiene una parte muy cercana al costumbrismo en el que encontramos grandes dosis de humor.
Intento sacar las cosas positivas y graciosas de lo que pasa. Intento reírme de todo, con este perro me he desesperado muchísimo, he gritado y he maldecido, pero miro para atrás y me gusta sacar lo bueno, el lado cómico. Y también creo que es la mejor manera en la que me comunico. No me gusta dar lecciones, prefiero que la gente se ría y luego cada uno interprete estas situaciones a su manera.
Me sentí muy identificado con algunas de las situaciones que cuentas. Se ve un profundo amor por los perros ¿se puede decir que hay un intento de divulgación sobre el cariño a los animales?
Sí. Quizás mi intención no sea hacerlo explícitamente, pero sí, me gustaría que una cierta medida la gente se animase a adoptar mascotas. Es una muy buena experiencia. Además ahora que llega la navidad y la gente regala animales que recuerden que hay muchos perros para adoptar. dan mucho trabajo pero el resultado es muy positivo. A mi me ha cambiado mucho la vida. Ahora tengo que ser responsable de un ser vivo que depende de mí para todo. Pero siempre estoy acompañada, doy unos paseos estupendos y es muy gratificante.
Pero no solo hay perros, ¿de dónde sacas la idea de las vacas?
Básicamente porque vivo en un pueblo (risas). Cuando doy paseos con Zero él siempre se quiere meter donde las vacas, de ahí pensé que debían tener un papel en la obra.
¿Y los humanos? Tu madre tiene un papel importante…
Pues mi madre… a mi madre le daba mucha vergüenza salir, además me dice que la he sacado con el culo muy gordo y que está mejor en la realidad (risas). Mi madre tiene un papel importante porque ella no me dejaba tener perro, le daban miedo y le siguen dando, pero ella y Zero se entienden, no se tocan pero se miran y tienen su lenguaje, mi madre le hace la comida, le compra torreznos y salchichas, por lo que Zero la adora.
Hay una parte costumbrista y otra fantástica. ¿Cuáles dirías que son tus influencias?
No sé exactamente qué influencias tengo. A mi me empezó a interesar el cómic por autores que no tienen que ver con este tipo de historias. Robert Crump me encanta desde que era pequeña o la revista del Jueves que la tenían mis hermanos que son mayores que yo. Las tenían escondidas y yo se las robaba. No eran nada apropiadas y quizás eso hizo que me gustaran más. Sé que eso no tiene nada que ver con esto, pero es lo que hizo que el cómic me llamara la atención. La verdad es que me siento muy identificada con las mujeres dibujantes que hay ahora que sí que están haciendo muchos cómics autobiográficos y cuentan sus historias cortitas. Probablemente esté más cercana a eso.
Lo cierto es que todo me influye, quizás en una trayectoria más larga se vean esas cosas que me hicieron acercarme al cómic. Por ejemplo nunca había sido consciente de ello pero ahora creo, tras tener acabada la obra, que estoy influenciada por los Simpsons, que me he criado con ellos, o Futurama, que me chifla. El color, el espacio, los dibujos… y eso es algo que he visto después. Porque lo cierto es que ahora cómic fantástico no leo mucho, así que esa parte me vendrá más por la ficción televisiva.
¿Cómo enfocas la creación del cómic?
Empiezo por el guion, luego paso a dibujar los personajes que van a salir, en este caso les tengo muy dibujados al ser todos reales y de mi entorno. Después paso a las localizaciones y ahí ya voy dibujando. Cuando dibujo voy cambiando un poco el guion porque hay cosas que al verlas dibujadas funcionan más o menos o que no las estoy contando de la mejor manera. Hasta que no lo tengo delante no sé si se entiende bien. A veces pido a otras personas que echen un vistazo para ver si lo que tengo en mi cabeza se entiende bien.
En este caso Jesús, el editor, me ha ayudado con cosas que no veía. Él tiene mucha experiencia y no quería meterse mucho en la historia, pero lleva muchos años trabajando y su visión me vino muy bien. Eso sí, siempre recordándome que es mi historia y eso es muy importante porque al final las decisiones las he tomado yo y hay muchas cosas en las que he dicho “pues lo voy a hacer así y si me equivoco pues me equivoco yo”. Él nunca ha querido extralimitarse pero es una labor muy necesaria que te da mucha seguridad.
Precisamente eso te iba a preguntar. Tu anterior trabajo, Los Lunes Raros, fue autoeditado. Al ir con editorial ¿Sientes que pierdes control y ganas seguridad?
En la anterior obra me la di yo sola (risas). No sé exactamente cómo será trabajar con una editorial porque en Valnera Jesús siempre me decía “tú has ganado el premio y la obra es tuya, vamos a sacar lo que tú quieras”. No es como tener una editorial que te coarte la libertad. En este caso todo ha sido positivo porque he hecho la historia que yo quería y como yo quería, pero considero que tengo mucho que aprender y está bien que alguien te diga “en esto vas muy rápido, mete más viñetas para que se entienda mejor” y si no te lo dice alguien que sepa mucho pues te estrellas. Además en esta tenía un tiempo limitado por el tema del premio, fueron muchas horas sin dormir, tener que compaginarlo con mi trabajo…
¿Estás contenta con la edición?
Muy contenta. Además fui yo a la imprenta a ver cómo se hacía todo, preguntaba todo, vi cómo se hacía todo, le di una chapa inmensa al señor de la imprenta (risas). Pero fue una oportunidad increíble, creo que ha quedado muy bien, no me lo imaginaba mejor.
¿Repetirás?
Sí. Me encantaría. Tengo muchas historias en la trastienda y me encantaría. No sé por dónde pero sí que repetiré.
¿Y trabajarías con los guiones de otra persona?
Sí, me encantaría también, me gusta probar cosas nuevas y colaborar con gente. Que igual lo hago y después me haces la misma pregunta y te diría “jo, pues no” (risas) pero de buenas a primeras diría que sí a todo.
Gracias por tu tiempo y te deseamos lo mejor, a ti y a Zero.
Muchas gracias a vosotros.
Agente Zero
Perros del espacio exterior
Si se tuviese que resumir este cómic en una frase sería “Puro amor por los perros”. Evidentemente esta es una historia con la que cualquier persona puede pasar un buen rato, pero en la que todos aquellos que hayan compartido su vida con estos fieles amigos de cuatro patas se verán reflejados, tanto en las emociones que se sienten por ellos como en las situaciones que viven los personajes.
Y es que sí, Agente Zero es una obra muy personal, de las que vienen a contarnos las vivencias de una persona, la autora Marina Casaos en este caso, pero que más de uno puede sentir como propias. Bueno, todo no, ya que hay un componente fantasioso, de ciencia-ficción concretamente, que tiene mucho peso en la historia, el cual parte de una idea muy original ¿De dónde viene Zero?
De esta manera podemos dividir Agente Zero en dos partes, ambas nos vienen a contar lo mismo, a saber, lo grata que es la vida junto a nuestros queridos compañeros, pero de distinta manera. Con un dibujo de tintes humorísticos, en la línea de autoras como Mamen Moreu o Raquel Córcoles, tenemos un cómic cuyo comienzo es de corte costumbrista, una historia en la que Marina comparte un pedazo de su vida que va desde su deseo de tener un perro, cuando lo consigue y su posterior día a día con Zero, con un buen puñado de páginas dedicadas a las peripecias de ella y su pareja conviviendo con el perro. Esta es la parte que nos hará reír precisamente porque nos vemos en la obra. Las pequeñas situaciones de ellos con Zero en su casa o dando un paseo no son extrañas, las hemos vivido de forma similar al cuidar de nuestros perros, las obsesiones, la comida, los miedos, la responsabilidad… pero la autora lo hace de forma que resulten divertidas, consiguiendo que algo que en muchas ocasiones puede ser desesperante resulte gracioso y de esta manera lo recordemos con una sonrisa. Y no solo nosotros, la respuesta de nuestro entorno, especialmente de la familia, está muy bien reflejada en este cómic.
No quiero decir con esto que sea una obra exclusiva para quien tenga perro, en realidad tiene un trasfondo divulgador sobre el amor que nos dan y que genera una empatía con los animales muy positiva. Especialmente en lo que se refiere a su adopción ya que Zero es un perro acogido, del que no se sabe su pasado, que no era un cachorro cuando llegó a sus vidas y que ya tenía una vida, todos nos podemos imaginar cual. ¿O no? Y ahí es donde entra la segunda parte, la fantástica.
En cuanto llegamos al cuarto capítulo descubrimos que en realidad Zero es un agente extraterrestre y las situaciones, habituales en los perros, empiezan a tener otro tipo de explicaciones. Es una parte donde los animales hablan y tienen sus propias costumbres, maravilloso papel el de las vacas por cierto, pero lo que me encanta es el trasfondo. No se trata al perro adoptado como un animal con taras al que hay que dar amor porque lo ha pasado mal en la vida, por desgracia esto es lo habitual, muchas veces los perros de protectoras o encontrados están en esa situación por haber sido maltratados, en ocasiones de formas terribles, pero aquí Marina Casaos le da la vuelta para imaginarse que su perro es un explorador del espacio dispuesto a analizar nuestras conductas. Además tomar el punto de vista del perro para mostrar cómo ve nuestro día a día, y no al revés como suele ser habitual, da lugar a situaciones cómicas en las que nos reímos de nosotros mismos.
El final merece un apartado propio, pura comedia que consigue arrancarnos una sonrisa, en parte irónica y en parte real, por ensalzar una figura que tienen los perros en más de una casa, pero eso mejor que lo descubran quienes se quieran acercar a Agente Zero. En resumidas cuentas una obra fantástica y maravillosa.