Ajin es una de las apuestas más fuertes que se presentaron durante el Salón del Manga de Barcelona en noviembre. Razones: en Japón suele estar entre los diez mangas más vendidos la semana que sale a la venta, el año que viene se estrenará la versión animada, muchas editoriales fuera de Japón se han apresurado a publicarlo incluso antes de que el manga fuese un éxito, además de tener una base de fans medianamente sólida en España. Pero hay ocasiones en las que recaen grandes expectativas sobre un manga que al final no acaba por despegar comercialmente (véase el caso de Prophecy), y no son pocas las veces que se publican obras pensando únicamente en la proyección comercial que pueda tener la obra, acaben triunfando o no (otros ejemplos: I am a hero, que se anunció en España antes de que muchas otras editoriales extranjeras lo publicaran; The Ancient Magus Bride, manga aún poco conocido pero del que la gente de Norma prevé será un bombazo el próximo año). En cambio, todos estos aspectos nos son indiferentes; lo que nos interesa en este caso no es viabilidad comercial del producto sino aquello que puedan ofrecernos las páginas del manga. Ajin, por tanto, ¿merece la pena?
La historia es muy simple y aunque hasta cierto punto es original, no sobresale en ningún aspecto. Kei Nagai, el protagonista, es un adolescente de 17 años que descubre a las pocas páginas que es un Semihumano. Estos son humanos con una capacidad especial: no pueden morir. El gobierno los tiene bajo su punto de mira y todos aquellos considerados semihumanos han de ser capturados y puestos bajo custodia para ser seguidamente estudiados. En esta especie de distopía, estas criaturas tienen forma humana y su pertenencia a dicho grupo les es desconocida hasta que no sufren un accidente que les quita la vida. El manga presenta por tanto el conflicto moral sobre si estos seres han de ser considerados humanos y si la cruel labor de investigación científica a la que están sometidos es moral o no, pero lo cierto es que más allá del planteamiento, este primer tomo ni profundiza ni ofrece nada realmente interesante.
Esta premisa introduce una dinámica interesante en las batallas y que veremos en los próximos tomos cómo el autor desarrolla: siempre que sufran un accidente o sean malheridos, los semihumanos no tienen más que suicidarse para revivir como si no hubiera pasado nada. Porque sí, Ajin, al final, no es más que un manga de batallas con elementos fantásticos y visto desde el punto de vista del protagonista, el semihumano, la policía encargada de encontrar e investigar a los sujetos en cuestión y una rama de semihumanos fugitivos sobre los que en este primer tomo se hace tan solo un breve esbozo. La historia gira, en un primer momento, alrededor de la huída del protagonista en compañía de un amigo y la persecución indiscriminada que sufren a causa de una recompensa que se ofrece por ellos.
Tanto el estilo como la narración de los autores son de lo más convencional. Sakurai dibuja escenas de acción bastante vívidas gracias a un buen uso a veces exagerado de líneas cinéticas, pero la composición de páginas, además de convencional, es a veces algo torpe y recae en soluciones innecesarias que no aportan nada ni a la historia ni al efecto que se persigue (página 116).
Este primer tomo se presenta bajo la autoría de
Vaya, pues a éste le tenía ganas (debo confesar que sólo conocía la sinopsis y lo que me atrajo fue su portada, como fan del género de terror). Esperaré a esa segunda reseña, si es que te vas a animar a hacerla, que si no soy amigo de empezar mangas infinitos, como encima no sean buenos apaga y vámonos.
Tenía puesta mis esperanzas en este.
Llevamos ya un tiempo sin disfrutar de un buen manga de terror.
Y a eso respondo I am a Hero 😉